Eduardo Durán Gómez
Me han pedido dirigir unas palabras en este
acto de reconocimiento a la vida y obra de Julio Ernesto Coronel Becerra, y la
verdad es que lo he aceptado con la emoción que produce la exaltación de un
extraordinario ser humano y de un profesional de las más calificadas
condiciones.
Desde muy joven supo entender que el
conocimiento profundo estaba en los libros y en la academia, y se consagró con
toda su capacidad hasta graduarse con los máximos honores en la Universidad
Nacional, que le otorgó el título de médico.
Inmediatamente se trasladó a México y allí
adelantó sus estudios de especialización en Medicina Interna y Cardiología.
Después de este recorrido para la
consagración profesional, se radicó en Cúcuta en donde contrajo matrimonio con
Marina Jordán Peñaranda y como complemento de esa familia llegó Isabel
Cristina, para alegrar ese hogar que ha estado ahí, ofreciendo sus mejores
frutos a la sociedad a la que pertenecen.
Julio, consciente de sus enormes
responsabilidades en un medio que requería elevar su nivel científico para
atender con acierto la enorme demanda de pacientes, no solo de ese
Departamento, sino de la vecina república de Venezuela, se dedicó a ejercer un
apostolado desde los claustros de los hospitales San Juan de Dios y Erasmo Meoz
y desde las nacientes clínicas privadas, que él se encargó de impulsar con su
talento y dedicación.
Pero a su vez asistía a foros nacionales e
internacionales y dictaba conferencias para transmitir el conocimiento que
diariamente adquiría, hasta que participó activamente del nacimiento de
organizaciones como las sociedades de medicina interna y de cardiología, el
tribunal de ética médica y la Academia de Medicina.
He tenido el privilegio de contemplar de
cerca el trabajo de Julio Coronel en los últimos 20 años y siento una profunda
admiración por su capacidad de trabajo, que alimenta en jornadas diarias que
comienzan a las cuatro de la mañana, sin pausa alguna, y que lo mantienen hasta
avanzada la noche, en donde analiza documentos sobre los últimos avances de la
ciencia médica, atiende sus pacientes, dirige procedimientos clínicos en los
centros hospitalarios, participa de comités científicos y comparte criterios
con sus colegas, que lo reconocen como a un verdadero maestro de la profesión.
Yo siempre he estado convencido de que Julio
fue premiado por el Creador con un talento superior, que él ha puesto al
servicio de los demás.
Esa vocación es acompañada por un don de
gentes, que hace transmitir un sentimiento de afecto, de nobleza, de compañerismo
y de solidaridad, que hoy todos los que lo distinguen le reconocen, rodeándolo
de una admiración que en verdad merece.
Sería bueno que pronto se analizara el
alcance de esa tarea magnífica, que ha cumplido y sigue cumpliendo sin
pretensiones de ninguna clase, y siempre pensando en aplicar el máximo de su
talento en las responsabilidades de su profesión.
Me vienen al recuerdo las palabras de un
médico ya ido, Manuel Dangond, quien lo conoció desde las aulas de la
universidad, quien un día me dijo: Julio ha sido un médico superior en todo,
ninguno de los de nuestra generación ha podido igualarlo.
Y también el recuerdo de su gran amigo de
todos los tiempos: Edmond Saaibi, que se refería al desempeño profesional de
Julio, como inigualable en el medio y de mostrar ante extraños.
Sé que la modestia de Julio se va a ver notablemente afectada por este reconocimiento, pues siempre ha sido ajeno a esta clase de actos que tal vez hieren su sentimiento de misión, dentro del apostolado que se impuso; pero como es deber rendir tributo a quien tributo merece, nada más adecuado que esta emotiva expresión de sus propios colegas, para señalar el alcance de una tarea que todavía se cumple y que se seguirá cumpliendo, pues esa responsabilidad la continuará viviendo a unísono con su sangre.
Recopolado por: Gaston Bermudez V.
Sé que la modestia de Julio se va a ver notablemente afectada por este reconocimiento, pues siempre ha sido ajeno a esta clase de actos que tal vez hieren su sentimiento de misión, dentro del apostolado que se impuso; pero como es deber rendir tributo a quien tributo merece, nada más adecuado que esta emotiva expresión de sus propios colegas, para señalar el alcance de una tarea que todavía se cumple y que se seguirá cumpliendo, pues esa responsabilidad la continuará viviendo a unísono con su sangre.
Recopolado por: Gaston Bermudez V.
Dr. Julio Coronel, un gran hombre que falleció el 3 de diciembre de 2018. Su hija Isabel Cristina, como toda una guerrera, le toca ahora un largo camino de sacrificio por recorrer ante la enfermedad de su madre. Paz a los restos de un formidable ser humano, al que todos extrañaremos sin lugar a dudas, pero que recordaremos con amor por su sencillez y don de gente, siempre pendiente de los demás.
ResponderEliminarTremenda pérdida todo un gran señor. Y un ilustre médico
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