Pedro Durán Barajas
La Avenida Sexta
está convertida en una plaza de mercado en la que la mayor parte de espacio
público la tienen acaparada los vendedores de productos perecederos como yuca,
papa, verduras, pescado y frutas.
En el 2014 las calles de Cúcuta están llenas de vendedores informales, a
pesar de los sucesivos intentos del alcalde por desalojarlos con la policía, lo
cual comprueba que esa no es la manera de resolver el problema.
En épocas no muy lejanas la ciudad si pudo resolverlo con menos dinero, un
poco más de autoridad en tiempos en que la alcaldía era una institución digna
de mayor respeto, y cuando no se pensaba que todo tiene que convertirse en un
negocio.
Recordemos que hace veinte años las calles del centro de Cúcuta eran intransitables por cuenta de las “casetas”, hasta que en cuestión de semanas se produjo un desalojo pacífico y concertado.
Les transcribo un párrafo tomado de la página en Internet del Centro
Comercial Oití:
“En los años 90 la ciudad de Cúcuta soportaba un gravísimo problema de
invasión del espacio público, al estar gran parte de sus vías centrales
ocupadas por vendedores estacionarios, quienes ejercían su actividad en casetas
instaladas o ancladas en los andenes y en las calzadas.
El Municipio de Cúcuta, consciente de que debía garantizar a los usuarios de casetas el ejercicio del derecho constitucional al trabajo, pero que también tenían la obligación de rescatar las zonas públicas invadidas, ofreció a los usuarios de casetas ubicadas en las vías públicas del sector central de la Ciudad, a través de la una sociedad, la posibilidad de establecerse en condiciones dignas dentro de un Centro Comercial, y lograr la restitución de los espacios públicos.
Para tal efecto se constituyó la sociedad Centro Comercial El Oití Ltda.
cuyo objeto social fue la construcción de dicho centro comercial dentro del
marco de políticas y programas para la recuperación del espacio público. De
esta manera en noviembre de 1994 nace el Centro Comercial Oití.”
En ese entonces el problema de la ocupación del espacio público inició el camino de su solución concertada con los mismos vendedores informales.
El Municipio logró un equilibrio entre su obligación de defender el espacio
público y su responsabilidad social con los vendedores. Ese equilibrio se
perdió.
Con el mismo propósito de El Oití se construyó el Centro Comercial Las Mercedes en la antigua Cárcel Modelo. Desafortunadamente el proyecto se enredó por cuenta de la intención de convertirlo en un negocio.
Al final intervino en su rescate Cenabastos S.A. que logró salvar la obra,
pero los precios de los locales resultaron inalcanzables para la gran mayoría
de los vendedores de la calle.
Hace veinte años el Centro Comercial Oití probó que Cúcuta sí puede ofrecer opciones de reubicación a precios muy bajos.
Hoy el Municipio tiene que hacer lo mismo, pero siendo el problema mucho
más grave, hay que ofrecer soluciones a una escala correspondiente, y construir
al menos tres grandes centros comerciales populares para reubicar comerciantes
informales.
En Cúcuta el espacio público se recuperará cuando haya una gran suma de esfuerzos del Municipio, del Sena y del Gobierno Nacional en un plan liderado por la alcaldía que ofrezca capacitación para el trabajo y apoyo financiero a la formalización y a la reubicación.
Eso le dará al alcalde la legitimidad para hacer que los vendedores desocupen
los andenes, porque el poder de un alcalde no reside tanto en su capacidad de
imponerse por la fuerza sino en su capacidad para buscar soluciones, ojalá
fruto de la concertación, que no evadan la responsabilidad que tiene el
Municipio con los cucuteños más necesitados.
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