miércoles, 27 de mayo de 2015

763.- NORTE DE SANTANDER MECA DEL BALONCESTO EN COLOMBIA



Eduardo Yáñez Canal (Tomado  libro inédito  “El Baloncesto en Colombia”.  1994).

Corresponde a un encuentro de baloncesto entre los colegios Provincial de Pamplona y de La Salle (Sagrado corazón) de 1949, tomada en Pamplona durante un intercambio de los dos colegios lasallistas. Recordamos a sus integrantes, de izquierda a derecha, de pie el equipo La Salle: Entrenador Cardozo, Eloy Romero, Álvaro Gil, “Turilo” Dávila, Peñaloza, José León Labrador, Luis Corzo R., Erasmo Hernández, Jaime Acevedo, Jorge Rivera. El equipo del Provincial, agachados: Arnaldo Sandoval, Alfonso Rugeles, Rafael Mondragón, Mario Meneses, Ricardo Gómez, Darío Ordóñez, Humberto Meneses, Hugo Castellanos, José Gregorio Gilly y Humberto Montañez (entrenador).



“…Es Alberto Galvis Ramírez, en su libro “Laureles” (1988), publicado con motivo de los 20 años de Coldeportes, quien revela que el baloncesto llegó a Colombia gracias a una persecución…relata así esta original historia:

“… El baloncesto vino de carambola, gracias a una persecución político-religiosa de que fueron víctimas los hermanos franceses de la comunidad lasallista por el jefe del gobierno francés, en 1902, Emilio Combes, quien promulgó una ley por medio de la cual prohibía ejercer la educación a las comunidades religiosas porque consideraba que sus tendencias y enseñanzas eran retardatarias y sus métodos excesivamente represivos.

“Ya desde 1890 habían llegado a Colombia los primeros lasallistas y después de 1902 la comunidad aumentó de manera rápida por el obligatorio éxodo.

En Colombia fueron bien recibidos los Hermanos Cristianos, quienes fundaron varios colegios y lograron calar en los hogares de una sociedad recogida, religiosa y conservadora, como la de comienzos de siglo…”.

Más adelante, Galvis Ramírez precisa que fue en 1910, con la llegada al  colegio de La Salle en Bogotá del hermano  Arturo Monier –cuyo nombre de pila era Arturo Gedeón Marié- nuevo prefecto de disciplina, que surgió el baloncesto como fuerte competidor de las revistas gimnásticas que monopolizaban la llamada cultura física de los educandos.

Sin embargo, al principio el hermano Arturo se limitó a enseñar sólo detalles del deporte-cesta y dejó pasar 12 años antes de decidirse a traducir el reglamento del francés y a importar e introducir balones en los recreos de sus alumnos.

Sigue Alberto Galvis Ramírez:

“…Su posterior vinculación al colegio Provincial de Pamplona, Norte de Santander, fue decisivo para que el oriente colombiano se convirtiera en la meca de este deporte, porque el educador se preocupó por difundirlo hasta hacerlo la actividad insignia de la región…”.

Al respecto, el periodista cucuteño Luis Fernando Carrillo, en artículo titulado “Fueron aquellos tiempos…” publicado en la revista “Antología del Baloncesto, 1930- Norte de Santander- 1955” precisa la importancia del religioso en la región:

“…Cuando se piensa en la historia de Cúcuta hay que mirar necesariamente hacia la comunidad de los hermanos cristianos que ubicados desde su llegada en la Quinta Teresa, calles quince y dieciséis de la Avenida Cuarta de la geografía de la ciudad , promovieron toda clase de actividades culturales entre ellas el basketball  que entró por la puerta de esa casa llena de recuerdos llevado de la mano de Arturo Monier, quien un día desembarcó de Francia trayendo entre su bagaje educativo una pelota de basketball y en su cabeza las rudimentarias reglas de un deporte que pronto echaría buena simiente en una ciudad que como Cúcuta lo ha hecho su bandera, su insignia en las competiciones.

“Para ese entonces, en los primeros días de la década del treinta, Cúcuta era un pueblo sano todavía. El deporte hacía sus primeros pinos. El fútbol era el popular como lo recuerdan las fotografías de la época en la plazoleta que hoy es el “parque de la bola” o el Parque Nacional.

“Pero el basket prendió rápidamente. No importaba que tuviera que jugarse sobre cancha de tierra; las de ladrillo, cemento y las modernas de madera vendrían después, en tableros rústicos prendidos algunas veces sobre una mata de coco.

“Las incomodidades eran lo de menos para un pueblo que desde el primer momento, como premonición de su destino, atizaría la fogata de su deporte bandera en el futuro.

“Fue tal el apego del hermano Arturo a Cúcuta, una vez vista la acogida que había tenido el nuevo deporte que, afectado por problemas cardíacos, escogió a esa ciudad para pasar los últimos años de su vida como prefecto de disciplina del Sagrado Corazón. Allí murió, en 1968.

“Sin embargo, su obra ya había germinado y nunca moriría. La actividad del baloncesto empezó a girar alrededor de los colegios lasallistas en todo el país, especialmente en Bogotá, donde se construyó el que fuera el primer escenario deportivo, que contaba con canchas reglamentarias…”.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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