Gerardo
Raynaud
Cuando los bomberos eran realmente voluntarios y
el Estado eludía su obligación de proteger los bienes y las personas, más por
falta de recursos que de intenciones y de interés, el valeroso Cuerpo de
Bomberos Voluntarios de la ciudad debía reunir sus mejores esfuerzos para
conseguir los medios con los cuales combatirían las conflagraciones, que en el
pasado eran más frecuentes de lo esperado.
Quienes hayan seguido de cerca mis crónicas se
habrán dado cuenta de las varias que narran estos incidentes en la ciudad,
empezando tal vez, por el más importante del siglo pasado, cual fue el incendio
del Mercado Cubierto, la principal plaza minorista, ubicada en pleno centro,
donde hoy está construido el edificio San José.
En las décadas de los años cincuenta y sesenta,
los incendios se multiplicaron, muy pocos al parecer por causas naturales y sí
muchos provocados, especialmente en épocas de dificultades y particularmente
entre comerciantes que veían en esta alternativa una salida para sus apuros
económicos, al punto que hubo un momento de nuestra historia que llegaron a
llamarlos ‘turco circuitos’, en clara alusión a ciertos elementos.
Otras crónicas escritas y alusivas a los eventos
de catástrofe incendiaria, fueron, los relacionados con el extraño incendio
ocurrido en el consulado de Venezuela a mediados del siglo pasado y otra un
poco menos seria que narra de manera un suceso similar ocurrido en unos locales
del hoy desaparecido Palacio Episcopal.
Pero vayamos a la crónica propuesta. A comienzos
del año 65 del siglo XX, los bomberos voluntarios debían inventarse toda clase
de actividades que les produjeran ingresos para poder desempeñar sus labores de
manera más o menos eficaz y por ello, propusieron realizar un evento que moviera
más que los corazones, el bolsillo de los participantes, operación que llamaron
‘la semana del fuego’.
Dicha ‘semana’ fue programada del 31 de enero al
6 de febrero y recibió todo el apoyo que público alguno podría darle a
semejante acontecimiento.
Como parte de la estrategia para conseguir los
recursos necesarios para su supervivencia, el capitán Comandante médico Mario
Díaz Rueda, venía desarrollando una extraordinaria labor, en particular,
vinculando a bellas jóvenes para que hicieran las funciones de recaudadoras de
los fondos que exiguos, los bomberos lograban recolectar de la generosidad,
especialmente de los comerciantes, que en resumidas cuentas eran los mayores
beneficiarios.
Por ello, el año anterior había nombrado como
reina de ese prestigioso Cuerpo de Bomberos Voluntarios a la hermosa Latiffe
Safi, quien con su belleza deslumbrante, había representado al Departamento en
varios reinados, entre los cuales se cuentan, el del Folclor en 1963 y el del
Petróleo, en el cual obtuvo la corona de virreina, además de otros certámenes
no menos importantes, como fue el de Reina de Reinas del año anterior, en el
cual fue una de sus finalistas.
Acordada la idea de la ‘Semana del Fuego’, la
programación comenzó a esbozarse con la ayuda de los patrocinadores, tanto
oficiales como privados, de manera que lo primero que surgió fue el lanzamiento
de las candidaturas al reinado de la ‘semana’ y después de algunas reuniones de
los comités asesores, tres bellas señoritas propusieron sus nombres, Sara Milade
Pérez, Martha Jaimes y Carmencita Díez Bohórquez quienes, sin más demoras se
dedicaron a buscar el ansiado galardón.
Como no era un reinado de belleza sino de
simpatía, las candidatas debían dedicarse a conseguir la mayor cantidad de
donaciones y quien lo hiciera resultaría la ganadora.
La forma de recaudar los fondos era sencilla; la
organización había mandado imprimir unas calcomanías para colocar en los
automóviles y unos banderines alusivos al evento, los cuales eran ofrecidos, no
solamente en Cúcuta, sino en las poblaciones vecinas incluyendo, por supuesto,
las venezolanas que se beneficiaban de los esfuerzos de nuestros bomberos.
Esos recursos recaudados se invertirían, primero
en terminar de pagar la única máquina que habían adquirido con mucho esfuerzo y
que aún les faltaba cancelar una buena parte y en hacerle unas modificaciones
locativas a la sede, que entonces quedaba donde hoy edificaron el centro
comercial Ventura; el proyecto planteaba una ampliación que consideraban
necesarias como eran, un salón de instrucción, una cafetería y algunos
elementos para complementar el equipo apaga-incendios y si sobraba plata, para
comprar una nueva máquina.
Aunque legalmente existía un cuerpo de bomberos
oficial, éste no funcionaba apropiadamente, de ahí la necesidad de constituir
uno de voluntarios que durante mucho tiempo estuvo pregonando su unificación la
cual se daría finalmente, algunos años más tarde.
Tal vez lo más interesante de la ‘Semana del
Fuego’ era la conformación de la Brigada Femenina de los Bomberos Voluntarios;
pero no como se imaginan, sino un grupo de entre 15 y 20 niñas cuya misión
sería de Relaciones Públicas, quienes colaborarían en promover todas las
acciones que realizan los bomberos.
Finalmente y después de una semana de muchas actividades,
llegó el día de la decisión final para conocer la ganadora.
Era el sábado 6 de febrero y aunque inicialmente
se había programado el acto de coronación en el Club de Cazadores, por razones
de fuerza mayor hubo de trasladarse a las instalaciones del Hotel Tonchalá, sin
embargo, los traumatismos fueron menores y el programa se desarrollo dentro de
las previsiones que se habían establecido.
En el escrutinio final y con la supervisión del
capitán honorario y capellán R.P. José Manuel Calderón, la ganadora fue
Carmen Díez Bohórquez quien recolectó la no despreciable suma de $9.831,
quedando en los puestos de princesas Marthica Jaimes con $3.313 recaudados y
Sara Milade Pérez con $3.300; sumas que sirvieron para amortizar las deudas
inmediatas de la institución que redondeaban la suma de $70.000; algo es algo.
El remate de la ‘Semana del fuego’, antes del
baile de coronación fue el acto protocolario de reconocimiento, distinciones y
ascensos, con la asistencia de las autoridades civiles y militares de la
región.
Previo al baile de coronación, se efectuó un
desfile de modas que ambientó el escenario mientras se integraban al séquito de
las bellas, las invitadas entre las cuales estaban las reinas de Cundinamarca y
de la Feria de Bucaramanga Lucía Plata y Sarita Gómez, así como, Nubia Bustillo
señorita Ciudad del Carmen del departamento de Bolívar.
Puso la corona sobre las sienes de la candidata
ganadora, la reina Latiffe Safi y pronunció el discurso correspondiente, el
poeta y periodista Cicerón Flórez.
La fiesta fue amenizada por la orquesta cucuteña
de Manuel Alvarado y duró hasta el amanecer, sin que se presentaran emergencias
que ameritaran la presencia de las unidades bomberiles, que
interrumpieran sus momentos de sana diversión.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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