La
Opinión
Rafael Darío
Velasco Nova
Descargó el mediano estuche que traía, a manera de
maletín, en su hombro. Lo abrió sin apuros y extrajo tres piezas doradas que
armó en sinfonía dándole figura al saxofón.
Rafael Darío Velasco Nova lo acarició como a esa
criatura recién nacida porque en estas largas seis décadas le ha sacado sonido
con ritmo que lo han llevado a los más recónditos lugares de la geografía
universal: México, Estados Unidos, España, Ecuador y Venezuela, acompañando a
orquestas de renombre como Los Melódicos, supercombo Los Tropicales de
Maracaibo, Cohombro, Orlando y su combo.
Conserva la misma mística, el mismo entusiasmo que
cuando tenía siete años y se lo ´robaba´ a su padre Hernando para soplarlo a
escondidas después de pescar panches y sembrar plátano ‘mata burro’ en el
barrio El Salado, donde nació en 1940.
Alzó el saxofón y lo metió entre sus labios. Cerró sus
ojos y dejó escapar notas de ‘Esta tarde vi llover...’ Tomó nuevamente aire para
dar paso a ‘Contigo aprendí...’, dos de las 14 canciones que aparecen en el
primer disco compacto grabado y producido en el estudio LC Records de Cúcuta.
Antes acudía a otras ciudades para plasmar sus melodías
en un CD. Anda promocionándolo de ‘puerta en puerta’ por emisoras y medios en
general porque su consigna es que no muera la música colombiana.
Y su esfuerzo va más allá de tocar. Comparte sus
conocimientos con interesados para formarlos no solo en saxofón sino también en
clarinete. Dos de sus referentes son: Chucho Zambrano y Javier Vivas.
Recuerda que él aprendió con los profesores de La Salle
y el maestro Pablo Tarazona.
Con esos dos instrumentos pasó por la Banda
Departamental y la orquesta Happy Cúcuta recorriendo los pueblos de Norte de Santander
y la frontera con Venezuela.
Su traslado para Bucaramanga le abrió las puertas en la
orquesta de Alfonso Guerrero y su nombre empezó a cotizarse.
Después en Barranquilla lo invitaron a formar la
orquesta Orlando y su combo con la que permaneció ocho años de tarima en
tarima.
A su regreso a Cúcuta se integró a la orquesta del
maestro Manuel Alvarado, Cohombro y la sinfónica del maestro Tarazona.
En 1990 decidió darle forma a un grupo con dos de sus
cinco hijos: el abogado Martín y el administrador Ricardo que llamó ‘Alfa y
Omega’.
También le da rienda suelta a la composición, pero aún
no las ha sacado del anonimato.
Rafael Velasco empieza a desarmar las tres piezas del
saxofón, con el que ameniza la misa, los domingos, en el club Tennis y también
anima fiestas con música tropical y la hora loca. Lo mete en el estuche y
cierra.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario