domingo, 29 de noviembre de 2015

849.- EN CUCUTA TENEMOS IMPORTANTES DEPORTISTAS



Mauricio Barriga Garcia


Esta región del país, cuenta con importantes deportistas que han triunfado a nivel mundial.

Desde aquel domingo 6 de julio de 2014 que llegó la selección Colombia de Brasil, estaba la Jamesmanía a flor de piel en Cúcuta, por cuenta de la llegada de esta estrella a nuestra bonita Ciudad.

Leí sin fin de publicaciones en redes sociales, en periódicos, revistas virtuales y de mis amigos en Facebook orgullosos de que James David amaba de corazón a Cúcuta y que vendría a celebrar su cumpleaños y su gran participación en el Mundial con sus paisanos.

A todo esto se le sumaron estas palabras “queremos reconocer a James Rodríguez que nació en Cúcuta… con la condecoración máxima del municipio de San José de Cúcuta…”, precisó el Alcalde local, con el sueño de tener al niño maravilla ya casi del Madrid, en su recinto de la Alcaldía frente al popular Parque Santander.

Hasta el día, a punto de firmar con unos de los equipos de fútbol más poderosos del mundo, y desde la llegada de James a Colombia con sus marcas personales en el mundial, del niño de los 80 millones de euros, nunca se oyó una palabra públicamente sobre la llegada y visita a nuestra Perla del Norte, Cúcuta.

La mala costumbre de nosotros los cucuteños, encabezados por el alcalde de nuestra ciudad, en no reconocer realmente a nuestros talentos y es bochornosamente impresentable.

Se me vienen a la mente muchos nombres importantes y con 101% de orgullo de haber nacido en nuestra ciudad fronteriza que me refuerzan indudablemente lo anteriormente dicho.

Empiezo con el primero, Jossimar Calvo Moreno, Gimnasta Cucuteño, con tan solo 19 años, y vale recordar que hoy 22 de Julio es su cumpleaños número 20 y que seguramente también será opacado por la presentación de James Rodríguez como nuevo fichaje del club merengue.

El nuevo monarca panamericano como se le llamó a este joven a los 17 años de edad cuando se consagró en Guadalajara, es olvidado por los cucuteños y muy pocos reconocimientos como se lo merece.

Registra como campeón gimnasia artística absoluta de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 como su mayor carta de presentación, campeón en Portugal, Eslovenia, Corea y claro campeón de Juegos Nacionales en Colombia.

Por estos días noticia porque están parados en sus entrenamientos por incumplimiento de los pagos de sus entrenadores para el mejor gimnasta colombiano.

El segundo nombre es para Fabiola Zuluaga, la mejor tenista colombiana de todos los tiempos por muchos expertos en este deporte, ya inactiva profesionalmente, tiene a su favor el record de ser la tenista con mejor ranking WTA de toda la historia del tenis femenino colombiano, siendo la número 16 del mundo en el año 2005 y campeona de 14 trofeos profesionales.

No, obstante olvidada y poco condecorada por los cucuteños. 

El tercer nombre y no es nada menos, es Rolando Serrano, el primer nortesantandereano en participar en un mundial de fútbol, Chile 1962, en el mismo equipo del muy recordado Marcos Coll y aquel partido empatado 4-4 frente a Rusia en ese mismo mundial.

A sus 75 años de edad es también olvidado por la gente cucuteña.

Y otros nombres muy importantes como Germán ¨el Burrito González¨, futbolista cucuteño, con 6 anotaciones importantes en la famosa copa Libertadores de América.

Otro nombre es Jesús Romero Montoya, gimnasta cucuteño, que antes de que cumpliera la mayoría de edad, ya le ofrecía a Colombia 4 oros en campeonatos suramericanos y panamericanos.

Y recordar ese desafortunado día de marzo del 2002, en entrenamiento y preparándose para los juegos suramericanos que se iban a realizar en Bogotá, desafortunadamente en una maniobra y una caída quedo en estado de discapacidad.

Es un sueño que nuestra cultura cucuteña realmente cambie, en que debemos amar más, mucho más, lo que tenemos, lo que somos y los que nos han dado los deportistas orgullosamente cucuteños.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 27 de noviembre de 2015

848.- CUCUTA DEPORTIVO, SUBCAMPEON



Gerardo Raynaud

1964.- Subcampeonato. Parados de izquierda a derecha: Heriberto Solís, Carlos Zas, Victor Pignarelli, J. Gómez y Julio Brucessi. Hincados en el mismo orden: Gilberto “palomo” Ramírez, Germán “Burrito” González, José Omar Verdun, Elías “El Maestrito” Rincón y Walter “Cata” Roque.

Para los verdaderos aficionados al fútbol e hinchas del doblemente glorioso equipo local, la primera satisfacción y digamos, la única del siglo XX, sucedió finalizando el año 64.

El encanto suscitado en la época de ‘El Dorado’ del fútbol colombiano, durante la primera mitad del siglo XX, cuando nuestros equipos se daban el lujo de adquirir los mejores jugadores del cono sur, especialmente aquellos que habían logrado ganar los campeonatos mundiales iniciales, en particular los jugadores uruguayos, quienes fueron los primeros en hacerse famosos, a costa de la famosa copa Jules Rimet, le dio el primer impulso al balompié nacional.

El Cúcuta Deportivo, a pesar de haber contratado, en sus comienzos, un grupo de jugadores que militó en el equipo campeón del mundo, nunca logró destacarse como uno de los  punteros, quedando ubicado entre el conjunto de los de media tabla.

Esta ha sido una constante que se ha repetido a lo largo de los años y eventualmente han surgido situaciones que se han apartado de la realidad como sucedió en el año arriba citado, cuando estuvo a punto de obtener su primera estrella.
  
Vamos a repasar cuando el Cúcuta logró el primero y único subcampeonato del fútbol colombiano y a darle una revisión somera a lo acontecido durante el torneo de 1964, visto por los ojos de los cronistas locales.

Los personajes que dirigían el equipo eran:  presidente, Enrique Lara Hernández; y como exitoso director técnico, el reconocido Pancho Villegas.

El instructor, además de recordado por haber llevado al equipo, casi, a ganar el campeonato, era asediado por los jóvenes solteros de la época, quienes trataban de ganarse su amistad para quedar bien ante su hija adolescente, una hermosa rubia que atraía las miradas hasta de los más distraídos.

Lástima que el embeleso haya durado poco. Don Pancho fue contratado  al año siguiente por el Deportivo Cali, ciudad en la que se radicó, dejando a más de un atrevido jovenzuelo con las ganas de echarle el brazo a la bella hija del entrenador.

Los cronistas deportivos aseguraron que el mejor equipo visto en la gramilla del General Santander, fue el conjunto paulista Guaraní, que jugó un amistoso, días antes de comenzar el rentado.

El visitante le ganó difícilmente al equipo local 2-1, porque solamente terminando el tiempo reglamentario, el delantero Berico logró el gol del triunfo. Por el Cúcuta, Carlos Zunnino había marcado el primer gol y el empate, obra de Américo, piloto central del equipo de la visita.

La mejor jugada del año corrió por cuenta del delantero que militaba con nuestro equipo: Carlos Zuninno. El veterano artillero motilón hizo una de esas jugadas ‘de antología’ ante el Deportivo Cali en la novena fecha de la primera vuelta –esto cuando se jugaba un solo campeonato de todos contra todos a lo largo del año, como sucede en todas las ligas europeas-, faltando dos minutos para finalizar el cotejo.

Zuninno recibió el esférico por el ala derecha, pasó la pelota por sobre la humanidad del defensa Gallegos, de palomita como se dice en el argot futbolero, haciéndoles la misma jugada a Joaquín Sánchez, a Rossi y al arquero Bruno, quien no tuvo más opción que agarrarlo de las piernas para detenerlo y aún así, cayéndose, alcanzó a cabecear el balón, enviándolo lentamente al arco desguarnecido para que Núñez empujara la pelota que ya se introducía en la portería rival.

Fue tan alabada la acción de Zuninno que inclusive, las noticias trascendieron a los medios del cono sur y lo compararon con un gol similar que Vicente de la Mata, un extraordinario jugador gaucho de Independiente más conocido por el apodo de Capote, le hiciera al River Plate en 1939 y que aún permanecía en la memoria de los fanáticos.

En cuanto al mejor gol, los cronistas deportivos locales estuvieron de acuerdo en reconocer el que hiciera Gilberto ‘el Palomo’ Ramírez, al América de Cali en el partido de la última vuelta del 64.

Este gol se produjo cuando ‘El Palomo’ recibió un profundo pase del ´Culebro’ Rojas, superando la cerrada defensa que había planteado el equipo rival y engañando a los zagueros y al portero Riquelme, quien cubría el ángulo derecho del arco, para rematar inteligentemente al rincón contrario; aunque Riquelme trató, tardíamente, de enmendar el error con una majestuosa estirada, nada pudo hacer, entrando velozmente el balón a las piolas. 

De los jugadores visitantes, el premio al más destacado se lo adjudicaron al brasilero Antonio Cassiano, en la primera presentación del Deportivo Cali, por su actuación de grandes méritos. En esa ocasión se convirtió en el dolor de cabeza de los defensas cucuteños.

Se desplazó por la cancha con personalidad y maestría, demostrando un extraordinario dominio de la pelota, precisión en sus pases, rapidez en el juego y mejor concepción de las tácticas del fútbol.

Por otro lado, como mejor jugador del equipo local, se coronó al uruguayo Julio Artigas Brucessi, referente del conjunto durante el tiempo que permaneció en el grupo de jugadores y todo por su actitud aguerrida, porque luchó con armas leales en todo momento y porque se crecía cuando el marcador resultaba adverso. En resumidas cuentas Brucessi era el émbolo y a la vez el escudo que requería el Cúcuta, cuando la ocasión así lo ameritaba.

En la evaluación que se hacía todos los años sobre el desempeño de equipos y jugadores que transitaban por el General Santander, no podía faltar el reconocimiento al mejor arquero.

En esta ocasión, la distinción  recayó sobre un joven argentino que militaba en las filas del Deportes Tolima y que asombró a la afición por su increíble labor frente a la artillería cucuteña; se trata de Oscar Fontán, un promisorio jugador contratado ese año por el equipo de Ibagué y que en más de una ocasión, lo salvó de goleadas inmisericordes, como lo sucedido a comienzos de diciembre, cuando entró a reemplazar al famoso ‘Manolín’ Pacheco en el arco tolimense y quien con sus espectaculares y seguras estiradas evitó, por lo menos, seis goles cantados. Terminado el campeonato se hicieron algunos contactos para tratar de vincularlo al equipo local, pero por razones financieras y técnicas no se llegó a ningún acuerdo. 

Y para terminar,  solo faltaba incluir en el abanico de premios a los árbitros, esos elementos vilipendiados e insultados,  sin consideración, en todos los encuentros. 

Luego de analizar los distintos personajes del pito que se presentaron para controlar las acciones de las contiendas realizadas en nuestro estadio, el mejor librado fue el silbato extranjero y posteriormente nacionalizado, Mario Canessa.

Se argumentó, que había sido quien más partidos había dirigido en la ciudad y que en sus decisiones había demostrado dar cátedra de buen arbitraje así como de tener una gran visión sobre las jugadas y de ser estricto en sus decisiones.

A comienzos del año siguiente y en un reportaje relámpago que le hicieran al presidente Enrique Lara sobre lo que debía esperarse del equipo para el año 65, la principal respuesta fue la de que se iba a reforzar el equipo con jugadores que le colaboraran al goleador del torneo, el charrúa Omar Verdún y por ello se pensó en varios jugadores, entre ellos a su paisano Américo Montanini que jugaba con el Bucaramanga y quien no manifestó interés en radicarse en la ciudad.

De igual forma, se supo de la salida del entrenador Pancho Villegas, así mismo que uno de los candidatos más opcionados era Luis Alberto ‘El Marciano’ Miloc, quien había sido jugador del Cúcuta y quien tenía ascendiente sobre sus compatriotas uruguayos, pero no se logró acuerdo alguno, de manera que las cosas siguieron igual y el equipo apenas pudo cumplir al año siguiente con sus compromisos sin llegar a destacarse entre los lugares de privilegio en la tabla de posiciones.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

847.- CERON, MAGO CON EL PINCEL



Eduardo Rozo


Las gallinas revoloteaban por todo el camión, de esos que transportan papa del Cocuy. En carretera los baches le hacían dar tremendos brincos… justo era la primera vez que salía de viaje, de su natal Málaga.

A la llegada a Cúcuta le impactó ver una ciudad grande y bonita. Era junio de 1957, y aunque añoraba estar rodeado del verde del municipio santandereano donde creció y forjó su personalidad, fue el comienzo de una aventura que completa 58 años.

De niño, Germán Alonso Cerón Ojeda, sufría de asma. Los remedios caseros y los tratamientos no hacían efecto y el médico les recomendó a sus papás que se fueran a vivir a tierra caliente.

Germán recuerda que tenían las opciones de vivir en Bucaramanga o en Cúcuta, pero su familia prefirió la frontera, porque allí estaban los abuelos y la mayoría de tíos.

En las primeras semanas en la frontera con Venezuela extrañó las visitas de los domingos a su hermano mayor que estudiaba en Miranda, un pueblito a 6 kilómetros de Málaga.

Con alegría, recuerda Germán el primer día que fueron y conoció la iglesia, donde le encantaron dos cuadros en los que se apreciaba a un sacerdote repartiéndoles mercado a los pobres con un canasto.

Años después se enteró que esos cuadros eran de la autoría de Marcos León Mariño, quien fue su primer maestro.

Toda la vida Germán, de 65 años, ha estado en función del arte. Se inició en la pintura a los 12 años y al poco tiempo empezó a hacer tallas en madera en el taller de su papá. Allí se ganó sus primeros pesos, con los que compró un lote en Cúcuta.

En 1969, se casó y ante la dificultad para vivir del arte, se retiró por un tiempo y pintaba ocasionalmente. Sin embargo, su destino estaba trazado y en 1976, despegó su carrera con una particular historia.

Germán, o el maestro Cerón, como es conocido en el gremio artístico de Cúcuta, cerró para esa época una marquetería que tenía en el centro de la ciudad y trasladó el taller para su casa, en el barrio San José.

Hasta allí, llegó un conductor de buseta y con insistencia le pidió que le hiciera un cuadro -un desnudo-. Germán le cobró $180.000 y el hombre sacó la caja de las monedas y contó $50.000 para dárselos de adelanto. Tanto le gustó la obra que luego compró cuatro más.

Pintura de San Calixto, inspirada en una fotografía publicada en La Opinión.

Desde ese momento su carrera se disparó y en los más de 20 caballetes que tiene en su casa -hoy vive en el barrio La Playa- ha creado más de 1.000 cuadros, muchos de ellos comprados para ser llevados al exterior.

En 1989, acaeció otro de los momentos que han marcado la vida del maestro Cerón. Nació el taller por el que han pasado varias generaciones y donde despierta la pasión por el arte entre los niños y jóvenes de la frontera.

Para esa época -hace 26 años- lo contrataron por un mes para dictar un curso de pintura a estudiantes de sicología. Los jóvenes ‘se engomaron’ tanto que pasaron dos y tres meses y las clases seguían.

Así, nació el taller, en el que han estudiado personajes como Mario Izquierdo, que siendo médico, es uno de los pintores que más produce en la ciudad.

También está Belén de Román, Fabio Latorre, Maritza Zabaleta, el gerente de Aguas Kpital, Hugo Vergel y Paula Torrado, que estudia artes en la universidad Nacional y el maestro Cerón califica como una de las promesas del arte local.

De la escuela afirma que la ha dado múltiples satisfacciones y lo que más disfruta son los momentos de tertulia en los que se comparten experiencias de vida y hacen que surjan temas para pintar, pues él es un verdadero mago con el pincel. 

Su final 

El maestro Cerón murió el 30 de septiembre de 2015 en la Clínica Medical Duarte, debido a problemas gástricos.


La capital nortesantandereana lo vio crecer y con el pasar de los años se convirtió en un símbolo de las artes, las cuales promocionó con todo su esfuerzo. El 11 de agosto de 2015, la Secretaría de Cultura inauguró la exposición ‘Toda una vida como pintor del maestro, en la Sala de Exposiciones de la Torre del Reloj, siendo su última actividad en público. 



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.