Omar Ocariz
Puente
Internacional Simón Bolívar
Cuando se llega a la línea divisoria entre Colombia y
Venezuela, en el puente internacional “Simón Bolívar”, en San Antonio del
Táchira, y se pisa territorio del vecino país, se experimenta cierto halo de
seguridad, de alegría, de satisfacción por llegar a un ambiente diferente
del que se proviene.
Con mucha franqueza nos inspira a manifestar: ¡Gracias
Colombia, viva la libertad!
La pasada semana tuve que viajar a la ciudad fronteriza
de Cúcuta. Dos objetivos me obligaron a emprender tal acción. El primero,
compra de un medicamento que después de haber hecho largos recorridos por
muchas farmacias en el Táchira no había encontrado. El segundo, aprovechar la
oportunidad para buscarle un importante documento a un amigo que una persona de
su confianza le había retirado, hacía días, de la Registraduría Nacional
de Colombia.
Innegable es hoy la difícil situación por la que
atraviesa Venezuela. Viajar a Cúcuta antes del cierre fronterizo, generalmente
para los tachirenses, constituía la esperanza para resolver situaciones
relacionadas con la escasez de medicamentos. Igualmente, para conseguir el
repuesto necesario para el mantenimiento de nuestro vehículo. Y nada que decir
sobre otros productos tan importantes para el día a día, como el papel
higiénico, las servilletas, la leche en polvo de buena calidad o, paradójico,
la harina de maíz pre-cocida para elaborar las tradicionales arepas
venezolanas.
Este viaje, que en condiciones normales pudo
haber sido rutinario, hoy, después del cierre parcial de la frontera en
el pasado mes de agosto de 2014 y de forma absoluta el 19 de agosto último, se
convirtió en una verdadera odisea.
La ida
Para permitir, en estas nuevas circunstancias, la
salida desde Venezuela hacia Colombia, o como ahora se le llama “paso
humanitario”, es imperativo presentar un justificativo, fundamentalmente
de carácter médico, una especie de “salvoconducto”. Pues bien,
conseguí, previamente, que un profesional de la medicina me diera un
récipe médico con el debido informe.
Me presenté en el sitio de control de salida para
Colombia en San Antonio del Táchira, exactamente en la redoma que está frente
al cementerio en la avenida Venezuela. Los funcionarios responsables
del operativo me indicaron que eso no bastaba, que había que ir al
hospital para que allí lo verificaran y lo certificaran.
Resumiendo, duré tres horas en esa gestión, corriendo
con la suerte de que me dieran un número, el 31 específicamente, de 50 que
entregan en la mañana y otros 50 que entregan para el turno de la tarde, pero
estos últimos sólo los reparten a quienes allí se encuentren después de las 11
am.
Ahora es más difícil porque las autoridades venezolanas han establecido nuevo procedimiento para la expedición de permisos a los ciudadanos que requieran cruzar la frontera hacia Colombia por razones de salud o para la adquisición de medicamentos escasos o extintos en Venezuela.
En este sentido, Jacqueline Santos, secretaria de la Dirección del Hospital Samuel Darío Maldonado de San Antonio, informó que solo calificarán para el otorgamiento de permisos para tratamientos médicos en Colombia, enfermos que requieran la aplicación de diálisis, radioterapias, personas con patologías del Corazón y quienes requieran exámenes que no estén disponibles en las ciudades de San Antonio, Ureña o San Cristóbal.
En el caso de las personas que requieran adquirir medicamentos en territorio colombiano, deben presentar récipe actualizado, acompañado de un informe médico que indique la necesidad del fármaco y el informe debe ser emitido por un especialista en la patología a ser atendida; deben además tramitar una constancia de residencia emitida por las delegaciones de los municipios Ureña o Bolívar.
Quienes requieran hacer esos trámites, pero tengan su residencia fuera de estas jurisdicciones deben hacer realizarlos en los centros de salud correspondientes a sus lugares de origen: así, quienes viven en San Cristóbal deben hacer el trámite en el Ambulatorio de Puente Real, quienes viven en Capacho deben dirigirse al ambulatorio de Capacho; los que viven en Junín y Urdaneta deben acudir al Hospital de Rubio.
Es de tomar en cuenta que para el otorgamiento de estos permisos, el Hospital de San Antonio entrega 50 números en la mañana y 50 números en la tarde; aunque los casos de extrema emergencia son personalmente evaluados por la directora de la institución para decidir si se otorga o no la autorización de pasar la frontera.
Advirtió la funcionaria que los ciudadanos que solicitan este tipo de permisos no deben utilizarlos para realizar otros trámites que no sean los estrictamente relacionados con temas de salud, pues solo complican aún más la situación de quienes realmente necesitan el servicio.
Regresé al sitio de control inicial, allí habían muchas personas en espera, en su mayoría mayores de 50 años. Los funcionarios revisaron y verificaron los documentos, dieron su visto bueno y me pasaron a una cola que se forma inmediatamente después, para trasladarnos a pie hasta el edificio de la aduana.
Ahora es más difícil porque las autoridades venezolanas han establecido nuevo procedimiento para la expedición de permisos a los ciudadanos que requieran cruzar la frontera hacia Colombia por razones de salud o para la adquisición de medicamentos escasos o extintos en Venezuela.
En este sentido, Jacqueline Santos, secretaria de la Dirección del Hospital Samuel Darío Maldonado de San Antonio, informó que solo calificarán para el otorgamiento de permisos para tratamientos médicos en Colombia, enfermos que requieran la aplicación de diálisis, radioterapias, personas con patologías del Corazón y quienes requieran exámenes que no estén disponibles en las ciudades de San Antonio, Ureña o San Cristóbal.
En el caso de las personas que requieran adquirir medicamentos en territorio colombiano, deben presentar récipe actualizado, acompañado de un informe médico que indique la necesidad del fármaco y el informe debe ser emitido por un especialista en la patología a ser atendida; deben además tramitar una constancia de residencia emitida por las delegaciones de los municipios Ureña o Bolívar.
Quienes requieran hacer esos trámites, pero tengan su residencia fuera de estas jurisdicciones deben hacer realizarlos en los centros de salud correspondientes a sus lugares de origen: así, quienes viven en San Cristóbal deben hacer el trámite en el Ambulatorio de Puente Real, quienes viven en Capacho deben dirigirse al ambulatorio de Capacho; los que viven en Junín y Urdaneta deben acudir al Hospital de Rubio.
Es de tomar en cuenta que para el otorgamiento de estos permisos, el Hospital de San Antonio entrega 50 números en la mañana y 50 números en la tarde; aunque los casos de extrema emergencia son personalmente evaluados por la directora de la institución para decidir si se otorga o no la autorización de pasar la frontera.
Advirtió la funcionaria que los ciudadanos que solicitan este tipo de permisos no deben utilizarlos para realizar otros trámites que no sean los estrictamente relacionados con temas de salud, pues solo complican aún más la situación de quienes realmente necesitan el servicio.
Regresé al sitio de control inicial, allí habían muchas personas en espera, en su mayoría mayores de 50 años. Los funcionarios revisaron y verificaron los documentos, dieron su visto bueno y me pasaron a una cola que se forma inmediatamente después, para trasladarnos a pie hasta el edificio de la aduana.
A los que llevan maletas los hacen que las revisen en
los aparatos de rayos x que para estos fines tiene la Guardia Nacional
Bolivariana. Al resto, nos indicaron que siguiéramos adelante hasta la
Redoma de las Banderas, de los países bolivarianos, que se encuentra
antes de llegar al puente internacional “Simón Bolívar”.
Allí nos volvieron a verificar los documentos,
luego nos hicieron abordar un autobús de los que el gobernador del estado
Táchira, José Gregorio Vielma Mora, importó de China. Estuvimos en ese
transporte durante una media hora, luego se llevó a cabo un recorrido, no
mayor de 80 a 100 metros, hasta la línea fronteriza en el puente.
Finalmente, bajamos del autobús para atravesar la
frontera. La línea divisoria la integran varias vallas pequeñas en las cuales
hay un texto, especie de despedida y bienvenida, que dice: “VENEZUELA
PROMUEVE LA PAZ”, me vino a la memoria la información expresada por el
presidente Nicolás Maduro sobre la compra de los doce aviones Sukhoi a Rusia,
pensé: “qué ironía hablar de paz”
El regreso
Concluidas las diligencias en Cúcuta, me propuse
a iniciar el regreso. Tomé la buseta hacia La Parada y llegué a la línea
fronteriza, allí quise poner a prueba el valor de mi cédula de identidad, la
presenté al funcionario venezolano de guardia y este me inquirió qué si yo no
había salido con otro documento adicional, le dije, con cierto animo de
reto, que yo estaba regresando a mi país, él, con un comportamiento
si se quiere delicado, nuevamente me preguntó que si no había llevado un
récipe médico con su informe.
Para no complicar más las cosas me metí la mano a
un bolsillo de mi guayabera y saqué el bendito “salvoconducto”,
afortunadamente fue suficiente para dejarme seguir adelante y tomar el autobús
chino, ahí en la mitad del puente internacional “Simón Bolívar”.
Me pregunté, ¿dónde haría el cambio el autobús que se
encontraba estacionado en la mitad del puente? Cuál sería mi sorpresa cuando el
recorrido de regreso se hizo en retroceso, igualmente, por supuesto, de los 80
a 100 de distancia para llegar a la llamada Redoma de las Banderas, de
los países bolivarianos.
Es decir, retornamos de para atrás en ese “autobús de
la esperanza”.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario