sábado, 5 de diciembre de 2015

853.- CRONICA DE UN VIAJE A CUCUTA



Omar Ocariz

Puente Internacional Simón Bolívar

Cuando se llega a la línea divisoria entre Colombia y Venezuela, en el puente internacional “Simón Bolívar”, en San Antonio del Táchira, y se pisa territorio del vecino país, se experimenta cierto halo de seguridad, de alegría, de satisfacción por llegar a un  ambiente diferente del que se proviene.

Con mucha franqueza nos inspira a manifestar: ¡Gracias Colombia, viva la libertad!

La pasada semana tuve que viajar a la ciudad fronteriza de Cúcuta. Dos objetivos me obligaron a emprender tal acción. El primero, compra de un medicamento que después de haber hecho largos recorridos por muchas farmacias en el Táchira no había encontrado. El segundo, aprovechar la oportunidad para buscarle un importante documento a un amigo que una persona de su confianza le había retirado,  hacía días, de la Registraduría Nacional de Colombia.

Innegable es hoy la difícil situación por la que atraviesa Venezuela. Viajar a Cúcuta antes del cierre fronterizo, generalmente para los tachirenses, constituía la esperanza para resolver situaciones relacionadas con la escasez de medicamentos. Igualmente, para conseguir el repuesto necesario para el mantenimiento de nuestro vehículo. Y nada que decir sobre otros productos tan importantes para el día a día, como el papel higiénico, las servilletas, la leche en polvo de buena calidad o, paradójico, la harina de maíz pre-cocida para elaborar las tradicionales arepas venezolanas.

Este viaje,  que en condiciones normales pudo haber sido rutinario, hoy,  después del cierre parcial de la frontera en el pasado mes de agosto de 2014 y de forma absoluta el 19 de agosto último, se convirtió en una verdadera odisea.

La ida

Para permitir, en estas nuevas circunstancias,  la salida desde Venezuela hacia Colombia, o como ahora se le llama “paso humanitario”, es imperativo presentar  un justificativo, fundamentalmente de carácter médico, una especie de  “salvoconducto”.  Pues bien, conseguí, previamente,  que un profesional de la medicina me diera un récipe médico  con el debido informe. 

Me presenté en el sitio de control de salida para Colombia en San Antonio del Táchira, exactamente en la redoma que está frente al cementerio en la avenida Venezuela.  Los funcionarios  responsables del operativo me indicaron  que eso no bastaba,  que había que ir al hospital para que allí lo verificaran y lo certificaran.

Resumiendo, duré tres horas en esa gestión, corriendo con la suerte de que me dieran un número, el 31 específicamente, de 50 que entregan en la mañana y otros 50 que entregan para el turno de la tarde, pero estos últimos sólo los reparten a quienes allí se encuentren después de las 11 am. 

Ahora es más difícil porque las autoridades venezolanas han establecido nuevo procedimiento para la expedición de permisos a los ciudadanos que requieran cruzar la frontera hacia Colombia por razones de salud o para la adquisición de medicamentos escasos o extintos en Venezuela.

En este sentido, Jacqueline Santos, secretaria de la Dirección del Hospital Samuel Darío Maldonado de San Antonio, informó que solo calificarán para el otorgamiento de permisos para tratamientos médicos en Colombia,  enfermos que requieran la aplicación de diálisis, radioterapias, personas con patologías del Corazón y quienes requieran exámenes que no estén disponibles en las ciudades de San Antonio, Ureña o San Cristóbal. 

En el caso de las personas que requieran adquirir medicamentos en territorio colombiano, deben presentar récipe actualizado, acompañado de un informe médico que indique la necesidad del fármaco y el informe debe ser emitido por un especialista en la patología a ser atendida; deben además tramitar una constancia de residencia emitida por las delegaciones de los municipios Ureña o Bolívar.

Quienes requieran hacer esos trámites, pero tengan su residencia fuera de estas jurisdicciones deben hacer realizarlos en los centros de salud correspondientes a sus lugares de origen: así, quienes viven en San Cristóbal deben hacer el trámite en el Ambulatorio de Puente Real, quienes viven en Capacho deben dirigirse al ambulatorio de Capacho; los que viven en Junín y Urdaneta deben acudir al Hospital de Rubio.

Es de tomar en cuenta que para el otorgamiento de estos permisos, el Hospital de San Antonio entrega 50 números en la mañana y 50 números en la tarde; aunque los casos de extrema emergencia son personalmente evaluados por la directora de la institución para decidir si se otorga o no la autorización de pasar la frontera. 

Advirtió la funcionaria que los ciudadanos que solicitan este tipo de permisos no deben utilizarlos para realizar otros trámites que no sean los estrictamente relacionados con temas de salud, pues solo complican aún más la situación de quienes realmente necesitan el servicio. 

Regresé al sitio de control inicial, allí habían muchas personas  en espera, en su mayoría mayores de 50 años. Los funcionarios revisaron y verificaron los documentos, dieron su visto bueno y me pasaron a una cola que se forma inmediatamente después,  para trasladarnos a pie hasta el edificio de la aduana.

A los que llevan maletas los hacen que las revisen en los aparatos de rayos x que para estos fines tiene la Guardia Nacional Bolivariana. Al resto,  nos indicaron que siguiéramos adelante hasta la Redoma de las Banderas,  de los países bolivarianos, que se encuentra antes de llegar al puente internacional “Simón Bolívar”. 

Allí nos volvieron a verificar los  documentos, luego nos hicieron abordar un autobús de los  que el gobernador del estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora, importó de China. Estuvimos en ese transporte durante una media hora, luego se llevó a cabo un recorrido,  no mayor de 80 a 100 metros,  hasta la línea fronteriza en el puente.

Finalmente, bajamos del autobús para atravesar la frontera. La línea divisoria la integran varias vallas pequeñas en las cuales hay un texto, especie de despedida y bienvenida,  que dice: “VENEZUELA PROMUEVE LA PAZ”, me vino a la memoria la información expresada por el presidente Nicolás Maduro sobre la compra de los doce aviones Sukhoi a Rusia, pensé: “qué ironía hablar de paz”

El regreso

Concluidas las diligencias en Cúcuta,  me propuse a iniciar el regreso. Tomé la buseta hacia La Parada y llegué a la línea fronteriza, allí quise poner a prueba el valor de mi cédula de identidad, la presenté al funcionario venezolano de guardia y este me inquirió qué si yo no había salido con otro documento adicional, le dije,  con cierto animo de reto,  que yo estaba regresando a mi país, él,  con un comportamiento si se quiere  delicado, nuevamente me preguntó que si no había llevado un récipe médico con su informe.

Para no complicar más las cosas me metí la mano a un  bolsillo de mi guayabera  y saqué el bendito “salvoconducto”, afortunadamente fue suficiente para dejarme seguir adelante y tomar el autobús chino,  ahí en la mitad del puente internacional “Simón Bolívar”.  

Me pregunté, ¿dónde haría el cambio el autobús que se encontraba estacionado en la mitad del puente? Cuál sería mi sorpresa cuando el recorrido de regreso se hizo en retroceso, igualmente, por supuesto, de los 80 a 100 de distancia para llegar a la llamada Redoma de las Banderas,  de los países bolivarianos.

Es decir, retornamos de para atrás en ese “autobús de la esperanza”.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario