Alvaro
Escobar R.
Ante la crisis que ha vivido Cúcuta durante la última década por la falta
de políticas públicas claras para generar empresa, industria y crear
empleo estable, o en su defecto fortalecer la existente en un trabajo
articulado interinstitucional y gremialmente, lo que se necesita son fuentes de
empleo sostenibles que contrarresten la ilegalidad e informalidad común en esta
zona de frontera.
Sin embargo, observamos lo contrario: el trabajo informal crece a
pasos agigantados como la principal actividad de fuente de empleo e
ingresos de los habitantes de Cúcuta y su área metropolitana.
El tema se visibilizó tanto a nivel nacional como internacional
cuando los ojos del mundo estuvieron puestos en esta zona fronteriza
durante la crisis desatada por el gobierno de Nicolás Maduro.
Ahora, debido a los resultados electorales del pasado 6 de diciembre de
2015 en Venezuela, se generan nuevas expectativas tanto para Colombia como para
el mundo.
Esta informalidad, que supera el 72% según cifras oficiales y mantiene a la
ciudad en el primer lugar del país con esta modalidad de trabajo, está
representada en ventas informales, ambulantes y estacionarias, como venta de
gasolina en las calles, productos perecederos, hallacas, venta de pasteles,
jugos, entre otros, así como en los “maneros” que cambian pesos por bolívares o
viceversa, en los giros que provienen en dólares (cupos Cadivi), en las
exportaciones ficticias, los productos manufacturados (carteras, bolsos,
correas, ropa interior, blusas, suelas de zapatos, pantalones, ropa de
bebé, cachivaches) y la venta de alimentos o productos venezolanos.
Estos últimos, salían en gran cantidad del vecino país de manera ilegal
(contrabando), a la vista de guardias y policías de lado y lado de la frontera
para ser vendidos por unidades o al por mayor en sitios conocidos de la
frontera del lado de Colombia, como “La Parada” en Villa del Rosario, la
muy famosa “Calle Sexta” del centro de Cúcuta, Cenabastos y la plaza de
mercado “La nueva sexta”, entre otros sitios.
Son miles de familias cucuteñas las que participan en estas
actividades ilegales e informales.
Unas aprovechan la triangulación del dólar frente al peso y el bolívar
fuerte, para manipular los controles y hacer de las suyas en una economía
subterránea.
Otras, sobreviven con el contrabando (intercambio de compraventa de
productos venezolanos de manera ilegal) por la diferencia entre el bolívar
fuerte, frente al peso.
Pero, ¿por qué las familias se ven
inmersas en estas actividades?
Por no encontrar alternativas de empleo que les permita subsistir, dónde de
alguna manera para el gobierno local y nacional le serviría para acabar o
mitigar con este flagelo que afecta las economías de los dos países, en
especial el de la región de frontera, hasta el punto de que hoy se le
responsabiliza a Colombia del desabastecimiento de alimentos y productos de
primera necesidad, el cual produjo la decisión unilateral del Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, al declarar el
cierre indefinido de la frontera y en la misma forma el estado de excepción por
dos meses, que agudizo la crisis social y económica en este corredor binacional
desde el pasado 22 de agosto 2015.
Por fortuna para el área metropolitana de Cúcuta, esta decisión unilateral
hoy nos permite tener claridad de nuestra economía para tomar algunas
medidas de corto plazo por parte del gobierno nacional y local para
contrarrestar el impacto negativo del cierre de frontera y lograr mejorar en
ventas con algunos artículos nuestros de la canasta familiar. Y lo mejor: el
cambio que tiene la ciudad al eliminar los “Pimpineros” o bombas de gasolina
callejeras.
Todo esto nos genera un interrogante:
¿Por qué razón? ¿Cuál es la
causa? ¿Cuál es la posible solución?
Al revisar los planes de desarrollo de las últimas tres
Administraciones Municipales, con sus respectivos programas de gobierno
“Progreso para todos” del Alcalde Ramiro Suarez Corzo en el periodo 2004 al
2007 y “Cúcuta Solidaria y Competitiva” de María Eugenia Riascos Rodríguez, en
su periodo del 2008 al 2011, y finalmente “Cúcuta para Grandes Cosas”
de Donamaris Ramírez Paris Lobo, encontramos cada uno con sombras y luces
en el desarrollo de sus diferentes planes de acción, que nos permiten concluir
e identificar la respuesta del porqué:
Falta de planeación con prospectiva en los ejes transversales que requiere
la Ciudad-Región. Y al analizarlos en relación al tema económico que
conduce al fortalecimiento empresarial y la creación de nuevas empresas o
industrias que fomenten la generación de empleo estable, encontramos que la
causa es la falta de coherencia o trazabilidad de uno a otro periodo de
gobierno en ejes transversales como infraestructura (vial, de servicios
públicos y conectividad), a su vez la falta de política pública para el fomento
y fortalecimiento empresarial que permita el verdadero desarrollo
socioeconómico que brinde oportunidades de empleo y bienestar a la sociedad.
¿Cuál es la posible Solución?
Al iniciar este nuevo año todos los empresarios realizamos un balance del
año que termina y planeamos para corregir los errores cometidos, para
proyectarnos con eficacia y eficiencia cómo lograr con efectividad nuestras
metas; asimismo, nos corresponde como sociedad civil exigirles a las
administraciones, tanto departamental y del área metropolitana, que se
prioricen las necesidades expuestas y se le dé continuidad a los procesos que
ya se iniciaron en un entramado interinstitucional público-privado para lograr
una Cúcuta que emprende, produce y compite, para salir del “peladero”, máxime
cuando se cuenta con un gobernador que ya ejerció y conoce de primera mano las
necesidades de la región y un alcalde metropolitano que con su mentor tiene el
reto de transformar lo oscuro del pasado en luz para el futuro inmediato.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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