jueves, 24 de marzo de 2016

909.- LA PESA, LUGAR DE SABORES EXQUISITOS



Kelly Amaya / Silena Rabelo


‘El Matadero’, localizado en la avenida al aeropuerto Camilo Daza, frente a la Plaza de Ferias ‘Mariano Ospina Pérez, fue cerrado el 3 de octubre del 2000, por insalubre, por no contar con las condiciones necesarias de higiene y por no cumplir con los requisitos exigidos por el Ministerio de Salud Pública para el sacrificio de ganado.

El lugar no tenía la organización adecuada, ni disponía de los servicios que se requieren para ser calificado de primera categoría.

Era antihigiénico e impedía la adecuada manipulación de la carne de las reses sacrificadas. Factores determinantes para que el Departamento Administrativo de Seguridad Social tomara las medidas necesarias y aplicara la Ley de Cumplimiento (Ley 9 de 1979) para sellarlo.

Este hecho, sin embargo, no fue óbice para acabar con el icónico cenadero. El comedero nocturno, conservado, tan casero, tan propio de los cucuteños, lleva cerca de 57 años y se ha mantenido de generación en generación.

Se creía que con la mala imagen que ‘El Matadero’ había generado, ‘La Pesa’ perdería clientela.

Se llegó a pensar que tampoco cumplía con las normas de higiene y que las carnes utilizadas en los exquisitos caldos y bandejas eran las que estaban expuestas a la contaminación ambiental en ‘El Matadero’, pero no pasó así.

‘La Pesa’ se ha caracterizado por ser un lugar dedicado  a permitirles a cucuteños y visitantes que se enamoren de la gastronomía popular de la región. Pues qué mejor que conquistar al estómago.

Euterio Méndez, propietario de este suplidor de sabores, lleva 20 años al mando del cenadero, sitio que se ha convertido en tradición y muestra cultural de la ciudad.

“La especialidad de la casa son los caldos. Tenemos de pichón, de venas, el vigoroso, de costillita, de huevos, de pollo y de pescado, para que las familias vengan a degustarlos”.

Los comensales nocturnos, aquellos que les gusta cenar tarde, prefieren ‘La Pesa’ a la hora de elegir un restaurante para calmar el hambre.

“Aquí es rico, los precios son módicos y atienden bien. Acostumbro a venir a tomarme mi caldo de venas, porque tiene una sazón similar a la de mi recordada madre, que en paz descanse”, comentó Alberto Jaimes, cliente satisfecho por los servicios.

Desde las 3:00 de la tarde se puede ir y darle prioridad al paladar con los estupendos platos, que hasta contienen propiedades curativas, como el de pichón.

Los bebedores que visitan el lugar de madrugada, demuestran en su rostro que los caldos les saben a gloria. Nada mejor para pasar el efecto del trago.

Otros restaurantes populares aledaños son ‘Taiwán’ y ‘Aquí me quedo’, que han crecido con el cierre de la frontera, porque el cucuteño reconoce el sentido de pertenencia y rescata la gastronomía autóctona.

Es sitio turístico para viajeros, taxistas, choferes de larga distancia, personajes de la sociedad, vecinos y familias que acostumbran a cenar fuera de casa.

Euterio, entusiasta y orgulloso, aseguró que además de los excelentes precios, los sabores son incomparables.

Así lo describe Margarita Hernández, feliz de tener en la ciudad un lugar de gastronomía representativo. “Un día pasaba por aquí, vi a mucho pueblo alzar las cucharas de un plato que desde la distancia a la que me encontraba lograba apreciar el vapor que salía. Llevaban los alimentos a la boca y enseguida se me abrió el apetito. Me acerqué a preguntar qué vendían, sin fijarme en el nombre del sitio”.

Si se busca un buen vividero, el valle de Guasimales es el mejor, si busca un lugar de sabores exquisitos, ‘La Pesa’ los tiene todos.

Lo típico, lo autóctono está en Cúcuta, ciudad fronteriza, acogedora y de tradiciones.

Comentario del recopilador.-

Kelly y Silena me hicieron recordar cuando visitábamos La Pesa por ahí entre los años 1963 y 1966, en grupo de amigos casi todos estudiantes y cuando alguno de ellos tenía disponibilidad de carro, porque el programa era terminar la faena en esos comederos después de las fiestas y parrandas. La hora de llegada en grupo, era entre las 11 de la noche y antes del amanecer, y casi siempre estaba muy concurrido.      

Inicialmente no existían restaurantes formales sino que en frente de lo que era el matadero, había un buen espacio todo de tierra donde hoy pasa el canal vehicular hacia Cúcuta, que también servía de estacionamiento para los carros, lugar en que se asentaban 2 o 3 señoras y colocaban sus ollas sobre piedras, con leña y carbón preparaban los caldos, de venas, de costilla y el pichón, y a un lado el asadero de carne y las menudencias, cuyos componentes se obtenían directamente en el matadero, de las reses recién sacrificadas.

A propósito del sacrificio, una de las novedades del sitio era tener la suerte de llegar cuando en el matadero se efectuaba el sacrificio del ganado, porque se tenía la posibilidad de ver desde cierto lugar dicho proceso.    

Una vez servidos los platos de peltre con lo preferido, cada uno buscaba el lugar para degustar la criolla y exquisita comida, ya fuera encima del capó del carro, sentado en una piedra o en algún taburete cedido por las doñas. Recuerdo mucho a Matilde, creo se llamaba, que nos trataba con mucho cariño y por eso siempre la preferíamos, era nuestra amiga.

Unos 2 o 3 años después ya construyeron un salón con unos cenaderos internos para cada una de las señoras, con su fogón, mesón  y bancas, todo construido de cemento recubierto con cerámica blanca (azulejos). Posteriormente creció el sitio y se desarrollaron los cenaderos hasta llegar a la forma típica que existen actualmente. 

Los recuerdos brotan cuando son estimulados por escritos de otras personas.



    

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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