Gerardo Raynaud
Como es usual, la preocupación que existía entre los estudiantes
universitarios colombianos cuando se alejaban de su patria chica, más en épocas
pretéritas, siempre pensando en el retorno para aplicar los conocimientos
recibidos en las universidades, bien nacionales o extranjeras, para retribuir
los esfuerzos puestos a sus órdenes, por sus familiares, quienes esperaban
lideraran o tomaran parte de las actividades locales en busca de un mejor estar,
término que se usaba por esos años, tanto para ellos como para la comunidad que
los acompañaba.
Por ese tiempo de mediados del siglo pasado, cuando predominaba en el
ejercicio de la política, el partido conservador, un grupo de universitarios
liberales encabezado por sus líderes Guillermo Vargas Villamizar, Pedro Ramón
Díaz R. y Gonzalo Lamus Peralta, en representación de los muchos que estudiaban
en la capital de la república, lanzaron un manifiesto que hicieron llegar a
todos los estamentos políticos y sociales en un “esfuerzo enderezado a integrar
el Departamento como un todo orgánico, a eliminar la pugnacidad regional que lo
fracciona en diminutos sectores y entraba el desarrollo regional”.
Argumentaban que mientras la capital del departamento considere antagónicos
sus intereses económicos y políticos respecto de otras ciudades, que mientras
no se entienda que la trama de las relaciones económicas hace dependientes unas
de otras las regiones y que mientras los prejuicios conserven vigencia será muy
difícil avizorar la tierra prometida de la industrialización y la cultura.
Así pues que basados en estos preceptos, decidieron lanzar un manifiesto,
solicitando atención y vigilancia para el cumplimiento de su peticiones;
plantearon una docena de puntos en los cuales decían que las fuerzas
progresistas del Departamento debían aunar esfuerzos para obtener una economía
más próspera y compleja y una cultura más amplia.
Con profunda fe en el porvenir de la región y en la fuerza creadora de su
valiente y abnegado pueblo, estos fueron sus planteamientos:
1. Cumplimiento de la Ley 50 de 1945, mediante la cual se nacionalizaba
el Ferrocarril de Cúcuta. Se proyectaba así una efectiva salida al mar y
se pretendía que Cúcuta tuviera las mismas condiciones que le fueron aprobadas
a la ciudad de Cali para su salida al Pacífico.
2. Apoyo de los Concejos Municipales a Gremios Unidos a condición que se
estableciera la enseñanza gratuita a todos los estudiantes sin distinción de de
colores políticos y al servicio de los sectores populares.
3. Cumplimiento de la Ley sobre las Hidroeléctricas de Cúcuta y Pamplona
para contribuir al florecimiento de la existente industria de tipo artesanal.
4. Construcción de las carreteras: Pamplona – Cucutilla y El Carmen –
Brotaré – Ocaña y la terminación de la carretera que de Chinácota conduce a
Toledo con penetración al Sarare, región de prometedor potencial económico.
5. Constitución de cooperativas de municipios fronterizos para la
prestación de servicios de higiene, salubridad y previsión sociales.
6. Estímulo oficial al establecimiento de la Bolsa de Divisas Extranjeras
en la ciudad de Cúcuta, a fin de regular el mercado de bolívares.
7. Superación de la Casa de Cultura de Pamplona y la construcción y
urbanización de una vía arteria en la misma ciudad como aporte al cuarto
centenario de su fundación a celebrarse el año próximo.
8. Creación de la Biblioteca de Autores Nortesantandereanos, para divulgar
a precios populares, el pensamiento de de nuestros valores autóctonos en
historia, poesía, arte y literatura en general.
9. Creación de bibliotecas públicas en los municipios que carecen de ellas
y ampliación de las existentes con miras a democratizar la cultura.
10. Creación de Asambleas de Concejos Municipales y solicitar lo procedente
del Congreso y del Gobierno Nacional.
11. Establecimiento de la Cooperativa Fiquera en el municipio de Cucutilla
para restaurar esa industria.
12. Terminación de los edificios del Colegio Provincial y de la Escuela
Normal Urbana de Varones Francisco de Paula Santander de la ciudad de Pamplona
y los del colegio José Eusebio Caro de Ocaña, así como la dotación de los
equipos técnicos de laboratorio, indispensables para el estudio de las Ciencias
Naturales, la Física y la Química.
Termina el Manifiesto diciendo que “lo anteriormente puntualizado es de
obvia conveniencia, de realización factible y desde luego, de competencia, bien
de los Concejos Municipales bien del Congreso Nacional.
Al hacer esta invitación a situar la lucha política en el plana de la
inteligencia que el Norte necesita y merece, deseamos que estas ideas
cristalicen en acuerdos, en acciones concretas y en solicitudes motivadas el
Congreso con miras a la presente o la próxima legislatura.
Además de los representantes antes mencionados, firmaron la proclama Juan
Parada Caicedo, Gustavo Villamizar, Rafael Gálvis Manosalva, Guillermo
Mogollón, Gonzalo Cáceres, Francisco Valencia, Gustavo Ruiz, Luis Velandia,
Francisco Antonio García, Luis Fernando Vivas, Antonio Camacho, Pedro Durán,
José Eusebio Velandia y Rafael Uribe.
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