martes, 5 de septiembre de 2017

1181.- GERSON PARIS, jurista y leal amigo



Anton de Roca Niz

Gerson París

Por circunstancias de la vida conocí al prealudido, por mi padre que hizo el cruce en el tradicional y elegante club Cazadores que diseñó y construyó el arquitecto ya fallecido Héctor Alarcón, el mismo que ejecutó el Barrio Popular. La impresión que tuve fue fenomenal, pues capté sin esfuerzo, sin dubitación, que tenía a mi lado a un jurista y varón estelar egresado de la benemérita Universidad Externado de Colombia.

Gerson París, era de poca estatura, buen conversador y conservador, tenía a su haber un cúmulo de anécdotas, que me contaba con maestría y gracia. Se desempeñó como personero de la ciudad.

Le apasionaba el litigio y estuvo en la jugada al lado de extraordinarios penalistas: Ciro Ramírez González, de cuna pamplonesa, un extraordinario argumentador; Pablito Chacón Medina, con oratoria sui generis y show propio, que tramaba al jurado de conciencia.

Recuerdo al doctor Carreño, versátil en el manejo de las pruebas, que hacen parte de las ciencias reconstructivas que tienen por objeto reconstruir hechos pretéritos, los hermanos Pérez Cristancho, que sabían cómo le entra el agua al coco y el gusano a la guayaba, el Dr. Bitar experto en balística, Delfín Araque, amante de la escuela clásica del derecho penal, Jacinto Rómulo Villamizar, recordado por su memoria e inteligencia en la Litis, Pepe García, con destreza y lógica para descollar en la audiencia pública; era hijo ilustre de la hidalga población de Convención.

Y los fiscales eran: Rafael Angarita, el moreno Sarmiento y Luis Fernando Carrillo llamado cariñosamente el sabio Caldas, por su parecido físico y erudición; pulido en su lenguaje colérico en grado sumo cuando Pablo Chacón  le “sacaba la piedra”, tenían talento; aplicaban la lógica y las reglas de la experiencia.  

Finalmente resáltese que contamos con penalistas de marca mayor: Juvenal Valero, respetado por ser académico y coordinador de la Barra de Defensores Públicos, Max Rincón con su mente que bulle sabiduría penal. El Negro Sierra, con extraordinaria oratoria forense y excelso manejo idiomático y estilo en la argumentación. Jorge González con adecuado manejo probatorio y el actual ex decano de la Facultad de Derecho de la benemérita Universidad Libre seccional que nos da cátedra Jesús María Peláez y Pablo Chacón Medina, que sigue erguido en sus posturas jurídico-penales.

Se me olvidaba reseñar a mi primo Ricardo Anselmi Roca que se defiende en este sublime ejercicio profesional que se ha vuelto muy peligroso.

En varias ocasiones acompañaba a mi progenitor a audiencias para que ejerciera la función de jurado de conciencia.

Me deleité con mi admirado Gerson, tomando tinto al frente del Palacio de Justicia, donde llegaba a primera hora para encontrarse con sus clientes y sus colegas. Me contó que le gustaba hacer alegatos con guaro o aguardiente en la cabeza, que le quedaban bien jotiados.

Es claro que planteaba buenas tesis. Ejerció como conjuez y jurado en sus asuntos electorales. Gracias a su experiencia en estos menesteres, siempre lo nombraban en representación del crepuscular partido conservador, otrora glorioso y sinfónico como lo bautizó el mariscal Gilberto Alzate Avendaño.

Lo ungieron como contralor departamental y ejerció con decoro y pulcritud el control fiscal de las arcas departamentales. Y también lo eligieron personero municipal. Era godo hasta los tuétanos. Orinaba azul de metileno. Le acompañaban el don de gentes y la amabilidad que sus consubstanciales a la vocación de servicio.

Se casó con dama de la provincia del Valle Hacariteño y procreó varios hijos; Gerson es médico y estudiamos en el colegio Calasanz, su hija es odontóloga y tiene un vástago que es “empresario” por tierras venezolanas.

Y es el abuelo de la enfermera jefe de la notable Clínica San José, Richely, a quien llamó cariñosamente ‘Lucifer’, porque a veces actúa como una diablilla. A decir verdad muy profesional con todos sus aditamentos. Obvio que al parecer todo hace parte del estrés que genera cumplir con rigor el apostolado de la enfermería en calidad de jefe o auxiliar. No puedo dejar sin mencionar que es esbelta; preciosa y ‘bizcocho’ como dicen los paisas. ¡Ave María!

La partida de mi amigo del alma Gerson me dejó compungido y con el alma a media asta. Hablábamos de temas jurídicos con alguna frecuencia, le traía libros, revistas y fallos de los tribunales de Medellín y de Antioquia, que le agradaban porque tenía la certidumbre que había profundidad jurídica.

Murió con avanzada edad en un hogar geriátrico. Su organismo se fue deteriorando y expiró, que Dios lo tenga en su santo seno maestro querido y confidente amigo!





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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