jueves, 1 de marzo de 2018

1268.- CORPORACION DE LA AVENIDA CERO. CORPOCERO



Alvaro Riascos Fernández
(Tomado del libro: Recuento de los hechos de mi vida-“Mis servicios cívicos en Cúcuta”)


Nuestra Avenida Cero de Cúcuta, constituye uno de los hitos más significativos y característicos de la ciudad y desde julio de 1950 se convirtió en el trazo más importante que se reconoce como la espina dorsal de la Cúcuta moderna desde el siglo pasado, pese a que ha debido soportar las inconsecuencias que trae el desarrollo, en medio de todo ha sabido superar los embates de ese transformismo mal concebido, que la ha acometido con furia. Pese a tan permanente ataque ha logrado mantenerse maltrecha, pero erguida.

Este mensaje lo quiero dejar sentado aquí, para destacar las suficientes razones de enaltecer, la figura de ese protector gratuito que en buena hora creó a Corpocero. Me refiero al arquitecto Ignacio Brahim, quien con visión iluminada y en buena hora, trabajó para dejarnos ese escudo protector que es esta institución. Lástima grande, que tal personaje hubiera sido arrancado en su empeño, sin haber podido terminar su tarea y vivir los éxitos de su propuesta.

Me causa una gran satisfacción poder disponer de este espacio para completar este escrito, en que relato a mis lectores la historia de su fundación, siempre de la mano de Ignacio.

Para 1990 la Avenida Cero había tomado una singular importancia, y en ella empezaron a surgir edificaciones importantes que se iban convirtiendo en íconos de la ciudad: Edificios, como el Hotel Tonchalá; el Centro Comercial Gran Bulevar; el Hotel Arizona; el edificio Rosetal, Telecom, etc., le fueron dando un carácter avanzado de ciudad, y alrededor de ellas, fue creciendo una nueva imagen de modernismo, que ha trasformado al sector.

Nacho, como familiarmente le nombrábamos sus amigos, convocó para el día 31 de julio a un grupo de personalidades y amigos con cuyos nombres se conformó una lista de candidatos a quienes invitamos al Hotel Arizona, reunión en el que compartimos las ideas e iniciativas que Nacho había preparado, las que previamente había expuesto para discutirlas con el amigo, abogado y empresario Gustavo Ararat, y conmigo, para unificar opiniones que se presentarían al grupo de invitados.

Nacho expresó muy dramáticamente el continuado descuido y el deterioro que él observaba en la muy querida Avenida Cero. Él había tomado algunas iniciativas individuales, pero le quedaba imposible atender exigencias más pesadas, que había que costear; quería invitarnos a acompañarlo a conformar un ente cívico fuerte, que le pudiera apoyar en su empeño de conservar la avenida y evitar el deterioro al que estaba siendo sometida.

Nos pedía ayudarlo a conformar un ente privado que se pudiera abrogar tal responsabilidad, bajo la atención y el control de un director, que debería ser el único funcionario pago, a quien le correspondería atender tal responsabilidad, y quien debería rendir sus resultados a los promotores. Para poder hacer factible el proyecto, Nacho nos propuso comprometernos con una cuota inicial aportada por cada integrante con disposición de vincularse, y comprometiéndose a aportar una pequeña cuota mensual que permitiera diseñar una forma de atender los gastos necesarios para su sostenimiento.

La escultura “tres aros en la vía” obtuvo significativa aceptación.

Tal determinación la tomamos entre Nacho, su esposa, la arquitecta Isabel Carmenza Sanmiguel y nosotros dos, quienes así entramos a hacer parte de la iniciativa formando así la junta de esta nueva entidad, en la que nos comprometíamos a colaborar en tan altruista Proyecto Cívico, al que nos había convocado su Líder y Fundador.

Dentro de la lista de convocados tuvimos la suerte de obtener muchos compromisos de apoyo, lo que nos generó entusiasmo y seguridad de lograr realizar un trabajo fructífero y motivador.

El siguiente paso fue darle una estructura operativa para lo cual coincidimos en nombrar un administrador que asumiera la responsabilidad de organizar y liderar las labores que, una vez definidas debía dárseles inicio. El seleccionado fue el arquitecto Juan Manuel Villa, quien se mostró interesado y dispuesto a poner todo su empeño en programar y dirigir, bajo la supervisión de Nacho, un programa integral de mantenimiento y mejora en todos los aspectos, que embellecerían la avenida.

No quiero alargarme en describir la serie de aspectos para los que se propusieron cambios y se idearon nuevas intervenciones que contribuirían al embellecimiento. Un aspecto fundamental para alcanzar éxito y perdurar, fue diseñar el asunto económico, y a ello nos aplicamos oyendo las iniciativas de Juan Manuel, poniéndolas en práctica bajo la tutela de Nacho, nuestro fundador.

De inmediato empezamos a oír voces de aceptación y ponderación a nuestra obra, que todos los días pregonaba su presencia. Los cambios más reconocidos no solo fueron el aseo, la arborización y el mantenimiento de la bella cinta vial, sino que además, hicieron su aparición los estandartes con publicidad que, si bien no contaron con el aplauso de todo el público, fue la iniciativa que salvó el proyecto por cuanto se convirtió en la fuente más importante de financiación de nuestro propósito cívico.

Otras iniciativas atrajeron la atención de nuevos admiradores; Fue idea de nuestro arquitecto Juan Manuel Villa, precisar que la Avenida se debía convertir en un espacio de arte de la ciudad, donde se permitiera exponer en su cinta central, piezas artísticas que implantadas allí, se convirtieran en valiosos elementos característicos y decorativos, que complementaran su atractivo, como la escultura metálica “Tres Aros en la Vía”. Diseñada y construida por el propio arquitecto Villa.

Escultura La ´O´: Estructura en forma de alongado número cero, 
del maestro Jaime Calderón Rojas. Insólitamente extraviada

Igual, se contó con el aporte valioso de algunos otros generosos benefactores, que quisieron aportar un interesante trabajo en acero inoxidable, obra que otro artista cucuteño creó, en una nueva estructura que representando un alongado número “cero”, adornó otro tramo de la avenida tres cuadras abajo de la anterior, en el cruce con la calle 12. Lamentablemente tal obra desapareció, escamoteada inexplicablemente, sin haberse vuelto a saber de su paradero.

Para concretar lo que es, y lo que significa a los ojos de los amigos de la Avenida, debo recordar, que ella ha contado con la admiración de entidades tan prestigiosas como la Sociedad Colombiana de Arquitectos (SCA), que le confirió a esta, como proyecto, el Premio Juvenal Moya al espacio público, en la XIV BIENAL DE ARQUITECTURA del año 1994 como la mejor obra cívica de embellecimiento urbano de Colombia.

Trabajo que fue publicitado en el libro anual de la SCA, dentro del conjunto de las mejores obras arquitectónicas, razón hoy de orgullo de todos los cucuteños, y a la que se le otorgó un Pedestal, con el testimonio del merecido premio,  el que se encuentra plantado en el cruce de la Calle 15. Es muy grato expresar que el trabajo de los gestores de esta icónica obra, perdura en el tiempo, luchando cotidianas batallas contra el embate de gentes sin sentido cívico, las que aún no ganan, en esta tan exótica lucha.

Nota al margen: Aportada por doña Isabel Carmenza Sanmiguel, dirigida al autor:

“La participación y el fomento de una vida cívica más activa, son fundamentales para alcanzar una mayor identidad y un mayor sentido de pertenencia con la ciudad, Alvaro Riascos plasmó esto a través de su apoyo incondicional en la creación y desarrollo de CORPOCERO, “Corporación para la recuperación y mantenimiento de la Avenida 0”,  junto a Gustavo Ararat y José Ignacio Brahim.

Esta iniciativa privada sobre el espacio público de la Avenida 0 y luego sobre un sector del Malecón, es una muestra de su conciencia colectiva y un orgullo para todos los cucuteños.

“El Plan Piloto para el Espacio Público de la Avenida Cero” fue seleccionado y publicado en la XIV BIENAL DE ARQUITECTURA, en 1994 y recibió el premio regional JUVANAL MOYA otorgada por la Sociedad Colombiana de Arquitectos de Norte de Santander, en el mismo año.

El trabajo de Alvaro Riascos por el bien común, ha sido primordial en el desarrollo de la ciudad. ”

 Isabel Carmenza Sanmiguel. Directora Ejecutiva Corpocero.

Pedestal que recuerda el premio de la S.C.A “Juvenal Moya”





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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