domingo, 6 de mayo de 2018

1301.- LA TIENDA MIRAMAR DEL BARRIO EL LLANO



Gastón Bermúdez Vargas

Pintura de fachada original de la tienda Miramar en el barrio El Llano

Cupertina Ramírez mujer emprendedora de la ciudad, formó su familia con Agustín Ramírez, teniendo ella 14 años y él 16 años, y engendraron 3 hijas Virginia, Elvira y Natalia y un varón llamado Víctor. Comenzó un negocio vendiendo plátanos y al poco tiempo adquirió un camión para vender al mayor. Posteriormente entró en la compra y venta de casas con mucho éxito. Alcanzó a tener en propiedad varias casas en algunos sectores de los barrios El Contento y El Llano.

Corría el año de 1917 cuando Virginia, la mayor de las Ramírez conoce y se casa con un comerciante cucuteño, Martín Bermúdez, entonces doña Cupertina para ayudarlos les facilita en venta una casa de su propiedad, construida en la calle 11, que tenía un solar en el área de la esquina suroeste de la avenida 11 con calle 11, donde los recién esposos Bermúdez Ramírez se mudan y al principio aprovechan el solar para montar unas cochineras para crianza y engorde de cochinos.

Los hermanos Bermúdez Ramírez de izq. a der.: Roque, Pacho, Martín Camilo,
Virginia, Agustín, Matilde, Rafael, Cristina y Fernando.

Su convivencia y nido de amor da sus resultados y comienzan a nacer sus hijos teniendo en total una prole de 9 hijos y una pérdida; nacieron tres mujeres y seis varones en orden cronológico: Luis Fernando, María Cristina, Rafael Martín, Ana Matilde, José Agustín, Virginia, Martín Camilo, Francisco  Javier y Roque Julio.

A principios de los años 30 del siglo pasado don Martín tiene la idea de montar una tienda-abasto y utiliza para ello los terrenos del solar de su casa, y construye la tienda Miramar en esa esquina de la calle 11 con avenida 11, donde se vendían alimentos tales como granos, verduras y hortalizas; licores, cervezas y refrescos; dulces y confites; productos e implementos para el aseo del hogar y personal; y artículos varios.

En la foto aparecen: Virginia Ramírez de Bermúdez, Martín Bermúdez, Rubén Martínez hijo, Rubén Darío ´Rafuchas´ Martínez, Natalia Ramirez de Jaimes, Elvira Ramírez de Martínez, Joaquín Bermúdez Rivera, y 2 personas más no identificadas. Foto de finales de los años 50 del siglo pasado.

Esta pareja dispareja, físicamente don Martín era delgado y de temperamento apacible y doña Virginia era gorda y muy efusiva con apariencia dominante, eran muy apreciados por la sociedad cucuteña. Como una manifestación de aprecio fue publicado por el poeta don Luis C. Quiroga, un poema de nueve estrofas en 1942 en el diario El Trabajo, que una de ellas dice lo siguiente:

Al señor don Martín Bermúdez y señora doña Virginia Ramírez de Bermúdez
con motivo del 25º Aniversario de su vida conyugal…

Hoy pues ese abedul ha dado enteros
nueve vástagos hermosos, placenteros,
(Fernando, Cristina, Rafael, Matilde, Agustín,
Virginia, Martín, Francisco y Roque)
que alongarán los predios de su hogar;
¡Así sobre el rico árbol tan glorioso
cuelgo a modo de nido melodioso
mis votos en las mieles de un cantar!

El negocio se consolida y es la fuente de ingreso para el sostenimiento y educación de la familia. Además logran acumular unos ahorros que a los años les permite también montar adicionalmente una ferretería en el mercado cubierto, en la esquina de la avenida 7ª con calle 12, la Ferretería Bermúdez, zona del mercado que no fue afectada por el incendio del mercado en 1948.

Hay un cuento de amor, que dice que en algún momento a través de los años fue contratado como empleado por don Martín, un joven muy dinámico llamado Alfonso Jaimes para trabajar en sus negocios y hacerle diligencias, y éste se enamora de Natalia la hermana menor de doña Virginia, pero ella lo rechaza por su condición de empleado. El muchacho no se amilana y sigue luchando por su amor, se independiza de don Martín y monta sus propios negocios que fueron creciendo. Logró casarse con Natalia, y le fue muy bien económicamente con el tiempo.

En cuanto a los otros hermanos de Virginia: Elvira se casó con Rubén Darío Martínez, llamado ´Rafuchas´, quien fue un buen músico, excelente ejecutor del tiple y Víctor Ramírez, también músico, un maestro con el violín, que se casó con doña Lucrecia Entrena.

Al morir doña Cupertina, testa a favor de sus hijos y también deja una buena remesa para la construcción de la iglesia San Antonio.

Don Martín en una reunión institucional. Aparecen Pedro Mª Fuentes, Numa Hernández, 
Martín Bermudez,  NI, Joaquín Bermúdez, atrás periodista Acevedo, NI.

Personalmente conocí a Miramar en los años 50 y la disfruté hasta mediados de los años 60; era atendida principalmente por Roque y en ocasiones por doña Virginia, Cristina y Matilde cuando ella llegaba a Cúcuta desde Venezuela. Luego llegó Fela Serpa al casarse con Roque. Recuerdo su distribución como dividida por secciones:

Hacia el lado de la avenida 11, empezaba con las neveras donde se enfriaban las cervezas Bavaria, Germania, Aguila y Costeñita; la Maltina, Nutrimalta y después llegó la Pony Malta; y los refrescos cola La Favorita, Kolcana, Kist, Hipinto, Club Soda de naranja, y Coca Cola; y donde existía 1 o 2 mesas con sus sillas y 3 sillas de bar enfrente de las neveras.  

Luego venían las vitrinas donde se exponían los dulces tonchaleros, arrastrados, cortados, apio,  combinados, jaleas, toronjas y guayaba, y también los famosos dulces de platico (hechos por Cristina). Se vendían las frunas, caramelos, colombinas, galletas Noel y las cajas de galletas surtidas. Se colocaba en un plato con su cubierta las pastas y Kequis de la panadería de Rey Prada, La Central, que estaban ya cortado en pedazos iguales. Y en los estantes de la pared se colocaban las botellas de vermouth rojo y blanco Cinzano, Ponche Crema y brandy Hennessy Tres Estrellas y VO. Cigarrillos Río de Oro y Pielroja, y cerillas El Diablo, junto con los tabacos Villamizar. Velas de parafina y de cebo.

A continuación estaban las vitrinas y estantes correspondiente a los artículos de tocador como polvos y coloretes para damas, talcos con sus motas, talco Mennen, jabones de tocador Palmolive y Sanit, desodorantes, brillantina Palmolive y fijador Lechuga; Prensapelos y rulos para cabello; Broches, alfileres, agujas e hilos para coser.

Hacia la calle 11 estaban las vitrinas y estantes donde colocaban la papelería en general: cuadernos de colegios, sobres y papel carta; lápices, lapiceros y minas, creyones y borradores; plumas y plumeros, estilógrafos, tinta Norma y Parker, tinta china y papel secante; reglas, transportadores y compases; Vendían papel celofán brillante y pita para hacer y volar cometas.  Vendían los periódicos El Siglo, El Tiempo y El Espectador.

También había dos vitrinas verticales individuales donde se exponían juguetes para niños como carritos, cocas, perinolas, pipas y yoyos, y regalos para dama: camándulas, zarcillos y otras cosas.

Entre los recuerdos y anécdotas de la tienda Miramar cuenta don Alvaro Gil, muy amigo de Pacho porque trabajaron juntos en el Banco Comercial Antioqueño y de su hermana Virginia, que les gustaban mucho las fiestas, y con frecuencia formaban el ´bonche´ en la casa de Miramar donde asistían estando solteros, Mary Ramírez, Katta Bermúdez,  Rafael Uribe Calderón, que él recuerde entre otros y no paraban de bailar.

De vez en cuando a don Martín le provocaban unas cervezas y dicen que para evitarse problemas con doña Virginia, sacaba la cerveza bien fría de la nevera le quitaba la etiqueta de papel de la cerveza y le colocaba una etiqueta de una botella de cola La Favorita, y se la tomaba placenteramente.

El cura Camilo Torres fue llevado a una reunión social a Miramar, por un enamorado de Virginia, en el año 1965, días antes de tomar la decisión de ingresar a las filas del ELN, y donde posteriormente consiguió la muerte.

La tienda en las noches era sitio de reunión de vecinos y amigos y los que fueron más frecuentes, como el doctor Hevert Suárez, Jorge Yamil Genes, Enrique Santander, el músico de acordeón Alvaro Monsalve, Rubén Martínez hijo, Alfonso Bermúdez, Gustavo Torres, etc. que al juntarse con el gordo Rafael y Agustín, era ambiente apropiado para el ´mamagallismo cucuteño´ hacia todo amigo que pasara y ´rajada de la gente´; además fue sitio de espera para citas amorosas. Los sábados era punto de sellado de formularios del juegos de caballo del 5 y 6, y también del famoso juego de fútbol Totogol. 


Al morir don Martín Bermúdez en 1958 a consecuencia de un cáncer que lo aquejó, la ferretería queda administrada por su hijo Martín Camilo y por su hija Virginia, pero empieza a decaer el negocio hasta el punto que tuvieron que liquidarla a los pocos años. La tienda Miramar continua, pero el sector comienza a cambiar aceleradamente de residencial a comercial, los vecinos migran hacia otras zonas de la ciudad, afectando severamente el  negocio hasta su cierre definitivo. Sucede la partida de doña Virginia en 1978, las crisis económicas desde los años 80 obligó a la separación de la familia por migración hacia Venezuela de algunos miembros de la familia, en busca de mejores oportunidades.   

Para el año 2011 la casa estaba en total abandono a punto de derrumbarse. La comunidad estuvo preocupada porque podía causar un accidente. Afortunadamente en 2017 fue comprada, derrumbada e hicieron un galpón para negocio.

Esta historia se hizo en homenaje a la familia Bermúdez Ramírez en especial a Roque Julio que hace poco entregó su alma a Dios, a Matilde única sobreviviente, y a quienes posiblemente sin proponérselo crearon una verdadera institución y punto de referencia en el barrio El Llano de Cúcuta: LA TIENDA MIRAMAR.

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