Gastón Bermúdez Vargas
Pintura de fachada original de la tienda Miramar en el
barrio El Llano
Cupertina Ramírez
mujer emprendedora de la ciudad, formó su familia con Agustín Ramírez, teniendo
ella 14 años y él 16 años, y engendraron 3 hijas Virginia, Elvira y Natalia y
un varón llamado Víctor. Comenzó un negocio vendiendo plátanos y al poco tiempo
adquirió un camión para vender al mayor. Posteriormente entró en la compra y venta
de casas con mucho éxito. Alcanzó a tener en propiedad varias casas en algunos
sectores de los barrios El Contento y El Llano.
Corría el año
de 1917 cuando Virginia, la mayor de las Ramírez conoce y se casa con un
comerciante cucuteño, Martín Bermúdez, entonces doña Cupertina para ayudarlos
les facilita en venta una casa de su propiedad, construida en la calle 11, que
tenía un solar en el área de la esquina suroeste de la avenida 11 con calle 11,
donde los recién esposos Bermúdez Ramírez se mudan y al principio aprovechan el
solar para montar unas cochineras para crianza y engorde de cochinos.
Los
hermanos Bermúdez Ramírez de izq. a der.: Roque, Pacho, Martín Camilo,
Virginia,
Agustín, Matilde, Rafael, Cristina y Fernando.
Su convivencia y nido de amor da sus resultados y
comienzan a nacer sus hijos teniendo en total una prole de 9 hijos y una
pérdida; nacieron tres mujeres y seis varones en orden cronológico: Luis Fernando,
María Cristina, Rafael Martín, Ana Matilde, José Agustín, Virginia, Martín
Camilo, Francisco Javier y Roque Julio.
A principios de los años 30 del siglo pasado don
Martín tiene la idea de montar una tienda-abasto y utiliza para ello los
terrenos del solar de su casa, y construye la tienda Miramar en esa esquina de
la calle 11 con avenida 11, donde se vendían alimentos tales como granos,
verduras y hortalizas; licores, cervezas y refrescos; dulces y confites;
productos e implementos para el aseo del hogar y personal; y artículos varios.
En la foto aparecen: Virginia
Ramírez de Bermúdez, Martín Bermúdez, Rubén Martínez hijo, Rubén Darío
´Rafuchas´ Martínez, Natalia Ramirez de Jaimes, Elvira Ramírez de Martínez,
Joaquín Bermúdez Rivera, y 2 personas más no identificadas. Foto de finales de
los años 50 del siglo pasado.
Esta pareja dispareja, físicamente don Martín era
delgado y de temperamento apacible y doña Virginia era gorda y muy efusiva con
apariencia dominante, eran muy apreciados por la sociedad cucuteña. Como una manifestación
de aprecio fue publicado por el poeta don Luis C. Quiroga, un poema de nueve
estrofas en 1942 en el diario El Trabajo, que una de ellas dice lo siguiente:
Al señor don Martín Bermúdez y señora doña Virginia
Ramírez de Bermúdez
con motivo del 25º Aniversario de su vida conyugal…
Hoy pues ese abedul ha dado enteros
nueve vástagos hermosos, placenteros,
(Fernando, Cristina, Rafael, Matilde, Agustín,
Virginia, Martín, Francisco y Roque)
que alongarán los predios de su hogar;
¡Así sobre el rico árbol tan glorioso
cuelgo a modo de nido melodioso
mis votos en las mieles de un cantar!
El negocio se consolida y es la fuente de ingreso para
el sostenimiento y educación de la familia. Además logran acumular unos ahorros
que a los años les permite también montar adicionalmente una ferretería en el
mercado cubierto, en la esquina de la avenida 7ª con calle 12, la Ferretería
Bermúdez, zona del mercado que no fue afectada por el incendio del mercado en
1948.
Hay un cuento de amor, que dice que en algún momento a
través de los años fue contratado como empleado por don Martín, un joven muy
dinámico llamado Alfonso Jaimes para trabajar en sus negocios y hacerle
diligencias, y éste se enamora de Natalia la hermana menor de doña Virginia,
pero ella lo rechaza por su condición de empleado. El muchacho no se amilana y
sigue luchando por su amor, se independiza de don Martín y monta sus propios
negocios que fueron creciendo. Logró casarse con Natalia, y le fue muy bien
económicamente con el tiempo.
En cuanto a los otros hermanos de Virginia: Elvira se
casó con Rubén Darío Martínez, llamado ´Rafuchas´, quien fue un buen músico, excelente
ejecutor del tiple y Víctor Ramírez, también músico, un maestro con el violín,
que se casó con doña Lucrecia Entrena.
Al morir doña Cupertina, testa a favor de sus hijos y
también deja una buena remesa para la construcción de la iglesia San Antonio.
Don Martín en una reunión institucional. Aparecen Pedro Mª
Fuentes, Numa Hernández,
Martín Bermudez,
NI, Joaquín Bermúdez, atrás periodista Acevedo, NI.
Personalmente conocí a Miramar en los años 50 y la
disfruté hasta mediados de los años 60; era atendida principalmente por Roque y
en ocasiones por doña Virginia, Cristina y Matilde cuando ella llegaba a Cúcuta
desde Venezuela. Luego llegó Fela Serpa al casarse con Roque. Recuerdo su
distribución como dividida por secciones:
Hacia el lado de la avenida 11, empezaba con las
neveras donde se enfriaban las cervezas Bavaria, Germania, Aguila y Costeñita;
la Maltina, Nutrimalta y después llegó la Pony Malta; y los refrescos cola La
Favorita, Kolcana, Kist, Hipinto, Club Soda de naranja, y Coca Cola; y donde
existía 1 o 2 mesas con sus sillas y 3 sillas de bar enfrente de las neveras.
Luego venían las vitrinas donde se exponían los dulces
tonchaleros, arrastrados, cortados, apio, combinados, jaleas, toronjas y guayaba, y también
los famosos dulces de platico (hechos por Cristina). Se vendían las frunas,
caramelos, colombinas, galletas Noel y las cajas de galletas surtidas. Se
colocaba en un plato con su cubierta las pastas y Kequis de la panadería de Rey
Prada, La Central, que estaban ya cortado en pedazos iguales. Y en los estantes
de la pared se colocaban las botellas de vermouth rojo y blanco Cinzano, Ponche
Crema y brandy Hennessy Tres Estrellas y VO. Cigarrillos Río de Oro y Pielroja,
y cerillas El Diablo, junto con los tabacos Villamizar. Velas de parafina y de
cebo.
A continuación estaban las vitrinas y estantes
correspondiente a los artículos de tocador como polvos y coloretes para damas,
talcos con sus motas, talco Mennen, jabones de tocador Palmolive y Sanit, desodorantes,
brillantina Palmolive y fijador Lechuga; Prensapelos y rulos para cabello; Broches,
alfileres, agujas e hilos para coser.
Hacia la calle 11 estaban las vitrinas y estantes
donde colocaban la papelería en general: cuadernos de colegios, sobres y papel
carta; lápices, lapiceros y minas, creyones y borradores; plumas y plumeros,
estilógrafos, tinta Norma y Parker, tinta china y papel secante; reglas,
transportadores y compases; Vendían papel celofán brillante y pita para hacer y
volar cometas. Vendían los periódicos El
Siglo, El Tiempo y El Espectador.
También había dos vitrinas verticales individuales
donde se exponían juguetes para niños como carritos, cocas, perinolas, pipas y
yoyos, y regalos para dama: camándulas, zarcillos y otras cosas.
Entre los recuerdos y anécdotas de la tienda Miramar
cuenta don Alvaro Gil, muy amigo de Pacho porque trabajaron juntos en el Banco
Comercial Antioqueño y de su hermana Virginia, que les gustaban mucho las
fiestas, y con frecuencia formaban el ´bonche´ en la casa de Miramar donde
asistían estando solteros, Mary Ramírez, Katta Bermúdez, Rafael Uribe Calderón, que él recuerde entre
otros y no paraban de bailar.
De vez en cuando a don Martín le provocaban unas
cervezas y dicen que para evitarse problemas con doña Virginia, sacaba la
cerveza bien fría de la nevera le quitaba la etiqueta de papel de la cerveza y
le colocaba una etiqueta de una botella de cola La Favorita, y se la tomaba
placenteramente.
El cura Camilo Torres fue llevado a una reunión social
a Miramar, por un enamorado de Virginia, en el año 1965, días antes de tomar la
decisión de ingresar a las filas del ELN, y donde posteriormente consiguió la
muerte.
La tienda en las noches era sitio de reunión de
vecinos y amigos y los que fueron más frecuentes, como el doctor Hevert Suárez,
Jorge Yamil Genes, Enrique Santander, el músico de acordeón Alvaro Monsalve,
Rubén Martínez hijo, Alfonso Bermúdez, Gustavo Torres, etc. que al juntarse con
el gordo Rafael y Agustín, era ambiente apropiado para el ´mamagallismo
cucuteño´ hacia todo amigo que pasara y ´rajada de la gente´; además fue sitio
de espera para citas amorosas. Los sábados era punto de sellado de formularios
del juegos de caballo del 5 y 6, y también del famoso juego de fútbol
Totogol.
Al morir don Martín Bermúdez en 1958 a consecuencia de un cáncer que lo
aquejó, la ferretería queda administrada por su hijo Martín Camilo y por su
hija Virginia, pero empieza a decaer el negocio hasta el punto que tuvieron que
liquidarla a los pocos años. La tienda Miramar continua, pero el sector
comienza a cambiar aceleradamente de residencial a comercial, los vecinos
migran hacia otras zonas de la ciudad, afectando severamente el negocio hasta su cierre definitivo. Sucede la
partida de doña Virginia en 1978, las crisis económicas desde los años 80
obligó a la separación de la familia por migración hacia Venezuela de algunos miembros
de la familia, en busca de mejores oportunidades.
Para el año 2011 la casa estaba en total abandono a punto de derrumbarse. La
comunidad estuvo preocupada porque podía causar un accidente. Afortunadamente en
2017 fue comprada, derrumbada e hicieron un galpón para negocio.
Esta historia se hizo en homenaje a la familia Bermúdez Ramírez en especial a Roque Julio que hace poco entregó su alma a Dios, a Matilde única sobreviviente, y a quienes posiblemente sin proponérselo crearon una verdadera institución y punto de referencia en el barrio El Llano de Cúcuta: LA TIENDA MIRAMAR.
Esta historia se hizo en homenaje a la familia Bermúdez Ramírez en especial a Roque Julio que hace poco entregó su alma a Dios, a Matilde única sobreviviente, y a quienes posiblemente sin proponérselo crearon una verdadera institución y punto de referencia en el barrio El Llano de Cúcuta: LA TIENDA MIRAMAR.
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