viernes, 18 de mayo de 2018

1307.- MI NUEVA ILUSION, UN HOTEL EN CUCUTA. 1976



Alvaro Riascos Fernández

Nueva Fachada del hotel

En mayo de 1976, me abordó un comisionista de finca raíz y me ofreció una residencia que pertenecía al Dr. Ciro Álvarez Barrios, destacado médico ocañero, recién desaparecido, quien dejó esa muy amplia casa de una planta, en un enorme lote y la que tenía su ingreso por la calle 6ª, entre avenida Cero y 1ª.

Tal oferta me interesó, aunque en ese momento no sabía que uso podría darle.

Cúcuta atravesaba en ese momento una de las varias temporadas de inusitada actividad comercial, gracias al verdadero torrente de gentes proveniente de Venezuela, factor este, que tal vez me prendió una luz sobre el uso que podía dársele. Las ideas me fluían sobre qué hacer, así que estudié las opciones de remodelarla para abrir allí un pequeño hotel.

Yo ya me había compenetrado con esa actividad por la experiencia dejada por la resiente inversión en el hotel La Sierra de Santa Marta, y por tanto el tema no me era extraño. Estaba familiarizado con sus secretos, y conocía ya  sus fortalezas y debilidades.
 
Para la ampliación contemplé construir un segundo piso sobre la placa de cubierta plana que originalmente tenía la casa, aprovechando la dimensión y solidez de sus muros y de la construcción toda; ampliación esta con la que calculaba lograría unas 15 habitaciones con su baño, a más los servicios básicos necesarios.

Sería un pequeño hotel con tal capacidad, complementado con su restaurante, cocina y demás exigencias del servicio. Además, dispondría de jardines, piscina y un barcito instalado en un muy simpático quiosco de paja, frente a la piscina, el que encontré como dotación extra de la casa, y el que apropiadamente    arreglado, lucia muy agradable. Así lo decidí, y al efecto busqué financiación bancaria, obteniendo con Davivienda un crédito de $800.000 para su remodelación, suma que se me concedió, y que me lo permitió.
    
La remodelación al final quedó muy bien y trasformó totalmente la casa.

El negocio pronto empezó a rentar, permitiéndome atender cumplidamente la deuda adquirida, y ofreciéndome, casi de inmediato buenos resultados.

Encuentro justo hacer un reconocimiento a dos personas que jugaron un papel importante, tanto en su programación, como en la organización de su operación inicial.

Trabajaba para tal fecha conmigo, como sub gerente de mis negocios, el administrador de empresas el caleño Hernán Zorrilla, quien acababa de retirarse de la Gerencia del City Bank de Cúcuta. Era un excelente profesional, conocedor de los temas financieros y administrativos, y quien entró a ser parte del equipo de profesionales de mi oficina, atendiendo los aspectos financieros y en general los de los negocios.

Estaba casado con una muy querida señora caleña, como él, doña Gloria Arroyave, quienes con quien formaba una pareja absolutamente entregada al trabajo y quienes fueron soporte muy importante en este mi nuevo negocio.

Hernán se puso al frente de la parte organizativa y contable, y ella de la administración del hotel, actividades a las que se entregaron con el mayor entusiasmo, pudiendo lograr una excelente organización hotelera y buenos resultados.
   
Para el día anterior a su apertura programé un coctel en las propias instalaciones del hotel, para atender tanto a las autoridades de la ciudad, como a personas representativas de sus estamentos, con quienes tenía alguna relación empresarial, así como a personalidades del sector turístico, y a mis amigos. El acto inició con la bendición a cargo del Padre Alfonso Blanco, y allí lo bautizó con el nombre Arizona, ceremonia que remató con mis palabras de saludo y agradecimiento.
    
A la reunión se hicieron presentes unas 60 personas, representantes de las distintas actividades mencionadas. Fue ocasión que resultó muy grata y en la que los amigos me felicitaron y valoraron el esfuerzo hecho y mi oportuna ocurrencia, que ayudaba a ampliar la planta hotelera de la ciudad, en momentos en que se hacía indispensable atender la demanda creciente.
  
El evento estaba programado para un viernes, día de la llegada de enorme número de compradores venezolanos. Desde temprano se me informó que en la puerta había una fila de personas quienes solicitaban alojamiento, pues, de lo contrario tendrían que dormir dentro de sus autos! Instruí que no podríamos dar alojamiento hasta que saliera el último de nuestros invitados. Tal anuncio aseguró una cola de personas esperanzadas en poder obtener  alojamiento! Esa primera noche tuvimos el primer lleno total, ocupación que frecuentemente, se repitió para esa época.

Este exitoso  resultado me estimuló rápidamente a pensar en encontrar la forma de hacer una ampliación, viendo todas las facilidades que el terreno ofrecía, dada su ubicación, estando desarrollado totalmente al centro de la manzana, lo que me permitía pensar en anexarle una de las muchas casas, que la rodeaban y  cuyos lotes ofrecían salida a una de las calles alrededor de la manzana. Sin embargo, yo miraba primordialmente encontrar acceso por la Ave 0.

Para mí buena suerte, el único lote que teniendo tal condición no estaba construido era uno bastante estrecho, de tan solo 10 metros de frente, por 42 metros de fondo, pero el que afortunadamente lindaba exactamente con el área de jardín de la piscina y del quiosco bar del hotel, lo que consideré era absolutamente afortunado.
                   
Visto el lote de la Ave 0 parecía un sitio abandonado. Hacia el interior estaba totalmente oculto por un primitivo cerramiento, que permitía ver solamente una maleza sobresaliente y de gran altura.

Hice algunas gestiones sin que nadie me diera razón de sus propietarios. Tuve que conseguir un equipo de vendedores locales de finca raíz, para lograr obtener el nombre del propietario. Resultó ser de una   familia de Cúcuta, de quien supe se había ido a vivir hacía años a Caracas. Al saberlo, había retado al “detective” a averiguar su dirección.

Lo más preciso que logró saber es que ellos tenían una tipografía de nombre “Moderna”, en esa capital.
            
Entusiasmado como estaba, me parecía que no podía aplazar tal gestión, así que de inmediato organicé viaje a esa ciudad lleno de ánimo y de optimismo. Para acortar el cuento, diré que el negocio se dio, y ya dueño de esta propiedad empecé a ilusionarme pensando en lo que debería hacer allí.

Fue corto el plazo que me tomé para diseñar un proyecto de lo  que sería este nuevo tramo del hotel, cuya situación comercial cambiaría con esa nueva entrada por la importante Avenida 0.

Para poder realizar la edificación programada, debí recurrir a un crédito de fomento de los ofrecidos entonces por la desaparecida Corporación Nacional de Turismo. Las cosas se dieron satisfactoriamente y con mi entusiasmo y el apoyo de la CNT, rápidamente lo saqué adelante.
     
Una vez terminado, programé una especial  reunión de inauguración, ante el anuncio de la presencia del gerente de la Corporación, el Dr. Ernesto Mendoza Lince, quien me hizo no solo el homenaje de su presencia, sino al otorgarle al Hotel la condecoración máxima de esa importante entidad nacional, la que personalmente me impuso en la ceremonia de inauguración.

Acto de inició con la bendición a cargo del padre Alfonso Blanco
                     
El esfuerzo de tener en esos momentos un hotel en la ciudad de las mejores características, permitió que llenara los estándares de un establecimiento de 3 estrellas, logro que  se obtuvo a base de sacrificio y esfuerzo, y tras cuya meta estábamos, en unión de mis colaboradores.

Al poco tiempo percibí que el reducido frente y la tímida fachada que ahora representaba la imagen del hotel sobre la Cero, no simbolizaba un ícono hotelero suficientemente atractivo, y no llenaba las expectativas de la clientela, sobre todo con la aparición en el mercado de nuevos establecimientos como el Casino Internacional, que ofrecía nuevos e atrayentes servicios a la clientela venezolana, como su Casino y su Night Club.

Ahora me enfrentaba a nuevas disyuntivas! Si nos manteníamos estáticos, la competencia nos arrollaría. Se imponía encontrar nuevas salidas!  Tras su búsqueda continué, encontrándome con un hecho afortunado para mí, aunque no tanto para  mi contraparte de este negocio, de ese momento.

Nuestra propiedad vecina al norte, había sido desde el inicio, la casa de la familia del Abogado Dr. Alfonso Vanegas quien hacía años había muerto, y que ahora la habitaba su viuda. Ella vivía en esa gran casa familiar, con un par de sus hijos mayores, quienes lamentablemente eran inútiles.

Me entrevisté con ella para proponerle  la compra de su casa, esfuerzo que ameritaba hacerlo, para poder disponer de tan imprescindible terreno para una futura ampliación y, a ella le representaba salir de su postrado estado económico. Con poco desacuerdo llegamos a un precio y convinimos una forma de pago.

Para abreviar el cuento, paso a  relatar que, ya hecho a la propiedad de inmediato decidí diseñar la ampliación de esta nueva etapa del hotel.  

Claramente me pareció que aparte de aumentar el número de habitaciones, debía buscar una mayor fortaleza que en alguna medida contrarrestara la competencia, y fuera generador de nuevos servicios, los que a la par de darle un mejor estatus al hotel, pudieran atender los muchos negocios de festejos y de eventos que se realizaban en la ciudad, y en  el que el cliente encontrara sitios de la mayor elegancia y comodidad. Además, este esfuerzo debía servir para aprestigiar el nombre y  la calidad del hotel en su conjunto.
  
Hay que reconocer lo que significó el importante cambio que le dio esa nueva ampliación de la fachada y de esa actualización, que hoy trasmite una presencia más moderna al hotel, actualizada y en concordancia  con sus nuevos servicios, que significan hoy la dotación de excelentes instalaciones para eventos, amplios estacionamientos, piscina,  restaurantes y el incremento del número de habitaciones.

Todo ello ha contribuido a renovar su presencia en la ciudad.
       
Tal  trasformación física, a la que mi hijo Juan Fernando le ha puesto todo el empeño y esfuerzo, y quien con justicia se vanagloria de los cambios hechos, en los que ha puesto un cariño inmenso, y a los que le entrega cada día una consagración permanente, habiendo logrado mantenerlo, remozarlo, convirtiéndolo hoy (2017) en uno de los mejores de la ciudad.

La mejor parte, la que más brilla hoy y en la que no tengo honores que reclamar, y cuyo éxito no corresponde a mis acciones, es el excelente posicionamiento que en todos los aspectos ha logrado, que no dudo en reconocer, y que  corresponde a la dedicación, profesionalismo y capacidad de su personal, a cuya cabeza se destaca mi hijo.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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