Alvaro Riascos Fernández
Nueva Fachada del hotel
En
mayo de 1976, me abordó un comisionista de finca raíz y me ofreció una
residencia que pertenecía al Dr. Ciro Álvarez Barrios, destacado médico
ocañero, recién desaparecido, quien dejó esa muy amplia casa de una planta, en
un enorme lote y la que tenía su ingreso por la calle 6ª, entre avenida Cero y
1ª.
Tal
oferta me interesó, aunque en ese momento no sabía que uso podría darle.
Cúcuta
atravesaba en ese momento una de las varias temporadas de inusitada actividad
comercial, gracias al verdadero torrente de gentes proveniente de Venezuela,
factor este, que tal vez me prendió una luz sobre el uso que podía dársele. Las
ideas me fluían sobre qué hacer, así que estudié las opciones de remodelarla
para abrir allí un pequeño hotel.
Yo
ya me había compenetrado con esa actividad por la experiencia dejada por la
resiente inversión en el hotel La Sierra de Santa Marta, y por tanto el tema no
me era extraño. Estaba familiarizado con sus secretos, y conocía ya sus fortalezas y debilidades.
Para
la ampliación contemplé construir un segundo piso sobre la placa de cubierta
plana que originalmente tenía la casa, aprovechando la dimensión y solidez de
sus muros y de la construcción toda; ampliación esta con la que calculaba
lograría unas 15 habitaciones con su baño, a más los servicios básicos
necesarios.
Sería
un pequeño hotel con tal capacidad, complementado con su restaurante, cocina y
demás exigencias del servicio. Además, dispondría de jardines, piscina y un
barcito instalado en un muy simpático quiosco de paja, frente a la piscina, el
que encontré como dotación extra de la casa, y el que apropiadamente arreglado, lucia muy agradable. Así lo
decidí, y al efecto busqué financiación bancaria, obteniendo con Davivienda un
crédito de $800.000 para su remodelación, suma que se me concedió, y que me lo
permitió.
La
remodelación al final quedó muy bien y trasformó totalmente la casa.
El
negocio pronto empezó a rentar, permitiéndome atender cumplidamente la deuda
adquirida, y ofreciéndome, casi de inmediato buenos resultados.
Encuentro
justo hacer un reconocimiento a dos personas que jugaron un papel importante,
tanto en su programación, como en la organización de su operación inicial.
Trabajaba
para tal fecha conmigo, como sub gerente de mis negocios, el administrador de
empresas el caleño Hernán Zorrilla, quien acababa de retirarse de la Gerencia
del City Bank de Cúcuta. Era un excelente profesional, conocedor de los temas
financieros y administrativos, y quien entró a ser parte del equipo de
profesionales de mi oficina, atendiendo los aspectos financieros y en general
los de los negocios.
Estaba
casado con una muy querida señora caleña, como él, doña Gloria Arroyave,
quienes con quien formaba una pareja absolutamente entregada al trabajo y
quienes fueron soporte muy importante en este mi nuevo negocio.
Hernán
se puso al frente de la parte organizativa y contable, y ella de la
administración del hotel, actividades a las que se entregaron con el mayor
entusiasmo, pudiendo lograr una excelente organización hotelera y buenos
resultados.
Para
el día anterior a su apertura programé un coctel en las propias instalaciones
del hotel, para atender tanto a las autoridades de la ciudad, como a personas
representativas de sus estamentos, con quienes tenía alguna relación
empresarial, así como a personalidades del sector turístico, y a mis amigos. El
acto inició con la bendición a cargo del Padre Alfonso Blanco, y allí lo
bautizó con el nombre Arizona, ceremonia que remató con mis palabras de saludo
y agradecimiento.
A
la reunión se hicieron presentes unas 60 personas, representantes de las
distintas actividades mencionadas. Fue ocasión que resultó muy grata y en la
que los amigos me felicitaron y valoraron el esfuerzo hecho y mi oportuna
ocurrencia, que ayudaba a ampliar la planta hotelera de la ciudad, en momentos
en que se hacía indispensable atender la demanda creciente.
El
evento estaba programado para un viernes, día de la llegada de enorme número de
compradores venezolanos. Desde temprano se me informó que en la puerta había
una fila de personas quienes solicitaban alojamiento, pues, de lo contrario
tendrían que dormir dentro de sus autos! Instruí que no podríamos dar
alojamiento hasta que saliera el último de nuestros invitados. Tal anuncio
aseguró una cola de personas esperanzadas en poder obtener alojamiento! Esa primera noche tuvimos el
primer lleno total, ocupación que frecuentemente, se repitió para esa época.
Este
exitoso resultado me estimuló
rápidamente a pensar en encontrar la forma de hacer una ampliación, viendo
todas las facilidades que el terreno ofrecía, dada su ubicación, estando
desarrollado totalmente al centro de la manzana, lo que me permitía pensar en
anexarle una de las muchas casas, que la rodeaban y cuyos lotes ofrecían salida a una de las
calles alrededor de la manzana. Sin embargo, yo miraba primordialmente
encontrar acceso por la Ave 0.
Para
mí buena suerte, el único lote que teniendo tal condición no estaba construido
era uno bastante estrecho, de tan solo 10 metros de frente, por 42 metros de
fondo, pero el que afortunadamente lindaba exactamente con el área de jardín de
la piscina y del quiosco bar del hotel, lo que consideré era absolutamente
afortunado.
Visto
el lote de la Ave 0 parecía un sitio abandonado. Hacia el interior estaba
totalmente oculto por un primitivo cerramiento, que permitía ver solamente una
maleza sobresaliente y de gran altura.
Hice
algunas gestiones sin que nadie me diera razón de sus propietarios. Tuve que
conseguir un equipo de vendedores locales de finca raíz, para lograr obtener el
nombre del propietario. Resultó ser de una
familia de Cúcuta, de quien supe se había ido a vivir hacía años a
Caracas. Al saberlo, había retado al “detective” a averiguar su dirección.
Lo
más preciso que logró saber es que ellos tenían una tipografía de nombre
“Moderna”, en esa capital.
Entusiasmado
como estaba, me parecía que no podía aplazar tal gestión, así que de inmediato
organicé viaje a esa ciudad lleno de ánimo y de optimismo. Para acortar el
cuento, diré que el negocio se dio, y ya dueño de esta propiedad empecé a
ilusionarme pensando en lo que debería hacer allí.
Fue
corto el plazo que me tomé para diseñar un proyecto de lo que sería este nuevo tramo del hotel, cuya
situación comercial cambiaría con esa nueva entrada por la importante Avenida
0.
Para
poder realizar la edificación programada, debí recurrir a un crédito de fomento
de los ofrecidos entonces por la desaparecida Corporación Nacional de Turismo.
Las cosas se dieron satisfactoriamente y con mi entusiasmo y el apoyo de la
CNT, rápidamente lo saqué adelante.
Una
vez terminado, programé una especial reunión
de inauguración, ante el anuncio de la presencia del gerente de la Corporación,
el Dr. Ernesto Mendoza Lince, quien me hizo no solo el homenaje de su
presencia, sino al otorgarle al Hotel la condecoración máxima de esa importante
entidad nacional, la que personalmente me impuso en la ceremonia de
inauguración.
Acto de inició con la bendición a
cargo del padre Alfonso Blanco
El
esfuerzo de tener en esos momentos un hotel en la ciudad de las mejores
características, permitió que llenara los estándares de un establecimiento de 3
estrellas, logro que se obtuvo a base de
sacrificio y esfuerzo, y tras cuya meta estábamos, en unión de mis
colaboradores.
Al
poco tiempo percibí que el reducido frente y la tímida fachada que ahora representaba
la imagen del hotel sobre la Cero, no simbolizaba un ícono hotelero
suficientemente atractivo, y no llenaba las expectativas de la clientela, sobre
todo con la aparición en el mercado de nuevos establecimientos como el Casino
Internacional, que ofrecía nuevos e atrayentes servicios a la clientela
venezolana, como su Casino y su Night Club.
Ahora
me enfrentaba a nuevas disyuntivas! Si nos manteníamos estáticos, la
competencia nos arrollaría. Se imponía encontrar nuevas salidas! Tras su búsqueda continué, encontrándome con
un hecho afortunado para mí, aunque no tanto para mi contraparte de este negocio, de ese
momento.
Nuestra
propiedad vecina al norte, había sido desde el inicio, la casa de la familia
del Abogado Dr. Alfonso Vanegas quien hacía años había muerto, y que ahora la
habitaba su viuda. Ella vivía en esa gran casa familiar, con un par de sus
hijos mayores, quienes lamentablemente eran inútiles.
Me
entrevisté con ella para proponerle la
compra de su casa, esfuerzo que ameritaba hacerlo, para poder disponer de tan
imprescindible terreno para una futura ampliación y, a ella le representaba
salir de su postrado estado económico. Con poco desacuerdo llegamos a un precio
y convinimos una forma de pago.
Para
abreviar el cuento, paso a relatar que,
ya hecho a la propiedad de inmediato decidí diseñar la ampliación de esta nueva
etapa del hotel.
Claramente
me pareció que aparte de aumentar el número de habitaciones, debía buscar una
mayor fortaleza que en alguna medida contrarrestara la competencia, y fuera
generador de nuevos servicios, los que a la par de darle un mejor estatus al
hotel, pudieran atender los muchos negocios de festejos y de eventos que se
realizaban en la ciudad, y en el que el cliente
encontrara sitios de la mayor elegancia y comodidad. Además, este esfuerzo
debía servir para aprestigiar el nombre y
la calidad del hotel en su conjunto.
Hay
que reconocer lo que significó el importante cambio que le dio esa nueva
ampliación de la fachada y de esa actualización, que hoy trasmite una presencia
más moderna al hotel, actualizada y en concordancia con sus nuevos servicios, que significan hoy
la dotación de excelentes instalaciones para eventos, amplios estacionamientos,
piscina, restaurantes y el incremento
del número de habitaciones.
Todo
ello ha contribuido a renovar su presencia en la ciudad.
Tal trasformación física, a la que mi hijo Juan
Fernando le ha puesto todo el empeño y esfuerzo, y quien con justicia se
vanagloria de los cambios hechos, en los que ha puesto un cariño inmenso, y a
los que le entrega cada día una consagración permanente, habiendo logrado
mantenerlo, remozarlo, convirtiéndolo hoy (2017) en uno de los mejores de la
ciudad.
La
mejor parte, la que más brilla hoy y en la que no tengo honores que reclamar, y
cuyo éxito no corresponde a mis acciones, es el excelente posicionamiento que
en todos los aspectos ha logrado, que no dudo en reconocer, y que corresponde a la dedicación, profesionalismo
y capacidad de su personal, a cuya cabeza se destaca mi hijo.
Recopilado por: Gastón Bermúdez
V.
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