Magaly Rubio (La Opinión)
Así lucen hoy algunas de las calles del
barrio El Salado
Casas como las de Enrique Medina recuerdan
las viviendas de El Salado de antes
Como una reliquia, conserva Enrique Medina
las escrituras de su casa
Esto es lo único que se conserva de la
antigua estación del ferrocarril
El Colegio Eustorgio Colmenares Baptista es
una de las obras de mostrar del barrio
Su población, es un su mayoría católica
Solo unas cuantas casas conservan su
aspecto antiguo, ese que muchos recuerdan siempre que pasan por donde Enrique
Medina, un cucuteño que llegó a vivir a El
Salado cuando apenas tenía 12 años.
Según consta en una
escritura hecha a mano, la casa fue
comprada por su papá en 1911; se dice que es de las más viejas del barrio. La
vivienda permanece detenida en el tiempo. Su techo de teja, paredes de barro,
amplios corredores, ventanas en madera y un patio envidiable, recuerdan a El
Salado de hace más de 160 años.
Los vecinos aseguran
que nada de lo que se observa hoy se proyectaba cuando lo que ahora son
viviendas y urbanizaciones eran solo unos potreros para cabras y suelo para los
cultivos de arroz. Estaban
ubicados a 5 kilómetros de Cúcuta, un territorio que veían lejano; eran solo un
corregimiento.
Sin embargo, poco a
poco se fue poblando y en 1986 El
Salado, que obtuvo su nombre, según reposa en libros de historia por una laguna
cristalina que estaba a los alrededores y tenía un sabor salado; se
convirtió en un barrio más de Cúcuta.
En sus inicios la
población no contaba con más de 20 familias; en 2017, supera los 5 mil
habitantes.
Por su cercanía con
Venezuela, la mayoría de sus habitantes poseía doble nacionalidad o al menos
iba y venía constantemente entre los dos países.
Los hombres trabajaban
cortando caña en el vecino país, mientras que la mujeres se dedicaban a lavarle
la ropa a las trabajadoras de los prostíbulos que había en los sectores
cercanos; esa era la economía del barrio.
Para Francisco
Maldonado, presidente de Junta de Acción Comunal, la falta de presencia del
estado es lo que ha hecho que este barrio no tenga más desarrollo. En sus
terrenos funcionó la estación Kilómetro 5 del ferrocarril, patrimonio nacional
desde 1994.
Los vecinos recuerdan
que en el lugar se hacían las rumbas del barrio, el espacio se prestaba para
que fuera el punto de encuentro de todos. Sin embargo, al dejar de funcionar el
ferrocarril, la estación quedó vacía y los años le pasaron factura; en el 2011
finalmente fue demolido lo poco que quedaba en pie.
Hoy, los vecinos
sueñan con poder hacer una réplica de esa estación que para ellos es
emblemática. Así como un Malecón donde recrearse.
Hoy por hoy
Según cuenta
Maldonado, aún son muchas las necesidades que tienen en el barrio. Muchas
calles están sin pavimentar y sueñan con tener el tan anhelado hospital, pues
dicen merecerlo por ser ‘el papá’ de los barrios que hoy conforman la comuna 6.
Esperan la
recuperación del espacio público de la avenida Panamericana, una vía que les
dio desarrollo.
También, más
oportunidades de empleo para la comunidad, pues con la llegada de venezolanos
al barrio, la informalidad ha aumentado a niveles nunca antes vistos.
La delincuencia e
inseguridad, dicen que es un mal de todos los barrios y que por eso trabajan
por mejorar su fama; aunque también esperan que la Policía colabore para
construir entre todos un mejor sector y no seguir arrastrando la mala fama de
sus inicios.
Otros datos
Se dice que Juan
Maldonado, fundador de San Cristóbal (Venezuela), a su paso por estos caminos
creó una ranchería para el descanso de sus hombres en lo que hoy se conoce como
El Salado.
Tomó el nombre de una
laguna cristalina que estaba en los alrededores y que tenía un característico
sabor salado.
Este sector tuvo un
auge comercial el siglo pasado porque era el cruce de caminos de herradura.
La imagen de la
patrona, Santa Rosa de Lima, fue traída de Cataluña (España) por Rita Mora de
Sándica, en 1905.
La construcción del
templo la iniciaron a comienzos del siglo XX Pedro Contreras y Oscar Bautista,
quienes fundaron una gran tienda y la ganancia la destinaron a la compra de
materiales y el pago de la mano de obra. Virgilio Chona Albarracín fue el
primer párroco, y se esmeró por el crecimiento espiritual de los feligreses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario