miércoles, 18 de julio de 2018

1339.- CORREGIMIENTO EL SALADO, SE CONVIRTIO EN BARRIO DE CUCUTA



Magaly Rubio  (La Opinión)

Así lucen hoy algunas de las calles del barrio El Salado

 Casas como las de Enrique Medina recuerdan las viviendas de El Salado de antes

Como una reliquia, conserva Enrique Medina las escrituras de su casa

Esto es lo único que se conserva de la antigua estación del ferrocarril

El Colegio Eustorgio Colmenares Baptista es una de las obras de mostrar del barrio

Su población, es un su mayoría católica

Solo unas cuantas casas conservan su aspecto antiguo, ese que muchos recuerdan siempre que pasan por donde Enrique Medina, un cucuteño que llegó a vivir a El Salado cuando apenas tenía 12 años.

Según consta en una escritura hecha a mano, la casa fue comprada por su papá en 1911; se dice que es de las más viejas del barrio. La vivienda permanece detenida en el tiempo. Su techo de teja, paredes de barro, amplios corredores, ventanas en madera y un patio envidiable, recuerdan a El Salado de hace más de 160 años.

Los vecinos aseguran que nada de lo que se observa hoy se proyectaba cuando lo que ahora son viviendas y urbanizaciones eran solo unos potreros para cabras y suelo para los cultivos de arroz. Estaban ubicados a 5 kilómetros de Cúcuta, un territorio que veían lejano; eran solo un corregimiento.

Sin embargo, poco a poco se fue poblando y en 1986 El Salado, que obtuvo su nombre, según reposa en libros de historia por una laguna cristalina que estaba a los alrededores y tenía un sabor salado; se convirtió en un barrio más de Cúcuta.

En sus inicios la población no contaba con más de 20 familias; en 2017,  supera los 5 mil habitantes.

Por su cercanía con Venezuela, la mayoría de sus habitantes poseía doble nacionalidad o al menos iba y venía constantemente entre los dos países.

Los hombres trabajaban cortando caña en el vecino país, mientras que la mujeres se dedicaban a lavarle la ropa a las trabajadoras de los prostíbulos que había en los sectores cercanos; esa era la economía del barrio.

Para Francisco Maldonado, presidente de Junta de Acción Comunal, la falta de presencia del estado es lo que ha hecho que este barrio no tenga más desarrollo. En sus terrenos funcionó la estación Kilómetro 5 del ferrocarril, patrimonio nacional desde 1994.

Los vecinos recuerdan que en el lugar se hacían las rumbas del barrio, el espacio se prestaba para que fuera el punto de encuentro de todos. Sin embargo, al dejar de funcionar el ferrocarril, la estación quedó vacía y los años le pasaron factura; en el 2011 finalmente fue demolido lo poco que quedaba en pie.

Hoy, los vecinos sueñan con poder hacer una réplica de esa estación que para ellos es emblemática. Así como un Malecón donde recrearse.

Hoy por hoy 

Según cuenta Maldonado, aún son muchas las necesidades que tienen en el barrio. Muchas calles están sin pavimentar y sueñan con tener el tan anhelado hospital, pues dicen merecerlo por ser ‘el papá’ de los barrios que hoy conforman la comuna 6.

Esperan la recuperación del espacio público de la avenida Panamericana, una vía que les dio desarrollo.

También, más oportunidades de empleo para la comunidad, pues con la llegada de venezolanos al barrio, la informalidad ha aumentado a niveles nunca antes vistos.

La delincuencia e inseguridad, dicen que es un mal de todos los barrios y que por eso trabajan por mejorar su fama; aunque también esperan que la Policía colabore para construir entre todos un mejor sector y no seguir arrastrando la mala fama de sus inicios.

Otros datos

Se dice que Juan Maldonado, fundador de San Cristóbal (Venezuela), a su paso por estos caminos creó una ranchería para el descanso de sus hombres en lo que hoy se conoce como El Salado.

Tomó el nombre de una laguna cristalina que estaba en los alrededores y que tenía un característico sabor salado.

Este sector tuvo un auge comercial el siglo pasado porque era el cruce de caminos de herradura.

La imagen de la patrona, Santa Rosa de Lima, fue traída de Cataluña (España) por Rita Mora de Sándica, en 1905.

La construcción del templo la iniciaron a comienzos del siglo XX Pedro Contreras y Oscar Bautista, quienes fundaron una gran tienda y la ganancia la destinaron a la compra de materiales y el pago de la mano de obra. Virgilio Chona Albarracín fue el primer párroco, y se esmeró por el crecimiento espiritual de los feligreses.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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