sábado, 31 de agosto de 2019

1555.- DUELO DE TITANES



Beto Rodríguez  (Imágenes)

Gonzalo Canal Ramírez

Víctor Manuel Pérez y Gonzalo Canal Ramírez, eran “dos machos de pelo en pecho, como no parió otra madre”. A su paso se sentía ambiente de valentía, algo propio de los varones acostumbrados a controlar el miedo para no caer en el pánico, que ciega al hombre, lo siega, lo entorpece y lo denigra.

El primero era rojo liberal gaitanista, concejal de Cúcuta y Villa Rosario (su tierra), suave, silencioso, dedicado al trabajo con buen nombre frente a su industria panificadora en la bucólica ciudad del decenio de 1940.

El segundo azul intelectual, conservador, gramalotero, ex seminarista, fina pluma, filósofo, abogado, viajero incansable y jamás olvidó su profesión de tipógrafo.

No obstante, sus virtudes y la condición política que los separaba, tenían algo en común: eran fácil presa del odio partidista y habían jurado matarse tan pronto se presentara la ocasión sin poner en peligro la vida de inocentes.

En sitios públicos alcanzaron a tocar las armas, pero la presencia de gente los hacía entrar en la pacífica razón que distingue a los seres pensantes y la batalla era aplazada.

La violenta escena se repetía a menudo y los protagonistas se cruzaban penetrantes ígneas miradas insultantes, sin dejar a un lado la prudencia.

Una mañana en fecha y día perdidos en la desmemoria del relato, se encontraron en sitio apropiado de Villa Rosario y los observadores se lanzaron despavoridos al suelo.

Algunos se parapetaron tras los árboles, mientras Pérez y Canal tomaban posiciones e inició la balacera que duró el tiempo justo para que el humo de la pólvora le diera olor de enfrentamiento al sitio.

Tan pronto cesaron las detonaciones Pérez resultó con una rodilla rota y Canal con una herida en una mano.

Pérez pasó a la historia fronteriza con el apodo de Patepuntilla, y el escritor Canal como El Mocho.

Pérez con su limitación se balanceaba al andar, no dejó a un lado su labor cotidiana y su quehacer político.

Testigos de mérito entre éstos el dos veces ex alcalde Cúcuta Numa P. Guerrero, siempre dijo que el resultado de la lucha fue de esta forma.

Los descendientes del literato Canal Ramírez (todos muy jóvenes), no tienen noticia alguna en torno a ese mote y las condiciones de la pelea.

Muchos ancianos llegaron a creer, que el asunto de Mocho se trató de una ironía, debido a la felina velocidad del dirigente conservador en el momento de sacar el bélico artefacto.

Con el paso de los meses, el cinco de febrero de 1950, Pérez fue asesinado de cuatro balazos por la espalda en el barrio La Cabrera, donde hoy queda el garaje de La Opinión y en su condición de mártir expiró sobre su sangre, producto del viejo conflicto fratricida. Cerca al lugar del patíbulo estaba su tierna hija Mercedes de apenas 12 años.

Canal Ramírez partió a Bogotá, en donde a su momento murió de causas naturales, y allá desarrolló, una inmensa labor cultural vanguardista en su Editorial Antares.

Con la llegada al poder y la caída del general boyacense Gustavo Rojas Pinilla, empezó un proceso de paz que culminó con la posterior creación del Frente Nacional y menguó en parte la cruel disputa.

Muchos colombianos desconocen que miles de adultos, adolescentes, mujeres y niños, abonaron el campo con sus cadáveres, se disparó el número de viudas con sus hijos desamparados y se depuró a nivel de sólida empresa el oficio de vender pompas fúnebres.

Terminó la bronca de los colores y aún sigue el enfrentamiento social, el cual terminará cuando impere la justicia y el bienestar general sobre la tierra llena de frutos a perpetuidad.

No hay duda, Pérez y Canal Ramírez padecieron la lacerante lidia que aún embarga a la Patria, y su padecimiento será en nueva era, motivo de reflexión en torno a tanta tragedia irrepetible.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

1 comentario:

  1. Una excelente crónica, que relata el inútil enfrentamiento de dos hombres notables. Admirable escritor don Gonzalo Canal Ramírez. Su obra debería difundirse de manera más amplia.

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