Lynda
Nadiezhda Meléndez (Imágenes)
Parque del antiguo Gramalote con la
estatua de Secundino Jácome entre las dos torres.
Estatua de Secundino Jácome
En la segunda mitad del Siglo XIX, fue
ordenado sacerdote un hombre muy particular. Tenía casi 50 años al momento de
su ordenación; tenía rasgos negroides, ya que era hijo de una esclava; y había
recibido la educación que, en ese momento, recibían los criollos.
¿Por qué esto sería extraño o misterioso?
Por varias razones: en ese momento, era raro
que la Iglesia aceptara lo que denominan “vocación tardía”; igualmente, no hay
evidencia de que acostumbraran ordenar a personas de la raza negra o a hijos de
esclavos negros; por último, el hijo de una esclava nunca recibía la educación
de un criollo.
Esto genera curiosidad sobre el origen de
Secundino Jácome. Según documenta el historiador Jorge Meléndez en su libro El hijo de Bolívar, el obispo le pidió que le explicara su
origen.
Secundino respondió que estaba seguro de
haber nacido en Ocaña y que su madre era una negra esclava y nada más. Aquí es
donde entra a jugar un papel muy importante el historiador y su método para
interrogar los documentos y sus contextos, para encontrar la secuencia de los
hechos que tejieron una vida.
En el libro, se destacan varios momentos
tanto en la vida de Secundino como en la de la historia de Colombia: la Campaña
Admirable, la ubicación de Lucía León, el nacimiento de Secundino, su formación
en Cúcuta y su ordenación en Pamplona.
También se destacan varios personajes: Simón
Bolívar, Lucía León, el padre Álvarez Güedez, el padre Alejo María Buzeta, don
Miguel Ibáñez y, por supuesto, la familia Jácome.
También hay lugares: Ocaña, Cúcuta, Pamplona,
la parroquia de Santa Ana, la parroquia de Aguachica, la finca Venadillo.
Y un documento: una partida de bautizo
reconstruida a partir de las anotaciones de un libro perdido.
Comenzar por explicar la importancia de una
partida de bautismo, es lo más apropiado para explicar este entuerto. En el
siglo XIX, la forma de demostrar la identidad y la genealogía, era a partir de
la partida de bautizo. Este documento era tan importante como lo es el registro
civil o la cédula de ciudadanía actualmente.
Por lo tanto, la fidelidad del documento
garantizaba la veracidad de la información. La partida de bautizo de Secundino
Jácome fue registrada en el año 1817. En el libro de partidas aparece una advertencia
en el lomo, donde anuncia que el padre Álvarez Güedez reconstruyó el libro de
bautismos, porque, desde 1807 no aparecían los libros.
Advierte, adicionalmente, que se reconstruía
a partir de los apuntes, que era una expresión de la época para decir que había
notas desordenadas de los nacimientos y bautismos.
Es por esta razón, por los apuntes, que el
obispo de Santa Marta autorizó la reconstrucción del libro de bautismos. En la
partida de bautismo se menciona que, quien lo bautizó, fue el padre Alejo María
Buzeta, que la madre era la esclava Lucía León y no se menciona al padre del
niño, que era costumbre de la época, aun cuando el padre no lo reconociera.
Tampoco menciona el año de nacimiento.
¿Quién era el padre Buzeta?
El historiador Jorge Meléndez ha publicado un
par de libros sobre él y lo ha incluido como referente y como contexto en algunos
otros, donde se habla sobre la campaña independentista y su contexto.
Es decir, el padre Buzeta es un referente dentro
la historia de la independencia de Colombia. El padre Buzeta era un cura criollo,
adinerado, hijo de un español y que había recibido una buena herencia.
Además, era muy bueno para los negocios (el
Real Estanco de Mompox, entre otros, se abastecía de su melaza para producir alcohol).
Era un hombre muy rico y, como tal, era de los que respaldaban al Ofi cial Real
don Miguel Ibáñez, quien se hizo muy buen amigo del padre desde su llegada a
Ocaña en 1780.
El padre Buzeta fue trasladado como párroco
de Aguachica cuando se erigió su parroquia, donde fue denunciado por ser
“tolerante” con los contrabandistas.
La biografía del padre Buzeta muestra un
montón de irregularidades, ya que, al parecer, era un hombre soberbio y tuvo pleito
cuando no lo nombraron vicario. Esta situación llevó a su destitución como sacerdote
en oficio en el año 1807 (año en que desaparecen los libros de registro de
nacimientos y bautizos en la parroquia de Santa Ana).
Cuando se establece el cabildo que va a
declarar la independencia en 1811, es reivindicado por los patriotas y lo nombran vicario, cargo que ocupa hasta 1816, cuando
llega Pablo Morillo.
El padre Buzeta recibe como castigo una multa de $1.000 y
se le manda prisionero a Santa Marta. La multa se la cobraron con esclavos,
entre ellos Lucía León (la madre de Secundino), quienes fueron entregados a la
familia Jácome.
¿Por qué es importante Lucía León en esta historia? Pues,
resulta que Lucía León fue designada para atender a Simón Bolívar en la finca
Venadillo, propiedad del padre Buzeta, donde se alojó el libertador a finales
de 1812 y enero de 1813, antes de iniciar la Campaña Admirable.
El Libertador se presentó públicamente en Ocaña el 7 de
febrero de 1813, y se estaba alojando en la finca a la salida de Ocaña que daba
a la cuesta que se conocía como Alto de La Camarona.
Lucía León juró ante un cura que Bolívar la tomaba sexualmente
todas las mañanas. Esto se quedaría en un dato anecdótico, de no ser porque
Bolívar la llevó como cocinera del Estado Mayor de la Campaña Admirable, que
partió el 16 de enero de 1813.
Y sería simplemente un dato más, de no ser porque desde
Rubio, en marzo de 1813, la devolvió al padre Buzeta, sin ninguna explicación.
Luego vino la destitución del padre Buzeta en 1816, el
paso de Lucía León a la familia Jácome y la desaparición del libro de registro
de nacimientos y bautizos de 1807 a 1816.
Esto podría ser irrelevante de no ser por otro hecho
curioso: la familia Jácome le brindó a Secundino, el hijo de la esclava, la
educación que, en esa época, solo recibían los criollos.
Cuando Secundino quedó huérfano, fue trasladado a Cúcuta
para que lo criaran las señoritas Jácome. Al parecer, la familia Jácome le
brindó cuidados especiales.
Con las señoritas Jácome, Secundino recibió formación en
humanidades, formación religiosa y, dicen, que era “muy bueno” para cantar.
Incluso hay anécdotas propias del racismo, que se atreven a afirmar que, esas
habilidades, venían de la nobleza de los Bolívar “no de un negro”, así como los
rasgos físicos de El Libertador.
Luego aparece la vocación tardía de Secundino, quien
colaboraba como cantor en la parroquia de Villa del Rosario de Cúcuta, varias
veces solicitó ser admitido para la carrera eclesiástica, y, después de muchas
dilaciones, fue admitido al Seminario de Pamplona y es ordenado sacerdote en
1861, año en que la Iglesia tiene cazada una pelea con el anticlerical General
Mosquera.
Rápidamente, es nombrado párroco en Gramalote, un
privilegio que no todos los curas ordenados llegaron a tener.
Si bien es cierto que los cronistas dicen que Bolívar no
tuvo hijos, también es cierto que la labor de un historiador profesional es
interrogar a los documentos y permitir que le cuenten otra historia.
También es cierto que no existe ninguna partida bautismal
que diga expresamente “hijo de Simón Bolívar”, sin embargo, tantos privilegios
para el hijo de una esclava, en medio del contexto en el que se encontraba, y
tantas anécdotas a su alrededor y tanto misterio alrededor de su nacimiento,
permiten suponer con bastante nivel de certeza, que Bolívar sí tuvo un hijo, a
quien llamaron Secundino.
Todas las referencias documentales y el contexto alrededor
de este tema, se encuentran explicadas y detalladas en el libro “El hijo de
Bolívar” del historiador Jorge Meléndez Sánchez, editado en 2015 y distribuido
por la Librería Nacional, la Librería Lerner y el Fondo de Cultura Económica.
Es necesario aclarar que es diferente “fundar” una ciudad
que “erigir” una parroquia. La fundación de una ciudad, es un tema jurídico. Se
fundan las ciudades, las villas y los pueblos. Las parroquias se erigen cuando
hay capacidad del vecindario para sostener al cura.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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