Alfonso López Pumarejo emprendió viaje, primero a Pamplona donde fue recibido por el gobernador Miguel Durán Durán, para continuar a la ciudad capital del departamento donde se le esperaba finalizando la tarde.
Finalizando su primer mandato presidencial, Alfonso López Pumarejo emprendió su último periplo por las agrestes regiones del gran Santander, como ha sido costumbre entre políticos cuando están terminando su periodo.
Luego de su llegada a Bucaramanga el viernes 14 de enero, donde se le tributó un impresionante recibimiento, ese mismo día emprendió viaje, primero a Pamplona donde fue recibido por el gobernador Miguel Durán Durán para continuar a la ciudad capital del departamento donde se le esperaba finalizando la tarde.
Al presidente lo acompañaba una nutrida comitiva entre los que estaban, además de su esposa, sus hijos Fernando y María Mercedes, los ministros de Gobierno y de Relaciones Exteriores, Alberto Lleras Camargo y Gabriel Turbay, los gobernadores de Antioquia, Caldas y Cundinamarca, el ministro venezolano Zérega Fombona y el político cucuteño Luis Buenahora, entre otros.
Una visita presidencial en aquellos tiempos era más que una fiesta nacional, razón por la cual, todos los habitantes que tenían sus casas sobre el recorrido presidencial, prometieron izar el pabellón nacional, así como en las casas de la ciudad como signo de bienvenida al primer mandatario.
Dentro del rigor que exigía una visita de esta clase, el gobernador expidió un decreto en el que se nombraba Jefe de Protocolo al doctor Manuel Guillermo Cabrera, exministro de Colombia en Caracas como Jefe de Protocolo y de quien se decía que, como hombre de exquisita cultura y envidiable disciplina mental, prestará su valioso contingente como organizador del homenaje al señor presidente.
De igual manera, el presidente de Venezuela, general Eleazar López Contreras, designó una comisión especial de saludo a su homólogo colombiano y viajará a la población de San Antonio con el ánimo de encontrarse con su par en el puente internacional. El cónsul venezolano en la ciudad, Encarnación Centeno, confirmó la noticia de la presencia del presidente venezolano quien dijo que vendría acompañado de una comisión especial integrada por algunos ministros y gobernadores de su país.
Una de sus primeras actividades, antes de iniciar el protocolo oficial, era conocer de primera mano los trabajos que venían desarrollándose en la selva del Catatumbo previa la explotación petrolera, licencia que su gobierno había otorgado a las compañías gringas Colombian Petroleum Company y Texas Oil Company, que por esos días estaban listas a iniciar sus operaciones productivas.
El viaje se realizó en el avión presidencial, que para ese entonces era un trimotor, que se identificaba con el número 625 y que despegó del aeropuerto de Los Patios. El viaje duró dos horas y el sobrevuelo dejó satisfechos a todos los miembros de la comitiva, quienes confirmaron el avance de las obras, tal como había sido proyectado por las empresas.
El domingo 16 comenzó la programación con una visita a la casa natal del general Santander y al templo de Villa del Rosario, donde el Centro de Historia ofreció una recepción, copa de champaña incluida. A continuación, se cumplió una profusa agenda de inauguraciones, la mayoría de ellas ejecutadas durante su administración.
Adicionalmente se cumplió una serie de visitas que tenían como objetivo mostrar el grado de avance y progreso en que se hallaba la ciudad. La primera parada fue a las instalaciones de la nueva Cárcel Modelo, para inaugurarla pues fue gracias a sus gestiones que ahora la ciudad tendría un sitio adecuado para alojar a sus detenidos. De aquí se trasladó al Dispensario Antituberculoso, para su inauguración oficial, obra realizada enteramente durante su administración y en la cual tuvo gran incidencia las donaciones del mayor benefactor de la ciudad, Rudesindo Soto y su esposa Amelia Meoz y que por esta razón y en su honor se le dio su nombre.
Terminadas las inauguraciones anteriores, el presidente y su comitiva visitaron las instalaciones del nuevo acueducto, cuya obra se inició durante su mandato. De allí se dirigieron al puente Ospina, en la carretera que conducía a Ocaña para enseñarles las proyecciones que se tenían sobre un proyecto de irrigación en los valles del rio Zulia. Más tarde, inauguraron los primeros dieciocho kilómetros de la carretera a San Faustino.
De regreso y en las horas de la tarde y noche varios homenajes le fueron tributos, primero en los salones de la gobernación, luego una copa de champaña ofrecido por el Club Deportista y otra más en el Club del Comercio.
Para terminar su recorrido de cortesías, la Asociación de Empleados del Norte de Santander, a nombre de todas las Asociaciones de Empleados del Departamento, también ofreció su infaltable copa de champaña.
El lunes 16 de enero el presidente fue invitado al recinto del cabildo local, donde se le rindió su respectivo homenaje antes de continuar con las actividades que tenía programadas. En esta sesión del Concejo Municipal y en su representación, el concejal Francisco A. Torres pronunció un elocuente discurso, que el presidente agradeció y luego de las atenciones recibidas salió rumbo al aeropuerto.
Al parecer, el encuentro con el presidente del vecino país no se llevó a cabo, pues varios inconvenientes, de última hora, se le presentaron al general López Contreras que hicieron imposibles su presencia en la vecina población; sin embargo, funcionarios de menor rango, designados para el efecto, hicieron presencia en algunos de los actos protocolarios, en los que presentaron las respectivas disculpas por su ausencia.
Terminada la visita y disipados los hervores del acontecimiento era de esperarse, tal como era costumbre por esa época, que la oposición apelara a buscarle intrigas y chanchullos a la presencia del mandatario y por ello, en uno de los periódicos opositores al régimen, se publicó una columna (”Lo que nos costó la visita del Presidente”) en la que se quejaban de los gastos excesivos que había ocasionado la venida del presidente.
Tuvo entonces que salir a explicar detalladamente, el Secretario de Hacienda que los costos de la visita habían sido de sólo $16.268.15 que todos los recibos estaban debidamente visados por el Tesorero y el Contralor, y que no hubo gastos emergentes como compra de muebles y de alquiler de la casa donde se alojó el Presidente, pues ésta había sido cedida galantemente por su propietario, tanto para su alojamiento como para la recepción que ofreció a los dignatarios.
Aclarados los hechos, la discusión se dio por terminada, no sin antes reconvenir al periodista para que primero confirmara las versiones antes de publicarla.
Recopilada por: Gastón Bermúdez V.
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