sábado, 17 de febrero de 2024

2383.- BRIGADA DE MACHETEROS, GUERRA DE LOS MIL DIAS

Oscar Peña Granados

Brigada de Macheteros.

En un rincón de la Ferretería El Martillo, al lado de una caja fuerte de color negro, de buen tamaño y de una solidez a toda prueba descansaba, aunque listo a entrar en acción si era necesario, un enorme machete.

Su empuñadura era un águila de ojos rojos y a continuación una larga hoja de acero inoxidable, con un filo que le envidiaría cualquier navaja barbera como la que usaba El Artista en su peluquería de la Avenida Quinta con Calle Catorce y que afilaba en una tira de cuero que colgaba al lado del letrero que anunciaba categóricamente que no peluquearía a nadie que tuviera piojos.

Era tan pesado que ninguno de mis tíos maternos lo podía manejar adecuadamente, por lo cual y dado que ya no existía su dueño fue necesario mandarlo a recortar a fin de que pudiera ser usado en caso necesario, dada la frecuente presencia de amigos de lo ajeno en el sector donde se ubicaba la ferretería.

Su propietario era un tío abuelo: Gregorio Granados Torres, campesino oriundo de Piedecuesta y enrolado en el ejército liberal en los comienzos de la Guerra de los Mil días.

Él no fue General, ignoramos el rango que alcanzó, pero era miembro de la Brigada de macheteros que acostumbraban llegar al campamento enemigo aprovechando la obscuridad de la noche y a machete limpio dar buena cuenta de cuanto soldado gobiernista se dejara sorprender.

Intervino en la batalla de Palonegro, una de las más terribles y que ha sido tema para novelas como" El año del Sol negro", las cuales narran sus horrores.

Junto con mi nono Alejandro Granados Torres y haciendo parte del ejército del General Uribe Uribe, tuvieron que buscar refugio en San Antonio luego de haber sufrido algunas derrotas.

Mi nono, más mundano que mi tío, conquistó a la hija del dueño de la pensión donde se alojaban, ubicada en la casona donde después estaría el Almacén Chantilly y posteriormente fijaron su residencia en Cúcuta dando origen a mi tronco familiar materno.

Mi tío abuelo Gregorio los acompañó, aunque murió joven todavía, seguramente por algún quebranto adquirido en esas tropelías donde se pasaba hambre, frío y sobre todo dolor no solo físico sino también espiritual.

Caja de fuerte de la Ferretería ‘El Martillo’

Le sobrevivió por algunos años mi nono quien durante toda su vida mantuvo su talante liberal; "puto, liberal y macho" era el estribillo.

Sus hijos heredaron su valor y los varones abrazaron la causa gaitanista, con alguna participación en política de uno de ellos, herencia recogida por un nieto, David Eduardo Fajardo Granados, candidato a la Alcaldía en las anteriores elecciones (2023).

Esta guerra de los Mil días es muy importante porque llevó a su punto más álgido el enfrentamiento entre dos formas de gobernar y la decisión de utilizar la violencia para dirimir el asunto. No es exclusividad de nuestro país, pero nosotros le dimos un tono más sangriento.

Igualmente marcó la aparición del primero de una trilogía de líderes liberales que fueron asesinados, dejándonos con la duda de que tan diferente hubiera sido el país bajo su dirección: Uribe Uribe, Gaitán y Galán.

Amén de mostrarnos la inutilidad de la guerra como forma de resolver diferencias, sólo deja muerte, destrucción, pobreza y sobre todo más rencor, combustible para encender otra guerra tal como nos sucedió en la época de las dos Guerras mundiales y como lo vemos en el conflicto palestino israelí.

Y pensar que llegamos a creer que después de la pandemia la humanidad sería mejor.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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