miércoles, 2 de julio de 2014

594.- DICIEMBRE Y EL RECUERDO DE ESAS NAVIDADES EN CUCUTA



Ciro A. Ramírez Dávila

Pesebre en casa de doña Ramona Hernández de Bermúdez, diciembre de 1960

Alegría... pólvora... luces... congestión... llegó DICIEMBRE… con amaneceres fríos... ofertas múltiples... oropeles sugestivos... música popular… regalos… parrandas… bebetas y comilonas… todo porque ahora es… NAVIDAD.

La Navidad es un acontecimiento universal, todos los pueblos del mundo creyentes o no, se concitan para estas celebraciones, puesto que se despide un año y comienza otro, creando muchas esperanzas, ilusiones, expectativas, anhelos, siempre consideradas con optimismo; esperando que el cambio de calendario, produzca situaciones positivas.

Por estas calendas hay regocijo, boato, abundancia; llegan parientes, familiares y amigos de otras partes; se intercambian regalos; en fin se siente un ambiente positivo en todas las gentes.

Ah… ¡la Navidad... la Navidad… cómo no recordar, esta tradición, que nos hace quiméricamente, añorar y evocar, todas las vivencias habidas y vividas por estas épocas, tan significativas en nuestra Cúcuta, sobre todo con la intensidad como se participaba en los jolgorios tradicionales, celebrados en esta bella y alegre temporada, en nuestras barriadas.

Primeramente, hay que decirlo, de la Navidad no se hacía mención y expresión pública, hasta el primero de diciembre, hasta entonces no se desplegaba toda la algarabía comercial, religiosa y festiva; por eso, a diferencia de estos tiempos, llegábamos a ella con ímpetu… entusiasmo… fervor…

Era tradicional quemarle pólvora (voladores y morteros) a la Inmaculada Concepción. Por tanto, como ahora, la primera fiesta era el ocho de diciembre, fecha en la cual seguramente la mayoría de los cucuteños, hicimos “la primera comunión”, porque era el día programado para tal acontecimiento. 

Cuando esto acontecía en cualquier hogar, se madrugaba a misa, se reunían familiares y amigos en honor del consagrado, se echaba la casa por la ventana... con tremenda fiesta.

Después de la Purísima, se comenzaban los preparativos para la confección del pesebre casero y los comisionados del barrio, el pesebre comunitario, que sería el centro de todas las actividades decembrinas programadas en el vecindario. 

En esta labor, jugaba el ingenio de las gentes, para presentar lo mejor animado, el retablo. 

Se programaban salidas a los cerros circundantes, en búsqueda de un “chamizo”, el cual se revestiría de pinturas y escarchas, que semejaran nieve y se iluminaba con múltiples luces y bolitas de colores, resaltando en su pináculo la estrella del oriente: este fue nuestro arbolito navideño. 

Se recogían guichos, palmas y otras plantas parásitas, que con el musgo comprado en el mercado, se adornaba el escenario, donde simbólicamente nacería el Niño Dios.

El dieciséis comenzaban otras tradiciones: primeramente la “Apuesta de los Aguinaldos”, un juego costumbrista muy popular, entre parejas. 

¿Cómo no recordar todas las peripecias y argucias empeñadas por ellos y ellas, para ganarse unos aguinaldos? ¿Quién los inventaría? Se acuerdan? Pajita en Boca… al Tiento… al Dar y no Recibir… al Mudo… al Sí y al No… y el que más gustaba a los “picarones”… al Beso Robado… este pasatiempo constituía todo un entretenimiento en la barriada y originaba en todas sus gentes una animación inusitada, puesto que involucraba a jóvenes y a viejos; claro, muchas pero muchas veces, produjo resultados inesperados: disgustos... sustos... sobresaltos... noviazgos... matrimonios… hasta separaciones.

Cabe anotar, que quien perdía el aguinaldo, debía cumplir con el regalo pactado; si no lo hacía nunca más lo tendrían en cuenta los vecinos para nada. 

También ese día empezaba el rezo de la novena; se hacía en la parroquia, con la feligresía; la misa de madrugada, el revuelo de campanas, el canto de villancicos. 

En el pesebre comunitario, con los vecinos y en los hogares, con familiares y amigos; cada noche, culminaba con despliegue y alborozo de las gentes, pues aparecían… las comparsas con disfrazados... el toro de candela... las bolas de trapo encendidas... voladores... morteros... recámaras... trique-traques... buscaniguas... bengalas... salta-pericos... totes… y mata-suegras. 

Todo esto era animado con música interpretada por bandas o conjuntos populares y los olvidados… picots... que hacían sonar a todo volumen, el disco prensado de moda.

Se consumía toda clase de bebidas espirituosas: brandy... whisky… rones... aguardientes... mistelas... cerveza... chichas caseras de todos los temples… las damas tomaban ron con Coca-Cola y limón… es decir la famosa “cuba libre”… vinos diversos y el infaltable ponche-crema… Cada noche terminaba con baile, organizado en una cuadra diferente del barrio.

Los clubes sociales, durante la novena, tenían orquesta de planta o traían alguna de renombre para la temporada, por allí desfilaron las mejores colombo-venezolanas: Billo’s… Melódicos… Orlando y su Combo… Pacho Galán… Lucho Bermúdez… Corraleros… Hispanos… Graduados... quienes alternaban con las nuestras, también muy buenas: Manuel Alvarado… Víctor Suárez…Edmundo Villamizar… entre otras. 

Qué tiempos aquellos… sólo para tener en cuenta que… también tuvimos veinte años.

No podemos dejar de referenciar la variedad de viandas o platos navideños, con que exquisitamente nos deleitamos; para lo cual nuestras mamás y abuelas, fueron todas unas expertas en su confección: los buñuelos de yuca, papa o harina, nadando en la miel de la conserva de lechosa verde y panela… la natilla, entre nosotros conocida como “majarete”…la chicha espumosa y deliciosa... el masato de arroz, con clavitos o canela… las morcillas caseras picanticas, con cominos y pimienta… las empanadas de yuca o los pasteles garbanzo, acompañados de un buen “pichaque”… tortas, colaciones… y muchas más golosinas, repartidas después de rezar la novena… caramelos, chocolates, galleticas, confites, posicles, sorbetes…

Estos platillos, eran los genéricos, porque los fuertes estaban reservados para la cena de Nochebuena y de Año Nuevo, donde los perniles o jamones... el pavo horneado… y las inigualables hayacas cucuteñas... tienen una incomparable predilección y en cuya elaboración, participa toda la familia encabezada por la mamá, responsable de su exquisitez y sazón, quien distribuye las actividades: cocinar la masa, picar las carnes, soasar las hojas de “biao”, armar el fogón, alistar la leña, amarrar el tamal o escurrir la tremenda olla, una vez terminada las tres horas de cocción. 

Por eso se nos vuelve la boca agua y le hacemos custodia a la olla, para ser los primeros en saborearlas, una vez cocinadas.

Para rematar el año, tenemos que referirnos a otro pasatiempo, popular y contagioso en la comunidad, durante la Navidad, como lo es el día de los Santos Inocentes, fecha en la cual, es necesario estar muy prevenido, ante cualquier engaño, picardía, chasco, trastada o travesura, proveniente de cualquier amigo, vecino o familiar, quienes se inventan toda una serie de tretas, para hacernos caer en la ridiculez o en el error, provocando burlas y mamaderas de gallo. 

¿A quién no le han dado “cafecito con sal”, un día de inocentes?

El veintinueve de diciembre, Día de los Locos, no es una actividad muy popular, en algunos clubes sociales, hacen un baile de disfraces y premian la mejor comparsa; hay trago, cena y baile hasta el amanecer.

El fin y comienzo de año, ya es costumbre, reuniones un tanto más privadas entre familiares y amigos muy allegados, con la cena tradicional de media noche, el brindis con champaña y uvas; los innumerables agüeros, para la salud, el amor y la fortuna. 

En algunas barriadas se quema el año viejo, como para olvidar algo que no volverá; se representa por un muñeco relleno de trapos viejos, taqueado de pólvora, el cual se prende las doce en punto. 

Estos son los momentos, de los buenos propósitos y de buenos augurios, entre la alegría de unos y la tristeza de otros.

Seguramente alguien, con mejor retentiva, pueda para el bien de nuestra cotidianidad, mejorar este deshilvanado recuento, que sólo ha querido retrotraer vivencias, que afloran  coloquialmente en la memoria, por estas temporadas… ”Paz en la tierra, a los hombres y mujeres, de buena voluntad”… ALELUYA!



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario