viernes, 30 de marzo de 2012

151.- TURISMO CUCUTEÑO

Guillermo Carrillo Becerra

La industria del turismo es, hoy por hoy, la empresa económica más importante del mundo, tanto por el dinero que mueve, como por los millones de puestos de trabajo que genera. Por eso, los países con un rico pasado cultural —castillos, catedrales, plazas— aunado con una infraestructura comunicacional y hotelera de primera categoría, han hecho de ese renglón su mayor fuente de ingresos; es el caso de España, Italia y Egipto.

 Colombia a pesar de sus riquezas naturales, no es un destino turístico de primera línea; todos los gobiernos que han existido no se han preocupado, en debida forma, por fortalecer esta actividad que nos permitiría obtener las divisas que tanta falta nos hacen para nuestro desarrollo y así evitarnos esa actitud mendicante ante los países ricos para que nos den una limosna, luego de sufrir toda clase de humillaciones e imposiciones.

Los dirigentes de este terruño tuvieron la idea de hacer de este pedazo de frontera un atractivo turístico para los venezolanos, a través del comercio; desafortunadamente, los resultados no fueron los mejores, ya que la ciudad fue invadida por una cantidad de vagos y malandros que llegaron de todos los rincones del país a hacer de las suyas. Hoy lo que tenemos son cordones de miseria y una plaga de vendedores de baratijas que se han tomado por asalto las principales calles, convirtiéndolas en verdaderos muladares. Dentro de los negocios que fundaron los aventureros advenedizos, obviamente se encontraba la trata de blancas y el comercio sexual, que tuvo su mayor auge en un sector especial llamado: LA INSULA.

LA ÍNSULA es un barrio ubicado al norte de la ciudad, a los costados de la vía Panamericana. Hoy está conformado por distintas industrias, especialmente talleres mecánicos, que se construyeron sobre las mismas edificaciones que hasta hace unos 23 años,  servían de casas de lenocinio, cuyo mayor  crecimiento se dio desde 1960 hasta 1982. En ese lapso, Cúcuta vivió un boom económico, que se tradujo, entre otros aspectos, en un fuerte incremento de la oferta sexual femenina —en especial caleñas, paisas y costeñas— para satisfacción de las hordas de venezolanos que nos visitaban. Más que turistas, esos personajes con lanchas de 8 cilindros y manojos de billetes, eran tiristas que nos visitaban con el loable propósito de sacarle brillo a la bayoneta.

A pesar de la abundancia de dinero, el barrio no lucía bien en su arquitectura y en los servicios; las calles no eran pavimentadas y por ello el sector permanecía envuelto en una nube de polvos variopinta. Había una treintena de negocios de diversos estatus; antros, como “El Platanal” y “La Dama de Azul” eran el lugar preferido de lo más granado de nuestra fauna hamponil: chulos, jíbaros, pirobos y choros, que andaban con el gallinazo de la muerte en el hombro. Luego seguían los burdeles de clase media, como “Villaluz” y “La Quinta”, en donde se daban cita —los fines de semana— los empleados de rango medio, dispuestos a quedar limpios de esperma y biyuyo. Y en el estrato 6, los lugares dedicados al placer del notablato local y el pudiente tirismo venezolano, y cuyo referente por excelencia era:

EL CAMPESTRE. El rey de las mancebías de la ciudad. Era una edificación de amplios salones, de múltiples habitaciones para adorar al dios Eros, piscina, restaurante y otras comodidades dignas de una clientela exquisita y exigente. El 6 de enero de todos los años, se efectuaba un baile de gala, con epicentro en el salón principal, que era profusamente adornado para tan fastuosa ocasión. A un costado de la tarima, el árbol de Navidad aparecía grande y majestuoso. Un pino artificial en el que las esferas de colores y las luces intermitentes centelleaban y arropaban aquel pesebre que se alzaba a sus pies, construido con montañas de papel verde, ovejas y fieras de plástico, ríos de papel de aluminio y pastorcitos de barro; y el Niño Dios —en medio de los Reyes Magos— resaltaba como figura y eje de aquella celebración pagana.

El amplio salón lucía resplandeciente, totalmente iluminado y aromado con azahar y astromelia; del techo pendían guirnaldas, serpentinas y globos: todo dispuesto para celebrar un año más de felicidad y goce. Los caballeros —integrantes del cogollo social local— asistían por invitación especial; vestían de traje y corbata y se comportaban de acuerdo con los rigores de la más rancia etiqueta que se pueda imaginar. Las chicas de la casa tenían un estupendo pretexto para estrenar hermosos vestidos largos de organza, tul y samir, en distintos tonos de malva y orquídea. Mujeres de hombros desnudos y escotes generosos, de ampulosas caderas y miradas felinas, efluvios de Chanel y Anaís, muñecas de oropel que retozaban alegremente en mullidos sillones a la espera, cada una, del apuesto galán  que la colmaría de mimos y atenciones en esa noche tan especial.

La música no cesaba de retumbar; la orquesta de renombre regional, no daba a basto para cumplir las peticiones: “maestro, queremos escuchar las canciones de Daniel Santos, la Sonora Matancera, los Melódicos, la Billos”… las parejas entraban, salían, se ponían de pie, mudaban de asiento… el otoñal profesor —de porte clerical y mirada serena— estrechaba con dulzura la cintura palpitante de una beldad y, cuando inclinaba la cabeza al sonido de los compases, su mejilla reposaba sobre una tersa piel de armiño… otras parejas se movían con soltura, llevaban el compás con esmero y daban al baile los visos de deleite y erotismo que les corresponden… se oían gritos, risas y brindis… se bailaba, se tomaba, se amaba… todos se divertían, cada uno a su manera… nada importaba, la vida no se detiene; la vida con todo su bagaje de amores, llantos, celos y pasiones.

Cuando, pasada la media noche, el licor exaltaba los espíritus, aparecían los gracejos de las damas, los epigramas de los genios agudos, las cuitas tiernas de los amantes, y hasta las sandeces de los zopencos y necios; todo hacía reír, todo coronaba de alegría esa gala servida hasta el amanecer. Y como remate de la fastuosidad, los galanes cumplían efusivamente —con mayor placer que en la casa— los requerimientos eróticos de sus amadas, con la energía propia de un mancebo formado en los dulces lances del Kamasutra. ¡Eso sí era rumba! ¡Qué Club Social, ni que ocho cuartos!

LOS PERSONAJES

Como toda comunidad que se respete, La Ínsula también tenía su folclorismo típico, representado en las excentricidades de algunos de sus habitantes. Veamos unos cuantos:

 LA COBRADORA. Su nombre era simplemente Toña, sin apellido conocido. Era una cincuentona que desempeñaba funciones detectivescas, ya que los dueños de los negocios la contrataban para que localizara a los firmantes de los vales morosos, y los ejecutara de inmediato. Su estilo era terrorífico porque llegaba al sitio de trabajo del paciente —Alcaldía, Gobernación,…— y de inmediato empezaba a regar el cuento por las oficinas de que “el doctor Aniceto se está haciendo el toche para cancelar una cuenta de farra, de hace 3 meses, con el  bar Tolo”. Naturalmente, la llegada de Toña hacía que los morosos le entregaran de una vez el dinero, antes de que ella empezara con su parloteo. Aquí en la U, más de una vez vimos a Toña localizando a unos cuantos brillantes profesores, hoy juiciosamente en uso de buen retiro.

 EL PELUQUERO. Es el único sitio que ha existido en la ciudad en que se hacía peluquería de pubis. Su propietario era el marico Amapolo, que le prestaba sus servicios de belleza a las damas del barrio. Sus tratamientos eran famosos por lo efectivos que resultaban, tales como: masajes para las de músculos pélvicos agotados; tónicos capilares para las de bigote ralo, y despunte y chiripiada para las de luenga cabellera.

 LA PROFESORA. Era una trozuda negra valluna, experta en las artes amatorias y que se encargaba de entrenar a las novatas en los diversos vericuetos del ejercicio profesional. El curso tenía una duración de un mes y su propósito no era otro que el de obtener el diplomado como "Puta Todoterreno". Se graduaban con honores —en ceremonia especial— aquellas que hubieran obtenido las máximas calificaciones en las asignaturas más complejas: “Negociación de Tarifas”, “Tiempos y Movimientos” y “Aplicación de los Tres Platos”.

 LOS MÉDICOS. Para el servicio de la comunidad y, dada la naturaleza de la fuerza laboral del sector, el Ministerio de Salud estableció un profiláctico para garantizar la buena salud de los habitantes. La mayoría de los médicos eran recién desempacados de las universidades, que realizaban la medicatura y les tocaba convivir con una población mayoritariamente femenina. Eso hacía que los problemas que se presentaban estuvieran relacionados más con la ginecología que con cualquiera otra rama de la medicina. Por dicha razón, las damas acogieron con mucha alegría a 2 jóvenes galenos cucuteños, de origen japonés, cuando estos fueron nombrados para el cargo. El primero de ellos, el doctor Yosimiro Zukukita, fungía como director del centro y era muy consagrado al momento de examinarlas; en cambio, su colega y colaborador, el doctor Masato Takepisha, era un alborotado que, haciéndole honor a su apellido, lo pasaba en permanente izada de bandera.


-Post Scriptum. El autor agradece a los jubilados sin oficio que, con sus anécdotas y chistes, hicieron posible este artículo fantasioso.

(Cúcuta, Agosto de 2002.)





Recopilado por : Gastón Bermúdez V.



miércoles, 28 de marzo de 2012

150.- LA FABRICA DE JUGUETES NACORAL

Gerardo Raynaud D. 

A finales de la década de los años sesenta y comienzos de los setenta un grupo de prestantes personalidades de la ciudad, en asocio con la entonces poderosa Federación Nacional de Cafeteros, a través del Banco Cafetero, se reunió para crear una institución que fomentara el desarrollo regional mediante el aporte de recursos y la promoción de actividades y empresas que generaran riqueza, aportaran puestos de trabajo y redujeran la dependencia del comercio como acción predominante de la economía regional. Operación parecida había desarrollado la misma Federación, en la zona cafetera del centro occidente del país, al incentivar a los caficultores a no depender exclusivamente del grano como fuente de ingreso como previendo un futuro incierto tal como ocurrió tiempo después. Las instituciones creadas fueron las corporaciones financieras de Oriente y Occidente respectivamente, que le aportaron a las regiones triunfos y fracasos, pero más de estos últimos, por lo menos en el caso de la Corporación Financiera del Oriente S.A. que fue el nombre dado a la financiera mencionada.

Independientemente de la evaluación de la gestión desarrollada durante los primeros años de su operación, la Corporación desplegó una gran actividad crediticia y fue muy cautelosa en la promoción de empresas, tanto así que fueron muy pocas las que fueron presentadas a consideración de su Junta Directiva. Una de esas empresas que generó gran expectativa entre los inversionistas privados locales fue precisamente la Fábrica Iberoamericana de Juguetes Nacoral S.A., empresa  de origen español que buscaba desde hacía unos pocos años a un inversionista colombiano para montar una planta que abasteciera el mercado de la América Latina, pues desde la madre patria no era rentable hacerlo.

Pero antes de entrar en detalles sobre el proceso de conformación de la empresa debo necesariamente informar sobre las condiciones sociales, económicas y políticas del entorno dentro del cual se realizarían las operaciones de la nueva empresa para comprender las motivaciones que llevaron a la Corporación a emprender dicha aventura empresarial. Nacoral España era la empresa productora de juguetes más grande del país y buscaba expandir sus mercados a Iberoamérica mediante la instalación en una nación de la región excepto Venezuela que era la joya de la corona y a la cual proveía desde el viejo continente. De hecho, el contrato con la casa matriz le otorgaba a la nueva empresa la concesión sobre todo el mercado latinoamericano salvo Venezuela. Dos clases de juguetes elaboraba; el clásico juguete de plástico en polietileno, balones y pelotas, carritos de halar, bates, baldes, palas, muñecos y demás que se fabricaban con máquinas de extrusión simples; adicionalmente se ensamblaban algunos juguetes con motor y pilas, también elaborados en plástico. La otra línea era la de los modelos a escala en Zamac, una aleación con la que se fabrican o se fabricaban los coches, automóviles, aviones a escala y hasta los conocidos “soldaditos de plomo” que obviamente no eran de plomo sino de Zamac.

Corría el año 1973 y por otro lado el Pacto Andino estaba en ciernes y en proceso de consolidarse pues el Acuerdo de Cartagena constitutivo del Pacto tenía menos de cuatro años; políticamente los países que lo integraban tenían gobiernos dictatoriales a excepción de Colombia. Estaban gobernados por regímenes militares Ecuador, Perú, Bolivia y desde septiembre de ese año Chile que se retiró en octubre de 1976.

Venezuela se acababa de adherir en febrero de este año. Las conversaciones entre Nacoral de España y la Corporación Financiera del Oriente S.A. fueron entabladas entre José María Del Moral quien representaba los intereses de la compañía española en Colombia y el doctor Gabriel Pérez Escalante Gerente de la Corporación. Como en toda negociación de este tipo las reuniones eran frecuentes; los viajes a conocer sendas empresas por parte de cada uno de sus directivos llevó a demorar la implementación del proyecto al punto que se pensó que no se llegaría a cristalizar; sin embargo después del viaje de las directivas de la Corporación a España se llegó a un acuerdo sencillo en principio y que desentrabó el problema que había surgido sobre los aportes que cada una de las partes debía proporcionar; la sociedad se constituiría en partes iguales entre Nacoral y la Corporación; además esta última ofrecería al público una pequeña participación para darle oportunidad al inversionista privado de intervenir en la sociedad. La empresa se llamó oficialmente “Compañía Iberoamericana de Juguetes Nacoral S.A.” y se constituyó con un capital autorizado de 20 millones de pesos distribuido en 20.000 acciones de mil pesos cada una de las cuales se suscribió y pagó 10 mil acciones para un capital de diez millones de pesos. Los aportes de Nacoral se establecieron en especie puesto que tenían el conocimiento y la tecnología así que entregaron su parte en maquinaria y suministraron el “know how” con el que se iniciarían las operaciones así como el personal técnico para la puesta en marcha.

Esta fórmula era muy utilizada en esa época cuando las trabas a la inversión extranjera no permitían facilidades. Como las dificultades que se originaban en la oficina de Control de Cambios del Banco de la República eran tales que al inversionista extranjero le resultaba más fácil avalar un préstamo local con respaldo de sus activos en el exterior que traer sus dólares o realizar su inversión en especie, básicamente con maquinaria que era fácilmente verificable por las autoridades cambiarias. Así lo planteó Nacoral España y así fue aceptado por las partes. La escritura de conformación de la sociedad se firmó en la Notaría Primera y le correspondió el número 269 del 15 de febrero de 1973; con esos aportes   se dio inicio a sus operaciones en un local en arrendamiento que era de propiedad de J.P. Lizarazo en la calle 10 No. 0-71; allí quedaba la entrada a las oficinas mientras que la entrada a la planta de producción se hacía sobre la avenida primera entre calles diez y once donde hoy existe un lavadero de carros. Hasta aquí la historia conocida.

La vida económica de la Compañía Iberoamericana de Juguetes Nacoral S.A. fue efímera. Escasamente duró tres años, hasta el 76 cuando entró en concordato preventivo obligatorio, como se llamaba en ese entonces a la figura que permitía a las empresas protegerse en caso de pérdidas comprobadas. Nunca creí en el proyecto a pesar de mi vinculación con la Corporación Financiera de Oriente S.A. pues había conocido, de oídas, las andanzas del promotor español José María Del Moral, quien no tenía referencias alentadoras toda vez que en otro proyecto emprendido en otra región del país había fracasado igualmente. Conocedor de esta situación lo comenté a las directivas quienes argumentaron que lo importante “era aprovechar su experiencia y sus contactos en esta clase de  proyectos” y que el propósito era consolidar una empresa que le trajera prosperidad a la región. De todas formas a los pocos quienes me preguntaron sobre la posibilidad de invertir en el proyecto no tuve otra opción que recomendarles negativamente. Después me lo agradecieron francamente.

Pues bien, qué pasó realmente para que el descalabro fuera tan estrepitoso? Varios elementos se conjugaron. En todo fracaso o éxito siempre existe una suma de factores que influyen en él. No es posible atribuirle a un solo elemento o factor el éxito o fracaso de un suceso o una acción; por eso voy a citar la sucesión de actos que hicieron presencia para que la empresa tuviera el final que tuvo. Desde el principio, los socios españoles no le jugaron limpio a la sociedad ya que la maquinaria que sirvió de aporte no fue la prometida. La maquinaria que se recibió era la que había sido desechada por el fabricante español cuando renovó su parque así que se inició operaciones con una maquinaria usada, obsoleta y por lo tanto productora de piezas de inferior calidad. Una vez instalada la planta el tropiezo continuó con el personal de producción pues en la ciudad no había operarios que tuvieran experiencia en los procesos de ensamble de piezas de esta clase así que se tuvo que apelar a capacitar gente que reuniera las condiciones de habilidad y destreza manual y las combinara con el detalle y el cuidado que requería el ensamblaje de la juguetería.

Recuerdo que después de la evaluación de la clase de personas que reunieran estas características se llegó a la conclusión que las más indicadas eran las operarias de costura así que se emprendió una fase de capacitación a estas mujeres y con ellas se inició la producción; más adelante les contaré cual fue el problema que esta decisión le generó a la empresa. Ya lista con todos los componentes y mecanismos dispuestos, la empresa comienza a laborar a tres turnos, las 24 horas. El departamento comercial se había esmerado tanto que los pedidos llegaban de todos los países del Pacto Andino y se despachaba a medida que los productos salían de la línea de producción sin mayores inconvenientes. Ecuador y Perú, si mal no recuerdo fueron los primeros destinos. En general, la juguetería se podía clasificar en dos variedades, una que se presentaba sellada, empacada al vacío y otra que permitía la inspección del producto sin necesidad de abrir el empaque. Esta descripción es necesaria para comprender el primer problema surgido a raíz de las devoluciones que cada vez se hacían más frecuentes pues los clientes recibían las quejas de sus compradores cuando los juguetes se descomponían y los regresaban. Los únicos que no se devolvían eran los sellados pues el argumento era simple: una vez destapado no se aceptaba la devolución.

Un problema adicional surgió con los pagos de la mercancía. En la entrega anterior hicimos alusión a la clase de gobierno que regía por entonces los destinos de los países a los cuales se exportaba, pues bien, surgieron problemas similares a los que hoy se tiene con Venezuela ya que los clientes no pagaron las importaciones que hicieron por los inconvenientes de divisas que se presentaron. Desde esa época se habla del “seguro a las exportaciones” que protegería al productor colombiano de esas vicisitudes propias del exportador pero que aún hoy no tiene solución.

La situación se tornó insostenible pues la empresa se había endeudado tanto con la Corporación Financiera como con el City Bank ofreciendo como garantía sus únicos activos representativos, la maquinaria, de manera que cuando se presentó la cesación de pagos éstos apelaron por embargarla complicando aún más la precaria condición de la compañía. Ante un evento tan embarazoso como la baja calidad de los productos siempre me pregunté por qué los administradores nunca buscaron opciones diferentes a la fabricación de juguetes cuando de muy buenas fuentes conocí que empresarios de otros sectores buscaban empresas que les fabricaran piezas de plástico que requerían para sus productos teniendo que comprarlos en el interior porque Nacoral nunca quiso diversificar su producción. Igual sucedía con la petición de fabricar botellas plásticas, cuando en Colombia muy pocas empresas tenían máquinas “sopladoras” que son las que se utilizan para tal fin y que requería de una mínima inversión adicional para acondicionarla para elaborar este producto, de gran demanda por entonces pues muchas empresas se estaban cambiando al embotellado en plástico. Con esto quiero mostrar el último factor, la visión miope de los administradores y directivos que aún con las limitaciones que le otorgaba la franquicia bien hubieran podido proponer un viraje antes que claudicar ante el fracaso.

Para terminar quiero retomar el problema del personal que había dejado pendiente por narrarles. Con lo que no contaba la empresa respecto del personal femenino fue el tenso ambiente que se generó entre ellas, por los chismes, las consejas, envidias, lambonería y demás, al punto que la productividad se vio afectada de tal manera que no se tuvo otra alternativa que prescindir de ellas y reemplazarlas por aprendices Sena, con mejor éxito.

En el 2002 la Superintendencia de Sociedades declaró por terminado el Concordato Preventivo Obligatorio y con ello la fecha oficial de su defunción, mayo 14.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.


lunes, 26 de marzo de 2012

149.- EN 50 AÑOS, DIEZ EMPRESAS SE MANTIENEN COMO LAS MAS FUERTES EN NORTE DE SANTANDER

Germán Enrique Núñez Torres

Centrales Eléctricas de Norte de Santander se erige como la empresa más importante del departamento al tener activos que pasan de 1.1 billones de pesos. Esta electrificadora le ha aportado tozudamente al desarrollo de la región con programas de expansión, empleo y aportes sociales de alto impacto.

Cúcuta y Norte de Santander se han caracterizado por ser pioneras del desarrollo en Colombia, en esta región llegó por primera vez la electrificación, se encendió de hecho la primera bombilla y fue cultivada la primera mata de café, con la cual se le abrió paso a la economía cafetera, la misma que le dio identidad a Colombia.
 
Norte de Santander y su capital han demostrado que poseen no solo riqueza en el suelo y en el subsuelo sino también talento, tozudez y emprendimiento en cada uno de sus ciudadanos, que fueron paulatinamente y con mucho tino erigiendo empresas que le dieron riqueza al departamento la cual contribuyó con desarrollo y empleo.
 
En este Distrito Especial Fronterizo se formó y consolidó el tejido empresarial luego de que en 1.800 se comercializara cacao el cual tomaba rutas distintas por el río Pamplonita. Con los años se posicionaron empresas del sector textil, del calzado, la marroquinería, la arcilla y el gres.
 
Importante ha sido la explotación de cemento y las actividades agropecuarias, por la condición de frontera la ciudad de Cúcuta se convirtió en un importante centro de comercio, de servicios financieros y de transporte.
 
En la “Muy Noble, Valerosa y Leal Villa”, como reza en la cédula real, el título concedido a Cúcuta, se crearon varias empresas que fueron creciendo y fortaleciéndose o quizás desapareciendo por lo ciclos económicos inherentes a la capital nortesantandereana.
 
Actualmente las empresas más fuertes de la región medidas por activos representan un importante acopio de progreso para la ciudad de Cúcuta la cuales generan pago de impuestos, contribuciones en responsabilidad social, empleo, desarrollo y crecimiento. Según la Superintendencia de Sociedades y la Cámara de Comercio de Cúcuta, las diez empresas más importantes de Norte de Santander medidas por el valor de sus activos son:

1.-Centrales Eléctricas de Norte de Santander.
Empresa dedicada a la distribución de energía eléctrica y a la explotación de plantas. Sus activos superan el 1.1 billones de pesos y se erige como la más emblemática del departamento.
 
2.- Inversiones del Nordeste y CIA S.A.
Tiene como actividad económica la distribución y el envase de  gas licuado de petróleo (GLP). En este sector, la empresa realiza operaciones de compra y venta. Sus activos están valorados en 211.383 millones de pesos y se constituye en una importante firma en el aporte económico y social de Norte de Santander.
 
3.- Internacional de Gas de Colombia  con domicilio en Cúcuta.
Se dedica a la comercialización de gas. Sus activos están valorados en más de  204.112 millones de pesos.
 
4.-Inversiones Golf Tennis S.A, .
Consolidó sus actividades inmobiliarias realizadas con bienes propios o arrendados. Sus activos están estimados en 125.584 millones de pesos.
 
5.-Cerámica Italia.
Se dedica a la fabricación de baldosas esmaltadas y todo tipo de accesorios cerámicos de gran demanda en la construcción de mediano y alto nivel. Los activos de Cerámica Italia valen 108.284 millones de pesos.
 
6.- Inversiones Ecológicas S.A.
Con activos superiores a los 103.940
 
7-Proviajes y Turismo.
Con activos superiores a los 92.349 millones de pesos los cuales ha generado con la venta de servicios de turismo.
 
8.-Inversora Tractouaz S.A.
Esta compañía dedicada al portafolio de gas, adelanta también negocios de intermediación financiera. Tiene unos activos que superan los 82.624 millones de pesos.
 
9.-Bolivariana de Gas S.A
Concentra su actividad económica en la distribución y comercialización de gas licuado del petróleo. Sus activos suman más de 82.624 millones de pesos.
 
10.-Inversora Cinera S.A.
Firma especializada en portafolio de inversiones. Han tenido amplia experiencia en el tema de comercialización y distribución de gas, sector en el que han adquirido importantes participaciones. Los activos de esta empresa pasan de 81.561 millones de pesos.
 
Otras empresas consideradas grandes en Norte de Santander son Inversiones San José de Cúcuta, Inversiones de Gas Natural S.A., Inversiones de Energía S.A, C.I Braytex S.A, Comercial Industrial Nacional S.A, Jardines de Esperanza S.A, Expopieles y Varios Ltda, C.I Luro Agro Ltda, Comercializadora Internacional, Inverfama Ltda, Sigma Ltda, Proturno Limitada, C.I Jocar & Business Ltda, Constructora Paisaje Urbano, Villas de la Floresta y Plásticos Formosa Limitada.
 
De igual forma hay empresas medianas que hacen parte de las Pyme así como pequeñas y microempresas que siguen creyendo en Norte de Santander, en sus gentes, en su capacidad de trabajo y en unos retos que los impone el acelerado ritmo de la internacionalización de la economía. Estos empresarios grandes, medianos y pequeños le apuestan al desarrollo, a la generación de empleo y a la proyección del departamento como nuevo jugador importante en el sector real que crece sobre pilares de equidad, inclusión y responsabilidad social empresarial.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 24 de marzo de 2012

148.- EL OCASO DE LA INDUSTRIALIZACION EN CUCUTA

Gustavo Rojas Pérez 

De la empresa Bavaria no quedó ni el edificio porque fue ´demolido´ con pólvora dejando allí el hueco para la construcción del parque.
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La creación de empresas, su proyección, crecimiento y la visión futurista de quienes las promueven, es lo que hacen los inversionistas con la finalidad de impulsar el desarrollo y fortalecer la economía de una región y sobre esas perspectivas fundamentar el mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad.

Cúcuta se destacó como una de las ciudades con proyección y dinámica en progreso empresarial y en la búsqueda de su identidad y el camino más apropiado para su fortalecimiento, sustentado en el entusiasmo, las expectativas y el deseo de superación de la gente que con el apoyo de la clase dirigente que se convertía en un frente de batalla en la lucha por lograr la superación y alcanzar las metas propuestas.

Cúcuta, pionera

La capital de Norte de Santander fue pionera en el desarrollo de empresas como el ferrocarril, las empresas de energía eléctrica, cooperativas, laboratorios, fábrica de gaseosas, de hierro fundido, cerveza, entre otros.
 
Era una época diferente con una generación cuya mentalidad estaba concentrada en las bondades de la industrialización, como el mecanismo idóneo para sostener la economía y fortalecer el futuro de una región, abrir fuentes de trabajo e implementar acciones provenientes del espíritu inquieto de quienes se fijaban los retos y buscaban las alternativas  convenientes y asentadas en la realidad de una meta.
 
Así nacían en Cúcuta las empresas y las microempresas que generaban expectativas y abría los campos de la esperanza en las proyecciones del mañana.

Desbarajustes

Los vaivenes de la economía han estado presentes en todos los momentos, dándole un giro de muchos grados a los planes y estrategias que se habían trazado. Los resultados suelen ser en su mayor parte de la actividad el punto de mayor incidencia que origina que se marginen los proyectos y claudiquen las iniciativas, como sucedió con la naciente industrialización de la región.
 
En Cúcuta a partir de 1950 se cerraron importantes factorías que formaban parte del emporio de la economía regional.
 
En el balance de las empresas que cerraron su puertas, que claudicaron por diferentes circunstancias, aparecen varias decenas de empresas clausuradas que se pueden citar como testimonio irrefutable de las circunstancias que llevaron a que quedaran vacíos espacios empresariales y microempresariales que tenían su asiento en Cúcuta y Pamplona, entre otras localidades, en los primeros años, de la segunda mitad del siglo XX.

"Las que se fueron"

Figura en ese listado una de las empresas que tenía un gran impacto en la economía de la época. Se habla de la Fábrica Hilados y Tejidos del Norte, de Pedro Felipe Lara, conocida coloquialmente, en su tiempo, como los Telares Lara. Operaba en una antigua casona en la avenida 3 con calle 14. Su existencia no pudo resistir el empuje de las textileras de Medellín (Coltejer y Fabricato) cuyos representantes estuvieron en Cúcuta hablaron con don Pedro Felipe Lara y cerraron la negociación. Al poco tiempo desmotaron los telares y se los llevaron, en su totalidad, para la capital de Antioquia para reforzar los equipos de la naciente industria de los tejidos en esa localidad.

En los últimos 50 años se produjo el cierre de numerosas fábricas y se le dio paso al auge comercial. En la lista de las empresas clausuradas se pueden citar las siguientes:
 
·         La fábrica de peroles, pailas, anafes y artículos en hierro colado, de Justo Pastor Gómez, ubicada en el barrio Sevilla.

·         Las embotelladoras de gaseosas: Regional, Hipinto y Kist, estas dos últimas se trasladaron a Bucaramanga.

·         Fábrica La Estrella, ubicada en la avenida 7 con calle 12, que producía pastas alimenticias, velas y fósforos.

·         En Pamplona cerraron la Cervecería Parra y la Fábrica de Cerveza Navarro que producía maltas y gaseosas.

·         Empresa Molinera de Herrán, que procesaba harina de trigo.

·         Las fábrica de pastas alimenticias Sanguino, de Efraín Sanguino.

·         Pastas Alimenticias, Confites y Baldosines La Fama, de Samuel Liévano.

·         El mayor almacén de comercialización de café, de Christian Hederich Valenzuela, que estaba ubicado en la avenida 5 con calles 10 y 11.

·         La Cooperativa Productores de Café de Durania, con más de 100 años de existencia.

·         Laboratorios Becas de Benito Castro.

·         Laboratorios Diosmengood de Dióscoro Méndez Good.

·         La fábrica de vinos y ponche cremas 'El Monito', de Víctor Serrano.

·         La Empresa Licorera de Norte de Santander.

·         La Cervecería Nueva de Cúcuta que fue adquirida por Bavaria, la cual apagó sus calderas en los primeros años del siglo XXI en  momentos que era la empresa de mayor importancia de la región.

·         Cementos Hércules de Cúcuta S. A.

·         Tejares San Luis de Jaime Pérez López

·         Baldosines Moreno de Roberto Moreno

·         Oleaginosas Risaralda con sede en El Zulia.

·         Industrias Raffo, Gavassa y Cía. Ltda.

·         Empresa de Transporte Domingo Pérez Hernández.

·         Central de Mezclas Asfálticas de Gabriel Pérez Escalante y Julián Caicedo Arbeláez.

·         Sociedad Aeropuerto de Cúcuta.

·         Fábrica de Juguetes 'Nacoral', que funcionaba en la calle 10 con avenida 0 y 1.

·         La Corporación Financiera del Oriente que tuvo su origen en Cúcuta

·         La Lotería de Cúcuta.

En lo referente a periódicos y empresas tipográficas quedó el recuerdo en su orden: La Imprenta de la Diócesis de Pamplona, las imprentas Departamental (de propiedad de la Gobernación de Norte de Santander) y Municipal (de la Alcaldía de Cúcuta); la Imprenta Parroquial, que manejaba el presbítero Daniel Jordán, el Semanario 'Comentarios' y Diario de La Frontera.

Emporio comercial

El auge del bolívar, que a partir del año 60, cuando el cambio estaba a $1.40 y comenzó a valorizarse, surgió un cambio de mentalidad y el deseo 'de hacer empresa' decayó para abrirle paso a la comercialización y Cúcuta pasó a convertirse en una vitrina vendedora de mercancías lo cual se extendió rápidamente y hoy capital de Norte de Santander se puede calificar como una tienda inmensa, con una sobre oferta impresionante, a la que se sumaron los Centros Comerciales abiertos en los últimos ocho años.
 
La pregunta es: ¿Cúcuta, los cucuteños si están en condiciones de absorber la saturación de productos que se encuentran en los cuatro puntos cardinales de su área?




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.


jueves, 22 de marzo de 2012

147.- 50 AÑOS DE DEPENDENCIA ECONÓMICA DE VENEZUELA

José Ramón Vargas T.

Las tarjetas CADIVI invadieron el comercio de Cúcuta en los años 2007, 2008 y parte del 2009, provocando uno de las mayores bonanzas en muchos años.


El compartir frontera con la República Bolivariana de Venezuela, país rico en recursos naturales de gran demanda internacional (petróleo, gas, hierro y aluminio, entre otros), ha sido para Cúcuta una gran oportunidad tanto para vender sus productos y servicios,  como para comprar alimentos, vehículos, electrodomésticos y combustible a precios subsidiados.
 
Esta situación ha generado una dependencia para nuestra ciudad durante varios años, especialmente desde 1961 como consecuencia del descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en el país hermano y el consecuente aumento de su riqueza, reflejado inicialmente en el poder adquisitivo de su moneda. Durante 22 años el bolívar  fue una divisa de aceptación internacional (1 dólar=  Bs. 4.30), un récord mundial inalcanzable.
 
Pero ante la constante devaluación del peso colombiano,  el precio del bolívar en la frontera fue en aumento desde $1.64 en 1961, hasta $17.30 en febrero de 1983. Esta diferencia cambiaria significó para nuestra región una bonanza,  con un intercambio en continuo crecimiento, razón por la cual esta frontera se convirtió en una de las más dinámicas de América Latina.
 
El auge económico permitió que las ventas hacia Venezuela por Cúcuta representaran ingresos netos por 137.5 millones de dólares en 1978 y de  226 millones en 1982, por citar solo algunas fechas. La industria de mayor desarrollo fue la del calzado, convirtiendo a nuestra ciudad en la líder en este sector a nivel nacional durante varios años. Le siguieron la arcilla, lácteos, cemento, textiles y minería.
 
Los márgenes de utilidad eran considerables y la oportunidad para la recreación era amplia. Por ejemplo, de Cúcuta salía semanalmente un vuelo directo hacia Miami, motivo suficiente para que el Camilo Daza se ubicara en la categoría de Aeropuerto Internacional. La creciente afluencia de venezolanos en busca de productos y servicios, atrajo a la vez a muchos empresarios y trabajadores de Colombia, generando una gran demanda de locales comerciales y vivienda.  Como respuesta se presentó un considerable auge en el sector de la construcción.
 
De acuerdo con  los informes de la Cámara de Comercio  y con base en las cifras suministradas por planeación municipal, en 1980 se expidieron 92 licencias y se construyeron 97.985 metros cuadrados con una inversión de $1.022.391.000, mientras en 1982 las licencias expedidas fueron 132,  los metros cuadrados construidos 678.926 y la inversión $1.183.608.000.
 
Las tradicionales casas  de familia,  como las ubicadas en la calle 10 entre avenidas cero y catorce, se convirtieron en locales para negocios con elevados arriendos y cobro de jugosas primas. Según la Cámara de Comercio de Cúcuta, en 1980 el registro de nuevas empresas fue de 635, en 1982 llegó a 1.260 y en 1983  alcanzó las 1.485 empresas.
 
Era común ver a visitantes de otras ciudades de Colombia, especialmente empresarios, ubicarse en lugares estratégicos de la ciudad para ver el desfile sabatino de carros novedosos en la época, como los Montecarlo, Mustang, Pontiac, Mercury,  LTD, Cadillac, Buick, Mercury y Maverick,  entonces muy escasos en el centro de nuestro país.  Luego de las compras en los almacenes cucuteños y pamploneses en donde era muy común escuchar “está barato, dame dos”, los vehículos regresaban a Venezuela llenos de mercancías haciendo interminables colas.
 
Ante la gran demanda y el deseo de satisfacer a los  ricos visitantes, diversos centros de diversión abrieron sus puertas y dos zonas de tolerancia se hicieron famosas: La Ínsula y El Magdalena.
 
Pero como no hay felicidad que dure tanto, la burbuja estalló y la divisa venezolana se vino al piso un día de no grata recordación para los cucuteños: el 18 de febrero de 1983. Aquel viernes negro el bolívar se desvalorizó un 65 por ciento, pasando de $17.30 a $6.  Ese día se podía escuchar el ruido de una mosca y semanas después empezaron a verse los letreros “se vende” – “se arrienda”, síndrome de las crisis económicas.
 
Sin embargo, la elevada inflación registrada en el país vecino en los años siguientes, 1987 (40%), 1989 (81%) y 1996 (103%), así como la  devaluación  represada de su moneda, se convirtieron en nuestras aliadas. Como consecuencia,  el precio del bolívar inició nuevamente su ascenso: 1990 ($8.20), 1991 ($9.30) y 1992 ($10).
 
Cuando todo parecía color de rosa y estábamos olvidándonos de que el comportamiento económico es cíclico, se presentó la crisis de mediados de los años noventa y nuevamente se revienta la burbuja y la divisa venezolana cae a $3 en 1995 y a $2.10 en 1996. Fiel al principio de que las crisis son una oportunidad para mostrar el liderazgo y la creatividad,  durante los últimos 15 años del siglo pasado se celebraron varias ferias internacionales en la Zona Franca y El Bosque Popular.
 
De acuerdo con la evaluación de los resultados, se alcanzaron los objetivos de atraer visitantes y abrir nuevos mercados para nuestros productos. La zona Franca de Cúcuta fue considerada la más dinámica de América Latina.
 
El siglo XXI arrancó con un bolívar a $2.20 hasta caer a $1.15 en el 2005. En este quinquenio se celebraron algunas ferias en la sede asignada para esta clase de eventos, ubicada entre la urbanización Niza y el anillo vial. Pero las dificultades para desplazarse a este lugar y la incomodidad de sus instalaciones incidieron considerablemente  en la disminución del flujo de visitantes, ocasionando considerables pérdidas a los expositores y el consecuente cierre de estas instalaciones. Desde entonces no se han desarrollado más eventos de esta categoría.
 
Durante este mismo periodo  se abrieron  tres exposiciones binacionales de alta tecnología en las instalaciones de la Universidad Francisco de Paula Santander organizadas por la Incubadora de Empresas de Norte de Santander y con la participación de expositores de Universidades de Colombia y Venezuela.
 
Pese a las dificultades  generadas por el bajonazo continuo de la divisa del vecino país en estos últimos cinco años, los venezolanos siguieron llegando a nuestra ciudad en busca de productos y servicios. ¿La razón? La facilidad para acceder a los dólares a través de la tarjeta Cadivi, como consecuencia de la masiva entrada de dólares a las arcas venezolanas debido al alto precio internacional del crudo.

Los resultados de esta bonanza se reflejan, en parte, en el reporte dado a conocer por la DIAN sobre el pago del IVA y el impuesto a la renta en Cúcuta durante los últimos 10 años. En $millones.

Año                                                             Renta                                         IVA                                                                                       
                                                                                                                              
2000                                                          $12.316                                      $20.239
2004                                                          $22.341                                      $33.674
2005                                                          $21.972                                      $39.775
2006                                                          $32.492                                      $55.124
2007                                                          $44.324                                      $66.761
2008                                                          $65.844                                      $81.337
2009                                                          $80.278                                      $86.491


Con base en un IVA del 16 por ciento se puede tener una cifra aproximada de las ventas: en el año 2000 pudieron ser $126.494 millones y el año 2009 $540.569 millones.
 
En esta última década el IVA  pagado tuvo un crecimiento del 327 por ciento, al pasar de $20.239 en  el 2000  a $86.479 en el 2009, en tanto que  y el impuesto sobre renta creció 552 por ciento. Estas diferencias son representativas, aún restándoles lo correspondiente a la inflación.
 
Vale resaltar, igualmente, el progreso sin antecedentes en la Perla del Norte en los últimos años con el desarrollo de megaproyectos, la llegada de almacenes de cadena, la construcción de centros comerciales, incluyendo el centro comercial abierto, la remodelación del estadio General Santander para convertirlo en uno de los mejores de Colombia. Gracias a la gran actuación del Cúcuta Deportivo, hasta alcanzar el subcampeonato suramericano, muchos visitantes, la mayoría extranjeros, llegaron a nuestra ciudad.
 
Pero así como ser vecino de un país rico en recursos naturales, y casi importador neto de servicios y alimentos, tiene sus ventajas, también tiene sus desventajas. Los cucuteños dependemos más de las decisiones del gobierno venezolano que de lo que suceda en Colombia. Basta recordar como luego de las compulsivas compras de los venezolanos ante el afán de gastar los cupos de las tarjetas CADIVI en los años 2007, 2008 y parte del 2009, estos desaparecieron ante las limitantes impuestas por el gobierno bolivariano debido a la crisis económica.
 
Hoy, mientras Colombia celebra el aumento de las exportaciones en los primeros meses de este año en un 19 por ciento, en Cúcuta nos lamentamos de la caída de las ventas a Venezuela en un 75 por ciento. La situación es tan difícil que se está pidiendo la declaratoria de la emergencia económica y social para la región, porque hasta febrero 2010 el desempleo llegó a 16.4 por ciento y el subempleo a 31.5 por ciento.
 
Además, la secretaría de hacienda municipal acaba de informar que hasta mayo solo se ha recaudado el 30 por ciento de lo calculado en impuesto de industria y comercio.
 
Nuevamente se lee en algunas puertas y ventanales: “se vende”- “se arrienda”. Todo parece haber sido un sueño del que estamos despertando. Sin embargo, hay que seguir soñando porque soñar no cuesta nada y es  el principio de todo proyecto exitoso.  Al fin y al cabo el comportamiento de la economía es cíclico.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.