PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

sábado, 14 de octubre de 2023

2320.- INTROMISION EN TERRITORIO COLOMBIANO

Gerardo Raynaud (La Opinión)


Durante los últimos años del s.XIX y los primeros del s. XX fueron frecuentes los asilos políticos y las escaramuzas bélicas que se presentaba en esta frontera, principalmente entre opositores de los gobiernos de turno que conducían los destinos de ambos países.

Las guerras civiles eran incentivadas por líderes de grupos interesados en asumir el poder y en ese trance fueron habituales las incursiones de tropas, algunas irregulares, que ingresaban al territorio de su vecino con intenciones o bien de capturar algunos oponentes o de apoderarse de alguna parte de su territorio o de sus riquezas naturales.

Entrado el nuevo siglo, los movimientos políticos fueron abandonando paulatinamente sus actitudes guerreristas y adoptando posiciones cada vez más democráticas.

Sin embargo, las pretensiones de mayor poderío no cesaban y las aspiraciones por obtener mejores provechos, eran las razones por las cuales, eventualmente se presentaban incursiones, autorizadas o no, que alteraban la tranquilidad de los lugareños y en general, de toda la población.

En los últimos años se ha visto que tropas del vecino se internan en nuestro suelo con oscuras intenciones, sin que hasta el presente la situación pase a mayores, afortunadamente. Pues bien, en esta crónica les presento la que pudiéramos llamar la primera incursión no autorizada ni violenta de una comisión de extranjeros, encontrada casualmente por un grupo de trabajadores del trazado del Ferrocarril a Tamalameque, en los primeros años de la segunda década del siglo pasado, al mando del ingeniero González Tavera, jefe de la empresa en mención.

El grupo en cuestión fue hallado acampando cerca de las minas y yacimientos minerales pertenecientes al general Virgilio Barco.

Era un grupo relativamente numeroso, compuesto por tres ingenieros “yankees”, dos venezolanos y numerosas fuerzas el ejército de Venezuela, y estaban dedicados al levantamiento de planos, mensura de terreno con nuevas estacadas, apertura de trochas, tal como se hallaron en el propio territorio, es lo que aparece consignado en el informe presentado a las autoridades.

También se revela en el documento, que el ingeniero jefe del grupo les hizo saber que se encontraban en territorio colombiano y que no se dieron por aludidos, como si aquel atropello fuera la cosa más natural de mundo, remata la misma declaración.

Lo paradójico del caso es que la lancha en la que se habían desplazado por los ríos Catatumbo y Sardinata hasta el sitio donde fueron encontrados, se llamaba “Colombia”, agrega el mismo personaje en su entrevista con la policía.

La noticia despertó la natural preocupación de los habitantes de la villa al punto que en los periódicos de la época se leen comentarios tales como “…el acto solapado que bajo la custodia de las tropas venezolanas se ha ejecutado por una comisión de extranjeros en nuestro territorio, constituye un delito gravísimo que tiene un nombre: traición y un apellido, alevosía porque claro salta a la vista la intención desdorosa que animó a quienes lo ordenaron y a quienes lo han verificado, no otra la de poner planta usurpadora sobre un trozo de tierra que legalmente y por derecho sagrado cobija el amplio tricolor de nuestra bandera.

La averiguación de este asunto no admite retardos. Se ha hecho una irrupción armada a nuestro territorio y su origen hay que aclararlo. La frontera ha sido hollada y por qué hay que exigirlo”.

De inmediato se iniciaron los contactos con el gobierno del vecino país y varias explicaciones salieron a la luz pública. La primera es que se trataba de la recién nombrada Comisión Topográfica de Fronteras, entre cuyas atribuciones tenía ‘el levantamiento de la Carta de las regiones fronterizas y mantener abiertas las picas y señalados con postes los sitios que demarcan la línea limítrofe y de informar al Ejecutivo Federal acerca de las condiciones de esos terrenos y de sus productos naturales en cuanto puedan adaptarse a la agricultura, a la industria y al comercio.

Según las explicaciones del gobierno venezolano, la Comisión no hizo más que adelantar su trabajo, tal como lo mandaba la norma y que de ello conocía la delegación colombiana en Caracas.

No obstante, se consideraba inexplicable que esa Comisión se hubiese desviado entre 10 y 12 leguas de la línea de frontera determinado en el Laudo Español aceptado por ambos países y demarcada con precisión por la Comisión de Límites del año 1911, máxime cuando en el grupo de invasores estaba el señor Pedro José Torres Arnáez, quien la había integrado en esa oportunidad y conocía a perfección la zona.

Por esto, el hecho de haber avanzado las señales divisorias hasta comprender un trayecto de más de ochocientos metros del trazado del Ferrocarril a Tamalameque y un trozo de las minas del general Virgilio Barco, tiene un aspecto que se aparta de toda consideración, era la opinión que se había generalizado en los medios.

Ante esta situación, se determinó enviar una segunda comisión compuesta por hábiles policías colombianos, para investigar los hechos y sus conclusiones fueron aún más reveladoras. Los personajes involucrados, los ingenieros gringos Hasper, Dixon y Donnelly resultaron ser investigadores de la “Colon Development Company”, negociantes en petróleo a quienes se les hizo creer que se encontraban en territorio venezolano.

Y se comprobó que la expedición venezolana estableció un campamento, demarcó límites a su antojo e hizo alarde de su presencia dejando inequívocas señales de su paso; se encontró, además, infinidad de trabajos emprendidos como caminos, trochas y estancadas de los cuales se trajo valiosos e importantes comprobantes como señales, planos y desperdicios de drogas y alimentos y varias comunicaciones que dejaron abandonadas cuando tuvieron que salir apresuradamente.

Aunque como de esta clase de incidentes nunca se ha sabido la verdad, también es cierto que los gobiernos nunca los han reconocido.

No sería de asombrarse entonces, que, si la caravana de obreros y técnicos venezolanos se hubiera anunciado de antemano y convenido con el gobierno de Colombia en pasear nuestro territorio limítrofe ya por curiosidad o estudio, otro sería el resultado.

Pero así, ‘a la callada’ y precisamente por la región por donde va a pasar la carrilera que nos redimirá del tutelaje de Venezuela, llevándonos a puerto propio y restándole ingresos a su erario, eso más que asombrarnos, nos exalta y peor aún, es ponerle obstáculos a la redención de una región rica, emprendedora y altiva que busca un porvenir más amplio a sus sueños de prosperidad y fortuna.

Este fue el remate publicado en el periódico El Trabajo una vez concluyó el debate sobre este enojoso suceso.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

jueves, 12 de octubre de 2023

2319.- EL GRAN FERROCARRIL DEL TACHIRA

Anggy Polanco (La opinión)


En las memorias de los pobladores de San Félix, capital del municipio Rivas Berti en el municipio Ayacucho del estado Táchira (Venezuela), viven los buenos recuerdos de esta pequeña localidad patrimonio cultural regional y el epicentro de la economía tachirense a finales del siglo XIX.

En la parroquia fronteriza, situada a pocos kilómetros de la frontera colombo-venezolana, aún quedan rastros de las estaciones de finalización e inicio del Gran Ferrocarril del Táchira.

Parte del camino de hierro aún está incrustado en lo que hoy 2022 es el barrio Carlos Andrés Pérez de localidad colonial y una placa sobre el hierro describe la empresa constructora “United States Steel Products Company U.S.A. 1913”.

En 1926 se hace el empalme entre el Ferrocarril del Táchira y el de Cúcuta de 13 kilómetros.

Al final del casco urbano se ubica una gran casona colonial en la que operaba la estación Táchira del tren, la última del trayecto del Gran Ferrocarril, en donde en la actualidad funciona una unidad educativa básica.

A pocos metros se encuentra aún una pintoresca casa azul con blanco, que para la época era la casa dormitorio del maquinista. Allí se conserva aún la edificación que, al finalizar operaciones de este medio de transporte, fue otorgada como parte de pago al maquinista por su servicio, según el relato de Marco Contreras, un residente de San Félix.

Hace más de 100 años, San Félix fue un gran punto de llegada de pasajeros que se movilizaban a Maracaibo o Cúcuta. Allí se transportaban las producciones agrícolas de los campos, ciudades y pueblos tachirenses.

Contreras rememora que el auge económico del Táchira se concentraba en San Félix, porque acudían personas en busca de materias primas. “Esto era un puerto, aquí llegaba todo y había mucho movimiento económico, y de lo que sobrevive de la estación está la sede con más de 100 años y un túnel por donde pasaba el tren, además de algunos puentes que todavía están en funcionamiento”, explica.

Los pasajeros hacían transferencia con el tren de Cúcuta. Este vagón del tren da la bienvenida a La Fría.

Su historia

El Gran Ferrocarril del Táchira fue una empresa regional y una línea férrea del siglo XIX que, entre 1895 y 1955, puso en contacto expedito al Das Tachiranisch Land con el lago y la ciudad de Maracaibo, el Golfo de Venezuela, las Antillas Holandesas (Curazao), el resto de la nación, y el exterior.

Cubría la ruta Encontrados - La Fría con un recorrido de 109,5 km. Su construcción se efectuó gracias a los recursos financieros generados por la bonanza cafetera y las características favorables del terreno.

Homero Parra, cronista del municipio García de Hevia, narra que el Gran Ferrocarril se convirtió en una tabla de salvación para la época, debido a los problemas que tenían con los pobladores de Cúcuta, porque los productores de la región tenían la necesidad de exportar las cosechas a través del Puerto de Villamizar para ser trasladados al Lago de Maracaibo, lo cual generaba altos impuestos para los comerciantes de la entidad.

De allí que los comerciantes de aquella época, comenzaron a luchar por tener un ferrocarril propio y allí es cuando aparecen los hermanos Roncajolo, quienes obtienen un crédito de un banco de Francia para la construcción del Gran Ferrocarril del Táchira, expone el cronista Parra.

A principios de 1900 se construyó un enlace entre Orope y Boca de Grita para unirlo de manera internacional con el Ferrocarril de Cúcuta, para que hubiera el comercio internacional.

A principios de 1900 se construyó un enlace entre Orope y Boca de Grita para unirlo
de manera internacional con el Ferrocarril de Cúcuta.

El primer tren procedente de Venezuela ingresó a Colombia por el Puente Unión el 11 de marzo de 1924, (inauguración) para completar el recorrido La Grita - Encontrados en Venezuela.

El viaje desde Cúcuta hasta Encontrados era de 160 kilómetros y se realizaba en ocho horas.

El historiador colombiano Silvano Pabón Villamizar, a través de su cuenta en Twitter explica que el Ferrocarril de Cúcuta no tuvo líneas en Venezuela. El Puente Unión sobre el río Grita que empalmó el FC con el Gran Ferrocarril del Táchira se inauguró en 1926, año en que cruzaron trenes de ambos países por esas vías, habiéndose construido también la estación Puerto Santander.

En la actualidad, en la vía que conduce de Orope a Boca de Grita todavía existen los angostos puentes por donde transitó el tren y el mismo Puente Unión es por el cual cruzan la frontera las personas entre Boca de Grita y Puerto Santander.

En la estación La Fría funciona el Cuerpo de Bomberos de García de Hevia y una línea de taxis.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 10 de octubre de 2023

2318.- 'TINO' ASPRILLA EN SU PASO POR EL CUCUTA DEPORTIVO

Gustavo Contreras Sabogal (La Opinión)

Faustino 'Tino' Asprilla debutó en el profesionalismo, 
vistiendo la camiseta del Cúcuta Deportivo en 1989.

Indudablemente su nombre está marcado en la historia del fútbol colombiano. Algunos lo consideran el mejor de los jugadores que vistió la camisa de la Selección Colombia y por su actuación en Europa selló su apellido en las esferas más altas de ligas como la de Inglaterra e Italia. Se trata de Faustino ‘Tino’ Asprilla, a quien el 10 de noviembre de 2022, le celebraron sus 53 años de edad.

El excéntrico futbolista, veloz y audaz en el frente de ataque, marcó a una generación de colombianos con sus presentaciones en la década de 1990 jugando los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998.

Asimismo, vistió las camisas de Newcastle en Inglaterra, Parma en Italia, Palmeiras y Fluminense en Brasil, Atlante en México, Universidad de Chile, Estudiantes de La Plata en Argentina y en sus inicios debutó con el Cúcuta Deportivo y actuó en Atlético Nacional.

Comienzo en el Cúcuta Deportivo

Faustino aterrizó en el Cúcuta Deportivo en 1989, a sus 19 años, tras hacer su proceso formativo en la escuela Carlos Sarmiento Lora, en el Valle del Cauca.

El tulueño estuvo dicho año en el rojinegro marcando un total de 6 goles, según registra el libro Cúcuta Deportivo, historias y anécdotas publicado por La Opinión.

En medio de la celebración de los 30 años del Gol Caracol, el pasado octubre, La Opinión habló brevemente con el 'Tino'.

Preguntado sobre cuál era el recuerdo más presente que tiene sobre su paso por el fronterizo, Asprilla respondió hablando de su llegada a la ciudad.

"Cuando llegué a Cúcuta no tenía ni idea de cómo era, ni el clima. Lo más cerca que estuve fue en Bucaramanga con la Selección Valle cuando tenía como 15 años. Llegué con un saco pensando que hacía frío y me encuentro con ese clima", recordó Asprilla autor de un doblete frente Argentina en el 5-0 en Buenos Aires, en 1993.

Al ser consultado por cuál fue su mejor partido con el rojinegro, el 'Tino' no dudó en decir en que su debut.

"No voy a olvidar mis primeros dos goles como profesional, los que le hice a Millonarios", expresó.

El tulueño debutó un 21 de marzo de 1989 en una fase del torneo llamada Copa Colombia frente al azul capitalino en el estadio Hermides Padilla, de Ocaña bajo las órdenes de Germán 'Cuca' Aceros.

Asprilla le anotó al arquero argentino Sergio Goycochea, quien un año después sería subcampeón del Mundial de Italia 1990.

El primer tanto lo marcó al minuto 28 con un centro de Danilo Robledo el cual pudo conectar de cabeza dejando quieto a Goycochea.

Asprilla firmaría el doblete al 75' al aprovechar una falla de Cerveleón Cuesta y 'picarle' el balón al argentino.

"Faustino Asprilla, tulueño de 19 años, fue la gran figura del partido por todo lo que aportó y por ser el autor de los dos goles con los cuales Cúcuta inició exitosamente su participación en este ciclo del campeonato", escribió La Opinión en su edición impresa del 22 de mayo de 1989.

Otro de los goles recordados por los hinchas del motilón fue uno contra Atlético Nacional en el Atanasio Girardot al impactar con toda la potencia un balón por la banda derecha a borde de área.

Aquel partido en Medellín terminaría 1-1 y le abriría las puertas al vallecaucano en el verde antioqueño para la época dirigido por Francisco 'Pacho' Maturana.

"Como Faustino Asprilla sobresalió por su gambeta, picardía y olfato de gol, Álvaro Vélez (presidente del Cúcuta de la época) lo 'compró' en 10 millones a la escuela Carlos Sarmiento Lora y al final del año lo vendió al Nacional en 40 millones más el pase del jugador Gustavo Arboleda", reseñó el libro Cúcuta Deportivo, historias y anécdotas.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 8 de octubre de 2023

2317.- CUCUTA TUVO UN CINE EXCLUSIVO DE PORNO

Oscar Andrés Olarte (La Opinión)

Conozca la historia de un lugar prohibido que se ubicó en el centro de la ciudad.

Aunque usted no lo crea, hasta hace apenas un par de décadas Cúcuta tuvo un cine 100 por ciento dedicado a la proyección de películas para adultos. Se trata del Cine Mercedes, un sitio del que pocos hablan y que marcó una tendencia en la capital de Norte de Santander al ubicarse en la calle 10 con avenida 10 del centro.

Pero más allá de este tipo de proyecciones, el Mercedes nació para el cine convencional en una época en la que no existía el internet, menos los teléfonos inteligentes y donde los computadores apenas se estaban creando, por lo que el séptimo arte fue una de las principales vías para el entretenimiento de los cucuteños.

Según se detalla en el libro Huellas, Hechos y Anécdotas Nortesantandereanas, el Cine Mercedes, cuyo primer propietario fue Guillermo Arámbula, nació un 6 de mayo de 1954 con la proyección de la película Mi amor brasileño, un filme protagonizada por Lana Turner y Ricardo Montalbán.

Según una publicación en La Opinión de Gerardo Raynaud D, a Guillermo Arámbula le tomó más de un año de reunir todos los recursos tendientes a construir el teatro más moderno de ciudad, pues no era solamente el levantamiento de la estructura física, sino que debía conseguir todo el andamiaje técnico que caracterizaba un moderno teatro, con la tecnología más avanzada.

En ese objetivo de ‘destronar’ lo que se proyectaba en el Guzmán Berti, el Teatro Municipal y el Santander, al parecer fue fundamental la ayuda de don Tito Abbo, pues con sus contactos en Italia logró hacerse a los mejores equipos de proyección, los Micron XX, los mismos suministrados a los mejores teatros del mundo entre ellos, los de Milán y de Caracas, en el vecino país.

En la investigación de Raynaud se constata que Abbo también se encargó de la importación de los demás implementos necesarios para el funcionamiento del teatro como fueron el equipo de aire acondicionado, que fue el primero de la ciudad y la planta eléctrica de emergencia para cuando fallara el suministro de energía, situación que se presentaba con bastante frecuencia.

“Por dentro era un verdadero exponente de belleza y ornato, sonido perfecto y espléndida iluminación, silletería cómoda y bien dispuesta, así como dos telones de ‘boca’ que corren lentamente para dejar ver el lienzo sobre el cual se proyectarán las películas y todo se remataba con un espacioso hall y un bar bien surtido y presentado”, escribió Raynaud.

A partir de entonces, el teatro sirvió de referente para las mejores películas del circuito al cual estuvo afiliado y de escenario para otros eventos culturales, como las revistas musicales y la presentación de magos.


Luz Amalia Jaimes, vecina del barrio El Llano actualmente, cuenta que cuando tenía aproximadamente 13 años asistió al cine por primera vez para ver el estreno de la película La Mochila Azul, que era protagonizada por Pedrito Fernández.

“Yo fui con mi mamá porque ella era amante del cine. En ese entonces era un cine normal, lujoso para la época, pero ya comenzaba la competencia en los cinemas Avenida y competía a la par con el Zulima”, recuerda Jaimes.

¿Por qué se da el salto al cine para mayores?

Precisamente el auge de los otros teatros, la construcción del Teatro Rosetal y la transformación que sufrió la ciudad en la que el barrio El Llano dejó de ser residencial para dar paso al desarrollo comercial, principalmente de la zapatería, llevaron a que el sector y el cine se fuesen relegando.

Tras la llegada del material triple XXX la fachada del lugar también cambió, pues los afiches promocionando las producciones protagonizadas por figuras del porno como Elena Anna Staller ‘La Cicciolina’, hacía que largas filas se presenciaran en el lugar.

El paso a proyectar estas películas se dio en la década de los 80 con algunas carteleras prohibidas para la época, situación que despertó el malestar de los vecinos del barrio El Llano, quienes por medio de campañas recolectaron firmas para prohibir las proyecciones que incitaban al ‘pecado’.

Según cuenta Luis Fernando Niño, presidente honorario de la Academia de Historia de Norte de Santander, la llegada de las proyecciones porno al teatro fue rechazada por la sociedad, principalmente por la Iglesia Católica, que, por medio de un sacerdote, asignado a la Catedral de Cúcuta, hizo frente al rechazo.

“En ese entonces se sacaban unos parlantes hacia el parque Santander y el párroco prohibió el acceso de las personas al Cine Mercedes, amenazó con excomulgarlos porque ver ese contenido era considerado pecado”, comenta Niño.

Lo curioso para el historiador es que a pesar de la carga de ‘pecado’ que suponía asistir a este lugar en la década de los 90, el sitio se transformaba en Semana Santa para que los mismos proyectores permitieran ver las historias bíblicas que por esa época eran muy tradicionales.

También cuenta Niño que las funciones del cine para mayores se hacían en horas de la tarde-noche, de modo que las personas que asistían pudiesen proteger su identidad, pues muchos de ellos eran rechazados por la sociedad solo por ingresar a ver este tipo de cine.


Giovanni Olarte*, quien pidió proteger su identidad por ser vecino del barrio El Llano, asegura que en varias ocasiones ingresó al cine para ver el contenido triple XXX, debido a que en ese entonces era la única forma de obtener las películas con contenido sexual, pues apenas se comenzaba con la distribución del Betamax y VHS, reproductores que se conectaban a los televisores de la época.

“La mayoría de clientes pernoctaban en el parque Mercedes o en el parque Santander y fielmente asistían al teatro para poder desahogarse, eso llevó a que muchos transexuales que se ubicaban sobre la avenida octava con calle 10 ofrecieran sus servicios en el mismo cine, bien sea en los baños o en las mismas sillas”, manifestó.

De ser iglesia a su desaparición

Para 1998 los afiches promocionando las películas triples XXX fueron bajados, aunque el letrero de Cine Mercedes se mantuvo para dar paso a una de las iglesias del grupo cristiano Oración Fuerte al Espíritu Santo.

Según los documentos y publicaciones de la época, cerca de un año tuvieron que improvisar los devotos del cine pornográfico sus reuniones en parques y cafeterías de Cúcuta, pues su santuario, el teatro Mercedes se transformó radicalmente en un centro de oración.

Sin embargo, ‘el milagrito’ se les hizo cuando los creyentes cristianos entregaron el teatro a las directivas, que lo convirtieron nuevamente en sala de cine porno.

En ese entonces, la administradora de los tres teatros de Royal Film en Cúcuta, Nancy Gaona, manifestó que al reabrir se recibían 150 personas al día en promedio, en su gran mayoría hombres, pero que era mejor negocio tenerlo arrendado porque no había que pagar sueldos, servicios ni impuestos, por lo que se optó cederlo a la iglesia.

Finalmente, el cine no sobrevivió a los primeros años del nuevo milenio, pues se transformó en un establecimiento de venta de suelas y en la actualidad se dividió en varios locales comerciales en los que se venden insumos para la zapatería.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 6 de octubre de 2023

2316.- LAS ‘PINK PILLS’ DEL DR. WILLIAMS

Gerardo Raynaud (La Opinión)


Una de las mayores preocupaciones del género humano ha sido su salud. Desde la aparición del hombre sobre la faz de la tierra, las enfermedades han diezmado la población y por esa razón, ha tratado por todos los medios de encontrar soluciones que le permita superar esas dificultades.

En el comienzo de los tiempos, las dolencias se remediaban invocando la intervención divina, luego aparecieron los brebajes, pócimas y demás menjunjes, recetados por hechiceros, chamanes, alquimistas y demás personajes que buscaban remediar los males que cada día afloraban con mayor frecuencia e intensidad.

Pero a medida que transcurrían los años y el conocimiento se profundizaba, nuevas experiencias y prácticas encontraban fórmulas que aliviaban males, trastornos y achaques, hasta el presente cuando se halla fácilmente solución a casi todos nuestros padecimientos.

Pues bien, el auge de la medicina moderna, podemos asegurar comenzó a darse hace algunos cientos de años y con ella florecieron a la par, los remedios y medicamentos que los acompañaban. En Colombia, como en muchos otros países, esas medicinas eran elaboradas siguiendo las instrucciones que el médico plasmaba en su “receta”, de ahí su nombre, por un profesional especialista en la materia que llamamos “farmaceuta” y que en los inicios del periodo que conocemos como ‘la República’ requería de la presentación de exámenes para aquellos que no tenían el título respectivo, que debía presentarse luego de cursar un periodo de formación y capacitación, que los acreditaba para ejercer la profesión.

De esta manera fueron apareciendo medicamentos y laboratorios que ofrecían todo género de remedios que prometían la curación total de cuantos males y desarreglos sufría la gente.

Al revisar la literatura que en este sentido aparecía en la prensa de todas las ciudades del mundo, se observa que una de las más interesantes propuestas ofrecidas, versaba sobre la mejoría y el restablecimiento de la salud de quienes se quejaban de uno o varios malestares.

En la Cúcuta de principios del siglo XX, pasada la guerra fratricida y terminada su reconstrucción, se hicieron muy populares los remedios que combatían las enfermedades más comunes. Entre estos, el que es objeto del título de esta crónica, toda vez que se ofrecía como la panacea que curaba cuanto desarreglo, anomalía física o enfermedad se presentara. En una muy agresiva campaña publicitaria –para la época- el laboratorio americano “The Dr. Williams Medecin Co. De Schenectady” en el estado de Nueva York, ofrecía sus famosas “píldoras rosadas” como para una innumerable cantidad de enfermedades y sufrimientos.

Eran tan famosas que la competencia no tardó en ‘copiarlas’, no solamente en sus medicaciones terapéuticas sino en el ‘color’; de ahí que tuvieron que emprender una cruzada para contrarrestar la malévola rivalidad como se aprecia en el siguiente anuncio: “… no pida usted ‘PILDORAS ROSADAS’ en la botica, cuando lo que usted quiere comprar son las Píldoras Rosadas del Dr. Williams. Hay muchas ‘píldoras rosadas’ en las boticas, por eso que precisa siempre pedirlas ‘las del Dr. Williams’. El remedio soberano para la sangre y los nervios no contiene sus propiedades curativas en el color sino en los ingredientes. Las Píldoras Rosadas del Dr. Williams garantiza no contener absolutamente ninguna droga nociva y las toman hombres, mujeres, niños y ancianos con entera confianza. Se venden en todas las boticas”.

En la misma campaña de prevención contra el fraude de los imitadores de turno, mostraban la fotografía del empaque con sus características que eran el empaque de color rosado y las letras rojas.

Las famosas píldoras rosadas prometían curar una larga lista de malestares, tan larga que trataré de acortarla para que vean la considerable variedad que va desde la simple nerviosidad y pasa por, las neuralgias, el insomnio, las jaquecas y el dolor de cabeza, el reumatismo, el cansancio en las mujeres, la pérdida de apetito y la pérdida de fuerzas en el hombre hasta los ensueños desvanecidos de las jovencitas.

Como reconstituyente para el hombre o la mujer que sufre de alguna de las múltiples manifestaciones de sangre empobrecida o de nervios debilitados, para quien haya perdido la alegría de vivir y se siente débil o cansado y para todos aquellos que han gastado sus fuerzas y energías y que sufren deficiencia en la cantidad o calidad de la sangre y nervios débiles, la Píldoras Rosadas del Dr. Williams, llamadas con justicia, el mejor tónico reconstituyente, se recomienda con toda confianza, era lo que rezaba uno de sus anuncios.

Especialmente dirigidas a las mujeres había unos anuncios muy sugestivos que decían, por ejemplo: “…La salud y la belleza son derechos naturales de toda mujer, pero cuando la salud se altera, la belleza prontamente se desvanece.

Los cosméticos disfrazan, pero no pueden devolver el carmín natural a los labios, el color róseo a las mejillas, la tersura al cutis o el brillo a los ojos. Esta hermosura sólo se consigue con abundancia de sangre rica y pura circulando en todos los órganos del cuerpo.

Cuando el organismo se debilita y se pierde con la salud toda la belleza de una constitución sana, lo que precisa es un tratamiento con las Píldoras Rosadas del Dr. Williams”.

Como complemento, el laboratorio ofrecía a todas mujeres enviarles gratuitamente, desde EE.UU. el libro, “Enfermedades de la Sangre”, con la sola mención del aviso.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 4 de octubre de 2023

2315.- AUGE DE ESTACIONES DE GASOLINA EN CUCUTA

Daniel Pardo (BBC Mundo)

Algunas de las nuevas estaciones llevan la marca de Terpel, pero es porque la ley
les obliga a los emprendedores a estar adscritos a las mayoristas.

Están en cada conversación y parecen estar en cada esquina. La gente las comenta, pregunta por ellas. Nadie sabe bien qué hay detrás. Pero en Cúcuta, la ciudad colombiana más grande en la frontera con Venezuela, hay un boom de estaciones de gasolina desde los inicios de los años 20 del siglo XXI.

Parecen casi todas nuevas, o están remodeladas. Muy pocas tienen tienda, o servicios distintos al tanqueo.

Algunas recibieron quejas porque se montaron en zonas residenciales, o cerca de hospitales. La mayoría tienen la marca Terpel, una de las empresas más grandes del país, debido a una ley que les obliga a cobijarse con mayoristas, pero, en realidad, son emprendimientos de pequeños y medianos empresarios.

En la autopista que rodea la ciudad capital de Norte de Santander, conocida como el anillo vial occidental, hay un tramo de 1 kilómetro con siete estaciones, una casi pegada a la otra. Algunas están terminadas, otras en construcción terminando el 2022, pero todas están por estrenarse.

"Estamos viviendo un boom", dice Alberto Andrés Moros, dueño de una estación. "Pero para entender ese fenómeno hay que ver el contexto de una región donde hasta 2015 había mucha gente, muchos taxistas, que nunca en su vida, literal, habían tanqueado su carro de manera legal".

En 2014 había unas 125 estaciones en Norte de Santander, según datos de asociaciones gremiales. Hoy hay 250.

"Yo todavía no entiendo cómo tantos pudieron hacer tantas estaciones en tan poquito tiempo", dice Moros, que heredó la estación de su abuelo.

Muchos cucuteños lo acompañan en la perplejidad.

Pero detrás de este auge de gasolineras está el histórico vínculo de Cúcuta con Venezuela, un país que tanto en sus crisis como en sus apogeos ha determinado la vida cotidiana de la ciudad.

Y está también, según estudios oficiales, una parte de la cadena productiva de la cocaína, que tiene no muy lejos de Cúcuta —150 kilómetros— a una de les regiones de mayor producción de hoja de coca en el mundo: el Catatumbo.

BBC Mundo recibió un comunicado de una de las principales mayoristas del sector —que pidió no revelar su nombre por miedo a represalias— en el que aseguraron tener "procesos de prevención, detección e investigación de conductas sospechosas de delitos de lavado de activos y financiación del terrorismo".


Más que el número, el auge

250 gasolineras en un departamento de Colombia no es mucho. En Antioquia y Bogotá, los dos centros económicos, hay tres veces más estaciones.

Y en Nariño, departamento fronterizo con Ecuador, hay más de 700. En proporción, es este último departamento del sur de Colombia, también un centro de producción de cocaína, donde más estaciones hay por cada 100.000 habitantes: 41,1.

En Norte de Santander, por su parte, hay 16,6 gasolineras por cada 100.000 personas. Una cifra alta, pero no muy lejos del promedio, que en todo caso está convirtiendo a Cúcuta en una de las ciudades con más estaciones per cápita.

Esta era una imagen típica de Cúcuta en la era del contrabando desde Venezuela:
pimpineros vendiendo, como si fuera legal, la gasolina en la calle.

Pero lo que resulta peculiar de esta zona, más que el número en sí, es el auge en tan poco tiempo: las estaciones se duplicaron en cinco años.

"Y eso es porque ha habido una formalización del mercado, porque la gente invirtió, porque la gente tiene sentido de pertenencia y ama su tierra", dice María Eugenia Martínez, directora de la Asociación de Estaciones de Servicio de Norte de Santander.

Los pimpineros se formalizaron

Según la gremialista, en 2014 el 80% de la oferta de gasolina en Cúcuta se abastecía del contrabando que venía de Venezuela, donde en ese entonces el combustible, producido por la estatal PDVSA, se vendía por sumas simbólicas; casi gratis.

El contrabando de gasolina desde Venezuela —país de las mayores reservas de petróleo del mundo y durante décadas uno de sus mayores productores— creó un mercado paralelo de combustible en la frontera colombiana.

Sus gestores eran los famosos pimpineros, vendedores informales que las traían en botellas de 5 galones (19 litros) qua acá se conocen como "pimpinas".

La Cooperativa Multiactiva De Pimpineros Del Norte (Coomulpinort) puso su propia cadena de estaciones.

Pero de 2015 en adelante Venezuela entró en crisis: su industria decayó, algunas de sus refinerías de petróleo grueso cerraron y el gobierno de Nicolás Maduro tuvo que desmantelar, parcialmente, el generoso subsidio a la gasolina.

Al tiempo, la disputa diplomática entre Bogotá y Caracas terminó cerrando la frontera. El contrabando siguió, pero con más obstáculos que encarecieron los precios.

"Los pimpineros se fueron quedando sin negocio, la gente que ya tenía estaciones empezó a poner nuevos puntos de venta y luego los empresarios, que vieron que las colas de hasta 100 vehículos en las estaciones eran de hasta una hora, decidieron invertir", dice Moros.

Incluso los pimpineros se asociaron y pusieron una empresa de distribución de combustible.

"Segunda capital de Venezuela"

El shock de la crisis venezolana fue tan grande que ha habido momentos esporádicos en que la gasolina local —un 5%, según centros de estudio— se contrabandea a la inversa: de Colombia a Venezuela.

Decenas de restaurantes y marcas y comercios venezolanos han montado una filial de su negocio en esta ciudad de 800.000 habitantes, famosa por tener más árboles que habitantes. Acá están los consumidores más satisfechos de Colombia, según estudios estatales, a pesar de tener la informalidad laboral más alta del país.

"Venezuela ahora se está reactivando, y eso tiene repercusión en Cúcuta: todo venezolano que quiere salir del país pasa por acá, consume acá, echa gasolina acá, y eso está convirtiendo a Cúcuta en la segunda capital de Venezuela, porque indirectamente los estamos abasteciendo en todo", dice Moros.

Aunque no al nivel venezolano, el Estado colombiano también subsidia la gasolina. Un auxilio que el presidente, Gustavo Petro, quiere erradicar por el déficit que genera.

Y en las fronteras, desde 1995, la gasolina además está eximida de impuestos, precisamente para competir con el contrabando. Una medida que tuvo poco éxito, porque en Venezuela casi regalaban el combustible, pero que sí hace de una parte importante de la gasolina que se vende en zonas fronterizas colombianas una de las más baratas de América Latina.

"Eso sigue vigente, y hace que muchas empresas de regiones cercanas vengan acá para abastecerse de gasolina", explica Moros. "La demanda sube y por eso muchos ven ahí un negocio".

El contrabando de gasolina desde Venezuela (que no solo se desplazaba de manera artesanal, sino también como una gran industria) abastecía al 80% del mercado de gasolina en Cúcuta

Del lavado al narcotráfico

Pero hay quienes ven más allá de las leyes de la oferta y la demanda. En una región donde la ilegalidad ha sido siempre parte de la rutina es apenas normal que la gente desconfíe de tan acelerado auge de estaciones.

Por un lado, está la sospecha, muy arraigada en Colombia, de que un negocio que no parece competitivo sea "un lavadero": un emprendimiento para blanquear rentas ilegales.

"Las estructuras criminales cuentan con recursos económicos y asesores para gestionar la estación ante las autoridades competentes, además de que la institucionalidad estatal no es fuerte ni hace seguimiento a las solicitudes", dice Yessica Prieto, consultora de Crudo Transparente, un centro de estudios.

La experta asegura que "los narcos toman esa gasolina legal para desviar una parte a la fabricación de alcaloides y otra parte la dejan para la venta como fachada o para el contrabando".

La mayorista de gasolina que habló con BBC Mundo dijo contar "con mecanismos de verificación en listas restrictivas de sus clientes/contrapartes (terroristas de la ONU, por ejemplo) y esta información es actualizada y verificada de manera constante para efectos de realizar los procedimientos de conocimiento del cliente".

Un informe interno de 2018 del ministerio de Hacienda publicado por El Espectador dice que "en zonas donde hay presencia de cultivos ilícitos existe evidencia de un exceso de infraestructura de estaciones de servicio respecto al explicado por población, parque automotor y otras covariables. Ese subsidio termina beneficiando a los productores de cocaína".

Y otro estudio del ministerio de Minas y Energía —también divulgado por El Espectador— concluyó que en Colombia se usan 22 galones de gasolina legal por cada kilo de pasta de coca que se produce.

El diario bogotano concluyó: "Así, cerca del 1% de la gasolina del país estaría siendo utilizada para actividades ilegales".

La gasolina no es solo un insumo clave de la producción de pasta de coca. Se necesita también
para los transportes de coca y cocaína y la subsistencia de sus productores.

Moros, el dueño de una estación en Cúcuta, dice que para él es muy difícil saber qué hacen los clientes con el producto: "Existe un requisito legal que uno les pide a quienes compran mucho galonaje, pero así lo presenten, nosotros no somos la policía como para hacerle seguimiento al combustible".

Y Santiago Soto, un abogado cucuteño y consultor en temas energéticos, añade: "No hay que ponerle tanta suspicacia al tema del combustible, el factor determinante en el boom de las estaciones es que cambió la dinámica, que ya no hay combustible venezolano".

"Que haya malas prácticas no significa que la mayoría del combustible que se vende sea ilegal", acota.

Pero es difícil evitar la suspicacia de los cucuteños. Las estaciones vacías, en medio de una autopista inhóspita, parecen un negocio redondo para los delincuentes.

Detrás de la sospecha están décadas de vida fronteriza, informal, truculenta. Una vida que ahora entró en una nueva era. Una era sin pimpineros.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

lunes, 2 de octubre de 2023

2314.- MIGRACION ARABE A CUCUTA

اتوكوك ىلإ ةيبرعلا ةرجهلا (Revista Unicentro – Cúcuta)

DEL-KA de Elías Saad. Esquina Av.6a. Calle 10. Década del 50.

A cuanto árabe llegaba a Colombia le decían turco, aunque tal gentilicio no correspondía a la realidad pues su origen era de otras nacionalidades bien distintas – libanesa, siria y palestina. Por razones políticas debieron huir sin documentos ni nada distinto a su muda de ropa. Turquía había ocupado por cuatro siglos sus países y alentaba la emigración otorgándoles pasaportes, por ello todos pasaron como turcos en las dependencias de migración del mundo entero.

La primera gran migración se dio entre 1880 y 1920, todos entraron por Barranquilla y se desperdigaron por toda la costa hasta Ocaña y Cúcuta. Vivían de su ancestral habilidad como mercaderes, siendo los pioneros de las ventas a crédito, a domicilio y a precios bajos.

En los diarios de la época colocaban anuncios como “Bendita sea la colonia siria, que nos ha traído la baratura”. Llegaban clanes completos y a quien venía soltero al poco tiempo le enviaban a la que desde niño se le había determinado como esposa. No pocos la recibieron estando ya viviendo y con hijos con mujeres colombianas.

La gran mayoría de turcos emigró a Brasil y Argentina, en 1920 mientras en Colombia había 3.800 de ellos, en Brasil vivían 162.000 y en Argentina 148.000, pero gracias a los dátiles y a sus desafueros uterinos pronto se expandieron por gran parte de nuestro país y es así como en muchas ciudades es común encontrar apellidos como Abdalah, Abhufele, Abrahim, Abrajín, Adib, Ahmad, Amat, Amín, Amra, Assaf, Brahim, Cristo, Chalita, Chamié, Char, Elcure, Eljach, Gene, Haddad, Haussman, Hellal, Hussein, Lamk, Marúm, Mustafá, Nule, Numa, Saad, Safi, Saieh, Saleme, Salive, Seade, Slebi, Slim, Sus, Raad, Sus, Tarud, Tulena, Turbay, Yanine, entre muchos otros, mezclados con apellidos raizales como González, Martinez, etc.

Además, su espíritu práctico les facilitó a las autoridades de migración de la época el acomodo en su escritura de la pronunciación de sus nombres y apellidos, así como también la adopción de apellidos raizales. ¡Gracias a ello, por ejemplo, en Cúcuta vivió un árabe llamado José Natalio Pérez!

La colonia libanesa que se asentó en nuestro departamento ha tenido una amplia representación en Cúcuta. Esta fotografía fue tomada en enero de 1960 en el antiguo aeropuerto de Cazadero, durante el recibimiento que se hizo a su arribo a visitar la ciudad al Embajador de la RAU. Entre otros observamos en la gráfica a: Isa Musa Brahim, Faride Sus de Brahim, Olga de Borda, el Embajador de la RAU, Mena Elcure, Lucía de Brahim, Faride Brahim, Martha Canal de Seade y Bille de Saad

Por esa confusión fonética y la poca instrucción de los funcionarios de migración de la época, se dieron casos como el apellido El Kouri (el hijo del cura), el cual apareció con diversos registros como Elcure, Cure, Eljure, Curi; o como el de Ibrahim, del cual salieron Brahim, Abrahim, Abrajín. Era tal la necesidad de una cédula que no valía la pena discutir la escritura correcta de sus nombres y apellidos.

Se daba también el caso de pleitos familiares como el de don Issa con don José, que terminaron en una notaría cambiando una s por una z para no reconocerse como familia, por ello hay unos Sus y otros Suz.

Según Joaquín Viloria De la Hoz, investigador del Banco de la República, “De origen árabe son las familias Guerra (originalmente Harb), Domínguez (Ñeca), Durán (Doura), Lara (Larach), Cristo (Salibe), Flores, María, Gloria y Juan, entre otros”.

Buena parte de los primeros árabes llegaron a los pueblos cafeteros como Salazar, Gramalote, Chinácota y Lourdes. Se cree que el primer árabe en Cúcuta fue don Jorge Cristo, bisabuelo del actual ministro del interior, quien habría llegado a finales de 1890 y fundado la empresa “La Oriental” dedicada a comerciar con café, tal como en los pueblos mencionados lo hacían sus “baisanos”.

La lejanía de su tierra natal les hacía sentirse paisanos a todos – sirios, libaneses y palestinos -, tal como nos sucedería si viviéramos allá junto a peruanos y ecuatorianos. La presencia árabe en Cúcuta se hizo muy apreciable desde mitad del siglo pasado, con almacenes aún recordados como el Salón Blanco, de Miguel Saikali, la Media Luna (en honor a la bandera turca), de Issa Musa Brahim, ubicado en la Avenida 6#11-81; el Philco, de Zacarías Abufhele , justo al lado de la Media Luna por la Avenida Sexta; Adán y Eva, de Zhodi Amra, diagonal al Parque de Santander por la calle 11; La Samaritana, de Chibli Sus; Del-ka de Elías Saad, Nilo de la familia Lamk; el Duque y la Duquesa, de Abdala Hnos; Marcia, de Yamal Mustafá; El Marqués, de Taha Hussein; Divina, de Chafick Adib; la sastrería París, de Fuad Assaf sobre la Avenida 5 entre 11 y 12, así como la sastrería de José Slebi y el almacén de telas de las Hnas Vélez.



Esta foto muestra a un grupo de damas precursoras de la generación de Fabiola Zuluaga y María Camila Osorio, durante un torneo del deporte blanco en el Club Tennis de la ciudad y que debe corresponder a fines de la década del 60 o comienzos del 70. En ella podemos apreciar la moda imperante en las tenistas de la época y de izquierda a derecha vemos a Nassire Saffi, Pilar de Brahim, Nelly Muñoz de Brahim, Ruth Bonells de Castro y Leticia Navia.

Y no solo en Cúcuta, era tal la cantidad de almacenes que tenían en la Calle Real en Pamplona que la llamaban el “Canal de Suez”. Y no solo incursionaron con éxito en el mundo del comercio sino también en el de la política, al punto de lograr la presidencia de la república con Turbay Ayala en 1978, luego de intentarlo en 1946 con el bumangués Gabriel Turbay.

Buena parte de la política colombiana en las regiones es protagonizada por inmigrantes árabes. La circunstancia de ser cristianos maronitas la gran mayoría de ellos les facilitó asimilar nuestra cultura y religión, con lo que no tuvieron inconveniente alguno para casarse y constituir familias numerosas y muy apreciadas en nuestro medio.

Es el caso de don Issa Ibrahim, nacido en Beit Jala, una de las ciudades más antiguas de Palestina, cuyo hijo Musa Brahim casó en Cúcuta con su “baisana” Faride Sus, conformando una gran familia de profesionales y comerciantes muy reconocidos de la ciudad, entre ellos Fauzi (Polo), a quien le agradecemos su gentil colaboración con la información brindada para escribir esta nota.

Un aspecto bien curioso de la migración árabe en Colombia es que si bien se extendieron por todo el país, no tuvieron mayor acogida en las tierras de la cultura paisa como Antioquia y Eje Cafetero.

Sobre eso hay un par de teorías muy interesantes, como que los paisas no los acogieron por ver amenazada su tradición de comerciantes audaces con estos árabes que vendían barato y a plazos. La otra es que la cultura paisa es de origen eminentemente judío, lo que se aprecia en su vestimenta y costumbres.

El poncho es el talit; las alpargatas evitan que el pie toque material impuro; la arepa es la misma matza judía; el uso de un pequeño sombrero; el espíritu profundamente religioso; la costumbre de comer el “calentao” viene de no cocinar el shabath y se le echaba garra de cerdo para despistar a los inquisidores de la época; el uso de aguamaniles en las casas; la famosa parva paisa es el mismo parve judío; el gran encendido navideño del 7 de diciembre es la misma Januca y muchos nombres de poblaciones: Antioquia (Antioch), Medellín (Modi’in), Jericó, Belén, Jerusalén, Armenia, Palestina.

Obviamente también se aprecia en que son empresariales exitosos y comerciantes por excelencia.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.