PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

viernes, 30 de diciembre de 2016

1054.- TRAGEDIA EN EL STADIUM SANTANDER



Gerardo Raynaud

Antes de la construcción del magnífico estadio que tiene hoy la ciudad, los partidos de fútbol se jugaban donde hoy queda el parque Nacional; es más, en 1925  se realizó allí, el primer campeonato local, en dos categoría, mayores y menores, en las cuales resultaron ganadores los equipos de Ferrocarril y Gremios Unidos, ambos patrocinados por las empresas que representaban.

El entusiasmo suscitado por este juego, llevó al equipo del Norte a tener una exitosa participación en los Juegos Nacionales de 1932, donde se destacaron las figuras de Daniel Antolinez, Dimas Apolinar, los hermanos Pérez-Pedro y Valeriano- y Daniel Hernández Lazcano, que aunque no ganó, sí hizo los méritos suficientes para que fueran reconocidos a nivel nacional.

Ante estas circunstancias y después de largos debates, el Concejo de la ciudad autorizó, mediante Acuerdo, la compra de un lote en la zona norte y posteriormente el gobernador Manuel José Vargas dispuso constituir una Junta Pro-construcción del estadio, obra que sería un motivo para celebrar el primer centenario de la muerte de nuestro máximo prócer.

En ese año, 1940, se había delimitado y construido solamente la cancha –en tierra- y en mayo del año siguiente, se disputó la primera jornada futbolera programada por la Liga del Norte de Santander.

Las graderías fueron levantadas posteriormente y sólo se construyó la tribuna occidental, que era la “de sombra”, así como el cerramiento y finalmente, la gramilla que se inauguró en junio de 1946.

Con estos antecedentes, vamos a introducirnos en nuestra crónica del día, pues se desarrolla en momentos en que, como lo llamaban entonces, el “Stadium Santander”, era una cancha de tierra o de barro cuando llovía, y los partidos que allí se realizaban, algunos programados por la Liga y otros “amistosos”, se cumplían sin mayores requisitos ni controles.

También es necesario aclarar, que el deporte del balompié que entonces identificaban en la prensa como “foot-ball”, no tenía la importancia ni el fanatismo que tiene hoy. Peor aún, no era del agrado de muchos y como cualquier otra actividad, tenía sus contradictores y también sus enemigos, quienes no guardaban ocasión para denigrar de este deporte.

La historia que hoy voy a narrar, ocurrió un domingo cualquiera de mediados del año 43 del siglo pasado, cuando el futbol profesional en Colombia, apenas hacía sus primeros “pinitos” y nuestro equipo distintivo, tardaría más de seis años en aparecer.

Lo sucedido ese día en el Stadium Santander, no tiene nada que ver con “barras bravas” ni grescas entre aficionados, pues no existían graderías ni había fanáticos seguidores de equipos importantes, que tampoco existían.

La tragedia, hace referencia a los comportamientos antideportivos y las agresiones que se presentaron entre los jugadores, algunos de los cuales tuvieron fatales desenlaces. Veamos qué pasó.

El domingo 10 de octubre del año en mención  y previa la celebración del festivo día del ‘Descubrimiento de América’, se programaron dos partidos, uno en cada categoría, primera y segunda. El primer partido, aquel de la apertura, correspondía a la categoría inferior y jugaron, uno de los equipos locales llamado Incógnito contra el representativo del barrio Cundinamarca y en este punto, doy paso a uno de los testigos del hecho, quien narra el suceso, que según sus propias palabras ocurrió así:

”…durante el encuentro de los equipos de segunda categoría, resultó mortalmente herido por un puntapié o ‘patada’, como lo denominan en el furor del juego, los amantes de esta barbaridad a pleno siglo XX, el jugador Marco Tulio Suárez.

El ataque, por demás bruto, ocurrió a tiempo que el herido hacía una defensa arrastrándose por el suelo en cumplimiento de su puesto de portero. El atacante le aplicó su robusta ‘pezuña’ en la parte trasera del cerebelo que le dejó sin sentido, con uno de los ojos brotado, echando sangre por estos, nariz, boca y oídos.

Como en las corridas de toros, la masa humana que servía de espectadora reía complacida, estúpidamente satisfecha del hecho sangriento, mientras el desgraciado Suárez pasaba agónico al hospital, donde a estas horas habrá dado cuenta de sus actos a la parte tribunalicia de lo eterno.”

Se supo posteriormente del lamentable fallecimiento del deportista, sin que esto conmoviera en lo más mínimo a los partidarios del equipo al que pertenecía, pues en esos momentos, era uno más de los gajes del oficio.

El partido de fondo se escenificó entre los oncenos Bolívar y Unión Frontera, uno de los más populares de la ciudad.

En este juego, dice nuestro redactor, también hubo heridos, entre quienes está Víctor Julio Otero, a quien le ‘rajaron’ uno de los labios al golpe feroz de otra horrible ‘pezuñada’. Al parecer, ambas contiendas deportivas estuvieron salpicadas de brotes violentos por parte de los jugadores de ambos bandos, lo que se tradujo en manifestaciones de desaprobación por parte de la prensa, quienes al día siguiente escribieron sus críticas y se declararon avergonzados de semejante espectáculo. Pueden leerse los comentarios escritos sin el mínimo pudor, por parte de los periodistas de la época:

“… aquello fue bestial. Eso no es foot-ball y decimos que no es foot-ball, porque consideramos que, como lo juegan, no es para gentes sino para burros. Un juego, cualquiera que él sea, está sometido a la técnica y la técnica consiste en el conocimiento preciso que debe tener el jugador, es decir, la conciencia de las jugadas, sin el desbarajuste de la serenidad, sin los odios personales que se notan aquí en la cancha y sin el irrespeto a los mandatos del compañerismo.

Y tanto es así, que para eso tiene instructor, instructor que nunca podemos creerlo, les enseñe a asesinar jugadores en la forma como lo presenciamos ayer.  Cabe aquí considerar:

¿se cree erradamente que cualquiera de estos hechos por el achaque de ser cometidos en una partida de foot-ball, no merece castigo conforme a las leyes?

Pues, ahí está el motivo de estos desgraciados sucesos. La autoridad presencia un ataque mortal, como el de Suárez y se queda fresca como una lechuga.

Si esto no ocurriera, pues se evitarían esos hechos delictuosos al amparo del ‘maldito juego’  porque así no se aprovecharían esos momentos para saciar venganzas, odios personales, etc.

Pero no; la autoridad permite que el Stadium se convierta en tragedia vulgar, donde se pueda matar, asesinar e inutilizar a pobres muchachos, a una gran mayoría de desarrapados, sin respaldo económico alguno y hasta hijos de nadie. Son pasto sometido a la molienda huma que los devora.”

Como puede apreciarse, desde entonces hasta nuestros días, es mucho el progreso que ha demostrado este juego de multitudes, el que afortunadamente ha sabido orientarse en el mejor sentido de la palabra y que hoy representa una de las alternativas más factible para la juventud, en todos los países del mundo.


Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

1053.- EL RECUERDOS DE LA VIEJA FRONTERA



Sergio Urbina


Corrían los años 50, principios, época de estudiante de colegio, cuando por motivo de una compra de un fundo en Venezuela, selvático pero bien localizado, colindando con las vegas de los ríos Grita y Guaramito, en los Estados Táchira y Zulia, adquirido por mi papá y un hermano suyo, y que para su tenencia, al no ser ninguno de ellos venezolanos, adquirieron el derecho por medio de una cédula fronteriza concedida a agricultores de este lado, por un amplio convenio fronterizo de 1942, y más aún, ayudados mediante un crédito otorgado por el Banco Agrícola de Venezuela.

Digo, conocí dicha región de manos de mi padre en unas vacaciones de colegio en un viaje inolvidable, como era la ruta en tren desde la estación Cúcuta del ferrocarril a Puerto Santander, para luego remontar en lancha de motor por el río La Grita, desde el embarcadero situado en la orilla opuesta a territorio de Venezuela, bajo el Puente Unión, que sirve de límite, en un recorrido de unas dos horas, o en otras ocasiones, ya a pie, pasando la frontera, para en atravesar terreno llano y seguir la orilla del río nombrado y arribar al citado fundo.

Desde esa lejana época, cuando las relaciones entre los dos países se habían hecho por la integración fronteriza natural o espontánea, desde décadas atrás, se caracterizaba por asentamientos originados en intereses comerciales y/o de inmigración, más los económicos y sociales y se habían hecho dúctiles, humanas y eficientes, para diferenciarla de los acuerdos de los gobiernos Caracas-Bogotá los cuales, entre otras cosas, mantuvieron a esta zona limítrofe en total abandono, con altos límites de pobreza, poca inversión y desempleo, no obstante para el lado colombiano marcar grandes beneficios y ser la frontera más dinámica de América Latina, con un alto grado de ingresos en la balanza comercial del país, el alto flujo de exportaciones, pues Venezuela llegó a ser nuestro socio comercial más importante de esta parte del continente.

Con la idea de carácter binacional e integración de hecho, se firmó en 1942, el “Estatuto de Régimen Fronterizo”, que en su Artículo 1° señala que la región fronteriza “... se determinará con base en la división política administrativa de cada país” , creando un primer documento de identidad con validez regional, y estableciendo cinco formas de regulación de los flujos entre las poblaciones vecinas, a saber: permisos para el libre paso por los puestos delimitados de frontera para sus pobladores, licencias para agricultores, sean propietarios, arrendatarios o aparceros,  vinculados a uno u otro lado de la frontera, permiso industrial para empresarios, la cédula especial para pastores o vaqueros y la certificación para estudiantes para intercambio de asistencia a sedes de estudios a uno u otro lado de la frontera.

Se da comienzo a una primera y novedosa integración, permitiendo zanjar en parte los problemas nacidos desde la separación de Venezuela de la Gran Colombia en 1830, que albergaban desconfianza entre los dos gobiernos recién formados, no obstante haberse presentado crisis diplomáticas por asuntos territoriales.

En forma posterior se firma el “Tratado de Tonchalá” en 1959, en San Cristóbal y Cúcuta y se ratifica el compromiso de delimitar las zonas fronterizas, realizar el censo de lado y lado, regular sus residencias y derechos, rechazar y castigar la permanencia ilegal, formalizar el tránsito de personas por la frontera y el trato especial para trabajadores agrícolas o industriales con la protección laboral y de prestaciones, dar libre tránsito de automotores y presentar un instrumento que facilitaría en futuro el desarrollo económico y social conjunto.

Años después esta frontera va cambiando en la medida que Venezuela se hace país petrolero y rico e ingresa a la Opep, que al mantener una tasa de cambio estable de $4.30 bolívares por dólar americano le permite hacer inversiones a todo nivel, modernizarse y desarrollar un estándar de vida de los más altos, importar toda clase de productos, ya del uso diario como suntuarios.

Por compartir varios acuerdos comerciales los países hermanos, se logra una verdadera integración fronteriza con tasas altas de exportación de productos de Colombia hacia Venezuela, y por el diferencial de cambios, un bolívar alto con respecto al peso.

Cúcuta se convierte en el epicentro de negocios más grande con el área vecina. Por esta  circunstancia, sus habitantes gozan de grandes beneficios, en especial en la época que se llamó de oro, décadas del 70 y 80, cuando el Bolívar, llegó a cotizarse en $16 pesos, el comercio floreció y la ciudad era solo una vitrina para venezolanos; no se hablaba de contrabando sino de sano y natural intercambio comercial, pues ambos lados de frontera se vieron beneficiados.

Sin embargo esta bonanza se ve afectada en forma drástica y súbita, cuando el bolívar se devalúa en lo que se llamó “el viernes negro”, febrero de 1983 y cae a $8.30 pesos colombianos por bolívar y por el control de cambios.

Venezuela entra en una delicada balanza comercial, y años más adelante, por los precios del petróleo ve afectada su economía y modo de vida, que sumado a un cambio en su gobierno por la Revolución Bolivariana Socialista de Hugo Chávez, en 1998, con el tiempo logra imponer un modelo socialista apoyado por la revolución cubana, hasta el tiempo actual, cuando todavía la mayor riqueza del país, su petróleo, cae en picada, con los consiguientes cambios en su economía.

De un país rico pasa a ser uno de los más pobres de Latinoamérica, con graves y profundos cambios políticos, económicos y sociales, con grandes restricciones y con una ingente deuda a los países socialistas, sus nuevos socios comerciales.

ALTIBAJOS EN LAS RELACIONES E INTEGRACIÓN BINACIONAL

De todos conocido, en especial por los habitantes de frontera, que por múltiples factores de perturbación causada por bandas criminales a ambos lados, el asentamiento ilegal de clanes mafiosos que se fueron adueñando del comercio en forma ilegal, con la poca o nula intervención de los organismos de control, la sana integración entre ambos países se degrada, sufren altibajos las relaciones y convenios de frontera antes establecidos, se desbordan los controles, impera la corrupción a todo nivel, la otrora zona de negocios e intercambio comercial exitosa entre los dos países poco a poco se ve perturbada, hasta que, muerto Hugo Chávez, en un impensado día 19 de Agosto del 2015 su sucesor, Nicolás Maduro, ordena en forma unilateral e inconsulta con su vecino el cierre temporal de la frontera por setenta y dos horas, para después extenderla a su forma permanente, aduciendo problemas de seguridad, de contrabando, de extracción de alimentos, de gasolina sin que el gobierno colombiano la objetara, iniciándose así la historia de la Nueva Frontera.

LA NUEVA FRONTERA

Con este eufemismo los medios de comunicación se refieren a la apertura de ella, o sea la restauración de las relaciones diplomáticas rotas y en forma oficial en acto de acuerdo firmado entre los dos presidentes de ambas naciones “hermanas” en la vecina y apacible ciudad de Puerto Ordaz, a orillas del río Orinoco el pasado 11 de agosto, con el paso autorizado de ciudadanos a lado y lado de los cinco puestos fronterizos a través de los 2219 km. de extensión compartida, que para nuestro caso representa inicialmente un logro, como es la integración renovada de la frontera, esta vez llevada a cabo después de previos y concienzudos estudios bilaterales, para darle forma a la nueva figura de esta frontera con miras del siglo XXI, con compromisos de combatir el contrabando, el terrorismo y la inseguridad, dando los primeros pasos con condiciones graduales, la restricción inicial del paso de sus habitantes, necesidad de portar una cédula fronteriza, la posibilidad de la adquisición y libre paso para los connacionales venezolanos de los elementos básicos de alimentos u otros artículos de hogar, comprados en las vecinas poblaciones del eje fronterizo, el no paso de vehículos automotores por los puentes, para con el tiempo, después de analizada y valorada esta apertura inicial restringida, proyectar en el futuro cercano una mejor y duradera manera en las nuevas relaciones comerciales, sociales y humanitarias entre ambos países, que miradas en la actualidad y aunque lucen muy ambiciosas, no parecen fáciles en la práctica, por el espacio muy limitado para la cooperación, a causa de las profundas diferencias ideológicas de sus dos gobiernos incompatibles con sus modelos económicos, sumadas a las políticas del control de precios y de cambios que rige en Venezuela, contrario al de libre comercio en Colombia.

El tiempo y estudios posteriores se encargarán de hacer un concienzudo análisis de los pros y contras de este paso dado por el gobierno de Venezuela de cerrar la frontera, paso inédito desde la separación de ambos países en 1830, y sus diferentes acuerdos, donde creo, nadie salió vencedor, siendo posible argumentar que predominaron en temas coyunturales en la actual situación política binacional, por el venezolano, el inminente tema del revocatorio del mandato del presidente Maduro por la Asamblea Nacional, que le sirvió este cierre como cortina de humo para dilatarlo, y por el del presidente Santos, darle oxigenación a su tema del acuerdo de paz con las Farc, que pareciera llega a su final.

EPILOGO

Para los cucuteños fue retroceder en unas relaciones que fueron amplias, respetuosas y muy humanas, en parte por los estrechos lazos de amistad, de familia y mutuo interés.

Con esta nueva y elaborada apertura, nada volverá a ser como antes, aunque esperaremos con paciencia mejores tiempos, oportunidades de negocios y buenas relaciones humanas.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

lunes, 26 de diciembre de 2016

1052.- CRISPÍN, el ‘rey del llamato’



Pedro Jáuregui

Martín Ortíz le cumplió la promesa a ‘Crispín’ de llevarlo al estadio General Santander con la bandera del Cúcuta Deportivo sobre el féretro antes de darle sepultura.

El viernes 21 de octubre de 2016, a las 6:30 de la tarde, falleció en la Clínica San José, Cristín Alba Bonilla, más conocido como ‘Crispín’, uno de los pocos sobrevivientes de la historia amable de la ciudad y quien nunca pagó la entrada al estadio General Santander para ver a su Cúcuta Deportivo.

‘Crispín’ tenía a la hora de su muerte 89 años, y una vida rica en anécdotas que sus amigos cuentan a raudales, y que coinciden en señalar que era un buen cucuteño, aunque nació en Lourdes el 31 de marzo de 1927.

El ‘rey del llamato’, como lo bautizó el desaparecido locutor de La Voz del Norte, Álvaro ‘El Mocho’ Barreto Niño, hizo de la ‘mamadera de gallo’ un culto que saltó las fronteras regionales.

Su vozarrón agudo era audible en la tribuna de sombra del estadio General Santander y sus víctimas, además de ‘Gardel’, el vendedor de habas, chicharrón y bofe, y el narrador Luis Alberto Robles Gravier, eran todos aquellos que llegaban después de él al estadio General Santander o un transeúnte, que por lo general lo conocía.

Fue mecánico, rezandero de novenario y velorios, animador de veladas de boxeo y un empleado honrado en el concepto de Rubén Darío Galvis García, la principal autoridad de la Notaría Cuarta, antes Sexta.  

Su sobrino Antonio Alba, quien era dibujante, fue quien le puso el remoquete de ‘Crispin’ y sacó unas tiras cómicas en su honor en el periódico La Opinión.

MORROCOTUDO SECRETO

La pregunta que muchos cucuteños se hacían entre las décadas de 1960 y 1980 sobre quién le daba el dinero a ‘Crispín’ para viajar a los partidos del Cúcuta a nivel nacional e internacional, que no eran muchos,  y darse una vida de lujo y derroche los siete días de la semana con el  sueldo que obtenía como empleado de la Empresa de Licores y posteriormente en la Notaría Sexta o Cuarta, fue un misterio por muchos años.

La respuesta se la dio un buen día a Martín Ortiz, el presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Santo Domingo, quien era su vecino y de paso uno de sus amigos.

Le contó que su progenitora, Alejandrina Bonilla, antes de morir le entregó las llaves del escaparate y le señaló que adentro le tenía un regalo por ser un buen hijo.

Después del entierro regresó a su casa del barrio El Llano y cuando sus hermanos le preguntaron que si él tenía las llaves del escaparate les dijo que no y los mandó para sus respectivos hogares. Cuando se quedó solo abrió el mueble y encontró una bolsa llena de morrocotas de oro que paulatinamente fue gastando, no sin antes disfrutar la vida.

Cada vez que necesitaba dinero sacaba una moneda y la vendía. Con ese ingreso extra viajó por muchos años y se compró una casa donde vivió con Josefa Bolaño, quien fue su segunda esposa,  y quien tuvo tres hijos: Javier, Juan y Shirley Alejandrina.

Cristín Alba se casó en primeras nupcias con Soledad García Arámbula, con quien no tuvo descendientes y murió en los años 70, después de una penosa enfermedad, en el barrio El Páramo.

SU VIDA EN ANECDOTAS

Su habilidad como mecánico le sirvió para ingresar a la Empresa de Licores, donde se desbordó su pasión por el aguardiente al punto de que se ponía a llorar cuando botaban el ‘bagazo’, que es el residuo que queda después de destilar los ingredientes de la bebida.

“En la Licorera permaneció como diez años hasta que un día dijo que se quería ir”, contó el pensionado Jorge Sarmiento, quien fue su compañero de trabajo.

En ese lapso de tiempo conoció a Josefa Bolaño, con quien se casó el 26 de abril del 2008 después de casi 30 largos años de noviazgo.

“Era muy elegante y hablaba muy bien, de lo contrario no me hubiera fijado en él”, dijo la mujer oriunda de Ciénaga (Magdalena), quien fue quien lo ‘puso a caminar finito’.

Tras quedarse sin empleo buscó ubicarse en las notarías y recaló en la Sexta donde era el encargado de hacer los mandados y consignaciones, especialmente estas últimas porque le rendía el tiempo toda vez que era muy conocido y no hacía fila.

El notario Rubén Darío Galvis García;  su compañero de trabajo Armando ‘El Chato’ Rangel Arenas y Rubén Darío  ‘El Che Garufa’ Eslava,  al observar que Crispín Alba se ponía cada vez más viejo y no iba a tener una pensión de qué vivir, averiguaron si podían contratarlo y al obtener una respuesta positiva de la Superintendencia de Notariado, lo hicieron.

“Era un consumado ‘tomador de pelo’ y los lunes llegaba casi siempre muy triste, porque el Cúcuta Deportivo perdía”, recordó la secretaria Claudia Patricia Jaimes, una de las cuatro empleadas que lo conocieron en esa etapa de su vida.

'OJO CON EL CAJERO'

El hecho de ser honrado y buena persona no le quitaba de la mente  a ‘Crispín’  que tenía que estar ‘bien despierto’ en la ejecución de sus labores y más cuando había dinero de por medio, reseñó el Notario Sexto.

“Un buen día lo enviamos a hacer una consignación en una entidad bancaria de la avenida quinta y cuando le llegó el turno se ubicó frente al cajero y le entregó el dinero. En determinado momento el empleado le indicó que se le había caído un papel y por un segundo bajó la vista al piso pero nada encontró. El cajero al terminar de contar el dinero le dijo que le faltaba $5.000 o $10.000, que era mucho dinero para la época, pero ‘Crispín’ no perdió la calma e hizo llamar a la gerente del Banco y le contó lo que pasaba. En la tarde lo llamaron y le contaron que al hacer el arqueo se había encontrado el dinero y se lo devolvieron. A partir de ese día nos decía jocosamente y a cada instante ‘ojo con el cajero’”.

Galvis García contó que el personaje de marras a pesar de su afición por el Aguardiente Extra, nunca llegó tarde al trabajo y mucho menos se enfermó. “Dos veces se cayó y nunca se partió un hueso. El aguardiente lo conservó bien”, afirmó.

A pesar del cariño que profesaba por el producto bandera de la Empresa de Licores de la región, Rubén Darío Galvis descubrió que ‘Crispín’ le era infiel los domingos al Extra con la cerveza.   “Al principio me dijo que se tomaba dos o tres, luego cuando le dije que más hondito, como el sepulturero, reconoció que se tomaba cinco o seis”, contó con una sonrisa.

“Era un magnifico amigo y un colaborador inmejorable”, sentenció el último patrón que tuvo Cristín Alba.

EL ROJINEGRO, LA GRAN PASION

La principal razón para vivir que tuvo ‘Crispín’ fue el Cúcuta Deportivo. En la década de 1970 y comienzos de la siguiente se ubicaba con los ‘Recocheros’ de Silvio Demoya y cuando se construyó la tribuna nueva de Oriental o Sol, en la primera fila de la parte de abajo.

Vio desfilar muchos Cúcuta, buenos y malos, pero eso no fue un motivo para distanciarse del ‘Doblemente glorioso’. Por eso cuando Cúcuta fue campeón de la A en el 2006 casi se vuelve loco, contó su esposa.

“Pensamos que le iba a dar un infarto de la emoción y de la alegría  contenida durante más de 50 años. Gritaba, saltaba, reía, lloraba y salió corriendo por la calle. Como pude me levanté y lo zarandeé para que se calmara y me dijo que le dejara hacer de todo porque el Cúcuta Deportivo no era campeón todos los días y ante tal razonamiento lo dejé quieto”, recordó. 
   
Ese amor por la institución hizo que su amigo Martín Ortiz se comprometiera a llevarlo al escenario de sus sueños, alegrías y tristezas: el estadio General Santander antes de que fuera enterrado.

El 22 de octubre Martín cumplió su promesa y ‘Crispín’ le dio la vuelta olímpica por la pista atlética, acompañado de German ‘El Burrito’ González y Guillermo ‘El Mico’ Santander, los únicos jugadores profesionales que estuvieron en su despedida.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.