PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

sábado, 27 de febrero de 2021

1838.- LA CASA DE MERCADO CUBIERTO DE CUCUTA

Luis A. Medina S. (cucutanuestra.com)
Tomado libro Cita Histórica


Mercado Cubierto 1891, obra inconclusa. Ingeniero de la obra Francisco de Paula Andrade.
Pertenecía a una compañía anónima, como presidente don Foción Soto.

Bello y funcional el edificio de la Casa de Mercado Cubierto, construido por iniciativa del prefecto de San José de Cúcuta, don Aníbal García-Herreros que, fue destruido por un voraz incendio el 21 de mayo de 1949. Casa cuya existencia data desde el año 1894. Como crónica es historia, el elemento circunstancial que viene a ser de utilidad y de complemento en la narración esta, es más bien una crónica que una historia adoctrinadora. Por ello, vamos a hacer una crónica de la casa de mercado más bella que ha existido y por qué no decir de Colombia, si en realidad de verdad, fue bella entre las bellas.

San José de Cúcuta es por dentro, todo un compendio de la crónica jocosa y amena y toda una historia a lo largo de su vida, por eso nos ocuparemos del edificio más bello y funcional de Cúcuta en casas de mercado público que han existido en Colombia.

Fue iniciada su construcción en septiembre de 1891. Se construyó sobre los siguientes lotes: dos lotes comprados a Lucinda S. de Yáñez en 1888, por escritura pública No. 248 del 28 de noviembre de 1889; dos lotes comprados a Pedro Pelayo y Ana María Caminos en $2.900 por escritura pública No. 281 de la misma fecha anterior y por el mismo precio; dos casas compradas a Julio Uricochea en $11.000, por escritura pública No. 406 de diciembre 10 de 1889, un solar comprado a Pedro María y Miguel Ramírez, Dolores Reyes de Bautista, Geotilde Rudecinda y Judith Reyes en $1.500, por escritura pública No. 480 del 17 de diciembre de 1889; un solar comprado a Francisco Bousquet en $2.000, por escritura pública No. 359 del mismo año; un lote comprado a Floripe Hernández de Estrada en $4.800, por escritura pública No. 418 del 21 de diciembre del mismo año. Estos lotes para la construcción de la Casa de Mercado Cubierto de Cúcuta, el costo inicial de la construcción fue calculado en $500.000 oro

Fue construido por partes. Primero el ángulo nordeste, en donde anteriormente había venta de pasto que, duraba de 4 a 6 de la tarde. Como maestro de la obra Pedro Tobías Vega, en la esquina nordeste diagonal a la plaza Santander, donde funcionó por algún tiempo el Concejo Municipal, como lo muestra la fotografía en alto relieve que dice: “Concejo Municipal 1904”. El propósito y finalidad era dotar la ciudad de un edificio amplio suficiente, para la venta de verduras, granos, frutas, carnes, etc. y así como locales comerciales para almacenes y tiendas, rentables al municipio.

Abarcaba una manzana completa entre avenidas 6ª y 7ª y calles 11 y 12.
Se muestra la calle 11 completa

Fue el prefecto de Cúcuta, aquel gran caballero don Aníbal García-Herreros en el año 1890, quién tomó todo el interés necesario para la construcción de la magnífica casa de mercado cubierto, dando así cumplimiento al acuerdo del Concejo Municipal de San José de Cúcuta de 1889. Fue asimismo don Aníbal García-Herreros, quien de inmediato inició la negociación y compra de los lotes descritos, así como las casas.

Fue también él, en su calidad de prefecto de San José de Cúcuta, quien contrató en el exterior la compra de la estructura metálica en 1894, siendo nombrado administrador don Marcos Soto.

La renta

Para el año 1895, el mercado produjo al municipio una renta de $16.000 anuales; para el año 1896, $20.640; para el año de 1897, $25.000 pesos. Para el año 1896, la casa Comercial Ferrero y compañía prestó al municipio de San José de Cúcuta la suma de $5.042 para construir otra parte del mercado con estructura metálica, al interés del 1% anual. El 4 de septiembre de 1896, el concejo municipal, por acuerdo No. 18, destinó la suma de $18.000 oro, para construir locales comerciales en el mercado cubierto, en sus costados norte y oriental, semejantes al que ya tenía en esa misma manzana don Virgilio Barco M. y por acuerdo No. 21 del 27 del mismo año se votaron o apropiaron $25.000 oro, para construir la fachada occidental y el techo que lo uniera a la galería del mismo mercado.

El 10 de octubre de 1896, se contrató con don Salvador y Aurelio Moreno, la construcción de 51 metros de locales comerciales por la suma de $20.000 oro, mediante el acuerdo No. 6 del 3 de marzo de 1897, el concejo apropió la suma de $30.000 oro para construir 54.17 metros de la fachada occidental, así como la fachada norte, a partir de la esquina sureste del mercado, y 17.28 metros de galería al sur.

Los locales comerciales desde el No. 1 hasta el No. 8 del costado norte, se terminaron de construir en noviembre de 1897, y fueron arrendados así: No. 1. a $80.00 y los restantes a $50.oo oro mensuales cada uno. En el año 1899 las galerías interiores se arrendaron por contrato a don José María Morales Berti, por la suma de $20.520 oro anuales a don Víctor Izarra y Hernán Pérez los locales comerciales No. 2 a $840 oro anuales, el No. 3 a don Juan C. Suárez a $660 oro anuales.

Se muestra la calle 12 sentido de avenida 6ª a 7ª, acera del mercado cubierto.
En la esquina de avenida 7ª a la izquierda se observa La Estrella, 
establecimiento comercial de Arocha & Cía.

Esta ha sido una síntesis de la bella casa de mercado cubierto de estructura de hierro y zinc traído de Inglaterra de naves amplias, donde convergían campesinos con frutos y comestibles de todas las regiones y climas del departamento, en cantidades abundantes, donde sus naves daban cabida a todos y a todo lo imaginable que allí se expendía. Durante muchos años, la casa de mercado fue epicentro de citas y tertuliaderos de los cucuteños, allí se confundían los ricos y los pobres, la elite cucuteña, en fin, todos los estamentos sociales de la inolvidable Cúcuta de antaño de nuestros abuelos, de la niñez y toda esa gama de recuerdos que nos impulsan a hacerlos presentes.

Personajes

Como la crónica es la historia, hablaremos de los personajes de esa casa de mercado cubierto que, aún está presente en la memoria de los cucuteños y de todos de los que la conocimos. De los personajes que expendían algunos artículos, personas cuya longevidad alcanzó el pináculo de un cincuentenario dedicados al oficio, cuántas veces haciendo el chiste agudo y la sátira intencionada como picada de abeja real ponzoñosa, venenosa y caliente, pero en fin todo el ambiente popular y la bulliciosa y clásica escena de los personajes que hacían el ambiente festivo y alegre en el propicio sitio del singular suceso.

Ana Francisca Figueroa. La popular ‘Pachita’ como cariñosamente se le llamaba, qué chicha de arroz, qué pasteles tan bien preparados y condimentados que, al tomarse un vaso de chicha y comerse un pastel, tenía forzosamente que repetir. Allí en su puesto de expendio a las nueve de la mañana, era un hervidero de gentes de todos los estamentos sociales, se daban cita a tomarse su chichita y comerse sus pastelitos. Y qué precio de esas medias nueves o mañanas: un vaso de chicha y un pastel por 0.05 centavos.

Eusebio, a quien le decían el ‘bobo’, traía y traía en un yugo cargado al hombro olladas y olladas de chicha y canastados de pasteles de allá en la avenida 5 con calles 14 y 15, donde vivía ´Pachita’. Había que entrar a su casa, donde también se daban cita las empleadas de la gobernación a tomarse las medias nueves, mujeres amasando la harina, extendiéndola en mesones, otras echándoles el guiso, cortando y echando a un enorme perol lleno de manteca vegetal a fritar.

La Mansulí. La catira ‘Mansulí’ como así se le llamaba. La especialidad de la simpática señora era el dulce de platico. No menos de diez clases de dulces preparaba diariamente y lo exhibía servido en una mesa forrada en lata, para que el público eligiera el que más le gustara, al precio de 0.02 centavos el platico, valor que iba depositando en un pote de lata. Después de degustar uno o dos platicos de dulce, la garganta recibía la caricia de un vaso de agua sin hielo, salida del tubo y naturalmente sin filtrar.

Imagen donde se muestra la avenida 7ª con calle11.

La Morrocota. Era una negra pimentosa y alegre, llamada así popularmente. Siempre lo pasaba cantando su especialidad: la venta de panela, cinco panelas por un real y de ñapa con “borusas” que quedaban del aborote o empaque de la panela. Se vanagloriaba de ser ella la que más panela vendía. Decía cantando la ‘Morrocota’: ‘Quién quiera comer panela grande y sabrosa, ¡cómprela a la ‘Morrocota’ qué cosa tan sabrosa!’. En realidad de verdad, era la que más panela vendía.

Le decían la “morrocota” porque usaba una gruesa cadena de oro macizo y pendiente una morrocota americana que lucía en el cuello acompañada de zarcillos con dolaritos americanos. De vez en cuando, fastidiada de la diaria rutina del trabajo y seguramente saturada por el trajín, se iba a las tiendas a tomarse sus cervecitas cuando terminaba su faena del trabajo.

Calle 12 con avenida 7ª. Muestra la avenida 7ª

La arroz-seco. Seguramente no habrá en Cúcuta quién haya olvidado a una simpática Consuelo apodada ‘La arroz-seco’ y su especialidad, vender granos mojados como se le llamaba así, y en totumas con agua, maíz, arvejas, garbanzo, fríjoles, habas, y aparte en otra totuma, masa de maíz que la hacía en bolitas, para echarle a la sopa, que los cucuteños llamamos ‘pira’, el grano mojado y las bolitas de masa, las vendía de dos centavos en adelante, envuelta en cucuruchos de hojas de bijao el paquetico.

Carmelita. La aguapanelera; podríamos preguntar: ¿quién de los cucuteños de aquella época, no tomó el aguapanela preparada por esta señora? Qué sabor, qué delicia y a dos centavos el vasado. En esos vasos grandes llamados ‘guaraperos’. ¿Quién no recuerda del coto aristocrático de Carmelita, colgado en la parte superior del cuello a manera de dos siamesas chirimoyas, adornado con una cadena de oro y varias libras esterlinas pendiendo?

Ramón Pérez. ‘El buchón’ Ramón que vendía el mejor pan, el pan Contreras. Ramón y sus cuentos verdes, chistes y retahílas tan groseras que, de todas maneras, gustaran o no gustaran, la gente por más seria que fuera se reía, las muchachas eran felices oyéndole la lengua a Ramón, les decía a las muchachas: ‘mijita, si no me lo compra, no me lo toque tanto... porque me lo magulla y ya estoy muy viejito para que me lo sobe tanto, tenga la seguridad que yo no se lo meto del tieso’. Se reían y le celebraban la gracia a ‘El buchón’ Ramón Pérez.

Claudia. La frutera, otro personaje de la inolvidable casa de mercado, de aquellos personajes típicos y jocosos, grosera como ella sola, en fin, de todo hay en la viña del señor. En sus tertulias con los hombres, les decía: que ella conocía la virginidad de la mujer cuando le iban a comprar guineos, ese guineo grande llamado ‘quinientos’. Si la muchacha lo tomaba por la punta, decía qué era virgen. Si lo tomaba por la mitad y lo contemplaba, no era virgen. Que ella no fallaba en su apreciación y que apostaba con cualquiera.

El llavero Colmenares. En el puesto de cerrajería se conseguía lo inimaginable en llaves y candados usados, ahí arreglaba chapas, hacía llaves, y compraba todo lo que vendieran en esa materia. Trabajaba a domicilio, cuando exigían sus servicios, para abrir un baúl o un escaparate que, era imposible llevarle al puesto de trabajo al mercado. Se echaba al hombro un mazo de llaves como de una arroba de peso, fue tanto lo que trajinó con ese peso al hombro derecho, que se jibó, por ese lado donde cargaba.

Mercado cubierto de la ciudad, avenida 6ª con calle 11. Se muestra lado de la avenida.
Demolido en 1949 después que un incendio lo destruyera.

El viejo Manuel. Otro personaje que vendía oraciones, talismanes y esencias, y el llamado ojo de buey. En Cúcuta toda la vida, la gente ha sido supersticiosa y con creencias contra la religión y las buenas costumbres, y dentro de esas creencias, fácil de explotar y de engañar. Él, vendía la oración del ánima sola, del Ángel de la Guarda, la de correr al enemigo y un mal vecino. Asimismo, vendía el talismán de la buena suerte, las contras para el mal de ojo, el aserrín de hierro imanado para atraer el dinero, el ojo de buey para que nunca le faltara plata en el bolsillo, la uña de la gran bestia, el nido de macuá, el orín de la mona, las esencias: sígueme joven, te quiero más, nunca te olvidaré, las del levante, el coral encantado y ‘secretiado’ para evitarles el mal de ojo a los niños, y así por el estilo muchos artículos supersticiosos que tenían grande demanda donde Manuel que, conocía muy bien la sicología de las gentes.

El negro Ambrosio Rivera. Vendedor de papa, les echaba barro y agua para dizque mantenerlas frescas, (bonito cuento). La ‘turca’ Emilia su clienta, llegaba y le decía con ese lenguaje enredado de los turcos “haber majito Ambrosio, cómo tiene las papas sucias y embarradas hoy, le cumpra uno tres libreas, y le sale media libra de barro; no sea tan ludran Ambrosio”.

Sería difícil e interminable describir todos los personajes de la casa de mercado y exaltar su vida, su actividad comercial, sus costumbres, sus cuentos, sus anécdotas y chascarrillos. Solo, así llanamente nombramos otros como ‘El chuchero’, ‘El cabezón’ Corzo, ‘El sordo’ Martínez en su “Tesoro Escondido” vendiendo alpargatas a 0.25 el par, Adán Wilches con sus clásicos zapatos de goma blancos y vistiendo de blanco, Vicente Álvarez con sus raspados sabroso de hielo, ´La hormiguita de oro’ vendiendo cuentos de Callejas, Carlos Silva mascando chicote y vendiendo aceite de tártago, ‘El negro’ Chirinos y su sabroso calentado, ‘La gata’ vendiendo maíz tostado.

Todos estos personajes hacen la crónica distraída y amena de un pasado que no volverá.

Ventas de frutas en el interior del mercado.

A estos personajes, agregamos otros que visitaban el mercado con especialidad los días sábados día del gran mercado, ‘Fosforito’ el poeta alegre y chascharatero, era un gallo para los piropos poéticos, improvisador de versos dirigidos a las muchachas.

‘La cucharita’ su nombre era Natividad Niño. La pobreza de esta mujer del pueblo, se reflejaba sobre su física humanidad, la indumentaria que vestía, siempre andrajosa, raída y descalza, con un olor que impresionaba en el olfato de su mal oloriento cuerpo, seguramente por el oficio a que se dedicaba, lavar las mesas de picar carne de los peseros cuando terminaban sus labores. ¡Ay! de quien le dijera ‘Cucharita’, la reprimenda verbal iba acompañada de los más terribles zurriagazos de malas palabras del más grueso calibre.

De ella, hay una anécdota, anécdota como en todos los personajes típicos de los pueblos: una aristocrática señora llega al mercado y necesita comprar unas cucharas de palo, y después de comprarle la carne a un tal Elías ‘El burro’, la señora le pregunta: señor, dónde venderán cucharitas de palo. Elías con toda la maldad le dice: indicándole a Natividad ‘La cucharita’ que, estaba a cierta distancia, ‘Aquella señora le indica donde las consigue’. Llega la señora y le dice: usted me hace el favor de decirme donde consigo las cucharitas de... no dejó terminar a la señora por lo que le preguntaba, y se vuelve como una víbora y le dice lo habido y por haber en malas palabras, con voz ahogada por la cólera.

Esta ha sido la crónica sobre la casa de mercado cubierto y sus personajes más resaltantes, que, han hecho la historia. Y así la bella y funcional, con naves espaciosas y ordenadas y clasificadas para el expendio de los productos, el 21 de mayo de 1949, recibió el artero latigazo y se vistió de fuego y se coronó de cenizas y la estructura de hierro y zinc, rodó por el suelo, por el devastador incendio que iluminaba el horizonte, en un furioso derroche de llamas que se levantaban al cielo por todas partes, ante la impotencia de contener las llamas, y la tristeza de los cucuteños que vieron acabarse para siempre la casa de mercado.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

jueves, 25 de febrero de 2021

1837.- POR LA RADIO VOLABAN LAS NOTICIAS

 Oscar Peña Granados

 


Estos tiempos de pandemia y cuarentena de verdad que son especiales.

Mi panita El Bacano perdió su negocio de venta de tintos, cigarrillos, galletas y cuanta chuchería pueda caber en dos enormes canastos y tres termos, que no sé cómo logra subir a un atestado bus de Transmilenio al comienzo y al final de su jornada. Pero la clientela ha disminuido tanto que pasaba su jornada laboral descansando a la sombra de un incipiente arbusto y comiéndose su mercancía.

Mi amigo es nacido en algún lugar del Norte de Colombia, nunca le he preguntado exactamente de dónde. Su fisonomía tiene dos características particulares: un abundante cabello crespo como recuerdo de algún ancestro africano, de color rubio que obliga a pensar en el cruce entre un ario y alguna hermosa mulata y bastante abundante para mi envidia, peinado en una cola de caballo para tratar de ponerle algo de orden.

Su otra particularidad es una acentuada cojera, que le hace más difícil manejar toda la parafernalia que constituye su negocio de rebusque, como el de muchos otros colombianos.

Pues hacía 4 meses habíamos perdido contacto a raíz de los últimos sucesos, por lo cual su llamada me sorprendió, aunque no tanto porque en esta temporada he recibido mensajes de otras personas de las cuales no tenía ninguna noticia desde hacía mucho tiempo, estando el récord actualmente en 47 años.

- Bacano, gusto escucharlo- le dije cuando recibí su solicitud de videollamada. 

-Que pasa, calidad, no ha vuelto por estos lados. ¿No está cogiendo bus? –

Y ahí, dentro del recuadro de la imagen en mi celular, lo vi. Un viejo transistor, tipo panela, imitación o autentico Sony, con un cilindro hecho en plástico añadido a su parte posterior y que contenía tres pilas grandes, de las que ya casi no se usan, y una maraña de cables que lo conectaban al aparato, tal vez para darle mayor duración a las baterías.

- ¿Que hace Usted con ese radio viejo?

-Mi papá era celador y ese aparato además de la cojera fueron su herencia- me contesta en tono un poco irónico.

De inmediato se llena mi cerebro de imágenes, tal como en la serie de televisión de los 60 “El mundo del pequeño Adam” y se me aparece Wilbur (el chico de los anteojos que hacía la segunda en la historieta) y me dice: Eso, Oscar, es una historia.

Cada niño nace con su arepa debajo del brazo, dicen por ahí, aunque es una gran mentira. Yo la cambiaría porque en Colombia en vez de arepa traen un transistor, sobre todo en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX.

-Venga le cuento lo que es la radio para los cuchos como yo, le digo a mi interlocutor.

A mi generación cucuteña la televisión le llegó estando ya grandecitos y lo curioso es que apareció como efecto secundario de la extensión de la señal televisiva del país vecino y no del propio. La señal de la TV colombiana llegó más tarde 

La radio nos daba identidad con nuestro país y esa dosis de fantasía que ahora llega con más sofisticación, con video y a través de mayor variedad de instrumentos. Su mensaje debía ser complementado por nosotros con imágenes nacidas en nuestra imaginación, casi de la misma manera que sucede cuando leemos. Tenía y creo que aún mantiene la ventaja de una mayor flexibilidad para la improvisación, al no tener que obedecer a horarios rígidos que debe respetar pues cada franja tiene su patrocinador económico 

La primera radio que conocí tenía este aspecto, y le muestro la pantalla de mi computador 

- Que dinosaurio, comenta mi interlocutor.

Por la radio volaban las noticias, y ya sabíamos que algo especial (malo y grave casi siempre) había sucedido cuando escuchábamos: 

¡¡¡ El Repórter Esso!!!!  El primero con las últimas. Extra, interrumpimos este programa para dar una noticia de última hora.


 

Acuérdese de las épocas de Yamid Amat y Juan Gossain que aparecían con sus noticias en cualquier momento, se rebuscaban como pudieran la forma de llegar en directo al sitio de los acontecimientos y lograban entrevistas de gran calidad informativa y hasta literaria.

Como anécdota le cuento que Yamid Amat había salido de las páginas de un tabloide vespertino de tinte amarillento, donde era el encargado de la página de noticias de farándula, la cual siempre adornaba con la foto de una dama bastante ligera de ropas, por lo cual su encargo de la dirección de las noticias de una prestigiosa cadena radial fue muy criticado.

Ellos fueron los pioneros de ese estilo y aún hoy es el estilo de los analistas de noticias, algunos desdibujados por apegarse más a convicciones o conveniencias políticas que al interés periodístico; pero en general el cubrimiento noticioso a través de la radio ha mantenido su calidad, ¿cierto 

La radio era deporte y como le contaba, teníamos que meterle imaginación a las pocas transmisiones en vivo que se hacían, así que en épocas de la Vuelta a Colombia alistaba mi triciclo, una gorra de pintor de brocha regorda y volaba por toda la casa tratando de recrear las narraciones de Don Julio Arrastia Bricca, conocido como “La Biblia del ciclismo”, compitiendo con “El colorado” Carlos Arturo Rueda C y otras figuras como Pastor Londoño y Eucario Bermúdez.

Las carreteras en esos años 50s eran peores que ahora, eran más bien trochas un poco más amplias y había mucha dificultad para transmitir en directo, por eso algunas veces sonaban como cuentos escritos con realismo mágico e inventados por los locutores, lo cual fue confirmado por alguno de ellos cuando ya estaba retirado 

La calidad del sonido inicial era regular, interrumpido por ruidos, interferencias y súbitos silencios que hacían sospechar que lo peor le hubiera sucedido al transmovil, que hubiera caído “cegados por la espesa neblina que tiñe de gris el firmamento e impide por completo la visión, a uno de los abismos insondables que se ubican cual macabros centinelas a cada lado del escabroso trayecto que recorremos” …

Pero la radio también evolucionó, las transmisiones eran cada vez más claras, mire Bacán como hacían el cambio en esa época los diferentes locutores refiriéndose a la parabólica solar, dispositivo con el que la Cadena Caracol descrestó en un año que no recuerdo:

 Prevenido el Caracol Habano (tenían vehículos de diferentes colores), ¡¡¡ Conecte, Accione, Al Aire¡¡¡

La carcajada que escuché y la corronchería de mi interlocutor me hicieron sospechar el pésimo comentario:

Mi querido vejestorio, eso parece la descripción de las prácticas de Onán, el de mis lecciones de Historia Sagrada.

La radio le dio fama a  muchos ciclistas, digo ignorándolo ,el mejor era Ramon Hoyos Vallejo, cinco veces ganador de la Vuelta, pero habían otros como “El Zipa Forero”, Roberto “Pajarito” Buitrago, Hernán Medina “El príncipe estudiante” ,Jorge Luque “ El Aguila Negra” pero no de las de ahora, y con el relevo generacional aparecen “Cochise” Rodríguez, “El Ñato” Suarez, Rubén Darío Gómez, Pedro J. Sánchez “El León del Tolima”, “El niño de Cucaita” Rafael Antonio Niño, ”La Bruja“ Montoya  y muchos más hasta llegar a las generaciones más recientes que han competido en el exterior gracias a la fama que en buena medida contribuyeron a crear estos duros de la narración deportiva.

Y claro no podía faltar el fútbol, con el partido del Doblemente Glorioso Cúcuta Deportivo cada domingo y la transmisión del inolvidable encuentro con la URSS, en el Mundial del año 1962. Con el cuarto gol colombiano hubo una explosión de alegría general, salimos con la patota de La Playa a celebrar la hazaña.

Había también novelas, si señor, y como no había imagen entonces el tema era más importante.

-  O sea que nada de “Sin tetas“ –

Correcto. Le cuento la más antigua que escuché: “Reina sin corona”. Era la dramatización de la historia del Rey Eduardo VIII de Inglaterra quien prefiere abdicar ante la imposibilidad de coronar como reina a su amada Wallis Simpson. Mire usted que la cosa en la vida real no era tan romántica como en la novela, y Doña Wallis fregaba bastante al frustrado rey, que a su vez defraudó a sus súbditos por su simpatía con el hombre del bigote durante la II Guerra Mundial.

Había una novela que todo el mundo escuchaba:  Las Aventuras de Kalimán y el pequeño Solín que oía tratando de llenar las horas tranquilas en el hospital donde cumplía mi año rural y que me hace acordar de las desventuras de Pochola, el matón de pueblo más de malas que he conocido.

Resulta que Pochola acostumbraba armar tremendas peleas en cada Feria, pero escogía muy mal sus oponentes - a diferencia de un compañero mío que prefería retar a los más pequeños y ojalá con gafas, requisitos que yo cumplía cabalmente- y por lo tanto el pobre terminaba como Cristo después de los azotes y la corona de espinas.

Para completar la diversión, su familia formaba tremenda furrusca en el hospital por cualquier motivo, golpeando desde el médico hasta el perro de la ecónoma con cualquier disculpa, refrendando así su fama de bravos puesta en duda por la paliza que se había ganado uno de sus miembros.

Pues escuchaba como le digo a Kalimán cuando un pálido y tembloroso celador me susurra: “Llegaron Pochola y sus hermanos. Viene herido”.

Llegué al consultorio de urgencias a través de un pasillo tan solitario como el centro de la ciudad cuando la cuarentena inicial, la de verdad, seria y efectiva. Ni el perro se asomaba, yo iba armado tan solo de una estampa de El Señor Cautivo de Ocaña que llevo a todo sitio.

El sujeto de marras no tenía parte libre de moretones y más borracho que pizco en Navidad cuando está próximo al cadalso.

Tocó dejarlo en observación y fue mostrando síntomas de un trauma abdominal cerrado con posible sangrado a cavidad, por lo cual debía remitirse a otro centro de mayor complejidad.

Que Dios protege a sus borrachitos quedó demostrado ese día, o tal vez fue el Señor Cautivo que me salvó a mí de la venganza de los familiares en caso de una evolución fatal del paciente; de la nada aparecieron un cirujano y un anestesiólogo con todo su equipo y medicamentos que rápidamente se hicieron cargo de la situación y salvaron de esa a Pochola que tenía el bazo roto.

Y digo de esa porque a las Ferias siguientes peleó con un cazador, quien defendiéndose de las puñaladas que le mandaban, le pegó un tiro directo al corazón, terminando de esa forma con la vida y obras de Pochola.

La radio también tenía radioteatros, programas culturales y musicales en vivo. A las 8 pm comenzaba la Hora Philips con artistas invitados y cuando empezó el concurso de cantantes llamado la “Orquídea de Plata” era mayor la audiencia. En Cúcuta, cuando la participación de Jesús David Quintana, a quien todo el mundo conocía como Totoito, la sintonía era total.

 


Para el humor teníamos a mediodía a Montecristo y en la noche Hebert Castro o Los Tolimenses, vetados por groseros por las damas, y a finales de los 60’s Los Chaparrines, a la hora de acostarse. Uno de los personajes se llamaba Mamerto Mastuerzo, y Mamerto llaman a los simpatizantes de la izquierda, no sé con qué significado, porque Mamerto las ganaba todas en su programa 

En mi Cúcuta había tremendos locutores:

Carlos Ramírez París, conocido en sus comienzos en la ciudad como “El Maracucho” y luego como “Trompoloco”, era el propietario de Radio Guaymaral, “la chica para grandes cosas”. Organizó el primer paro cívico que recuerdo allá por los años 60 como protesta contra el pésimo servicio de energía eléctrica, esa noche el apagón fue total. Su voz y su emotividad al narrar fueron su característica principal, tuvo un triste final…

Su primo, Roberto Fuentes París en “La Voz del Norte” fue una institución en el plano artístico, allí aparecieron o se consolidaron varias figuras del canto cucuteñas: Las Hermanitas Pérez, Arnulfo Briceño y otros de igual importancia.

Y había un par, cosa especial, eran figuras no solo en el ambiente deportivo, sino que también tenían una cultura musical y literaria amplia y eran figuras en las reuniones sociales y sitios de diversión, santa y non sancta: El Mocho Barreto y Roque Mora.

Su programa de deportes se llamaba “Cornucopia (Vaso en forma de cuerno que representa la abundancia) deportiva” igualmente en La Voz del Norte.

Candentes eran sus polémicas, por ejemplo, en una ocasión se trenzó Roque Mora en tremendo duelo con otro grande de la locución: Luis Eduardo Mantilla Sanmiguel, fundador de Radio Internacional y su radionoticiero Suspenso, “principio y fin de la noticia”. A mediodía además del calor, esa batalla verbal, que afortunadamente no pasó a mayores, pero que hacía presagiar un duelo al mejor estilo de las películas de vaqueros, dejaba solo el centro de la ciudad.

Al Mocho le atribuyen la frase: “Cúcuta, la ciudad de las calles amplias como el corazón de sus gentes”.

También Sergio Luis, mi hermano, sucumbió a la tentación y desde Radio Cariongo, con sede en Pamplona, empezó a dictar sus cátedras de música que hoy nos regala en sus libros.

La radio ha sido compañera en las duras jornadas de trabajo diurno y nocturno, donde su importancia se hace mayor ya que permite permanecer despiertos o calmar el stress con música relajante. A lo largo de la geografía nacional formaba parte del equipaje de quienes enfrentamos la noche.

 

Y armados de este u otros modelitos similares, atacamos muchas horas de vigilia.

Un aplauso para la radio colombiana.

- Me emocionó calidad con sus recuerdos, espero verlo pronto, dice mi interlocutor.

Que así sea, viejo man. Que Dios nos ayude.

 


Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 23 de febrero de 2021

1836.- PABLO CHACON MEDINA, 80 AÑOS NO SON NADA


Gustavo Gómez Ardila (La Opinión)

Guido Pérez Arévalo, Olger García Velásquez y Pablo Chacón Medina.

Era un diciembre, hace ya bastanticos años. Recuerdo que era diciembre porque ya en el almacén Tía de la avenida quinta vendían ovejitas y papel verde y niños Dios, para los pesebres.

Yo venía de la universidad, de Bogotá, y no podía llegar a la casa en Las Mercedes con las manos vacías. Así que me fui al Tía a comprar adornitos de navidad. De pronto la gente empezó a correr en dirección al Palacio Nacional.

Yo, joven y alebrestado, también corrí. Una especie de manifestación venía hacia el parque Santander llevando en hombros a un tipo gordo, de corbata y vestido completo.

- ¿Y esa vaina? –le pregunté a una señora que aplaudía fervorosa el paso de aquella procesión.

-Que el abogado Pablo Chacón Medina acaba de ganar otra audiencia y sacó libre a un tipo de la cárcel que estaba preso por un homicidio que no cometió.

Era la época de los jurados de conciencia. El salón de audiencias quedaba en el Palacio Nacional, y desde allá venía el bochinche con el jurista en lo alto como un estandarte. Sudoroso y jubiloso. Menos mal que no lo dejaron caer.

Yo estudiaba Derecho y me emocioné al ver el éxito de los penalistas.

Después pude saber que no todos los penalistas estaban llamados a ser tan brillantes, y que para serlo debían quemarse muchas pestañas al pie de los artículos y de los incisos y de los parágrafos y de la letra menuda de los códigos. Como dijo Gilberto Alzate Avendaño: Ser abogado es pasarse la vida a la sombra de los incisos de los códigos.

Desde Bogotá traté de seguirle la pista al abogado Chacón Medina, y supe que en su época ostentó el récord nacional de absoluciones a sus defendidos, por los diversos jurados de conciencia. Un récord que resaltaron en primera página los periódicos nacionales, que lo mostraban como uno de los penalistas más afamados de Colombia.

Y supe que su gloria también iba creciendo como las sombras al anochecer, parodiando las palabras del cura Choquehuanca al Libertador.

Pasaron los años. Radicado yo en Cúcuta, me invitó un día José Luis Villamizar Melo a ingresar a la Sociedad Bolivariana, y para mi sorpresa allí me encontré con el penalista Pablo Chacón Medina. Tuve oportunidad de tratarlo de cerca y ya no al abogado aquel que salía en hombros aclamado por multitudes, sino un hombre sencillo, estudioso, que no se daba ínfulas y a quien no se le habían subido los humos, como nunca se le subieron.

Más tarde ingresé a la Academia de Historia y allí me lo volví a encontrar como miembro de la Junta directiva. Lo conocí entonces como un estudioso de la historia, amigo de las disertaciones y tratadista de temas de nuestro pasado.

Y fue en la Academia donde lo conocí también como escritor, como poeta y como repentista de versos que improvisaba con sabrosura y buen manejo del idioma. Era también columnista de La Opinión, y del desparecido Diario de la Frontera.

Pero fue como presidente de la Academia, siendo yo secretario de la Junta, cuando tuve oportunidad de valorarlo en su grandeza como ser humano. De una sencillez a toda prueba. Comprensivo y generoso. A nadie le negaba su mano, ni su corazón.

Pues bien, ese hombre fornido, grande por dentro y por fuera, adusto y tierno, estudioso a toda hora, docente y decano universitario, maestro y aprendiz, orador de alto vuelo y de conversa agradable, nacido en una vereda de San Cayetano y que se ha codeado con jefes de estado, que incursionó en la política, pero la abandonó cuando le conoció sus intríngulis, ese hombre que ha hecho de la amistad su don más preciado, acaba (2020) de cumplir ochenta años.

Ochenta años de satisfacciones espirituales y materiales.

La Academia de Historia de Norte de Santander lo acaba de exaltar como Miembro Honorario. Fue su regalo de cumpleaños, y los académicos nos pegamos a la mantequilla para cantarle el japy verdi, aunque de lejitos.

Cuando el enclaustramiento pase, nos beberemos la champaña. A costillas del ochentañero, es decir, por cuenta de este ñero de ochenta.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.


domingo, 21 de febrero de 2021

1835.- LA INCERTIDUMBRE PARA JHOAN ‘PELUCA’ ARENAS

 Gustavo Contreras (La Opinión)

 

Jhoan ‘peluca’ Arenas no mostró su mejor versión futbolística en los tres partidos que ingresó como emergente. Desde la llegada del uruguayo Jorge Artigas al banco técnico, Arenas no jugó.

 

 “Me voy con una pena porque sé que mucha gente en la ciudad esperaba que mostrara mi fútbol”. El sentimiento de desilusión de Jhoan ‘Peluca’ Arenas ante su salida del Cúcuta Deportivo es innegable. 

Arenas llegó al equipo rojinegro en enero de 2020 luego de pedir una oportunidad para que lo viera el entonces técnico del Jairo Patiño en la pretemporada que se hacía en Bogotá. El volante ofensivo gustó y terminó firmando por un año con el motilón. 

El futbolista de 30 años nacido en Chinácota solo actuó en tres partidos de los ocho jugados alcanzando apenas 90 minutos de acción. Debutó contra Patriotas en la primera fecha ingresando al minuto 64, jugó contra Millonarios en la segunda jornada entrando al 61 y su último partido fue contra Pasto en la quinta jugando los últimos 30.

Hace dos semanas, recibió la noticia de que el técnico Jorge Artigas no lo iba a tener en cuenta para la reanudación del campeonato junto a cinco jugadores más. 

“Me llamó el profe Artigas y me dijo que le notificaron que habían varios jugadores que no seguían, pues hay muchos en esa posición. Sentí que fue una falta de respeto pues estuvimos entrenando tres meses y nos vienen a decir hasta ahora cuando ya todos los equipos se alistan para el regreso. Nosotros quedamos en el aire sin tiempo de buscar otra posibilidad”, contó el volante con pasado en el fútbol venezolano.  

Arenas, quien firmó contrato hasta diciembre, se está entrenando de forma individual a la espera de una oportunidad en algún equipo del rentado nacional. “Buscar equipo es muy difícil por toda la situación que vivimos. Que nos avisen faltando un poco tiempo para regresar para mi es algo que no estuvo bien. Estamos viendo con representantes y vemos que está difícil pero aún no pierdo la fe”. 

Sobre el tema del contrato con equipo rojinegro, Peluca dijo que espera llegar a un acuerdo con el club. “Me sacan sin ninguna justificación. Yo no quiero llegar a las malas, conocemos lo que ha pasado con los jugadores que se han ido. No quiero demandar sino tener a un acuerdo para que las dos partes estemos tranquilas. Nadie me garantiza que voy a conseguir equipo y yo vivo es de esto”, afirmó el chitarero. 

Espera revancha  

En los tres partidos que actúo, no tuvo buenas presentaciones.

“Lastimosamente no quería venir y pasar por desapercibido, pero no se dieron las cosas. No me fue tan bien. Al principio con Patiño voy a una posición de marca en la que jamás había jugado, pero por las ganas de jugar, uno va hasta el arco. No tuve la oportunidad de tomar ritmo. Creo que tenía mucho por dar y salgo de esta manera. Me voy como si fuese un fracaso”, confesó el volante que vistió la dorsal 11. 

“Queda un sin sabor. Quise tener partidos, empezar desde el inicio. Dios quiera que pueda volver y tener revancha”, añadió el jugador que desde la llegada del uruguayo Artigas, no fue tenido en cuenta. 

Un amplio recorrido extranjero 

Arenas debutó en el Independiente Medellín cuando tenía 16 años, equipo en el que estuvo por tres años. Su etapa formativa la hizo con la Selección Chinácota y Quinta Oriental.  

Después de su paso por el rojo antioqueño, el volante con capacidad para jugar por cualquier banda, vino a probar suerte en el Cúcuta Deportivo, pero únicamente entreno con el club.  

La imposibilidad de jugar con el rojinegro lo llevó a buscar nuevos horizontes, hallando una oportunidad en la segunda división del fútbol venezolano con el San Antonio, donde estuvo por un año y medio. 

“Fue difícil pasar a jugar la segunda división venezolana, pero sabía que era una posibilidad buena. Me adapté poco a poco a esa realidad, nunca bajé los brazos y luego dio sus frutos”, recordó.  

Su adaptación al fútbol vecino logró consolidarse en el Zamora, de la primera división, club con el que jugó tres años y pudo ser campeón en dos oportunidades.  

“Mi fichaje al Zamora se dio gracias a un partido que disputamos con San Antonio en Barinas. Yo estaba en Caracas haciendo el trámite para obtener la nacionalidad pues mis padres son nacidos allá. De mi equipo me informan que tengo que llegar a Barinas para jugar ya que me habían inscrito. Tome un bus por cerca de 10 horas y al llegar al entretiempo, íbamos perdiendo 3-0. Me dan la oportunidad de jugar toda la segunda parte y por fortuna pudimos empatar. Después de eso, el técnico de Zamora me informó que quería tenerme y de inmediato acepte”, contó.  

En Zamora, el nortesantandereano estuvo desde el 2013 hasta el 2016, años en los que pudo jugar dos Copas Libertadores y una Sudamericana.  

“Tuve una experiencia increíble. Mi primer partido fue contra el Atlético Minero de Ronaldinho y fue como un sueño cumplido. La Libertadores es un torneo que uno siempre ve y anhela jugarlo”, dijo el jugador quien también tuvo la oportunidad de jugar contra Boca Juniors en la Bombonera.  

De ahí, tuvo ofertas para ir al fútbol chileno y al ecuatoriano pero por temas dirigenciales nunca se llegaron a concretar, saliendo por una temporada a Estudiantes de Mérida. 

Paso por el fútbol de Euro-Asia  

Con el deseo de aventurarse a un nuevo fútbol, Arena tuvo la oportunidad de ir a la tercera división de Turquía.  

“Estuve dos meses en el Ankara Demispor y me encuentro con una cultura totalmente diferente. Fue mi primera salida del fútbol venezolano y el colombiano. Allí jugué poco y con mi representante decidimos buscar otra oportunidad”, recordó Peluca.  

Esa otra oportunidad la conseguiría en el fútbol de Kazajistán para el Akzhayik de primera división en donde estuvo un año completo.  

“Por el nombre, me imaginaba a un país en conflicto, pero me topo con algo totalmente diferente. Es un país muy lindo, musulmán y su idioma es el ruso. La primera vez que jugué debute en menos 14 grados, fue algo impresionante, era uno de los inviernos más crudos. Allá se vive el fútbol de una manera bonita. Me impresionó lo grande, pues tomábamos un vuelo y eran 5 horas de viaje entre ciudades”, explicó Arenas.

Allí tuvo la oportunidad de seguir pero decidió no tomarla, pues no pudo trasladar a su familia. Luego de su experiencia en Kazajistán, Arenas tocó puertas en el Cúcuta, pero no hubo respuesta. Es por ello que regresó a Venezuela con el recién ascendido, para el 2018, Academia Puerto Cabello. 

“Voy a un municipio muy pequeño, costero y lindo. En Academia tuve la oportunidad de quedar en la historia del club pues marqué el primer gol en la primera división. Me fue súper bien, la gente llenaba el estadio. Hacían fila por vernos”, dijo. 

Su último equipo antes de llegar al rojinegro fue Atlético Venezuela donde fue dirigido por Jaime De La Pava en el primer semestre de 2019, teniendo buenas presentaciones mientras que en el segundo padeció lesiones y no tuvo continuidad. 

“Uno como nortesantanderano ve como anhelo vestir la rojinegra desde pequeño. Espero tener revancha”, sentenció.  

Los números de Manga 

A las salidas de Arenas, Yeison Carabalí, Tomás Maya, Nicolas Palacios y Luis Cabezas se le sumaría ahora Andrés ‘Manga’ Escobar.  

El extremo ofensivo no ha regresado a la ciudad y a la fecha, no se ha practicado la prueba de la COVID-19, requerida para volver a los entrenamientos.  

La llegada de Manga al conjunto rojinegro a principios de febrero ilusionaba a los hinchas motilones por el pasado del jugador que vistió las camisas de Millonarios, Nacional y estuvo en el fútbol de Brasil y Estados Unidos, pero en la cancha no mostró lo esperado. 

Debutó en la derrota 2-0 ante Alianza Petrolera ingresando al minuto 71. En el empate 0-0 por la quinta fecha ante Deportivo Pasto jugó 61 minutos sin marcar diferencia. Sus últimos dos juegos fueron ante La Equidad 4-1 (habilitó a Juan Pablo Marín en el gol rojinegro) y Bucaramanga 0-1 mostrando buena técnica en el enganche y estrelló una pelota en el palo.  

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 20 de febrero de 2021

1834.- GASTON BERMUDEZ, EL GRATO RECUERDO DEL AMIGO Y COMPAÑERO

Hugo Espinosa Dávila  (Imágenes) 

 “No importa vencer ni ser vencido, lo importante es ser grande en la batalla. . .”  -  

Gastón Adolfo Bermúdez Vargas. 

Gastón Adolfo, tiene un honroso ancestro. Su padre, Luis Adolfo (hijo de don Joaquín Bermúdez, comerciante liberal, Honorable Concejal a finales de 1930), primer alumno de la segunda promoción de bachilleres (1935) del Colegio Sagrado Corazón de Jesús (CORSAJE) de Cúcuta. Luis Adolfo, Licenciado en Educación Física de la U. Nacional de Bogotá, quizás el primer profesional del departamento en dicha área. Conoció a doña Ismenia (hija de don Eduardo Vargas, conservador, ejecutivo de ventas Casa Breuer Möller y Co., que del Colegio de La Presentación de Pamplona había llegado al Instituto Pedagógico de Bogotá, de quien se enamoró estudiando pedagogía, y contrajeron nupcias.

Casados, deciden establecer su hogar en Cúcuta (1939), donde procrean cinco hijos, siendo Gastón el cuarto de ellos, nacido (1947) en el barrio El Llano y bautizado en la iglesia el Perpetuo Socorro. Hacía 1949 emigran a Maracaibo en procura de mejores condiciones económicas. Cosa que logran. 

En unas vacaciones en Cúcuta (1954), intempestivamente fallece su padre, don Luis Adolfo, a la temprana edad de 35 años. Aún con su duelo, por imperiosa necesidad, la madre, toma el control completo del hogar, reactivando labores del taller de costura y confección que, con su esposo, habían comenzado a organizar, poco tiempo atrás, en Maracaibo. Ahora, por ironías del destino, con tal actividad, pudo “levantar” a sus 5 hijos: “Siendo muy exitosa y reconocida en su labor”, acota orgullosamente Gastón. 

Por travieso de pequeñín, doña Ismenia, de “armas tomar” y para disciplinarlo, lo envía a Colombia, a estudiar “Interno” (junto a sus hermanos que ya lo hacían), primero en Pamplona en el Liceo Niño Jesús de Praga (2º y 3º Grado) y luego a la Apostólica de Bochalema (4º Grado). De regreso a Cúcuta, estudia en el Colegio La Salle el 5º Grado de Primaria.

A la edad de 13 años (1961), ingresa a cursar 1º de Bto. en el tradicional y renombrado Colegio Sgdo. Corazón de Jesús (CORSAJE-Cúcuta), institución que, además de su exigencia académica, era cuna del baloncesto pues, desde los años 30`s, y de la mano del Rvdo. Hno. Arturo Monier (francés), había introducido ese deporte en el Colegio. Ese fue el inicio de su futura afición.

Con ese ambiente escolar y noticioso de los 60`s, Gastón acrecentó la ya disciplinada afición por la lectura deportiva diaria de periódicos, revistas, columnistas y temas coyunturales, tendientes a su culturización y formación con criterio evaluativo para la toma de decisiones.

Desde entonces, se le despertó la inquietud por las noticias fulgurantes del básquet y los protagonistas de la época: Roque “La Fiera” Peñaloza, Alfredo Díaz, entre otros. Todos ellos sus primeros desconocidos ídolos en esa disciplina. 

De esos aconteceres colegiales, más sus cuitas y anhelos por volver a Maracaibo y ver a su mamá, eran, en síntesis, las cartas mensuales cursadas con Doña Ismenia. “Casi todas… las he guardado, como mi tesoro, leyendo alguna de vez en cuando, como para evocarla y sentir su presencia espiritual”. 

Cada año que cursaba en el CORSAJE, observaba la conformación de la “cantera de basquetbolistas”, itinerante, año tras año, por compañeros de grados superiores, quienes, en última instancia fueron los determinantes y los imitados de esa su pasión. Así, se daba maña para asistir (a escondidas del abuelo Joaquín) a los clásicos basqueteros de los colegios Corsaje y La Salle, para observar y “catar”, y luego, a la hora de los recreos, imitar, positivamente, los aguerridos jugadores de esos seleccionados: El “Mono” Barreto, “Flecho” Hernández, “Pollo” González, “Chancharal” Sánchez, los hermanos Forero, “Perica” Pérez, Juan José Lamk, “Colombia” Maldonado, etc. Esas emociones fueron conformando el torrente que, con el tiempo, se convertirían en su éxtasis. 

Con emoción sin par, en 1962, integró el primer equipo infantil de basquetbol para un torneo interbarrios realizado en la “Toto Hernández”; y, en 1963, por primera vez, hizo parte de la selección juvenil del Corsaje; en ese trajinar de la actividad estudiantil y basquetera, cursó hasta 3º de Bto. en Cúcuta. 

Y, el 4º de Bto., por disposición de su señora madre, lo cursó en Tunja, en el Colegio Sto. Domingo de Guzmán (Padres Dominicos), donde puso a prueba su destreza y malicia motilona, por lo que fue seleccionado para el Nacional Intercolegiados de Básquet en Bogotá, por el mérito alcanzado de ser Campeón del Dpto. de Boyacá en esa categoría.

En 1965, regresó al Colegio Sagrado Corazón a cursar el 5º de Bto. Llegó con el “virus atemperado” de su pasión e inmediatamente reanudó la camarería, tanto con sus compañeros de pupitre como los dejados cuando integró la selección juvenil de basquetbol del 63, casi los mismos con quienes se reencontró en el Intercolegiados Nacional del año anterior en Bogotá. 

En el habitual, famoso y aguerrido campeonato Intraclases del Corsaje (1965), de singular importancia y competencia, pues era donde se “fogueaban” y se escogían los mejores jugadores para la selección del Colegio. Nuestro curso de 5º de Bto. ganó esa competencia, siendo los jugadores más sobresalientes: El “Cundo” Morales, “Chucho” Lamk, “Luifer” Maldonado, César Contreras y, claro, Gastón. 

Ellos, más los compañeros de otros cursos, como: Said Lamk y Hernando Yepes, constituyeron el equipo del Corsaje, el cual, a la postre fue la escuadra del plantel que integró el Dpto. N. de S. para competir en el VIII Campeonato Nacional Juvenil de Basquetbol, disputado entre las siete selecciones departamentales.

 

Selección campeona del Colegio Santo Domingo de Guzmán, Tunja representando a Boyacá, en el Intercolegiados Nacional de Básquetbol en Bogotá. Gastón, a la derecha de la madrina (1964).

Esa escuadra rojinegra, fue la Campeona por ser el equipo más técnico, con gran capacidad ofensiva y defensiva de ese certamen juvenil de básquet. En aquellas gestas, “La Toto”, noche a noche, se colmaba “hasta las banderas”, y la tribuna deliraba cuando jugaba el Norte, acuñándose, una vez más, la impronta de ser Cúcuta: “La Capital Basquetera de Colombia”.  En esa oportunidad, para la hinchada, los cronistas deportivos de Radio y Prensa, tanto locales como nacionales, Gastón Bermúdez, fue declarado el mejor jugador y líder encestador del Campeonato. 

Quienes tuvimos la oportunidad de verlo jugar, disfrutábamos de su elegante y limpio estilo, con su certero tiro de media distancia, de precisión inigualable, haciendo vibrar a las tribunas, catalogado por la prensa como el “Brazo de Oro”. Fue una lástima haya dejado la Nº 7 tan pronto, pues, ha podido ser, sin exagerar, un ídolo en Colombia, quizá similar a como lo fue su contemporáneo Jorge Niño.

Ese mismo año de 1965, fue estelar para Gastón, pues fue llamado para integrar la Selección Norte para disputar el Torneo Nacional Croydon de Básquet realizado en Cali. “Se cumplía así mi sueño - comenta - de jugar al lado de mis ídolos, especialmente con Roque Peñaloza, con quien pude apreciar, de tú a tú, su espectacular habilidad, inteligencia y salto, no obstante, su normal estatura; así como la destreza de mi otro cercano ídolo, mi primo “El Flecho”, de quien seguí su trayectoria en los torneos nacionales que participó”.

 

Ceremonia Grado Bachiller CORSAJE 1966 Gastón acompañado de doña Ismenia.

Al terminar el bachillerato, fue tentado con oportunidades de estudios en universidades colombianas y continuar practicando el básquet, cosa que no aceptó, por su fijación de ser Ingeniero de Petróleo de la Universidad del Zulia en Maracaibo; vocación obtenida por observación y admiración de los campos petroleros del occidente venezolano, al atravesarlos, cada año, en sus idas y regresos, de vacaciones, a su casa en Maracaibo. Además de la perenne recomendación de doña Ismenia y su abuelo de que, “para ser alguien en la vida, había que estudiar y prepararse”. Por eso terminó su carrera deportiva tempranamente.

Luego de optar el título de Ing. de Petróleos en la Universidad del Zulia, ingresó a la industria petrolera venezolana viviendo todo su proceso de nacionalización, culminando en PDVSA, destacándose con eficiencia en su labor de ingeniero de campo, réditos profesionales que le valieron para escalar relevantes posiciones dentro del grupo ejecutivo de la Empresa.

 

En el reencuentro de 2009 de bachilleres Corsaje66. De izq.- der.: Alvaro Carrillo, 
Fernando Morales, Samuel Quintero y Gastón Bermúdez.

Durante los 26 años de servicios a esa estatal petrolera venezolana, ocupó diversos cargos, desde técnico hasta gerenciales en varios campos operacionales de la industria. Como aspectos resaltantes, fue encargado del grupo de dar soporte técnico y también operacional del método de producción de cerca de un millón de barriles de petróleos por día en la operadora LAGOVEN. Gastón terminó su carrera profesional en PDVSA-INTEVEP (Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo), dirigiendo grupos científicos en las áreas técnicas de Métodos de Producción y Perforación de Pozos Petroleros.

A igual que Gastón, luego de recibir el Grado de Bachiller, nuestros 46 compañeros de la Promoción CORSAJE 66, en función de sus labores profesionales, se dispersaron a diferentes ciudades y países, para, de cuando en cuando, sólo tener noticias ocasionales. Con ese liderazgo que siempre lo ha caracterizado, a finales del 2008, logró que comenzáramos a contactarnos, uno a uno, hasta comunicarnos y, muy animosamente, confirmar un reencuentro para la Semana Santa de 2009, luego de 43 años sin acercamiento físico de los 26 asistentes.

 

Gastón, jubilado de PDVSA, ya en su labor y actividad particular y empresarial – Caracas.

Hoy por hoy, Gastón Bermúdez Vargas, desde Caracas, se ha hecho parte entrañable de nuestra cotidianidad con sus intervenciones en diversos asuntos regionales. Nunca perdió la querencia por su terruño, aunque distanciado por sus actividades, desde “sus cuartes de invierno”, y con en ese estilo de relator-cronista al que ya nos tiene acostumbrados, se ha abocado a alimentar con historias actuales y contemporáneas de Cúcuta de diferentes escritores y propias, un portal: CRÓNICAS DE CÚCUTA, que permitirá enseñar y mantener a propios y extraños, nuestra historia a través del tiempo, inculcándonos el sentido de pertenencia. Gracias Gastón.

 

 

 Recopilado por: Gastón Bermúdez V.