PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

sábado, 30 de enero de 2021

1823.- LA REORGANIZACION DE LA TELEFONICA

 Gerardo Raynaud  (La Opinión)

A pesar de todos los inconvenientes que surgieron con ocasión del terremoto de 1875 en Cúcuta, el provecho obtenido durante su posterior reconstrucción coincidió para que los avances tecnológicos fueran introducidos con mayor rapidez que en otras poblaciones del país. Apenas quince años después, la ciudad gozaba de un moderno servicio telefónico, mucho antes que algunas de las otras capitales departamentales.

Para 1890, el gobierno nacional autorizó mediante la Ley 98, el establecimiento del servicio telefónico en todo el territorio nacional, lo cual fue aprovechado por empresarios del sector privado para crear compañías que prestaran dicho servicio.

Con el tiempo, las empresas fueron modernizándose y en 1907, se creó la Empresa Telefónica de los Polanco, a quienes se les concedió licencia de exclusividad para que explotaran el servicio en la ciudad. Sin embargo, las necesidades fueron creciendo y la empresa, decidió sin autorización, extender sus redes paulatinamente hasta los municipios y poblaciones cercanos, como Pamplona, Chinácota, Sardinata, Durania y Salazar, operaciones que fueron realizadas hasta 1920 con una excepción, en 1915 el Ministerio de Gobierno prohibió el servicio telefónico entre Cúcuta y los municipios que tuvieran red telegráfica, para evitar que los usuarios de este último servicio usaran el teléfono en lugar de enviar telegramas.

No obstante estos detalles, el servicio telefónico continuó su expansión y para 1924, la administración departamental consciente de las dificultades que se presentaban en el cumplimiento de las regulaciones del servicio, presentó una ordenanza para que se oficializara el servicio telefónico en el departamento, mediante la compra de la empresa a la familia Polanco, operación que se cristalizó dos años más tarde cuando la administración del general Rafael Valencia destinó la suma de sesenta mil pesos para la adquisición de la planta.

A partir de ese año, los activos y todos sus elementos pasaron a manos del Departamento que se ocupó de su operación, como una empresa oficial departamental. Para poder mantener vigente una actividad que requería de conocimientos actualizados en materia tecnológica, la nueva telefónica firmó contratos con ingenieros especializados y con asesoría de otras empresas de telefonía, como la Empresa de Teléfonos de Santander, que contribuyeron a su desarrollo mediante la readecuación y ampliación de sus redes.

No era fácil para la burocracia local, ni para ninguna burocracia en general, manejar una actividad empresarial tan volátil tecnológicamente. Sus comienzos fueron bastante difíciles y complejos, de ahí las constantes modificaciones que debían introducirse a las normas que regían su gestión, toda vez que esta empresa no podía manejarse como cualquiera otra institución gubernamental. Fueron varias las modificaciones que se le hicieron a sus estatutos internos con las que trataron reorientar la empresa dentro de una sana proyección comercial, pero siempre se presentaban situaciones que no cabían en los esquemas propuestos y la empresa copó su capacidad sin posibilidad de adquirir nuevos equipos que le permitieran ampliar el volumen de sus operaciones, razón por la cual en 1938, el gobierno departamental se vio en la obligación de presentar una completa y minuciosa propuesta que le permitiera a la empresa, mediante Ordenanza, no solo proyectarse y auto sostenerse, sino obtener suficientes utilidades para sus futuros ensanches y ofrecerle a sus propietarios réditos atractivos a su inversión.

Técnicamente la empresa pretendía instalar un equipo que le permitiría ofrecer mil nuevos números y todo ello debido a las perspectivas económicas que se esperaban con la intensificación de los trabajos de exploración petrolera en la región del Catatumbo y la exportación de café.

La Ordenanza propuesta era la siguiente: En su artículo primero decía: a  partir del primero de agosto de 1938, sin perjuicio de la Jefatura o dirección del Gobernador, toda la administración del ramo de Teléfonos del Departamento estará a cargo de una Junta presidida por el Gobernador e integrada por éste y por su Secretario de Hacienda, el Contralor Departamental, un miembro de nacionalidad colombiana de la Cámara de Comercio de Cúcuta elegido por ésta y el que éstos elijan entre los gerentes de los bancos de la ciudad. El parágrafo agregaba que la Junta sesionaría, por lo menos, una vez al mes y cada uno de los miembros de ella que no devenguen sueldo departamental, recibirán como honorarios la suma de diez pesos por sesión.

El artículo segundo, establecía que la Tesorería Departamental llevará una cuenta especial y reservada para los productos y gastos de la Empresa de Teléfonos, y la Secretaría de Hacienda girará los gastos relacionados con la Empresa. Un parágrafo adicional anotaba que la Junta elaboraría el presupuesto de gastos cada mes, sobre los productos del mes anterior al del presupuesto.

El tercer artículo planteaba que el producto total de los ingresos de la Empresa se aplicaría única y exclusivamente al funcionamiento, ampliación, conservación, compra de materiales, amortización de la deuda y al servicio de asistencia social de su personal.

En el cuarto artículo se establecía que el funcionario designado por la Junta para el manejo de la oficina, llevará la contabilidad, examinará las cuentas de las oficinas de fuera de la ciudad y dictará autos de primera instancia sobre dichas cuentas. Las cuentas de la oficina de Cúcuta pasarán a la Contraloría directamente, para su examen en primera y segunda instancia.

El quinto artículo, señalaba a los miembros de la Junta como agentes y asesores del Gobernador para la Jefatura o dirección del ramo y a quienes correspondería la fijación del número, clase, sueldo, salario y funciones de los empleados y obreros del ramo. El Gobernador, en su condición de jefe de la administración, atenderá el concepto de la Junta en el nombramiento y remoción de los empleados de la Empresa. En un parágrafo de este artículo, la Junta podía delegar ciertas facultades al Jefe de la oficina de Cúcuta quien era a su vez el Jefe de las demás oficinas del Departamento.

En los siguientes dos artículos se facultaba al Gobernador para contratar empréstitos y constituir gravámenes sobre bienes y rentas de Departamento. En el séptimo, se autorizaba a la Junta para revisar tarifas, adquirir materiales directamente y aumentar o suprimir oficinas y dotarla de una completa organización comercial.

En sus últimos artículos, se autoriza al Gobernador para redactar los decretos que reglamentan la presente Ordenanza, se regula la elaboración de los Presupuestos y se autoriza la apropiación de las sumas necesarias para equilibrar el Presupuesto de la Empresa en caso de que los productos sean inferiores a los gastos.

A pesar de todos los esfuerzos por sacar avante la Telefónica, en 1970, mediante otra Ordenanza, la Empresa de Teléfonos fue vendida a Telecom.

COMENTARIOS.-

Efeméride (Hugo Espinosa) 19-01-2023: 1907, hace 116 años, el gobierno nacional mediante Resolución Nº 0215, oficialmente autorizó a José María Polanco y esposa, la explotación el servicio telefónico para Cúcuta. Ante el reclamo motivado de esa exclusividad con el presidente el general Rafael Reyes, entonces también amplió la autorización a Julio Pérez Ferrero para establecerse en Pamplona y a Don Manuel Guillermo Cabrera Luciani para también "montar" el servicio para comunicar telefónicamente a Cúcuta con otros pueblos de la Provincia de Cúcuta, Pamplona y Chinácota, hasta que, mediante Ordenanza 56 del 30 de abril de 1924, ese servicio pasó hacer de exclusividad del Departamento y sólo hasta el 18 de diciembre de 1929 fue que el Municipio de Cúcuta inauguró su Planta Telefónica y en enero siguiente (1930) la de Pamplona; y, el 1º de diciembre de 1971 TELECOM asumió integralmente el control de la telefonía en todo el departamento.


 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

jueves, 28 de enero de 2021

1822.- CITA HISTORICA

La Opinión


Antaño encontrábamos en las ciudades personas que con escasa preparación académica y llevados por el sentido de pertenencia se preocupaban por dejar a generaciones futuras datos, hechos y biografías de personas destacadas de la ciudad. 

Tal es el caso, por ejemplo, en Cúcuta, de Pedro María Fuentes y Luis A. Medina S., dentro de la descripción precedente y quienes dejaron a la ciudad obras como Efemérides cucuteñas -3 tomos- y Cita Histórica -4 tomos-, respectivamente. Ambos autores pertenecieron a la Academia de Historia de Norte de Santander, donde fueron estimados y prestaron un servicio valioso a la institución. 

Desde luego, merece mención aparte don Guillermo Solano Benítez, quien sí tenía formación profesional y nos legó en cinco voluminosos tomos una obra monumental e irrepetible: “50 años de vida nortesantandereana”, que comprende de 1910 a 1960. 

En una reciente y minuciosa incursión en la biblioteca de un amigo, en el barrio Caobos, topé con documentos interesantes de don Luis A. Medina S., autor de Cita Histórica, a quien alcancé a conocer en los últimos años de su existencia y repetía con orgullo algo que dejó escrito, tal cual: “En 1920 estudié la primaria en la escuela pública del puente San Rafael”. 

Es una frase que hoy llama poderosamente la atención porque, conociendo lo que actualmente es el sector, nos obliga a hacer una confrontación mental imaginándonos cómo sería el lugar entonces, cuando apenas iban 45 años de la reconstrucción de la ciudad y el citado puente era propiedad privada, hasta mayo de 1933, cuando la Nación lo compró para darlo al servicio público. 

Don Luis A. Medina, autor de cuatro libros con profusión de datos para estudiar a Cúcuta, su ciudad, cumplió este año el centenario de su nacimiento y no sé si instituciones a las que sirvió con desinterés lo recordaron: Bomberos voluntarios, FENALCO, Alcaldía, Sociedad de Mejoras Públicas, Club de Leones, Club Cazadores, etc. 

Era admirable que en el atardecer de su existencia aún hablara de aspiraciones en la vida, incluso ser presidente de la Academia de Historia, lo que no se dio y en parte fue el motivo para que innecesariamente se alejara de la misma. 

Hoy, a 11 años de su partida, sus libros son consultados con frecuencia; y citados, como lo acaba de hacer La Opinión, en el libro “Sucesos: 1900 – 2013”. 

Lamentablemente la casa de habitación de Luis Alberto Medina Sánchez, en el barrio El Llano, de Cúcuta, hoy es casa de hetairas, término que rescató el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo en su libro El Japón heroico y galante, luego de visitar un licencioso barrio nipón. 

Sea este un sencillo homenaje al escritor, periodista e historiador cucuteño Luis Alberto Medina Sánchez. 






Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 26 de enero de 2021

1821.- NUEVE AÑOS DE VIBRANTES VIVENCIAS EN CORSAJE

Alfredo Fortuna Moncada 

Nombres del mosaico de bachilleres: Encabezan: Hermano Adolfo (Rector), Hermano Valentín (Prefecto), Padre José Alejandro Jaimes (Capellán), Hermano Alfredo (Titular de Sexto bachillerato). Bachilleres promoción 1957: En orden de izquierda a derecha: Álvaro E. Álvarez Entrena, Ciro A. Jurado G., Julio Arboleda, Iván Moncada, José David Lamk, Luis Eduardo Gallo, Jaime Calderón T., Carlos Quiroga Corzo, Roque A. Peñaloza A., Carlos Cáceres, Sergio Tarazona, Guillermo Vega P., Jorge Turbay, Josué Heraclio Becerra, Pedro Andrade, Alfonso García Blanco, Amín Turbay, Fernando Villalta, Florentino Cárdenas, Héctor Julio Duarte, Julio Rivera, Gustavo Martínez V., Eugenio Wittensellner, Alfredo Fortuna M., no recordado nombre, Jorge Álvarez, Omar Villamizar, Luis Alberto Valencia, Rafael Arámbula, Josafat Ontiveros, José Félix Román y José Desiderio Mora. 

Cuando pienso en mi estadía en Corsaje me llegan innumerables recuerdos, desde tercera elemental hasta el sexto año de bachillerato, en 1957. Esos imborrables nueve años, que me perfilaron y modelaron para el resto de mi vida. Trataré de narrar aquí unas cuantas, de esas vivencias, que podrían ser interesantes conocer para el resto de los corsajistas. 

En tercera y cuarta elemental, bajo la dirección del Hermano Clemente, quien de tarea nos colocaba un número y decía: “tarea para mañana, a este número le agregan uno, lo suman y al resultado le agregan otra vez uno y así continúan hasta que lleguen al número XX”. 

Todos los días nos llevó sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Con el pasar del tiempo, por ello, ya teníamos una base para matemáticas. 

Algunos bachilleres de 1957 del Sagrado Corazón de los Hermanos Cristianos, posaron para esta foto con motivo de su graduación. En la gráfica aparece un grupo de ellos entre los que recordamos de izquierda a derecha a: Jorge Turbay Millán, Luis Alberto Valencia J., Amín Turbay Millán, Jaime Calderón Tarazona, Jorge Álvarez S. y Carlos Quiroga Corzo. Agachados en el mismo orden: Ciro Alfonso Jurado Guerrero, Iván Moncada Lizarazú, Pedro Andrade R., Florentino Cárdenas P. y Alfonso García Blanco. 

El Hermano Clemente, continuamente nos hablaba y nos indicaba sobre lo malo que era el comunismo, no era común en aquella época hablar de política y desconozco si él pasó por alguna mala experiencia, pero con frecuencia nos decía lo malo que era ese sistema. 

Por suerte, también nos tocó el Hermano Benildo Jesús para quinto y primero de Bachillerato. Creo que fue él, y casi me atrevo a decir por todos mis compañeros, que nos dio excelentes ejemplos, de que con amabilidad y cariño las cosas se aprenden con facilidad. Sus enseñanzas, narraciones y profesionalidad nos ganaron la voluntad y la estima. 

A partir de ese año, nuestro curso ocupó el primer puesto en competencias inter-salones, ya fueran literarias, de concurso como el de San Juan Bautista de La Salle, que sacamos el total y ganando a todo el colegio, o de Básquet, Voleibol, etc. 

En esa época se colocaban puntos por cada prueba, concurso, o buena conducta de todos y al obtener 100 puntos pedíamos un paseo. Llegamos a tener por lo menos tres paseos en el año. Fuimos a San Cristóbal, en tren a Agua Blanca, a Durania y Pamplona entre otras. La emoción de esos paseos, sumados a la interesante narrativa de un cuento por el Hermano Benildo, nos mantenía absortos y tranquilos durante el viaje. Se nos pasaba el tiempo sin darnos cuenta y siempre tenía un “continuará”, como el cuento de “Uiquima” que nosotros esperábamos con ansia cada capítulo. 

En esa época surgió un compañero futbolista, muy bueno, Rolando Serrano, el cual fue llamado por el Cúcuta Deportivo, y posteriormente pasó a la representación de Colombia, llegando a ser mundialista. 

El básquet y el voleibol, nacieron igualmente, y ganamos los inter-cursos. Los recreos se quedaban cortos para jugar, los complementábamos, jugando antes del inicio y después de la terminación de clases. Jugábamos igualmente fútbol, con pequeñas pelotas de goma. 

Otros bachilleres en la foto. De pie, de izquierda a derecha: Gustavo Martínez, Carlos Quiroga, Omar Villamizar, Eugenio Wittensellner, Alfredo Fortuna, Alvaro Alvarez, David Lamk, Roque Peñaloza, Héctor Duarte y Arámbula. Adelante agachados: Carlos Cáceres, Jaime Calderón, Ciro Jurado, Pedro Andrade y Sergio Tarazona. 

Ganamos también los encuentros inter-colegios. Surgieron nombres que más tarde se destacaron, en el basquetbol como fueron: Roque Peñaloza, Hernán Gómez, Carlos Castillo, Gustavo Martínez, Carlos “fosforito” Castro, Héctor Duarte, etc. 

Vale la pena recordar a nuestro compañero, Álvaro Enrique Álvarez, quien, en estos nueve años, desarrolló una gran vocación religiosa, que lo llevó a ser hoy en día un buen sacerdote Jesuita. El ocupó, indiscutiblemente, el primer puesto en la clase durante toda su estadía en el colegio. 

El Hermano Camilo, lo recordamos con mucho cariño por sus clases de fisiología, Me viene a la memoria, un día en que uno de mis compañeros, al esqueleto que servía para ilustrar la clase, le colocó un sombrero y una tiza, como cigarrillo y un saco. Luego lo sentó en el escritorio del Hermano Camilo. ¡Ese día si se puso bravo el Hermano! y nos castigó… pero por su lado bueno, en el laboratorio nos mostró como hacía un vino, y los perfumes de pétalos de rosa. Nos daba a degustar muestra que nos encantaba. 

Excelentes los sancochos en los paseos, nosotros los preparábamos entre todos, pero el toque final, se lo daba el Hermano Camilo con un preparado que traía y agregaba, ¡dejándolo exquisito! Nunca nos quiso dar el secreto de su receta. 

En sexto año, en 1957, bajo la dirección del Hermano Alfredo, entre muchas otras cosas sobresalen: el paseo que nos dieron por final del año y el almuerzo indigesto. 

El paseo fue a la ciudad de Bucaramanga, en el viaje, antes de llegar a la ciudad y delante de nuestro transporte se despeñó un bus viejo, con techo de madera. Inmediatamente paramos y nos decidimos rescatar a los pasajeros. El bus se estrelló al llegar abajo, el techo salió disparado hacia adelante y él se volteó cayendo boca abajo en el río, dejando aprisionados a sus pasajeros. Nosotros logramos salvar muchos de ellos formando un cordón humano, escalonadamente, para subir los heridos hasta la carretera. 

Allí se pedía a los vehículos que pasaban que los llevasen a un hospital de la ciudad. Así se salvaron muchas personas. El fuerte olor de la gasolina hizo marear a muchos de nuestros compañeros y resultó titánica la operación rescate, pero lo logramos con éxito. 

Llegamos al hotel y al otro día, para nuestra sorpresa, los periódicos nos trataron de héroes, y por la noche el Gobernador ofreció una cena con orquesta a nuestro honor. ¡¡¡fuimos los héroes!!!, fue un acto muy emotivo y hermoso. 

Durante el ‘almuerzo indigesto’. En primera plana se logran ver: NI, Julio Rivera, Fernando Villalta, Jorge Turbay, José Félix Román, Josué Heraclio Becerra, Alfredo Fortuna y el Hno. Alfredo. 

Llegamos solamente 6 alumnos que veníamos desde tercera elemental, a sexto año, sin perder ninguno de ellos, el resto fueron llegando de otras partes, o que repetían, otros quedaban por perder el curso, al final, conformamos un grupo de 32 alumnos, que nos presentamos a los exámenes conjuntos, con los que optaban por bachillerato de todo Cúcuta, en el Colegio Santa Teresa, de las monjas, los pupitres separados a un metro uno de otro, vigilados por las monjas, los Hermanos Cristianos, y delegados. Los exámenes los enviaba el Ministerio de Educación. 

Al terminar los exámenes, el Colegio nos invitaba a un almuerzo en Villa Del Rosario, nosotros lo llamamos “El almuerzo indigesto” puesto que, al terminar el almuerzo, el Hermano Alfredo a cada uno, nos iba nombrando y dando las notas y así se sabía a quienes pasaban y a quienes se les permitía revalidar. Solo a uno de entre los 32, perdió el año y debería repetir. 

La experiencia de estos 9 años me forjó a ser lo que soy y me siento orgulloso de ser un egresado del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús. 





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 24 de enero de 2021

1820.- LAS DOS VECES DEL CUCUTA EN EL PURGATORIO

 Gustavo Contreras (La Opinión)

 

La primera promoción jugada por el rojinegro fue en el 2012, y derrotó al América con un marcador global de 5-3.

 

Desde hace unos años, en las redes sociales el jueves se ha convertido en el día para publicar un recuerdo con la famosa tendencia de #TBT que abrevia la frase en inglés Throwback Thursday, y que en el español traduce ‘jueves de antaño’.

 

Haciendo alusión a la popular tendencia, hoy recordaremos las dos veces que el Cúcuta Deportivo estuvo en la Promoción que en términos divinos se asemeja al purgatorio. 

 

La Promoción, ya extinta en Colombia, fue una fase utilizada hasta el 2014, que consistía en que el segundo peor equipo de la tabla del descenso se enfrentaba contra el segundo mejor de la B en dos partidos (local y visitante) buscando un cupo para el siguiente año en la máxima categoría.

 

Los rojinegros, acostumbrados a sufrir más que festejar, llegaron a esa fase en 2012 y 2013. Ambas siendo de Primera; en una conservando la categoría y en otra, perdiéndola.

 

Condenando al ‘diablo’  

 

Las pésimas campañas de 2011, cuando los motilones fueron últimos en los dos semestres obteniendo 15 puntos en el primero y 11 en el segundo, hicieron mella en la tabla del descenso para el año siguiente.

 

Con la obligación de huirle al infierno de la B, el rojinegro inició el 2012 buscando ganar una cantidad considerable de puntos para evitar estar de último en el descenso que lo luchaba junto a Real Cartagena, Patriotas y Quindío.

 

Su mala racha continuó, ocupando nuevamente el vergonzoso puesto 18 entre 18 en el primer semestre. Carlos ‘El Nene’ Díaz fue relevado de su cargo como director técnico tras los negativos resultados. 

 

Antes de iniciar el segundo semestre, fue contratado el argentino Héctor Quintabani para que intentara salvar ese barco que naufragaba. En ese momento, Real Cartagena superaba al Cúcuta por cinco puntos en la tabla del descenso y con ese panorama, lo hundía a la B. 

 

Por remodelaciones al General Santander, los rojinegros partieron a Yopal a disputar sus partidos como local con un equipo reforzado por Henry Hernández, goleador en centroamerica, Mateo Figoli, Emmanuel Molina, Jairo Patiño, Juan Camilo Angulo, entre otros.

 

Para fortuna de los miles de cucuteños que siguen al onceno que en esa campaña jugó con una casaca de rayas horizontales rojas y negras, el Cúcuta (124 puntos) pudo pasar al Cartagena (117) y quedar como penúltimo.

 

Pero ese pequeño suspiro de victoria tendría que revalidarlo en la Promoción contra nada más y nada menos que el histórico América de Cali, que había descendido en 2011, luego de perder en la misma fase. 

 

El panorama era complejo pues los diablos rojos, por su historia, tenían la obligación propia de regresar a la A y a eso se le sumó que Quintabani renunció al Cúcuta por incumplimientos en los pagos. 

 

Bajo ese contexto, llegó el uruguayo Guillermo Sanguinetti, quien debutaría el día de las velitas en el partido de ida en el Pascual Guerrero, tradicional casa del América. 

 

Ese 7 de diciembre de 2012, los rojos eran dirigidos por Eduardo Lara y formaron de la siguiente manera: Andrés Mosquera; Rubén Bustos, Julián Carabalí, Luciano Ospina, Julio C. Ortiz; Nondier Romero, Nicolás Schenone, Yamilson Rivera, Héctor Hurtado, Stiven Mendoza y Julián Lalinde.

 

Mientras que Sanguinetti mandó a la titular a Luis Estácio; Juan C. Angulo, Damián Malrrechaufe, John Lozano, Edwin Rivas; Dayron Pérez, Javier Flórez, Leonardo Castro, Emanuel Molina; Mateo Fígoli y Víctor Uribe. 

 

Para sorpresa de propios y extraños, el indio goleó 4-1 al diablo. El zuliano Uribe abrió el marcador al minuto 8, José Luis Bueno, quien sustituyó a Figoli, anotó al 47; Jhon Lozano marcó el tercero al 55 y Luis Flórez al 90 sentenció la goleada. 

 

Por los americanos, Rubén Darío Bustos hizo el descuento desde un tiro libre, su especialidad. 

 

En la vuelta, disputada en el General Santander cinco días después de la goleada, el América, ante cerca de 30 mil hinchas, ganó 2-1 dejando un marcador global de 5-3 que dictó la condena del diablo a pasar otra temporada en la B. 

 

Una fortaleza insuperable para el indio

 

Tras superar el purgatorio en el 2012, se supondría que el Cúcuta iba a empezar a hacer las cosas bien y a seguir los mandamientos de ganar para estar en Primera División pero no fue así.

 

En el primer semestre de 2013, Sanguinetti hizo una tarea aceptable sumando 23 puntos que dejaron al equipo a tres puntos de la clasificación a las finales pero tras su salida a mitad de año, el segundo semestre se convertiría en una hecatombe futbolística. 

 

Del plantel se fueron piezas claves como Malrrechaufe, Figoli, Molina y Hernández. 

 

En esa campaña solo se sumaron 16 puntos, salvando agónicamente el descenso directo en Medellín, cuando en la fecha 18 el Cúcuta venció 2-1 al Atlético Nacional, enviando al descenso al Deportes Quindío, quien meses después sería su compañero de categoría. 

 

En un solo semestre, pasaron tres directores técnicos: Alvaro Aponte, Henry Vanegas (encargado) y Julio González Montemurro.

 

Su rival en esta ocasión fue el joven Fortaleza F.C de Bogotá. El primer encuentro se disputó el 7 de diciembre de 2013 en el Metropolitano de Techo. 

 

Los capitalinos formaron con Andrés Mosquera; Juan Carlos Guazá, José Moya, Jeisson Palacios, Omar Rodríguez; Emmanuel Prisco, Alex Jaramillo, George Saunders, Andrés Uhía; Fabián Solís y Jorge Luis Ramos. 

 

Mientras que los fronterizos salieron con José Huber Escobar; Giovanni García, Luis Payares, Jhon Lozano, Mauricio Duarte; James Castro, Edwin Del Castillo, Eliécer Quiñónes, Leonardo Castro; Jean Carlos Blanco y Milton Rodríguez.

 

La capital presenció cómo Guasa y Johan Muñoz, marcaron las anotaciones que le permitió a Fortaleza ganar 2-0 el partido de ida. 

 

Para la vuelta, la hinchada motilona estaba esperanzada en la remontada y nuevamente salvarse en el último suspiro, pero no fue así. Aunque en la boleta de aquella noche del 12 de diciembre del 2013 se decía que el Cúcuta era de la A, al término de los 90 minutos fue de la B. 

 

Mauricio Duarte ilusionó con un gol al minuto 3 del encuentro, pero fue simplemente eso, una vana ilusión por la permanencia. Luego de ocho años en Primera, el Cúcuta volvería a la B tras perder en el global 2-1.

 

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 22 de enero de 2021

1819.- ABDENAGO MOROS, UN ICONO DEL BALONCESTO

La Opinión


Luego del suramericano de baloncestento 1955 Abdénago Moros fue capacitado 
y posteriormente acreditado por la FIBA. 

Fiel amante al deporte de la pelota naranja, Abdénago Moros será recordado por ser el primer árbitro en la historia de Colombia en tener una certificación de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA). El lunes 29 de junio de 2020, a los 94 años de edad, falleció luego de padecer un cáncer en la garganta. 

Moros, sin duda alguna, marcó la historia del baloncesto cucuteño. Desde sus ocho años de edad, según contó en una entrevista realizada por este medio hace 10 años, inició su pasión por el deporte que en la época de los 40 y 50 imperó en la ciudad. 

Antes de ser la autoridad, fue un destacado alero en la cancha. 

Su primer logro lo consiguió con el Sagrado Corazón de Jesús, uno de los colegios más icónicos de la capital nortesantandereana. Con él fue subcampeón del Torneo Nacional Intercolegiados desarrollado en la fría Tunja en 1939. En aquella ocasión, el equipo fue reforzado con jugadores del Provincial de Pamplona. 

Su talento y buena capacidad técnica en el desarrollo del juego, lo llevaron a integrar años más tarde la Selección Norte de baloncesto. Su periodo fue entre 1945 y 1947. 

Sobre el salto de jugador a juez, Moros contó que “sucedió en 1945, cuando asistí como jugador a un hexagonal en Mérida (Venezuela) en el que salimos campeones. Por esas cosas de la vida me pidieron que pitara un partido porque los jueces se la habían ‘pegado’ la noche anterior. Ese día lo hice muy bien y me empezó a gustar. Dos años después me retiré como jugador y seguí en este oficio”. 

Su extenso conocimiento sobre el reglamente y la experiencia acumulada hicieron que Abdénago fuera director arbitral y de la mesa técnica en unos de los máximos eventos deportivos disputados en Cúcuta: el XVI Campeonato Suramericano de Básquet y el primer Campeonato Juvenil Suramericano, en 1955 en los que Eustorgio Colmenares, presidente de la Liga Departamental de Basquetbol fue a su vez el presidente del Comité Organizador. 

A raíz de su buena actuación, Moros fue recomendado por el seleccionador de Colombia para que se le acreditara como árbitro FIBA. 

Tras cursos en Bogotá y Lima impartidos por la Federación Internacional, Moros fue el primero de cuatro árbitros colombianos en recibir la acreditación. Junto a él, Humberto Figueredo, Alirio Gálvez y Alberto Gómez obtuvieron los respectivos carnés FIBA. 

Venezuela fue uno de los países que más disfrutó de su correcto trabajo, pues allí era requerido para servir de juez. 

Jhon Bustamante, presidente de la Liga nortesantandereana de baloncesto, dijo que es una perdida sensible para el deporte en el departamento. “Fue fundador del Colegio de Árbitros (Conaba). Se fue un referente histórico. Era una persona que tenía mucha información de nuestro deporte”, afirmó Bustamante. 




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 20 de enero de 2021

1818.- EL CENSO DE 1938

 Gerardo Raynaud (La Opinión)

 

Para entonces no existía una institución que desarrollara las acciones de recaudo de la información, como el Dane de hoy, la entidad encargada de todos los asuntos relativos a los censos era la Contraloría General de la República, que manejaba una dependencia llamada Estadística Nacional y una sección de Censos Nacionales.

 

Hacer un censo es de por sí, una actividad compleja, y para ello se habían expedido los decretos 987 y 1745 de 1937, mediante los cuales se le concedieron amplias facultades a la Contraloría para su ejecución, para su desarrollo la entidad creó la Dirección General del Censo Civil y encargó al doctor Antonio Suárez Rivadeneira como su director. 

 

Para la ejecución del censo se diseñó una estructura zonificada nacionalmente por departamentos al mando de un Delegado Organizador a quien acompañaba una Junta Departamental; cada municipio tenía su propio Delegado con su respectiva Junta Municipal. Las Juntas eran cuerpos consultores y consejeros, de carácter patriótico que debían reunirse periódicamente para resolver las dificultades que fueran presentándose y para informar sobre cómo realizar el empadronamiento en su zona.

 

Las Juntas estaban conformadas por la primera autoridad, Gobernador o Alcalde según el caso, el Secretario de Educación, la primera autoridad eclesiástica y el Delegado correspondiente. A nivel nacional se había nombrado un cuerpo de Visitadores que supervisarían las actividades de su jurisdicción. 

 

En el censo de 1938 se incluyó una nueva actividad, el primer censo de edificios, que fue programado para el día 20 de abril. Para el desarrollo de esta operación se aplicaría el método directo o método inglés, consistente en desplazar a los encuestadores por los sectores asignados y tomar los datos solicitados. 

 

En el censo de edificios, la boleta censal permitía conocer, además de su ubicación, el costo y los servicios públicos que utilizaba; información fundamental para determinar, entre otros, el valor de los arriendos y las necesidades de servicios, conocer el déficit de vivienda, así como su coeficiente de habitantes.

 

Por su lado, el censo de población se llevaría a cabo el 5 de julio, día que fue declarado fiesta nacional y que para los ciudadanos constituía un largo puente festivo, toda vez que el lunes 4 había sido festivo religioso.

 

En el caso del empadronamiento poblacional, el método que se utilizó era el mismo que venía empleándose desde que se implantó la ley de censos, el sistema directo de casa en casa, llamado también sistema francés. Toda la población debía resguardarse en su casa de habitación a la espera del encuestador, sistema que perduró hasta finales del siglo XX.

 

Para la zona de Norte de Santander y Cúcuta fue nombrado Visitador Departamental el señor José G. Díaz-Granados, quien llegó a finales del mes de marzo para realizar el seguimiento a las operaciones que se desarrollaban en la región y para verificar su cumplimiento, así como para buscar el apoyo requerido para que se cumpliera, según lo previsto, las acciones de empadronamiento.

 

Tuvo la fortuna de contar con un importante actor desinteresado que le ofreció todo el respaldo necesario, fue el Centro Literario José Eusebio Caro en cabeza de su presidente José Francisco Leal quien en su carta de ofrecimiento le dice al Visitador que, “[…] le reitera sus servicios espontáneos al levantamiento de lo que llamamos <el termómetro de la vida nacional>”, siendo aceptada su oferta en nota remitida al día siguiente, en la cual acepta que los miembros de ese Centro, “… formen parte del cuerpo de personas que ayuden a levantar el censo de edificios de la ciudad de Cúcuta, sirviendo cada uno el cargo de jefe de sección o de empadronador de una zona urbana”. 

 

Como información general, el censo nacional tuvo un costo de $1.032.072.03 de los cuales $29.175.19 fueron los gastos efectuados en el levantamiento de la información de Norte de Santander.

 

A continuación, se muestran algunos de los resultados obtenidos en las boletas censales de la ciudad y el departamento, que fueron aprobados por el Congreso de Colombia en la ley 24 del 20 de noviembre de 1939.

 

La población total censada en el departamento fue de 346.181 que se distribuía en 88.035 pobladores urbanos y 258.146 rurales, en una superficie de 21.490 Kms. cuadrados. En el censo anterior (1918) la población era de 299.235 habitantes. Se contabilizaron 172.095 hombres y 174.086 mujeres.

 

En Cúcuta había 57.248 habitantes; 41.137 urbanos y 16.111 rurales. Por sexo se distribuían así: 28.612 hombres y 28.636 mujeres. En este mismo grupo se incluyen 1.750 indígenas distribuidos en 1033 hombre y 717 mujeres.

 

En censo también registró la información correspondiente a los niveles de instrucción de los pobladores del país y sus regiones, tales como el grado de analfabetismo, la población en edad escolar y la cantidad de analfabetos en sus diversas categorías.  Estos datos se clasificaron en dos categorías, los mayores de 7 años y los mayores de 10 años.

 

En Norte de Santander, la población en edad escolar era de 72.042 y una proporción de 64.6% de población analfabeta, es decir, 46.562, de esta población, el 50.5% eran niños y el 49.5% niñas.

 

En cuanto a los datos económicos recolectados se tienen los siguientes:

 

Población activa de Norte de Santander: 177.368 correspondientes al 52% mientras que el resto, 164.038 son población inactiva. Esta última población está conformada por estudiantes, hospitalizados, asilados y otros, presos, jubilados y rentistas, mujeres de servicios domésticos (excluyendo las sirvientas), desocupados, otros mayores de 14 años e inactivos menores de 14 años.

 

En la ciudad de Cúcuta, la población activa era de 25.110 de los cuales 21.080 eran nacionales colombianos y 4.028 extranjeros.

 

En cuanto a los resultados del censo de edificios, en el departamento se registraron 62.960 edificaciones de las cuales 49.931 no tenían ningún servicio. En Cúcuta, el recuento de edificios fue de 10.717 de los cuales, no tenían ningún servicio, 4.808.

 

Un ejercicio interesante para apreciar la evolución de la ciudad sólo en materia de estos indicadores. Ahí queda la tarea!

 

 

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V

martes, 19 de enero de 2021

1817.- NUESTRA PANDEMIA: AUSENCIA DE CIVISMO

Leopoldo J. Vera Cristo

Las pandemias no son cosa nueva, han asolado la humanidad desde el principio. Empezando por las plagas de Egipto y las narraciones del Papiro de Ebers, siguiendo por la de Atenas durante la guerra del Peloponeso, la peste Antonina del año 165, la peste Negra de 1.347 que también vino de China, pasando luego por la del Cólera en el siglo XIX y terminando por la Gripa Española de 1918, que ni fue gripita ni fue española.

Al coronavirus lo conocemos desde el año 3.300 A. de C. Ahora, que, si hablamos del que convive hoy con nosotros, muy relacionado con los murciélagos, vino de la China, no se sabe si hecho a la medida o de un mercado en donde desde hace cinco mil años se toma sopa de murciélagos sin ninguna consecuencia conocida. Pero ya nadie volvió a hablar de los chinos, excepto para decir que los preferíamos haciendo refranes.

Curiosamente a estas tierras fronterizas la pandemia de 1918 no las preocupó. Eran tiempos en que el Doctor Jesús Mendoza Contreras, buen amigo de mi padre, era Director de Higiene y tiempos en que a los médicos se nos creía. Mientras que el mundo sufría más de cuarenta millones de bajas, apenas se tuvieron que destinar $150 para fumigar las valijas de correo y se aprovisionaron $3.000 para auxiliar la campaña contra la gripa en todo el Departamento.

Se luchaba en cambio contra la mortal disentería, contra la uncinariasis, contra el paludismo y aún estábamos vacunando contra la viruela. Eso si, en 1918 se visitaron 5.423 casas, se construyeron 529 “excusados” y, aún más importante, se hizo una campaña que se extendió a las escuelas donde los niños aprendían a combatir las epidemias en forma obligatoria como si se tratara de cualquiera otra materia.

Todavía existía la familia y la formación escolar era estricta y productiva. Con algo así se necesitaban pocos policías porque la gente actuaba por convicción. En estos tiempos en que se inventó el término de “progresista”, a quienes creemos firmemente en esos métodos de desarrollo pacífico, nos estarán llamando cavernícolas. Pero habrá que convenir en que esto que vivimos no pudiera llamarse progreso y que nadie puede hoy adueñarse de términos como “progresismo”.   

Aclaremos, nuestra verdadera pandemia es la falta de civismo, ese que sobraba en 1918 a ocho años de haberse inaugurado el Departamento Norte de Santander.  En los inicios de nuestra historia, la Primera Subcomisión Legislativa del Congreso, presidida por Rafael Uribe Uribe, encargada de aprobar la solicitud de mantener el Departamento de Cúcuta que había sido recientemente anulado por la Ley 65 de 1909, denegó tal solicitud al devolverle al Departamento del Magdalena cinco municipios que le habían quitado en 1905, para que pudiera subsistir. Pero un gran movimiento cívico agitó el cotarro político y contra todo pronóstico logró el nuevo departamento que ya había sido anexado a Bucaramanga, preservando el nombre de Santander a pesar de presiones vecinas e inaugurando una historia que se supone deberíamos preservar.  

Fuimos pioneros en el país con un ferrocarril de iniciativa privada, receptores de una inmigración amable con quien compartimos nuestro desarrollo, iniciadores de asilos, escuelas, colegios, ancianatos y ahora generosos huéspedes de vecinos maltratados. Tenemos un pasado enmarcado en el civismo de un pueblo a cuyos descendientes no les acabaron de contar la historia de sus abuelos y eso es un pecado que no deberíamos cargar.

¿Qué pasó? A qué horas llegó el desinterés que permitió el control de la sociedad por parte de la politiquería mercantilista. A dónde fue a parar el orgullo ciudadano y porqué terminamos manejados por extraños a distancia. No se puede culpar a las generaciones recientes que no sienten esta como su tierra, a quienes no les han contado su honroso pasado y quienes en cambio culpan a las generaciones anteriores de un presente sin futuro. Generaciones que crecieron sin acompañamiento, viendo como la Justicia terminaba favoreciendo al más vivo y cómo se repetían en el poder los mismos por intermedias figuras, como si el Departamento solo tuviera un puñado de habitantes.

Ninguna de las asociaciones o agrupaciones que hoy en día buscan de buena fe un cambio, tienen posibilidades de tener éxito si no cuentan con las condiciones mínimas de difusión que permitan la comunicación masiva de sus ideas y esfuerzos, y la cercanía permanente de la opinión pública que finalmente es el juez. Es decir, si no tienen dientes. Todos debemos ser veedores. Una veeduría ciudadana exige el concurso de los más capaces, sin distingo de banderas, y como los antiguos concejos municipales, sin sueldo.  

Hace muchos años algunos entusiastas en el exilio quisimos hacer un grupo de profesionales sin ambiciones políticas que se dedicara a opinar sobre los problemas del Departamento y a hacer seguimiento a la administración pública, respetuosa pero eficaz. Estaba en venta la rotativa del Diario de la Frontera y propuse hacer un préstamo para adquirirla, porque siempre he sostenido que la razón de todo esfuerzo, la ciudadanía, tiene que ser compañía constante de cualquier esfuerzo. La rotativa terminó en manos de mi buen amigo el propietario de El Pilón, diario de Valledupar. El grupo se disolvió cuando alguien quiso usarlo con fines políticos y no supimos defenderlo.

Está bien la academia y el culto a las musas, pero creo sinceramente que es deber de toda agrupación que tenga poder de congregación el incluir en sus agendas el estudio de los problemas departamentales, la producción de iniciativas   y la auditoría de quienes tienen el poder para desarrollarlas.

Cualquier esfuerzo cívico de esos alcances deberá priorizar la educación de las generaciones escolares actuales, lo cual de ninguna manera significa, como es usual ahora, terminar en adoctrinamiento.  Se trata de hacer que la juventud ame su tierra, sienta que es suya, la defienda y crea en su futuro. Es una combinación entre contar nuestra historia y reemplazar el desinterés por la seguridad de ser dueños de su propio futuro.  El lema deberá ser: “Esta es mi tierra y será la de mis hijos”.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V