La Opinión (Trabajo
Especial)
En este sector, que está a solo 10 minutos del centro de Cúcuta,
descuartizan, extorsionan, secuestran y desaparecen gente.
El Escobal
El Escobal siempre ha sido un sector destacado de la ciudad, sobre todo por
su cercanía con Venezuela. Justo en este punto en el oriente de la capital
nortesantandereana se encuentra el puente internacional Francisco de Paula
Santander, que une a Cúcuta con Ureña, ubicación que es aprovechada económicamente
por mucha gente para rebuscarse el sustento diario, a pesar de que la frontera
está cerrada.
Recorriendo la vía principal de ese lugar (el último tramo de la avenida
Demetrio Mendoza), antes de llegar al paso limítrofe, el ambiente se siente pesado.
Las jornadas trascurren entre las ventas informales, el alto ruido de la música
de los negocios y el ir y venir de vehículos de transporte público, motos y
peatones. Y en ese ajetreo diario se esconde una 'olla podrida' que nadie
menciona a pesar de que las autoridades judiciales, habitantes y comerciantes
de la zona conocen bien lo que allí se mueve.
En medio de ese ajetreo, que se da diariamente en la frontera, se esconde
una 'olla podrida'
Este punto de Cúcuta es hoy donde más secuestran, extorsionan, desaparecen
y hasta asesinan. Todo ocurre bajo la mirada cómplice de muchos policías que se
mueven de un lado a otro.
De acuerdo con una fuente policial, en los últimos dos años han sido
secuestradas más de 20 personas y se habrían registrado más de 24
desapariciones, además de varios asesinatos, como los ocurridos donde sus
víctimas fueron el vendedor ambulante de pescado Fortunato Silva, el conductor
de transporte informal Gabriel Rodríguez y el dueño de un abasto Stefi Pineda.
El temor ha llevado a muchas familias a no denunciar, razón por la cual las
cifras oficiales no permiten establecer una verdadera radiografía de lo que
pasa en este sector. Según la Policía Metropolitana, en el 2018 hubo 6
asesinatos en este sector y en lo que va corrido de 2019 se han presentado tres
homicidios. Pero hay otro factor que influye en las cifras: muchos de los casos
que se han presentado no entran en las cifras de las autoridades porque
aseguran que han ocurrido al otro lado de la frontera.
"Todo ese imperio del terror que se vive en este sector
fronterizo ha sido por cuenta de los grupos armados ilegales que llevan más de
20 años delinquiendo ahí, bajo la mirada inerte y cómplice de las mismas
autoridades", dice Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar.
Las estructuras criminales en esta zona no son nuevas, pero con el paso del
tiempo han cambiado de nombre y de mando. Sin embargo el objetivo siempre será
el mismo: el 'negocio' ilícito de la frontera (cobro de extorsiones, cobro por
paso de gente y contrabando y secuestros exprés) que les deja millonarios
dividendos.
Hoy (2019) quien domina los seis kilómetros que abarca este pedazo de
frontera es una banda conocida como La Línea. La Opinión conoció el testimonio de un hombre que hasta hace poco
hizo parte activa de esa organización criminal, quien aseguró que está
conformada por cerca de 60 personas entre colombianos y venezolanos.
Quien la organizó y le dio ese nombre hace más tres años fue José Domingo
González Santiago, alias Cepillo, en prisión desde 2017 y que, según
información de inteligencia policial, desde allá sigue dando órdenes.
El barrio El Escobal, en Cúcuta, es
un lugar que se ha convertido en un territorio estratégico para los grupos al
margen de la ley, pues debido condición geográfica y la comunicación fronteriza
con el municipio de Pedro María Ureña en Venezuela, facilitan el actuar de los
delincuentes. Este sector cuenta con varias trochas ilegales que son usadas por
los contrabandistas para el paso de mercancías, vehículos, estupefacientes,
entre otros. Allí delinque una banda conocida como 'La Línea' que se aprovecha
de esta situación para extorsionar.
"Una vez ese man cayó, le entregó el poder a su cuñado a quien le
dicen Ruso o Amarrillo (Carlos Eliécer Contreras Mandón) pero a él también lo
capturaron. Entonces quien asumió todo fue Libardo Andrés Toro León, conocido
como Tyson, él es cuñado del Ruso, pero a este también lo agarró la Policía.
Ahora está mandando un man al que le dicen Causa", aseguró la fuente.
Según fuentes de inteligencia policial, 'Causa' fue un hombre de confianza
y muy allegado a Tyson, por eso una vez este cayó, junto con Cepillo,
determinaron dejarlo como cabecilla visible, pero al lado de él estarían otros mandos
medios conocidos como Tío Negro, Búcaro, Chaguarma y Barbas.
Las autoridades colombianas también saben que del otro lado de la frontera
hay hombres delinquiendo bajo la complicidad de miembros de la fuerza pública
venezolana.
En las fotos se puede observar el
panorama de frontera y las trochas en esta zona.
"Entre ellos se reparten toda esa zona de La Línea, por ejemplo Tío Negro y Barbas manejan El Nuevo Escobal
hasta El Cerrito, controlando la trocha La Marranera y demás pasos
ilegales de esas zonas, mientras que por El Viejo Escobal, La Isla y Boconó el
manejo lo tienen Causa, Chaguarma y Búcaro", explicó la fuente policial.
Al lado de estos sujetos se encuentran varios hombres fuertemente armados,
quienes son los que se encargan de imponer el miedo a punta de bala y sangre.
También son quienes desaparecen y descuartizan a sus víctimas.
Las autoridades colombianas también saben que del otro lado de la frontera
hay otros de sus hombres delinquiendo bajo la complicidad de miembros de la
fuerza pública venezolana. "Del lado de allá se hacen llamar la Banda de
la U y son quienes dominan Ureña, parte de Tienditas y La Mulata", indicó
la fuente judicial.
El grupo delincuencial llamado "La Línea", con inherencia en el
sector del barrio El Escobal, de Cúcuta, se encarga de cometer secuestros
extorsivos, desapariciones y desplazamientos forzados. Homicidios selectivos,
cobro de cuotas extorsivas.
Todo esto lo confirma el ex-integrante de esa estructura armada ilegal, quien
señaló que "el control de ese sector es de ellos, quien no cumple con sus
órdenes, se tiene que ir o se muere. A ellos no les tiembla la mano a la hora
de matar o de enfrentarse a las autoridades".
El testimonio del ex-integrante de La Línea confirma que todo el que quiera
montar un negocio en este punto de Cúcuta o que quiera traer o llevar alguna
mercancía, desde o hacia Venezuela, debe pagar la 'cuota'. "Es
obligatorio", sentencia. "Las 'vacunas' van desde $2.000 hasta 50
millones de pesos o más, todo depende del paciente".
Aunque la Fiscalía y la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) le han dado
varios golpes a esta organización, no han logrado desarticularla. "Cada
vez que las autoridades les caen y les capturan gente, ellos reclutan
venezolanos o jóvenes que están sin trabajo, eso es muy fácil por la falta de
empleo en la ciudad, solo hay que pagarles un millón de pesos, darles un fierro
(arma) y una moto y listo.
La banda tiene fusiles, pistolas, revólveres y hasta granadas. Ellos se han
armado para enfrentar a otras bandas como los Urabeños o Rastrojos o el Epl,
que han querido apoderarse del control de esa zona. Tampoco le comen a la
Policía porque saben que tienen con qué responder", afirmó la fuente.
Según el informante, los integrantes de La Línea cobran 'vacunas'
descaradamente al frente del puesto fronterizo que tiene la Policía
Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) en el puente internacional Francisco de Paula
Santander.
"Esos tipos se la pasan ahí donde hay un parque pequeño, a un costado
del puente, también manejan un parqueadero ahí cerca que lo conocen como La
Trituradora y trochas como El Águila, La Marranera y La Carbonera (entre
otras). Descaradamente se paran ahí y le llegan a la gente que lleve cualquier
tipo de mercancía, les cobran de una.
Vendedores ambulantes, taxistas y buseteros también tienen que pagar, mejor
dicho todo el mundo paga, hasta los dueños de los establecimientos",
manifestó un habitante de ese sector, quien pidió reserva de su identidad por
miedo a represalias.
Cobran 'vacunas' descaradamente, al frente del puesto fronterizo de la
Mecuc
"En esas operaciones que ha montado la Policía no han caído los duros,
solo cogen a los mandos medios y bajos, pero los duros siguen ahí haciendo de
las suyas. El comandante ahorita es un man que vendía gas de contrabando y se
la pasa en La Isla y en ocasiones se mueve por los alrededores de la cárcel.
Otra que es bien peligros es alias La Flaca, que la capturaron pero la
soltaron días después", explicó el ex-integrante de esa estructura armada
ilegal.
Miembros de
la banda 'La Línea' capturados por la Policía
Puntos estratégicos
Ese 'imperio del terror' que montó La Línea en El Escobal es tan fuerte que
a espaldas de la estación de Policía hay varios sitios donde sus integrantes se
reúnen para cobrar las 'vacunas' y donde mantienen las personas que secuestran.
También esconden armas y mercancía de contrabando, además, ahí mismo llevan
las víctimas para matarlas y descuartizarlas; luego las entierran a orillas del
río Táchira.
Una vivienda esquinera, cuyo segundo piso aún no ha sido terminado de
construir, queda uno de esos sitios de encuentros macabros que tendría La
Línea.
"Ese lugar se conoce como la 'casa del terror'. En la parte de atrás,
que colinda con el río y un caño que da hacia La Isla y se puede llegar hasta
La Trituradora, en las noches o tardes se escuchan gritos de personas, como si
las golpearan o torturaran.
Dicen que ahí es donde descuartizan. Muchos de ellos (integrantes de la
banda) se la pasan ahí, pero la Policía no hace nada", señaló un habitante
del sector.
Los pasos
ilegales controlados por esta banda son identificadas con
números como la 58, 59, 30 y 50, "esas están por Boconó. Ahí cerca están
las torres de energía que tienen esos números arriba y les facilita saber donde
están", dijo la fuente.
Muy cerca a ese tenebroso inmueble también hay tres enormes
estacionamientos que son usados como bodegas, donde estos sujetos resguardan la
mercancía que entra de contrabando desde Venezuela y que les pagan para que las
custodien, mientras llegan los vehículos para cargarlos y así poder llevar todo
a su destino, que sería dentro de Cúcuta o para el interior del país.
Pero lo más sorprendente sucede en una pequeña invasión que está a tres
cuadras de la estación de Policía y el río Táchira la bordea, que se conoce
como La Isla. "Cuando la policía ya no está, ahí se la pasa esa gente,
especialmente Causa, Chaguarma y Búcaro.
Por ahí pasa gente que viene del otro lado o gran parte del contrabando. Él
y otros tipos cobran las extorsiones. Nadie puede decir algo porque lo golpean
o desaparecen. Están armados con pistolas y fusiles", aseguró la fuente.
En La Trituradora, se escuchan gritos de personas, como si las golpearan o
torturaran. Dicen que ahí es donde descuartizan.
Se conoció que en este sitio hay inmuebles, como en donde funcionaba un
ancianato, que mantienen por algunas horas a las personas que secuestran,
mientras coordinan su traslado hacia el otro lado de la frontera, luego los
llevan a una zona boscosa, los golpean y les toman fotos para después
mandárselas a sus familias y así exigirles el pago por su liberación, como ya
ha sucedido en por lo menos diez casos.
"Lo peor de todo es que si las familias se demoran más de tres días en
el pago de las extorsiones, las personas son asesinadas, descuartizadas y
enterradas a orillas del río. Ellos no se ponchan con los secuestrados, saben
que si los tienen más días les significa un gasto por la comida y un riesgo por
si les llegan las autoridades que no están con ellos", contó la fuente.
Añadió: "otro sitio donde siempre se la pasan reunidos y hasta también
llevan secuestrados es el parqueadero conocido como La Trituradora. Además de
eso, hoy otros sitios como dos billares, un taller, una tienda del Nuevo
Escobal, un sitio que conocen como el ancianato o portón negro y hasta se
esconden donde se la pasan los Yukpas, por eso es que nadie entra para allá,
siempre se la pasan 2 o 3".
Pero también hay otras trochas en la frontera que son identificados como La
Carbonera, el Mamón, El Águila y La Marranera. Allí "hay 2 o 3 manes
cobrando la 'vacunas', cobran por todo, hasta por pasar de un lado para el
otro. Hacen turnos de 12 horas y la plata la recogen en la Isla o el parqueadero
La Trituradora".
Secuestros, el negocio exprés de la frontera
Aunque ninguna autoridad judicial ha querido hablar abiertamente de lo que
sucede en El Escobal, La Opinión pudo establecer que en el último año, los
secuestros en esa zona fronteriza han aumentado y se están cometiendo bajo la
mirada cómplice de muchos policías que se mueven por ahí y la falta de acciones
contundentes por parte del Gaula.
Un funcionario judicial, quien pidió no ser identificado, reconoció que La
Línea es una banda muy peligrosa y que cuando secuestran, "lo mejor es que
las familias paguen, porque pueden poner la denuncia, se captura al tipo que va
a recoger la plata, pero como la banda tiene la víctima en territorio
venezolano, la matan y entierran. Nadie vuelve a saber del secuestrado, como ya
ha pasado. Lo triste es que las autoridades siempre lo manejan como
desaparecidos".
Agregó: "esta banda criminal es especialista en esos secuestros, han
cometido muchos y es muy poco lo que se ha podido hacer. Si se capturan a esos
bandidos, pero qué, se cogen 10, 15 o 20 y en un momentico ellos reclutan otros
pelados y siguen haciendo lo que se les da la gana. No ve que se mueven
libremente de un lado para otro de la frontera y las autoridades venezolanas no
colaboran en nada, ellos también están recibiendo dinero".
Y esta problemática es tal, que desde el 29 de diciembre hasta febrero de
2019, se conocen de cuatro personas secuestradas en el mismo punto. El Escobal
(viejo) a un costado del puente internacional Francisco de Paula Santander.
El rapto más reciente se dio el pasado sábado 3 de febrero y sus víctimas
fueron Alexandra del Carmen Rondón Bracho y su novio Jefferson Medina.
Ella empleada de un restaurante de unos tíos en Ureña y él funcionario del
CICPC de esa misma población venezolana, pasaron la frontera para venir a
Cúcuta a comprar unas cosas para llevar para la casa, pero luego de que pasaron
el puente internacional, nadie volvió a saber de ellos. Extraoficialmente se
conoció que La Línea se los llevó porque los vieron como sospechosos, pero
hasta el momento no se han comunicado con ningún familiar.
Esta banda criminal se cree la dueña de seis kilómetros de frontera entre
Boconó, El Escobal y El Cerrito
Antes de la pareja, el 29 de diciembre de 2018, Joe Walter Güiza Malpica y
Juan Carlos Acevedo Rojas, los dos de 36 años, también fueron secuestrados por
esta estructura criminal. Los dos hombres, según se conoció, iban hacia Ureña
(Venezuela) a buscar a un tío de uno de ellos, que venía del interior de ese
país.
Lo último que se supo, según testigos, fue que Güiza y Acevedo llegaron en
un taxi a un costado del puente internacional, muy cerca al estacionamiento La
Trituradora, en ese momento varios integrantes de esa banda que se encontraban
ahí, obligaron al taxista a pagar la 'vacuna' para que se marchara, mientras
que los dos hombres fueron obligados a entrar al lugar y de ahí nadie volvió a
saber de ellos.
Dos horas después, uno de los tipos se comunicó con los familiares de las víctimas
y les pidieron $20 millones por dejar en libertad a cada uno y para qué les
creyeran les mandaron fotos de ellos golpeados y también los pusieron al
celular. Luego de dos días los parientes no volvieron a recibir ninguna
comunicación.
Pese a que los familiares denunciaron ante el Gaula, las acciones
policiales por ubicarlos han sido casi nulas. Aunque guardan la esperanza de
encontrarlos con vida, en la zona hay personas que señalan que quien cae en las
garras de esta red criminal y no paga rápido, lo matan en la 'casa del terror'.
Así como estos hechos hay muchos más. Uno de ellos es el de Marlon Orlando
Muñoz Casanova quien fue secuestrado el 3 de octubre de 2017. Ese día, hacia
las 2 de la tarde, él llegó al lavadero de vehículos que esta diagonal a la
glorieta de El Escobal, en la vía que conduce hacia el puente internacional
Francisco de Paula Santander, iba en busca de su carro Mazda 3, de placas
HRQ-328, el cual había dejado ahí, horas antes.
El hombre se subió a su vehículo y cuando iba a salir de ese lugar, fue
chocado levemente por otro automotor, por lo que él se bajo y le reclamó al
conductor. La pequeña discusión por el hecho terminó cuando cuatro hombres
llegaron en tres motos y se lo llevaron a la fuerza hacia un punto de la frontera,
a orillas del río Táchira. A partir de ahí la familia no volvió a saber de él,
ni pagando.
Las autoridades tienen pruebas de otros secuestros, como el de Luis
Alexander Méndez Rodríguez, ocurrido el 22 de noviembre de 2017, en El Cerrito.
Aunque a la familia le exigieron el pago de $60 millones, negoció y terminó
pagando 5 millones de pesos y comprometida a entregar otros $10 millones.
En diciembre de 2017, en Ureña (Venezuela), secuestraron al venezolano
Roland Samuel Martínez. El día 23 de enero de 2018, un empleado de la empresa
de gases se salvó de morir, pues como él se encontraba por El Escobal y no lo
conocían, se lo llevaron a la fuerza hacia el sector La Isla, y luego de
meterle la cabeza en una bolsa y golpearlo, lo dejaron ir, pero le robaron su
celular.
Otro secuestro que pudieron conocer las autoridades, fue el de Franklin
Alonso Villabona Jaimes, ocurrido el 12 de febrero de 2018. Los familiares,
luego de rogarles a quienes llamaron a exigir el dinero, lograron tasar el pago
en $12,5 millones, los cuales fueron entregados, pero el hombre no apareció
nunca.
Dos días después de ese rapto, integrantes de la banda programan el robo de
una moto en uno de los piques ilegales que se hacen todos los miércoles por el
Anillo Vial Occidental. Y así se dio, la noche del 14 de febrero asesinaron a
Jhovan Sánchez Salas por hurtarle su velocípedo.
El 12 de marzo del año pasado, también secuestraron a Pedro Barón Prada.
Cuando este iba llegando a su casa en Ureña, su papá pagó $25 millones.
A finales de marzo de 2018, La Línea volvió a atacar, esta vez raptaron a
un jugador de fútbol en Ureña cuando llegaba a su casa, la familia pagó $12,5
millones.
El 7 de abril de este mismo año, volvieron a secuestrar a otra persona, en
esta oportunidad se sacaron a la fuerza a una mujer que trabajaba en una casa
de cambios en El Escobal. A ella la retuvieron dos días, tras de recibir $12
millones, la dejaron libre nuevamente.
El taxista Moisés Acosta Pinto, conocido como Estrellita, fue secuestrado
el 23 de mayo de ese mismo año. Al conductor se lo llevaron de un paradero de
taxis, pero no volvió a aparecer.
Otro comerciante de esa zona de Cúcuta también fue víctima, luego de
entregar un vehículo recobró la libertad.
Y así como estas, hay una infinidad de tristes historias de secuestros y
desapariciones, de los que la Policía Metropolitana de Cúcuta tiene
conocimiento, pero les ha sido imposible acabar con esta banda criminal que se
cree la dueña de seis kilómetros de frontera entre Boconó, El Escobal y El
Cerrito.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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