PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

sábado, 10 de junio de 2023

2257.- LA BISABUELA CHIQUINQUIRA ESLAVA HERNANDEZ

Miguel Hernández Villamizar

La nona Chinca en el patio de su casa donde tenía las materas
con las plantas de flores decorativas, medicinales y aromáticas.

La bisabuela Chiquinquirá Eslava Hernández nació en el municipio de Los Patios, Norte de Santander el 12 de marzo de 1884 y murió en Cúcuta el 19 de marzo de 1979, curiosamente el día de San José, a la edad de 95 años.

Los padres de la nona Chinca, como cariñosamente la llamábamos, fueron Justo Eslava y Julia Hernández, quienes eran oriundos de Málaga, Santander.

Tuvo dos hermanos el mayor de ellos Rafael que nunca se casó y el menor Justo, quien se casó con una señora de Cúcuta de apellido Martínez, de esa unión nacieron Manuel, Gabriel, Ángel, Carmen Julia, Justo y Graciela que vive en San Cristóbal, Venezuela. Justo en sus últimos años vivió y murió en la casa de la nona Chinca.

La nona Chinca tuvo siete hijos: Guillermo, Victoria, Alfredo, Luís Francisco, Martha, Olivia y Rubén Eslava.

El mayor de ellos Guillermo, nunca se casó y siempre vivió con ella. Una tarde la visité con grabadora en mano, para entrevistarla, en esa conversación yo le pregunté si era verdad que el tío Guillermo, había tenido muchas novias y ella me respondió que sí, pero que la más le había gustado a ella, era una que había sido profesora del colegio Rivera Laguado.

Además, recordaba lo inquieto y ocurrente que era el tío Guillermo cuando niño, por esa época ellos vivían en Los Patios y a la entrada de la casa había unas aldabas grandes que servían para poner el candado al portón de la casa, Guillermito simulaba que era un teléfono y a través de ellas, hablaba como si estuviera conversando con alguien.

Una de las cosas que más le preocupaba a la nona Chinca del tío Guillermo, era cuando él tomaba trago, porque en una oportunidad se había accidentado llegando a la casa y se había fracturado la clavícula, y en otra ocasión había sido asaltado. Mi bisabuela no se acostaba a dormir si el tío Guillermo no había llegado a casa. El sobrino preferido de él era Rubencito Eslava, fue el que compartió más con él, porque el tío Rubén fue vecino de la nona Chinca, en la casa del barrio el Páramo.

El tío Guillermo, fue una persona muy apreciada en la ciudad. Después de haber trabajado en la Casa Breuer-Moller y la Botica Eslava, laboró como secretario del Tribunal Superior de Cúcuta hasta jubilarse. Era muy común verlo todas las tardes, después de terminar su trabajo, charlando en una de las bancas del parque Santander con el entonces párroco de la catedral, el padre Daniel Jordán; muchos se preguntaban cómo, siendo el párroco tan godo o conservador, podía tener entre sus amigos uno tan liberal. El tío Guillermo, murió a los 81 años de edad.

La segunda hija de la nona Chinca, fue Victoria, quien de una primera relación tuvo dos hijas que se fueron a vivir a Estados Unidos y de las cuales hoy en día se sabe poco. Años más tarde, la tía se casó con Mauricio Neira, fruto de esa unión nacieron Fulgencio, médico que ejerció como ortopedista y hoy vive en la ciudad de Medellín casado con una dama antioqueña de nombre Estrellita, con la cual tuvo cuatro hijos; una de sus hijas murió a temprana edad. El segundo de los hijos de Victoria, fue Daniel contador público de profesión y la tercera fue Celina.

La tía Victoria, fue famosa, porque tenía una venta de helados en el garaje de su casa en la avenida 2da. en el barrio Lleras, por detrás del estadio, y cuando llegaba un cliente a comprar y le pedía un helado de coco o ariquipe, que eran los que más se vendían, ella decía que se habían acabado, para vender los de mora o maracuyá que más se le quedaban. Pero si llegaba algún miembro de la familia, sí había de todos los sabores y si alguien le reclamaba salía regañado; era una mujer de gran temperamento. Murió a los 75 años de edad.

El tercer hijo de la bisabuela, fue Alfredo, quien se casó con Marina Galvis, emparentada con los dueños del periódico Vanguardia Liberal, el de mayor circulación en Bucaramanga. Alfredo tuvo 4 hijas la mayor Claudia que vive en Miami, Mónica, Marinita y Candelaria quienes viven en Bucaramanga. El tío Alfredo laboró durante mucho tiempo con el concesionario de autos Ford, Toro Vega en Bogotá. Vivió los últimos años en Cúcuta en la casa de Yezmín Colmenares. Murió a los 96 años de edad.

El cuarto hijo de la nona Chinca, fue Luís Francisco, dueño de la conocida Botica Eslava ubicada inicialmente en la avenida 7ma. entre calles 10 y 11 y después en la avenida 5ta. con calle 6 esquina, quien se casó con Lola Rodríguez, teniendo siete hijos, el mayor de ellos Luís; la segunda fue Miryan, quien desde muy joven se fue a vivir a Londres en donde trabajó en el sector financiero hasta jubilarse; el tercer hijo fue Alvaro, quien se ordenó como sacerdote de la comunidad de San José de Calasanz, pero años más tarde renunció a su sacerdocio. Se casó y tiene un hijo. Actualmente vive en Bogotá; El cuarto hijo de Luís Francisco fue Carlos, quien actualmente maneja los negocios de la sociedad “Hielos Cúcuta”, con varios puntos de venta en la ciudad, ha sido un comerciante muy exitoso; el quinto hijo fue Germán, ingeniero radicado en Alemania; el sexto Lolita y; el séptimo Jorgito, quien era aviador, un día piloteando una pequeña aeronave, desapareció en la región del Darién en la frontera con Panamá, sus restos nunca fueron encontrados.

Al tío Luís Francisco lo recordamos todos como el tío Rico, porque los 31 de diciembre, llegaba a la casa de la nona Martha a dar el Feliz Año y con un fajo de billetes nuevos de un peso, nos colocaba en fila a todos sus sobrinos nietos, para darnos un billete de regalo; recuerdo que uno hacia la cola más de una vez, para recibir más dinero.

También, viene a la memoria como anécdota, la vez que estando el tío Luis Francisco tomando whisky su bebida favorita con un grupo de amigos en el Club Cazadores, llegó un vendedor de la Phillips que venía de Venezuela con catálogo en mano, promocionando lo último en tecnología que había sacado la multinacional holandesa al mercado, se trataba de un nuevo modelo múltiple que, tenía en un solo mueble incorporado televisión, radio y equipo de sonido, eran de los primeros televisores que llegaban a la ciudad. Mi tío encargó uno de estos aparatos y mandó a hacer la antena más grande, para poder captar mejor la señal del canal venezolano. La labor le fue encomendada a Robertico Fuentes París, quien, siendo locutor de radio de la Voz del Norte con su famoso programa ‘Buscando una Estrella’, conocía algo de electrónica y se había especializado en la elaboración de antenas, siendo pionero en este campo.

Cuentan que, el vendedor fijó una fecha de entrega creando una gran expectativa, no solo en la casa de los Eslava, sino de todos los vecinos del barrio El Llano que acudieron ese día para ver por primera vez televisión, entre otros los Barjuch, el padre Blanco párroco de la iglesia de San Antonio quien también se encontraba entre los invitados, todos llenaron la casa; la antena había sido instalada con anterioridad. Finalmente llegó el camión que transportaba el aparato el cual fue bajado y puesto en la sala. Cuando fueron a conectar el aparato, este produjo un sonido estruendoso votando humo, doña Lola, ante esta situación se puso toda brava y sacó corriendo a todo el mundo de su casa.

El tío Luís Francisco, murió a los 65 años, en Múnich, Alemania, a donde lo había llevado su hijo Germán para tratarlo de unas dolencias.

La quinta hija de la bisabuela Chinca, fue la nona Martha, quien se casó con don Francisco Hernández Lascano, nieto del general Daniel Hernández Leal, héroe de la Batalla de La Humareda. Mi abuelo laboró en la Casa Breuer-Moller que era de unos alemanes, allí el nono Pacho conoció a los tíos Rubén, Alfredo y Guillermo Eslava, quienes fueron sus compañeros de trabajo. Dicen que, conoció a mi nona Martha en una fiesta y le echó agua encima por accidente y se molestó; de ese impase surgió una relación que terminó en una unión marital de la cual nacieron siete hijos, Otto, Miguel Francisco, Daniel, Francisco (Pacho), Martha, Nelly y Norma. La nona Martha falleció a la edad de 96 años.

El tío abuelo Rubén Eslava, la bisabuela Chinca y el tío Otto Hernández Eslava.

Yo, Miguel Hernández Villamizar, hijo de Miguel Francisco Hernández Eslava y Alix Villamizar, visitaba cuando niño a la bisabuela Chinca todas las tardes, y recuerdo que yo esperaba que el humo de la chimenea de la Panadería Central, cercana al pequeño mercado de La Estrella, anunciara la salida del pan fresco del horno; el aroma inundaba todo el sector, llegando hasta el barrio el Páramo, donde nosotros vivíamos en ese instante, yo llamaba por teléfono a mi mamá, Alix, al Almacén Martha, para que enviara al muchacho de los mandados, Pedro, a comprar el pan de la casa y también el de mi nona Chinca.

Tan pronto recibía el pan me iba a donde mi bisabuela que habitaba en la casona de la calle 14 No. 7-23, recuerdo que al llegar a la vivienda y tocar la puerta, mi nona le gritaba a Rosa, la fiel señora que realizaba los quehaceres de la casa y quien vivió y trabajó con ella hasta el final de sus días, para que abriera la puerta porque había llegado San Honorato; con el tiempo me enteré que este santo era el patrono de los panaderos.

Todas las tardes después de entregar el pan, yo me quedaba haciéndole visita a la nona, ella se sentaba en una de las mecedoras y Rosa al lado, encendían unos tabacos criollos o chicotes, luego prendían la radio, para escuchar las radionovelas, como el Derecho de Nacer cuyo principal protagonista era Albertico Limonta, y las aventuras Kaliman y Sorin, entre otras. Yo disfrutaba mucho viendo como las dos con sus manos sacaban unas hebras de los costales de fique que iban envolviendo, dándole una forma de tuza, las cuales eran utilizadas para lavar la loza. Una de las expresiones más comunes de la nona, escuchando las novelas era ¡Ora Carajo!, frase que después usó como propia mi abuela Martha.

Yo disfrutaba también de las charlas con mi nona, una de las que más llamó mi atención, era cómo ella recordaba los testimonios de las personas que habían sobrevivido al terremoto que destruyó Cúcuta en el año 1875. Ella nació nueve años después de esta catástrofe y fue testigo de cómo se reconstruyó la ciudad. Decía que uno de los que más tuvo que ver, fue el arquitecto venezolano Francisco de Paula Andrade Troconis que había trazado con cordel y plomada las nuevas calles y que por eso eran tan simétricas, desde ese entonces nació en el cucuteño el deseo de arborizar la ciudad.

Cuando mi nono Pacho y mi nona Martha, salían a alguna reunión o fiesta a donde habían sido invitados, ellos le pedían a la nona Chinca que fuera a cuidar a sus hijos y como sabía de lo inquietos que eran, ella siempre llevaba un chuco para darles rejo si se portaban mal. Cuentan que el tío Danielito, en más de una ocasión, cogió el chuco sin que mi nona se diera cuenta y lo tiraba al techo de la casa. En una oportunidad revisaron el techo de la casa y encontraron cuatro chucos.

La sexta hija de la nona Chinca, fue Olivia, quien se casó con un ciudadano venezolano llamado Gabriel Perozo; él trabajó y se jubiló como empleado oficial, pero no tuvieron hijos y vivieron toda la vida en Caracas. La tía Olivia murió a los 88 años de edad.

El séptimo y último de los hijos de la nona Chinca, fue el tío Rubén, quien se casó con Margarita Díaz, de esa unión nacieron cuatro hijos, Rubén, Consuelo, Martha Lucia y Margarita.

Recuerdo también que casi todos los miércoles Margarita de Eslava, la esposa del tío Rubén, pasaba por la casa de mi nona con el chofer y nos desplazábamos al Municipio de San Cayetano, a comprar el famoso pan bendito que fabricaba el cura párroco. Mi nona también era devota de San Martin de Porres, por esta razón también íbamos a misa con Margarita a la iglesia edificada en su nombre que estaba situada en el barrio Carora de Cúcuta.

Al hablar de la familia, es importante tener en cuenta que el único de los parientes vivos que tenemos y el más afortunado de todos es Rubén Darío Eslava Díaz, pues ha sido el único que ha heredado en cuatro oportunidades. La primera cuando fallece el tío Guillermo, la segunda cuando muere la tía Olivia, la tercera vez cuando deja de existir el tío Rubén quien murió de 72 años de edad y la cuarta cuando parte de este mundo Margarita la mamá.

Cinco generaciones comenzando por la bisabuela Chinca, 
la nona Martha Eslava de Hernández, el tío Otto Hernández Eslava, 
el primo hermano Sergio Hernández Valderrama y recién nacido 
Javier Hernández Rueda hijo de este último .
.
Recuerdo con mucha nostalgia la casa de mi bisabuela Chinca en el barrio El Páramo. Uno se encontraba con un primer portón que siempre permanecía abierto como invitando a seguir, al pasar por un pequeño zaguán, había un contra portón de madera, con un buen acabado en laca mate que, en la parte superior el carpintero que la había fabricado, le hizo un trabajo de figuras con un bonito calado. Al entrar, al lado izquierdo había un lavamanos y encima de él en la pared un espejo, propios de las casas de la época, al caminar unos metros más, se veía una sala de estar con mecedoras y sobre la mesa conectado un radio marca RCA VICTOR, fabricado con tubos al vacío y de la parte posterior del mismo, salían dos cables uno era la antena y el otro el del polo a tierra o masa.

Continuando con el recorrido de la casa, al frente de la sala estaba el comedor de madera de seis sillas que el tío Guillermo había comprado cuando trabajaba en la Casa Breuer. A un lado había un mueble de madera vertical en donde estaban las copas de plata, en las que se servía el agua y los jugos. En la parte interior de la vivienda había una sala en donde estaban los muebles de estilo vienés con un sofá de madera y la mesa de teléfono donde sobre ella había una carpeta blanca muy bonita tejida por María Mieles esposa de Marcos Díaz ‘el mono’, sobrino de mi nona Martha.

Al caminar unos pasos más, estaba la habitación de la nona Chinca con su cama y su escaparate de madera que, siempre que lo abría, dejaba escapar un aroma característico. A la entrada no había puerta, sino un velo tejido de color blanco que, en horas de la noche se bajaba, para separar la sala del área de habitaciones. Luego, aparecía el altar que tenía la nona, donde estaba el Sagrado Corazón de Jesús, San Martín de Porres, San Cayetano, el Dr. José Gregorio Hernández y un Crucifijo, siempre acompañado de veladoras encendidas. Al lado estaba el cuarto del tío Guillermo. Al salir nuevamente, había un patio en el centro donde se levantaba orgulloso un arbusto de la flor roja de cayena, que estaba florido todo el año y también el patio estaba cubierto por las ramas de un uvero cuyas uvas moradas eran muy dulces. Pasando del otro lado había un pequeño cuarto para guardar objetos y muebles que no estaban en uso.

Una de las muchas familias descendientes de doña Chinca. Aparece el autor de este artículo,
su bisnieto Miguel Hernández Villamizar por la rama de su hija Martha Eslava,
con su tataranieto Luis Miguel Hernández España y esposa Juliana Ovalle
con dos de sus choznos Miguel y Tomás Hernández Ovalle.

A continuación, se llegaba a un corredor que, a mano derecha estaba el cuarto de planchar en donde había una mesa de madera larga, las planchas de carbón y unos cables a manera de tenderete para colgar la ropa, especialmente los trajes de color beige almidonados que usaba el tío Guillermo. Del lado izquierdo había una alacena de madera pintada en color blanco en donde se colocaban la vajilla con sus pocillos y cubiertos.

Continuando el corredor hacia la cocina se encontraba el tinajero del agua que, en la parte superior se soportaba la piedra porosa que filtraba el agua, para caer a una vasija de barro grande que siempre tenía agua pura y fresca, y se sacaba con un recipiente tipo cucharón, y así poder verter el agua en el vaso. Luego venía la cocina con fogones que eran alimentados con carbón y leña y había un cuarto pequeño, donde en el centro había un hueco grande en el piso donde se metía la olla de arcilla con los elementos, entre ellos la piña que, se dejaba fermentar durante un mes, para hacer el guarapo. A un lado había un patio pequeño adornado con materas de diferentes tamaños, en donde la abuela tenía sembradas flores nativas y algunas plantas medicinales y aromatizantes, como la yerbabuena, mejorana, perejil y orégano.

Al final de la casa un portón ancho de madera, dividía los dos ambientes, la casa y el solar, al pasarlo se encontraba uno de frente con los baños, con dos puertas de madera pintados en color verde, al lado izquierdo el lavadero y al lado derecho los palomares con sus cajas de madera en donde mi nona criaba palomas y donde los pichones se convertían en un plato de la cocina criolla muy apetecido en la casa, como también lo eran los dulces de platico y los mutes los días domingos.

Al fondo había un gigantesco solar con árboles frutales y estaba un árbol dividivi que daba un fruto para hacer tinta, que, por esa época era utilizado por los zapateros de la ciudad, razón por la cual mi abuelo Francisco Hernández Lascano, mandaba a recoger los frutos en canecas vacías donde venía la manteca vegetal venezolana Los Tres Cochinitos, para vender en su almacén de cueros. De este patio recordamos con añoranza la mata de higos, debido a que siempre estábamos pendientes de la maduración de los higos, porque eran deliciosos.

Mi tío Francisco (Pacho) nos recuerda que en el primer patio hubo una tortuga que le encantaba le dieran guineo bien maduro y también había una guacamaya de colores muy bonitos que, decían era brasileña y estaba ciega de un ojo.

La casa de la nona Chinca, estaba edificada sobre una pequeña loma. Para llegar a ella, había que subir unas gradas en toda la esquina y había que pasar primero por el colegio del vecino, el maestro Pauselino Omaña. Cuando fallecieron la bisabuela y tío Guillermo, los que heredaron la casa, consideraron que la propiedad no tenía un gran valor por estar sobre esa loma, y consideraron que era una roca difícil de triturar. Por tal razón, decidieron venderla a muy bajo precio. Un comerciante de la localidad, compró no sola la casa de nuestros mayores, sino también las casas vecinas y contrataron los servicios de la compañía de Gustavo Lozano, ingeniero civil que poseía maquinaria pesada y con una retroexcavadora marca Caterpillar y un par de volquetas, en unos meses de trabajo, lograron remover todo el material dejando el terreno al nivel de la calle.

Recuerdo a la nona Chinca como una mujer delgada, de una abundante cabellera de color blanco con el cual se hacía trenzas, y otras veces utilizaba una peineta de color negro. Sus vestidos en su gran mayoría eran de flores con fondo oscuro, siempre los llevó más abajo de las rodillas. Otra característica de su atuendo ya por la edad, para darle descanso a sus pies, utilizaba unos mocasines de tela de color negro. Ya mayor no veía, porque sufrió de cataratas y en los años 60’ la medicina no había avanzado tanto, como para que una operación en una mujer de su edad, no tuviera riesgos. Fue operada pero su intervención le dejó secuelas para el resto de su vida.

Uno de los momentos de más grata recordación, fue el día que nos reunimos en la casa de la nona Chinca con toda la familia, estaban los Hernández, los Eslava y los Neira, para festejar y tomar fotografías, por haberse completado las cinco generaciones; posaron orgullosos, mi bisabuela Chinca, mi abuela Martha, el tío Otto con su hijo Sergio y Javier su nieto, hijo de Sergio recién nacido.


Colaboradores: Mi tío Francisco (Pacho) Hernández Eslava y mi primo hermano Francisco Hernández Valderrama.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

2 comentarios:

  1. Épocas de nuestras bisabuelas y abuelas mujeres bravas y trabajadoras siempre manteniendo unida la familia, que bueno recordarlas y los barrios de nuestra juventud, gracias por esa publicación.

    ResponderEliminar
  2. Wonderful article! Gracias, Miguelito!
    -Mike Hernandez (son of Francisco "Pacho" Hernandez)-

    ResponderEliminar