PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

miércoles, 21 de diciembre de 2011

108.- EL ACCIDENTE DE LAS NIÑAS DE BOCHALEMA

Gerardo Raynaud

Corría el año 68 del siglo pasado y la ciudad se aprestaba a realizar grandes eventos, en buena parte por la bonanza desatada por los resultados de las economías de los dos países, consecuencia de los diez primeros años de una promisoria y sólida democracia que comenzaba a dar sus primeros frutos. En Cúcuta se habían programado algunos eventos que prometían colocarla en un sitial de honor en la vida nacional; la primera Feria Internacional de la Frontera FIF, el Congreso 24 de Fenalco, el segundo que se realizaba en la ciudad y la Feria Tropical Agropecuaria, todas a mediados del año, entre junio y agosto.

Por entonces, otra característica se destacaba en la región y era la calidad de la educación y la seriedad del sistema educativo colombiano, muy apetecido por las clases pudientes del hermano país, quienes enviaban a sus hijos a formarse en las instituciones educativas colombianas, pero especialmente en los colegios religiosos de ciudades y municipios nortesantandereanos como Pamplona, Bochalema, Gramalote y obviamente Cúcuta. Existían entonces los internados en la mayoría de estos colegios, condición que, dicho sea de paso, constituía una gran comodidad para las familias, pero especialmente para los padres que solían delegar todos los encargos en éstos durante los años difíciles de la niñez y la adolescencia. La rígida disciplina impartida por los religiosos de ambos sexos era garantía de una educación para la vida adulta. La facilidad de trasportes y conexiones con las ciudades venezolanas y el cambio favorable de la moneda eran los mayores incentivos.

En otro sentido, este mismo año había ocurrido una serie de tragedias que enlutó a la sociedad local y regional, algunas de la que les narraré en próximas crónicas. Desafortunadamente lo agreste de nuestra topografía no nos ha permitido contar con vías terrestres confiables y seguras, pues las escasas que contamos, aún hoy, no reúnen las condiciones que garanticen la confianza de un desplazamiento eficaz y confiable. La carretera a Pamplona ha sido, tradicionalmente, escenario de frecuentes accidentes, pero ese año en particular pareciera que la naturaleza se hubiese ensañado contra quienes por ella transitaban. En abril, un bus de la empresa Transbolívar que realizaba el viaje Cúcuta-Bogotá por la vía de la carretera Central del Norte, perdió el control en el tramo denominado Peñas Blancas, cayó al abismo de más de cien metros y en total fueron 28 los muertos y una cifra similar de heridos.

El viernes 21 de junio, un grupo de niñas del internado de las Hermanas de la Presentación de Bochalema, había sido seleccionado como premio a sus buenos resultados académicos para viajar a Cúcuta a disfrutar de la Feria Internacional de la Frontera que por esos días se realizaba y las alumnas venezolanas aprovechaban el traslado para ir a San Antonio a comunicarse con sus familiares, despachar correspondencia y realizar algunas compras. En total eran 34 alumnas, dos hermanas profesoras acompañantes y el chofer del bus de propiedad de la comunidad.

El bus salió del colegio temprano en la mañana; las alegres niñas venían cantando las canciones de moda y algunos cánticos religiosos promovidos por las profesoras. El conductor Juan Bautista Angarita no esperaba encontrarse, en el sitio Carboneras, bajando a la quebrada La Honda a un vehículo detenido justo a la entrada del puente, esperando que el camión del Aserrío La Selva que venía en sentido contrario pasara, pues las medidas estrechas de la pasarela no permitía el paso de ambos automotores. Es posible que el bus tomara impulso en la bajada a la quebrada y al aplicarle los frenos, parece que estos fallaron y el chofer no pudo controlarlo. En su vertiginosa carrera, el bus golpeó la parte trasera del automóvil y cayó a las aguas de la quebrada, quedando con la trompa sobre la enorme roca que aún hoy puede observarse al pasar por el sitio.

Las niñas que iban en los asientos delanteros quedaron aprisionadas por sus propias compañeras y fallecieron por asfixia más que por el golpe. Algunas versiones dicen que las hermanas impidieron que auxiliaran a las heridas porque se les había levantado las faldas y mostraban más de lo debido, incluso se llegó a decir que Juanito, como le decían cariñosamente al chofer, no estaba en la plenitud de sus condiciones físicas y tenía algunas limitaciones en ese sentido, pero el hecho es que en el accidente murieron 21 niñas y el chofer.

El padre Guillermo Blanco, igualmente oriundo de Bochalema, alcanzó a ver el accidente y colaboró con las víctimas impartiendo sus bendiciones y elevando las plegarias por las almas de las fallecidas. La conmoción fue general en la ciudad, no sólo por el suceso como tal sino por la calidad de las personas que resultaron afectadas.

El gobierno departamental, en cabeza del ingeniero Gustavo Lozano Cárdenas decretó dos días de duelo, el 22 y 23 de junio.

Era precisamente, la época de exámenes de admisión en las universidades colombianas, junio de 1968. Estudiantes de todas las regiones del país se trasladaban a las ciudades donde se realizarían dichas pruebas, toda vez que era un momento en que en el país prevalecían las universidades públicas y estas se hallaban emplazadas en las más importantes capitales. A Bucaramanga y a la Universidad Industrial de Santander se presentaban algunos estudiantes venezolanos, la mayoría, hijos de inmigrantes europeos deseosos de adquirir una sólida formación, especialmente en el campo de la ingeniería. El día 20 había llegado a nuestro hospedaje un joven de quien recuerdo le decían “Trucutú” por el extraordinario parecido que tenía con el personaje de las tiras cómicas del mismo nombre y que poca difusión tuvo en el medio colombiano, a presentar durante ese fin de semana las pruebas que lo calificarían para estudiar en la famosa UIS. El 21, promediando las 10:00 de mañana, el joven “Trucutú” recibió la que sería la llamada más aciaga de su vida. Debía partir de inmediato a Cúcuta, pues su hermana menor había sufrido un terrible accidente. El joven que era de apellido Morillo, era el hermano de Migdalia Morillo una de las infortunadas víctimas del accidente de La Honda. Días después y con ocasión de las honras fúnebres realizadas en su ciudad natal, Maracaibo, supimos que se trataba de la sobrina de una actriz y cantante que comenzaba a destacarse en el ámbito farandulero del vecino país, Lila Morillo, quien fuera posteriormente la esposa del “Puma” José Luis Rodríguez.

Ésta, como muchas otras anécdotas podría contarse alrededor de este trágico hecho que enlutó familias enteras de ambos lados de esta frontera común. De las 34 niñas que viajaban en el bus, 21 fallecieron y de ellas, 14 de nacionalidad venezolana. Entre las colombianas merece especial mención Lucía Cárdenas Rincón, una niña de 14 años, hija de Ramón Cárdenas Silva, entonces diputado de la Asamblea de Norte de Santander. El estado de conmoción fue tal, que el mismo gobernador Gustavo Lozano dirigió personalmente las acciones a través del radioteléfono de su vehículo oficial. Entre las niñas heridas figuraba una prima de mis compadres Alberto Luna y Margarita Romero. Todas las niñas heridas se recuperaron de manera satisfactoria y hoy guardan el amargo recuerdo de sus compañeras.

Como un homenaje a su memoria recordaremos sus nombres y algunos de sus datos personales.

Gloria Molina, era una niña de 16 años procedente de Punto Fijo, Venezuela, estaba cursando cuarto año de bachillerato.

Mappy Moros, una de las más pequeñas del grupo era natural de Cúcuta. Como premio a su excelente desempeño había ganado un cupo para visitar a su familia y asistir a los eventos de la Feria Internacional de la Frontera que se realizaba por esos días. Fue compañera de Nancy Ramírez Mora también de 9 años y ambas venían ilusionadas por las actividades que desarrollarían con sus profesoras y familiares ese fin de semana.

Gloria Castaño, de 15 años, cursaba su cuarto año de bachillerato. Pensaba junto con sus compañeras, Soledad Rangel y Migdalia Morillo aprovechar su estancia en la ciudad para ver a sus padres y acompañar a su amiga venezolana a San Antonio a llamar a sus padres quienes esperaban, ese día, su llamada en la ciudad de Maracaibo.

Myriam Omaira Segura, también venezolana, había compartido buena parte de su tiempo y sus estudios en Bochalema con Lucía Cárdenas Rincón de quien se había hecho amiga, pues compartían gustos comunes.

Había una niña ocañera, Ana Monroy de la cual no pude conocer detalles, pues no aparecen registros documentales. Igualmente, pude constatar que Yolanda Muñoz era una niña caleña que había sido internada por sus familiares y que esperaba llegar a la ciudad para llamarlos y hacer unas compras.

Belén Villamizar, Elvia Pineda y Raquel Patiño Patiño eran compañeras de curso. Las dos primeras cucuteñas y la última venezolana, cursaban quinto año de bachillerato y habían sido seleccionadas por sus excelentes calificaciones y su trayectoria académica.

Zolaida Patiño era la única venezolana de San Cristóbal. Sus padres la esperaban en Cúcuta ese día para llevarla a la capital tachirense y regresarla el lunes siguiente.

Alejandrina Contreras, también venezolana quien en compañía de Nancy Angarita tenían pensado gozarse la Feria durante el corto tiempo que tendrían ese viernes, pues estaba programado regresar por la noche del mismo día.

Marcela Contreras, Noelpa Molina y Nilvia Aracely Rosales eran las “grandes” del grupo. Generalmente, se aislaban para disfrutar mejor su compañía, pues las tres eran “paisanas” aunque no fueran de la misma ciudad venezolana pues una era caraqueña, otra de Punto Fijo y la última de Maracaibo.

Margarita Abreu Cardona y Rubiela Cadavid las dos últimas de mi lista, ambas de 16 años, habían sido escogidas, como la mayoría, como premio a su esfuerzo académico.

Por último, debo reseñar el fallecimiento del conductor, que lo fue por muchos años, del bus de la congregación, y en quien las monjas tenían depositada toda su confianza, Juan Bautista Angarita.

Las circunstancias que rodearon el accidente, tal como fueron descritas y las posteriores investigaciones concluyeron que las causas habían sido mecánicas y que todo se debió a la imprudencia de los vehículos involucrados en el accidente. Hoy, se espera que con las medidas de revisión impuestas por las normas de tránsito, accidentes como éste no vuelvan a ocurrir.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

domingo, 18 de diciembre de 2011

107.- CAMARA DE COMERCIO DE CUCUTA

Portal Cámara de Comercio y otras fuentes

Edificio de la Cámara de Comercio en la Calle 10 con Avenidas 4 y 5, construido en el año 1971

Fue en el año de 1599, en la ciudad de Marsella, Francia, en donde se fundó la primera organización conocida como Cámara de Comercio. A través de esta institución se defendieron los intereses del gremio mercantil y se unificaron las costumbres mercantiles de la época. Posteriormente, en Europa y en todos los continentes se fueron creando nuevas Cámaras de Comercio.

En Colombia, la Ley 111 de 1890, autorizó al Gobierno Nacional para crear Cámaras de Comercio en el país. La primera en fundarse fue la Cámara de Comercio de Bogotá que inició actividades en 1878 y se constituyó formalmente en 1891.

En Cúcuta, don Luis Febres Cordero, durante su primera gobernación, puso todo su empeño y entusiasmo para urgir la creación de una Cámara de Comercio en la región. Viajó a Bogotá y se dirigió al General Benjamín Herrera, quien ocupaba el cargo de Ministro de Agricultura en el gobierno del doctor José Vicente Concha, para presentarle todas las pruebas requeridas conforme a la ley y los decretos que dispusieron la existencia de las Cámaras de Comercio en Colombia.

El General Herrera siempre estuvo interesado en las aspiraciones de Cúcuta y el Departamento, pues su esposa, doña Josefina Villamizar Peralta, era oriunda de Pamplona. De tal modo, atendió la solicitud del Gobernador Febres Cordero y se expidió el Decreto No. 1807 de 1915 que creó oficialmente la Cámara de Comercio de Cúcuta.

DECRETO Nº 1807 DE 1915
REPUBLICA DE COLOMBIA
Decreto Número 1807 de 1915
(Octubre 29)

Por la cual se crean las Cámaras de Comercio de Cúcuta, Cartagena, Cali y Bucaramanga.

EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE COLOMBIA
En uso de sus facultades legales, y
CONSIDERANDO:
1º Que la Ley 11 de 1890 autoriza al Poder Ejecutivo para crear Cámaras de Comercio en los centros comerciales del país.
2º Que el comercio de las ciudades de Cúcuta, Cartagena y Bucaramanga, ha elevado peticiones para que dichas poblaciones establezcan Cámaras de Comercio; y
3º Que es conveniente la creación de esas Cámaras en dichas poblaciones así como en la ciudad de Cali, para el mejor desarrollo comercial de ellas.
DECRETA
Artículo 1º Créanse Cámaras de Comercio en las ciudades de Cúcuta, Cartagena, Cali y Bucaramanga.
Artículo 2º Para la elección de Miembros de esas Cámaras se reunirán los comerciantes más notables de la respectiva población y en número no menor de treinta.
Artículo 3º El número de Miembros de cada Cámara representará el treinta por ciento del número del comerciante que haga la elección, conforme al artículo anterior.
Artículo 4º Podrán ser elegidos Miembros de las Cámaras de Comercio los extranjeros que tengan negocios de comercio honorablemente establecidos en el país por un tiempo no menor de tres años, o que hayan contraído matrimonio con colombianas; pero el número de comerciantes extranjeros no podrán pasar del (30) treinta por ciento del número total de miembros de cada Cámara.
Artículo 5º El personal de las Cámaras se renovará por terceras partes en los primeros días de enero de cada año.
Artículo 6º Las funciones de las Cámaras de Comercio serán las expresadas en el Decreto número 62 de 1891, el cual continuará rigiendo en cuanto no se oponga el presente Decreto.
Artículo 7º Para la elección de miembros de las Cámaras de Comercio, el Gobernador del respectivo Departamento hará la convocatoria de los comerciantes en los términos expresados en el artículo 2º del presente Decreto, y procurando que en esa junta tenga representación el comercio en sus varias ramas, o manifestaciones, como son los negocios de importación, transporte, bolsas, bancos, seguros, comisiones, manufacturas, fabricaciones, etc.

Comuníquese y cúmplase

Dado en Bogotá, a 29 de Octubre de 1915.
(Fdo). JOSE VICENTE CONCHA
(Fdo). El Ministro de Agricultura y Comercio.
BENJAMIN HERRERA
(Es fiel copia tomada del Diario Oficial No. 15.639 del 9 de noviembre de 1915, página No. 1459).

FUNCIONES

Entre las funciones de la Cámara de Comercio expresadas en el mencionado Decreto Número 62 de 1891, se destacan las siguientes:

1. Servir de órgano oficial del comercio con el gobierno y como tal podrán presentar a éste, por vía de iniciativa, sus opiniones sobre los medios de aumentar la prosperidad de la industria y del comercio; sobre las mejoras que deban introducirse en todos los ramos de la legislación comercial; sobre las modificaciones que convenga hacer a las leyes sobre impuestos y tarifas de aduanas; sobre la ejecución de obras de interés público la organización de los servicios que puedan interesar al comercio y a la industria como son los relativos a puertos, canales, ferrocarriles, ríos navegables, correos, telégrafos, bolsas, bancos, seguros, etc.

2. Servir de cuerpo consultivo del gobierno y en consecuencia estudiar los asuntos que éste someta a su consideración, exponer su dictamen sobre ellos y rendir los informes que se le pidan sobre negocios relacionados con el comercio y la industria.

3. Dirigir y reglamentar la construcción, mejorar y conservación de las obras públicas que el gobierno ponga a su disposición.

4. Dirigir y reglamentar los servicios que el gobierno le encomiende.

5. Remitir al gobierno para su publicación todos los documentos que juzgue de importancia para el comercio y la industria.

6. Acordar las medidas que crea convenientes en servicio de la industria y del comercio siempre que dichas medidas no sean contrarias a las leyes o a los derechos gubernativos.


FUNDACIÓN

El 18 de noviembre de 1915, el Gobernador Luis Febres Cordero, convocó a los comerciantes de la ciudad, poniendo así en ejecución el primer decreto. A la reunión que se efectuó en la gobernación, asistieron 31 comerciantes quienes fueron los encargados de elegir los primeros miembros de la Junta Directiva.

Los asistentes fueron:

POR EL COMERCIO COLOMBIANO:
  • José Agustín Berti por A. Berti & Cía.
  • Arturo Cogollo por Cogollo & Cía.
  • Roberto Arocha por C.L. Arocha & Cía.
  • José Antonio Marciales por Marciales & Cía.
  • Carlos L. Barroso por Barroso & Cía.
  • Martín Peralta Arenas por la Empresa de la Mutualidad.
  • Jorge Ferrero como Director de la Aduana.
  • Manuel Antonio Sanclemente por su Compañía del Alumbrado Eléctrico.
  • Lázaro Riascos por la Sociedad Equitativa y Económica.
  • Manuel Acuña por Cervecería Santander
  • Gustavo Cabrera por Manuel Guillermo Cabrera
  • Antonio María Figueroa por el Almacén El Día
  • José María Morales Berti por el Bazar Cucuteño
  • Leandro Cuberos Niño por la Empresa Rematadora de Licores.
  • Enrique Meoz por la Botica San Juan.
  • Zoilo Ruiz A. por la Botica del Norte.
  • Cayetano Hernández García por Hernández García Moreno & Cía.
  • Gustavo Valbuena por la Fábrica de Jabón La Aurora.
  • Pedro Jara.
  • Aristides Vergel.
  • Carlos Sánchez R.
  • Aristides Osorio.
  • Teodoro Camargo.
POR EL COMERCIO EXTRANJERO:
  • Federico Halterman y Rodolfo Faccini por Brewer Moller y Cía.
  • Otto Moll por Van Disel Rode & Cía.
  • Otto Faber por Bechmann & Cía.
  • Alejandro Hanebuth por Hanebuth & Cía.
  • Juan Caputi por Caputi & Cía.
  • José E. Abrajim por Jorge Cristo & Cía.
  • Tito Abbo por Rivoli & Cía.

A disposición por el señor Gobernador, los concurrentes eligieron los primeros doce miembros de la Junta Directiva conformados por 4 representantes del comercio extranjero y 8 del comercio colombiano. Los elegidos fueron:


Sentados de izquierda a derecha: Rodolfo Faccini, Tito Abbo, Manuel Guillermo Cabrera, Arístides Osorio, Manuel José Vargas. De pié: Zolio Ruíz Aguilera, Martín Peralta Arenas, Manuel Estrada C., Luis Francisco Soto, Federico Halterman, Andrés B. Fernández, Arturo Cogollo, Otto Faber y Elio Pacheco.

POR EL COMERCIO EXTRANJERO:
  • Federico Halterman
  • Tito Abbo
  • Aristides Osorio
  • Miguel Vélez

POR EL COMERCIO COLOMBIANO:
  • José Agustín Berti
  • Alberto Camilo Suárez
  • José Antonio Marciales
  • Manuel Guillermo Cabrera
  • Arturo Cogollo
  • Luis Francisco Soto
  • Andrés B. Fernández
  • Octaviano Bautista

El 19 de noviembre de 1915, los anteriores miembros se reunieron y eligieron la primera mesa directiva que fue la siguiente:

Presidente : Federico Halterman
 
1er. Vicepresidente : Arturo Cogollo

2do. Vicepresidente : Alberto Camilo Suárez

Primer Presidente


A la izquierda Federico Halterman. Primer presidente Cámara de Comercio de Cúcuta - 1915

Su primer Presidente, Federico Halterman, fue un distinguido comerciante alemán que se domicilio en la ciudad en el año de 1897. Dentro de sus actividades, se destacó como socio gestor de la firma comercial BREWER MOLLER & CO., desde el año de 1909 hasta 1919; Presidente de la Cámara de Comercio durante los años de 1915, 1916 y 1919; miembro de la Junta del Ferrocarril de Cúcuta y Ferrocarril Frontera en 1918 y 2º Vicepresidente de esa empresa en 1921.

En el año de 1916, cuando en el Congreso Nacional cursó un proyecto de ley que gravaba el Café Colombiano de Exportación para financiar la propaganda que se hiciera en el exterior, Federico Halterman, Presidente de la Cámara en ese entonces se dirigió al Senado y a la Cámara de Representantes, para calificar de inoportuno ese impuesto.

Primero, por la Guerra Europea que impedía cada exportación; segundo, por haber disminuido nuestra cosecha cafetera en un 90% a causa de los resultados de la gestión y tercero, porque ya el café nortesantandereano estaba fuertemente gravado en Venezuela, a causa del tráfico obligado de nuestro grano por aquel país ante la imposibilidad de salir por el territorio propio.

La Producción Regional

Según el censo de 1918, el Departamento Norte de Santander solamente contaba con 239.235 habitantes. En ese año gran parte de su territorio estaba conformado por terrenos baldíos adjudicables por el gobierno a colonos cultivadores. El Café era su principal artículo de producción y de exportación.

Según datos de la Aduana Nacional, en el año de 1918 se exportaron 221.121 sacos por vía de Maracaibo. Ese café se conoció en el mercado de Nueva York como «Café Cúcuta». También se producía cacao que se vendía en el interior del país, y pieles de res, que constituyeron otro importante renglón de exportación. Además cabe destacar el cultivo de Algodón que se hizo extensivo en virtud de la fábrica de hilados y tejidos montada en la ciudad de Pamplona por los señores Lara, Guerrero y Co. En el Departamento también se producía trigo de muy buena calidad y en abundancia en las tierras altas, el cual para 1924 se beneficiaba en los molinos de Mutiscua de los señores Jaramillo & Co. (Harina «Monarca»), y en los molinos de «El Zulia» en Pamplona, de Lara, Guerrero & Co. Estos molinos producían gran cantidad de harina que se llevaba a otros departamentos y se exportaba a Venezuela.

Para la producción de Azúcar, existían en 1924 tres ingenios azucareros. El de «Carrillo» de propiedad del señor Pedro Felipe Lara; el de «Campo Alegre», de propiedad del doctor Francisco Guerrero y el de «La Florida», de la sociedad  Medina & Co. También existían varios establecimientos que producían panela y artículos que se consumían en Venezuela.
La ganadería era en esa época una de las más importantes riquezas del Departamento. En la provincia de Pamplona y de Ocaña se desarrollaron algunos criaderos de ganado de razas finas importadas al país.

En 1924 se encontraban en el Departamento los yacimientos de Petróleo más ricos de toda la República. Entre ellos se destacaron la «Concesión Barco», que tenía un millón seiscientos mil hectáreas. Las minas de «La Carbonera» y las de «La Julia», en el municipio de Cáchira, de propiedad de la «Standard Oil Co.», ubicadas sobre los afluentes del río Cáchira que van hacia el río Magdalena. Además existían manifestaciones petrolíferas en los terrenos de propiedad del doctor Luis Jaramillo M., y en la comunidad Almeida, región que recorría el Ferrocarril a Puerto Villamizar.
Vías de Comunicación

De la ciudad de Cúcuta, capital de Departamento, partían en 1924 tres ferrocarriles:

1. El que se dirigía a Puerto Villamizar sobre el río Zulia, por donde se hacían las importaciones y exportaciones del Departamento, y cuya extensión era de 55 kilómetros.
2. El que partía de Cúcuta a la frontera con Venezuela, y que tenía una extensión de 16 kilómetros.
3. El ferrocarril del sur que estaba previsto para comunicar a Cúcuta con las poblaciones del interior del país, y que para esa época sólo se alcanzaron a constituir 21 kilómetros.

Todos estos ferrocarriles pertenecían a la compañía del Ferrocarril de Cúcuta S.A., en la cual el Municipio de Cúcuta tenía la tercera parte de sus acciones.

Además de las vías ferroviarias, el Departamento tenía algunas carreteras para automóviles como la del Norte, que en 1923 se encontraba en construcción, la cual conectaría al Departamento con el interior del país.

La llamada carretera al Magdalena solamente llegaba hasta el Municipio de San Cayetano. Además de éstas vías, existían algunos ramales hacia Venezuela e Innumerables caminos de herradura.


Esta fotografía, tomada en la década del 80 corresponde a alguna reunión protocolaria con miembros de la Cámara de Comercio de Cúcuta, que llegó a los 95 años de existencia. En la gráfica, de izquierda a derecha: Cayetano Morelli, Alberto Santaella, Jaime Cárdenas, Elio Berbesí y Basilio Villamizar; atrás apreciamos a Gabriel Pérez y Luis H Ruiz.



Una ceremonia especial se llevó a cabo EL 26 DE NOVIEMBRE DE 2010 en la Casa del General Santander para celebrar los 95 años de la Cámara de Comercio de Cúcuta. La actividad fue presidida por la Alcaldesa de Villa del Rosario, Emperatriz Misse Millán; Hernando Angarita, delegado de la Gobernación; María del Pilar Ramírez, de la Alcaldía de Cúcuta; José Fernando Bautista, Embajador de Colombia en Venezuela; Francisco Yáñez Villafañe, presidente de la Cámara de Comercio; Iván Mora, Embajador de Cuba; José Miguel González, director de la Cámara de Comercio y Magdalena Pardo, presidenta ejecutiva de la Cámara Colombo-Venezolana.

A cinco años del centenario de su fundación,  la Cámara de Comercio de Cúcuta tiene que reflexionar sobre la responsabilidad que le cabe en el manejo y orientación no  solo de la ciudad sino del departamento Norte  Santander, en general.

Esa entidad, representativa por disposición de ley de los empresarios, obligados a registrar allí formalmente sus actividades, tiene la competencia y la posibilidad de obrar como motor de propósitos comunes que representen progreso en diversos órdenes y soluciones a problemas que tanto agobian a sectores de población excluidos de beneficios básicos reconocidos a otros sectores.

La junta directiva de la Cámara de Comercio tiene que asumir un liderazgo visible y efectivo que le de a la entidad la solvencia que está en el deber de alcanzar en el conjunto de la vida regional para jalonar proyectos de interés general, trazar metas con las cuales se puedan superar atrasos crónicos y al mismo tiempo ser ejemplo de eficiencia, de coherencia y de acierto en el cumplimiento de sus objetivos.

La agenda de la Cámara de Comercio tiene que incluir los asuntos esenciales de la región, a partir del reconocimiento de la realidad, de las necesidades por satisfacer, de los problemas por resolver y de las posibilidades por canalizar.

De  lo que se trata es de poner a la Cámara de Comercio de Cúcuta  en función de un liderazgo natural, asumido con voluntad indeclinable y en la perspectiva de celebración de su centenario.

Corresponde a quienes tengan la función directiva de la Cámara de Comercio asumir sus responsabilidades  respecto a la región, con el ánimo y la dinámica propios de un liderazgo que tiene claridad respecto a  sus responsabilidades. Tiene que ser ese un compromiso articulado a la próxima  celebración del centenario.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

106.- EL TRANVIA DE CUCUTA

John J. Jaimes




Durante más de medio siglo las calles de Cúcuta fueron recorridas por el único amo y señor que tuvieron en las primeras décadas del siglo pasado: El Tranvía. Partía de la desaparecida Estación Cúcuta y recorría los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

"En Cúcuta no se usaron jamás las mulas para tirar los livianos y ondulatorios carritos del tranvía. La compañía resolvió el problema con unas máquinas de vapor que muchas veces parecieron no tener la suficiente fuerza para arrastrar los cuatro coches plenos los domingos en la tarde", cuando los papás complacientes, los maridos amables y los novios gastadores, asaltaban los vehículos seguidos por toda la familia para hacer unos cuantos viajecitos, desde la Estación Cúcuta a Los Balkanes y viceversa.

Cuando las calles destapadas y quebradas de la floreciente San José, eran un nidal de polvo en verano y una pegachenta masa amorfa de barro en invierno, el ritmo de vida de sus poco más de treinta mil habitantes, era marcado por el trepidar constante de la campana que, durante casi cuarenta años, marcó el paso del rey indiscutible de las vías de entonces: El Tranvía de Cúcuta.

El Tranvía, como muchas cosas pasadas y actuales de la ciudad, estaba marcado por el sino paradójico de los pujantes moradores del Valle de Guasimales: era una máquina moderna pero obsoleta.


La primera locomotora de la Compañía del Ferrocarril, llegó el 6 de febrero de 1887 a la Estación Cúcuta, ubicada en el sitio que hoy ocupa la Terminal de Transporte y fue bautizada con el nombre de la ciudad a la que prestaría sus servicios durante casi tres cuartos de siglo: ‘Cúcuta’. Un año después llegaron las locomotoras ‘Colombia’ y ‘Santander’, cada una pesaba 5.4 toneladas y fueron construidas por las industrias Baldwin LW.

Sin embrago estas estaban destinadas a abrir campo al comercio local hacia el interior del país y a conectar a la ciudad con el mundo y fueron destinadas para el ferrocarril que uniría a Cúcuta con Maracaibo y Pamplona.

La necesidad de crear un sistema de transporte ferroviario fue sugerida unos años después por los líderes cívicos que tenía la vieja San José en aquel entonces.

La instalación de los rieles se realizó durante el transcurso del año 1888 y finalmente, el 30 de abril de 1889 fue inaugurado su primer trayecto. Partía de la Estación Cúcuta (Terminal de Transporte) a la Aduana Nacional (Centro Comercial El Oití) con un tramo de 1.7 Km.

Posteriormente y a medida que la ciudad se iba extendiendo con el correr de los años, fue necesario ampliar la red ferroviaria urbana y fue así como se dieron al servicio del público las rutas: Estación Cúcuta- Estación Rosetal (Actual Bomba Rosetal, Av. Gran Colombia) en 1893, Estación Cúcuta- Estación Sur (Puente San Rafael) en 1919, Estación Cúcuta- Puente Espuma (Actual sitio del Cementerio Central) en 1927.

Las locomotoras que accionaban el tranvía recordaban con sus nombres los ríos y quebradas más importantes de la región: ‘Pamplonita’, ‘Táchira’, ‘Floresta’, ‘Torbes’, ‘Tonchalá’ y ‘La Grita’.

Adicionalmente existían para la época sectores importantes y reconocidos fácilmente por los habitantes por su alta influencia en la vida cotidiana, tanto así que se convirtieron, no sólo en puntos de referencia, sino en puntos donde el tranvía terminaba su recorrido para empezar nuevamente a la inversa. Es así como Los Balkanes (Av. 5 con Calle 13) y La Estrella (Av.7 con Calles 12 y 13) eran destino de las familias que usaban el servicio en sus planes domingueros. Al llegar a estos puntos, a la locomotora le eran desprendidos los vagones para reemplazarlos por otros acondicionados siempre en la dirección contraria. Es decir que quien pretendiera hacer el recorrido completo debía bajarse en los puntos mencionados y ubicarse en un nuevo vagón.

Sandalio Pérez recuerda con alegría su época de niño en la que todos los días, incesantemente, corría junto a una docena más de sus amiguitos tras la máquina hasta lograr colgarse del último vagón y pasear gratis aunque fuera unas cuadras, ya que la mirada vigilante y el terrible carácter de Guillermo Duque, el empleado encargado de recaudar el valor del pasaje, de espantar a los muchachos y de pelear con las señoras que pretendían subir a toda sus hijos gratis, impedían que pudieran hacer el recorrido completo.

“Cuando escuchábamos la campana nos poníamos pilas y esperábamos detrás de alguna esquina bien escondidos para que no nos fuera ver el maquinista. Ni el maquinista ni los empleados que se la pasaban pendientes de a que horas se les iba subir algún ‘pato’ sin pagar. Nosotros lo sabíamos y lo hacíamos como juego, puro juego porque ¿Para dónde íbamos a ir?, no necesitábamos ir a ningún lado, simplemente corríamos detrás de esa locomotora como locos y la competencia era el que mas tiempo y distancia pudiera durar colgado sin que lo bajaran. El record nunca se lo pudimos quitar a Leandro, el vecino cartagenero de la cuadra quien sorprendentemente y para nuestra eterna envidia duró guindado diez calles completas antes de que Don Guillermo se diera cuenta e hiciera parar el tren para bajarlo. Leandro desde ese día dejó de apodarse simple ‘el costeño’ y pasó a ser ‘el perezoso’ por haberse agarrado de esa máquina tan fuerte como lo hacen esos famosos animalitos en los árboles de la costa. Además ni que decir que el costeñito se cotizó dentro del público infantil femenino del barrio” comenta entre risas Don Sandalio.

“Los conductores también se quedaron en la memoria de uno, claro que sí. El Negro Onofre, El Chato de La Rosa, Perozo, Duque. El Negro Onofre era malgeniado y muy serio en su trabajo. La gente le tenía respeto pero la verdad, con sus amigos siempre fue alegre y botaratas. Él decía que así le tocaba ser en el trabajo porque recién empezó se le colaba mucha gente. A él no le importaba pero el jefe lo regañó una vez tanto frente a todos sus compañeros, que para evitar eso nuevamente empezó a poner cara de huraño” recuerda Francisco, quien fue un fiel usuario del viejo tranvía.

“Eso montar era para tragar y tragar humo y llenarse la ropa de hollín. Eso los ojos, las orejas, el pelo, la camisa, el pantalón, quedaban llenos de puro polvillo negro y cuando a causa del calor y del sudor se quedaban pegados en la cara y en la piel, no se quitaban sino con jabón… había gente que se enfermaba si sufría de los bronquios. Lo mas chistoso era ver a esas señoras muy aseñoradas, con sus trajes blancos y de encaje llenos de hollín y espantándoselo con un abanico”

“Pero eso no importaba, uno ya estaba acostumbrado a que la máquina echaba humo y hollín, así como está acostumbrado a que en Cúcuta hace calor. Los domingos eran los días en que más gente viajaba en el tranvía. A toda hora uno lo veía pasar repleto de gente de todos los niveles sociales. Ahí si no se podía decir que el tranvía era para ricos o era para pobres porque todo el mundo viajaba en él, o por necesidad, o por pura diversión”

El Tranvía de Cúcuta también tuvo su sino trágico. No fueron pocos los accidentes leves, graves y fatales que se produjeron en sus rutas. Carlos Luis Jácome en ‘Cúcuta de Otros Días’, cuenta dos casos famosos que conmovieron a la sociedad cucuteña de principios del Siglo XX.

El primero fue el del abogado y ex Secretario de Gobierno, Eduardo Silva, llamado ‘El Chatico’, a quien el 28 de febrero de 1928, el Tranvía le cercenó de tajo su pie derecho cuando, en juegos de niños, intentaba subir sin pagar el pasaje luego de perseguir a la locomotora. El hecho tuvo lugar en la actual Calle Diez entre Avenidas Cuarta y Quinta, llamada entonces Calle Nariño, frente a un almacén conocido como Joyería El Sol.

Poco tiempo después sería otro chicuelo travieso, Luis Eduardo Salas, quien dejara sobre los rieles del tren los cinco dedos de su pie izquierdo.

“No sólo eso. Hubo accidentes fatales que le costaron la vida a mas de un borrachín”, comenta Sándalo Pérez, “Arriba para los lados del Cementerio Central, lo que se llamaba el Camellón del Cementerio y el Pozo del Carmen, que eran los sitios donde se concentraban las tabernas, los borrachos salían envalentonados y sin darse cuenta se le atravesaban al paso a la locomotora. Otros perdían un brazo, una pierna o quedaban muy mal de por vida porque esos rieles eran como cuchillos afilados” Culmina.

El Tranvía suspendió sus servicios el 1 de Noviembre de 1941, cuando el asfalto empezó a cubrir las calles de la ciudad para dar paso a los automóviles. En 1965 la hermosa y casi centenaria Estación Cúcuta fue demolida para dar paso a la construcción de la Central de Transportes y entró a formar parte de la triste y célebre lista de monumentos históricos despreciados por los propios habitantes de la ciudad a la que han prestado sus servicios.

En el sitio de la Estación Rosetal funciona desde hace años una bomba de gasolina que, por lo menos, lleva su mismo nombre, pero dista mucho de rendir homenaje a la memoria histórica de aquel sitio que, en aquel entonces, era el punto mas oriental de la vieja población de San José.

La Estación Sur no corre mejor suerte. Su otrora hermosa e imponente estructura arquitectónica es refugio hoy de talleres de mecánica y depósitos de pinturas, materiales y chatarra. Está pintarrajeada de muchos y muy feos colores y en su fachada se presentan, como signo sacrílego, anuncios publicitarios como prueba fidedigna del desdén y la ignominia con que los moradores de Cúcuta se comportan frente a su pasado.

Muchos de quienes pasan hoy por la Avenida Primera en el sector de San Rafael, ni siquiera se alcanzan a imaginar que ese monumento a la desidia y el mal gusto fue el punto de llegada más austral del tranvía municipal y el punto de partida del Ferrocarril de la Frontera hacia el sur.

De Los Balkanes, La Estrella, Puente Espuma y Puente Tatuco, solo queda el recuerdo.

En algunos pequeños tramos de la Avenida Sexta, frente al Parque Santander, aún se pueden observar como se asoman, negándose a ser borrados de la memoria colectiva, los rieles del amo y señor de las calles cucuteñas en la primera mitad del Siglo XX.

Y tal vez, si se aguza el oído en alguna noche callada, se pueda escuchar a lo lejos, el trepidar de la campana que, incesante, marcó el ritmo de la vida de los habitantes de la vieja Villa de San José de Guasimales.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.