La dictadura de Rojas, de 1953 a 1957, ya era asunto del pasado y el país había entrado en un proceso de transición, con la creación del Frente Nacional, una fórmula política que puso en igualdad de condiciones a liberales y conservadores para el manejo del Gobierno. También se había convertido en asunto del pasado la violencia que atizó el sectarismo partidista, la cual dejó unos 300.000 muertos y representó, además, una profunda crisis institucional de la nación. El 9 de abril de 1948, en el mismo período, esa situación tocó fondo con el asesinato del jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán, un hecho que desencuadernó más a Colombia y fue la mecha para el llamado ´Bogotazo´.
En ese marco de reconciliación política que surgió tras la caída de Rojas, se restablecieron las garantías consagradas en la Constitución para el ejercicio político. Se volvieron a elegir los miembros de las corporaciones representativas de la voluntad popular y el Presidente de la República. Los poderes públicos recobraron su vigencia.
En Norte de Santander, como en el resto del país, la política volvió a ejercerse a través de los canales legales. Había un nuevo aire para expresar las ideas y surgían espacios para el fortalecimiento de la democracia.
Dirigentes liberales de Norte de Santander tomaron conciencia de la necesidad de contar con un medio de comunicación que les permitiera expresar sus ideas y sus propuestas para articularse a esa dinámica. Virgilio Barco Vargas, quien había regresado al país tras varios años de exilio académico en el exterior a que lo llevó la violencia que se desbordó en Colombia entre finales de los años 40 y parte de los 50 del siglo XX, puso a consideración de un grupo de sus amigos en Cúcuta la iniciativa, la cual encontró positiva respuesta en Eustorgio Colmenares Baptista, Eduardo Silva Carradine y Alirio Sánchez Mendoza, a quienes se sumaron León Colmenares Baptista, Eduardo Gaitán Durán, Ismael Quintero Quintero, Reinaldo Viccini Ruán y Enrique Hoyos, entre otros. Todos bajo el común denominador político del Partido Liberal. Del cruce de propuestas nació el proyecto de La Opinión, como publicación semanal y como órgano portador de las ideas de esa colectividad.
La iniciativa se concretó sin pérdida de tiempo y se convino entre Barco y sus amigos confiar el manejo del periódico al médico Alirio Sánchez y al odontólogo Eustorgio Colmenares Baptista, quienes asumieron la dirección y la gerencia de esa empresa recién creada. Barco estaba siempre atento a sus desarrollos desde Bogotá y Eduardo Silva Carradine tenía las funciones de asesor de la publicación.
La Opinión contó en la etapa de su nacimiento con el afecto de Gonzalo Canal Ramírez, quien manejaba en Bogotá la Editorial Antares, era conocedor de los nuevos desarrollos tecnológicos de las artes gráficas y tenía amistosa cercanía con Barco y el grupo promotor del periódico.
Una vez se consolidó el proyecto de la publicación recibí una invitación de Barco a reunirme con él en la residencia de la familia Gaitán Durán, situada en la avenida 3, entre calles 9 y 10, frente al Palacio Nacional. En ese encuentro, coordinado por Eustorgio Colmenares, vi por primera vez a Barco. Él expuso las finalidades de la publicación y me ofreció la jefatura de redacción. Yo había llegado a Cúcuta el 17 de septiembre de 1957, procedente de Bogotá para trabajar en Mural, el periódico fundado por el chileno Andrés Crovo Amón y María Elena Jiménez, su esposa, una antioqueña que había encontrado en el periodismo el campo adecuado a sus vivencias intelectuales y políticas.
Entre reuniones constantes y muy animadas por la perspectiva de la publicación del periódico, fue tomando forma el proyecto de La Opinión. El consultorio de Eustorgio Colmenares se convirtió en oficina para ordenar los asuntos que correspondían a la incipiente empresa. Sin mucha experiencia en publicaciones periodísticas, se fue avanzando en el ordenamiento de los soportes iniciales. Se hicieron cálculos aproximados de costos, se buscaron suscriptores para garantizar lectores, se seleccionaron colaboradores y se alistaron repartidores, voceadores y puestos de venta antes de que apareciera la primera edición del periódico. Un mes después de consolidada la organización básica se le puso fecha a la primera salida del semanario y esta previsión se hizo efectiva el 31 de mayo de 1958.
Esa primera edición, en tamaño octavo de pliego, de 16 páginas, fue impresa en los talleres de El Criterio, de propiedad de la Diócesis de Cúcuta y de cuya administración era responsable el presbítero Daniel Jordán, párroco de la catedral de San José, con talante dogmático y de ostensibles convicciones conservadoras, identificado con el pensamiento de Laureano Gómez.
El tiraje de esa primera edición fue de unos 3.000 ejemplares. Se había creado en la ciudad la expectativa de la aparición del nuevo periódico, que entraba a compartir lectores con Diario de la Frontera, conservador, fundado y orientado por Luis Parra Bolívar; Sagitario, de línea liberal, dirigido por Montegranario Sánchez y vocero del grupo político que respondía a las directrices de Nicolás Colmenares, comerciante y político, con posiciones distintas a las que tenían, en diferentes aspectos, los fundadores de La Opinión y Comentarios, un semanario que antes fue diario, de propiedad de José Manuel Villalobos.
En la primera edición de La Opinión, se definieron las bases de esta publicación. Fue una carta al lector en estos términos:
“Estimado lector:
“Las siguientes líneas no están destinadas a crearle a usted un preconcepto sobre este periódico. Ni buscan ilusionarlo respecto al proyecto que hemos concebido como empresa de cultura y de opinión. Usted tiene su criterio y aspiramos a que nos juzgue desde ahora y posteriormente con absoluta libertad y también con sinceridad. Sin embargo, y sin que caigamos en contradicciones con lo anterior, hemos creído conveniente presentarle algunas inquietudes nuestras relacionadas con este semanario, así como informarlo sobre sus planes generales, en cuya realización lo consideramos a usted como el mejor aliado.
“Al comprometernos a publicar LA OPINIÓN hemos tenido en cuenta más de una cuestión. Esto no ha surgido caprichosamente. Resulta, amigo lector, que nosotros estimamos necesario plantear en forma objetiva y realista los problemas de Cúcuta y, en general, los del departamento. Pero algo más: creemos que esos problemas deben llevarse al debate público, al conocimiento e interés de la población sobre bases concretas, con una organización, con un plan y con unidad. Para alcanzar este propósito debemos descartar las improvisaciones, la pasividad y el criterio tropicalista de la casualidad. Entonces hemos convenido conscientemente en investigar y estudiar para presentar a la consideración y discusión de ustedes los problemas sociales, administrativos, económicos, etc. que confronta la humanidad de esta parte de Colombia, para que en ese ambiente de libre movilización de conceptos, de ideas, de interpretaciones, forjemos y propongamos conjuntamente posibles soluciones. Y lo hemos proyectado así porque atendemos a una dirección de nuestro tiempo y de nuestra patria: esa dirección indica que los asuntos del Estado y los generales de la sociedad deben tratarse con la intervención de la opinión pública, a la cual nosotros le asignamos una categoría fundamental.
Y al lado de esto pensamos destacar los valores regionales, el desarrollo del departamento, las cuestiones culturales, los hechos deportivos, o de la vida corriente de nuestro pueblo. En fin, buscamos recoger el movimiento de Cúcuta, y de Norte de Santander en todos sus aspectos y en su realidad.
“Este semanario, amigo lector, dado el carácter de sus propósitos y su orientación, va a hacerse con objetivo sentido periodístico, pero con elementos nuevos- y en evolución permanente. De tal mañera que usted no encontrará aquí desbordamientos literarios, ni sofisticación en el lenguaje, ni argumentaciones revestidas de retórica. Nos importará presentar las cosas con seriedad. Descartamos igualmente ese fenómeno, a veces común, de la vulgaridad y el tratamiento despectivo a las personas. Como quiera que somos partidarios de que todas las cuestiones sean tratadas con ideas, aquí no tendrán cabida las colaboraciones tendenciosas o de doble sentido, o de soterrada infamia. Nuestro criterio liberal, no en el sentido partidista sino ideológico, será una constante barrera contra la irresponsabilidad, el oportunismo o la abyección.
“Tampoco LA OPINIÓN será un periódico al servicio de ningún grupo, ni degenerará en un órgano de explotación política. Es evidente que nuestros puntos de vista van a chocar con otros. Eso no quiere decir que asumamos una actitud absolutista.
“Quienes no se sientan identificados con nosotros en los planteamientos, que más que nuestros serán la síntesis de la opinión pública, podrán desde estas páginas presentar libremente sus tesis, siempre y cuando no alteren la línea de honestidad, responsabilidad y seriedad que se ha trazado el periódico.
“Le hemos dado poca importancia a casos de crónica roja. Estimamos que en un semanario es difícil esta clase de material, siempre y cuando no sea su especialidad. Pero no se nos escapará el necesario examen que conviene hacer sobre la materia.
Esto es, más o menos, amigo lector, lo que deseábamos decirle. Tal vez se nos han pasado algunas cosas. En el mismo periódico encontrará usted mejor definida nuestra línea de acción. Está Usted, en todo caso, frente a una nueva publicación, que aspira a cooperar al desarrollo integral de esta ciudad y del departamento desde su posición democrática y con su contenido fundamentalmente regional”.
En otra que enseguida se transcribe, también de alcance editorial, se reafirmaban los principios que guiarían a La Opinión, que nacía como semanario de orientación liberal:
“Es nuestro firme propósito que LA OPINIÓN sea un desvelado servidor de los intereses de Cúcuta, inspirado permanentemente en la política de igualdad, entendimiento, honestidad y justicia que constituyen la esencia misma del Frente Nacional.
“Todos los hechos que afecten directa o indirectamente a nuestra ciudad capital y al Departamento, así como todas sus inquietudes, nos encontrarán siempre listos, si no para aportar soluciones definitivas, sí por lo menos como vehículos de difusión a sus aspiraciones o para ayudar a un planteamiento claro y exacto de sus problemas en forma que permita a todos nuestros conciudadanos opinar con bases ciertas sobre cada una de sus diversas fases.
“Inspirados en el más alto patriotismo y con el deseo irrevocable de hacer labor constructiva, no está dentro de nuestro programa despilfarrar el tiempo que pudiera ser útil a la solución adecuada de los problemas del Municipio y del Departamento, con críticas precipitadas o sensacionalistas, o entablado polémicas de carácter personal, que a nada conducen, que nada resuelven y que a nadie benefician.
“Estas son las ideas y normas sobre las cuales conformaremos nuestras actuaciones.
Sea ésta también la ocasión para presentar nuestro saludo a los colegas de los periódicos y radioperiódicos locales, con quienes aspiramos a identificarnos en el mejor servicio a los intereses de la colectividad”.
En sus dos años como semanario La Opinión puso en circulación varias ediciones, al cabo de las cuales se decidió pasar a diario y con esa finalidad se le dio un nuevo impulso a la empresa que ya estaba en marcha Se alquiló una casa en la avenida 4, entre calles 16 y 17, frente a la edificación que es actualmente la sede del periódico y allí se instalaron las máquinas, más los elementos básicos destinados a la administración y la redacción. Se disponía de un linotipo para levantar textos, una prensa plana de alimentación manual , tipos sueltos utilizados en la titulación, dos máquinas de escribir, chibaletes y otros muebles que contribuían al funcionamiento de la empresa ya consolidada.
Eustorgio Colmenares cerró su consultorio odontológico para dedicarse de tiempo completo a La Opinión. Siguió en la gerencia, al igual que Alirio Sánchez en la dirección y el suscrito en la jefatura de redacción.
La circulación de La Opinión se programó de lunes a sábado, para descansar el domingo. Anualmente se daban vacaciones colectivas entre diciembre y enero durante dos semanas. Tampoco se laboraban los días festivos.
El 15 de junio de 1960 se publicó la primera edición del nuevo diario, tras dos meses de preparación de ese cambio, para el cual Eustorgio Colmenares Baptista y su esposa Esther Ossa de Colmenares habían puesto empeño y entusiasmo, con dedicación sostenida y diarias gestiones de promoción y ordenamiento.
Entre Eustorgio Colmenares Baptista y Alirio Sánchez Mendoza siempre hubo entendimiento para el manejo del periódico. Identificados políticamente, estuvieron exentos de desacuerdos y todo lo decidían con el mejor ánimo. Ese mismo espíritu predominaba en las relaciones con Virgilio Barco, Eduardo Silva, León Colmenares y otros amigos afines al grupo. Lo cual generaba un ambiente positivo para el periódico.
Al iniciar su nueva etapa La Opinión ratificó los principios aplicados a su orientación. Y en el editorial de esa primera edición de diario puntualizó:
“Decimos que LA OPINIÓN inicia una nueva etapa al reaparecer como diario. Y no se trata de un propósito formal o de un interés superficial, sino de una empresa que hemos proyectado con perspectiva a penetrar en la vida norte- santandereana. Este periódico, que tiene arraigo en las ideas liberales, pretende asumir la realización de todo un trabajo periodístico que resulte, por lo menos, consecuente con las aspiraciones del pueblo y el impulso que los diferentes sectores sociales le ponen al desarrollo general de la región.
Principalmente ubicamos nuestra tarea en Norte de Santander, sin localismos torpes, pero también sin evasivas o fugas con relación al medio en que nos movemos. Los periódicos de provincia necesariamente tienen que hacerse en esa línea sin que por esto se acomplejen o se reduzcan por la subestimación de los prejuicios seculares. Ya desde LA OPINIÓN semanario habíamos asimilado esta posición, de todas maneras justa y lógica, si tomamos en cuenta las exigencias concretas que se plantean, para sacar al departamento de su atraso e integrarlo a la evolución económica, social, política y cultural que se opera en el país. Una sociedad anclada en la maraña del feudalismo, la injusticia y la ignorancia tiene “que recibir por todos los canales fuerzas de irrigación renovadoras si aspira reponerse. El periodismo debe contribuir con decisión a esa transformación. Y LA OPINIÓN se considera obligada en empresa de tanto fundamento.
“Políticamente, este periódico no necesita presentación. Su orientación es definídamente liberal, con una amplia concepción de la democracia y de la libertad, posición que corresponde a la Colombia de hoy y que estamos obligados a sostener y fortalecer para salvar la dignidad de nuestra historia y de nuestras gentes. Ni el sectarismo, ni la chismografía parroquial podrán enervar nuestra tarea. Nos proponemos hacer política con un sentido racional de ésta, porque estamos seguros de que las grandes taras señaladas a los partidos y a sus acciones, provienen de la ordinariez, la irreflexión, el oportunismo, la estrechez gamonalista y el resentimiento, toda esa escoria negativa, que se superpone sobre los principios para anularlos, desarticularlos en su esencia, con el bastardo interés de fabricar posiciones, sin ninguna conciencia ni sentido alguno de servicio creador. Colombia y Norte de Santander requieren hacer su renovación sustituyendo las jefaturas domésticas de la vieja política, por gentes de nueva visión, nuevas concepciones, nuevos planteamientos y nuevo estilo. Porque no están en juego ciertamente las ideas sentimentales de los partidos, sino el destino total de un pueblo, de una nación. El liberalismo necesita encuadrar su acción dentro de situaciones más progresistas, concordantes con su función democrática. Esto no será posible si el partido no cuenta con dirigentes capaces para asumir su movimiento y llevarlo hasta las masas con honradez y claridad. No son las viejas banderas, ni los caudillos retrasados, ni el alarido primario. Son fundamentalmente los principios, la capacidad, los resultados, no adobados de rencores ni de objetivos personalistas y, mucho menos egoístas. La política se hace racional y se humaniza, o no cumple y en ese caso los partidos no tendrán nada que hacer. Por esta misma orientación hemos creído en el Frente Nacional. Y además la identificamos con el gobierno del presidente Lleras, en donde vemos el nacimiento de una Colombia más sólida y más viva.
“Todas estas consideraciones son el espíritu de LA OPINIÓN. Vamos a realizarlas diariamente, serenamente, juiciosamente. Para eso se han ligado a esta publicación personas en quienes creemos de verdad. Nuestros colaboradores, por lo tanto, gozarán de confianza y libertad, aunque no siempre coincidamos en los enfoques de ciertos asuntos. La unidad del periódico se salvará en su avance, es decir, en el cumplimiento de sus propósitos fundamentales. Por lo demás, LA OPINIÓN será hecha con intransigente responsabilidad en la información, la crítica y los planteamientos. Nuestros lectores saben que no nos enredamos en resentimientos, ni en vaguedades, ni en indirectas, porque consideramos ese estilo contrario a la ética del periodismo democrático y moderno”.
Sin precipitaciones, con un manejo realista, La Opinión despegó como periódico diario. Utilizó adecuadamente los recursos disponibles y puso todo su empeño en la información local, conforme a la orientación trazada por sus fundadores. Poco tiempo después de iniciada esta nueva etapa, Alirio Sánchez se retira de la dirección del periódico y la asume Eustorgio Colmenares Baptista. Bajo su conducción se cumplen metas que le infunden mayor dinámica a la empresa. Se introducen nuevas tecnologías y progresivamente se amplía la redacción. Se suceden etapas de mejoramiento y se consolidan condiciones óptimas en los diferentes aspectos de la empresa.
Un paso importante fue el que se dio en diciembre de 1992 cuando se decidió que La Opinión circulara el domingo con el suplemento Imágenes, con temas de arte, literatura y ciencia y, en general, las diferentes manifestaciones de la cultura.
Poco tiempo después, el 12 de marzo de 1993, el periódico fue estremecido con la muerte de su fundador, Eustorgio Colmenares Baptista. Un golpe absurdo perpetrado por uno de los grupos armados que han sometido a Colombia a la recurrente escalada de violencia. Fue esa una adversidad atroz y desgarradora, pero no abatió lo que se había construido. Se inició una nueva etapa bajo la dirección de José Eustorgio Colmenares Ossa, médico, hijo del fundador y quien desde sus actividades profesionales, estaba atento a los desarrollos del periódico. Dedicado de tiempo completo a sus nuevas responsabilidades, preservó los principios que alentaron a La Opinión desde su fundación y ha cumplido nuevas metas con resultados que se aprecian en las fortalezas de la empresa con las cuales celebra los 50 años de su circulación como diario.