Gerardo Raynaud D.
En la lupa…
Como sucede con la mayoría de los proyectos multipropósito, en cualquier
lugar del mundo, siempre llaman la atención, pues buscan resolver más de una
necesidad y por lo general, más de un problema.
En esta crónica vamos a explorar un aspecto no tan antiguo de nuestra historia
pero sí uno que ha estado sobre el tapete en los últimos años y que por
razones, que si tienen su explicación no ha logrado ejecutarse; el proyecto del
embalse del Cínera.
Esta es una de esas obras que mezclan el romanticismo clásico de las épocas de
las epopeyas de los caballeros andantes y las quiméricas realidades de los
momentos actuales.
Para evitar entrar en discusiones baladíes, quiero manifestar que el
proyecto como tal, me gusta, me parece interesante, creo que resuelve algunas
necesidades pero desde el punto de vista pragmático, dudo mucho que el proyecto
como tal, tenga la viabilidad que esperan los potenciales inversionistas.
Para ambientar el tema, vamos a retroceder unos años, a mediados del siglo
pasado, para tener una retrospectiva de las particulares de entonces.
Avanzados los primeros años de la mitad de siglo, comenzó a visualizarse la
crítica situación del aumento del consumo de energía, debido en gran parte a
los avances de la tecnología, lo cual hacía preocupar a sus mayores
consumidores, quienes se veían abocados a buscar otras fuentes de energía,
preferiblemente limpias, debido a los avances que se preveían del calentamiento
global y de las posibles afectaciones al ambiente.
A comienzos del decenio de los setenta, se hizo patente la crisis petrolera
del medio oriente y ese escenario trasformó completamente la visión de futuro,
relacionado con el consumo de energía.
A partir de entonces, la generación eléctrica se reorientó hacia otras fuentes,
abandonando aquellas que utilizaban elementos fósiles y orientándose a otras
más económicas en su generación pero más costosas en inversión, como lo eran
las hidroeléctricas, que desde entonces han ido en creciente aumento en todas
las regiones del orbe.
Aunque éstas tampoco fueron la redención, como se ha podido comprobar en
épocas de sequía, la combinación de unas y otras, resolvían los problemas de
suministro.
En nuestro medio local, por el tiempo de la crisis petrolera, surgieron varios
proyectos que fueron tratados dentro de la limitación de recursos que se tenía
y que produjeron intensos debates, al igual que hoy, con el proyecto del
embalse del Cínera.
Haré un breve recuento de los proyectos que fueron esbozados entonces, para
resolver la crisis de generación eléctrica, incluyendo el Cínera, que era el
único con características de múltiple propósito y que por varias razones apenas
obvias, ni siquiera fue tenido en cuenta por el gobierno central.
Cuando se hizo evidente la necesidad de tener fuentes de generación eléctrica
propias, se puso en marcha el proyecto Termotasajero, pues cumplía con varias
de las condiciones propias del momento, a saber, no requería de grandes
inversiones, se podría construir en el corto plazo y lo que era más importante,
proporcionaba el desarrollo adicional de la explotación carbonífera, así que se
mataban dos pájaros de un tiro.
Además, el proyecto termoeléctrico se integraría al avanzado sistema interconectado
nacional, produciendo el esperado equilibrio entre las generaciones térmicas e
hidroeléctricas, de manera que se aseguraría un suministro más o menos
constante en el tiempo.
Simultáneamente, varios proyectos se pusieron sobre la mesa, todos ellos
hidráulicos, que fueron estudiados y dejados en el olvido a medida que no
aparecían más necesidades. En orden de importancia se trataron, algunos más
superficialmente que otros, Catatumbo, Margua y Cínera.
En el análisis que se realizara en Planeación Nacional, el más interesante era,
sin duda, el proyecto del embalse del Catatumbo, por capacidad de generación,
por ubicación e incluso por costos, además de los beneficios adicionales por
aprovechamiento de tierras y control de inundaciones; pero tenía un gran
inconveniente, invadía los terrenos ancestrales de las comunidades indígenas y
ante esta eventualidad, poco podía conciliarse, así que el proyecto quedó
engavetado.
Margua, no tenía estudios previos, poco se conocía de la región y de sus
indicadores; se ubicaba en una región inhóspita y pocos deseos de continuar con
el proyecto.
Quedaba pues Cínera, que no tenía muchas ventajas desde el punto de vista de
generación eléctrica y requería, en este sentido de una inversión demasiado
grande, con pocas posibilidades de conseguir financiación.
En fin, el proyecto del embalse del Cínera, sigue siendo un proyecto
quijotesco. Para una breve ilustración de quienes no conocen el proyecto, haré
un bosquejo bien sucinto que nos dé algunas luces, que nos permitan tener una
aproximación.
La represa que piensa construirse está ubicada en la vereda Hato Viejo del
municipio de Durania, a unos 20 kilómetros de Cúcuta, en un sitio donde
confluyen dos montañas que encajonan al naciente rio Zulia, al que previamente
vierten sus aguas los ríos Salazar, Sulasquilla y Cucutilla, todos ellos de
caudales de mediana capacidad.
Para llegar al sitio, hay un carreteable que bordea la margen derecha del
rio Zulia desde el puente la Hamaca, en las inmediaciones de Termotasajero.
El lugar, a simple vista, es el adecuado para la construcción de una represa y
eso fue lo que vio, en su momento, Senén Botello, propulsor de la idea.
Sin embargo, el proyecto tiene más desventajas que pros, que ameriten
conseguir los recursos y voy a explicar el por qué.
El primer lugar, la generación eléctrica planeada por el caudal del río, no
es suficiente para garantizar un retorno que permita recuperar la inversión en
unos términos de tiempo satisfactorios para cualquier inversionista, dicho de
otra forma, no se produciría suficiente energía para pagar la inversión. ¿Por
qué? Veamos el proyecto en números; la presa tendría una altura de 140 metros y
una inversión cercana a los quinientos millones de dólares; una recuperación
que promedia los cien años, solamente en cuanto a generación eléctrica, pues
los demás atributos, que podemos asegurar son tal vez hoy, más importantes, no
han sido cuantificados, pues serían manejados por compañías ajenas y diferentes.
El manejo de las aguas para consumo y el control de la cuenca no tiene
estudios conocidos y no por ello son menos importantes.
Aún queda un factor por añadir, el turismo generado por el embalse y las
posibilidades de desarrollo de la piscicultura, son los elementos que sumarían
un valor agregado interesante y que tampoco han sido considerados y todo ello,
porque depende de la bendita construcción de una represa que difícilmente
encontrará dolientes en las condiciones en que se presenta.
O si no, pensemos, ¿qué ha sucedido con las misiones extranjeras que han
venido a mirar, sobre el terreno, el proyecto? Canadienses, que son los
expertos en el tema, chinos y coreanos. ¿Qué ha pasado con ellos? De vez en
cuando aparecen algunos traídos por interesados gubernamentales o políticos que
desaparecen tal como aparecieron.
Elaborado por: Gastón Bermúdez V.