Finalizando el año sesenta del siglo pasado, muchos planes eran del interés del gobierno central y por esa razón, se contrató con técnicos extranjeros una serie de proyectos regionales que buscaban paliar algunas de las necesidades más inmediatas de las comarcas.
Antes de venir a Colombia ya había acumulado una vasta experiencia en el desarrollo de políticas gubernamentales, bien como asesor del presidente Franklin D. Roosevelt y de sus bien cimentadas cátedras en la Universidad de Harvard, donde se destacó como propulsor de la teoría de Keynes y en donde además, propuso como teoría, que uno de los instrumentos para lograr el pleno empleo y salir de la ‘Gran Depresión’, era el gasto público dirigido a la construcción y en eso consistió su gran éxito en el país, cuando colaboró en el diseño del programa de ‘Las Cuatro Estrategias’ en el año 1971, que fue el plan de desarrollo seguido por el gobierno del presidente Misael Pastrana y cuyo eje fundamental giró en torno a la novedosa y revolucionaria idea de crear un sistema de ahorro que permitiera cumplir con el propósito de generar el progreso que se esperaba entonces, a través del sector de la construcción.
Fue cuando por insinuación suya, se creó el original UPAC, ‘unidad de poder adquisitivo constante’ que cumplió con las expectativas que se generaron en ese momento, pues veinte años después se habían construido un poco menos de un millón de viviendas nuevas y abierto algo más de seis millones de cuentas de ahorro.
Pues bien, el departamento estaba urgido de proyectos que le permitieran superar su estado de subdesarrollo, especialmente en el sector de la agricultura y la ganadería así que, por esta y otras razones de índole político, el gobierno nacional contrató por intermedio de la Caja Agraria, los estudios económicos sobre la irrigación de los valles del río Zulia y a su vez ésta, contrató al profesor Currie para realizar esos estudios.
El proyecto comprendía 37 mil hectáreas de tierras planas, aptas para la agricultura y la ganadería intensiva y tenía la ventaja socio económica de estar a tan solo 50 kilómetros de Cúcuta.
Las tierras planas eran aptas para la agricultura y para una ganadería intensiva y su desarrollo estaba supeditado a la pronta ejecución de un plan de irrigación, que era el que se estaba proponiendo.
La observación de los datos pluviométricos, aunque no presentaban una precipitación extraordinaria, pues eran irregulares en su comportamiento, presentándose épocas de lluvias y sequía, sí ofrecían factores de éxito para el aprovechamiento de los pastos y de los cultivos en general, razón por la cual era necesario implementar un régimen de irrigación y drenaje que hiciera atractivo y rentable la explotación de esos terrenos.
Al mismo tiempo que se le planteaba al gobierno nacional la utilidad del proyecto, la misma Secretaría de Agricultura y Ganadería, presentaba las bases económicas que serían aplicadas para incentivar la puesta en marcha del plan, de manera que comenzara a producir de manera inmediata y sin mayores dilaciones.
El análisis sucinto era el siguiente; en el primer año, apertura de caminos de penetración, iniciación de desmonte, censo de propietarios, creación de una cooperativa agrícola, de la cual ya existía un comité preparatorio asesorado por el Instituto Piloto de Pamplona.
Desde el punto de vista financiero, los cálculos de la Secretaría, para cada hectárea, eran bien sencillos; la estimación del desmonte era de $100; venía luego la parcelación de potreros y las respectivas quemas, todo lo cual estaba tasado en $400, lo que implicaba una inversión de $500 para el propietario, con lo cual, la tierra quedaría lista para que en un término de cuatro años recibiera la irrigación que se esperaba produjera el proyecto.
En resumen, los estudios indicaban que para los cultivos y pastos en la región de Puerto Villamizar y Puerto León, no era necesario el riego, pero para los cultivos de arroz, así como para otros que podrían realizarse en la zona, como algodón, ajonjolí, caña de azúcar, cacao, plátano, banano, palma de aceite y algunas variedades de tabaco, se requería de un sistema de suministro de agua de riego.
El proyecto se planificó para ser ejecutado en cinco años, plazo máximo para utilizar las tierras para la agricultura y cuatro años para iniciar los proyectos de ganadería.