PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

lunes, 17 de mayo de 2021

1879.- EL INACTIVO TEATRO DE ATALAYA

 La Opinión

El lugar está en abandono desde hace más de 15 años.

 

El Teatro de Atalaya se construyó desde hace décadas, con el objetivo de llevar el arte y la cultura a la ciudadela Juan Atalaya, que, si bien es cierto, en principio se logró, con el pasar de los años, el lugar se convirtió en refugio para delincuentes y consumidores de drogas. 

En el olvido quedaron las proyecciones de las películas de Cantinflas y Vicente Fernández. 

Ahora la cinta cinematográfica que por obligación ven los habitantes de la comuna 8, se relaciona con ventanales rotos, acumulación de basuras y escombros, indigentes entrando y saliendo del lugar, sumando a esto los malos olores que salen de allí y un sinnúmero de situaciones indignantes que nadie ha podido controlar. 

Han sido varias las administraciones dispuestas a recuperar este bien municipal, sin embargo, la comunidad alega que muchas de las intenciones quedaron solo en promesas, y otras, aunque se llevaron a cabo, no fueron efectivas.

“Hace seis años invirtieron más de setenta millones de pesos, supuestamente porque el teatro iba a funcionar otra vez, pero no pasó nada. Las administraciones de turno ofrecen, pero no cumplen, y si hacen algo, lo dejan a medias, para luego salir a decir que invirtieron”, dijo uno de los lideres barriales, que prefirió no ser identificado.

Vecinos del sector aseguran que el lugar se ha convertido en un gran foco de inseguridad y consumo de alucinógenos, ya que los ladrones se valen de la soledad y abandono del sitio, para esconderse y cometer sus fechorías, además de que se han robado los portones y ventanas del teatro.

Edgar Epalza, edil de la comuna 8, indicó que, desde hace algunos meses, los líderes comunales adelantaron una mesa de trabajo con la Alcaldía de Cúcuta para tratar varios temas, entre ellos, la desinfección y el cercamiento del teatro, para evitar que los delincuentes sigan haciendo de las suyas. 

Proyecto en manos del Área Metropolitana de Cúcuta 

La Opinión consultó con la Secretaría de Cultura de Cúcuta, a fin de conocer, qué acciones y proyectos se han puesto en marcha durante el mandato de Jairo Yáñez para recuperar este espacio cultural y a su vez, indagar en qué quedó el proyecto de la administración pasada.

Olga Patricia Omaña, secretaria de Cultura y Turismo, señaló que de acuerdo con el proyecto que recibieron de la anterior alcaldía, este se encuentra en manos del Área Metropolitana de Cúcuta (AMC) que es la entidad encargada de actualizar los estudios de dicha propuesta. 

Desde el AMC explicaron que el proyecto del Teatro de Atalaya “consiste en la recuperación y rehabilitación de la infraestructura para su correcta operatividad, apropiación y prestación de servicios culturales, artísticos, sociales y comerciales a las comunidades asociadas a la ciudadela de Atalaya”.

Así mismo, el AMC y la Secretaría de Cultura detallaron que la intención no es solo adecuar la planta física del lugar, sino también, garantizar la protección y sostenibilidad de este. 

Es por esto, que el objetivo es generar estrategias para su preservación y mantenimiento. “Debido a la extensión del predio se quiere integrar el Teatro de Atalaya a un Corazón de Barrio, que complementará la propuesta del teatro, ofreciendo servicios a la comunidad de talleres, capacitaciones y un tema de institucionalidad”, afirmaron desde el AMC. 

Omaña manifestó que el ideal es convertir este espacio en un Centro de Desarrollo Cultural, que, aunque continuará llamándose teatro, va a tener un auditorio multifuncional, con lo que se busca que el concepto sea más amplio, para el tema de la sostenibilidad, por ejemplo, una programación de actividades, en la que la comunidad se integre y se apropie de los eventos culturales. 

Sonia Niño, presidente de la junta de acción comunal del barrio Cúcuta 75, agradeció la gestión que ha implementado la administración de Yáñez, pues todo se ha concertado con la comunidad.

Dijo que es un proyecto sostenible, que no solo impactará a la ciudadela de Atalaya, sino a toda la ciudad, porque esto contempla el auditorio con tarima, salas de cine, salón de danzas, canto y el beneficio que va a dar es muchísimo.

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 16 de mayo de 2021

1878.- LA GENERACION DE MITAD DEL SIGLO PASADO

Anónimo


Estar fuera del país por mucho tiempo tiene sus consecuencias. Hace unos días, derretido por el calor, pasé por una tienda y pedí una Maltina. Al ver que la tendera me miró como a extraterrestre, decidí cambiar mi pedido por una Lux Cola; al final estaba dispuesto a transarme por una Kol-Kana. Ni lo uno ni lo otro, “esas bebidas ya no existen”, me dijo la tendera, “usted debe ser de la generación de la Uva Canada Dry”.

Un poco avergonzado y ya con un ligero dolor de cabeza producido por el sofocante bochorno, brinqué a la farmacia contigua en busca de una Cafiaspirina. Como no obtuve respuesta, pregunté si de pronto tenían Anacín, Calmadoral o Procasenol.

Me di cuenta que Colombia cambió, y con ella el remedio. Recordé una mañana en que no pude ir a la escuela aquejado por bronquitis, que fue conjurada con jarabe San Ambrosio y cucharadas de aceite de tiburón en ayunas; en la casa todos los males del cuerpo desaparecían con una purga de Limolac o de Vermífugo Nacional, y la vida se volvía más ligera y saludable con aceite de castor o de ricino. Mi padre estaba convencido de que podíamos tener los músculos de Charles Atlas si tomábamos Emulsión de Scott. Ocho hermanos, en fila, nos sometíamos a la tortura diaria de paladear aceite de hígado de bacalao, previa apretada de nariz que atenuaba el lamparazo del pescador escocés.

Me pregunté, entonces, qué fue del Sulfatiasol, del Baltisicol compuesto, la Pomada Merey, del Mentolín, del Yodosalil, Ungüento Indio, el Cheracol, Penetro, el Quinopodio y el Dencorub, la sal de Exxon, el jabón de romero y quina y la chancarina.

Hubo un tiempo en que Farina fue el alimento de los niños de Colombia. “Si su niño no camina, caminará con Farina”, decía el lema y todo el mundo lo creyó, como creyeron que la ‘Colombiarina’ y su sucesora, la Bienestarina, eran suficientes para levantar sana y fuerte a la muchachada que llegó después del Frente Nacional.

Si Camilo Torres no hubiera caído en Patio Cemento, diciendo que la leche de la ‘Alianza para el Progreso’ esterilizaba, hoy más nacionales tendrían la enzima que le faltó al gen colombiano para evitar la violencia. Con mis hermanos bebimos de esa leche por cantidades, pues la recibíamos como refrigerio en los colegios públicos, en donde estudiábamos todos los hijos del de la tienda, el almacén, el taller, la modista, el médico, el abogado, la muchacha del servicio etc., etc., y etc.

Alcanzamos a conocer la Cremex y la San Fernando en botella, mientras el mundo despedía a Pipelón, el jarabe del niño flaco y barrigón.

Para los nacidos en la generación de Glostora, surge la pregunta acerca del paradero del fijador Lechuga, el Tricofero de Barry, el Bay Rum y el Agua Florida de Murray & Lanman, antiguallas que sobreviven en el Almanaque Bristol, junto al Mareol, el Old Spice de Shulton, el Pino Silvestre, el Agua Brava y el Vetiverde Carven.

Afortunadamente se acabaron Kan-Kill, Black Flag, el específico, el espiritismo, las enaguas, el colirio Eye-mo, las lavativas y las ventosas, las babuchas Croydon doble piso, el suspensorio, los calzoncillos Don Juan Punto Verde y el calzón ‘matapasiones’ tipo ‘Imperio’. También se fueron las medias ‘Maratón’, la ropa El Roble, las botas Cauchosol, los zapatos Grulla, las peinetas Vandux y el Mejoral.

Mientras seguimos sin saber quién inventó el hueco del pandebono, vemos cómo a la galleta costeña se le llama hoy ‘oblea’ y de las calles desapareció el ‘pan de huevo’, pero sobreviven las cucas de las monjas de San Antonio.

Debo decir que, para recordar estos íconos colombianos, debí tomar, durante quince días, Vitacerebrina Finlay y vino Sansón.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 14 de mayo de 2021

1877.- CUCUTA Y ...

 Juan Pabón (La Opinión)

 

Los amplios corredores de esa época en el interior de las casas, eran el sitio ideal
para la reunión de familiares y de amigos.

LOS HILOS AZULES

El tejido de las abuelas de los recuerdos efímeros. Las abuelas tupían los retazos de la vida que iba pasando y, así, deslizaban los hilos por sus costuras, como si en el envés y revés de sus manos, bordaran trocitos de cada uno de aquellos a quienes amaban.

Eran de colores las cosas entonces, bonitas, felices de ser muy sencillas, porque tenían el sello ingenuo de la naturaleza añadido a su gracia, a la sombra de las menudencias de un tiempo que se medía en horas largas, colgadas de un antiguo reloj marrón -de pared- que tocaba campanadas.

Había jardines, matas abundantes, gotas de agua titilando en sus hojas, sonrisas de flores, pájaros, niños que eran niños más años y un silencio alargado de crepúsculo en las tardes soñadoras de las familias, reunidas en los frentes de las casas a conversar y tomar el fresco.

Y los padres sabían que era un deber conservar el orden y, los hijos, que era imprescindible corresponderles, en una sucesión maravillosa de ilusiones que se trasmitían de una generación a otra.

Las niñas tocaban el piano en las salas de los caserones y aprendían a tejer, a hacer dulces de platico, a tocar castañuelas, a hacerse lindas trenzas y a saberse excepcionales madres en potencia recibiendo la posta.

En las radiolas sonaba el eco de canciones románticas y las noticias -deliciosamente retrasadas- se escuchaban en enormes radios de tubo.

Luego, de seguro, llegaba el cartero y bullía la carrera de todos, la que anhelaba al ausente o, quizá, un amor que se asomara en cartas aromadas: todo finalizaba cuando el viejo sereno pitaba anunciando la noche.

TARDE DE MELCOCHAS

Del esplendor de los recuerdos de antaño, brota una sonrisa serena y, con esa melancolía sana que emerge del viento, tupe una red cariñosa que los protege del olvido con un rocío de placidez.

El hecho de ser del pasado no los envejece y, lo contrario, los arraiga para que retornen –siempre– como una querencia recogida en los pliegues del alma y una inmensa gratitud consolidada por los años.

Por ejemplo, en una fiesta de cualquier tarde sabatina, o en una batida de melcochas, como las que María Cristina Sandoval organizaba en el barrio Blanco, los tímidos aprendimos del amor con el roce ingenuo de los dedos de las niñas, escondidos en la mezcla que había que poner a punto.

Y el encanto, se reflejaba demoledor en los ojos que torturaban de tanto mirar bonito y en el baile esplendoroso de la música de Corraleros, Billos y Melódicos y uno que otro bolero como estocada final.

Los retratos viejos aún cuentan fábulas juveniles que entonces eran hazañas y, ahora, se han vuelto coreografía de la nostalgia, de la gracia sin igual con que ellas se gozaban nuestra fragilidad, de los desastres que ocasionaban con sus risas de hoyuelos, sus trenzas, o su uniforme azul cielo –del carmelitas–.

Era la magia de la adolescencia sembrándose perenne en el alma, afianzando la ternura, creciendo en la razón sagrada de la amistad, para ennoblecer los sentimientos y guardarlos en esa esquina que posee el corazón para las añoranzas gratas.

EL PASODOBLE

Cuando el maestro Manuel Alvarado iniciaba el baile, un pasodoble majestuoso irrumpía atronador y el rumor de la elegancia marcaba el tono de la fiesta, deslizándose con garbo en el ritmo de las parejas.

En ese pasodoble perduraba un eco romántico, acentuando su ancestral hidalguía con pasos largos y corridos, que eran como etapas de un cortejo mágico que maduraba en un manojo de alegres seguidillas.

La música decoraba entonces el salón, como recordando la sombra pintada de algún entremés, una deliciosa zarzuela, o el vibrar del valor, el honor y el amor, abriendo la corrida en una plaza de toros.

En ese entonces, en las fiestas con orquesta, el ambiente se armonizaba con una gala esplendorosa, con aquella cadencia que se dibujaba en instantes de ensoñación, con toda la luz del mundo sembrada en los ojos.

Y es que las niñas de Cúcuta bailaban tan lindo que, junto con su belleza, escenificaban algo así como ese paseíllo que parecía una tonada de esperanza en cada giro y, después, cuando una pieza terminaba, se colgaban de gancho.

Usaban hebillas bonitas en su cabello, o trenzas, y vestidos de colores -con mangas- y, en medio de una ingenuidad maravillosa, y precoz, destrozaban los corazones subyugados de quienes las admirábamos.

¿Qué habrá sido del pasodoble?, ¿o de la música de antaño? y, en general, ¿de esa escuela de danza doméstica de las casas de antes?, y, ¿de las tardes juveniles –en medio de las mamás–, en que aprendíamos a bailar?

Era grande la merced de sueños y romances, en torno a los miles de detalles bonitos de la vida que estallaban en la semilla de la bondad provinciana.

VIEJAS COSTUMBRES

Las novenas rememoran una costumbre navideña, tan familiar, como la de correr los muebles para el baile en la sala, preparar la radiola para marcar el paso, o descolgar la alegría de alguna vieja percha de antaño.

Todo se preparaba después de ir a misa en la madrugada, con algunos bancos en la mano -porque no cabía la gente- y, a la salida, haber conversado con los vecinos, comentando las novedades del barrio.

Y se adornaban con la gracia parroquiana de las cosas sencillas, esas que ahora se evocan con la nostalgia de revivir en el alma recuerdos gratos, inolvidables, auténticamente decembrinos.

La sencillez doméstica, el alborozo en la cocina al preparar las comidas y el condimento, junto con la hospitalidad amable de los anfitriones de turno, sellaban aquellas maravillosas jornadas de amistad.

El sabor hogareño salpicado de bondad por las tradiciones se nutría -además- de los caldos deliciosos, la carne asada con yuca, o las hayacas con pan, y los dulces de platico remataban la deliciosa gula de diciembre.

El rumor constante de la ternura, los niños, la ingenuidad, en fin, todo, era como si la magia dibujara retazos de ilusiones en cada rincón, con esa sutileza que tienen las sombras cariñosas cuando rondan por ahí, enredándose en las matas.

La navidad -antes- daba el derecho pleno al corazón de revelar su contento, a vivir en torno a la esperanza de humanizar la existencia, con ideales enfocados en una sociedad romántica, buena y sensible.

COLOREANDO RECUERDOS…

Hace falta el pasado, el pito del sereno por la noche, el telegrama con anuncios frescos, el radio Philips de tubos, el teléfono negro colgado, los materos y la máquina de coser de pedal contando rumores de costuras y dobladillos.

El cartero con su bolsa grande de nostalgias, regar el pasto, colorear en el piso, jugar, inventar, aprender a bailar y a declararse en medio de la timidez, hacer melcochas, ir a la ciudad de hierro, o al circo -con un papelón en la mano-.

La delicia y la tradición de exquisitos manjares caseros, las cocinas de fogón, el aguadepanela o los jugos de la casa, las arepas de maíz molido con un manubrio de hierro y, de remate, los dulces de platico.

Las idas al viejo General Santander, o a la Toto, caminar y conversar por el barrio, tocar el cielo azul con la imaginación o adivinar las estrellas donde habitan los mayores custodiando nuestros sueños, tocando las campanas o recordándonos el poder del tiempo con el tic-tac de un viejo reloj de cuerda, de pared.

La sencillez de antes, las bicicletas dejadas en la calle, las mecedoras, los dichos, el saludo amable de la gente, las tiendas, los helados, la sabiduría en la pizarra de los maestros -con tiza- y los paseos al río con el panche titilando en una atarraya.

La devoción en la iglesia, la pinta dominguera, los vestidos de flores de las niñas, las hebillas y el velo recatado en sus cabellos bonitos, su sonrisa, sus hoyuelos, las trenzas, los vecinos, los árboles y los pájaros cantores de esperanzas.

El matinal del Zulima, las retretas, las procesiones, las gitanas del parque, los bobos, los locos y toda la fascinación de lo provinciano: (¡Ah! Y hablar de usted, sin esa apatusquería del tuteo de ahora).

EL SOMBRERO DE COPA DE DON JULIO

Don Julio se vestía de gala, con sombrero de copa y smoking negro, para esperar a los clientes del Ley de la avenida quinta, quienes buscaban las gangas de un mes que agasajaba sus costumbres provincianas.

Todas las edades de antes pasaron a saludarlo, porque, además de ser una propuesta comercial del viejo almacén, congregaba a la gente a una cita amistosa y ciudadana, esperada durante un año.

Era especial esta tradición, con todas las arandelas, un helado en los escaños, o un papelón, en el parque Santander, antes o después de entrar al Ley, con su correspondiente embolada y los chismes frescos volando.

Don Julio tenía una sonrisa amplia, de buen vecino, y con ella inauguraba las misceláneas a muy buenos precios, o las ganas de mirar cosas, o chinas, cuando el paseo por la quinta formaba parte de la vida cotidiana.

Y era tan familiar como las procesiones, o las retretas, como el saludo cariñoso de “ala” (sin la apatusquería del tuteo), o la reunión en las esquinas, o en las cafeterías como La Araña de Oro o las compras en el Salón Blanco.

Esas cosas bonitas de la ciudad estaban arraigadas en el corazón de los habitantes de un pueblo sencillo, simple, con el alma parroquiana sembrada en su ingenuidad con huellas esplendorosas.

Todo lo de antaño era una afectuosa manera de congregarse en torno a las temporadas, de pipas, de jugar coca, o de cometas, de Don Julio, en fin, que nos hacía amañarnos tanto con las vivencias cucuteñas.

EL IMAGINARIO DE LA FRONTERA

En la época maravillosa de los años 1960, o 70, la convivencia en la frontera era familiar y sencilla, porque en cada pueblo había parientes o amigos, o una ruta gastronómica esperando visitas afectuosas de ida y vuelta.

La ida al Paso Andino y a las poblaciones tachirenses de un lado, y del otro a Pamplona, era una costumbre arraigada en las ganas domingueras de fresas o de almorzar por ahí, comer arepas rellenas y traer pan o colaciones.

Los colegios de Pamplona eran severos, sabios y ordenados, apropiados para acoger estudiantes venezolanos, formarlos en un ambiente académico virtuoso y, a la vez, generar una afluencia permanente de visitantes.

Los centros comerciales de San Cristóbal, su clima y los barrios bonitos de sus alrededores no tenían comparación y el encanto de la ciudad deleitaba a todos, tanto, que aún se recuerda con una especial nostalgia.

Y en el mismo San Antonio, las compras de electrodomésticos o productos de alacena, enlatados, jamones, o una cerveza muy fría en cualquier esquina, todavía repican en el eco de los mejores tiempos fronterizos.

Era una cadena de sueños que se unían en los caminos, enlazados por una relación, tan normal e íntima, que ni siquiera se daba cuenta de ser internacional y estar sembrada en las raíces compartidas por la gente.

Todo se fue diluyendo poco a poco, por la riqueza petrolera de ellos, por el facilismo nuestro, por las insoportables complicaciones, en fin, porque se rompió un imaginario del que puede brotar, nuevamente, la esperanza.

DE COSAS VIEJAS

La vida se disfrutaba más cuando era espontánea, sin estilos imitados, pero, eso sí, con la urbanidad hogareña y las costumbres ingenuas de una diversión parroquiana centrada en los valores ancestrales.

Una de las viejas costumbres cucuteñas -que aún conservo- es la de tomar agua de panela todos los días, a todas horas, sin limón, muy fría, con ese sabor dulce que encanta y hace delicias en el paladar.

En las tiendas (El Ancla) nos esperaban apetecibles boquiabiertos, o en los garajes de las casas helados, como donde doña Victoria, con su genio perro, a quien al pedirle un sabor preferido contestaba “¡se le da del que salga!”.

Ahora, ya no se come con sal, ni azúcar, y la moda de alimentos sanos (?) nos enterró las tradiciones, las onces y las medias tardes, junto con las ganas provincianas de una morcilla en un andén y, luego, un papelón de colores.

En los juegos de mesa había parqués, damas chinas, barajas españolas para el toruro, o la taba del cabro que era un hueso de apuestas, además de rompecabezas y monopolios, con una sonora radiola de la casa Lema.

Las niñas aprendían a tocar castañuelas y los niños jugaban vaqueras, mientras los pajaritos cantaban hasta cuando se cubrían sus jaulas, con el mismo amor con que se arropaba a los niños. (Ni se imaginaba uno que eso era atropello animal).

Y las matas, bien cultivadas y bonitas, acostumbraban a conversar con quien las regaba, ¡ah! y no faltaba un antiguo reloj de pared marcando campanadas, convocando a tomar el fresco en la placidez final de la tarde.

EL VIEJO PITO DEL CARTERO…

Era más bonita la vida cuando el corazón convocaba las costumbres sanas y buenas que había en el pasado, y las irrigaba con esa sonrisa grata que tiene el tiempo para recordar lo añejo y lo provinciano.

Por ejemplo, los barrios tenían personajes favoritos, y uno los conocía por el nombre, los policías, los serenos, los jardineros y los lecheros de grandes ollas y hondas cucharas para llenar los cántaros en las puertas de las casas.

Y los carteros andaban en bicicletas con sus bolsos de cuero marrón, con esa imagen bondadosa de ser mensajeros de esperanza, para transportar en las cartas de los hijos, o de los amores lejanos, fábulas imaginarias.

O las marchantas, generalmente gordas, con delantales de colores surtidos de verduras o frutas, para llenar de apetencias los costales de fique y hacer de sus puestos volantes una cocina de sueños.

Si la diligencia era lejos, estaban los taxistas del 4030 porque, si no, uno caminaba hasta el centro a donde había de todo, o a la sexta y, de paso, se comía un caldo de costilla en las largas bancas del comedor popular.

¡Ah!, por si algo se olvidaba, estaba el teléfono negro 2475, colgado de cuatro números en rodaja que se marcaban y regresaban lentos o, si era en otra ciudad, la ilusión de esperar un llamato de larga distancia por el 01.

Al llegar la modernidad a mi apartado aéreo 1390 de Avianca de la trece con quinta, fui advirtiendo que todo iba a ser distinto y que no sólo se callaría el viejo pito del cartero, sino que habría un gran silencio del afecto y la ternura.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 12 de mayo de 2021

1876.- EVOLUCION DE LA ECONOMIA NORTESANTANDEREANA

Alfredo Yáñez Carvajal (La Opinión 60 Años)

 

El café fue uno de los principales dinamizadores de la economía regional.

 

Amables lectores: Norte de Santander era un departamento cuya economía giraba alrededor del campo. No olvidemos la historia sobre el inicio del café en Colombia y del cura de Salazar de las Palmas que colocaba como penitencia sembrar cierto número de plantas de cafeto proporcional a la gravedad de los pecados del feligrés.

Las familias raizales vivían en municipios como Durania, Arboledas, Sardinata, Gramalote, Convención y otros. Su actividad primaria eran la agricultura y la ganadería.

La juventud presionó a los abuelos y se inició el desplazamiento a las ciudades capitales de las provincias de Pamplona, Ocaña y Cúcuta, buscando mejorar su panorama futuro y ser diferentes a sus antepasados. La vocación agrícola se sustituyó por la actividad comercial, más rentable que el agro, y que, por supuesto, se favoreció enormemente gracias a la frontera con Venezuela que nos dio el Todopoderoso.

Pese a que Venezuela ha tenido volatilidades económicas muy fuertes, siempre ha sido un excelente comprador de productos ofrecidos en estas ciudades de frontera, principalmente Cúcuta.

La vitrina de Cúcuta, sin temor a equivocarme, era de las más lujosas del país donde se ofrecían múltiples productos nacionales e importados. Pero como todo tiene sus ventajas y desventajas nos convertimos en un vulgar mostrador y caja registradora, para vender producto fabricados en el interior del país, olvidándonos de ser productores.

El crear fábricas nos hubiese garantizado empleos más estables y no sometidos al vaivén político y económico de nuestro país vecino. Simultáneamente olvidamos al comprador raizal y solo importaba el precio diario del bolívar. Se atendía con gentileza al comprador extranjero y se menospreciaba al comprador residente.

La industria hotelera mantuvo unos índices de ocupación del 80% y las sucursales de los bancos nacionales y almacenadoras ubicadas en la ciudad, ocuparon hace 30 años los primeros lugares en el conjunto de sucursales en el país por sus utilidades, generadas principalmente en negocios de comercio exterior, importaciones y exportaciones. Era una clientela con un excelente comportamiento crediticio.

No existía en el país entidad bancaria nacional que no quisiera tener sucursales en Cúcuta, Ocaña y Pamplona. Las antiguas entidades de ahorro y vivienda, hoy bancos, desembolsaron volúmenes importantes de créditos siendo este un factor determinante del desarrollo de la industria de la construcción en los últimos 35 años. 

Hoy, ante la crisis que vive el comprador venezolano por falta de liquidez, se ha pensado en el consumidor local. Infortunadamente se ha pretendido mantener los mismos márgenes de utilidad de la época dorada de Venezuela y la alta cotización del bolívar.

 Además, tristemente pese a la grave crisis que se vive, nos damos el lujo de ser una de las ciudades más costosas y con mayor inflación del país. El verbo favorecer al consumidor no se conjuga, con algunas excepciones, en nuestro comercio.

En otras palabras, la historia de Cúcuta y, en general, de Norte de Santander ha estado marcada por picos de gran esplendor económico y otros momentos difíciles de grandes crisis.

Ahora bien, la crisis trae consigo consecuencias positivas. Ha favorecido el afán de prepararse que vive la juventud nortesantandereana y vemos diversas universidades formando profesionales en las diferentes áreas del saber, que su aporte con seguridad nos llevará a tener un futuro económico más prometedor y competitivo con otros departamentos. Para lograrlo, necesitamos mejorar la conectividad con los centros de consumo.

Nuestro desarrollo sufrió estancamiento durante un largo periodo en los últimos 42 años porque Norte de Santander se volvió dependiente de la maldición de los recursos naturales y, en particular, del petróleo. Es cierto que urbanísticamente la ciudad tuvo desarrollos importantes como el barrio Colsag y el barrio Colpet.

 Infortunadamente, no es menos cierto que descuidamos otras fuentes importantes que generaran desarrollo y lo más importante que la economía del departamento no dependiera de los vaivenes de precio y volumen de un recurso no renovable sujeto a sufrir agotamiento en cualquier momento como en definitiva sucedió. 

Empresa nortesantandereana que no tuviera nexos con la Colombian Petroleum Company estaba llamada al fracaso y por esta gran dependencia se demoró la apertura de industrias no dependientes del oro negro.

En minería, después de la desaparición de la industria petrolera -que también hay que decirlo permitió el desarrollo del hoy llamado Catatumbo- se inició con temor un lento desarrollo de la explotación carbonífera. El carbón de Norte de Santander presenta características muy importantes como su dureza que permite el transporte sin pulverizarse, pero lo más importante es ser coquizable en un 100%. El coque -producto de la coquización- es una fuente de energía calórica muy demandada por los hornos de fundición por su alto contenido energético que favorece la fundición.

Norte de Santander supera a carbones de otras regiones de Colombia que deben mezclarse con otros para lograr coquizarse. Por consiguiente, es un carbón cuyo precio es mucho más competitivo. Hoy tenemos una industria carbonífera desarrollada en los últimos 40 años que genera importantes recursos para el departamento y la nación. Además, tiene un óptimo manejo geológico para evitar pérdidas de vetas como sucedió al inicio de la industria. 

El llamado distrito de riego del Río Zulia, ha permitido en los últimos 60 años el desarrollo industrial de la agricultura con el cultivo del arroz. Paralelamente ha generado una mecanización muy útil para el agro y un gran desarrollo de la industria de los molinos de arroz, creadores de un volumen importante de empleos en planta y colateralmente un apoyo a la industria del transporte.

Asimismo, otro de los cultivos a destacar es el de la cebolla ocañera que ha encontrado un medio de desarrollo óptimo en las tierras de Abrego y otros sitios de la provincia de Ocaña. Esta cebolla hace más de 30 años domina el mercado en presentaciones en conserva y se puede conseguir en los almacenes de cadena a lo largo del territorio nacional. 

La Federación de Cafeteros en los últimos 50 años impulsó en forma muy notable el cultivo del café y de otros productos agrícolas. Además, llevó energía eléctrica a todos los municipios cafeteros del Departamento y permitió con este progreso que el joven campesino cafetero tenga un mayor bienestar en el agro.

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 

lunes, 10 de mayo de 2021

1875.- CERAMICA ITALIA, 39 AÑOS DE HISTORIA INDUSTRIAL

David Ararat Mafla (La Opinión 60 Años)

 

Cerámica Italia es inaugurada el 17 de junio de 1983 pero su historia comienza un par de años antes, como seguro comenzaron las demás industrias de nuestra región buscando oportunidades con los recursos locales, en este caso la arcilla que ya tenía varios casos de éxito y además con mucho renombre no solo en el país sino también en Venezuela, con el famoso tablón Cúcuta. 

Creo que fue un acierto usar el reconocimiento que ya se tenía, casi como una denominación de origen, y ahora crear una oferta de mayor valor, pero centrada en algo que ya conocían nuestros futuros mercados como era la arcilla de Cúcuta. 

La nueva oferta de valor consiste en tomar ese activo tan difícil de lograr como el reconocimiento del origen de nuestra arcilla y sumar mucha tecnología, la mejor del mundo en ese momento acompañado por compañías italianas para producir revestimientos cerámicos, pero esmaltados.

La tecnología, a pesar de ser fácil de comprar, claro con un esfuerzo financiero importante y muchas veces riesgoso, tiene otras dificultades. 

Las competencias que teníamos los cucuteños hace casi 40 años para abrazar este tipo de proyectos de industrialización no eran las mejores porque a pesar de hacer productos de arcilla el manejo de la tecnología implicaría ahora conocimiento de automatismo, reología, termodinámica, diseño, capacidades de laboratorio y de diagnóstico de patologías cerámicas.

Ese ha sido realmente el crecimiento de nuestra región en lo que a nuestra historia se refiere, pues la capacidad de nuestra gente para abordar todos estos temas tecnológicos ha crecido.

Eso realmente no se muestra en ninguna estadística macroeconómica de la región, pero créanme que los tenemos y ese es realmente el gran capital que hemos desarrollado en estos últimos 40 años y en el cual necesitamos seguir invirtiendo.

Las eficiencias en producción no solo se logran con tecnología, se logran con conocimiento que nos permita mejorar y evolucionar la tecnología que usamos.

Hace 40 años sabíamos que teníamos una buena materia prima, nuestra arcilla, pero no la conocíamos mucho. El desarrollo de este conocimiento ha sido fundamental para mantener nuestra competitividad. En esto nos ha acompañado la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS) desde el principio, desarrollando competencia de laboratorio que no son válidas solo para una empresa sino para toda una región con la creación del Centro de Investigación de Materiales Cerámicos (Cimac).

Este centro cerámico hoy nos ha permitido conocer mucho más nuestra arcilla, para desarrollar proceso y productos más eficientes. No es posible recorrer el camino solos. Y solos quiero decir ni para las empresas ni para las universidades. El papel de formación de las universidades, creo que ya está totalmente desvirtuado como función principal. 

Hace algunos años, por iniciativa de la Universidad Libre, se constituyó el Comité Universidad Empresa Estado, conocido como CUEE, con el objetivo de articular los esfuerzos del sector empresarial, las universidades y el Estado.

Esto fue otro paso histórico en nuestra región, por primera vez teníamos un punto de encuentro para dar notoriedad a nuestras capacidades y que se encontraran con nuestras necesidades empresariales, con periodicidad mensual y de libre acceso a todo el público.

Históricamente nuestra región ha limitado mucho sus capacidades industriales por sus bajos niveles de conectividad y su poco confiable suministro de energía térmica, temas que si bien han mejorado, todavía está distante de ser equitativos con otras regiones de país. 

Esta situación no puede ser excusa para quedarnos quietos y efectivamente no lo fue para un tejido empresarial que se ha sabido acomodar a eventos tan grandes como el cierre de nuestras actividades comerciales hacia Venezuela. 

Como en todas las batallas hay bajas, las empresas pueden ir y venir, pero las competencias de nuestros colaboradores quedan y hay que utilizarlas para resurgir como sociedad. Creo que producto de este entendimiento y después de la crisis inicial del comercio binacional se crea el capítulo de la ANDI en Norte de Santander que debe tener esa labor de buscar la equidad para nuestra región, equidad que nos permita competir en igualdad de condiciones y avanzar como el resto del país.

Todos estos cambios de los últimos 40 años están enmarcados en una revolución industrial del siglo pasado que llegó a su fin. Ahora tenemos que prepararnos para la cuarta revolución industrial y la cual la debemos acoger con mucho optimismo porque creo que es una oportunidad para lograr la equidad necesaria para todas las sociedades.

Creo eso, porque esta revolución industrial no está basada en el capital y no está basada en la tierra, está basada en el conocimiento y en la información. Con esto no solo me refiero a compañías de tecnología, sino a nivel general. 

El mercadeo de nuestras industrias históricamente basado en publicidad está siendo reemplazado por un mercadeo basado en información, si yo tengo un alto conocimiento de mis clientes o posibles clientes y puedo hacer ofertas de valor muy personalizadas, no tiene sentido hacer publicidad masiva. Aquí es donde viene el concepto por el cual creo yo que esta cuarta revolución nos da más oportunidades.

Muy probablemente nosotros no tenemos la capacidad de la empresa más grande del mundo en producción de cerámica, ni tendremos los recursos de la misma magnitud de la empresa más grande del mundo para hacer publicidad tradicional y llegar a más clientes, pero me pregunto que me impide tener la base de datos más completa del mundo que me permita entender qué necesitan mis clientes, que me deje ver cuál puede ser la oferta de valor que necesitan.

Creo que la brecha con la compañía más grande del mundo y una compañía en Cúcuta es mucho menor, a pesar de todo nuestro entorno.

Esta cuarta revolución también necesita inversión en tecnología y competencias nuevas, pero creo que está más cerca de alcanzar la equidad que una basada en capital o en tierras.

Esta revolución no se limita a temas de mercadeo, ventas o distribución, sino que está permeando todas las estructuras de la cadena productiva y ahí es donde debemos adaptar las competencias de nuestros colaboradores, y adaptar las culturas de nuestras empresas.

Realmente lo que nos va dejar competir no es solo productos diferenciados sino culturas empresariales diferenciadas, donde la innovación no debe estar en cabeza de un gerente o en cabeza de un emprendedor, debe estar inmersa en la totalidad de los colaboradores de la organización. Los productos se pueden copiar, la cultura de una organización difícilmente.

Muchos cambios, muchos cambios, cada vez que esto pasa en la historia cambian los jugadores; la pandemia de la COVID-19 solo los aceleró a velocidades casi fantásticas, eran los mismos que ya venían en camino. De la calculadora al Excel y ahora al DAX. Es una gran oportunidad para nuestras juventudes, se puede construir un mejor porvenir para los próximos 60 años.

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 8 de mayo de 2021

1874.- APLAUSOS Y LLANTOS DEL DEPORTE EN 60 AÑOS

Pedro Jáuregui (La Opinión60 Años)

 

El 20 de diciembre de 2006, el Cúcuta Deportivo ganó el título del torneo Finalización.

Durante los 60 años de existencia, La Opinión se convirtió en los principales voceros de los triunfos y derrotas de nuestros deportistas a nivel local, nacional e internacional.

Si hubo necesidad de hinchar el pecho de alegría o de apretar el corazón ante la adversidad se hizo con profesionalismo y nunca para destruir, porque muy temprano se entendió la necesidad de educar a nuestros deportistas para mostrar la hidalguía de nuestros colores en los triunfos o las derrotas.

Cestas para siempre

Alfredo Díaz Calderón, Roque ‘La Fiera’ Peñaloza y Jorge ‘Barbarroja’ Niño fueron las guías para que otros construyeran el perfil de la disciplina.

Las décadas de 1980 y 1990 sirvieron para que Cúcuta recibiera el título de la capital basquetera de Colombia y Sudamérica.

El coliseo Toto Hernández fue el escenario donde Colombia consiguió en 1984, el primer título sudamericano femenino mayores y el lugar donde el quinteto de la Lotería de Cúcuta disputó, en 1980, el sudamericano de clubes y derrotó a los mejores del continente.

En el baloncesto femenino, Anita Morantes tiene mención especial porque se destacó como jugadora y dirigente.

Fútbol, de buenos y ‘bravos’ 

Los colores rojinegros han llegado a las selecciones Colombia, en diferentes categorías, mostrando jerarquía y hombría.

En el Mundial de Chile de 1962 estuvo Rolando ‘El Loco’ Serrano Lázaro, único nortesantandereano que ha disputado este certamen con una selección de mayores. 

Germán ‘El Burrito’ González vistió la camiseta nacional en los Juegos Olímpicos de 1968 que se disputaron en México. Yulián Anchico y Oscar Briceño participaron en el Mundial Sub 20 de Emiratos Árabes Unidos de 2002 y Jean Carlos Blanco Becerra, en la Sub 17 de Nigeria 2009 donde le marcó un gol a Argentina. 

Deuda zanjada

El 20 de diciembre de 2006, el Cúcuta Deportivo le cobró a la historia un espacio que le había negado durante 56 años cuando ganó el título del torneo Finalización, el único de su historia, de la mano del técnico santandereano Jorge Luis Pinto. El subcampeonato obtenido en 1964 paso ese día al olvido.

El 17 de diciembre, en los primeros 90 minutos de la final, el equipo derrotó (1-0) al Deportes Tolima con tanto de Rodrigo Saraz, en el General Santander.

El cucuteño Yulián Anchico, tres días más tarde, en el encuentro de vuelta en el estadio Manuel Murillo Toro de Ibagué, puso a ganar al Deportes Tolima, pero a los 76 minutos Macnelly Torres marcó el gol del empate y del título. 

Navas, el ‘polvorero’

El atleta ocañero Luis Alberto Navas Angarita fue conocido como el ‘polvorero’, porque su padre tenía una fábrica de pólvora. En dos oportunidades quemó la fábrica porque el olor se le impregnaba en la piel, lo que no agradaba a las muchachas.

El 12 octubre de 1960 ganó la IV Carrera Internacional de Girardot, tras permanecer 20 horas en un autobús.

Ganó en 1961 una medalla de bronce en el Sudamericano de Lima (Perú) en los 10.000 metros, tras trasnocharse la víspera.

María Camila, por el trono de Fabiola

 

Fabiola Zuluaga, única raqueta colombiana que ha disputado Juegos Olímpicos.

La cucuteña María Camila Osorio Serrano, la actual raqueta No. 1 del país, emerge como el reemplazo natural de Fabiola Zuluaga tras ganar en el 2019 el Abierto de los Estados Unidos, categoría Junior, venciendo a la local Alexandra Yepifanova, 6-1 y 6-0.

En el 2018, obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de la Juventud disputados en Buenos Aires (Argentina) y la de plata en dobles mixtos junto a Nicolás Mejía.

La cucuteña Fabiola Zuluaga Amado es la única raqueta nacional que, por derecho propio y gracias a su escalafón en la WTA, consiguió el cupo en los torneos de individuales de los Juegos Olímpicos de Sydney (Australia), 2000 y Atenas (Grecia), 2004. En ambas ocasiones llegó a octavos de final.

En el 2005 ocupó el puesto 16 de la WTA, mejor clasificación de una raqueta colombiana en el escalafón profesional femenino, llegando hasta semifinales en el Abierto de Australia.

Lozano, un ‘caballero’

El cucuteño Álvaro Lozano Moncada nació el 14 de mayo de 1964. Ganó en dos ocasiones la Vuelta a Venezuela (1998-2000), fue quinto en la Vuelta a Portugal donde dominó la combinada (1991), subcampeón del Clásico RCN (1995) y bicampeón de la Clásica de Norte de Santander (1992-1995). Fue décimo en el Mundial de ruta de Sicilia (Italia), en 1994.

Disputó la Ronda Ibérica (1988), el Giro de Italia (1990), el Dauphine Libere, Tour de las Américas, campeonatos mundiales y un buen número de carreras en América. 

En España no ganó ninguna etapa, pero el 12 de mayo de 1988 pasó a la historia cuando en la fracción entre Iñazquez y Zaragoza sobre 225 kilómetros, fue ‘cazado’ por el lote cuando faltaba menos de un kilómetro para la meta, tras recorrer en solitario 224. Por esa faena paso a la historia como ‘El caballero de Zaragoza’. 

La 'olímpica' Johana

La yudoca Johana Lizeth Orozco Pallares fue campeona nacional en menos de 48 kilogramos, bronce en los Juegos Panamericanos 2003 de Santo Domingo (República Dominicana) y tres años más tarde, plata en los Centroamericanos de Cartagena, en menos de 53 kgs., y oro en los Odesur de Buenos Aires (Argentina) de 2006, en la misma categoría.

Atenas la recibió en el 2004, donde disputó los Juegos Olímpicos. Un descuido, a escasos segundos de terminar el primer asalto del combate, le impidió avanzar a la siguiente fase, cuando ganaba en forma holgada.

El ‘boom’ de la gimnasia

La historia deportiva de los últimos 30 años tiene en la gimnasia artística, damas y varones, una cantera inagotable de honores para nuestro país, de la mano de los entrenadores Jairo Ruiz Casas y Roberto León Meneses.

 

Jossimar Calvo el gimnasta cucuteño más destacado de Norte de Santander y Colombia.

En los Juegos Nacionales de 1992, disputados en el coliseo del Sagrado Corazón de Barraquilla, Alexánder Rangel encabezó la rebelión contra Antioquia, Bogotá y Valle del Cauca, cuando ganó el título individual y lideró el colectivo que dominó la clasificación por equipos integrado, además, por Luis Villegas, Dennis Beltrán, Wilson Fuertes, Rafael Peñaranda y José Arias.  

En damas, Johana Virginia Hernández y Susan Juliana Vélez fueron las precursoras. Luego fue el turno de Yurani Avendaño y Mayerli Vera, quienes aparecieron pisando fuerte.

Veinte años después, Jossimar Calvo y Johnny Muñoz fueron la base para recuperar el dominio individual y por equipos en los Juegos Nacionales disputados en el 2012, en Cúcuta y los siguientes en Ibagué (2015), donde la gimnasia puso las ocho medallas de oro, las únicas que se ganaron.  En Cartagena (2019), la disciplina obtuvo la única presea de oro, con Ángel Barajas, de 14 años.

Andrés Zafra, el ‘Messi’ del rugby

 

El cucuteño Andrés Felipe Zafra Tarazona es el primer colombiano que juega en Francia; nació para el rugby en el club Los Carboneros en Cúcuta. Pesa 115 kg y mide 1,97 metros.

En el 2018 se convirtió en el primer nacional en lograr un try (anotación) en un club profesional de la liga más competitiva del mundo.

En sus inicios fue futbolista e hizo parte de la Escuela Quinta Oriental donde sobresalía, pero una lesión lo sacó de este deporte.

Blanco, el ‘tiburón de la olímpica’

El nadador Luis Javier Blanco Sulbarán, a los 12 años saltó a la palestra en la categoría infantil B, en el torneo Nacional de Ibagué, al ganar tres preseas de oro e imponer cuatro marcas nacionales. 

Fue campeón Sudamericano en varias oportunidades e integró la delegación a los Juegos Centroamericano y del Caribe disputados en México en 1981 donde se colgó la presea de bronce en categoría infantil A, en los 200 metros libres. 

En 1987, cuando se alistaba para representar a Colombia en los Juegos Panamericanos en Indianápolís (Estados Unidos), se retiró de la práctica deportiva.

Las pesas de Ezequiel

La halterofilia tuvo en Ezequiel Sánchez uno de sus deportistas más representativos no solo del Norte de Santander sino de Colombia.

Durante 12 años representó a Colombia en Juegos Bolivarianos, Sudamericanos, Centroamericanos, Panamericanos, Mundiales y los Olímpicos de Montreal (Canadá), en 1978. 

Fue campeón nacional en varias oportunidades; obtuvo medalla de oro en el Sudamericano de Guayaquil (Ecuador), en 1968 y plata, en 1975, en los Panamericano de México.

La lucha de Ramírez

Anastasio Ramírez fue campeón nacional de lucha a nivel aficionado de los medianos en 1959, 1962 y 1963.

En el año de su retiro como luchador aficionado venció en la inauguración del coliseo Humberto Perea, hoy Palacio de los Combates, con una ‘plancha’ en 5 segundos al local Miguel Paruf, de ascendencia turca.

En 1965 saltó al profesionalismo y se tituló campeón Sudamericano y Centroamericano, que se disputó en el puerto de El Callao (Perú). En una correría por México trabajó en varias películas con Rodolfo Guzmán Huerta más conocido como Santo, el Enmascarado de Plata.

Sarabia, a trompada limpia

El boxeador Wilson Sarabia nació por cosas de la vida en Barranquilla, hasta donde habían viajado sus padres, para mejorar el nivel de vida.

Wilson Sarabia, en el nacional de 1975, en Barranquilla, perdió el combate por el título con Francisco Tejedor, que sería campeón mundial. Al año siguiente se tituló campeón y se convirtió en el primer campeón nacional nortesantandereano de la disciplina.  

En 1977, saltó al profesionalismo donde tuvo tres veces la oportunidad de disputar un título mundial, pero su falta de madurez lo impidió. 

La última fue cuando perdió con el medallista de bronce olímpico en Seúl (Corea del Sur, 1988), Eliécer Julio Rocha, en el coliseo Toto Hernández de Cúcuta, donde todo se hizo mal, por la ambición e ignorancia de sus manejadores; fue un caso más de talento desperdiciado.

Julián dominó el ‘green’

El golfista Julián Colmenares Rey emergió en los albores del presente siglo para imponerse en las categorías infantil, juvenil y mayores aficionados.  

Los dos últimos fueron en el mismo año y a temprana edad. Fue también campeón sudamericano, un registro difícil de igualar.

 En el 2000 se ubicó tercero en el Junior World de San Diego California (USA) y duodécimo, por equipos en el XIII World Amateur Team Champion Chip de Alemania.

Su alto nivel de competencia le sirvió para integrar el equipo de la Universidad de Jacksonville, Florida (JSU)  en los Estados Unidos.

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.