PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

jueves, 13 de octubre de 2022

2135.- CUANDO CUCUTA TUVO MAR

Gustavo Gómez Ardila (La Opinión)

Fósiles adscritos a la era Mesozoica, período cretáceo, edad cenomaniense a conaciense.
1.- Cefalópodo; 2.- Diferentes formas de amonites; 3.-Fósil de un pez.
Museo arqueológico y paleontológico de Agualinda, Los Patios.

Lo que hace que científicos y arqueólogos y excavadores se reafirmen en su teoría del mar cucuteño, son los hallazgos que han encontrado en algunas regiones alrededor de la ciudad.

Dicen los científicos y los historiadores y los que investigan y los que escarban, que, en alguna época, hace jurgos de jurgos de años, Cúcuta tuvo mar. Y tienen sus argumentos: nuestro cielo, profundamente azul, como sólo se ve encima del mar; nuestro sol, de amarillo recalcitrante, igual al sol costanero; nuestros atardeceres, llenos de arreboles, allá en la lejanía, como en la Costa. Y el calor de nuestras gentes, que se derrite gota a gota, con los solazos del medio día. Y tenemos palmeras. Y tenemos cocos, para sorbernos, como en la Costa, el agua más pura y más sabrosa.

Pero, sobre todo, lo que hace que científicos y arqueólogos y excavadores se reafirmen en su teoría del mar cucuteño, son los hallazgos que han encontrado en algunas regiones alrededor de la ciudad, como caracoles marinos, esqueletos de animales de agua salada, huellas de tortugas marinas, popó petrificado de gaviotas y hasta cantos de sirenas dicen que han escuchado cuando el viento está adormilado y una brisa suavecita se cuela por entre los oitíes.

En Los Vados, yendo hacia La Garita, existía el otro día un museo arqueológico donde se exhibían rastros del Caribe, que se metía hasta nuestras goteras: un ancla de algún barco extraviado, la espina dorsal de un tiburón, conchas marinas y vestigios de civilizaciones de sal. No sé qué pasó con tal museo, pero allí estaban las pruebas de que Cúcuta tuvo también alguna vez, playa, brisa y mar.

Hoy sólo nos quedan en el subconsciente generacional recuerdos de aquel mar, seguramente embravecido de furia motilona. Y unos deseos constantes de zambullirnos en las olas, que nos impregnan de sal y de alegría. Y nos quedan mujeres bronceadas, de atractivo cuerpo y sonrisa de sol y arena.

Será por eso que nos gusta mucho el mar. Los que creen en la reencarnación aseguran que en aquellas aguas nosotros ya nos bañamos, en alguna de nuestras vidas anteriores. Y quedamos con la costumbre. Tal vez comimos ostras y mariscos al ajillo, y tal vez saboreamos el coctel de agua de coco con ron Cúcuta, que el otro día existía, antes de que algún gobernador vendiera nuestra Licorera.

Y probablemente hicimos tenidas en la playa, con guitarra y vino, debajo de la luna cucuteña, al lado de alguna hermosa morena, de piel tostada, sonrisa encantadora y ardiente mirada.

En cierta ocasión, a la orilla del mar, disfrutando la intensidad de tanta belleza, comentaba con un primo que nuestro nono, Cleto Ardila, en lugar de meterse al monte con sus mulas para transportar cargas de café, ha debido establecerse en un pueblo de la Costa y transportar gente en góndolas o canoas o barquichuelos. Así sus nietos disfrutaríamos del mar a toda hora. No sabíamos que era la nostalgia del mar de nuestros antepasados la que hablaba ahora dentro de nosotros.

Llevamos recuerdos de olas. Alguna vez me dijo mi mamá que ella quería conocer el mar pues había soñado con él. “Igualito a como lo soñé”, me dijo cuando lo vio. Creo que no fue un sueño, sino recuerdos del mar cucuteño en otras vidas.

Nos gusta el mar. Lo buscamos, lo añoramos, lo deseamos. Y sé de gentes que nacen por aquí, y se quedan por allá. Otros se van a aliviar sus penas para siempre, a orillas del mar. Es porque quieren volver a vivir lo que ya vivieron en el mar de la Cúcuta de otros tiempos. No sé si cuando Cúcuta tenía mar, la vida era más sabrosa. Pero sí sé que era más salada. ¡Seguro!





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 11 de octubre de 2022

2134.- ALVARO VILLALOBOS SALAZAR (1947-2022)

Héctor Villalobos Salazar


Álvaro Villalobos Salazar nació en Bucaramanga, el 5 de agosto de 1947, en el matrimonio de Alfonso Villalobos Serpa (abogado) y Helena Salazar Pradilla. Fueron sus hermanos Héctor, ingeniero industrial, Helena, contadora pública, Elsa y Claudia, abogada.

Por efectos del trabajo del jefe del hogar en la rama judicial, la familia se trasladó a Cúcuta en 1955, estableciendo su residencia en la calle 14 entre avenidas 6ta. y 7ma., a una cuadra de la gobernación del Norte de Santander. Allí, Álvaro, estudió la primaria en la sede del colegio Calasanz de la calle 13 con avenida 6ta.. Posteriormente vivieron en la avenida 1ra. entre calles 13 y 14, barrio La Playa. Con el cambio de sede del colegio, a la avenida 1ra Este con calles 19 y 20, barrio Blanco, se graduó de bachiller ahí en el año 1965.


Fue seleccionado, en el concurso Coltejer, como el mejor bachiller del Norte de Santander, y luego de Colombia, recibiendo una beca de la empresa de textiles para cursar sus estudios de ingeniería en la Universidad Industrial de Santander, UIS (selección hecha por los 40 participantes en esa oportunidad).

Álvaro se distinguió además por ser un destacado basquetbolista, y formó parte de varios quintetos tanto juveniles estudiantiles como departamentales. Formó parte del equipo juvenil de Norte de Santander, coronado campeón nacional en 1965.

Campeones Nacionales Juveniles Cúcuta, 1965: De izquierda a derecha de pie: Fernando Fernández, Fernando Morales, Jesús Ricardo Lamk, Adolfo Fernández, Alvaro Villalobos y Carlos Rivera. Agachados: Augusto Fernández, Gastón Bermúdez, Oscar Chaustre, Hernando Yepes y Víctor Ramírez. Ausente en la foto, Said Lamk.


Fue también un aficionado al fútbol, que practicaba al igual que el basquetbol. Hincha del Cúcuta Deportivo, al cual seguía fielmente, inclusive cuando vivió por fuera de la “Perla del Norte”.

La gráfica fue tomada por allá en el año 1969 en el restaurante La Carreta en Bucaramanga, negocio fundado y dirigido hasta su desaparición por el exjugador del Atlético Bucaramanga, Roberto Pablo Janiot, y corresponde a un grupo de jóvenes amigos nortesantandereanos que cursaban estudios en la Universidad Industrial de Santander (UIS) en ese entonces. De izquierda a derecha recordamos a Gerardo Raynaud Delaval, Álvaro Villalobos Salazar, Orlando Rosales, Jorge Bohórquez, Marcos Hormiga Pérez, Pedro León Ramírez González y Enrique Asela Moros.


Graduado como ingeniero mecánico con honores (Cum Lauden). Su trabajo de grado fue un ‘’Estudio sobre la ampliación, de la Planta de recolección, purificación, licuación y almacenamiento de gas carbónico de la Cervecería Bavaria de Bucaramanga’’. Trabajó con Triplex Pizano en Barranquilla y Urabá, la Organización Corona en Medellín, y en Terminales S.A. en Cali.

Se casó con Betty Ochoa, matrimonio del cual engendraron tres hijos: Andrés ingeniero, Camilo Médico y Sara profesional en diseño de modas.

Betty es de familia paisa, numerosa como sucede allá, y residenciada en Medellín. Por su parte Andrés es alto funcionario del Grupo Bancolombia, Camilo ejerce la medicina en Shanghái, China, y Sara, casada con un español, reside en Barcelona, España.


Durante el tiempo que vivió como jubilado en Medellín, siguió prestando asesorías en el área de ingeniería mecánica, y viajando por Colombia y el mundo.

Álvaro fue, ante todo, un ser humano generoso y caritativo, amigo de sus amigos y a quien se recuerda con cariño, cuando transitaba las calles y sitios de Cúcuta en compañía de sus amigos o compañeros como Pedro Matallana, Tito Romero, Hugo Monsalve, Enrique Asela, Víctor Hugo y Orlando Rosales, entre muchos...


Falleció el 5 de febrero de 2022, en la ciudad de Barcelona, España, a causa de complicaciones derivadas de una isquemia cerebral.

¡Me sonríes desde el cielo, lo sé!




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 9 de octubre de 2022

2133.- EL CARMEN DE TONCHALA, LA CUNA DE CUCUTA

Rolando Medina (La Opinión)


¿Sabía que en este corregimiento se firmó la donación de los terrenos que permitieron la fundación de la capital nortesantandereana?

Histórico corregimiento que sirvió como primer peldaño para la fundación de Cúcuta: El Carmen de Tonchalá. Es un territorio de historias por contar, cuya vía resguarda las memorias de tiempos difíciles cuando solían dejar muertos en ella.

Fue desde que los alrededores comenzaron a poblarse e iniciaron las obras del acueducto metropolitano que esta clase de problemas disminuyeron, además, ya gozan del servicio de agua, pero aún varios problemas los aquejan.

“Estamos sufriendo mucho por la falta de un alcantarillado y la ausencia del puesto de salud, aquí no viene un médico para ver cómo estamos”, comentó María Medina.

Tampoco cuentan con una antena fija para recibir señal telefónica, si necesitan hacer una llamada, deben acercarse a la escuela.

El edil José Meza agregó que es necesaria una política pública que los saque de la deriva, pues son varias las necesidades por atender.

“Nuestro colegio requiere la construcción de salones, porque tenemos entre 40 y 45 niños por aula”, señaló Meza.

Hoy por hoy, 2021, El Carmen de Tonchalá es el corregimiento que más habitantes posee, con más de 12.000 personas, no porque el caserío sea el más poblado, sino porque les han atribuido los asentamientos humanos del anillo vial occidental.

“Somos el más poblado, pero también uno de los más olvidados. Tenemos historia viva y, sin embargo, eso no parecen tenerlo en cuenta las autoridades”, comentó un habitante.


La odisea del transporte

Transporte público no hay. Si necesitan desplazarse hacia Cúcuta, deben irse a pie hacia el barrio Belén, el más cercano al corregimiento, con el riesgo de quedar a la intemperie de los peligros en la vía.

“Una carrera nos lleva en media hora, pero caminando se va alrededor de hora y media, y como ha estado lloviendo tanto, se hace más complicado, pero qué más, es lo que nos toca cuando alguna diligencia debemos hacer”, agregó Medina.

Solo un hombre hace carreras hacia Belén, la famosa chiva de Fermín Soto, un viejo bus soviético marca UAZ, modelo 1982, muy conocido por el sector. Si alguien necesita hacer un viaje más largo y con carga mayor, su hermano, Guillermo, presta el servicio en su camión.

Desde las 6:00 a.m. sale Fermín en su antigua chiva, listo para hacer sus cuatro viajes diarios que conectan a El Carmen de Tonchalá con el barrio Belén, como lo ha hecho desde hace más de 35 años.


Demoras con la placa huella

A través de la construcción del acueducto metropolitano, se intervino la placa huella del corregimiento, un proceso que no ha podido finalizarse como la comunidad lo esperaba.

“Estamos a la espera de que la empresa encargada pueda solucionar cuanto antes sus problemas económicos para que la comunidad y nuestros visitantes tenga un mejor acceso al sector, porque la vía es la cara de nuestro corregimiento”, manifestó el corregidor Gonzalo Niño.


La tienda azul

María Elvira Medina es oriunda de Antioquia; una vez sus padres fallecieron, tanto ella como sus hermanas se esparcieron por el país. Medina llegó a El Carmen de Tonchalá en busca de trabajo y, además de conseguirlo, halló a la persona con la que conformó su hogar.

Juntos, inauguraron en 1982 la famosa tienda azul, que en otras épocas abundaba en productos y víveres, cuando romerías viajaban hacia allí para disfrutar del paraíso de Pozo Azul.


El mítico paisaje fue inmortalizado en un gran mural en una pared exterior de la tienda que llama la atención de nativos y visitantes; cada año solían renovarlo para las fiestas de la Virgen del Carmen, pero las circunstancias actuales han hecho difícil conseguir la pintura.

“Antes todos los turistas pasaban por aquí, pero ahora con la pandemia está mal el negocio, ya la gente no tiene plata para gastar. Uno que otro entra a tomar gaseosa y comerse un pastel, lo que vendemos nos alcanza solo para comprar el mercadito”, comentó María Elvira.

Pero en los recuerdos de María aún viven aquellas épocas de bonanza, en las que los cucuteños se divertían con los bazares, orquestas, reinados y saltando en los brinqui-brinqui.


Hogar de Juana Rangel

Las calles de El Carmen de Tonchalá están llenas de historia y aún resisten viejas estructuras para comprobarlo. Fue aquí donde habitó Juana Rangel de Cuéllar cuando, el 7 de junio de 1733, firmó las escrituras con las que donó 782 hectáreas de terreno para la fundación de San José de Guasimales de Cúcuta, y una estatua de la ‘gran benefactora’, con pluma en mano, rinde honor a ese momento.


La finca de Cuéllar, hoy convertida en la Casa de la Cultura, aunque ya no conserva la misma magnitud, todavía se mantiene en pie, con las mismas paredes, ventanas y puerta de antaño.

A la izquierda, se erige la capilla Nuestra Señora del Carmen de Tonchalá, que en épocas republicanas fue iglesia. Cada domingo, abre sus puertas y hace sonar su campana para dar bienvenida a los feligreses.

Sin embargo, no desean que el municipio solo se acuerde de su existencia en cada cumpleaños de Cúcuta, sino que se implemente una estrategia duradera que los ayude a ser territorio de progreso.

Los paseos a Pozo Azul


En otro tiempo, los habitantes de Belén y barrios aledaños de la Comuna 9 de Cúcuta se organizaban para hacer paseos hacia Pozo Azul, un balneario del corregimiento, característico por sus aguas cristalinas y atractivo tropical, al que llegaban luego de media hora de camino a pie. En otras ocasiones, llegaban en auto.

Si bien, para los locales, la belleza de Pozo Azul no es la misma de antes por los problemas constantes con las basuras, este pozo de ocho metros de profundidad se mantiene en sus recuerdos por su singular atractivo.

Aunque la tradición de visitarlo y deslizarse por los túneles naturales que forman sus piedras sigue vigente, ya no se da con la misma frecuencia de antaño.

Su cementerio


¿Sabía que la comunidad es dueña de su propio cementerio y no deben pagar por enterrar a sus difuntos?

Un motivo de orgullo para los habitantes de El Carmen de Tonchalá es poder decir que son dueños de su propio cementerio. Allí habitan tumbas con más de 100 años, como la de la señora Matilde Molina, fallecida en marzo de 1921, cuya lápida de piedra tallada poco a poco borra sus letras con el paso del tiempo.

Otras tumbas de igual antigüedad y mismo material fueron robadas cuando el camposanto local permanecía abandonado, fue por eso que hace seis años un grupo de cinco vecinos se congregaron para integrar el comité de cuidado y mantenimiento.

Luis Emilio Pereira Lozada es uno de los integrantes y trabaja junto con la comunidad en el proyecto de la construcción de la capilla para, a futuro, hacer las exequias de sus difuntos allí mismo.


“Me encargo de mantener limpio y embellecer las tumbas. Siempre estamos pendientes de invitar a la gente cuando vamos a hacer paseos para recaudar fondos y poder ampliar el cementerio”, dijo Pereira.

Aunque el camposanto fue cercado y reducido para la década de los 70, cuando muchos habitantes empezaron a irse y los que quedaron notaron que eran pocos los fallecidos, una de sus proyecciones es volver a ampliarlo a su totalidad, que supera el doble del encerrado actual.

La idea de los locales es construir bóvedas, resteros y que la estatua de la Virgen del Carmen y la capilla queden dentro de los límites, para que el cementerio se convierta en el patio trasero.

La administración municipal les ha socializado en varias oportunidades la idea de tomar las riendas del lugar, pero la comunidad rechaza la propuesta en cada oportunidad, porque temen que, al dar el sí, se pierda su carácter solidario y comiencen a cobrarles por las exequias.


“Cuando necesitan enterrar a alguien, a los del comité son a quienes nos buscan para el permiso. Como esto es de la comunidad, la misma gente consigue los materiales y no deben pagar nada. Si es en tierra, buscan quién les haga el hueco, porque acá no tenemos sepulturero”, relató Pereira.

En caso de que los dolientes no posean los recursos económicos para hacer el entierro, los vecinos se unen en la causa para aliviar el gasto funerario. En solo un par de horas, ya la bóveda está lista.

“Es un cementerio tranquilo y, gracias a Dios, sin historias de apariciones. Somos unidos como comunidad siempre que alguien lo necesite”, concluyó Pereira.


Una Casa de la Cultura con muchas necesidades

Julio Niño llega cada día desde el barrio Belén en su moto. A las 8:00 de la mañana abre las puertas del único lugar que se ha convertido en el encuentro de los más pequeños con la historia, la cultura y la academia.

No más de doce niños al día visitan el espacio, pero, los pocos que lo hacen, fielmente esperan el arribo de Julio, quien propone la decoración, actividades y programas para la semana.

La biblioteca presta servicios como referencia, consulta en sala, acceso a internet, promoción de lectura y cultura, alfabetización digital, cineclub y club de lectura individual y compartida.

“Es un lugar muy abandonado, no tenemos agua, hay muchas goteras, las paredes están sopladas y a veces no hay material para hacer actividades con los niños”, declaró Julio con nostalgia.

Aun así, esto no detiene a Niño de continuar con su labor, ayudarlos con sus tareas y llevar alegría a pequeños como ‘Pipe’ Mora y Maibi Maldonado, dos de los más fieles visitantes, apasionados por la pintura y la lectura.

“Para hacer un taller debo tener máximo diez niños, en este momento estamos haciendo una decoración a la biblioteca y haremos las bolsitas para jugar al amigo secreto”, comentó el promotor.

Además, una presunta invasión al patio trasero de la Casa de la Cultura genera malestar en la comunidad. Antes el espacio era utilizado para actividades físicas y de esparcimiento, pero, una vez fue tomado y sellado con rejas, candado y cadenas, hace tres años, no han logrado desapropiarlo.

Gonzalo Niño, corregidor de El Carmen de Tonchalá, señaló que ya está marchando un proceso sobre el caso y esperan que para fin de este año se haya podido discernir la situación.


A la espera de vacunas

Esperanza Orozco es promotora de salud en el corregimiento desde hace 20 años, lo que le ha permito seguir de cerca los avances en los esquemas de vacunación.

“Reporto eventos y hago vigilancia a la salud pública. Aquí hemos reportado varicela, sarampión, rubeola y casos de COVID-19”, explicó Orozco.

Debido a que la vacunación contra el coronavirus no se ha llevado hacia allí, los habitantes se han desplazado hacia sus centros de salud en Cúcuta para recibir las dosis.

“Siempre nos dicen que ya vienen las vacunas, pero nunca sabemos cuándo, es algo que realmente necesitamos porque se han reportado casos, y hasta el día de hoy mantengo un listado de 106 personas esperando la primera dosis”, dijo la promotora.

A la fecha, se está organizando un censo para determinar cuántas personas hacen falta por vacunar y poder llevar hacia allí al personal adecuado.

Situaciones como estas son las que hacen añorar a los residentes del corregimiento los tiempos pasados, cuando el puesto de salud aún funcionaba, hasta que se cerró hace 15 años, junto con otros 25 de Cúcuta.

Hoy, las viejas instalaciones son ocupadas por la Junta de Acción Comunal, pero añoran con que se les construya un salón múltiple propio y digno donde la comunidad pueda reunirse y se presidan reuniones de interés general.

Sede deportiva


Este año, El Carmen de Tonchalá será sede de los juegos intercorregimientos, que se celebrarán a finales de octubre, una apuesta en la que concentran las esperanzas de reactivación económica y turística de la localidad.

“Aquí estarán concentrados los diez corregimientos de Cúcuta para participar en las diferentes actividades deportivas que tenemos programadas, la invitación es a que nos visiten y conozcan las bellezas que tenemos para mostrar”, manifestó el corregidor.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 7 de octubre de 2022

2132.- MEDINA, EL ‘SOBANDERO’ QUE RESISTE EN SU OFICIO

Ronaldo Medina (La Opinión)


Con el tiempo, han sido varios los oficios de épocas pasadas que en la actualidad han tendido a desaparecer, pero José Antonio Medina Molina, un hombre de 65 años, aún se resiste a dejar atrás las enseñanzas empíricas de su padre, Gabino Medina, quien a finales de la época de los 60 obtuvo el título de ‘el mejor sobandero de Cúcuta’.

También conocido como kinesiología, “este arte fue heredado por mi papá y mis tíos, un don natural de la familia para sanar a las personas que lo requieran. Lo que ellos sabían, a mi hermano y a mí nos lo enseñaron para ponerlo en práctica”, relató Medina.

El trabajo que ha desempeñado durante más de 40 años junto con su hermano, Sergio Medina, los ha llevado a hacerse un nombre en la ciudad y en el departamento. Relata Antonio que son muchas las personas que día a día visitan su pequeño consultorio en el barrio El Llano (donde vivieron gran parte de su vida) para ser tratadas ‘por sus manos milagrosas’.

Desde Ocaña, Pamplona, Bochalema, Chinácota, corren la voz a voz de los hermanos Medina. Incluso, en ocasiones, cuando las torceduras son más graves, sus mismos clientes les envían transporte.

Manos sanadoras

“Vienen a buscarnos por lesiones en los tobillos, los hombros, la columna, entre otras dolencias de las que hemos ayudado a recuperar a las personas con nuestras terapias, incluso, mejor que algunos médicos profesionales”, agregó.

Según Medina, los comentarios más frecuentes que reciben él y su hermano por parte de sus clientes son de asombro, pues luego de intentos fallidos de terapia en consultorios especializados, es que son sanados de sus dolencias.

Uno de los clientes que Antonio Medina más recuerda fue el caso de una odontóloga que pagó en un consultorio especializado cerca de diez terapias a $100.000 cada una; cuando iba en la quinta, notó que su molestia articular seguía igual.

“Con dos terapias que le hice, la alenté, y aún recuerdo que me decía con felicidad: ‘usted es un profesional, señor Antonio’, sabe mucho más que un médico; así ha pasado con otras personas”, relató.


Un aprendizaje empírico

Durante cuatro décadas, José Antonio, hijo de un reconocido personaje de Cúcuta, ha ejercido el arte que aprendió de manera empírica.

Medina tenía 25 años cuando empezó a poner en práctica lo que veía hacer a su padre y, al notar que las ganancias que dejaba el oficio eran buenas, se esmeró en aprender cada día más y mejorar poco a poco.

Ahora, considera vastos y variados sus conocimientos, como corregir un hueso, curar el dolor en el nervio ciático o identificar con rapidez la ubicación de los tendones.

“Con la práctica ya uno sabe dónde están los huesos y los nervios, por ejemplo, con la columna, solo toco a una persona para saber dónde están los discos corridos y corregirlos”, manifestó.

Estos aprendizajes los complementó cuando trabajaba en la Funeraria Medina, organización fundada por su padre y que, una vez fallecido, él y sus hermanos continuaron con el legado, hasta que la dieron por terminada en el 2013.

En sus rutinarias visitas a Medicina Legal, mientras esperaba que les entregaran los muertos, solía charlar durante varios minutos con el patólogo del instituto, quien le explicaba la ubicación de los huesos en el cuerpo humano, gracias a un esqueleto a escala que había en las instalaciones.

“Ahora son pocos los sobanderos que quedan en Cúcuta, la gran mayoría ya han muerto y aunque hay algunos que han entrado nuevos a este oficio, con variedad de máquinas y tarifas costosas, no todos saben hacerlo bien”, precisó.

Mientras algunos utilizan aparatos como lámparas, masajeadores profesionales, entre otros elementos, los únicos instrumentos de Medina son sus manos y un tarro de crema.


Las tronchaduras más frecuentes

Medina confiesa que el motivo por el que las personas más suelen visitar su consultorio es por una tronchadura de tobillo, la mayor parte del tiempo, por accidentes en medio de un partido de fútbol o personas que, en sus labores domésticas, sufren algún tropiezo.

Rodillas, manos y hombros, junto con la enfermedad en el nervio ciático, son otras de las razones por las que más los buscan. Este último, que dificulta el caminar de las personas, lo trata con masajes desde el candado del pie, sube por la pierna, pasa por los glúteos y asciende a la columna.

Con tres o cuatro masajes, señala que el nervio ciático suele quedar curado y sus pacientes no vuelven a sufrir de él.

Hablar con sus clientes hace parte de la terapia, suele hacer preguntas y charlar sobre la vida con los pacientes y, mientras se entretienen en la conversación, cuando menos lo esperan, sienten un tirón en el brazo o en la pierna, y su dolencia ha quedado sanada.

Después de eso siempre suelen venir risas y preguntas como “¿en qué momento?”, a lo que Medina responde con orgullo: “es parte de la distracción”.

Ha trabajado arduamente

Durante su vida, Medina ha desempeñado varios oficios, algunos al mismo tiempo, para poder sostener a sus hijos. Confiesa que, por tanto trabajar, hubo una época donde solía sentirse desgastado, pues manejaba taxi, administraba un billar y trabajaba con su padre y sus hermanos en la funeraria.

En la casa de funerales aprendió varios oficios, desde arreglo de muertos, protocolo de servicios, administración y otros conocimientos relacionados con la tanatología.

“El formol y tanto conducir durante mi vida me desgastó un poco la vista, pero pude tener trabajo todos los días, y lo sigo teniendo”, concluyó.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 5 de octubre de 2022

2131.- SCALABRINI, CENTRO COMUNAL DE ALTA TECNOLOGIA

Miguel Landazábal (La Opinión)

 

En la periferia de la ciudad, con viviendas hechas en tablas y cemento, y calles agrietadas pese al pavimento comunitario, el barrio Scalabrini ha logrado fomentar la organización entre vecinos y ser pioneros en gestionar recursos para crear un salón comunal digno sin intervención del estado.

Su lucha contra la estigmatización ha sido ardua y sin tregua. Nació en el año 2000 con la llegada de 120 familias desplazadas por la violencia del Catatumbo y el Sur del Cesar.

Acogidos por misioneros Scalabrinianos, su proceso de organización dio inicio creando cuotas de trabajo para problemas propios como la construcción de escuelas, centros deportivos o espacios comunitarios.

“Los misioneros desde el principio alentaron la participación comunitaria, de hecho, hacíamos filtros de manera grupal para decidir qué familia necesitaba más el lote que fueran a entregar, se analizaba quién tenía las mayores necesidades y gracias a eso, nuestra comunidad se fortaleció con el tiempo”, expresó Isaac García presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC).

La comunidad ha logrado concretar la construcción de un espacio comunitario 
con herramientas tecnológicas.

Un Centro Comunal de alta tecnología

La Junta de Acción Comunal ha encontrado financiación internacional para la adecuación de infraestructura local, un proceso de gestión que duró 5 años.

Luego de cinco años de procesar solicitudes y requisitos con organizaciones y fundaciones internacionales como la embajada de Corea del Sur, el barrio ha logrado concretar la construcción de un espacio comunitario con herramientas tecnológicas y descentralización de la estructura del municipio, pues contará con oficinas del SENA y el Sisbén.

Una de las condiciones para la ejecución del proyecto, pactadas por la misma comunidad, fue que el ciento por ciento de la mano de obra contratada viviera en el barrio, lo que hasta ahora ha sido cumplido por la constructora encargada.

“Es importante que sea la misma comunidad quien la edifique, primero porque existen muchas personas que saben de construcción en el lugar, segundo para aportar a varias familias que la están pasando mal económicamente y tercero porque sirven de veedores, como el lugar es para ellos mismos, si algún ingeniero o la constructora se le da por cambiar los planos para ahorrar material, ellos me contarán primero a mí, porque son dolientes directos”, manifestó el presidente.

La primera fase del proyecto es la creación de un salón multifuncional dotado con videobeam y computadores que albergue más de 200 personas, unas oficinas específicas para la Junta de Acción Comunal (JAC), una cocina, una bodega y baños divididos por géneros con implementación de última tecnología.

La Alcaldía al ver la consolidación del proyecto por parte de la comunidad de Scalabrini, se quiso unir a la propuesta con el proyecto ‘Corazón de Barrio’ y confirmó su inversión a finales de este año. Cabe resaltar que les interesó la alianza con el barrio cuando ya tenían los estudios de suelo respectivos y el proyecto en marcha, afirmó el presidente.

En la segunda fase, se planean construir salas virtuales para formación de la comunidad, espacio para el SENA, un espacio para el Sisbén y una plazoleta con zona de cafeterías para que los mismos vecinos traigan sus emprendimientos y fomenten el consumo entre sí.

“Las zonas periféricas han sido muy encasilladas, nosotros tenemos mucha capacidad de urbanismo, emprendimiento y desarrollo, durante 20 años se nos han negado derechos fundamentales como acceso a un alcantarillado, asunto que todavía está pendiente con Aguas Kpital, pese a estar consolidados como un barrio legal desde el 2017, sin embargo, seguiremos gestionando nuestros propios espacios, porque sabemos que, si nos quedamos esperando, el estado no va a llegar nunca”, dijo García.

El salón del adulto mayor llevaba diez años abandonado.

Salón del Adulto Mayor

Hoy en día 2021, cuenta con una población de 700 habitantes, una escuela, sitios de recreación y expresión cultural por medio del muralismo. A causa de las construcciones del centro comunitario, los vecinos buscaron adecuar un espacio abandonado para sus reuniones.

El salón del adulto mayor, como se conoce de forma popular en el barrio, fue un terreno donado a la iglesia en acuerdo con la comunidad para adecuar el espacio.

“En la actualidad lleva muchos años en abandono y no cuenta con luz ni agua, pero nos hemos propuesto a mejorarlo con ollas comunitarias y donaciones de material junto a dinero en la vecindad”, explicó García.

El balance de su primera actividad ha sido satisfactorio, lograron pintar y limpiar el lugar, sin embargo, continúan en la búsqueda de instalar los servicios públicos para, al menos, no angustiarse al caer el sol por quedar en total oscuridad.

“Le apostamos a buscar la forma de auto mandatarnos, y no es que neguemos a la alcaldía, porque la necesitamos, pero la ciudad se les ha quedado pequeña. Como sea vamos a organizarnos para garantizar una vida digna con acceso a los derechos básicos de todos nuestros habitantes”, concluyó García.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

lunes, 3 de octubre de 2022

2130.- TEODORO GUTIERREZ CALDERON, Su columna ‘Gentes del teclado’

Gerardo Raynaud (La Opinión)


En 1948, Teodoro Gutiérrez Calderón le dedicó una de sus columnas periodísticas del diario Comentarios a un grupo de músicos, que, aunque no todos eran oriundos de la región, tuvieron afinidad y vínculos con ella.

Teo, como cariñosamente le decían sus amistades, era un hombre público que había obtenido su título de abogado en la Universidad Nacional y desempeñado una variedad de cargos tanto del sector público como privado.

Aunque su verdadera pasión era la docencia, otras actividades culturales no le fueron extrañas, pues se distinguió en casi todas las demás artes, como la poesía, la historia, la literatura y otra menos conocida, como la que narra en una de sus columnas que a continuación les transcribo: la música.

He indagado en algunas biografías que he logrado encontrar, para conocer sobre este rasgo de su personalidad musical pero la verdad es que poco he logrado, así que veamos lo que escribía el maestro Gutiérrez Calderón sobre estos músicos a quienes se refirió en su columna como ‘Gentes del Teclado’. Presenta el maestro Teo, cinco personajes que influyeron, según su parecer, en su cultura musical y en la del pueblo de sus afectos. He aquí quienes son:

“1… Jesús Álvarez Salas, vivía en la carrera 14 a pocos pasos del Parque de los Mártires en Bogotá, en una hermosa mansión, en donde solían reunirse por aquellos años de mi vida universitaria, los Cuervo Márquez, el poeta Diego Uribe, la diva Emilia Cuervo y otros valores intelectuales y artísticos.

Álvarez Salas era un maestro de la ejecución pianística. De sus manos oí las mejores obras escritas para el instrumento de Beethoven y Chopin.

Álvarez Salas tenía un perro sensible al sonido. Cuando se tocaba algo en tono menor, se ponía a aullar como un desconsolado, y al pasar a un tono mayor, parecía sonreír de contento. Un tranvía lo aplastó una tarde bajo sus ruedas y yo le escribí un canto bajo el nombre de uno de los libros del uruguayo Soiza Reilly: ‘El Alma de los Perros’.

2. Mi paisana Lucía Pérez; fue el maestro Tomás Carrasquilla quien me llevó a escuchar a esta sacerdotisa del teclado. ‘Tu paisana parece un hombre sobre el piano’, me dijo el autor de Entrañas de un Niño.

Lucía nos dijo que su maestro preferido era el divino sordo, autor de Claro de Luna. Por exigencia de Carrasquilla, nos tocó su tocaya Lucía de Lammermoor.

Una tarde Lucía me exigió que tocara algo mío; con el rubor que el caso requería, le toqué mi marcha Guerra Europea, compuesta con motivo de la guerra mundial y que empieza con toques de corneta, que el esteta del arte de Saúl Luna Gómez me elogiaba confidencialmente.

Lucía tomó un pedazo de papel y un lápiz y me exigió que volviera a tocar la marcha. Cuando terminó, la ilustre profesora y artista tenía copiada toda la melodía de las tres partes, se sentó al piano y me la tocó magistralmente.

Yo quedé maravillado de aquella mujer que más tarde fue a doctorarse en París y años después fue directora del Conservatorio Nacional. Lucía es un orgullo y una gloria del arte musical de Colombia.

3. Fausto Pérez, es hermano de Lucía y con ella, Rita y José Pérez, residente en Caracas, pertenecen al nidal de ruiseñores del maestro Celso Pérez.

Es un maestro y un artista del piano, y sobre todo un compositor inspirado. En una película argentina sobre temas marinos, oí tocar una marcha suya que muchas veces se ejecutó en las partidas de fútbol cucuteñas, por allá en 1921.

Su pasillo Que lo sirvan, es inigualable. Es director de nuestra Escuela de Música desde su fundación y como pianista de orquesta tiene poco paralelo.

Para la ciudad universitaria del Táchira, que ha visitado varias veces, es un ídolo. Su temperamento alegre y gracioso hace fluir sobre su palabra y sus ademanes toda la atención de sus contertulios.

Cuando Fausto muera, Cúcuta quedará huérfana de muchos tesoros del arte.

4 El negro Cipriano Colón, a quien Cúcuta conoce, es un venezolano laureado en varios concursos. La última vez nos encontramos en San Cristóbal, en 1945. Durmió en mi casa dos meses. Deambulábamos por los cafés y a veces nos refugiábamos en los salones del Hotel Royal, frente a la Plaza de Bolívar a gozar del arte y de los calumniados filtros de Baco, en horas felices de que no saben los bárbaros.

En casa de los artistas Cubillos, de la encantadora Evelia, directora de la Escuela de Música del Táchira, pasamos horas inolvidables que nunca volverán.

El maestro caraqueño Cipriano Colón, a quien estoy mirando ebrio del ‘bon vino de Berceo’ por las faldas del Ávila, es un negro que tiene el alma blanca. Cuando sepa su muerte, le haré un canto más hondo y más humano que las páginas que dejé escritas en el libro de sus memorias.

¿Es un delito embriagarse? ¡Embriaguémonos –decía Beaudelaire- de vino, de amor! ¡De poesía, pero embriaguémonos! “Más que los manjares, más que el amor, más que el dinero le gusta los diabólicos deleites de Verlaine y de Poe al maestro Colón.

Pero sobre el teclado es un niño genial, que bien pudo haber inspirado el precioso romance de Andrés Eloy Blanco: Píntame angelitos negros.

5. Emilio Murillo, era un potro de nácar sobre la dentadura de ébano y nieve del piano. Lo conocí en el café Riche, en el atrio de la Catedral Primada de Bogotá, una noche de farra.

Yo tocaba una polca suya, creo que se llamaba Bavaria. Sin saber quién era, se me acercó y me la hizo repetir tres veces, en gracia de unos adornos que le puse de mi caletre porque yo soy músico de oído. Me aplaudió, me brindó. Al mirarlo bajo su ruana sabanera, con ese corpacho y ese sombrero alón, me dije: ‘este debe ser algún hacendado. Bebámonoslo’, le dije a Eduardo Castillo y a Efraín de la Cruz.

´Bebérnoslo no es difícil, porque es un gran anfitrión, dijo el poeta de las narices de Cyrano, pero oigámoslo primero’.

Echándose la ruana sobre el hombro, dijo el feliz apóstol de la música nacional: ‘pues esa polca es mía’, voy a tocársela. Me caí de para atrás y no volví a sentarme al piano en toda la noche.

Al otro día, Murillo me invitó a un piquete y me brindó su célebre cerveza ‘Rosa Blanca’.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 1 de octubre de 2022

2129.- URIMACO, HISTORICA TIERRA BUSCA NUEVO LEGADO

Ronaldo Medina (La Opinión)


¿Sabía que la heroína Mercedes Ábrego vivió en Urimaco cuando fue tomada prisionera por el ejército español?

A 40 minutos de la capital nortesantandereana un aviso da entrada a Urimaco, corregimiento histórico del municipio San Cayetano, cuya vía al caserío aún resguarda los horrores de un territorio olvidado pero que lucha por cerrar las cicatrices dejadas por la violencia y resurgir por sus tesoros identitarios y culturales.

Abundante en montañas arcillosas de arena amarilla, en antaño eran numerosos los camiones que entraban y salían para llevar la materia prima con la que fueron construidas muchas de las casas antiguas de Norte de Santander.

Hoy 2021, por los centros de acopio de carbón que van hacia los puertos de la costa Caribe a ser exportados en buques, la carga pesada continúa transitando la zona con cargamentos traídos de las minas de San Cayetano, San Faustino y Sardinata.


‘Prohibido olvidar’

Permanecen latentes en la memoria de los más antiguos habitantes de Urimaco los tiempos oscuros cuando los rezagos de la violencia habían hecho de su territorio un cementerio a cielo abierto.

Relatan locales que desde otra parte de la región traían los muertos y los arrojaban en la vía, cuando era un territorio desolado, y eran los residentes del caserío quienes debían convivir día a día con los olores putrefactos de los cadáveres y el tétrico panorama.

“También hubo una época en la que la basura de la ciudad la arrojaban aquí, eso los recicladores lo extendían para recolectar el vidrio, pero también se la comían los cerdos que criaban por esa zona”, expresó un habitante.

Desde que parte del paso fue ocupado por el asentamiento humano La Prosperidad, fue que los horrores que padecían a diario comenzaron a disminuir, hasta el punto de no volver a saber de algún muerto, hasta hace poco, luego de mucho tiempo.

“La entrada a la vía daba mal aspecto y mala imagen en temporada de fiestas, las bolsas hasta se nos venían a la cara cuando íbamos entrando”, dijo Miriam Barbosa, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC).

También la fundación Termotasajero ha sido clave en el cambio de imagen de la entrada, gracias a la instalación de cestos donde ahora descargan las basuras; cada semana, la alcaldía envía un camión a recolectarlas.


Una devota de corazón

La capilla de Urimaco no cuenta con un sacerdote a tiempo completo, pero sí con una guardiana que, de vocación, se ha apersonado del cuidado y mantenimiento del santuario.

Teresa Beltrán es bogotana, pero llegó a Cúcuta en la década del 70 y posteriormente a Urimaco, tierra donde se asentó para hacer su vida.

Desde entonces lleva consigo las llaves del templo y hace la novena a la virgen del Socorro, que tuvo su aparición en el lugar hace varios años.

“Como no hay campañas de políticos ni venta de cerveza, nuestra iglesia está abandonada, ahora no hay nadie y todo se acabó, llevamos tiempo sin poder hacer los homenajes en forma, pero aquí sigo yo”, confesó con voz quebrada.


Aun así, Teresa se mantiene firme en su misión, tal como le nació desde que era niña, en sus tiempos en Bogotá, cuando tomaba un canasto, recogía pastillas de chocolate y se iba a escondidas detrás de los buses hacia la iglesia del 20 de Julio a repartirlos a los feligreses.

Aunque ya su edad no le permite subir las escaleras que llevan a la campana de la capilla, Beltrán se las ingenió para continuar con su actividad favorita y, amarrada la campana desde lo alto con una cuerda extensa, la hace sonar para avisar a sus vecinos que el novenario a la virgen del Socorro está por comenzar.

“Si algún día me llego a ir de aquí, lo pensaría bastante, porque me daría pesar dejar la capilla, que es lo único que me mantiene apegada a Urimaco”, confesó.



Poca presencia municipal

La presidenta de la (JAC) manifestó que uno de los problemas más arraigados a Urimaco es la poca colaboración estatal que reciben en temas de infraestructura y recursos.

Cuenta la corregidora que han sido los empresarios del carbón quienes, como parte de sus actividades de responsabilidad social, aportan en la celebración de festividades, además se comprometieron con la comunidad en pavimentar las vías faltantes y, una vez terminen de recolectar los recursos, iniciarán las obras.

“La última vez que hubo ambiente abierto fue cuando vino la Policía Nacional hace dos semanas, que trajeron la orquesta y organizaron una actividad de esparcimiento social”, declaró Barbosa.

Antes de la pandemia, el cabrito era el plato que más atraía a quienes visitaban Urimaco, pero, por la crisis económica, la cría de este animal está casi extinta en la zona.


Agua contaminada

La limpieza de la quebrada Tonchalá, que atraviesa a todo el corregimiento, ha sido otra solicitud constante de los habitantes, por las aguas negras que contaminan la corriente.

“A eso de las cuatro o cinco de la tarde no nos podemos sentar en el andén de las casas porque los zancudos y los animales abundan”, expresó la corregidora.

La comunidad agregó que, por este problema, varias personas están sufriendo enfermedades parasitarias en sus vías digestivas.

“No tenemos agua tratada, la que estamos bebiendo es de muy mala calidad, siempre tenemos que hervirla. Hace poco nos enviaron la prueba del agua y los resultados fueron alarmantes”, dijo la presidenta de la JAC.

En antaño, aquellas aguas eran utilizadas para lavar, pescar y llevar agua en tarros mantequeros para cocinar y lavar en casa, pero ahora es imposible.


Tierra de historia

Lo que en otro tiempo fue la hacienda de Urimaco, hoy es un corregimiento recordado por los locales por la historia que guardan sus calles.

Cuentan habitantes que la heroína de la independencia colombiana, Mercedes Ábrego de Reyes, habitó durante varios años una finca en la que cultivaba cacao para enviar a Maracaibo.

Reconocida por su peculiar talento para el bordado y las artesanías, la heroína tejió para el libertador Simón Bolívar una casaca en oro, en apoyo a la causa patriótica y en símbolo de su admiración a Bolívar.

En 1813, una vez el capitán español Bartolomé Lizón ocupó Cúcuta, ordenó la captura de Ábrego y, desde su hacienda en Urimaco fue llevada a la cárcel de Cúcuta prisionera, lugar donde fue ejecutada.

En honor a su legado, en el parque del corregimiento se le erige una estatua, construida en 1990. De aquella finca que alguna vez ocupó Mercedes Ábrego solo quedan rezagos de la estructura.

“Urimaco es un corregimiento al que las autoridades desafortunadamente no le han dado el valor que se merece, por ser el territorio donde vivió Mercedes Ábrego y que sirvió de paso de Simón Bolívar”, expresó la docente de la escuela Mónica Sanabria.

Es por ese motivo es que los niños de Urimaco son educados con estos principios históricos, para que, una vez se conviertan en las personas que deseen ser, destaquen e impulsen ese legado desde sus diferentes profesiones y oficios.

“Yo lo he oído por los habitantes de aquí y lo he transmitido a los niños, ellos ya conocen todo lo que le sucedió a Mercedes”, agregó la educadora.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.