PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

viernes, 9 de agosto de 2013

423.- LA ZONA FRANCA DE CUCUTA


René Mora





Tras más de cinco décadas de estar operando, la Zona Franca de Cúcuta no ha logrado cumplir su objetivo principal  y la ciudad se expone a perderla.

La razón tiene que ver con el hecho de que el Gobierno Nacional la declaró como un bien improductivo y decidió entregarla a la Central de Inversiones S.A. (Cisa) para venderla al mejor postor, así este no quiera mantener el régimen franco y prefiera urbanizar las 20 hectáreas del terreno, que durante la mayor parte del tiempo ha concentrado actividades de tipo comerciales y no industriales.

Las Zonas Francas fueron creadas en 1958 como una política comercial del Estado para incentivar la inversión extranjera, nacional y local con el montaje de parques industriales de bienes y servicios o actividades comerciales, bajo una normatividad especial en materia de tributaria, aduanera y de comercio exterior. Con este régimen las regiones se beneficiarían con la creación de empleo, la captación de capital extranjero y la generación de economías de escala.

En Cúcuta, la Zona Franca se inauguró a principios de los 70 y durante dos años fue administrada por el Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Económico y luego por el Ministerio de Comercio Exterior. A diferencias de otras zonas francas creadas por la misma época (Barranquilla, Santa Marta, Cartagena y Palmaseca), el desarrollo de esta fue muy lento, debido a que los requisitos para ser usuario industrial eran muy complejos y el estudio de las propuestas tardaban seis meses. La mayoría de ellas fueron negadas.

Las empresas que pasaron el filtro y obtuvieron la calificación de usuarios industriales pertenecieron al sector maderero (fábrica de aglomerados), calzado, confecciones y automotor. Cuando arrancó la Zona Franca, en el 70, existían más de 50 usuarios, entre comerciales e industriales. Hoy esa cifra llega a diez y solo siete están operando. El mayor uso que se le ha dado a los terrenos es para almacenar mercancía y no para producir bienes o servicios, que es el objetivo principal.

NACE UNA SOCIEDAD

Entre 1972 y 1995, la Zona Franca estuvo bajo la tutela del Gobierno, quien a partir de 1991 inicia un proceso para entregar su operación al sector  privado con el fin de promoverla y desarrollarla por medio de una concesión, en la que el arrendatario asumía las inversiones en infraestructura por medio de un plan maestro, ya que en esa época se efectuaba la liquidación de dicha zona. Por medio del Decreto 2480 de 1993,  el Estado estableció el régimen especial y con la Resolución 1059  de 1994, declaró por un término de 30 años el área geográfica de la Zona Franca Industrial de Bienes y Servicios de Cúcuta, por lo que abrió una convocatoria para conseguir un usuario operador.

A dicha convocatoria llegaron tres empresas: Promotora  y Desarrolladora de la Zona Franca de Cúcuta, Corporación Internacional de Negocios Ltda. y Empresarios Asociados S.A. (Emasa). Cada una presentó al Ministerio de Comercio Exterior su plan de inversión, quien luego de evaluarlas, propuso a los tres interesados crear un consorcio para salvar el régimen en ese entonces y no declarar desierta la convocatoria. Es así como nace la sociedad Zona Franca de Cúcuta S.A. y se gana el derecho de usuario operador, a partir de 1995,  con una inversión de $3.700 millones, a ejecutarse en los próximos tres años.

El plan de inversión propuesto por la sociedad tenía como objeto el cerramiento del terreno, la demolición de edificio de administración y la construcción de uno nuevo, 4.800 metros cuadrados de bodegas, servicios especiales (bancos, salas de exhibición, áreas deportivas y de recreación, acometidas para redes de gas y agua. Cuatro años después, el plan solo se había cumplido en un 14 por ciento y el usuario operador acumulaba una deuda con el Ministerio de $258 millones, relacionada con el pago de los cánones de arrendamientos.


Estos incumplimientos obligaron al Gobierno en marzo de 2011 a dar por terminado el contrato suscrito con la sociedad Zona Franca de Cúcuta S.A. y a designar como usuario operador transitorio a la empresa Zona Franca de Bogotá S.A., primero por tres meses y luego cada seis meses hasta la fecha.
Mientras la zona franca fue manejada por el Estado, esta marchó bien, pero cuando la tomó el sector privado esta cayó y nunca pudo recuperarse. No había fondos suficientes para mantenerla.

Muestra de ello son los resultados financieros que arrojó el ejercicio de la operación o administración de la Zona Franca. En 1999, los ingresos totales ascendieron a $680 millones y los egresos, a $716 millones. Esta pérdida fue permanente y nunca se pudo recuperar (…) esta es una de las razones por las que no se pudo cumplir con el plan de inversiones. La disminución de usuarios también fue uno de los factores que contribuyó a que los ingresos de la Zona Franca se debilitaran y, por ende, se pusiera en riesgo el régimen franco en Cúcuta, ante los pocos réditos que le genera al Gobierno.

LLEGA MONO BLOCK

Uno de los momento más memorables de la Zona Franca de Cúcuta y que parecía ser el motor del desarrollo económico para la región y una invitación para que las empresas internacionales se establecieran en ese lugar, fue la instalación de la ensambladora de chasís para buses urbanos, Mono Block, filial de Mercedes Benz, que tenía como meta inicial ensamblar 300 buses con carrocería venezolana. La idea surgió en 1986, pero solo se cristalizó en 1993. La fábrica, instalada en un terreno de siete hectáreas de la zona franca, generó más de 200 empleos directos y unos 500 indirectos, que eran cubiertos en un 80 por ciento por mano de obra de la región.

Sin embargo, los altos costos de operación, comparados con otras Zonas Francas, caso Cartagena, y así como los costos que representaba el transporte desde el puerto hasta Cúcuta, llevaron a Mono Block a irse de la ciudad y a instalarse en Cartagena con el beneficio de dos régimen: franco y ensamble. Además, porque el mercado potencial era Venezuela y desde que el presidente Hugo Chávez Frías asumió el poder, el comercio  exterior con el país vecino se ha complicado. Otras industrias que se instalaron es esa época tenían que ver con yines, suelas para calzado y varillas.

MANTENER EL RÉGIMEN

Ante la inminente venta de los terrenos de la Zona Franca de Cúcuta a particulares, por parte de la Central de Inversiones S.A. (Cisa), los usuarios hicieron un llamado a los empresarios de la región para que conformen un grupo visible y salven el régimen franco, por medio de la compra de los predios, estimados entre $50.000 y $60.000 millones. Se debe conservar el régimen por la expectativa que hay por los tratados de libre comercio, propicios para canalizar el capital extranjero para promover y desarrollar el régimen franco.

A la fecha hay tres usuarios operadores interesados: Zona Franca de Bogotá, Zona Franca Brisas y Zona Franca Tebaida. La Zona Franca de Bogotá es la más calificada para quedarse con el manejo de la Zona Franca de Cúcuta, pero se necesita ampliar el tiempo de arrendamiento máximo a 10 años y no como lo viene haciendo el Gobierno, renovando el contrato cada seis meses, lo que impide un plan de inversiones para su desarrollo. Patiño Ortiz pidió al Estado y a Cisa ampliar el plazo dado para buscar un operador permanente, que se cumple en septiembre, porque se requiere de tiempo para preparar un plan maestro de desarrollo viable y susceptible de ser ejecutado al cien por ciento.

Por su parte, la Cámara de Comercio de Cúcuta hizo una convocatoria a los empresarios y congresistas de la región para que conformen un bloque conjunto y hagan gestión ante el Gobierno para que sea más flexible, cambie las condiciones, para que el régimen franco de la ciudad se pueda mantener. Si el terreno se vende a un particular y este le da otro uso, el régimen franco se acaba.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
 

miércoles, 7 de agosto de 2013

422.- LA PLAZA CENTRAL, PLAZUELA DE LA AMISTAD


Daniela Villegas Cortés y otra información








El Mercado Cubierto, el principal de la ciudad de Cúcuta ocupaba toda la manzana comprendida entre las avenidas sexta y séptima y las calles once y doce. Pero el 21 de mayo de 1949 sucedió un incendio que destruyó totalmente el lado hacia la calle 11 y parcialmente hacia la calle 12, quizás ese sea el motivo por el cual en el primer lado mencionado se construyó el edificio San José, dejando una calle intermedia, y que el alcalde Enrique Cuadro Corredor la remodeló en 1994 y la entregó a los cucuteños como “Estación Central” o llamada también “Plaza Central”.

La Plaza Central es un espacio cucuteño donde se respiran tranquilidad y paz. Hace 18 años, allí se vivía en medio del caos vehicular. Los pitos de los carros y el afán de los transeúntes eran parte del trajín diario del lugar (calle 11A, entre avenidas 6 y 7). La calle 11A  es la calle intermedia que dividió en dos el área que abarcaba el Mercado Cubierto que se incendió. En 1994, dejó de ser sitio de bullicio para convertirse en la plazuela agradable. Almacenes de ropa y calzado, y joyerías hacen parte del ambiente cotidiano.

Hombres y mujeres mayores de edad son los habituales visitantes. Desempleados y pensionados se reúnen a jugar cartas, parqués y ajedrez para pasar las horas distraídos. Hablan, se ríen a carcajadas y desbordan alegría.

En medio de la plaza llaman la atención tres vendedores de comida por las filas que hacen los clientes para probar los alimentos. Doris vende pasteles, llega a las 4:00 de la tarde; Ana vende morcillas ricas e inigualables, ese es su lema, y Luis, el caballero del café, a diario divierte con chistes gastronómicos que cuenta con gracia.

No solo la arquitectura de un lugar y la gente lo hacen bello, la naturaleza es parte fundamental de la belleza. Los techos de los almacenes son adornados por las inquietas palomas, que vuelan libres. 

En la mañana, el lugar permanece solo. La movilidad empieza a partir de las 3:00 de la tarde, hora indicada para que los vendedores se ubiquen en los puestos de trabajo y comiencen a atender a los compradores.

Este sitio parece congelado en el tiempo. Los objetos y la ropa que venden los almacenes son clásicos. Las modas son aptas para abuelos. La fuente de agua funciona esporádicamente y sirve de asiento para los que se quedan sin banca y quieren ver a los jugadores, o para que las aves sacien la sed. 

Los árboles que circundan las ceras dan frescura al lugar. El calor tradicional de Cúcuta no se siente debido al empeño que le ponen los asiduos visitantes. Aquí, las preocupaciones estorban. La única regla es pasarla bien y disfrutar el momento.

El busto de Víctor Manuel Guerrero vigila la plaza de noche y de día. Este músico tocaba todos los instrumentos de cuerda en especial el violín, por tal motivo lo llamaban ‘El poeta del violín’, como está escrito en el busto que hace homenaje a su historia.

Los hombres y las mujeres que pasan por la plaza sienten que nada ha cambiado con los años. El trato familiar y la fachada siguen intactos. Esta plazuela, sin que los propiciadores lo pensaran, se convirtió en refugio para los que quieren vivir felices en su época y conservar las tradiciones.



Recopilado por: Gastón Bermúdez Vargas

lunes, 5 de agosto de 2013

421.- LOS ITALIANOS EN CUCUTA

Miguel Palacios y otra información

Rodolfo Faccini y Tito Abbo. 1902

En muchos lugares del mundo, entre ellos Cúcuta, la presencia y laboriosidad de los extranjeros, ha sido valiosa y digna de imitar y recordar. Mostraremos cuál ha sido la participación de los italianos en el desarrollo de la ciudad de Cúcuta.

Apellidos italianos como Faillace, Morelli, Faccini, Copello, Abbo, Canepa, Grimaldi, Marchiani, Barsotti, De Filipos, Salvino y Chiozzone, que para la época hasta tuvo una calle de la ciudad con su nombre, fueron comunes en la Cúcuta de comienzos y mediados del siglo XX.

Fue tan numerosa e importante la colonia de italianos en la ciudad, que hasta tuvieron establecido un consulado y un club. El Real Consulado de Italia estuvo en un tiempo en la Villa Elisa, avenida 6ª Nº 15-68 y despachaba de 8:00 am a 10:00 am. Tito Abbo fue su Cónsul y el señor Tomaso Canepa era el Vicecónsul.

Testimonios periodísticos de mediados de la década de los treinta, señalan que la colonia de italianos en Cúcuta intervino eficazmente para la formación del Cuerpo de Bomberos, mediante colaboraciones en efectivo para la adquisición de equipos contra incendios y dieron apoyo en la búsqueda de instructores para la formación del personal.

Edificio Santander. Parque Nacional

En la década de los cuarenta, la colonia de italianos obsequió a la ciudad una artística fuente, ubicada en el acceso al edificio Santander, en el parque Nacional, lo que popularmente es conocida como el parque de la bola.

El edificio de la esquina noroeste de la avenida 5ª con la calle 12 fue inaugurado el 13 de junio de 1944 y por muchos años fue la sede de los almacenes Tito Abbo y Cía. Después pasó a ser la sede de los almacenes Ley, y actualmente del almacén Éxito.

La fotografía a esta región de Colombia llegó gracias al trabajo y empuje de Vicente Paccini, Quintilio Gavassa Mibelli y a los hermanos Antonio y Juan Faccini, todos ciudadanos italianos.

Cuántos cucuteños de antaño no recuerdan la generosidad de don Antonio Copello, quien gracias a él se estableció la comunidad salesiana.

A la izquierda almacén de Tito Abbo y Cía, avenida 5ª con calle12

El italiano Enrique Raffo fue quien trajo a Cúcuta el primer automóvil, y fue él, quien dio inicio al servicio de transporte público en la ciudad.

No se puede ignorar lo que aportó para la región la Compañía Molinera de Herrán con don Carmelo Faillace a la cabeza.

El café del departamento llegó al mundo por la comercialización que empresas como Morelli Hermanos, Juan Caputo, A. Salvino, A. Copello, que organizaron y establecieron.

El italiano Giovanni Martín Visentín se radicó en Cúcuta en 1953. Empezó a trabajar en un restaurante hasta que aprendió el idioma, después como promotor de ventas en la empresa Tito Abbo, donde escaló hasta ser miembro de la junta directiva de la firma.

Junta Directiva del Cúcuta Deportivo de 1963, en lo que para muchos 
fueron los “años dorados” del equipo Motilón. De izquierda a derecha: 
Reinaldo Omaña, Marino Vargas, León Londoño, Mario Patitucci y Giovanni Martín Visentín

Su amistad con Hernando y Enrique Lara, y su afición por el fútbol hicieron que entrara a formar parte de la junta directiva del Cúcuta Deportivo en 1960, época en la que el equipo motilón tuvo los mejores jugadores uruguayos y luchó por darle oportunidad a los deportistas nacidos en la capital de Norte de Santander como Burrito González, Juan Díaz, ‘Culebro’ Rojas, Palomo Ramírez, Elí Rubio, entre otros.

Fue Cónsul de Italia en el año 1978, cargo que desempeñó hasta el 2000. Miembro reconocido de Fenalco y fundador de la empresa Martín & Cía, almacén de electrodomésticos y enseres para el hogar. Estuvo vinculado a las actividades de la Iglesia, participó activamente del Movimiento de Unidad de Acción Nortesantandereana (Muan), donde organizó la primera feria industrial de la frontera en 1968 y ayudó a fundar la Zona Franca.

Los italianos se han sentido en Cúcuta como en su propia tierra, hasta estuvieron presentes en la creación de uno de nuestros símbolos regionales, el Cúcuta Deportivo.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 3 de agosto de 2013

420.- EN CUCUTA SI SE JUGO BEISBOL



Manuel Waldo Carrero B.



Equipo juvenil de béisbol del colegio Provincial de Pamplona e 1949. (De pie) 2 Alfonso Muñoz, (4) Ciro Casanova, (6) Jorge Reyes y (7) Marcos Carrero. (De rodillas) (1) Víctor Uribe (2) Alberto Ardila, (3) Tulio Carrero, (4) Aliri,  (5) Maracucho. No recordamos los números 1, 3 y 5 de pie.

Aunque ahora y desde hace varios años no se juega, en Cúcuta si se jugó béisbol, y del bueno. Un deporte que se conserva y aún se juega es el softbol en la cancha Pescadero Colpet.

En el año 1910 llegó a vivir al barrio Carora un venezolano de nombre Federico Williams y  como allí había un campo donde era el antiguo Cementerio de Carora, que se empezó a llamar Plaza Deportiva de Carora (donde se jugaba futbol rudimentariamente), este señor se dio a la tarea de enseñar a jugar béisbol y conformó varios equipos, que tenían por primera vez la participación femenina con el carácter de madrinas entre las más bellas estudiantes de los colegios.

Al paso del tiempo, años 40, vino a vivir a esta ciudad, y aquí jugó y promocionó el béisbol, hasta su muerte, Tomás Arrieta, técnico de aviación, el famoso jugador barranquillero de quien, después, sus restos fueron trasladados a Barranquilla y el estadio de béisbol de su ciudad lleva su nombre. Con él un grupo de beisbolistas volvieron a practicar ese deporte en la cancha de Carora donde se había iniciado, conformaron varios equipos y jugaron un torneo.

En 1942, época en que había muchos estudiantes venezolanos en colegios de Cúcuta y Pamplona se incrementó el auge del juego del béisbol, que se había iniciado como el segundo deporte de Cúcuta desde principios del siglo.

Aquí en el Instituto Nariño, fundado en 1943, de Ramón Cárdenas Silva, en el Colegio San José de León García-Herreros y en Pamplona en el Colegio Provincial de los Hermanos Cristianos, había internado lo que facilitaba la venida de los venezolanos, especialmente del Táchira y del Zulia, siendo su capital Maracaibo, cuna de grandes jugadores.

El mejor equipo era el del Instituto Nariño, casi siempre campeón de los torneos. Ganó invicto un torneo en 1945, en los Primeros Juegos Inter-colegiados Departamentales, que se realizaron en Pamplona, y se distinguieron sus jugadores como campeón bateador Adalberto Fuenmayor, campeón cátcher Pablo Granados y campeón pitcher Rafael Barrios.

Otros equipos eran el del Colegio San José, el de los gringos de la Petrolea, el de la “Cumotors”, distribuidora de vehículos, cuyo propietario y algunos empleados eran muy aficionados, el del Colegio Provincial de Pamplona, y otros de particulares dirigidos por Gonzalo Girón, dueño de un taller mecánico, Carlos Ramírez Paris, llamado el Maracucho y más tarde ‘Trompo Loco’, quien era el mayor impulsador del béisbol con las trasmisiones por La Voz de Cúcuta y Radio Guaimaral, y se inventaba sus propios términos; como su famoso grito ¡  y,,,se,,,romaniza…!, cuando el bateador se ponchaba.

En 1947, era el principal deporte en la ciudad, el que más espectadores traía al estadio y el de más audiencia por las trasmisiones radiales de “Trompo Loco”, que las iniciaba pregonando “Cuando la voz de ¨play ball¨ retumbe en el ámbito del General Santander, una nueva era ha nacido para el deporte nortesantandereano”.

A nombre del consulado de Venezuela, para ese deporte, Manuel Waldo Carrero Becerra, nacido en Chinácota, donde aprendió a jugar béisbol con los estudiantes venezolanos del colegio San Luis Gonzaga, pero por sangre paterna, perteneciente a la colonia venezolana y por su condición económica, era el encargado de la compra de guantes, bates, bolas, uniformes, etc. Estas personas también hacían parte de los equipos como directores técnicos y jugaban los sábados y domingos, desde las nueve de la mañana.

Había otro campo de juego en los años 50, en el sitio de Corral de Piedra, de donde tomo su nombre el naciente estadio especial para béisbol, que había sido de una hacienda de la familia García Lozada, y la había comprado el Departamento, donde se construyó la Plaza de Ferias y un lote cercano fue dado en préstamo cuando la gobernación de Miguel García-Herreros para el campo de béisbol, cuyo encierro se hizo con la marcha del ladrillo traído por los aficionados.

Aquí se practicó el béisbol hasta cuando Germán Guerrero Vargas, de la Defensa Civil, con la noticia que Venezuela iba a deportar 5000 indocumentados solicitó al gobierno permiso para alojarlos allí transitoriamente; al final, no llegaron ni 100 pero acabó con el campo deportivo. Así se dejó de practicar el béisbol ahí, cuya liga estaba presidida por el Doctor Rosendo Cáceres Durán, quien hizo todo lo posible para que permaneciera este deporte en Cúcuta.

Esta misma liga construyó una nueva cancha en terrenos de la universidad Francisco de Paula Santander, donde se jugó el campeonato nacional juvenil. También se jugó en la hoy llamada, Plaza de Banderas y hasta en las calles de los barrios de Cúcuta, como el Barrio Popular, donde había un equipo dirigido por un Sr. Hernández que hacía de pitcher. La madrina era una espectacular morena de ese barrio, que fue el primero construido como tal en la ciudad, a la que se unía por la vía de la línea del ferrocarril que pasaba por la estación Rosetal, (donde una vez fue el matadero municipal), por frente del que después fue Hotel Tonchalá.

En los torneos a veces venían equipos de Rubio, San Antonio, San Cristóbal, Ureña, y Táriba, y hasta de Maracaibo, de donde eran los principales jugadores venezolanos como León y  Enrique Hoblat, Toro, Villasmil, Mendoza, Negrón, y otros del llano como Gregorio Gilly, El Negro Grieco, Nereo Hurtado, Guevara, de San Cristóbal, Manuel Antonio Contreras Carrero, etc… Varios de estos jugadores también fueron grandes basquetbolistas.

Otros que jugaban cuando venían de vacaciones del Provincial de Pamplona eran los del equipo juvenil de ese colegio de 1949: Alfonso Muñoz, Ciro Casanova, Jorge Reyes, Marcos Carrero, Víctor Uribe, Alberto Ardila, Tulio Carrero, uno llamado Alirio y el  Maracucho.

Caso singular era el mocho Moncada que se acomodaba un guante especial en la mocha y  bateaba con una sola mano.

De Colombia vinieron novenas de Coveñas, Barranquilla, Cartagena y Medellín e imposible no recordar al que hacía de “umpire” (árbitro), Eugenio Sandoval Ferrero, ‘Severidad’.

Después del juego, a los equipos visitantes les gustaba que los llevaran a tomarse unas cervezas y a comer menudencias y pichón donde la “Turra Petra”, que ayudaba a los taxistas que se ubicaban al frente del “Salón Blanco” y que también tenían su equipo que ellos llamaban de los “Blancos”, porque así vestían siempre.

Otros fueron La Tachirense, Buenos Aires, Alfa, Carora y Piratas quien ganó el torneo petroleros en Bucaramanga, derrotando a la novena de esa ciudad y a las de Barrancabermeja y Colpet de Tibú.

Luego vino el Estadio General Santander donde se hizo un convenio para jugar béisbol por las mañanas y fútbol por las tardes; había muchos aficionados para ambos deportes. Carlos Ramírez París narraba los partidos de béisbol y gracias a eso este deporte alcanzó gran popularidad y se conocieron los nombres de los dirigentes y jugadores, tanto locales como nacionales: como “Petaca” Rodríguez y “Chita” Miranda.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 2 de agosto de 2013

419.- ARQ GUSTAVO VELA, UN CUCUTEÑO NACIDO EN BOGOTA


Mónica Vela Vicini.





Se dice que todos tenemos nuestro destino trazado desde que nacemos, pero quizás es más cierto que cada cual se labra el suyo propio y algunos tienen la fuerza y la constancia para seguir sus sueños y cumplirlos.

Mi papá fue una de esas personas que trazó un objetivo claro para su vida desde muy niño y encaminó sus esfuerzos para lograrlo. Claro que también cuenta el factor suerte para que las circunstancias y las personas a nuestro alrededor sean cómplices a favor. Y él fue muy afortunado porque contó con todos los ingredientes propios y ajenos necesarios.

Nació en el barrio Las Aguas de la Bogotá de los años 20, fue el más pequeño de una familia sin muchos privilegios pero noble en valores profundos. Su mamá murió cuando tenía siete años y su padre Ignacio, de profesión ebanista, viudo con cinco hijos, nunca se volvió a casar pero formó un hogar donde primaba el amor, el respeto por todos y la libertad de criterio. Su papá y sus hermanos siempre lo apoyaron y trabajaron para que fuera el único que estudiara y llegara a ser profesional. Y él, como lo visionó su familia, respondió con creces.

Estudió en el colegio Antonio Nariño de la carrera 7ª, donde recibió una excelente formación humanista. Gozaba estudiando y ocupando los primeros puestos.

Sus cuadernos impecables que conservaba su hermana-madre Isabel como un tesoro, evidencian su talento para el dibujo y su dedicación al estudio. Todas las materias le interesaban y era hábil al devorar conocimientos, con lo cual adquirió una mente abierta que le abrió el panorama del mundo, la naturaleza y la humanidad. Luego se graduó en la Universidad Nacional, en quizás la mejor facultad de Arquitectura del país, con profesores de la talla del ‘Mono’ Martínez. Como siempre aprovechando y sacándole el máximo a todo para ser el mejor.

Dejar la fría y complicada Bogotá era otro de sus objetivos. Y otra vez la suerte jugó a su favor pues recién graduado a finales de los años 50, le propusieron irse para Venezuela a trabajar reemplazando a un colega en la construcción de los campamentos petroleros de Cabimas. No lo dudó un segundo y siempre conservó su residencia de ese país, y a los amigos que conoció allá.

Pero ya había pasado por Cúcuta. Y volvió aquí como picado por “el bicho cucuteño” que contagia al que conoce esta ciudad y lo que ella implica. Igual les había pasado desde que se fundó a nuestros ancestros italianos, libaneses, venezolanos, paisas y tantos otros. No pudo resistirse a vivirla, a amarla, a trabajar y a progresar en ella. Además, jugando en las canchas del Tennis Club, que siempre disfrutó como su segunda casa, conoció a María Teresa Vicini, una muchacha que lo flechó con su belleza y carisma, una mujer inteligente, independiente y culta. Qué más podía pedir este joven arquitecto “rolo”.

Es difícil entrar en los círculos sociales y profesionales si uno no es oriundo de una ciudad. Sin embargo, es cierto que la vocación de Cúcuta siempre ha sido la de acoger a todos con generosidad. Y él escogió a Cúcuta por eso mismo. Pero hay que ganarse el privilegio de ser apreciado y respetado. Creo que Gustavo Vela lo logró en grande por su personalidad y profesionalismo, no sólo se ganó el aprecio de la sociedad cucuteña sino el de sus trabajadores o cualquier persona que lo conocía.

Siempre agradecido con esta tierra, la adoptó como suya y ya nunca la quiso dejar. Y qué mejor agradecimiento que dar todo lo que tenía para aportarle. No sé si fue su talento innato e intuición, o la academia de la Nacional y sus excelentes profesores, o ambos, pero era un arquitecto de tierra fría que diseñaba geniales soluciones para tierra caliente. Muchos clientes de sus construcciones no lo saben, pero se sienten tan bien habitándolas, porque planeaba a propósito los cruces de corrientes para encausar las brisas del Pamplonita enfrentando las ventanas, los patios interiores ubicados estratégicamente, y que refrescan aún al medio día, los espacios amplios, las aberturas de un muro aquí o en los techos de altura y media allí, para no enfrentarse al canicular sol de la tarde, sino apreciar los hermosos atardeceres bajo la protección de la cubierta de una terraza fresca o un balcón amplio, creó osados voladizos protectores del peatón, las reservas de agua con tanques generosos y hasta tenía en cuenta el agua desbordada de los aguaceros cucuteños sin alcantarillas dónde desaguar, y siempre levantaba un poco más los edificios.



Edificio Ovni

El OVNI, ícono arquitectónico de la ciudad, el MOVEL donde tuvo su oficina, edificios hermanos sobre la 10 con las esquinas de las avenidas 2ª. y 3ª., son sus diseños más importantes, construidos junto con su socio y gran amigo el ingeniero civil Fernando Mogollón. Construyó el hospital Erasmo Meoz siendo socio de Mandavel Ltda. con sus amigos paisas D’amato y Manjarrez, diseñó y construyó el hospital de Chinácota, su primera obra, numerosas ampliaciones en el hospital San Juan de Dios y clínicas de la ciudad, edificaciones para uso comercial y educativo que construyó en Pamplona, Toledo, Tibú, Labateca, Ragonvalia, Herrán, Durania y Villasucre. Los últimos años los dedicó a la bloquera  Concretal, su fábrica de prefabricados de concreto, conocida por su calidad y cumplimiento.

Perteneció a la Sociedad Bolivariana de Arquitectos y presidió en tres ocasiones la Seccional de Cúcuta, organizando varios Congresos en ciudades de Colombia.

Pero siempre le picaba la herida de aquel bichito y no podía sentirse cómodo si no volvía rápido, estuviera en París, o en Chinácota, aunque tenía su “suit” propia, en la finca de su entrañable amigo Jaime Cárdenas Vélez.

Porque en su Cúcuta del alma está su amada casa de diseño incomparable en la calle 19 del barrio Blanco, que mi mami todavía disfruta. La proyectó en el lote comprado por ella con la venta del Ford, producto de su trabajo en esa compañía. La casa conserva las cubiertas con aberturas en doble altura de listones de madera que él recicló de una pensión demolida en la avenida 5ª. Decorada por María Teresa, con esmero y buen gusto, el patio a manera de telón verde de fondo, refresca toda la casa y tiene una gran terraza donde desayunaban siempre. Se puede cocinar en familia porque al estar de la televisión y la cocina, sólo los divide un muro bajo.

Allí acogió con cariño a mi nonita Angela Ramírez de Vicini por muchos años. Él consentía a las señoras, a las de la Acción Católica, a doña Laura de Cuberos y a Laurita de Ochoa, a su cuñada Marinita de Corinaldi, a Leonor de Pérez o Gloria de Hoyos, muchas quienes me contaron que adoraron sus casas y apartamentos, de lo cual doy fe porque vivo feliz en uno de ellos. Construyó siempre fiel al propósito del buen arquitecto que no es otro que el de lograr cambiarle la vida para bien, a quien habita sus diseños.

Entonces, no creo equivocarme al afirmar que Velita fue más cucuteño que nadie y amó más a Cúcuta que todos nosotros juntos.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.