Gastón
Bermúdez Vargas
Ceremonia
de grado en el auditorio del colegio. 1ª fila de der. a izq.: Víctor Hugo
Ballén, Ricardo Beltrán, Luis E, Bermúdez, José Delfín Bohórquez, Jorge Horacio
Bohórquez, José Moncada, Fernando Morales. 2ª fila Chucho Lamk (oculto), Jos
Leconte, Jaime Marciales, Francisco Serrano, Memo Toscano, Gastón Bermúdez
(parado).
Existen en nuestra vida épocas que nos marcan y solo con el transcurrir de los años aprendemos
a apreciar. La etapa del colegio es una de ellas. Recuerdo aquel 18 de
noviembre de 1966 en que nos graduamos de bachilleres del colegio Lasallistas Sagrado Corazón de Jesús en
Cúcuta. Parece que fue ayer, cuando salimos 45 muchachos con todo el ímpetu de la
juventud, han pasado muchos años y ahora somos un grupo, digamos de adultos
mayores, ya realizados y activos, pero con algo en común: los recuerdos que
tenemos de nuestro colegio, que nos hace creer en verdad que todo tiempo pasado
fue mejor, sentir, que tenemos una deuda con aquel período de nuestra
adolescencia, en el que vivíamos confiados, desinformados, inocentes,
optimistas y felices. Que tal vez esos
fueron realmente los mejores años de nuestras vidas, pero no lo sabíamos
entonces. Debido a esa característica de rebeldía, propia de la juventud, al salir del colegio
sentimos algún rechazo, que hoy deploramos. Se dieron comentarios en ese
momento tales como: “no comprendo que clase de utilidad nos reportaron esos 6
años de ¨vaganchillerato¨ que hicimos en ese centro de desorientación”, pero
también se dieron otros a favor, como el que
de nuestro grupo habían ingresado 12 alumnos a la Universidad Nacional,
hecho que no sucedía en alguna promoción del
Colegio, mínimo 8 años atrás.
Al repasar el listado de bachilleres, mis primeros
recuerdos del colegio se remontan a
dos años antes de comenzar a vivirlos.
En el 59 cuando estaba interno en la Apostólica de Bochalema con Alvaro Coronel
y en el año 1960 cuando estudiábamos Luis Fernando Maldonado, César Contreras,
Carlos Ojeda, Luis Eduardo Bermúdez y Francisco Serrano, quinto elemental en el Colegio La Salle. Posteriormente,
previo a un examen de admisión, ingresamos al Sagrado. El primer día recuerdo la
presencia de algunos de los mencionados compañeros, también a mis primos Memo
Toscano en mi curso y Manuel Bermúdez, ¨la pulga¨, que ya cursaba 5º
bachillerato, los demás para mí eran unos
desconocidos, pero sí recuerdo, en forma muy nítida, ese día por su condición, al cojo Amílcar
Parada con sus muletas, con las cuales duró un par de años haciendo
muchas patrañas porque él era de los más malos al punto que sus travesuras son
inenarrables. Pero la amistad prende rápido en la niñez y al poco andar rompe
el hielo y somos todos iguales y así
comenzaba la aventura de aprender juntos.
Los Hermanos de la comunidad Domingo León (Chocolate),
Alfredo (Pataepalo), Mauro, Miguel de La Salle, nuestro querido Hno. Gonzalo
Daniel (Tachuelita), Arturo Monier, Elías, José Buenaventura (Caraeguayo), Eugenio,
Eduardo, José Martín y José Gonzalo (caraecuervo), y los profesores Villasmil,
Roncancio, Becerra (Chispas), Doña Gertrudis, Bonifacio Jaimes, Jesús Ramírez, don
Ramón Higuera, Jaime Castro y Luis F. Peña (Peñita), son nombres que permanecen
ligados a nuestra memoria colectiva,
entendiendo que los apodos son parte del grato recuerdo. Siempre sentíamos su
presencia y la tratamos primero con irreverencia, mas tarde con nostalgia y
finalmente con reconocimiento y respeto al darnos cuenta del tremendo rol que
habían jugado en nuestro desarrollo. Muchos de ellos ya partieron a un merecido
descanso, pero dejaron en nosotros su legado que nos obliga a recordarlos y
homenajearlos.
En la Casa de
Retiros Espirituales de Bucaramanga en 1966. De abajo hacia arriba: Primera
fila, Palacios, Quintero, Téllez, Albarracín, López, Bohórquez, Bustamante.
Segunda fila, Ortiz, Niño, Uribe, Espinosa, Ayala, Rosas, Salgar, hermano
Lasallista y Calixto. Tercera fila, César Contreras, D´Pablo, Coronel, Castro,
Parada, Quintero, Ojeda, Prato, Ballén. Cuarta fila, Ontiveros, Burgos,
Contreras, Beltrán. Quinta fila, Padre Rengifo, Hermano Gonzalo, L. Bermúdez,
G. Bermúdez, Morales, Lamk, Maldonado, Rangel. Sexta Fila, Villamizar,
Rodríguez, Leconte, Toscano, Calderón, Duarte, Moncada, Marciales y Serrano.
Ausentes Jorge Bohórquez y Matamoros.
Durante esos maravillosos años vendrían las entradas
temprano para la misa diaria y en ocasiones hacer de monaguillo; asistencia a
dos jornadas de estudio (mañana y tarde), algunos haciendo recorridos a pie
desde la casa al colegio de 20 cuadras o más como el caso de Alberto D´Pablo,
Orlando Bustamante, Jaime Palacios y Fernando Matamoros desde los barrios
Pescadero y Sevilla; un profesor
distinto para cada materia y por año;
los descansos de 10 minutos y los recreos de media hora; la asistencia a los desfiles y
procesiones portando el uniforme de gala
de saco y corbata a pleno sol, en medio del calor sofocante de Cúcuta, y
otras veces con el uniforme de gimnasia de pantalón crema con la franela azul
celeste lasallista, que nos diferenciaba del colegio La Salle por nuestro
cordón trenzado amarillo, al compás de la Banda de Guerra dirigida por un
alumno de último año, entre ellos Jorge Chaustre, Nicolás Rangel Colmenares,
Roberto Calderón, Jaime Figueroa, Orlando Superlano y en nuestro caso fue
Chucho Lamk , destacando los solos sostenidos de corneta de Alvaro Coronel.
Las travesuras propias de la niñez y la juventud como
la de meter dentro del pupitre papeles prendidos y la víctima apuraba a
apagarlo para que por el humo no se
diera cuenta el profesor o el de colocar chinches de oficina en el taburete del
compañero o cuando en el año 1962 unos compañeros de 2ºB encontraron una
palomita recién muerta y la metieron en un trofeo de ´basketball´ que el curso
había ganado, este trofeo estaba en una repisa encima del sitio donde se
sentaba el profesor, a los días empezó a oler a mortecino hasta que el empleado
del aseo descubrió el origen del mal olor, el hermano Miguel estuvo indagando
sobre los autores de esa picardía pero nunca lo supo.
Los Centros Literarios con ¨Chispas¨, que sirvieron
para descubrir talentos, sobresalieron como declamadores Amilcar Parada, Luifer
Maldonado y Víctor Hugo Ballén, como músicos: el grupo musical conformado por
Coronel, los González, Orlando Rivera, Hugo Espinosa y yo en ocasiones. La
entrega de notas mensuales en el patio central de la Quinta Teresa, las izadas
de banderas al lado de la piscina por los 3 mejores alumnos del mes, del curso
que le correspondiera.
Los partidos de
futbol en las Vicentinas donde destacaban Alberto D´Pablo,
posteriormente de la selección del Norte, Orlando Contreras, Fernando
Matamoros, Hernando Otero y los González (el ¨pollo¨ y ¨lumunba¨); las peleítas
para arreglar las diferencias en esa misma cancha de la avenida cero siendo una
de las más famosas la de ¨Picho¨ y ¨Zulimo¨, que fue tablas; los partidos de ´basketball´
con compañeros de juego como Jesús Lamk, Luisfer Maldonado, César Contreras,
hoy ellos al lado de Dios, que junto con Fernando Morales, José Casanova,
Douglas Quintero, Alberto Casanova, Carlos González, Hugo Espinosa, Alvaro
Ramírez y yo, liderábamos las contiendas. A la postre algunos pudimos conformar
el equipo de ´basketball´ del colegio y darle
grandes alegrías a nuestro querido Corsaje, imponiéndonos a los más
poderosos de la época como los colegios Salesianos, La Salle y Provincial, y
aportamos jugadores al Norte de Santander para darle glorias en los Campeonatos
Nacionales.
Grupo de
3º A en 1963. Se identifican de izquierda a derecha. 1ª fila: Memo Toscano,
José Rubio, Víctor Hugo Ballén
(asomado), Chucho Lamk, Gastón Bermúdez (asomado), doña Gertrudis (prof. de
inglés), Luis E. Bermúdez (medio asomado), Hernando Otero, Amilcar Parada, Julio Quintero, Marcos Calderón (asomado),
Daniel Pérez, pollo González, Jorge Rodríguez. 2ª fila: Martínez, Alberto Casanova,
Armando Albarracín (oculto), Orlando Rivera, Carlos Ojeda, Omar Ayala,
Adalberto Jaimes, Jaime Marciales, Luis Hernández. 3ª fila: Gómez, Jorge Uribe,
Carlos Edgardo Rodríguez, hermano Buenaventura, Alfonso Moure, Hugo Espinosa,
Fernando Matamoros, Jorge Ordóñez, Félix Lara.
El despertar amoroso cuando llegó el momento y de
repente descubrimos que existían las
niñas, y comenzaron las visitas para verlas
salir del colegio o a acompañarlas unos al
Santo Angel (cuando quedaba en la calle 9 entre avenidas 1ª y 2ª), otros
al Santa Teresa y así a otros colegios; la
intensa espera durante la semana para ir al cine los domingos generalmente al
teatro Zulima o Avenida, donde se proyectaban dos películas, o a bailar en las fiestas cumpleañeras o pagas
como la de los Sepúlveda o de las Ortega en El Callejón; los basares y fiestas
aniversarios de los colegios. Y así descubrimos muchas otras cosas. Cada año,
algunos compañeros se iban y otros llegaban, el tiempo comienza a pasar
rápidamente, nos íbamos haciendo cada vez mas importantes en el colegio a
medida que pasaban los años, nos conocían más personas a medida que avanzábamos
en los cursos, hasta que llegamos a la cúspide, donde prácticamente todo el
colegio nos conocía y nosotros conocíamos a muy pocos de tercero hacia abajo,
tan solo que fuera un hermanito o primo de un compañero.
No faltaron en el trayecto del tiempo los apodos que
identificaban a compañeros, ya fuera por su físico, manera de ser, herencia
familiar, similitudes u otro aspecto, que algunas veces fueron motivo de
pleitos y disgustos prolongados. Por ejemplo a Picho lo llamamos así porque
tenía un gran lunar en la piel de su estómago, a Zulimo porque su hermana era
Zulima, a La Cabra porque a sus hermanos los llamaban Chivo, a El Perro porque
un perro callejero que llamamos Cacho del parque Mercedes Abrego cada vez que
lo veía pasar se le pegaba atrás y lo acompañaba al colegio y hasta la misa
llegó a entrar, a Cefalópodo porque tenía su prominente cabeza como un pulpo, y
así. Otros motes que recuerdo: Hachita, Culo e´pato, Panela, Vaca, Pantaleto,
Cabezón, Pelé, Parca, Primo, Cojo, Bruja, Pollo ronco, Cara e´vieja, Muelón,
Armonio, Chicharrón, Loco, Masamorro, Güavita, Azuceno, Golpe de ala, Peito,
Lumumba, Katanga, Flaco, Candado, Huevo
e´pisca, Carly Chesman, Urich, Cara e'crimen, Bethlemito, Monono, Tirso,
Marciano, Yuca, El Burro, Benitín. Espero que este recuerdo no sea causa de un
nuevo disgusto.
Llega el momento en que se produce la dispersión. Cual
semilla que germina y reparte su siembra,
fuimos dispersados a diferentes destinos. Pero la vida da muchas
vueltas. Y de pronto en una de esas vueltas en el año 2009 tuvimos la posibilidad de encontrarnos con aquello
que habíamos dejado atrás. Estuvimos reunidos casi una treintena de compañeros
y la presencia espiritual como testigos de nuestros compañeros idos y maestros
fallecidos o no. Para ese momento ya estaban en el seno del Señor 9 queridos
compañeros, Jorge Ontiveros (1972), Luis Eduardo Bermúdez (1974), Jesús Lamk
(1983), Carlos López (1983), Reinaldo Contreras (1985), César Contreras (1988),
Omar Ayala (1991), Isaías Guillermo Toscano (2000) y Luis Fernando Maldonado
(2005). Y en el año 2010 se nos adelantó otro, Carlos Alfonso Ojeda, nuestro
¨cefalópodo¨. Por cierto un porcentaje muy alto de fallecidos, que nos ha
causado hondo pesar.
Luego hemos continuado unidos mediante reuniones
esporádicas y a través de los adelantos de las comunicaciones. Está nuestro Colegio como referencia, con
estructura ampliada pero deteriorada en parte, y con distinta dirección, pero
el espíritu permanece. Hay que rescatar la Quinta Teresa, nos sugirió Armando Albarracín
en ese momento y me hace recordar que en
el año 1963, en el lugar donde se oficiaba la misa hubo problemas con el techo de
La Quinta por lo que se hizo necesario trasladar el altar al salón de actos y
celebrar allí la Santa Misa, pero el viento soplaba muy fuerte y continuamente
tumbaba lo del altar y candelabros, por lo que se hizo necesario suspender por
unos días la celebración mientras reparaban el techo, y nosotros contentos.
Entre las anécdotas de tantas que hay, unas de las que
han causado mayor gracia a nuestro recuerdo fue cuando ¨el primo Quintero, en una de sus tantas e
ingeniosas zafadas, leyendo de pie en 6º un párrafo del texto de química
orgánica, al encontrarse con un CN tradujo cianuro. El doctor Peñita, alma
bendita, siempre tan ecuánime, esa vez no se aguantó, se quitó las gafas y las
tiró casi con rabia encima del buró y le dijo: Qué cianuro ni qué cianuro. Eso
quiere decir Condiciones Normales!¨. Y otra sobre el mismo personaje fue las
que nos recordó Jorge Bohórquez: ¨al día siguiente de la reunión de padres de familia
después de los retiros espirituales, el Hno. José Gonzalo en plena clase
increpa al primo Quintero sobre la explicación que le había dado a su padre
sobre una observación colocada en su
Libreta de Calificaciones. Samuel en tono solemne le dice al cura: Hermano, no
admito que me ponga en ridículo en frente de mis compañeros. Resulta que la
nota escrita al primo decía "Nada correcto" y lo que nuestro amigo de
marras le había aclarado a su padre era que en Bucaramanga habíamos tenido la
oportunidad de ir a una piscina y que al Titular le había ponderado su estilo
de nadar. Que nadaba muy bien¨.
De ese grupo de bachilleres emergieron médicos como
Ricardo Beltrán, Douglas Quintero, Carlos Rodríguez, Fabio Calixto, Amílcar
Parada, Jorge Uribe, Alfonso Salgar, Omar Ayala; ingenieros como Hugo Espinosa,
Alberto D'Pablo, Armando Albarracín, Álvaro Coronel, Jos Leconte, Jorge
Bohórquez, Henry Rosas, Guillermo Toscano, Hernando Castro, Fernando Morales,
César Contreras, Reinaldo Contreras, Carlos Ojeda y yo; administradores o
economistas como Fernando Matamoros (también comentarista deportivo), Chucho
Niño, José Moncada, Jorge Téllez, Carlos López, Jaime Marciales; Piloto de
Aviación como Luis Eduardo Bermúdez; abogados como Víctor Hugo Ballén, Pachito
Serrano, Marco Tulio Calderón, Jesús Ricardo Lamk, Samuel Quintero, Luis
Fernando Maldonado; empresarios como Ciro Prato, Eduardo Duarte, Juan Burgos y
José Bustamante. Y gente honesta, sencilla y humana como Jaime Palacio y Jorge
Ontiveros que anduvieron por el mundo sin conciliar su vida con la de un
vagabundo, como escribió Tachuelita en una de sus misivas, sino mas bien
luchando con mucha fuerza. No sabemos nada de Celestino Ortiz, Rubén Darío
Villamizar, José Delfín Bohórquez Cely y
José Rangel.
En el colegio
algunos condiscípulos 43 años después. De abajo hacia arriba: Primera fila:
Galavís, Matamoros, Niño, Quintero; Segunda fila: Beltrán, Serrano, Uribe,
Carrillo, Espinosa, Duarte, Coronel; Tercera fila: J. Bohórquez, Ayala, Castro,
Burgos, G. Bermúdez; Ultima fila: Ojeda, Morales, Rodríguez, Albarracín,
Moncada. Observen la pose del primo Quintero en fotos de grupo.
Estuvimos reunidos con el gran desafío de refrendar
esa amistad en lo más noble de su significado. Con toda la simpleza y la
inocencia de entonces. Tal vez con la inevitable carga del largo camino andado.
Con la serenidad que entregan las canas y la oportunidad de ver lo que no vimos
y de decir lo que no dijimos entonces.
Me lleno de emoción
el darme cuenta que somos una familia. Que en el fondo no hemos cambiado
mucho. Y con ese encuentro apreciamos mejor lo que tuvimos y que ya no
volveremos a tener. Pero que nos dejó una herencia perdurable: ! Nuestra
Amistad !.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
Jose Manuel Carvajal fue de la banda de música de los Salesianos de Cùcuta y en el año 1962 estuvimos en Bogota en los cumplimientos de los 80 de salesianos en Colombia
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