Los recursos de la ciudad empezaban a beneficiarse de la bonanza del vecino y las expectativas respecto del futuro auguraban rendimientos que elevarían los niveles de vida, tanto de la administración, como en general, de la población, situación que duraría hasta el primer gran descalabro del bolívar en febrero de 1983.
Como resultado de las múltiples audiencias, especialmente de los gremios profesionales, surgió la idea de citar en la ciudad, por iniciativa de la seccional de la Sociedad de Economistas de Colombia, el Congreso Nacional de Economistas, acto que tendría especial relevancia, toda vez que en pocas ocasiones se había presentado tal oportunidad, ya que éste congrega la mayoría de los integrantes del alto gobierno, incluida la presencia del Presidente de la República, había además un elemento adicional ya que era la primera vez en la historia de la Sociedad que dicho congreso se realizaba fuera de la capital del país.
Fueron múltiples y variadas las reuniones realizadas por el MUAN y los gremios para presentarle al Presidente sus observaciones y la visión de región y de frontera que se había fraguado, desde el mismo momento que se oficializó la visita del primer mandatario. El MUAN había solicitado audiencia presidencial y se tuvo la certeza, desde el mismo momento de la solicitud, que ésta sería concedida pero, al parecer, por algunas circunstancias y tal vez, consecuencia del discurso de inauguración del Congreso, en el cual se le presentó al primer mandatario una radiografía escueta de la situación local y regional y como era tradicional, cada vez que por aquí se aparecía un Presidente de la República, solicitarle una serie de beneficios, que en este caso, no fue otra cosa que el mejoramiento de la infraestructura vial, que desde antaño y aún hoy se ha mantenido en el más espantoso olvido y finalizaba con la frase que se hizo famosa entonces, ”no nos transaremos por menos”, hizo que se le “saltara la piedra” e improvisando una respuesta se retiró apresuradamente del recinto y regresó a Bogotá. El Presidente se negó a recibir la delegación gremial, despertando toda clase de conjeturas que alborotaron, durante varios días, la opinión pública local, empero, después se supo que fueron varias las razones que precipitaron el regreso de López; la primera era que iba a presentar al país, aprovechando la coyuntura del Congreso de Economistas, su novedosa propuesta del salario integral, la cual tuvo que ser aplazada por las impertinencias que consideró se habían suscitado durante el discurso y la segunda, un poco menos trascendente, era el estado de salud de su hijo Felipe quien en esos momentos estaba siendo sometido a una delicada intervención quirúrgica en la Estados Unidos, motivo por el cual, su atención no estaba propiamente concentrada en sus actividades presidenciales.
En resumidas cuentas, al Presidente no le gustó en lo más mínimo el reclamo, por demás justo de los dirigentes locales, tal vez no por el contenido, sino por el tono y por el escenario en el que se desarrolló la alocución. El presidente interpretó el discurso como una protesta virtual por la negativa de recibir a la dirigencia del MUAN, a pesar que la presentación hecha no fue cosa distinta que mostrar la realidad del desgreño del gobierno nacional respecto del Norte de Santander y como para calmar los ánimos, López no tuvo otra opción que mostrar la relación de los ilustres nortesantandereanos vinculados a importantes cargos dentro del gobierno nacional y de las obras que se estaban impulsando en la actual administración, para mostrar que no todo estaba olvidado para el departamento y la ciudad.
Es entendible la desilusión del sector privado por la negativa del presidente de recibirlos, ya que se habían preparado desde había varios meses con la intención de impresionarlo. La primera gran cita se había desarrollado en el hotel Cariongo de Pamplona, en el cual se reunió la plana mayor del Movimiento de Unidad de Acción Nortesantandereana con la gobernadora para elaborar el documento que sería presentado con todas las propuestas necesarias para iniciar el despegue económico y social que requería la región, basados, más que todo, en la certidumbre que le había imprimido, la gobernadora Arenas, que el presidente no le negaría una audiencia a sus conciudadanos. Ese fue tal vez, el punto más crítico, pues el MUAN suponía que el presidente no se negaría a tal propuesta, máxime si esta fuese presentada por su gobernadora favorita (la de López), en definitiva y como dicen las viejitas, se quedaron con los crespos hechos.
Pero, olvidándonos de López, el Congreso fue todo un éxito, a pesar de la ‘pataleta’ del presidente, las cuales al parecer eran más frecuentes de lo usual. La presencia de personalidades de la talla de los expresidentes Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana, así como del economista de más prestigio en el país, el doctor Antonio García y del Gerente General de la Corporación Financiera Popular, Guillermo Galán Correa, le dieron al V Congreso de Economistas, el esplendor y la importancia que se merecía.
En lo personal, fue de gran ayuda en el impulso que se le dio a la recién instalada oficina regional de la Corpopular, la conferencia de su jefe nacional, sobre la problemática de la pequeña y mediana industria, especialmente en las ciudades intermedias, que eran reconocidas como de menor desarrollo relativo. El Congreso culminó con éxito el viernes 28 de mayo con el consabido coctel de cierre y despedida, en la Quinta de Santander, durante el cual hubo más de una reminiscencia de lo sucedido en el evento de apertura que motivó la decepción de la mayoría de los asistentes.
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