Generalidades
Mirar nuestro pasado en algunos períodos es envidiable. Me refiero concretamente a los años 1914 a 1918, en el transcurso del gobierno del doctor José Vicente Concha. Las cifras del auge económico en toda Colombia y, particularmente, en nuestro departamento, son impresionantes.
El Libro Azul de Colombia del año 1918 revela una inmensa prosperidad; de un peso de unos cinco kilogramos, fue publicado en Nueva York en español y en inglés. Como autor aparece Jorge Posada Callejas.
Gracias al buen amigo ocañero Guido Montañez Arias, que conserva uno de estos raros tesoros, pude consultar y extraer interesantes datos, en especial los que conciernen a nuestra comarca, de la cual muestra la voluminosa obra las factorías, almacenes e industrias de las seis ciudades en donde la riqueza pululaba: Cúcuta, Ocaña, Pamplona, Convención, El Carmen y Salazar.
Los tiempos eran de paz y seguridad, de ahí que fuera posible anunciar qué comerciantes poseían considerables fortunas sin riesgo alguno. Anunciarse como prestamista tampoco generaba ningún peligro.
Por ejemplo, los señores Salomón M. y Abadallah Sabbagh, publicaron: “Los señores Sabbagh nacieron en Damasco (Siria); acumularon su gran fortuna en Ocaña…..Son importadores y exportadores de café, cueros, taguas, giros. Además, han ensanchado su capital dando pingües ganancias con dinero a interés… Su gran finca es una de las más grandes de la República”. ¡Qué tal hoy en día divulgar semejantes datos!
Para los coleccionistas y pesquisidores de ancestros, en los apartes de hombres ilustres y en los propios anuncios comerciales, se pueden encontrar nombres y apellidos que se enlazan entre los siglos XIX y XX y rastrear detalles familiares.
Se contaban con los dedos de la mano los teléfonos, de dos o tres números. Tampoco existen en nuestra región anuncios de abogados, pero sí de médicos e ingenieros.
En lugar del actual correo electrónico tenían dirección telegráfica: “Verjeles” era el telégrafo de R. Vergel L. e hijos, casa fundada por Ramón Vergel L. en La Cruz (hoy Ábrego) en 1880 y trasladada a Ocaña en 1907.
Veamos parte del anuncio: “…Comerciantes y agricultores. Sucursales en Teorama y La Cruz. Negocian en todos los ramos del comercio. Poseen cuatro haciendas en Teorama cultivadas de café y caña dulce, y dos en La Cruz, con potreros y ganados. Propietarios de parte de los terrenos de “Sabana Alta” y “Santa Inés” que contienen minas de petróleo y aguas termales sulfurosas. Aceptan propuestas para la explotación de estas minas. Están en facilidad de atender a toda clase de comisiones”.
Las agencias bancarias del Banco Agrario de hoy, utilizando tiendas y negocios pequeños en los pueblos, ya funcionaban en aquel entonces. Los comerciantes fungían como agentes bancarios, no solo de bancos nacionales, sino internacionales.
Mujeres Divinas
El Libro Azul destinaba varias páginas a las mujeres hermosas. En aquel tiempo la delgadez no constituía requisito sine qua non – como hoy - para clasificar como beldad; las damas podían ser algo rechonchas y se consideraban hermosas.
De Cúcuta, a las señoras Alicia de Suárez y Blanca C. de Jácome, y a las señoritas Victoria Vale, Ernestina Berti, Cristina Arocha, Margarita Ramírez, Ángela Viccini, Aura García Herreros, Sofía Ferrero Hunda, Margarita Peña, Carmen D. León, Sofía Ruán, María Belén Fernández, Laura Escalante, Aminta Suárez, Francisca Rodríguez y Matilde Barco.
Principales ciudades y su riqueza
Al departamento Norte de Santander están consagradas 56 páginas, de la 515 a la 571. La extensión territorial la fija en 20.000 kms2 (el dato de 2013, es 22.367 kms2). La población, según el censo de 1912, era de 204.381, con un ítem: “de la raza blanca”. Hoy naturalmente se maneja otro dato según el censo de 2005: 1.494.219 habitantes. Además, el racismo está castigado.
De Cúcuta no trae ninguna noticia de población. La ciudad se conforma de calles y carreras. Naturalmente, la capital del departamento es la primera en avisos comerciales. En ellos se muestra el derroche de artículos finos, el ajetreo de productos que en abundancia llegan de los pueblos y los campos tales como café y cueros, maderas y quina, en fin, un mundo abigarrado de negocios y negociantes, comercio y comerciantes, de industrias, casas mercantiles, particularmente de extranjeros, aplicadas a la exportación de café, principalmente, y a la importación de Norteamérica y Europa.
La banca era próspera y variada; las monedas extranjeras como el dólar, la libra esterlina y el marco alemán circulaban corrientemente, el flujo de dinero a manos llenas cubre y solaza a todos; la palabra y el concepto de pobreza están desterrados. Opulencia, mercancías, lujos y comodidades se conseguían en Cúcuta a discreción. Una pujanza económica nunca vista.
El doctor Jaime Pérez López, liberal sin esguinces, afirmaba en sus conferencias y escritos que la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial constituyó un gran fracaso para Colombia puesto que era nuestra mayor compradora de café y, en reciprocidad, de allí nos venían sus últimos y excelentes artículos.
El autor recuerda que se bebía brandy, se usaban vestidos de lino y de seda, Cúcuta tuvo el privilegio de tener la primera planta eléctrica, la primera empresa telefónica, el primer alumbrado público y ferrocarril internacional; gozaba de clubes sociales exclusivos y, por consiguiente de fiestas suntuosas.
Traigo solamente este aviso del comercio cucuteño, por lo curioso e ilustrativo: “La Oriental”.
Formaron la sociedad en 1915, el 22 de diciembre, y merced a sus grandes energías y constancias, han formado un capital de responsabilidad. Sus mercancías son selectas, de las mejores marcas extranjeras, siendo su especialidad en telas de fantasía, con ventas al mayor y al detal. Tienen sucursales de su negocio en Gramalote y pretenden hacerlo en otras poblaciones. Negocian en café y cueros, en gran cantidad. Tienen en propiedad una hermosa casa en donde está el almacén, frente al mercado público. Gozan de muchas simpatías y son comerciantes de gran porvenir. Dirección telegráfica: Saiesuz. Código: A.B.C. Teléfono Nº 67. Apartado de correos Nº 21. Carrera 7ª y calle12. Cúcuta, Departamento de Santander del Norte, Colombia”.
Cada aviso comercial viene ilustrado con la fotografía nítida del propietario y sus empleados, vestidos de saco y corbata.
La elegancia y el señorío que aún se veían en las plazas de mercado, predominaban. El sombrero era prenda general; en algunos avisos se daban datos biográficos de los anunciadores, con despliegue de literatura ensalzadora.
Conclusión
Colombia había salido de una guerra civil en 1903, quedando en lastimoso estado financiero, su población empobrecida y el progreso detenido. Sin duda el general Rafael Reyes fue el encargado de la reconstrucción nacional, no solo en lo político, sino en obras en materia de comunicaciones, como carreteras y ferrocarriles. Algún analista político norteamericano considera que el mejor presidente que ha tenido Colombia ha sido Rafael Reyes.
El clima de paz obtenido lo continuaron sus sucesores, el general – nuestro coterráneo – Ramón González Valencia, los doctores Carlos E. Restrepo y José Vicente Concha – período al cual se refiere el libro aludido -, don Marco Fidel Suárez, los generales Jorge Holguín y Pedro Nel Ospina y el doctor Miguel Abadía Méndez, quienes tuvieron que afrontar los reclamos y pequeñas disputas parroquiales de los partidos por las ambiciones y las insatisfacciones que los repartos burocráticos y las desventajas de privilegios les suscitaban, pero sin que asomara algo mayor como el peligro de otra contienda semejante a la de los Mil Días. Y no puede negarse que la nación avanzaba de acuerdo a los adelantos de otras sociedades, naturalmente con el retraso consabido pues ya se ha dicho que aquí todo nos llega tarde, lo que aún sigue sucediendo.
Un ambiente semejante de paz posbélico por cerca de treinta años permitió el brote del comercio y la riqueza que describen los anuncios comerciales. Pero no debe pensarse que la riqueza se concentró en los más hábiles negociantes pues si examinamos las cifras de producción cafetera, por ejemplo, la bonanza cobijó a los campesinos cultivadores que acudían con sus arrierías a vender las cosechas a los grandes acopiadores, y con el dinero obtenido podían a su vez adquirir lo necesario y vivir holgadamente. (Por el año 1927, a instancias de personajes como Ramón González Valencia, Alfredo Vásquez Cobo y Tulio Ospina Vásquez, padre del futuro presidente de la República Mariano Ospina Pérez, nació la Federación Nacional de Cafeteros, cuyo primer presidente fue precisamente Ospina Pérez). La Gran Guerra (1914-1918) no interrumpió el flujo de mercaderías ni paralizó la bonanza que arropó la treintena.
Hoy valiera la pena retornar la mirada para descubrir la clave de tanta opulencia, aunque no se requiere ningún ejercicio extraordinario para deducir que el primer requisito es la paz, sueño que actualmente se vislumbra difícil merced a las bandas criminales de tintes políticos, o de simple bandidaje o de narcotraficantes, que arruinan y adoloran el país.
Pero la paz es fruto de la seguridad y de la vigencia de la ley y el respeto a la autoridad que a su vez se traducen en orden dentro de la libertad, valores que, sabiamente, recogió nuestro escudo nacional y que como faros debieran seguir tanto gobernantes como gobernados. Si recobráramos esos patrones de conducta, quizá volveríamos a ser ricos.
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