Sergio E. Urbina G. (Imágenes)
Todavía recuerdo, aún con nostalgia, que en mis años de muchacho, mitad citadino, mitad pueblerino y un poco también de campesino, y de estos han pasado más de siete décadas, cuando conocí en mi casa de pueblo o de la hacienda, y casi al tiempo que los regalos que traía el Niño Dios en la Navidad, las ediciones de estas dos primeras e inolvidables publicaciones, que del mismo modo de traer información del tiempo con sus cambios de luna y sus mareas, datos sobre astronomía, el horóscopo, frases célebres y chistes, con el santoral y otras lecturas, que nos ayudaban a reforzar conocimientos.
¿Pero quién fue Bristol? El doctor Cyrenius Charles Bristol creador del almanaque que lleva su nombre, fue un médico del estado de Nueva York, que se dedicó a fabricar y patentar preparaciones químico farmacéuticas para diferentes usos, entre los que lo hizo famoso en 1830 el producto, la “Zarzaparrilla de Bristol”, usada por muchos años con extraordinarios resultados, como diurético y desintoxicante, y ¿quiénes de la época a que me refiero, no recuerdan cómo nuestras madres no compraron para el hogar, otros productos populares, como colonias, el agua de Florida de Murray y Lanman, el Tricófero de Barry, tónico ideal para el cabello y el jabón de belleza de Reuter, que se expendían en farmacias, tiendas de pueblos y veredas?.
Pero fue en el año 1832 (192 años) que publicó el “Almanaque gratuito de Bristol”, que lo convertiría en una leyenda popular, y que año tras año gana fieles adeptos, tanto en países de Estados Unidos, como de Suramérica.
EL CÉLEBRE ALMANAQUE DE LA CABAÑA
En los días de fin de año, en ventas callejeras de pueblos, aparece esta otra sencilla, célebre e inolvidable publicación, que, sin cambio de formato desde su inicio, en una sola hoja, desde el año 1914, está dedicada a la familia campesina, en especial de los dos Santanderes, del norte, como del sur, del país.
Y recuerdo, que detrás de la puerta principal de la casa de la hacienda, pegada o fijada era, y no sé qué tanto ahora, el oráculo y consejero permanente de toda la actividad agraria de la hacienda, y muy pocas se hacían sin consultar a este almanaque.
Empezando por la consulta sobre los cambios de la luna tanto para la siembra como para la recolección de la cosecha, e igual se hacía para la purga de los animales, el corte de la madera para la construcción de las casas, lo que medía su durabilidad, e inclusive para nombrar al niño recién nacido y adecuarlo al santoral del día.
Es posible que ya no se consulte hoy en día con la misma credibilidad de antaño, otros medios modernos de medir los cambios climáticos han hecho que para la gente del campo sean más apropiados para la consulta de lo que sucede en el día a día, además de los escépticos que no creen en estos cuentos de los viejos.
EL ALMANAQUE PIELROJA
En El Tiempo del 19 de diciembre de 2004, se lee: “El almanaque al que no le pasan los años”, y dice, que la idea inicial de estampar rostros de mujeres bellas, tipo modelos, que se repitió por décadas, desde el año 1934, cuando la empresa Coltabaco comenzó a sacarlo para popularizar entre las mujeres el cigarrillo Pielroja, (la mayor parte de las mujeres de la época, mascaban el chicote) que había nacido diez años atrás, con el símbolo de un indio de doce plumas, crea[1]do por el caricaturista Ricardo Rendón, (la cajetilla de cigarrillos) para contrarrestar la propaganda de los tabacos importados de Estados Unidos.
El primer ejemplar fue realizado en color sepia con material plástico, el respaldo contenía los doce meses y podía ser utilizado como regla, sus hojas eran siempre de arrancar, donde en cada una de ellas se imprimía el día, las fases de la luna, la fiesta nacional y el santoral.
Las modelos en su inicio fueron de caras de mujeres importadas, pero, en la década del setenta, estas se reemplazaron, por caras de modelos nacionales. Cuando en el año 2005 la empresa Philip Morris obtiene el control absoluto de Coltabaco, marca el final del calendario y no obstante a petición de sus socios, que con gasto propio se siguiera, el último calendario se imprimió en el año 2006.
Coletilla: en esta
ciudad, y en el cruce de la calle 11 con avenida Gran Colombia, he visto como
en otros años, la venta de los ejemplares de los calendarios Bristol, y el de
arrancar las hojitas, éste ya no el original con la cara del indio.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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