PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

domingo, 22 de junio de 2014

588.- LA GRAN INUNDACION DEL 53



Gerardo Raynaud

Una creciente del río Pamplonita. Se aprecia la Estación del Ferrocarril del Sur 

En los años previos al ingreso a la modernidad de la ciudad, muchos de los sentimientos pueblerinos reinaban aún en ella. Hace apenas algunos años se tienen los servicios básicos disponibles con una tasa de cubrimiento que apenas cumple con el promedio nacional y en algunos casos, ni siquiera alcanza a cumplirlo. 

Nada comparable con lo sucedido después de la hecatombe producida a raíz del terremoto de 1875, cuando la ciudad renació, literalmente, de sus cenizas y se constituyó en un modelo de progreso y de pujanza, hasta ese momento desconocido en el país y eso incluye las grandes capitales de entonces, que estuvieron a la par con el desarrollo de la ciudad. 

Los servicios públicos esenciales de la época, como la energía eléctrica, la telefonía, el transporte, terrestre y fluvial, el comercio tanto nacional como de exportación entre otros, fueron ejemplo para las demás regiones del país, pues en ese momento, la cultura colectiva y sus intereses primaban sobre las ventajas individuales, que hoy son la maldición del progreso y de la prosperidad.

A medida que transcurría el siglo 20, muchas obras comenzaron a realizarse, en la medida que las necesidades lo requerían, y se hacían con los escasos recursos que se disponía y utilizando la tecnología que estaba al alcance de las posibilidades del Estado; el hecho plausible es que la ciudad fue estructurándose lentamente, quizás demasiado lenta, pero logrando un cierto grado de desarrollo, que no es propiamente gracias a las administraciones municipales recientes y me refiero a las de los últimos cincuenta años, sino más debido al impulso de ciertas empresas de otros sectores, quienes le aportaron en su momento, resultados que hoy se muestran con cierto orgullo.

Pero nuestra crónica de hoy corresponde a un relato no muy agradable sucedido comenzando el mes abril del año del título y que confirma el dicho de las ‘aguas mil’. 

Recién se había terminado de construir el colector de aguas lluvias de la calle 18 y aunque no fue de la entera satisfacción del alcalde Guerrero, no tuvo más remedio que recibir la obra, que finalmente tuvo el visto bueno del Instituto Nacional de Fomento Municipal y al cual tuvo que acudir para pedir se investigaran las deficiencias en su construcción una vez producido el desastre. 

El mencionado colector fue la principal causa que se ocasionara la inundación en referencia, pues las aguas que bajaban de los cerros aledaños a la zona donde hoy está la estatua de Cristo Rey y los barrios hacia el occidente, formaban grandes raudales cuando llovía e inundaba toda la zona de lo que hoy es el Barrio Blanco, en busca del rio Pamplonita a donde iban a desaguar. 

La avalancha no solo arrastraba agua sino además lodo, con todas las implicaciones que esto traía en su desaforada búsqueda del cauce del río, donde desaguaría. 

La Administración municipal, buscando el bienestar de los habitantes de esa zona, decidió encausar las aguas lluvias, de manera que fueran a parar al rio sin causar los destrozos  que ocasionalmente se producían, cada vez que llovía torrencialmente. 

Sin embargo, parece que la obra no cumplía con los requerimientos técnicos del caso, pues así lo manifestó el ingeniero Emilio Gaitán Martín, uno de los más reconocidos de la época, al argumentar que las aguas que allí se reunían, provenían de alrededor de quinientas hectáreas de terreno y que la capacidad del colector no alcanzaba a encausarlas y así sucedió a poco menos de un año de su puesta en servicio.

Pero, ¿qué fue lo que sucedió? Pues bien, en la noche del miércoles 8 de abril cayó un torrencial aguacero, de esos que ya casi no se ven y duró lloviendo de manera intermitente durante dos días más. 

La tormenta más fuerte duró casi una hora, tiempo suficiente para que se acumularan las aguas y recorrieran presurosas las calles con su cargamento de piedras, barro y palos que iba recogiendo en su recorrido, el cual se produjo a lo largo de las avenidas segunda y primera, cuando aún la avenida cero era un carreteable destapado, destruyendo a su paso, cuanto impedimento se le atravesara, razón por la cual, muchos de los perjudicados fueron los propietarios de los puestos de la plaza de mercado Rosetal, que se inundó completamente, perdiéndose todos los víveres y mercancías dispuestos para la venta del día siguiente; la construcción que por entonces se estaba realizando en el hotel de turismo que ahora conocemos como Tonchalá y también algunas viviendas del centro de la ciudad que se vieron igualmente afectadas por el torrencial aguacero.   

En la evaluación posterior que hicieran las autoridades, se contabilizaron más de 40 inmuebles averiados, algunos totalmente destruidos y otros parcialmente enterrados en el lodo. La tempestad no tuvo ninguna discriminación, pues afectó tanto a pobres como a pudientes, entre estos a Francisco Faillace, quien tuvo que pedir ayuda para que quitaran los escombros de algunas paredes de su vivienda que se habían venido a tierra.   

En la evaluación de los daños se concluyó que estos ascendían a algo más de trescientos mil pesos y que los mayores damnificados eran gente humilde y sin mayores recursos, caso especial el de doña Ana Bertilda Gutiérrez de Tamí, que suscitó tanta solidaridad, toda vez que su casa desapareció prácticamente debido a que se encontraba en el sitio exacto donde el colector colapsó, en la avenida tercera con diecinueve, que Radio Guaimaral, por intermedio de su radio periódico ‘Lo del Día’ abrió una suscripción pública para colaborar con estas personas ya que la nación, a través del Instituto de Fomento dijo no tener partidas disponibles para estos casos pero que gestionaría algunos auxilios con la nación, pero para pagarle al municipio las pérdidas ocasionadas por la ruptura del colector; las contribuciones generosas del público alcanzaron la suma de $170 que serán entregadas al tesorero de la campaña para su equitativa distribución.

El aguacero, además de los daños propios, produjo perjuicios adicionales, quién lo creyera, en otros sectores, como sucedió en los talleres del ferrocarril en donde la inundación provocó un incendio debido a que las aguas se mezclaron con los combustibles que alimentaban las locomotoras y estas, cuando estaban a punto de encenderse para iniciar su marcha tradicional, se prendieron ocasionando severas averías a las locomotoras 6 Maracaibo y 3 Colombia, las cuales iban a emprender su viaje a la población de Encontrados en itinerario programado a las seis de la mañana.

Afortunadamente sólo hubo daños materiales, pues ningún funcionario resultó lesionado y los daños le costaron a la compañía de ferrocarril la suma de diez mil pesos, que fueron oportunamente reconocidos por la empresa aseguradora.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

jueves, 19 de junio de 2014

587.- HACE TAN SOLO CINCUENTA AÑOS, EN EL COLEGIO CALASANZ

   


Sergio Peña Granados




Los años pasan…nos vamos volviendo viejos”. Ese hermoso tema de Pablo Milanés, ronda nuestra mente cuando recordamos que hace 50 años, veinticinco jóvenes, coronábamos una etapa de nuestra vida, al recibir el diploma de bachiller del Colegio Calasanz- Cúcuta.

Al volar a nuestra ciudad, luego de seis años de ausencia, todavía con el eco de las recomendaciones: la tensión, no puede comer dulce, nada pesado, de aquello que ya no puede, no crea que la azul le hace milagros, a Ud. lo puede matar, de trago ni se diga, un viejo sin enfermedades no hay.

Recuerdo que junto a Raúl Canal, Domingo Monsalve, compañeros por toda la vida de colegio, y Pedro Villamizar, veníamos del Gimnasio Domingo Savio, y los 4 logramos superar la prueba de admisión que en mi caso la hizo el padre José Díaz. De ella, me acuerdo cuando me puso a hacer el mapa de Colombia, difícil para mí, pero la superamos. Estábamos bien preparados y dispuestos a cursar el grado cuarto de primaria en el año 1956.

El Colegio, fundado poco tiempo antes, ya tenía a mis primos Granados-Díaz allí, y junto con el vivir mi nona materna detrás del mismo, fueron alicientes para ser mi casa. 

La verdad, lo único que nos daba temor, era la generalizada burla por una batica que usaban los niños pequeños, pero que fue suprimida. Lo notable es que hace años, esa batica se estila nacionalmente.

El reto entonces, lo asumimos con toda la importancia del caso y debo decir, que los compañeros me acogieron de una manera excelente. 

Nunca conocí ni matones ni encaramadas, como le decíamos, por lo contrario, rápidamente entramos en familia. El fútbol nos unió, la pequeña cancha en la sede de la calle trece sirvió de punto de encuentro, aumentado por que los balones con regularidad diaria iban parar al solar de mi nona Inés, con el consabido grito de:  ¨Nona, mándenos el balón¨.

Padres Antonio López y Miguel García,

Bonita época, donde empieza una verdadera amistad. Se cumple plenamente, lo dicho por Facundo Cabral: Amigo es aquel que es capaz de dártelo todo sin esperar nada a cambio, y ese hecho, de forma recíproca, es el que lo dice todo o que nos ratifica la muestra de calidad como seres humanos. 

Detalles de eso, fueron las escapadas al Palenque, zona cercana al colegio, que mi mamá decía que no podíamos ir, eran bares, prostíbulos de la época, adornado de las viviendas de negocios decentes. Vi, la cabeza sin cuerpo en una urna de cristal, misterio imposible de adivinar, se oían las rancheras que a veces alcanzaban a amenizar una clase.

Recuerdo el ponche comprado a la entrada del colegio, el ir, al recién inaugurado Ley a comer perros calientes y jugos por cuenta de un compañero, ya desaparecido, que no podía llegar a su casa con plata en los bolsillo, pues sin que lo supiera se la prestaba al papá. Allí, escuchaba a Lucho Gatica y sus famosas canciones como Reloj, La Puerta , etc…

Nos llevaban a cuanto desfile o procesión había, tales como la llegada de Rojas Pinilla, las procesiones de Semana Santa, en una de las cuales, por un incendio en el mercado ubicado muy cerca del parque Santander, los pasos y los alumnos, corriendo abandonamos la ceremonia. 

También el Tedeum cuando llegaba monseñor Pérez Hernández como obispo de Cúcuta, por los parlantes se escapó un gol del Cúcuta, coreado por todos los alumnos de todos los colegios presentes. 

No olvido cuando derrocaron a Rojas Pinilla y nos mandaron para las casas, escuchado sin saber las noticias del momento. Destaco la paseada con un lazo a manera de ahorcada el busto de Juana Rangel, confundida con la madre de Lucio Pabón, en manifestación ideada por el gran Milton Rodríguez Pelayo, ’Milton Erre’.

Debo destacar a los religiosos escolapios, quienes siempre fueron nuestros amigos, trayendo a Cúcuta una educación más humana cercana a los alumnos. Siempre lo fueron y eso frente a otras comunidades existentes en la ciudad, nos hizo vivir una experiencia enriquecedora. 

El padre Ramón Vales, con sus clases de canto, nos enseñaba para nosotros, nuevos temas como por ejemplo ”Clavelito” que para mi sorpresa lo encuentro en Cuba, en un CD de habaneras, todavía lo cantamos. 

El padre Atilio, que nos daba geografía, con un método de pasar al frente a señalar en el mapa, lugares, accidentes geográficos de la clase, método que usé con mis hijos, diciéndoles, que si no sabe de qué se trata lo hablado o escuchado estamos en nada. Fue apuñalado por un loco en una peluquería cerca al colegio, y siempre recuerdo que el milagro para salvar la nota eran las limosnas para las misiones. 

El padre José, prefecto de disciplina, quien con su libreta, la cual consultaba a la salida de la jornada, hacía imposible adivinar, si lo mandaba castigado o podía salir. Sus notaciones eran sin fecha por lo tanto en cualquier momento, la frase padre, ”pero yo no hice nada” retumbaba en el patio. 

El padre Miguel, rector que sustituyó al fallecido Miguel López Salmerón, el año en que entré, fue mi gran rector, amigo, sabio y comprensivo con nuestra juventud, recuerdo cuando en una celebración le llevamos a Manuel Alvarado y en el patio central interpretaba el ”merecumbé”, ”chipi-chipi” y otros más, que todavía son éxitos. 

La película de Marcelino pan y vino, repetida por mi hace poco, es también un detalle grato. Vive de instante en instante, porque eso es la vida, dijo Facundo Cabral, cierto y eso hicimos.

Padres Eugenio Cano y Rafael Peña

Nos fuimos para una nueva sede, ubicada al lado de nuestro Pamplonita, con una capa de arena que quitaron los carros de nuestras madres cuando nos llevaban, pero que era una alegría, en una juventud que no conocía de drogas, sexo, trampas e hipocresías que como no había llegado la televisión, generadora de todos los males, nos mantenía ingenuos pero sinceros. 

Batallas en las montañas del molino de arroz, entrada a perseguir murciélagos en la bocatoma del río, capturar sardinas con las botellas, jugar fútbol luego del mediodía, porque las jornadas eran por la mañana y por la tarde, fortalecían nuestra amistad.

Yo soy un amigo porque me lo pide el corazón, cuando habla el corazón, hasta se anula la razón nada más cierto, resalta Facundo. 

Una pensadora dijo: Al amigo no lo busques perfecto, búscalo amigo que es el todo. Nadie es perfecto, buscar la magnificencia para que otro sea nuestro amigo, es tarea inútil, seremos amigos porque el destino así lo habrá querido, y si mas tarde, somos capaces de cultivar ese tesoro que el universo nos ha regalado, es cuando habremos logrado el más grande de los éxitos.

El padre Rafael Peña  ”el primo” ocupa un lugar importante en esa etapa de formación. Eugenio Cano, hace poco fallecido por el cigarrillo siempre en su boca, nuestro prefecto de bachillerato, sí que nos dejó su huella, enérgico, pero nos daba la razón, si la teníamos. 

Lo maravilloso de la tercera edad que estoy atravesando decía Facundo Cabral es haber vivido intensamente la primera y la segunda. Y yo por suerte, fui joven irresponsable durante muchos años. 

Eso es cierto, nuestras fiestas en las casas, porque no habían discotecas, para reunir fondos, el ir siempre juntos, en programas que nos proponíamos, tales como dotar de canchas al colegio, pudiendo decir que las primeras fueron hechas con nuestras ocurrencias para tal fin. 

El organizar los Juegos Calasancios trayendo a los colegios de Bogotá, Medellín y Pereira, atendiéndolos como conocidos de tiempo atrás. 

Las fiestas con las niñas del Santo Ángel, primas con quienes compartimos las inocentes pero inolvidables reuniones. Poco de alcohol y sexo, porque en ese entonces no teníamos las tentaciones cerca. Por ahí uno, que su nombre no lo digo pero todos lo sabemos, los lunes nos contaba de esas hazañas. 

Fueron muchos años de convivencia, que estrechaba la amistad, que es lo que resalto, cuando ahora ni siquiera se sabe cuáles son los compañeros. Buen paseo al Carmen de Tonchalá, programado o mejor financiado por Rondeño, donde nos despedíamos de ese estar juntos.

El tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó, que violento cimiento se forjó, llevaremos sus marcas imborrables, nos dice Milanés en otra de sus canciones y eso pasó. 

Cinco compañeros ya están gozando de la verdadera paz y de nuestra devoción. Alberto Soto quien al morir cuando nos graduábamos, sin querer, trastornó el gozo de la fiesta, que habíamos labrado, el mostrar a Leonor Duplat Sanjuán, señorita Colombia de 1963, como la madrina de la promoción, cambiar los planes a la carrera, con dramática ceremonia de grado en el Teatro Zulima, gran capitán del equipo de fútbol y al cual le debo el aprobar un examen de dibujo que era pintar a Jiménez de Quezada, según muestra. Porque el dibujo y la escritura eran mis materias de sufrimiento y el padre Luis me regalaba el tres. 

En estos días escuchaba de los programas para que la gente escribiera a mano, se olvida escribir por los adelantos tecnológicos, el deseo porque las cartas de amor y demás sean a mano. Como me acuerdo de la clase de caligrafía. Domingo Monsalve, para mí, ejemplo de sinceridad, amistad y hombría de bien, cuya separación todavía no acepto. 

Oscar Saldarriaga, el paisa, que en solo un momento, nos conquistó por su don de amigo, Mario García, quien nos salvó, en el programa de física del profesor Hervera, cuando un presuntuoso funcionario departamental quiso hacer real lo que no tenía razón, después fue sacerdote y peregrinó por varias partes, hasta su muerte. 

También nos dejó Asdrúbal Galeano, compañero de los últimos años, llanero de inquieto deseos de saber, fallecido en México. “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón encendido, pero no se puede apagar ni con las aguas de un río”, Alberto Cortés, lo dijo todo.

 Así, fuimos en el grupo y por lo tanto, esos cinco, son cinco espacios de amistad, que a pesar de todo, es y será un vacío.

El doctor Peña y el profesor Paz, capaz de aguantar nuestras bromas de clase, pero que nos hablaba de la importancia de la ortografía, hoy tan venida a menos. 

El profesor Jaime Castro, quien logró la clase más disciplinada, por cuanto el castigo era pasarlo al tablero a pintar el mapa de Colombia, casi  ninguno lo sabía hacer y el temor al cero, nos volvía juiciosos, el sin par Luis Enrique Conde Girón y su cátedra bolivariana, logró que reflexionara sobre los mitos de nuestros héroes de barro, teniendo como texto, el libro de Endalecio  Liévano Aguirre. 

Ellos fueron verdaderos profesores.

Julio Alvarado, Pablo Arguijo, Raúl Canal, Eduardo Botero, Ayala, Sergio Contreras, Marco Tulio Contreras, Rafael Bermúdez, Armando Galvis, Fernando Gómez, Orlando González, Gerardo Moncada, Alberto Mora, Ortiz, Carlos Páez, Iván Ramírez, Pedro León Ramírez, Camilo Suárez, Francisco Vega, mis amigos y compañeros, como Alberto Cortés, les digo: 

“A mis amigos les adeudo la ternura/ y las palabras de aliento y el abrazo/el compartir con todos ellos, la factura que nos presenta la vida, paso a paso/ Un barco frágil de papel/ parece a veces la amistad/ pero jamás puede con él/ la más violenta tempestad/ porque ese barco de papel, tiene aferrado a su timón por capitán y timonel un corazón”.

Hasta siempre y tan solo queda mi petición: cuando muera, se toque “Nonito” de Aníbal Troilo ojalá con bandoneón, y mis cenizas sean esparcidas en el malecón de la Habana para su regreso a donde somos todos: Africa! 

Porque así lo reveló el llamado “clan de Lara”, según teoría de Bryan Sykes.




Recopilado por:  Gastón Bermúdez V.

martes, 17 de junio de 2014

586.- EL PUENTE DE GUADUA ARNULFO BRICEÑO



Jhon Jairo Jácome


Según la prestigiosa revista dedicada a la arquitectura ‘Fabric Architecture Magazine’, “la cuidadosa atención a la carpintería y la geometría trae una obra de arte (y un puente peatonal funcional) a una concurrida intersección en Colombia”. ¿Cuál es la historia de este puente que vemos a diario adornando el paisaje de la avenida Los Libertadores?

Una noche cualquiera mientras un grupo de cucuteños discutía sobre el futuro de la ciudad y analizaba el reciente crecimiento vial impulsado por el entonces alcalde Ramiro Suárez Corzo, pensó que podían cambiar la historia de la construcción en la ciudad haciendo algo de lo cual no se tenía registro alguno.

En efecto, con la solución vial de las avenidas Los Libertadores y Gran Colombia prácticamente concluida, quedaban por solucionar las barandas metálicas, la protección de los taludes y un paso peatonal hacia el barrio San Luis que permitiera la apertura de la obra en forma integral.

Se pensó entonces en la posibilidad de crear un sitio que, además de funcional, fuera agradable visualmente, idea que tuvo eco en la administración municipal que reemplazó a la de Ramiro Suárez Corzo.

El sueño de un sitio amable, que inspirara tranquilidad, naturaleza y vida, convocó a un grupo de personas que a través de la guadua han tratado de innovar en la construcción.

Y fue gracias al ingenio y decisión de un grupo de alemanes con el corazón inundado de Colombia, que se materializó el sueño; Jörg Stamm hizo realidad la estructura del puente; Helmunt Eladth, se encargó de elevar las estructuras y German Lehmann participó con el diseño estructural del puente.

Ahora bien, una obra de arte no estaría completa sin un paisaje.  Por tal razón, el arquitecto australiano Mark Emeryck hizo que la música de Arnulfo Briceño tomara la forma de una composición maestral gracias a su diseño paisajístico.

Gerardo Castro se encargó de la cubierta de lona, siendo  la primera vez que se utilizaba la combinación  con la guadua en una estructura de gran tamaño.

Rafael Murcia dispuso el acrílico con que se dio solución al piso del puente.

Sergio León, ingeniero de Heliconias Ltda., adornó con sus flores el paisaje que rodea al puente.

William Montaguth fue el ingeniero residente y Gustavo Carvajal hizo el control del sistema de gestión.

También hicieron parte del proyecto un sinnúmero de ingenieros y personas cuyo principal interés  era cambiarle la cara a la  ciudad y apoyar con su crecimiento.

El puente de guadua según ‘Fabric Architecture Magazine’


El puente es “como un rompecabezas de madera hecho a mano que se apoya en cada pedazo de bambú para contribuir a la integridad de la estructura”, según la revista, especializada en arquitectura. En una de sus  ediciones lo calificó como una ‘inusual estructura de bambú’ que llama la atención por su exquisito diseño.

En palabras especializadas, el puente está constituido por “dos grandes arcos, uno a cada lado de la cubierta de los peatones y cada uno compuesto por un trío de bambú de gran diámetro, que llevan el peso del puente y el resto de construcciones establecidas en los terraplenes”.

Para  Jörg Stamm, quien es citado por la revista, “el trabajo con el bambú es un placer”.

Este alemán, radicado en Colombia desde hace años, señala que a diferencia del metal, con el bambú no se necesita de pintura anticorrosiva para su protección, por lo tanto, tiene una huella de carbono relativamente baja.

Otra de las razones por las cuales la revista llama la atención sobre el puente de guadua (la guadua es una especie de bambú) es porque con él, que se sepa, es la primera vez que un techo de lona tensada de este tamaño se ha combinado con una estructura de bambú.

Quizás por esto es que no sólo es un puente peatonal, sino una estructura ícono en la ciudad que se convierte en una imagen digna de recordación para los que por allí transitan.

El puente de guadua y la cultura

Así como la ciudad goza de distintos escenarios de toda índole en los cuales las personas pueden ir a disfrutar desde un partido de fútbol hasta una obra de teatro (Estadio General Santander, Teatro Zulima, Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, entre otros) el puente de guadua sobre la redoma Arnulfo Briceño se ha convertido en un importante escenario cultural que congrega e invita por la belleza de su diseño.

La empresa Aguas Kpital S.A. E.S.P., encargada del cuidado de esta obra de arte funcional, ha organizado, desde la navidad del año 2008 cuando George Saget dio inicio con su saxofón  a las veladas nocturnas, una serie de encuentros culturales que desde entonces se vienen desarrollando todos los viernes a partir de las 7:00  de la noche.

¿Cómo se hizo el puente?


Jörg Stamm, quien participó del proyecto, recuerda que cuando estaban construyendo el puente el conductor de una buseta de servicio público que pasaba por el sector les gritó “dejen de ser ordinarios, háganlo más bien en hierro”.

Lo que ‘el gritón’ desconoce es que poco a poco se han desarrollado técnicas y métodos eficientes de trabajar la guadua con criterio de ingeniero. Una de estas técnicas es la inyección de mortero en los nudos, donde las cargas de un tornillo serían demasiado grandes para el tejido de la pared.

El puente de guadua Arnulfo Briceño, en palabras de este carpintero alemán, fue construido de la siguiente manera: se pintó un croquis sobre el piso y toda la cercha se armó preciso sobre esos puntos de referencia.

Después de poner tornillos a todos los tallos, se levantó el conjunto con una grúa y se posicionó sobre los estribos. Esta alzada es la gran ventaja de un material liviano, que ya tiene todos los acabados. Al final, se templó una gran carpa entre las torres, construida con la misma lona blanca que se ve en los centros comerciales y los estadios más modernos.

Finalmente, cuando se aprecia la obra terminada, sólo una pregunta sale a flote: ¿para qué seguir importando acero venezolano, si en nuestro suelo crece un acero vegetal?

El premio


En enero de 2010 la Asociación Internacional de Textiles Industriales (IFAI) con sede en Estados Unidos, otorgó al puente Arnulfo Briceño el Premio Excelencia en la categoría de estructuras de menos de 558 metros cuadrados, en reconocimiento a la membrana tensada que cubre el puente de guadua.

El premio llama la atención sobre la elegancia con que fueron resueltos los detalles de conexión entre la cubierta y la guadua, además de resaltar que es la primera vez que se realiza una obra de estas características en una estructura de tan grandes dimensiones.

Según Gerardo Castro Rojas, ingeniero colombiano que diseñó la membrana tensada, este premio es importante no sólo porque da relevancia a este puente que se convirtió en un ícono de la ciudad, sino porque superó a proyectos de todo el mundo.


Adicionalmente, gracias  a este reconocimiento, la revista más importante a nivel mundial en el campo de la arquitectura textil la ‘Fabric Arquitecture Magazine’, lo eligió como portada y publicó un artículo donde hace mención a la relevancia que tiene el puente en el tema de la  construcción sostenible, un movimiento importante que se está dando en el mundo y que apela a la utilización de métodos y materiales que conserven el planeta.

En el caso del Puente Arnulfo Briceño, el hecho de usar guadua, un material renovable, le imprime un valor único que es complementado con  la estabilización de taludes con material vegetal y la belleza de su diseño paisajístico. Pero además de ello, está todo el sistema vial que garantiza la amortización del ruido y facilita la movilidad.


Costos y atractivos

La construcción del puente peatonal se hizo con un presupuesto adicional de $1.128 millones que cubrió los sardineles, las barandas metálicas, el muro de contención y los prados que se sembrarán alrededor de la obra. El presupuesto inicial de la obra completa fue de $8.888 millones.

Para la construcción se utilizaron 600 guaduas traídas de Valle del Cauca y Popayán. Igualmente se contrató a la empresa Ecobambú para que adelantara los trabajos por ser una obra especializada sin precedentes en la ciudad.

Abandonado, dañado y restaurado (Andrés González)

Puente en deterioro

En el 2013 el puente de guadua, pasó de ser un ícono de la ciudad, por su innovadora construcción arquitectónica, a convertirse en una obra más echada al olvido, por su estado real de deterioro.

La firma Vergel y Castellanos, cuyo representante legal es Hugo Vergel, propietario de Aguas Kpital Cúcuta, entregó esta obra a la ciudad durante la administración de la exalcaldesa, María Eugenia Riascos Rodríguez.

Con el sueño de darle a la ciudad un sitio amable, que inspirara amor, tranquilidad, naturaleza y vida, un grupo de alemanes ejecutó la estructura y elevación del puente. De igual forma, el arquitecto australiano Mark Emeryck, le dio el diseño paisajístico al lugar.

Después de todos los halagos y de las ilusiones de tener una estructura arquitectónica innovadora e importante para el reconocimiento de la ciudad, el puente de guadua quedó en el olvido, y ahora, se deteriora a paso agigantado.

 Puente renovado



Pero afortunadamente el puente de guadua, símbolo de Cúcuta, se salvó. Fue posible gracias a un convenio entre el municipio y Aguas Kpital, firma que regaló el puente. Luego de pocas semanas de trabajo intenso, la estructura y sus alrededores recobraron su atractivo.


La recuperación del piso del puente, la pintura, el mantenimiento de la guadua y la limpieza de la carpa que cubre la estructura, fueron los principales arreglos que se lograron en desarrollo del convenio. Los trabajos para mantener la estructura del puente son rutinarios en este tipo de construcciones, por lo tanto cada cuatro años se le tiene que hacer mantenimiento.

Además se asignaron recursos para continuar con el mantenimiento constante de la jardinería que rodea a esta obra arquitectónica.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.