Gerardo Raynaud
VISION DE LA EDUCACION….
A mediados de los años sesenta la educación básica en la ciudad se circunscribía a unas pocas instituciones del sector oficial lideradas por el Colegio Sagrado Corazón de Jesús para varones y los Colegios de la Presentación y María Auxiliadora para señoritas, el segundo dedicado a la enseñanza normalista. Ya comenzaba por entonces a sentirse la presión por una educación más profunda y por ello las comunidades religiosas habían decidido ampliar su oferta y de ahí que desde años atrás venían presentándose alternativas interesantes tanto para mujeres como para los varones quienes podían escoger entre los colegios Calasanz, Salesiano, Gremios Unidos o La Salle, o bien los colegios femeninos Santa Teresa, Carmen Teresiano o el Santa Clara, que antes habían sido denominado Politécnico del Norte.
El cubrimiento en educación básica era relativamente grande para la población existente en ese momento, sin embargo, se carecía de oportunidades para quienes no tenían la posibilidad de formarse para la vida laboral, toda vez que para ello debían trasladarse a otras ciudades, Bucaramanga la más cercana o las grandes ciudades capitales como Bogotá, Medellín o Cali; tal vez, Manizales o Tunja si lo que se quería estudiar era Zootecnia, Veterinaria o Ciencias de la Educación.
No obstante estas limitaciones y dado que aún no se generalizaba o universalizaba la educación, siendo ésta todavía restringida por géneros, se visualizaba una extensa oferta educativa a nivel de primaria y bachillerato, habiéndose generado en razón de lo atractivo que resultaba para los jóvenes del país vecino estudiar en la ciudad. El ofrecimiento de internados y semi-internados en muchas instituciones de educación eran de común ocurrencia. Adicionalmente y debido a la necesidad de incorporarse a la vida laboral, especialmente entre jóvenes de recursos limitados, aparecían ofertas de capacitación en artes y oficios que los preparaban para algunos trabajos de nivel operativo necesarios en el desarrollo de las actividades empresariales de la región.
Es necesario reseñar que las instituciones que hoy lideran la actividad formativa y de capacitación en la ciudad como la Universidad Francisco de Paula Santander y el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA estaban apenas en sus inicios. La UFPS que fue creada en el año 1962 mediante escritura pública 970 del 5 de julio, era apenas una fundación de carácter privado que comenzó ofreciendo dos carreras tecnológicas, Topografía y Dibujo Arquitectónico. Ese mismo año se incorporó la primera carrera profesional, Economía, cuyos estudiantes realizaban los dos primeros años en la ciudad y terminaban en Bogotá, mediante convenio suscrito con la Universidad Nacional de Colombia; la dirección del programa académico en Cúcuta, la tenía el catedrático Pedro Vicente Niño García a quien promocionaban como especializado en Economía de la Universidad de Hamburgo, en Alemania. Por esos mismos días, presentaba su renuncia a la rectoría de la universidad el doctor León Colmenares y fue nombrado en su reemplazo, quien sería su más firme impulsor y quien la transformó, no solo en institución pública del orden departamental, sino en la pionera de la educación superior en la región, el abogado José Luis Acero Jordán. Duró cuatro años el trámite de su conversión, pues mediante decreto 323 del 13 de mayo de 1970 la UFPS pasó a ser universidad pública departamental.
El SENA había firmado un convenio con el gobierno francés para el establecimiento de un centro de capacitación en electricidad que gracias a los compromisos adquiridos con Centrales Eléctricas éste pudo desarrollarse y constituirse en uno de los principales a nivel nacional. Simultáneamente el SENA ofrecía cursos de comercio y contabilidad sin el requisito de bachillerato, circunstancia que favorecía a muchas personas que carecían de esta exigencia.
Pero veamos cómo era la oferta educativa, comenzando por las damas. Tal vez el más renombrado de los institutos era el llamado Estudios Comerciales para Señoritas, dirigido por doña Gilma Casado de Vila, profesora graduada, así rezaban los avisos. Además, su slogan era que “preparaba para la vida, no para los exámenes”; había sido fundado en 1945 en compañía de su esposo don Pedro Vila y se ubicaba en la avenida 7 No. 6-50. La primaria duraba 5 años y se ofrecía una iniciación al idioma inglés. La oferta más atractiva era el secretariado, además de auxiliar contable, títulos que se obtenían luego de 4 años de estudio. Tenía servicio de bus para todas sus alumnas. El profesorado, por exigencia de sus propietarios debía ser idóneo, por lo menos, eso aseguraban los prospectos entregados a las interesadas. La institución comenzó a languidecer después de la muerte de sus gestores y aunque ya no existe, aún hoy quienes allí estudiaron la recuerdan con gran cariño y devoción.
Otra de las instituciones educativas emblemáticas para señoritas y que desapareció recientemente fue la Academia La Gran Colombia. Hacía esquina frente al colegio Sagrado Corazón y su directora Carmen Teresa Rojas de Rojas se había aventurado a ofrecer cursos hasta entonces ignorados, los cursos de capacitación nocturnos en contabilidad y secretariado. La asistencia espiritual la ejercía un sacerdote español de apellido Ardanaz a quien muchos llamaban despectivamente “Satanás”, vaya uno a saber por qué.
Ya finalizando este recuento, otra institución que comenzaba a hacerse popular era el Colegio Internacional de doña Cristina Ballén de Cantillo, situado a media cuadra del parque Mercedes Abrego por la avenida octava. Es el único de los mencionados que aún subsiste y que a pesar de la intensa competencia ha logrado superar las difíciles y onerosas situaciones que reiteradamente acosan a nuestra ciudad.
1964 fue un año de muchos acontecimientos para la ciudad, unos agradables y otros no tanto, pero todos trascendentales para la vida ciudadana. El alcalde Carlos Guillén, por esa época nombrado por el gobernador había sorteado exitosamente el brote especulativo que se había generado en los primeros meses del año y se aproximaba la fecha de elecciones de mitaca, pues por entonces, algunos cargos de elección popular se realizaban cada dos años, como era el caso de los diputados y concejales. También la ciudadanía se adquiría con la mayoría de edad que era, en ese momento, de 21 años y el censo electoral del departamento fue definido en 237.529 aptos para ejercer el sufragio, que a diferencia de hoy se hacía con papeletas y no con tarjetones, no siendo necesario marcar sino introducir el sobre con la lista de los candidatos del partido o movimiento de su predilección; pero de esa modalidad tendremos la oportunidad de hablar en otra de nuestras crónicas.
El hecho es que en los primeros meses de todo año que comienza, se desata una guerra de ofertas educativas, en las cuales cada institución procura mostrar y ofrecer lo mejor de su establecimiento. No eran tantas como hoy las instituciones educativas ni tan voluminosa la demanda, a pesar de lo atractivo que resultaba para nuestros vecinos venir a estudiar a la ciudad y en algunos casos a Pamplona, donde habían florecido, en torno a esta condición, algunos colegios, especialmente para varones.
El valor de cambio del bolívar era de $1.15 comenzando el año y como la tendencia era al alza, para el padre de familia venezolano que matriculaba sus hijos en los colegios colombianos, le resultaba cada día más barata su educación. Por eso, en torno a estas circunstancias y debido a que la calidad de la educación en Colombia ha sido reconocida por su calidad, prosperaron colegios, institutos y academias de las más diversas características pero todas con el común objetivo de proporcionar educación de la mejor calidad que sus recursos pudieran proporcionar.
Ya hicimos mención de las principales instituciones educativas para niñas y señoritas que había en la ciudad; ahora veremos qué acontecía en este mismo sentido para los jóvenes del género masculino.
Recordemos que entonces la educación pública estaba “sectorizada”, pues la primaria y la secundaria se realizaban en instituciones “especializadas”; la primaria en las escuelas y el bachillerato en los colegios.
En la educación privada no sucedía lo mismo, así que la transición entre la escuela y el colegio se les dejaba a las familias que optaban por estudiar en las instituciones del sector oficial y que no eran necesariamente personas de recursos limitados pues la educación oficial, siempre ha tenido la reputación de buena calidad. El orden en la mención de las instituciones no tiene ninguna relación con su importancia o jerarquía y son mencionadas de manera aleatoria. Eran comunes las apariciones de ofertas en colegios de fuera de la ciudad como sucedía con los de Pamplona, pero también se promocionaban con algún grado de intensidad las Escuelas Apostólicas adscritas a los despachos parroquiales de algunos pueblos como Bochalema o Lourdes. A esta última, llamada Raimundo Ordóñez Yánez, se le hizo profusa difusión durante el comienzo del año con la advertencia que era exclusivamente externado, característica poco común entonces.
La mayoría de los colegios de la ciudad estaban situados en una zona relativamente reducida y que podemos ubicar en los alrededores del parque de la Victoria o parque Colón como es más conocido.
En Cúcuta, el maestro Elberto Ramírez Bueno, rector del colegio Andrés Bello, había acondicionado las instalaciones en las antiguas edificaciones del SIC, en la calle 12 No. 4-35; llevaba once años en el mercado y había graduado tres promociones de bachilleres, buena parte de ellos, venezolanos. Recuerdo que algunas aulas daban sobre la calle y por las altas temperaturas imperantes, las ventanas se mantenían abiertas y los transeúntes, entre ellos, muchos estudiantes de los otros colegios como el Sagrado o Gremios, se detenían a “chismosear” de paso para el sitio de encuentro de los coca colos de la época, la esquina del Ley. Se ofrecía internado y externado como característica común de la mayoría de colegios de esa categoría.
El colegio Agustín Codazzi ofrecía externado y semi-internado en la avenida tercera entre calles trece y catorce. Posteriormente se trasladó a la amplia casona de la esquina de la avenida cuarta con calle dieciséis. A principios de los setenta, el colegio hizo alianza con la Corporación Educativa del Oriente, con lo cual se amplió la oferta para los llamados Técnicos Profesionales Intermedios en carreras técnicas de tres años en Administración, Contaduría e Ingeniería Industrial. Hoy, tanto el colegio como la Corporación han desaparecido.
El colegio San Juan de la Cruz es tal vez, uno de los más recordados y emblemáticos de la ciudad. En su sede de la avenida cuarta comenzó ofreciendo lo que la norma de entonces le permitía, kinder, primaria y los primeros años de bachillerato, hasta cumplir con todos los requisitos exigidos por el ministerio de Educación para titular sus bachilleres. Muchachos de todas las épocas recientes tienen múltiples anécdotas que contar sobre su paso por el colegio, especialmente aquellos que por razones cualesquiera desertaban de otros colegios y allí eran acogidos.
Un lugar especial merece el colegio Gremios Unidos. Fue el primer colegio privado laico que se estableció, aún antes del Sagrado Corazón que es reconocido como el primer centro de educación fundado en la ciudad. Debido a la interrupción de sus actividades en alguna época de los comienzos del siglo veinte, sólo reabrió posteriormente cuando la Sociedad de Artesanos le otorgó el impulso necesario en la casona vecina del comando de la Policía Nacional y del Palacio de la Gobernación en la avenida cuarta donde hoy todavía realiza algunas actividades académicas. Con el apoyo de las logias masónicas locales, el colegio logró la vinculación de la Universidad Libre, primero con la facultad de Derecho y a comienzos de los años setenta en la magnífica construcción del norte de ciudad las carreras de Contaduría Pública y más recientemente las ingenierías Industrial y Ambiental, esta última cerrada por falta de postulantes.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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