Luis Arturo Melo/Alfredo Yáñez Carvajal
En estas fotografías recordamos a la
pareja formada por Carlos Humberto Yáñez Peñaranda y Susana Carvajal de Yáñez,
en una de las gráficas y a sus hijos en la otra fotografía, en la época en que
para posar se formaban como en el Ejército, por orden de estatura. Allí
recordamos de derecha a izquierda a Carlos Humberto Yáñez Carvajal (q.e.p.d.),
Alfredo, Susana, María Mercedes, Rosa Julia e Isabel BeatrIz.
Nos reunimos varios amigos de identidades comunes, en medio de esta crisis
de valores, para reiterar que creemos en la amistad y reconocer los méritos que
apuntalan la vida impoluta de Alfredo Yáñez Carvajal, elegido nuevamente
como miembro del Comité Nacional de Cafeteros, para el periodo que se inicia en
enero de 2015.
Reuniones de amigos, éstas, cuyos reencuentros a pesar de las distancias y del
tiempo siguen como ayer y se les puede aplicar el aforismo de Tennessee
Williams: “Siempre hay tiempo para marchar aunque, aparentemente, no haya sitio
a donde ir”.
Siempre oí y escuché. Hace días me hice el propósito de opinar poco, para
vencer mi tendencia incontrolable a tornarme antipático por inconformista.
Como estos días he recibido mucho para leer y estudiar, en la medida
que oía y escuchaba, con nostalgia reconstruía la memoria de vida de los de mi
generación del occidente del Departamento, en especial la que por
espacios vacacionales relativamente cortos, hicimos los oriundos de
Gramalote, Lourdes y Sardinata, condenados a estudiar viajando por
colegios del departamento y el resto del país, pues el bachillerato era
incompleto en esas poblaciones.
En ellas la vida, estaba atada incondicionalmente a la tierra, y la
tierra al monocultivo del café, a una agricultura no extensiva y la ganadería.
Un día escribí aquí, que a partir de Gramalote y finalizando al margen del
Catatumbo, los Yáñez y los Peñaranda colonizadores natos, fueron de generación
en generación trazando lo que he llamado el “Camino a las Mercedes”.
Y Alfredo, desde Carlos Humberto su padre, junta esas dos líneas
emprendedoras por la tierra, a la que sigue atado en el
fundo heredado de sus querencias, en las vueltas y revueltas de la vía,
de los altos de “Villanueva”.
“El camino a las Mercedes”, lo fueron construyendo como con estaciones y a
partir de pueblo viejo, fundando fincas cafeteras de casonas
bellas, de tapias pisadas y enclaustradas cuyo modelo era replicado por los
aldeanos que seguían sus huellas.
Así se hizo “Villanueva”, San Roque, Villa Marina, La Holinda,
Campoalegre, Dardanelos, La Primavera, La Rochela, El Pórtico, El Edén,
La Alianza, La Garita, El Banco, Bilbao, La Pedregosa, Las Mercedes.
En la foto: Alfredo
Yáñez Carvajal, miembro del Comité Directivo y Nacional de la FNC por Norte de
Santander; Jairo Páez Pérez, representante del comité departamental; Fabio
Gómez Gelvez, representante del comité departamental; Édgar Santos Santos,
representante del comité departamental; Luz Marina Contreras de Rojas,
presidente del comité departamental, Juan Valdez, Roberto Vélez Vallejo,
gerente general de la FNC; Ana Belén Manrique Torres, directora ejecutiva del
comité departamental; Nelson Omar Becerra Peña; representante Comité
departamental y Mario López Peña, representante del comité departamental.
Nuestros abuelos que marchaban tras los colonizadores Yáñez y Peñaranda,
imitaban los actos de fundación.
En Lourdes mi bisabuelo Santiago se asentó en un cerro y fundó La Armenia y
el Resguardo y en el cerro de al lado el tío bisabuelo José Melo, fundó
Los Pinos y La Siberia, y los Meza, los Lizarazo hicieron lo mismo.
El libro que acaba de lanzar Héctor Abad Faciolince, que protagoniza no
una persona sino una finca llamada “La Oculta”, que leía en estos días que
coincidió con el homenaje a Alfredo, pues lo menos que me produjo fue una
nostalgia infinita por “La Armenia” en mi caso y un recorrido histórico
sobre mi región del occidente del departamento y “El camino a las Mercedes”,
cuyo más importante colonizador y fundador fue el cura Raimundo Ordóñez
Yáñez, de los ancestros de Alfredo, fundador de Lourdes y Las Mercedes,
hoy olvidado por los novísimos valores de la deshonestidad y la ventaja,
a tal puno que su tumba se cubre de malezas, los valores del “tío vivo” de la
corrupción de la nueva dirigencia pública a la reelección.
Como ven, el homenaje más que merecido a Alfredo, lo es a su padre
Carlos Humberto, consejero de mi padre, a sus ancestros y a la amistad y a los
valores que algún día recuperaremos, para volver a empezar.
Un modelo en el que nos formamos, adictos a los principios cristianos,
a la libertad, a la verdad, a la cultura, a los buenos modales, al orden,
a la paz, a la propiedad, al emprenderismo de los fundadores, a la ética
pública y al respeto por las instituciones.
La familia Carvajal Peralta
Amables lectores: corría el año 1900 y de las majestuosas
instalaciones del Seminario Mayor de Pamplona, lamentablemente derruidas para
construir el actual Hotel Cariongo, sale a la calle un grupo de seminaristas
con sus impecables sotanas negras y su muy bien lustrado calzado negro.
Entre ellos se destaca por su porte el joven Martín Carvajal, nacido en
Chitagá. Con su breviario en mano va terminando las oraciones de la mañana.
De pronto, como impulsado por una fuerza superior detiene su caminar, dirige la
mirada de sus almendrados ojos hacia un balcón y allí la reciben dos luceros
negros, llenos de coquetería femenina, eran los ojos de la bella señorita Rosa
Julia Peralta.
Cupido arma su flecha, el seminarista le envía el siguiente mensaje a la
señorita Peralta: “Si usted me espera, abandono los hábitos clericales e
inicio, como siempre ha sido mi deseo, los estudios de medicina”. Rosa Julia le
contesta afirmativamente.
Como no hay plazo que no se cumpla, llega el 15 de abril de 1912, fecha del
hundimiento del buque Titanic y se realiza la boda entre Martín y Rosa Julia.
De esta unión nacen: Alonso, Rodrigo, Lope, Álvaro, Julio Martín y mi madre
Susana. Alonso y Rodrigo terminaron bachillerato pero por situaciones políticas
de la época no pueden ingresar a la Universidad Nacional porque eran esos años
de régimen liberal.
Esa institución de educación superior era solo para jóvenes de ese partido. El
abuelo Martín matricula a Alonso para trabajar en el mostrador del joven Azis
Abrahim quien hacía solo un par de meses había llegado a Bucaramanga procedente
del Medio Oriente habiendo sido recibido con gran generosidad por los esposos
Carvajal Peralta y en su casa residía como un hijo más.
Ambos hermanos, Alonso y Rodrigo acuden donde su madre
Rosa Julia y su hermana Susana quienes que con sus modestos recursos originados
en sus clases de piano envían a los dos hermanos a la Universidad Central de
Caracas para iniciar estudios de medicina y odontología respectivamente.
Rodrigo más recursivo y presionado por el pequeño giro
llegado de Bucaramanga, enamora a la dueña de la pensión mejorando la comida
pero por la edad de la señora empeora la dormida.
En ese tejemaneje cambia el gobierno en Colombia y
Alonso puede ingresar en la Universidad Nacional y termina sus estudios de
medicina.
Rodrigo con su titulo de odontólogo se instala provisionalmente en Oiba y allí
forma un bello hogar con Elvira Franco.
Lope el tercer hijo, sin dificultades ingresa a la
Universidad Nacional y culmina sus estudios de medicina. Como anécdota política
Alonso es médico personal de Laureano Gómez y fue su Ministro de Salud.
Lope es el médico personal del General Rojas Pinilla y por su gestión logra la
construcción del Hospital Militar y fue su primer director.
Álvaro, inteligente farmaceuta con sus mezclas de
“medicamentos magistrales” obtiene cura para las flojuras y durezas de
estómago.
Julio Martín, prestigioso otorrino, gran aficionado al futbol con quien
compartí por T.V. el mejor mundial de este deporte “México 70”. Todavía en mis
sueños lo veo tratando de imitar sin éxito las jugadas de Pelé, Tostao y
Rivelino.
Mi madre, Susana, una dulzura hecha mujer, reina del
deporte de Santander del Sur en 1940, enamora al abogado ojiverde Carlos
Humberto Yáñez Peñaranda y constituyen su hogar en estas tierras de Doña Juana
Rangel.
Familias como la protagonista de esta historia existen muchísimas en Colombia.
¿Será que con esa base de gente honesta, con buenas costumbres, no podremos
derrotar a los corruptos que son el mayor cáncer de Colombia?.
Recopilado por: Gastón Bermudez V.
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