La Opinión
Con polvo, tierra y espacios vacíos, así se ve ahora la casa de lenocinio La Sorda.
Desde 1960 “La Sorda” se había convertido en una de las referencias más grandes de la ciudad, en lo que a entretenimiento nocturno se refiere, tuvo años gloriosos por lo que la administración pasó de generación en generación.
Blanca Rosa Durán, mujer villacarense, llegó a Cúcuta en la década de los 60, arrendando una habitación sin saber que tiempo después se convertiría en la casa de lenocinio más popular y frecuentada en toda Cúcuta. Ubicada en el vecindario Pasaje Ave de Paraíso, en la esquina avenida 8ª con calle 14.
Las visitas de amigos y clientes cada día eran más usuales y, por sugerencia de los mismos, arrendó una casa amplia, adecuándola con música, bebida y cinco mujeres. La decisión de expandir fue todo un éxito por lo que el negocio empezó a evolucionar.
Al cabo de tres años, Blanca, a quien sus clientes 10 años después llamaron ‘La Cucha’, compra la casa y todas las que están a su alrededor, condicionando en el pasaje de seis casas todo el negocio, entonces comenzó con fuerza ‘La Casa Verde’, apodándose años más tarde ‘La Sorda’.
Ya para ese entonces trabajaban alrededor de 80 a 90 muchachas entre ellas paisas, caleñas, santandereanas y nortesantandereanas, número que se mantuvo hasta la fecha del cierre.
Era la única casa de lenocinio en Cúcuta que trabajaba de día, abría a las ocho de la mañana y cerraba a las siete de la noche, siempre se caracterizó por tener a las mujeres más hermosas, marcaba la diferencia entre todos los bares de la época.
Años después, ‘La Cucha’ como era conocida, empieza a perder audición y he ahí donde los clientes llaman al bar ‘La Sorda’. “Ya los hombres no decían vamos para ‘La Casa Verde’ sino para donde ‘La Sorda’ y debido a la popularidad que tomó, se le cambió el nombre”, comentó Eduard Durán, sobrino de Blanca.
Eduard tomó las riendas de la administración en 1994, debido al alzhéimer que se le desarrolló su tía. Cuenta que en sus 26 años frente al negocio jamás se imaginó que después de 60 años de servicio un virus cerraría las puertas de la casa de lenocinio más antigua y popular de Cúcuta en el año 2020.
Dejando tras su clausura a más de 180 personas sin trabajo, 80 mujeres entre venezolanas y colombianas, 30 trabajadores entre porteros, meseras, cantineros, aseadoras, cocineras entre otros.
“Y sin contar las muchachas que no eran fijas, que venían por varios meses y se iban a otras ciudades” puntualizó Eduard.
Con el cierre total y definitivo del bar, debido a su naturaleza (contacto directo), es muy difícil contemplar una reapertura, “yo creo que hay un 99% de probabilidad de que no se abre más”, dijo Durán con tono desalentador.
Por el otro lado de la moneda, está Marcela, de 28 años, quien trabajó por más de 2 años en “La Sorda” y cuando la casa cierra sus puertas, queda sin trabajo y sin vivienda. “Quedo prácticamente en la calle porque ya no había como pagar servicios, así que no podía vivir ahí”, confesó.
Sin ingreso alguno, y para sobrevivir en confinamiento, pide ayuda a sus clientes más cercanos, sin embargo, no era suficiente y con la extensión de la cuarentena se quedó sin una mano amiga que la auxiliara.
Y no solo Marcela sufre esta situación, sino sus familiares quienes depende de ella y detrás de ella, las incontables mujeres que obtenían sus recursos de este lugar y que quedaron sin trabajo.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
Buenas noches señor Gastón, me interesa mucho su investigación acerca de nuestra ciudad. Por donde podría comunicarme con usted para hacerle unas consultas meramente de sus investigaciones y relatos. Muchas gracias
ResponderEliminarEsté sitio fue muy popular hacia los finales de los ochenta y los noventa antes de ésto los burdeles más populares de ubican en la insula donde encontramos la casa de las muñecas el campestre
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