Luis A. Medina S. y otras fuentes
Se ha
dicho que la poesía no tiene estratos sociales definidos, cubre por igual todas
las capas sociales; casi siempre nace por vocación y como una natural urgencia
emotiva. En la poesía de estos valles cucuteños, hay una voz de desnudo acento
lírico que corresponde a la cultura poética de Ana María Vega Rangel (Alma
Luz). Esta, ha acentuado su pureza y colorido al paso de los años, la cual la
hace más fluida, la hace vivir más intensamente toda una existencia que la ha
llevado a conservar vivos y ardorosos el amor y la inclinación por la poesía.
Empero,
para presentar a Ana María Vega Rangel, ‘Alma Luz’, nos parece más propio que
copiar unas recordaciones del doctor Guillermo Solano Benítez sobre la ilustre
poetisa.
"Para las primeras décadas del siglo XX tuvo nuestro Departamento tres exponentes de la literatura, continuadores de la obra poética de Adriano Páez, de las poetisas Antommarchi de Julio Añez y de Josefa Andrade Berti: Fueron aquellos exponentes Ana María Vega Rangel, Francisco Morales Berti y María Teresa Blanco.
Ana María Vega Rangel al adoptar su seudónimo ‘Alma Luz’, expresó con él la naturaleza de sus versos, pues antes que, a la materia, se refiere todos ellos a lo espiritual, en busca de un mundo superior, de ideales supra terrenos, de aspiraciones celestiales y de ensueños angélicos antes que humanos.
Esto lo demuestran sus principales producciones literarias a que nos referiremos enseguida, así como también, el no haberse casado, apartándose de los que intentaron ser sus enamorados admiradores, como ella misma lo dijo en su poema “LO QUE SOY”: Me conmueven las ansias de cualquier peregrino- Pero a nadie en mi copa le he brindado mi vino.
La
poesía de Alma Luz es clasificable en cuatro grupos: Humanitario, Religioso,
Patriótico y Filosófico. De carácter humanitario, expresivas del sufrimiento y
del sentir de los hombres, nos parecen sus composiciones tituladas “EL
CONDENADO”, en que se narra la fuga de un preso con todas sus vicisitudes, sus
padecimientos y su muerte; “HASTÍO”, donde se pintan las nostalgias y dolores
del vivir de una mujer bella, y sus tres sonetos referentes al terremoto de
Cúcuta, el primero o “ANTES”, el segundo “LA CATÁSTROFE’*; y el tercero
“DESPUÉS”, de los cuales transcribimos enseguida el último, en que con lírica
tristísima nos muestra Alma Luz cómo quedó nuestra ciudad destruida.
DESPUES
Sobre el montón de escombros, sobre la
desventura
De tanta vida rota, de tanta fuerza inerte,
Se desgranó la lluvia tenaz, nutrida y fuerte
Como un desesperante llorar de la Natura.
La noche arropó luego con sombras la amargura
Intensamente triste del triunfo de la muerte,
Y aquel rincón de tierra que flageló la suerte,
No halló sino tinieblas, horrores y pavura.
En los huraños cielos ni estrellas ni reflejos;
De la tormenta sorda que brama allá. .. á lo lejos,
Relámpago se escapan de resplandor sombrío;
Alumbran sus destellos cadáveres en haces
Y pegan en sus yertas pupilas incapaces
Qué absortas y espantadas miraban al vacío.
ROSAS DE LO QUE SOY
Con valor de alma joven, soñadora y altiva
voy serena en la vida por la senda del bien;
una meta lejana mis anhelos cautiva,
y allá voy tras mi anhelo, que por grande se aviva
con la fe y la esperanza, flor, lumbrera y sostén.
No por grandes me agobian mis amargos pesares
ni me embriaga la dicha con su intensa emoción,
pues más alta que todos los humanos pesares
va la estrella que vierte su fulgor en mis mares
¡y es caricia en mis duelos y en mis goces razón!
EL CANTO DEL
CUCUTEÑO
Y de los maternos labios
por el dolor ungidos
al relatar los agravios
supe también cómo sabios
los héroes de aquel dolor,
de su infortunio se irguieron
y el hogar reconstruyeron
con más pujante esplendor.
Y en rubia santa caldeada
mi sangre de colombiano,
perseguiré al vil peruano
hasta su propia morada,
y por su hazaña menguada
convertido en un balulú,
es hijo de Belcebú.
De invasor vendrá a vasallo
y le haré herrar mi caballo
con el oro del Perú.
ESTRELLAS
FUGACES
En un vagar constante de extraña simetría
su viejo rumbo siguen los astros fácilmente,
y en el etéreo mundo de luz no se persiste
un ademán altivo de inquieta rebeldía.
Perdida en los confines de poca lejanía,
envuelta en la penumbra, nostálgica y doliente,
hay una estrella rubia, grandiosa y refulgente,
que ha siglos el espacio con ansiedad espía.
De pronto se conmueve. Más no vacila: arranca
y de ciego impulso busca la nebulosa blanca
fundiendo su existencia con las constelaciones;
y en la embriaguez del triunfo no ve en que en la
remota
región que ella dejara, porfiadamente flota
la más desconsolada de las desolaciones.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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