Almacén de Tito Abbo, interior. Cúcuta 1949.
Almacén de Tito Abbo, interior. Cúcuta, 1949.
Almacén de Tito Abbo, interior 2º piso. Cúcuta, 1949.
Tito Abbo, 1918.
Tito Abbo Fontana.
PRESIDENTE: Federico Halterman
1er. VICEPRESIDENTE: Arturo Cogollo
2do. VICEPRESIDENTE: Alberto Camilo Suárez
Su primer Presidente, Federico Halterman, fue un distinguido comerciante alemán que se domicilió en la ciudad en el año de 1897. Dentro de sus actividades, se destacó como socio gestor de la firma comercial BREUER MÖLLER & CO., desde el año de 1909 hasta 1919; Presidente de la Cámara de Comercio durante los años de 1915, 1916 y 1919; miembro de la Junta del Ferrocarril de Cúcuta y Ferrocarril Frontera en 1918 y 2º Vicepresidente de esa empresa en 1921.
En el año de 1916, cuando en el Congreso Nacional cursó un proyecto de ley que gravaba el Café Colombiano de Exportación para financiar la propaganda que se hiciera en el exterior, Federico Halterman, Presidente de la Cámara en ese entonces se dirigió al Senado y a la Cámara de Representantes, para calificar de inoportuno ese impuesto.
Primero, por la Guerra Europea que impedía cada exportación; segundo, por haber disminuido nuestra cosecha cafetera en un 90% a causa de los resultados de la gestión y tercero, porque ya el café nortesantandereano estaba fuertemente gravado en Venezuela, a causa del tráfico obligado de nuestro grano por aquel país ante la imposibilidad de salir por el territorio propio.
Don Edoardo Riboli
Edoardo Riboli con sus 2 hijos adoptivos, a la izquierda Egisto o “Pablito” como le decían,
y Roberto Berti Riboli, en Genova, ca. 1920.
Don Eduardo nació en Lavagna, sur de la Provincia de Génova, Liguria, en 1875. Emigró a Venezuela cuando tenía 20 años en 1895. En su edad mayor, regresó a su ciudad natal Lavagna donde se radicó por unos años hasta que se fue a vivir a Génova donde murió, en 1950.
Don Edoardo no tuvo hijos, a excepción de los dos que adoptó de su esposa, María Parilli Anselmi, nacida en Mérida, Venezuela, en 1881, (hija de padre milanés); con quien se casó luego de ella quedar viuda joven de su marido Pablo Berti, nacido en Boconó, estado Trujillo; hijo de Egisto Berti y María Retali, emigrados a Venezuela desde la isla toscana de Elba.
Edoardo Riboli, década de 1920.
Don Edoardo a partir de 1922 comienza a retornar a Italia, donde pasaba de cada año un semestre allá y otro en Venezuela, hasta que retorna definitivamente en 1936, después de una vida de trabajo de varias décadas entre Venezuela y Colombia.
En una carta escrita a sus familiares desde Maracaibo -su lugar de residencia- días antes a su viaje de regreso a Italia por barco, menciona que partirá el 22 de junio del puerto de La Guaira y espera estar arribando a Génova el 5 o 6 de julio. En ella escribe: “Mañana me voy a Cúcuta para hacer otra serie de baños de azufre en Aguacaliente, si veo que me hacen bien me quedo unos días más, de lo contrario me voy y luego, si Dios quiere, pensaré en embarcarme …”.
Don Antonio J. Copello Baptista
Antonio J. Copello Baptista, Cúcuta 1966
Don Antonio J. Copello Baptista nació en Táriba, Estado Táchira, Venezuela en 1898 y falleció en Medellín, donde vivió sus 2 últimos años de vida, con la familia de su hija primogénita María Teresa Copello Faccini y su esposo Fausto Donadio, quien había emigrado a Colombia a la edad de 16 y medio años, el 28 enero de 1938. Los Donadio Copello vivieron en Cúcuta hasta 1966, antes de irse a vivir a Medellín. Fue enterrado en Cúcuta en 1968.
Su padre Antonio Copello Podestà había nacido en Chiavari, Provincia de Génova, Liguria, y su madre Dolores Baptista Cordero en Mérida en 1872. Su padre murió a la edad de 43 años y su madre a la edad de 33, con lo cual, quedó huérfano de padre a los 7 años y de madre a los 12 años.
A esa edad, Don Antonio entró a trabajar en la Casa Riboli de Maracaibo en 1910. En la empresa trabajó 27 años hasta 1937, época en la cual era encargado de los negocios en Cúcuta y fue persona de confianza primero del señor Riboli y luego de Tito Abbo. Según el mismo contaba, el señor Riboli hizo que el siendo muy joven, aprendiera contabilidad. Siguiendo su retiro en 1937, creó la firma A. Copello & Co y se dedicó por su cuenta a la exportación de café.
En 1941 compró por 100.000. pesos la “casa almacén” de Breuer y Möller, una de las firmas alemanas más antiguas de Cúcuta, dedicada a la exportación de café y a la importación de toda clase de mercancías. (Firma vinculada al reconocido benefactor de Cúcuta, Don Christian Andresen Möller).
Fausto Donadío fundó con Don Antonio Copello, el reconocido almacén de ropa y calzado llamado Almacén La Corona. El negocio abrió en septiembre de 1952 y funcionó casi 70 años en la misma dirección, donde había funcionado el almacén de otro italiano, don Enrique Raffo.
Placa en la Capilla La Milagrosa; construida en 1950 por las Hermanas de la Sociedad San Vicente de Paul (“las vicentinas”) en la Av 1a con Cll 15, del Barrio La Playa de Cúcuta. El terreno para la construcción de esta capilla es una de las donaciones que se encuentran entre las muchas demostraciones de generosidad que caracterizaban a Don Antonio en cuanto a apoyar obras sociales para Cúcuta.
Don Antonio Copello falleció el 10 de agosto de 1968 en Medellín. Sus restos reposan hoy en la catedral de San José de Cúcuta, luego de haber sido trasladados desde el Cementerio Central, donde fue enterrado inicialmente, luego de su fallecimiento en la ciudad de Medellín y haber sido su cuerpo aerotransportado a Cúcuta; lugar donde se realizaron sus honras fúnebres. Imagen cortesía de su nieta Lulú Reyes Copello.
Don Felice Torre
Don Felice Torre
Felice Torre nació en Calvari, Provincia de Génova, Liguria, en 1900. Murió en 1979. Don Edoardo Riboli en uno de los semestres que pasaba en Italia, estando de vacaciones en Calvari, conoció a Torre a través de Doña Clorinda su madre. Viendo el entusiasmo del joven, por conocer América decide traerlo a trabajar en su empresa donde comenzó a adquirir experiencia desde el nivel más bajo.
De esta forma llegó a Maracaibo en 1924 a trabajar en Riboli & Co (la cual se llamó así hasta finales de ese año; seguidamente entró Tito Abbo a la sociedad y se llamó Riboli Abbo y Cía. Estudiando de noche se diplomó como contador.
Don Edoardo y Tito le asignaron tareas de responsabilidad como agente viajero cobrador. Durante la crisis de 1929 le dieron una tarea casi sin esperanza: dar la vuelta a todos los acreedores en las zonas andinas. Torre partió a lomo de mula acompañado de una escolta armada y peregrinó nueve meses entre pequeños centros poblados y plantaciones.
Cuando regresó tenía todo el dinero con él. Riboli y Abbo le explicaron que nunca imaginaron que volvería con más del cincuenta por ciento de los créditos y le regalaron la mitad de la suma, que Torre decidió invertir en la compañía, convirtiéndose en socio.
Torre fue ascendido a gerente de la sede de Cúcuta de la empresa Tito Abbo y Cía en 1937 (la cual se había llamado Riboli Abbo y Cía hasta 1936). Contrajo matrimonio con Elisa Conde, dama de origen ocañero con quien en Cúcuta fundó su familia y tuvo sus hijos, previo al fallecimiento temprano de ella en 1953.
Villa Andresen
la Villa Andresen fue residencia de Don Felice Torre y su familia por unos años. La Villa Andresen, fue mandada a construir por doña Teresa Briceño viuda de Andresen Möller y fue su último lugar de residencia. Allí recibió el 13 de diciembre de 1936 la Cruz de Boyacá que le impuso el gobernador del momento, don Arturo Cogollo. El 11 de enero de 1937 murió doña Teresa de Andresen Möller en la Villa Andresen. Imagen: Facebook de Efraín Vásquez Corinaldi.
Expulsión final de las empresas alemanas e italianas de Cúcuta y Colombia
Según relata el libro “Los italianos de Cúcuta. Pioneros del café en Colombia”, Breuer Möller & Co cerró en 1941, ya que, a mediados de ese año, durante la II Guerra Mundial, el gobierno americano implantó lo que se llamó “la lista negra”. Esta lista que mensualmente era actualizada y publicada en los diarios nacionales, enumeraba personas y empresas con las cuales nadie podía negociar ni darles empleo so pena de negarle la posibilidad de importar mercancías desde los Estados Unidos.
Son muchos los escritos con datos históricos (los cuales, no enumeramos por no extender demasiado este documento) que, evidencian los viejos celos y aprensión de poderosas élites de la capital colombiana hacia los empresarios, especialmente de origen alemán e italiano, que, en buena cantidad habían progresado con mucho éxito en el país, en ciudades como Cúcuta o Barranquilla.
Desde los años previos a la Primera Guerra Mundial que inicia en 1914, ya se empezaban a imponer medidas desde el gobierno central en Bogotá para restringir la libre circulación de divisas en moneda extranjera y dificultar las grandes operaciones comerciales, especialmente de exportación de café producido en el área fronteriza de Cúcuta, hacia Europa y Estados Unidos, a través del Lago de Maracaibo. Muchas de estas transacciones eran lideradas por tradicionales empresas de Cúcuta que habían sido fundadas en el siglo XIX por comerciantes alemanes e italianos muy apreciados en la ciudad y establecidos por generaciones.
Es así como el año 1915, (un año después de iniciada la 1ª Guerra Mundial), se registra por ejemplo, el retiro de la sede de la gran casa comercial Steinvorth de Cúcuta, para quedarse en San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela; país que si les facilitó continuar operaciones por varias décadas posteriores: Don Werner Steinvorth termina su residencia en Cúcuta en noviembre de 1915, según lo sugiere la escritura de venta de (la que había sido por años su casa de habitación) la Quinta Steinvorth a Don Arturo Cogollo, para a partir de esa fecha llamarse Quinta Cogollo.
La mencionada lista negra fue el golpe final que logró acabar varias grandes empresas en Colombia, entre ellas SCADTA, la segunda aerolínea más antigua del mundo después de KLM, fundada por alemanes en Barranquilla en 1919. Fue una Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos. Por la lista fue necesario nacionalizar la SCADTA, expulsar a los pilotos y mecánicos alemanes, y crear una nueva compañía para lo cual el gobierno colombiano bajo presión de los Estados Unidos, creó AVIANCA. Los pilotos de Pan American Airways reemplazaron a los alemanes.
“… la historia nos cuenta que de la llamada Lista Negra colombiana, no se salvó Avianca; no se salvaron los pilotos alemanes que habían fundado la Scadta, algunos de ellos amigos personales del presidente de la República Eduardo Santos (1938-1942). No se salvó el capitán Herbert Boy héroe del conflicto con el Perú, condecorado con la Cruz de Boyacá por el presidente Enrique Olaya Herrera. No se salvaron almacenes e industrias alemanas de mucha envergadura…”
“…En estas listas negras se incluían también empresas y empresarios de naciones consideradas enemigas de los Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, tales como Italia y Japón…”.
Es después de haber realizado esta revisión de hechos históricos, que cabe imaginarse lo diferente que sería hoy Cúcuta, su economía, productividad e instituciones gremiales, en el caso que los gobiernos nacionales de la época no hubieran expulsado los alemanes e italianos de la región.
Lo contrario, hubiera permitido que continuaran impulsando la economía regional, gracias al aporte de sus capacidades y conexiones con el comercio internacional. Estas les habían permitido posicionar muy bien nuestro café en el mundo, mientras a manera de intercambio, importaban y ponían a nuestro alcance, toda la innovación y tecnología de la reciente revolución industrial. Es decir, no haberlos expulsado, les hubiera permitido continuar ejerciendo libremente el liderazgo comercial y empresarial, los cuales habían ejercido por varias generaciones en la región.
Este es un buen ejemplo que nos permite ver cómo las decisiones políticas de un gobierno no solo afectan a una sociedad, sino pueden cambiarle el curso de su historia.
Fuentes:
· Libro “Eduardo Riboli. Storia de un emigrante di Lavagna”. Autor: Mario Bottaro. (Génova, 2002).
· Portal “Crónicas de Cúcuta”. Gastón Bermúdez.
· Libro “Los italianos de Cúcuta. Pioneros del café en Colombia”. Autor: Alberto Donadio Copello. Primera edición: octubre 2014.
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