PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

viernes, 9 de diciembre de 2011

103.- EL TRANSPORTE EN CUCUTA

Tomado del libro Cita Histórica de Luís A. Medina S., narraciones de Ernesto Duarte Ossa y otras fuentes
Don Carlos Luís Jácome -Charles Jackson- en su libro “Cúcuta de Otros Días”, nos cuenta:

Que el primer vehículo de ruedas de que se tenga noticia en Cúcuta, lo trajo don Domingo Díaz. Era una especie de ómnibus al que llamaban “la ambulancia” y circuló por las calles de Cúcuta Pre-terremoto. Después de la catástrofe trajo el padre de don Julio Angulo una “cabra” en la que paseaba los domingos con su señora.

El primer muerto por accidente de tránsito automovilístico en los alrededores de Cúcuta, fue el estimado caballero don Carlos Arocha. Y lo siguió, pocos meses después, don Francisco Blanco, natural de Pamplona. Dos iniciales víctimas jóvenes de nuestro progreso vial.

Al recordar el pasado histórico cucuteño, necesariamente tenemos que hacer mención de don Enrique Raffo, ese caballero de la Península del Monte Blanco y los Alpes Centrales de Italia.


Primer carro que llego a Cúcuta en 1912. El cual era de propiedad de Don Enrique Raffo

Tal parece que este hijo de la tierra de los Papados y el Almirante Genovés Cristóbal Colón, al vislumbrar en la adolescencia el horizonte que debía recorrer, fijara una meta que luego alcanzó por el camino que una vez trazara el intrépido navegante y conquistador de los mares Cristóbal Colón, la ruta de las aguas, siguiendo la paralela que marcara con matemática precisión al llegar a Cúcuta.

Aquí se estableció y fundó una prestigiosa casa comercial, aquí le dio impulso comercial y automotor a la ciudad. Aquí trajo el primer automóvil el 19 de agosto de 1912, un Ford de su propiedad de aquellos que llamaban “Tres patadas”, es decir, tres pedales: uno para ponerlo en movimiento acelerado con una palanquita o “mecho” junto al volante, otro para frenar, y otro para retroceder, sin batería, sólo con magneto o una bobina grande que hacía de batería. Fue así como le dio progreso en ruedas don Enrique Raffo a Cúcuta.

El vehículo causó sensación y novelería de las gentes, cuando salía de paseo por las empedradas calles de la ciudad, la muchachada corría tras el automóvil hasta que lo guardaba allá en el puente San Rafael de propiedad de otro italiano, don José Almirati, y lo cubrían con una funda de tela.

El automóvil fue traído desarmado en parte por Maracaibo y embarcado en ferrocarril en Puerto Villamizar rumbo a Cúcuta, donde él mismo lo armó y lo puso a funcionar.

Según el historiador Solano Benítez, el primer recorrido “fue entre la calle 11 con avenida 4a. hasta la esquina del Asilo Andressen”.

“Al día siguiente se extendió hasta puente San Rafael. Como dato curioso copiamos el itinerario que publicó la prensa al empezar los viajes en automóvil en servicio público al puente San Rafael desde el 20 de agosto de 1912”.

AUTOMOVIL “SAN RAFAEL”

Horas de servicio:

Estación: Esquina de la Iglesia Parroquial y Puente San Rafael:

REGLAMENTO

1 . Se prohíbe en marcha hablar con el conductor.
 
2. No se admiten paradas intermedias.

3. Las familias tendrán preferencia.

4. El valor del pasaje es de $0.50 oro por persona.
 
5. Los niños pagaran pasaje entero.

6. Después de las 9 p.m. la tarifa es convencional.

7. Una sola persona puede comprometer todos los puestos.

8. El conductor queda en libertad de no admitir pasajeros cuando lo crea oportuno.
 
9. Los billetes son personales.

El conductor era el mismo señor Raffo.

 
Aconteció que los muchachos del barrio del Arenal, barrio que seguía al del Caimán, frente a la llamada Quinta Jara de don Pedro Jara, en el recorrido a puente San Rafael, ayudados por personas menores de 30 años, al pasar de noche el automóvil lo apedrearon rompiéndole uno de los faroles o lámparas delanteras.

“El señor Raffo se quejó a las autoridades, y la prensa toda reprobó tal acto. Intentó el propietario una reclamación diplomática por intermedio de la embajada italiana en Bogotá y le creó cierta animadversión entre los cucuteños.

Afortunadamente el señor Raffo rectificó a tiempo, publicando una hoja volante en que ofrecía el producido del vehículo durante 4 meses en beneficio de las clases pobres, y así la cosa fue olvidada.

El 1o. de septiembre de 1912, un día domingo, fueron establecidos viajes diurnos desde la Estación Cúcuta al Salado, a peso oro el viaje redondo, desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Por la noche se viajaba a puente San Rafael. Desde octubre de 1912 el pasaje a puente San Rafael se bajó de $0.50 a $0.30.

El señor Raffo tuvo el cuidado, para evitar competencias, de obtener del gobierno el privilegio de explotar él sólo su automóvil hasta el 31 de diciembre de 1913, de modo que gozó un año y medio de esta exclusividad.

El 1o. de septiembre de 1912, empezó el enlajado del sector destinado al recorrido auto mobiliario, por disposición del Concejo, a fin de hacer más cómodo y rápido el paseo; la enlajada se hizo desde el Asilo Andressen, carrera Venezuela al norte, hasta la calle Caldas, hoy calle 11, y de esta esquina al occidente hasta el Parque Santander.

El 12 de abril de 1913 el señor Raffo entregó en Cúcuta su segundo automóvil, marca “King”. En 1914 empezaron diligencias para traer nuevos carros para otros propietarios, por haber expirado ya el privilegio del señor Raffo.

El 1 de febrero de 1914 don Manuel A. Mendoza inauguró la primera empresa de automóviles en Cúcuta, compuesta de cinco carros marca “Ford”, con choferes extranjeros. Para la formación de choferes criollos, la empresa San Rafael estableció clases de enseñanza de conducción en sólo 15 días por $50 oro.

El 2 de junio de 1914 llegaron a Cúcuta dos automóviles más para don Carlos Luis Arocha y Compañía. Eran el 8º y 9º automóviles, pues el 1º y 2° eran del Sr. Raffo, y del 3º al 7º pertenecían a la empresa Mendoza.

El 7 de agosto de 1914 don Tobías Moro dio al servicio los carros 10º y 11º con itinerario a Los Vados.

En la misma fecha se anunció que estaban por llegar el No. 12 para el Casino y el No. 13 para el “Maxim’s”.

Como ya en 1.914 había aumentado bastante el número de automóviles, la Asamblea dictó la Ordenanza No. 51 de abril 20, reglamentando su servicio en Cúcuta”.

En 1924 funcionó la Empresa de Ómnibus Cúcuta (EDOC), de la que formaron parte Cayetano Morelly, Rodolfo Faccini y Arturo Atrocha.

El ‘tatarabuelo’ de los taxis que ruedan por las calles de la capital de Norte de Santander fue el carro Ford que el domingo 19 de agosto de 1912 recorrió la empedrada vía entre la calle 11 con avenida 4 hasta la esquina del Asilo Andressen.
 
En 1927 nació la empresa internacional de pasajeros, Ferreira. Martín Ferreira Rangel vivía al lado del Carmen de Tonchalá, de donde salió a lomo de burro, como consecuencia de problemas de violencia.
 
Ese año, en Villa del Rosario, echó a andar la compañía con tres buses comprados en Caracas, bautizados como ‘Colombia’, ‘Ricaurte’ y ‘Libertador’. Así cubrió la ruta Cúcuta-Rubio-San Cristóbal-Cúcuta. El viaje valía cinco bolívares. También hacía recorridos hasta la capital de Venezuela y extendió el cubrimiento hasta Bogotá, en dos etapas, por la carretera Central del Norte.

En 1940 – 26 años después de la fundación de la primera empresa de automóviles – cuatro rosarenses forman una sociedad de hecho para prestar el servicio de trasporte de personas con cuatro vehículos de su propiedad.

Los automotores estaban diseñados con carrocerías de madera y se distinguían con los nombres de ‘La Carioca’, ‘Mi Delirio’, ‘Lucitania’, ‘Bienvenido’, ‘Riobamba’, ‘El Triunfo’, ‘Júpiter’, ‘El Príncipe’, ‘El Cóndor’, ‘El Fargo’, ‘Tricamar’, ‘Villa Heróica’, ‘Faenza’, ‘El Dorado, y ‘Gran Colombia’.

La ruta que cubrían era Villa del Rosario, vía Boconó, pasando por El Escobal y San Luis, tramo conocido como la carretera vieja. Cinco años después, la sociedad se constituyó legalmente como Empresa Corta Distancia Ltda., con un capital de $13.000.

Los fundadores de la empresa fueron Lino Galavis Carriedo, Lino Galavis Girón, Luis Francisco Guerrero, Alberto Camilo Olarte, Marco Aurelio Sánchez, Simón Esteban Mora Olarte, Juan de Jesús Ramírez, Alfonso Moros Mendoza, Víctor Ramón Suárez Ramírez y Ángel Ignacio Olarte.

Los buses y busetas que prestan el servicio de transporte urbano en Cúcuta, son los ‘tataranietos’ de un vehículo fabricado en 1921,  en estas tierras fronterizas. Aquel año, en los talleres del ferrocarril, con el chasis de un automóvil se  construyó un ómnibus que era propiedad de los vecinos del barrio Callejón.
 
En 1956, Ferreira reapareció por aquella vía con diez camionetas y sus conductores prestaron el servicio hacia Bucaramanga. Luego introdujo las primeras flotas con sillas reclinables que causaron furor en la época y equivalieron a un primer síntoma de modernidad.
 
Al fin, cansado de luchar con choferes, les vendió los carros a sus trabajadores y, al pagarlos, aquellos desertaron para fundar Berlinas del Fonce, escribió Beto Rodríguez en La Historia Cucuteña al Galope.
 
Por las calles del valle de Doña Juana Rangel, circularon automotores de compañías de servicio de transporte público que dieron origen a varias de las que actualmente, con sus 2.339 buses y busetas, recogen y dejan pasajeros. Estadísticas conocidas señalaron que Trasan con 485, Trans Guasimales con 393 y Trans Tonchalá con 320 vehículos, son las que más unidades tienen en el parque automotor.
 
Ahí se encuentra Transurbano de Cúcuta, Cootransperalta, que tenía paradero donde hoy se encuentra el Hotel Tonchalá,  y la de taxis Saúl Rueda, entre otras.
 
La Cooperativa de Transportadores Peralta se fundó en 1970 y luego se transformó en Transportes Tonchalá. Dentro de las más antiguas aparece Corta Distancia. En 1933, cuatro personas residentes en Villa del Rosario, se unieron y formaron una sociedad de hecho para transitar entre el municipio histórico, vía Boconó pasando por El Escobal y San Luis. El 13 de noviembre de 1945 se constituyó legalmente.

Los datos históricos registran en 1967 el surgimiento de Transguasimales y de Trasan en 1971.
 
En el centro de la ciudad funcionaron durante muchos años las oficinas de despacho y los estacionamientos de las firmas transportadoras intermunicipales e interdepartamentales.
 
Berlinas del Fonce operaba en la calle 13 entre 5 y 6.  Copetrán estaba en la 5 con 13, muy cerca de su competidora. Extra Rápido Motilones y Pamplona tenían sede en la avenida 6 con calle 13. Para ir a San Antonio del Táchira y San Cristóbal, los pasajeros conseguían el carro en ‘terminalito’ de la avenida 7 con calle 12. El primero en frente de la Bodega El Jordán de Don Joaquín Bermúdez por la Calle 12 y el otro en toda la esquina por la Avenida 7.
 
Al advertirse la asfixia y el atasco generados por aquél desorden, arrancó el proyecto de la Central de Transportes, en un área de 20.000 metros cuadrados. En la antigua Estación Cúcuta del Ferrocarril, se levantó el complejo que fue inaugurado 14 de abril de 1967 por el entonces alcalde Eustorgio Colmenares. La obra requirió de la inversión de tres millones de pesos.
 
Al otro día de la ceremonia, el gobierno local ordenó sacar del corazón de la capital nortesantandereana la actividad transportadora de pasajeros y encomiendas en rutas nacionales, internacionales y departamentales. Hoy, después de más de 40 años, la terminal se quedó pequeña para las necesidades de la ciudad. En el orden del día se encuentra el debate  sobre la localización, financiación y construcción de la nueva central de transporte.
 
Los datos oficiales señalan en 6.000 los taxis, que denominados como la ‘mancha amarilla’, van y vienen por las vías de esta ciudad en la frontera con Venezuela.
 
Al devolver el tiempo, surgen hechos curiosos como el de pagar $3,50 por ir en taxi desde el centro a La Playa, La Cabrera y La Merced, esto era en 1967. Hasta San Rafael, Loma de Bolívar o Quinta Oriental, la carrera costaba $4,00.
 
El servicio del centro hasta Villa del Rosario valía $12,00. A San Antonio del Táchira el costo era de $18,00 y $20,00 hasta El Zulia. Los taxis de Marco Tulio Contreras (MTC) tuvieron como lugar de operaciones el Parque Nacional. Los de Saúl Rueda ofrecieron el servicio durante largo tiempo en la esquina de la avenida 4 con 18, al frente de la Clínica de Leones. El Parque Santander era el estacionamiento preferido por los carros de Iris, La 3.000 y Clipper.
 
A mediados de la década de los 80, a la ciudad llegaron ‘volando’ las famosas lechuzas o microbuses, para prestar el servicio nocturno, de 5:00 de la tarde a 5:00 de la mañana. Después se multiplicaron y rodaron día y noche.
 
Hasta antes de 1969, los taxis debían cruzar por el río Táchira para llevar pasajeros hasta Ureña (Venezuela). Para evitar riesgos o una eventual crecida, había guías a quienes los choferes les pagaban. Todo cambió a partir de diciembre de ese año los presidentes Rafael Caldera, de Venezuela, y Carlos Lleras, de Colombia, inauguraron el puente Francisco de Paula Santander.
 
En 1976, en Cúcuta empezaron a marcar rojo, amarillo y verde los semáforos que integraron la primera red de distribuidores de tráfico. En la administración del ex alcalde Enrique Cuadros Corredor (1992-1994) se puso en operación el taxímetro, que según el sentir popular, se convirtió en ‘muñeco de burlas’.
 
En cambio, sigue vigente la costumbre que entró a regir en 1912 de negociar el valor del servicio en taxi entre el pasajero y el conductor.


Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

martes, 6 de diciembre de 2011

102.- LA ESTATUA DE SANTANDER

Acta de la inauguración de la estatua del General Francisco de Paula Santander y entrega de ella al H. Concejo Municipal



En San José de Cúcuta a 7 de Agosto de 1893 la Junta del Centenario de Santander cumpliendo las funciones de su cargo pone al cuidado del pueblo de esta ciudad, representado por el Honorable Concejo Municipal, el monumento al General Francisco de Paula Santander erigido en la plaza de este municipio; y en tan solemne acto, con que sella su misión, extiende la presente acta en que consta la somera relación de los trabajos que ha tenido para dar cima a tan grata como importan te empresa.

El General Francisco de Paula Santander, hijo de los valles de Cúcuta, fue uno de los próceres de la magna lucha de emancipación; estudiante en el Colegio de San Bartolomé cuando los sucesos políticos de 1810, abandonó los claustros para enrolarse en las primeras huestes libertadoras que se organizaron en Cundinamarca, y desde entonces militó bajo las banderas de la libertad, en Nueva Granada y Venezuela hasta la memorable y decisiva batalla de Boyacá el 7 de Agosto de 1819. La historia guarda en sus páginas los señalados servicios y relevantes méritos, que le hicieron acreedor al distinguido puesto de Vicepresidente de la Gran Colombia.
 
Si notable fue el General Santander en la organización y disciplina del ejército Libertador en Casanare, no menos eminente se mostró en el ejercicio del P.E. en defecto del Libertador Bolívar cuando siguió a la campaña del Sur.
 
En tan elevado puesto y en época tan laboriosa para atender al gobierno de la república fundando todo un sistema de administración, mayor atención demandaba la provisión de armas, dinero y hombres al ejército que marchaba de victoria en victoria hasta el Alto Perú para completar la independencia de Sur América con las batallas de Pichincha, Cochabamba y Ayacucho.
Tan altos hechos elevaron al General Santander al segundo lugar después del Libertador Bolívar, como una de las figuras más culminantes en la inmensa pléyade de próceres.

La gratitud nacional no podía quedar inactiva y buscó los medios de expresarse para dejar en el mejor monumento un homenaje al héroe y al legislador.
 
Se acercaba la fecha del primer centenario del natalicio del General Santander y era el día propicio para saldar esa deuda de gratitud.
 
En ninguna parte mejor que en esta ciudad, próxima al valle en que vio la luz, debía elevarse el monumento a su memoria; nadie mejor que los hijos de Cúcuta para el pensamiento. Así sucedió cuando los señores Luís Francisco Peralta, Joaquín Estrada y Hermes García G., solicitaron una suscripción el 5 de julio de 1890 y en tres horas aparecían en lista $ 1.300. Con tal éxito el 17 del mismo la numerosa concurrencia congregada en el teatro acogió la idea y eligió una junta que se encargara de su desarrollo con fe y decisión a tan noble tarea. Constituyeron esta junta los señores doctor Marcos Hernández, Carlos Ferrero G., Joaquín Estrada, Eliseo Suárez, Florentino González, Dr. Teófilo Prato, Benigno Parra, Oscar Pérez F., Hermes García G., Miguel Ardua, Francisco de P. Barroso y fue el primer secretario el joven Luís Francisco Peralta. Muy justo es consignar en esta Acta el nombre de este malogrado joven, que bajó al sepulcro sin ver coronados sus esfuerzos; con el entusiasmo de su espíritu ardiente y pertinaz fue el mejor obrero de esta empresa, a la que consagró toda su inteligencia y voluntad en su carácter de Secretario.
 
Constituyó el principal trabajo de la junta la consecución de los fondos para la obra y quiso que a ella contribuyera la nación entera, los colombianos todos para constituir un monumento formado grano a grano con el óbolo del pobre, con el oro del rico, porque si el General Santander era una gloria suramericana, es astro de primera magnitud en el cielo de Colombia.

La excitación de la junta circuló por toda la república y pronto se obtuvo un resultado halagador, correspondieron a ella las colonias colombianas del Táchira, Maracaibo y Nueva York. El señor Juan N. Luciani suscribió $ 1.600 y así pronto la junta pudo disponer la construcción de la estatua.
 
Encomendada la comisión a la casa comercial de los señores Van Dissel Thies & Cía. el socio señor Gilberto Van Dissel se encargó de contratar su ejecución en Europa al escultor C. Borner en la ciudad alemana de Hamburgo; y digna de encomio es la esmerada consagración que dedicó para obtener una obra artística de gran mérito que debía representar al Hombre de las Leyes.
 
La junta empero se hallaba en serio compromiso para cubrir el valor del monumento por no haber alcanzado el monto de la suscripción al total del costo; y en tal emergencia el Honorable Concejo Municipal de esta ciudad contribuyó con la suma de $ 6.000 para cubrir el valor total y atender a los gastos de la erección en esta plaza, cantidad que fue generosamente puesta a disposición de esta junta.

Hoy la junta ve terminada la comisión que aceptó de buen grado; el monumento adorna la plaza que tiene el nombre del egregio prócer y al inaugurarla con la solemnidad debida, la entrega al Honorable Concejo Municipal para su custodia y a la población de San José de Cúcuta para que contemple en ella las glorias nacionales y la manifestación gráfica del reconocimiento público al Guerrero y al Magistrado cuyo nombre aparece glorioso en los anales de la emancipación política y consolidación de la República.

Marcos Hernández, Carlos Ferrero G., Félix H. Hernández, Joaquín Estrada, Francisco de P. Barroso
 
El Secretario, Melitón Angulo Heredia
 
Esta estatua del General Santander fue fundida en bronce en Hamburgo (Alemania) por el escultor C. Borner.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

lunes, 5 de diciembre de 2011

101.- EL PARQUE SANTANDER

Luís A. Medina S. y otras fuentes



El parque Santander ha sido escenario predilecto del transcurrir de la ciudad. Inicialmente fue destapado y servía de mercado público los domingos. Luego esta práctica pasó al sábado por disposición del párroco de San José, presbítero José María Camargo (1879). Para esa época también se realizaban algunas corridas de toro, y sirvió como escenario para eventos cívicos, religiosos y de ´parqueadero´  para las mulas que trasportaban la carga a la ´próspera´ ciudad.
En 1876, se instalaron las dos pilas o fuentes hechas en bronce y traídas de Alemania. Tuvieron un costo de $ 2000 y se surtían del agua de la toma pública.
Se ha dicho que recordar el pasado es vivir el presente, y en la historia del parque Santander, vamos a recordar el pasado para vivir el presente, y nos vamos a situar en el año de 1886.

El Parque Santander, punto céntrico de la ciudad, de diez mil metros cuadrados de superficie, cuyo lote de terreno fue comprado por $2.500 oro a Florinda Sierra de Pacheco, según escritura No. 89 del 24 de marzo de 1886.
Fue entonces cuando el Alcalde señor Carlos García Vera, alcalde de 1886 a 1988, pidió autorización al Concejo Municipal, para sembrar árboles y embellecer la Plaza, no sólo por el sombrío que proporcionaba, sino para refrescar el ambiente del calcinante sol, y también para poder desalojar a los mercaderes que se habían instalado allí libremente.
Pero la determinación tomada por el Alcalde García Vera, con autorización del Concejo de sembrar árboles, ocasionó una protesta de los mercaderes porque se les iba a desalojar.

Sembrados los árboles y desalojados los mercaderes, en la madrugada del 2 de diciembre de 1886, ocho meses después de adquirido el terreno, los mercaderes resolvieron arrancar los árboles recientemente sembrados, con el ánimo de volver a instalarse allí con sus mercados públicos.

Ante tales hechos, hubo la protesta del Alcalde y del Concejo que veían así a perder el principio de autoridad. De inmediato se reunió el Concejo y autorizó al señor Alcalde y a un Juez para abrir la investigación y dar con los responsables de haber arrancado los árboles para castigarlos conforme al Artículo 5 del Capítulo 3o. del Reglamento de Policía que regía para ese entonces.

La investigación dio con los autores y responsables que habían arrancado los árboles, y todos ellos fueron a dar a la cárcel y fueron sancionados a reponer los daños ocasionados, es decir a sembrar nuevamente los árboles y puestos en libertad bajo multa de cinco pesos cada uno.

Empero, el Concejo y autoridades habían prospectado y proyectado la construcción de un mercado amplio para alojar a los mercaderes. Con base en el proyecto de 24 años del año 1872, en que el Dr. Foción Soto, había constituido para ese fin una Sociedad de Accionistas con un capital de $50.000 oro, mediante 2.500 en acciones de a $20.oo cada una. Para el mes de noviembre de ese mismo año de 1872, según informe del Dr. Foción Soto, sólo faltaban por venderse 600 acciones, es decir, los cucuteños habían comprado 1.900 acciones. Lo que permite valorar el espíritu de asociación que existía en esa época para formar y crear empresas.

PARQUE SANTANDER EN LA DECADA DE 1890

En la década de 1890, después del terremoto, el parque Santander por disposición del cabildo, el piso se elevó 70 centímetros, rellenándolo para que no lo invadieran las inundaciones del río Pamplonita.

El 21 de abril de 1890, el Concejo de Cúcuta ordenó encerrar el parque con ´modernas´ rejas de hierro, traídas de Alemania. En cada esquina y a mitad de cada cuadra, se instalaron 8 puertas, las cuales se abrían a las 6:00 de la mañana y se cerraban a las 10:00 de la noche. Las rejas permanecieron hasta 1931, cuando fueron trasladas a otros lugares de la ciudad.

El Parque Santander, años más tarde volvió a convertirse en feria y mercados públicos, semanalmente los días sábados, cuando los árboles estaban crecidos y con bastante follaje. El viernes en la tarde empezaban a llegar los “capacheros” de la vecina población venezolana, por la vía del “Alto de Cují” con animales cargados con repollos, cebolla, ocumo, piñas y los llamados bollitos de “guicho”. Los sábados en la tarde una vez terminado el mercado regresaban a su tierra Capacho, la cuna del General Cipriano Castro.

Desalojados nuevamente los mercaderes del Parque Santander, se procedió a embellecerlo con motivo del Centenario del nacimiento del General Santander, el año 1892, y en la parte central se levantó la magnífica y bella estatua del prócer obra de la gratitud del pueblo nortesantandereano, a iniciativa del General Hermes García Guzmán.

Esta estatua fue construida en Alemania por el escultor Carl Borner, por la suma de veinte mil marcos, entonces equivalentes a $10.000 moneda de 0835, más la suma de 4.000 marcos que costaron los materiales del bello pedestal, importados de la misma República Alemana. La escultura representa al ilustre hombre en la edad de 38 a 42 años, en su doble carácter de militar y hombre de Estado.

EL PARQUE A TRAVES DEL TIEMPO

Es de notar, que el Parque Santander, ha sido duramente castigado pudiéramos decir, en su estructura de belleza, y donde no se ha sabido valorar su contenido histórico.

¿Quién no recuerda la bellísima verja también importada de Alemania con sus bellos faroles, con sus ocho puertas, que hacían armonía con la verja para cerrarlo todas las noches a las 10 pm.

La “genialidad”, lo absurdo, la tozudez y el anti sentido de lo bello y de lo histórico para valorarlo y apreciarlo, en una dizque remodelación en la Administración Municipal de quien desempeñaba la Alcaldía en el año 1932 a 1933, mandó a derribar la verja. Parte de ella, fue a parar allá en el Reformatorio de Menores y más tarde vendida como chatarra y hierro inservible. Ese ha sido uno de los desafueros cometidos contra Cúcuta, contra su belleza, contra su estructura ornamental, contra su estructura histórica, solo falta que la estatua del General Santander, la vendan como chatarra.

El 24 de diciembre de 1934, se estrenaron varios ´escaños´ obsequiados por el comercio de la ciudad.
El Parque Santander, ha estado al vaivén de los anti-cívicos. Y quién podría creer lo que vamos a transcribir?


 
LA REDUCCION DEL PARQUE SANTANDER

“En el mes de septiembre de 1954, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cúcuta, dio a conocer el proyecto que tenía de reducir o disminuir las dimensiones del Parque Santander, con el fin de proporcionar más espacio para el estacionamiento de automóviles y mejorar el tráfico tanto de vehículos como peatones”.

“El autor de este proyecto de reducir tanto el largo como el ancho del Parque Santander, fue el ingeniero de la Sociedad Rafael Jaramillo Cabrales, diciendo que no solamente era para proporcionar mayor espacio al estacionamiento, sino porque se veía como una plaza de pueblo debido a sus largas dimensiones”.
 
Tanto la ciudadanía como la prensa, protestaron por este intento, y el doctor Luis Ernesto Durán Torres con fecha 24 de septiembre calificó dicho proyecto de absurdo, siendo así como no se llevó a cabo dicho proyecto.

LA GLORIETA DEL PARQUE SANTANDER

La bella “Glorieta” del Parque Santander, fue un modelo traído de Europa a su regreso a esta tierra, por el Maestro José Rozo Contreras, gloria de la música, no solamente nacional, sino en el ámbito internacional.

La glorieta del parque Santander, era una bellísima “Glorieta” que fue construida cívicamente por los cucuteños, y la cual fue demolida en la administración municipal de 1964.

Después del debut del maestro Rozo Contreras el 8 de marzo de 1933, en el Teatro Santander de Cúcuta, se organizó con motivo del conflicto fronterizo con el Perú, un concierto. El maestro Rozo Contreras vio la necesidad de construir una “glorieta”, o mejor dicho, de una gradería acondicionada para una mejor presentación y comodidad en la ejecución de conciertos dominicales de la Banda, que se efectuaban en el Parque Santander.

Con la colaboración de don José Manuel Villalobos, hombre de espíritu público se inició la forma de conseguir fondos con partidos de fútbol realizados en la Plazuela del libertador, con entradas a diez centavos y amenizados con la Banda Deportiva de don Luís Francisco Prada.  Así se construyó la bella “Glorieta”, artísticamente decorada con motivos musicales de arpas entretejidas como rejas y un pasamanos para descansar.

Esta obra de arte, fruto del civismo estructurado de los cucuteños y donde el maestro Rozo Contreras vio plasmado con creces su inquietud y amor al arte, fue estrenada el día 8 de octubre de 1933. Como homenaje a Cúcuta presentó un extraordinario concierto con el mismo personal que lo había acompañado en el primer concierto. Inició el concierto con el estreno de su transcripción para Banda, del Himno Nacional y el Himno de Norte de Santander.


Y, quién lo creyera? Esa bella glorieta, fue destruida por un cucuteño, de esos llamados de “tuerca y tornillo”, un hijo del pueblo llevado a esa posición por recomendación expresa del Dr. Manuel José Vargas, como empleado que fue de su oficina judicial, y quien había llegado a la ciudad con el currículum de archivador de las Naciones Unidas.

No nos explicamos qué motivos, qué razones poderosas o qué conspiración hubo contra el ornato y embellecimiento del Parque Santander, de esa bella “Glorieta”, símbolo pudiéramos decir, del pentagrama musical, y símbolo también del civismo estructurado de los cucuteños. Parece más bien, un sarcasmo, una ironía, una conspiración, o una alergia a esas cosas del arte y del civismo de los cucuteños y de los deportistas que contribuyeron a su  construcción.

Fue en aquella administración del año 1964, de un Alcalde a quien llamaron “El Alcalde de las mesas redondas”, señor Carlos Guillén, otros le decían “cara pálida”.


LAS GLORIETAS CUCUTEÑAS

Ya que hablamos de la destrucción de una glorieta de arte, de embellecimiento y decoración de un parque, hablaremos de las glorietas familiares de Cúcuta.

Una de las características principales de la ciudad, de las familias de Cúcuta desde tiempos remotos, ha sido la existencia de las glorietas en el frente de las residencias, adonde por las tardes, de las 5 p.m. en adelante, salía la familia a recibir el fresco de la tarde cuando el sol empezaba a esconderse en el poniente o al declinar en la tarde en el ocaso.

A charlar y ver pasar la gente, recibir visitas, y para disfrutar a cabalidad y con toda la comodidad de los encantos de la hora, sentándose en las incomparables sillas, mecedoras “de Viena” importadas, que jamás han sido fabricadas igual en calidad y comodidad.
 
Las señoras y las chicas extendían sus frescas cabelleras al salir del baño sobre los espaldares de las sillas y mecedoras, erguidas y ataviadas con vestidos de céfiro blanco o de olanes en colores, con muselinas y percales importados.

Así transcurría la tarde deliciosamente entre el balanceo de las mecedoras ocupadas por los contertulios familiares y por los amigos que llegaban de visita, entre charlas animadas, a la sombra de los árboles como los almendros que siempre han sido ornamento de la ciudad, a la que le han llamado ‘La ciudad de Los Almendros”.

Eso ha sido lo más típico, lo más propio, lo más bello que ha podido tener Cúcuta; las glorietas en los frentes de sus casas.

Como consecuencia de las glorietas, estaban las sillas y mecedoras “de Viena”. Porque era inconcebible una cosa sin la otra. Los almacenes como Cristo Vélez y Cía., Luxemburgo de Cayetano Hernández, José Agustín Berti y otros tantos, eran importadores de estos muebles que han pasado a la historia, para ser remplazados por butacas y poltronas dizque estilos modernos, y así darles el adiós a las bellas sillas y mecedoras “de Viena” tejidas con mimbre americano, finísimo, de fabricación sólida y frescas como no ha habido otras. Sólo como reliquias aún se conservan estas sillas y mecedoras en algunas residencias familiares.

OTRA REMODELACION

En la administración Departamental de María Carmenza Arenas Abello, junio 1975 a julio 1976, habiendo nombrado alcalde de la ciudad al Dr. Sami Sus, el Parque Santander sufrió remodelación con pago por el sistema de “valorización”.
 
En dicha remodelación (más bien destrucción), se pretendió derribar muchos árboles, y el ladrillo de mosaico finísimo que aún se conservaba, fue levantado para colocar ladrillo de tableta hueco de barro común y corriente, con el concepto de que resultaba más típico.

Se vio hasta la posibilidad de cambiarle la posición de la estatua del General Santander, dizque mirando hacia la Iglesia Catedral de San José. Antes el parque tenía prados, jardines cuidados con esmero, todo eso desapareció para convertirlo en zona dura. Los escaños que conservaba, fruto del civismo y colaboración de las gentes y del comercio, también desaparecieron del parque primero y principal de Cúcuta.





Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

sábado, 3 de diciembre de 2011

100.- LAS CANTINAS DE CUCUTA

CARLOS HUMBERTO AFRICANO


A eso de las siete de la noche del día 15 de septiembre pasado me dispuse a ver los noticieros de la TV. Era como si estuvieran pasando el “replay” del día anterior, con más muertos, los mismos goles y las mismas muñecas. Cambio de canal en busca de otras opciones. Me detuve en uno porque estaba el Presidente de México, licenciado Vicente Fox, recitando un emotivo discurso. Recordé entonces que era el día nacional de ese hermoso país, tan caro a los afectos de nosotros, los de juventud acumulada. Recordé también que, tal vez por eso, mis amigotes estarían celebrando, reunidos en la casa de alguno de ellos.

 El Presidente seguía hablando mientras yo recordaba que México lo llevamos metido muy dentro de nuestros corazones, como estuvo metido en el corazón de la ciudad en los años 50 y 60, con su música oída en las cantinas o bares, y su cine visto en los teatros.

Por aquella época no existían ni el teatro Zulima, ni el Rosetal ni el Avenida. Estaban el Mercedes (calle 10, avenida 10), convertido después en teatro de cine X, luego en templo de “Oración Fuerte al Espíritu Santo”, y hoy en teatro de cine XXX; el Santander (calle 11, avenidas 3 y 4), ahora parqueadero; el Guzmán Berti (avenida 6, calles 8 y 9), derruido para construir el Centro Comercial Alejandría, y otros menores como el Astral y el Aire Libre (calle 10, avenidas 8 y 9), ahora sala de billares y “desnucadero”, respectivamente; el Buenos Aires (avenida 8, calles 4 y 5) y el Miraflores (calle 11, avenidas 13 y 14), hoy desaparecidos. En todos ellos el cine que se veía era el mexicano, de amores charrasquiados al despecho, recobrados con serenatas de rancheras y corridos.

De aquella época, queda en pie el Municipal, donde también se exhibía cine, en muy buena hora hoy rescatado para el teatro y los eventos culturales.

El discurso con voz emotiva pero monótona, la imagen del televisor, fija, y una poltrona cómoda invitan al relax. Qué somnolencia da.

Las imágenes cambiaron a una película por donde transcurrió nuestra juventud en medio de rancheras, corridos y huapangos, cantados en las rockolas de los bares o cantinas de Cúcuta, en esa explosión y auge que tuvo la canción y el cine mexicanos en los años 50 y 60, y que vinieron a tirárselos con el rock and roll, el twist y la balada; y con el tecnicolor y el cinemascope que, traídos de un poco más arriba de México, inundaron el ambiente de un “sofisticado modernismo” que acabó con la gracia y el olor a tierra mojada y campirana.

Allí, entre rancheras, corridos y huapangos, cantados por Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas, José Alfredo Jiménez, Antonio Aguilar, Luis Aguilar, Miguel Aceves Mejía, Cuco Sánchez, Javier Solís, Lola Beltrán, Amalia Mendoza y otros, estábamos el Presidente Fox y yo.

Invité al señor Presidente a recorrer la ciudad por entre las cantinas, en una noche de farra de sábado. Fuimos al Salón Luisa, un bar de inicio obligado en una noche de farra, ubicado en la avenida 10 entre calles 11 y 12. Pedí dos cervezas y un peso, en monedas de veinte centavos. Le expliqué al Presidente que, por una de esas monedas, sus paisanos nos cantarían tres canciones. El Presidente fue a la rockola y les pidió: a don Jorge Negrete, Yo soy mejicano y Méjico Lindo y querido, y, a don José Alfredo Jiménez, El Rey. “Palabra que sí”, dijo el Presidente, a lo mero macho.

Bajamos hacia el bar La Botella Dorada, en la esquina de la calle 11 con avenida 10, donde Fanny me esperaba. La reina dorada y adorada nos atiende con su dulzura. Tres cervezas se trae y se lleva una moneda para dedicarnos sus canciones, que se las pide a Javier Solís: Entrega total, Sombras nada más y Que se mueran de envidia. Canta Javier allá y ella a mi oído: Que se mueran de envidia toditos/ que critiquen la forma de amarnos/ que un amor tan sincero y bonito/ no lo rompe nadie así como así...

Enrumbamos por entre callejas empedradas y fuimos a dar al bar El Palenque, de la avenida 7 con calle 13. Queríamos oír a las hermanas Calle, y ese era su sitio preferido. Nos cantaron Ojitos verdes, La gaviota traidora, Puente roto, Mujer traidora y, no podía faltar, La Cuchilla (“de esas de afeitar”). A esa hora el nivel de alicoramiento ya era alto y cómo no  acompañar a Fabiola y su hermana: Ya lo sé, gaviota,/ que tu amor a otro/ le vas a brindar/ ya sé que sólo/ y mirando al cielo me vas a dejar/ si es así, gaviota,/ prueba bien tus alas/ y si estás segura/ échate a volar/ no más no me salgas/ de que a medio vuelo/ una de tus alas/ te empiece a fallar... Siguió el repertorio: Antonio Aguilar con El Hijo Desobediente y El Rayo, y remató Miguel Aceves con El Siete Leguas.

Volteamos luego hacia occidente y llegamos hasta el bar La Lucha, en la calle 14 con avenida 10, donde Cuco Sánchez nos recibió con La Cama de Piedra, Miguel Aceves con Sonaron Cuatro Balazos, y José Alfredo con Tú y las Nubes.

Salimos de allí para ir, un poco más arriba, hasta el bar Picaflor, situado en la calle 17 con avenida 10, a pedirle a Tony Aguilar La Calandria y Cuatro Caminos. Luego fuimos a parar al bar Rojo y Negro, que queda en la calle 10 con avenida 1. A esa hora el ambiente estaba en su apogeo: buena música, buen ambiente y mejor servicio. Entre salsa y música tropical pudimos oír a Javier Solís en un set completo: La media vuelta, Payaso, Cuatro cirios, Amor perdido, Retirada y Cataclismo.

Era hora de un “apoyo logístico”. Había que decidir entre los restaurantes Ben Hur, en la calle 11 con avenida 4, y Montes de Oca, de la calle 10 entre avenidas 1 y 2. Fuimos a uno de ellos. Bebimos varias cervezas y oímos mariachis: El Jinete, Ay jalisco no te rajes, Camino de Guanajuato, Mundo raro. A esa hora ya éramos cuates con el señor Presidente. El menú de la carta contenía platos internacionales. Mi compinche Fox quería algo distinto. ¿Algo cucutoche, mi cuate? ¡Pos, órale: claro! Y a LA PESA fuimos a dar, a comer “pichón” y “caldo de venas”.

En el recorrido de vuelta, pasaje por el bar Tienda Azul, en la avenida 10 con calle 6, otro sitio obligado en una noche de farra. Ameno ambiente, luces azules indirectas, invitan a oír a Leo Marini, Bienvenido Granda, Aldemar Dutra, María Luisa Landín y Carmen Delia Dipinni, en una tanda de boleros. El grado de licor y el buen ambiente nos recuerdan amores prematuros y despechos pasajeros. Cómo no cantarle a esos amores con Leo Marini: Señora bonita/ tiene algo en sus ojos/ tiene algo en su boca/ que al verla que cruza/ amor me provoca./ Señora bonita/ usted me castiga/ y aunque no me quiera/ le pido mil veces/ que Dios la bendiga./ Señora bonita/ su cara es dulzura/ mis brazos le ofrecen/ el discreto instante/ de una aventura...

Fuimos a parar luego al bar Gato Negro, avenida 11 con calle 9, donde los cantantes nos distrajeron con: Si tú también te vas, No soy monedita de oro y La Malagueña. Un poco más arriba, el bar La Bola Roja, calle 10 con avenida 10, al frente del teatro Mercedes. Allí se oye a Antonio Aguilar, El Aventurero; y a Lola Beltrán, Cucurrucucú paloma y El último trago.

Caminando por la calle 10 hasta la avenida 15, el bar El Satélite, luego una vueltica por La Alondra, avenida 15 con calle 12, para caer a La Góndola, calle 11 con avenida 16, a dedicarle de despedida a la Suescún, que vive enfrente, una serenata. Le pedí a José Alfredo que le cantara: Serenata sin luna, Las mañanitas y Serenata huasteca: Canto al pie de tu ventana/ pa’ que sepas que te quiero/ tú a mí no me quieres nada/ pero yo por ti me muero/ dicen que ando muy errado/ que despierte de mi sueño/ pero se han equivocado/ porque yo he de ser tu dueño...

No terminó la última pieza porque de pronto sonó El Jarabe Tapatío, y el Presidente Fox alzó la copa y brindó: “¡Viva México!, ¡viva México!, ¡viva México!”. Y mis amigotes también brindaron con tequila en mano y yo brindé con ellos, porque en ese momento desperté. Y empezó la fiesta mejicana en el televisor con brindis de tequila, juegos pirotécnicos, mariachis con sus vistosos trajes y tandas de tacos y enchiladas.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.