Roque Mora / Alfredo Díaz Calderón/ otros comentarios.
La fotografía muestra la Cancha Toto Hernández tal y como fue construida originalmente donde su piso era de asfalto y no era cubierta. Corresponde a un entrenamientos de los preseleccionados con mira a escoger la selección juvenil 1965, se puede observar al Dr. Erasmo Hernández Director Técnico dirigiendo al grupo de preseleccionados.
Al revisar a mis papeles viejos y echando mano de mi ya tambaleante memoria, más el aditamento de consultas con personas coterráneas, empapadas de baloncesto como un pan tostado el agua de panela caliente, he aquí, a grandes rasgos, un historial simplista de la hoy llamada cancha (con visos de Coliseo Cubierto) "Toto Hernández", denominación esta con la que se le bautizó en memoria del gran basquetbolista cucuteño de ese nombre y quien pereció en accidente aéreo, cuando era instructor de vuelo en la base de "Paranquero".
Antes de la construcción de la cancha se jugaba basquetbol en algunos colegios, sobre todo en el Sagrado Corazón y en el centro docente para señoritas que está situado en la esquina de la avenida cuarta con calle 13.
Época grande de Toto Hernández, "el mono" Sandoval, Barroso, Toto Fuentes, Pacho Contreras (padre del narrador de punta del Deportivo Pereira, Álvaro Contreras) y otros que precedieron al formidable Alfredo Díaz, su hermano Carlos, Víctor Vega, "El Bombero" Hugo Guerrero, Castañeda, David Morantes, Miguel Hernández, Jorge Ballesteros, Enrique Olivares y algunos más que pudiésemos encasillar en los mandos medios".
Ya en la proximidad de la década de los años 40 el gobierno departamental adquirió del general Modesto Castro (padre del conocido médico cucuteño César Castro Ordóñez) 12 hectáreas de la finca de aquel, llamada "La Garita", con el objeto de acometer la obra del estadio General Santander.
Por cierto que al pre-inaugurarse el estadio parte de una de las tribunas se vino a tierra, un suceso del cual salió muy mal librado Pacho Unda, pues se lesionó la columna vertebral, quedando condenado a una silla de ruedas hasta el final de sus días.
Y acá cabe preguntar, quizás con un poquito de malicia: esas 12 hectáreas (aproximadamente 12 manzanas) son la acotación exacta lo que en la actualidad ocupa el general Santander, la cancha de baloncesto, la Manino Escobar, el parqueadero, la piscina Olímpica, la cancha acústica y las instalaciones de Coldeportes? Sinceramente no lo creemos. Porque una simple operación aritmética nos dice que 12 hectáreas son 120.000 m². Si es que Pitágoras no nos legó un sartal de mentiras.
En julio de 1945 la cancha de basketbol la empezó a construir en su actual sitio la firma de ingenieros “Pérez y Faccini”, en desarrollo del contrato celebrado con la Gobernación del Departamento Norte de Santander.
En el mes de junio de 1946, después de once meses de trabajo, se suspendió la obra cuando ya estaban fundidos los cimientos, instaladas las tuberías de aguas negras y potable, construidos los muros que soportarían la gradería occidental y construida la plataforma tipo ring side para la cancha.
La firma “Pérez y Faccini” suspendió los trabajos en la cancha basquetera porque la Gobernación le suspendió los pagos a partir del mes de mayo, pues, como también se estaba construyendo el Estadio General Santander y resultó corto el presupuesto calculado para la construcción simultánea de esos dos escenarios deportivos, se le dio prelación al estadio para poderlo inaugurar el 2 de junio de ese año 1946.
Desde junio de 1946 la obra negra de la cancha de basket fue desapareciendo poco a poco, pues, durante los siete años que siguieron, la gente se llevó los ladrillos, las tuberías y las cabillas de acero, y solo quedó allí la plataforma tipo ring side para el rectángulo de juego.
El 13 de junio de 1953 el general Gustavo Rojas Pinilla surge como presidente de Colombia. No vamos a caer en el riplo de enfocar el suceso desde el punto de vista político, aunque en ocasiones marchen como líneas paralelas (cuestión de auxilios económicos).
La primera ciudad importante visitada por el General es Cúcuta. Es un final de semana. Rojas Pinilla fue invitado para que haga el saque de honor en el estadio General Santander, Carlos Ramírez París se las ingenia para echar mano de unos 100 metros de cable, en cuyo extremo surge el micrófono de Radio GUIMARAL, el inolvidable y querido "trompoloco", siente que dentro del pecho su corazón marcha en un tic - tac acelerado, sólo comparable a una motocicleta de las de ahora. Le indilga al jefe supremo sopotocientos adjetivos laudatorios y le ruega la construcción de la cancha de baloncesto.
Cerca está el gobernador del departamento Gonzalo Rivera Laguado, quien recibe la orden sonreída pero tajante: "Gonzalo, haga la cancha en el menor término posible".
No hay más tu tía. Con los planos originales de la firma de ingenieros Pérez y Faccini se retomó la construcción. El arquitecto Francisco Escovino es el Secretario de Obras Públicas. Hace llave con su colega, el doctor José Vicente Diago, y con la colaboración de los trabajadores de la Secretaría de Obras Públicas en 89 días (ni uno más ni uno menos) la obra está terminada.
El Coliseo se denominó "Rojas Pinilla" en homenaje al General y Presidente de Colombia que había hecho posible la creación de esta obra tan importante para nuestro baloncesto.
En diciembre de ese año del 53 se inaugura con campeonato nacional. En el frontispicio y en letras enormes que permite leer a la distancia, aparece el nombre de "Mi General", justicieramente. Porque él ha servido, sin lugar a dudas, al incomparable despertar de un sueño de muchos años.
A la Cancha le fue colocado piso de madera y se cubrió con una cúpula.
El entonces Ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez, pronunció el discurso inaugural, en medio de una mal disimulada emoción de la abigarrada multitud, que terminó en una estruendosa ovación.
Pero... los años fueron pasando, hasta llegar al 10 de mayo de 1957. Y la gran ingratitud, la eterna ingratitud de los hombres, representada por un grupito de desalmados, amarran una guaya tirada por un jeep y.... las letras, con el nombre de Mi General son destrozadas y convertidas en añicos. Y de no llegar la fuerza pública aceleradamente la cancha hubiese sido dinamitada.
En 1957 el gobierno municipal honró la memoria del célebre basketbolista y aviador Toto Hernández y con su nombre renombró el coliseo, quedando como Cancha Toto Hernández.
Desde su inauguración hasta su remodelación para cubrirla, la cancha Toto Hernández fue escenario de dos campeonatos nacionales de mayores 1953 y 1959, dos campeonatos nacionales juveniles 1954 y 1965, por cierto en ambos juveniles el Norte logró el título de campeón, fue sede del XVI Campeonato Suramericano y I Campeonato Suramericano Juvenil en 1955 donde Cúcuta se conoció internacionalmente como: La capital del Baloncesto Suramericano, y de muchos torneos municipales, departamentales e Interligas, dando muchas satisfacciones a los jugadores y la afición nortesantandereana de baloncesto.
En 1978 Alvaro ¨flecho¨ Hernández para ese momento presidente de la Liga Nortesantandereana de Baloncesto y Roque Peñaloza como director de Coldeportes Regional Norte de Santander, quienes fueron jugadores destacados de nuestro baloncesto, inician la campaña para cubrir la cancha con la ilusión de que Cúcuta fuera nuevamente sede de un torneo suramericano, lográndose el objetivo, y transformando la cancha en un coliseo cubierto. Es así que el 21 de abril de 1980 se cierra el Coliseo Toto Hernández para efectuar las obras de mejoramiento y preparación del XV Campeonato Suramericano de Clubes Campeones de Baloncesto, el cual se realizó del 23 al 31 de mayo de ese año.
La fotografía muestra a la izquierda la Cancha Toto Hernández ya cubierta y a la derecha el estadio General Santander.
Las década de los 80 y 90 sirvieron para que Cúcuta recibiera el título nuevamente de la capital basquetera de Colombia y Sudamérica. El coliseo Toto Hernández fue el escenario donde Colombia consiguió en 1984 el primer título Campeón Sudamericano de Baloncesto Femenino Mayores y el lugar donde el quinteto de la Lotería de Cúcuta disputó, en 1980, el Sudamericano de Clubes y derrotó a los mejores del continente. También se efectuaron campeonatos intercolegiales, nacionales, interligas e interclubes y fue escenario en el IX Campeonato Mundial Masculino con un rotundo éxito.
En el 2008 y 2009 el quinteto de Cúcuta-Norte se quedó con el título del Invitacional Copa Federación trasformando para la final a la Toto Hernández en el escenario insuperable que fue en el pasado. En febrero de 2009 el quinteto de Cúcuta-Norte de Colombia se clasificó por primera vez a la final de la Liga Sudamericana de Baloncesto Masculino al derrotar 83-82 a Flamengo de Brasil en un juego dramático y vibrante de principio a fin; y donde el público se convirtió en la fuerza más importante de los muchachos.
En 2010 Cúcuta-Norte fue sub campeón en el Invitacional. Y en julio de 2011 el seleccionado de Brasil, dio la vuelta olímpica en el Coliseo Toto Hernández, al titularse campeón del XXII Suramericano de Baloncesto Sub 17 Masculino, posiciones: 1.Brasil campeón, 2.Argentina subcampeón, 3.Colombia, 4.Uruguay, 5.Chile, 6.Venezuela 7.Paraguay y 8.Ecuador. El desempeño de Colombia le dio derecho a clasificar para el mundial. El Sudamericano Sub – 17 de Baloncesto masculino fue pobrísimo en cuanto a asistencia del público.
La soledad del coliseo Toto Hernández durante la disputa del último Invitacional de Baloncesto y del suramericano sub 17, duele y preocupa porque Cúcuta fue una potencia basquetera y con una gran afición. ALGO HAY QUE HACER !
Desde el año 2007 comenzó a circulado en nuestra ciudad rumores que: “la Cancha Toto Hernández sería demolida”. Hasta el momento no ha acontecido.
Eso traerá, muy seguramente, cambios para el baloncesto cucuteño, en particular; y para el deporte, en general. No me atrevo a decir si será para bien o para mal. Solamente con el paso del tiempo se sabrá el resultado y algunos cucuteños no estaremos presentes para conocer ese balance.
Pero lo que sí podemos hacer hoy los cucuteños es rememorar el pasado de la “Cancha Toto Hernández”.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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