Carlos
Eduardo Orduz
Cementerios
Cuando era un escolar escuchaba a los mayores decir
que los suicidas, los ateos, y los protestantes no podían ser sepultados en
tierra santa y según el parecer religioso el cementerio Central era bendito. Con
el correr del tiempo despejé la duda sobre el lugar destinado para el entierro
de ellos y pude saber que la colonia alemana había construido un cementerio
para estos menesteres en la Loma de Bolívar.
Existió el cementerio del barrio El Llano en el año de
1868. Más tarde se construyó en 1889 el cementerio de Carora donde existe
actualmente la polvorienta cancha de balompié. El actual cementerio Central
data de 1890.
Nuestro cementerio Central tenía en el frontis una
leyenda: ´Torna el polvo a la tierra de dónde
provino, así como el espíritu a Dios que lo hizo´. Lamentablemente, con los
arreglos y con la renovación de la pintura, desapareció dicha sentencia.
Al pasar por sus dependencias puedo manifestar que las
familias acomodadas de la ciudad tenían para su servicio el sector
norte-occidental y allí existen verdaderos monumentos, algunos con estatuas,
bustos, imitaciones de iglesias, en mármol de Carrara, siendo verdaderos
mausoleos que ya por el paso del tiempo, el agua, el sol, se han venido
deteriorando y se requiere de una mano de atención.
Pudimos observar: Enrique Raffo 1884-1953, Benito
Hernández Bustos, familia Cogollo, familia Cristo Brahin, Manuel García
Herreros nacido en Rivaflecha España en 1851 el 7 de marzo y muerto en Cúcuta
en 1919, María de Jesús Santander nacida el 31 de diciembre de 1789 y muerta a
causa del terremoto de Cúcuta el 18 de mayo de 1875, Augusto Martínez, médico (el
José Gregorio Hernández cucuteño), su tumba está llena de placas y recuerdos
que sus devotos le colocan por los favores recibidos, familia Ramírez Calderón,
familia Canal Sorzano. Igualmente se visita permanentemente y veneran a Fabio
Isaza, alias ´el mico´, con recordatorios de distinta índole.
A pesar del abandono oficial al cual ha sido sometido
el cementerio Central, forma parte ineludible del transcurrir histórico de la
ciudad.
Guillermo González Amarilla, el administrador actual,
que aunque no es de Cúcuta, en los últimos años se ha preocupado por la
conservación y embellecimiento del santo lugar.
Parece que somos pobres pero de buena familia, y se
nos llena la boca cuando decimos Jardines del Recuerdo, Parque Cementerios,
claro que los lujos se pagan aunque sea saltando matones.
Se pusieron de moda en el país los parques cementerios
y Cúcuta entró en la onda con la apertura de Jardines de San José, Jardines La
Esperanza y Jardines Los Olivos.
Líder del
Cementerio Central (El
Tiempo 05/07/2000): Los
lunes Guillermo González Amarilla, el administrador del Cementerio Central de
Cúcuta, se para en la puerta con un megáfono y la mano tendida ante quienes
visitan a sus difuntos. Para él son tan importantes las necesidades de los
vivos como las de los muertos. Por eso, con las ofrendas costea parte del
mantenimiento del camposanto, arma mercados para regalar, compra sillas de
ruedas que luego remoza para dárselas a discapacitados y celebra el Día de la
Madre, el Día del Padre y la Navidad con los viejitos del ancianato, los presos
y los más desamparados. Por este liderazgo el administrador del cementerio se
convirtió en personaje en la ciudad fronteriza, a la que llegó hace 37 años,
cuando apenas tenía 13, procedente de Manizales. Tenía la intención de pasar a
Venezuela, pero se quedó sembrado acá y nunca más se fue. Al principio fue duro y me dediqué a ser vendedor ambulante y lavador
de carros. Después dije: tengo que hacer algo más importante. En la década
que lleva ejerciendo la caridad entre tumbas renovó la vieja fachada del
cementerio, puso iluminación, mantiene limpio el frontis que antes era un
basurero y construyó un anfiteatro y tanques de agua. Claro que además vetó la
entrada a hombres con cachucha o en pantaloneta y a mujeres con minifaldas o
escotes profundos. Ahora espera conseguir con qué levantar un horno crematorio
y un parque infantil en las afueras de su cuartel, en el que aspira a tener su
última morada.
Funerarias
La Funeraria Rincón es una empresa cucuteña y
familiar, establecida desde 1973, cuando Luis Gabino Pérez Espinosa, quien
venía elaborando de manera artesanal cofres para niños que vendía a la
Funeraria Yáñez, acudió a su hermana Carmen Pérez y al esposo de ella José Luis
Rincón y montaron la Funeraria San Juan de Dios en sociedad. Posteriormente los
esposos Rincón Pérez decidieron independizarse y nació la Funeraria Rincón, hoy
Casa de Funerales Rincón Ltda.
Antiguamente fenecer no significaba mayor gasto
económico, aunque sí algunas incomodidades para los deudos ya que la tradición
había que conservarla y por lo tanto el novenario era imprescindible en la casa
del difunto, con el consabido rezo nocturno del rosario y las novenas con sus
lamentaciones y plañideras, se le daba así mismo tinto y cigarrillos a los
presentes y acompañantes de la familia.
Muy eficiente en dirigir, llevarlos a cabo y hacer
llorar todas las noches a los asistentes era ´Siete Machos´, Jacinto Hernández,
que muy majo vestido todo de negro y corbata reluciente, era todo un maestro de
ceremonia de alto nivel funerario.
Pero era un espectáculo la última noche, programada
como una verdadera fiesta, ya que se tenía como norma que cada final de rosario
se les daba a los visitantes aguardiente, tabaco, cigarrillo. Se preparaba para
la madrugada tamales, buñuelos, gallina criolla con delicioso consomé, pan,
chocolate y café.
Pero ahora las cosas han cambiado tanto, que si usted
piensa en la muerte, debe revisar las tarifas de los sepelios para hacer pronto
el préstamo bancario para poder cubrir los costos y no dejarles problemas a los
familiares. Puede hipotecar la casa.
Ojo a las cotizaciones: Los servicios funerarios
(urna, preparación del cuerpo, velación, traslado, apertura de la fosa, misa y
novenario) 24 horas de atención a los visitantes, económica $3.600.000, media $4.500.000
y lujosa $5.500.000 y más. Se puede pagar a plazos. Sea previsivo.
Escoja su plan, descanse tranquilo y quienes de verdad
lo estiman, lo acompañarán haciéndose presente en la sala de velación, nadie
molestará en su casa.
Antiguamente las casas funerarias eran empresas
familiares que tenían como objetivo prestar un servicio exequial entre el
domicilio del difunto, la iglesia y el cementerio Central, que era considerado
como bendito. Según el criterio eclesiástico los suicidas, protestantes, los
ateos, no podían ser sepultados allí y tenían que acudir al cementerio que
existía en la Loma de Bolívar, que había sido construido por la colonia alemana
para estos menesteres.
Las funerarias estaban distribuidas en diferentes
sitios del área de la ciudad:
Funeraria
Yáñez:
La más solicitada y reconocida funeraria, estaba situada en la calle 10 entre
avenidas 3ª y 4ª, tenía la mejor carroza funeraria de la ciudad y se destacaba
por los grandes cartelones que llevaban el nombre del fallecido, la de los
familiares que invitaban al sepelio, el lugar donde se realizarían los oficios
religiosos y la hora del entierro.
La ciudadanía se enteraba fácilmente de los
fallecimientos por cuanto en las esquinas existía un cuadrante metálico de 2.50
mts. de altura y allí, con almidón y brocha pegaban los avisos de los difuntos
del día.
Funeraria
Barrios:
Atendía a los deudos de los familiares del sur de la ciudad, ya que estaba en
la avenida 4ª con calle 19. Don Juan Félix Barrios era su propietario y
administrador. Don Juan Barrios desempeñó luego la administración del
cementerio Central nombrado por la alcaldía de Cúcuta.
Funeraria
Medina:
Funciona actualmente en la avenida 10ª Nº 10-49, barrio El Llano y atendía a
los barrios del occidente de Cúcuta.
Funeraria Omaña: Los
sectores del norte de la ciudad y noroccidental utilizaban sus servicios ya que
estaba situada en la avenida 7ª con calles 5 y 6, cerca de la cárcel Modelo,
adjunto estaba la Federación de Deportes para el funcionamiento de las ligas
deportivas (antes Funeraria Villamizar).
De más reciente fundación están:
Funeraria
Rincón:
En la avenida 2ª Nº 11-52, barrio La Playa y con sucursal en el barrio Santa
Lucía.
Funeraria
San Gregorio, Funeraria San Juan de Dios, Funeraria La Candelaria y
Funeraria Cristo Rey.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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