Gustavo Contreras (La Opinión)
Wilder Mosquera disputó ocho partidos del ‘Clásico del Oriente Colombiano’ en los años 2014 y 2015 dejando un registro de cuatro victorias, tres empates y una sola derrota.
Un metro con noventa y cinco centímetros de estatura, piel morena, voladas, achiques y saltar a la cancha con el Cúcuta Deportivo en sudadera, son las características más recordadas de Wilder Mosquera, el arquero titular del equipo rojinegro en el Cuadrangular de Ascenso, la temporada 2014 y parte del primer semestre de 2015.
Mosquera atajó en cerca de 40 partidos con el fronterizo y fue dirigido por Héctor Estrada, Alberto Suárez y el argentino Marcelo Fuentes.
El arquero nacido en Apartadó, Antioquía, hace 35 años, que debutó con el extinto Centauros de Villavicencio en 2003, habló con La Opinión sobre su paso por el rojinegro.
¿Cómo se da su llegada al Cúcuta Deportivo?
Llego al equipo a principios del 2014, por pedido del profesor Héctor Estrada (DT del Cúcuta para la época), ya que me conocía muy bien del torneo de la B. Yo jugaba para Deportivo Rionegro y él fue el precursor del ascenso de Alianza Petrolera en 2012, año en que nos ganaron una final.
Recuerdo que me llamó junto a Jhon García, Mauricio Marín y Jhonatan Palacios, para hacer parte del Cúcuta 2014. La relación de los presidentes de ambos clubes facilitó el proceso.
¿Qué recuerda de esa campaña 2014 en la que no se puedo lograr el
ascenso?
Ese año lo
jugué todo. Empezamos con Estrada y luego con Alberto Suárez, quien me mantuvo
de titular. Tuve buenas presentaciones, pero lastimosamente no logramos el pase
a la final del Torneo Finalización en un partido bien accidentado contra el
Deportes Quindío, que empatamos 1-1 con un penal muy dudoso en contra nuestra.
Dos meses
después tendrían la revancha en el Cuadrangular de Ascenso, ¿qué pasó con el equipo en esos momentos?
Para fortuna
nuestra, teníamos que disputar el Cuadrangular de Ascenso en enero del 2015. La
dirigencia armó un equipo muy competitivo. Trajo a Gerardo Bedoya, Franco Sosa,
Edwards Jiménez, Marcos Lazaga, y la base del torneo de la B. Estuvimos todo
diciembre concentrados haciendo la pretemporada en Bogotá. Había una presión
grande por ascender porque la nómina está para eso.
Usted fue
titular en los tres partidos, en dos sacó el arco en cero ¿Cómo evalúa su rendimiento?
Me fue
bastante bien en los dos partidos contra Real Cartagena y Atlético Bucaramanga.
En la última fecha enfrentábamos a Quindío y veníamos con esa pulla de la
eliminación en el torneo anterior. En ese momento llegan esos recuerdos y
tratan de influir, pero hicimos un buen partido que se tornó fuerte. Al final,
Lazaga hace el gol con la mano y ahí yo les decía a mis compañeros que
cambiaron los roles; ellos nos eliminaron con un penal proveniente de una mano
que Jhon García tenía totalmente pegada.
Miles de
personas recibieron al equipo luego de ese ascenso, ¿qué opina de la hinchada de Cúcuta?
Es
maravillosa. Tengo en la memoria aquel día en que llegamos, nos llevaron en el
carro de los bomberos y desde ahí podía ver que las caravanas no se acababan.
Comprendí que hay un amor muy grande por el equipo. La gente ama al club y vive
el fútbol de una manera especial. El ejemplo son los partidos contra Junior y
Santa Fe en las dos primeras fechas de la Liga 2015. No le cabía un arroz
parado al General Santander. A mi parecer, la gente de Cúcuta tiene un sentido
de pertenencia por el equipo.
Empieza la
Liga y el club decide traer al uruguayo Michael Etulaín, ¿por qué cree que no se le dio la confianza
para ser titular ese semestre?
Siento que yo
venía jugando hasta ese momento de mi carrera en equipos de la B. Quizás
necesitaba una adaptación a Primera División y de pronto esa fuera una razón.
En los dos primeros partidos, ganamos uno y empatamos otro, luego perdimos dos
veces tres a cero contra Patriotas y Millonarios, y eso generó una atención.
Cuando traen a un arquero extranjero tienden a ponerlo y así se dieron las
cosas.
¿Cuál es la diferencia entre atajar en la B y primera?
En la Segunda
División hay jugadores muy jóvenes que están empezando el fútbol profesional y
no tienen la misma contundencia que los de primera. Pongo el ejemplo de Germán
Cano y Dayro Moreno, a quienes tuve la oportunidad de enfrentar; son jugadores
que tienen tranquilidad a la hora de definir. Literalmente te hacen sentir que
quieren volarte la cabeza, que quiere marcarte.
Etulaín no
siempre tuvo buenas presentaciones, ¿estuvo
cerca de la titular nuevamente?
En un momento
cuando el equipo no levantaba cabeza vi cerca la posibilidad, pero en ese
momento sale el técnico Alberto Suárez y llega el argentino Marcelo Fuentes,
quien ya había trabajado con Etulaín. Él habló conmigo y me dijo que
continuaría con el uruguayo y yo lo entendí. Mi relación con Etulaín fue muy
buena. Cuando estuve en Uruguay con Jaguares me vistió, me regaló su camiseta y
conversamos.
Wilder,
recuerdo el primer clásico que usted jugó en Bucaramanga. El Cúcuta ganó 1-0 y
terminó saliendo en tanqueta del Alfonso López, ¿cómo fue esa historia?
De las cosas
que más me encantaban de Cúcuta eran los clásicos. Es un clásico muy caliente.
El partido en el que salimos en tanqueta fue una locura, nunca me había montado
en una. Recuerdo que manejé mucho los ritmos y me tiraba; la gente de
Bucaramanga me quería matar. Cuando se acabó el encuentro, las barras nos
esperaban afuera del estadio y hubo disturbios. Como en ese entonces viajábamos
por tierra nos escoltaron fuertemente. Eso parecía una caravana presidencial.
En el
historial está marcado que usted jugó ocho clásicos: ganó cuatro, empato tres y
perdió uno, ¿qué sensaciones
despertaban esos partidos?
Eran
encuentros muy picantes. Además, íbamos y les ganábamos. Recuerdo que en un
viaje atacaron el bus a piedra. Yo iba en los primeros asientos, solo. Cuando
íbamos a mitad de carretera empiezo a ver a unos hombres salir de unos
matorrales con piedras y caucheras. Uno de ellos me apuntaba directamente, me
veía bien porque yo tenía la cortina recogida, al momento de tirar la piedra yo
me giro y en el impacto el vidrio no se rompió. Me quedé con ese recuerdo
porque si hubiera partido la ventana, seguramente me causaba daños en la
cara.
¿Cómo fue su relación con el presidente José Cadena?
Nunca tuve
ningún problema con Cadena. El trato que me dio el Cúcuta y la ciudad fue el
mejor. Yo salgo del equipo porque se me había acabado el contrato, pero todo
fue muy bien.
Su hermano Aquivaldo y usted pudieron jugar profesionalmente, ¿de dónde
viene ese don?
Creemos que
de mi mamá. Ella es muy fanática al fútbol e hincha de Nacional. Desde pequeños
siempre ponía fútbol y creo que de ahí salimos con ese deseo de jugar. En cambio,
mi papá era muy ajeno, no le gustaba que lo practicáramos pues nos la pasábamos
acabando zapatos. Gracias a Dios los dos pudimos jugar al fútbol y con un
Aquivaldo con una carrera muy exitosa.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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