Antón de Roca Niz (Imágenes)
Otrora en nuestra greda motilona se reunían en las bancas del parque Santander que circundan a la iglesia Catedral de San José, personajes de talante a comer dulce de plato con agua que vendía una pareja matrimonial bien conformada y entregada al camello. Estos dulces eran típicos de la región: Cortados, otros eran de mora con leche, cabello de ángel y frutas en almíbar y suculento vaso de agua fría.
Los citadinos deleitaban su paladar con estos exquisitos manjares y botaban corriente con su párroco el padre Jordán, que era un excelente orador sagrado y escritor de pluma fina, y un asiduo lector de los poemas de Fray Luis de León. Y trataban temas de importancia.
Como el número de contertulios fue aumentando, los doctores Eustorgio Colmenares Batista, el pediatra ilustre Jorge Uribe Calderón y especialista en labio leporino o hendido cuya estatura era inversamente proporcional a su inteligencia. Y el agrónomo Alonso Roca Moncada que era director del comité departamental de cafeteros y miembro de la junta directiva del histórico Club Cazadores, propuso a sus pares que autorizaran la reunión en ese centro social, para los jueves y se logró.
Allí tomaban whisky y botaban cháchara y ordenaban suculentos platos que preparaba el chef extranjero que había llegado del hotel Hilton de Caracas, la mayoría de los miembros estaban contentos en ese centro histórico social que estaba de moda, que fue diseñado y construido por el arquitecto Héctor Alarcón. El mismo que construyó el barrio popular.
No obstante, que estaban contentos la mayoría de los miembros: el recordado médico general Rafael Marcucci, un jueves pidió una punta de anca, le gustaba mucho la carne, pero como se la sirvieron pequeña y un poco dura, exclamó: “Yo no he pedido suela asada”. Lo secundó Pacho Lizarazo que era militar retirado del ejército y se ufanaba de haber metido preso en la ciudad religiosa y artesanal a Alfonso López Pumarejo, cuando era comandante en la ciudad de Pasto.
El prealudido tenía un genio muy bravo y el único que se lo controlaba era el ex notario y ex parlamentario Enrique Flórez Faillace, que le colocó el mote de ‘Pacho trompa’ y no se le enojaba porque le gastaba. Don Miguel Saikaile, dueño del salón Blanco que era un caballero y amigo del chef Esteban, recomendó a sus contertulios que nos fuéramos para su restaurante.
Y, allí, don Esteban que era un chef de fama internacional los consentía mucho: les preparaba platos internacionales y postres. De esos jueves de orquídea, hacían parte: Don Luis Ortega que era el dueño de Solgas, que se caracterizó por tener muchas amigas. A veces llevaba a sus hijos. Recuerdo por ser mi coetáneo a Sergio Ortega Peñuela, su vástago, que es reconocido oftalmólogo, con clínica propia en la ciudad de Montería. El hoy conspicuo arquitecto y socio de Abreu, acompañaba a su progenitor Uribe Calderón.
El actual científico y neurólogo calificado Jairo Lizarazo, asistía de tarde en tarde porque mantenía dedicado a sus libros, es hijo de Edmundo Lizarazo, que dejó estela como jurista en el ámbito civil con impronta de honorabilidad y recorría los pueblos de occidente a buscar negocios. Su hermano radiólogo lo acompañaba a la reunión semanal en su momento era calificado como el mejor radiólogo de Cúcuta: Por su sapiencia, y señorío.
El ronqueto Miguel Hernández no faltaba, perteneció por varios años a la Junta Directiva de la Cámara de Comercio. Se transportaba con el Señor Gamboa que era el propietario del almacén la Flecha Roja y con el ferretero Luis Francisco Jaimes.
Otros de los contertulios de la cuerda del buche fue el boticario Rafael Moreno que era muy honorable y buen conversador. Recuerdo a un ganadero de apellido Cornejo que mantenía enfadado porque no le querían recibir más plata en las corporaciones bancarias, tenía mucho ganado y haciendas y en veces asistía un industrial de Ureña, de cuyo nombre no recuerdo. Era muy generoso, le gustaba el ovejo y de tarde en tarde le decía a Don Esteban que lo acompañara a conseguirlo en la Laguna, o en el municipio de Chitagá en pleno páramo de Berlín.
Valga resaltar que primero surgió la cuerda del vaso de agua y ulteriormente, los jueves de orquídea.
A decir verdad, fueron muchos los miembros y duró muchos años y se empezaron a morir sus cofrades y se fue reduciendo y, a veces, se reunían en clubes como el Cazadores y el Comercio, pero les gustaba más la comida del Chef Esteban, Porque los consentía mucho y les conocía los gustos.
Hoy
en día los jueves de orquídea se acabaron porque murieron todos sus miembros,
que descollaron en diferentes campos, por su probidad, sabiduría en el ejercicio
profesional o actividad sin dejar mácula, pues fueron íntegros varones de
palabra y cumplidores sin dobleces de sus obligaciones contraídas.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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