PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

PORTAL CRONICAS DE CUCUTA: Estandarte cultural de historias, recuerdos y añoranzas cucuteñas…

TERREMOTERO -Reconocimiento, enero 2018-

Apasionantes laberintos con inspiraciones intentan hallar rutas y permiten ubicarnos en medio de inagotables cascadas, son fuentes formadas por sudores de ancestros. Seguimos las huellas, buscamos encontrar cimientos para enarbolar desprevenidos reconocimientos en los tiempos. Siempre el ayer aparece incrustado en profundos sentimientos.

Corría finales del año 2008, Gastón Bermúdez sin advertir y sin proponerlo, inicia por designios del destino la creación del portal CRONICAS DE CUCUTA. Parecen haberse alineado inspiraciones surgidas por nostalgias. Gran cúmulo de vivencias, anécdotas, costumbres y añoranzas, fueron plasmadas en lecturas distintas.

Ya jubilado de la industria petrolera venezolana, recibió mensaje que expresaba una reunión de amigos en Cúcuta. Tenía más de cuatro décadas ya establecido de forma permanente, primero en la ciudad del puente sobre el Lago y después en la cuna del Libertador. Viajó ilusionado, acudió puntual a la cita desde Caracas. Encontró un grupo contemporáneo, conformado por amigos ex-jugadores de baloncesto y ex-alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

La tierra cucuteña levantada desde primeras raíces plantadas, siempre acompañó todos los hijos ausentes. Cuando encontramos distantes los afectos, creemos separarnos de recuerdos. Nos llevamos al hombro baúles de abuelos, cargamos con amigos del ayer, empacamos en maleta la infancia y juventud. Muchas veces una fotografía antigua, atrapa y confirma que nunca pudimos alzar vuelo.

Entonces por aquellos días apareció publicado ´La ciudad de antaño´, parido desde generosa pluma con sentido de identidad comprometida, fue el mártir periodista Eustorgio Colmenares Baptista dejando plasmados recuerdos de finales de los 50 y años 60. Sin querer, esas letras fueron presentación inaugural de CRONICAS DE CUCUTA. Los Inolvidables sentires viajaron al modesto grupo de amigos y abrieron compuertas para afianzar arraigos de infancia. Don Eustorgio culmina la crónica con frases retumbando las memorias: “Había muchos menos avances tecnológicos a disposición de la comunidad, pero vivíamos como si nada nos faltara. Nos bastaba con vivir en Cúcuta”.

Sentires intactos, ahora plasman recuerdos en calles transitadas por niños que fuimos. Nuevamente los arraigos hacen despejar las avenidas a los rieles del antiguo ferrocarril. Nos bastaba con vivir en Cúcuta. Asoman madrugadas entre indetenibles remembranzas y añoranzas.

Sin planificar nada, Gastón compartía vía internet las crónicas del Diario La Opinión aparecidas cada ocho días en lecturas dominicales. Sin saber, creció el portal CRONICAS DE CUCUTA. Cada acontecimiento recopilado se convertía en homenaje In Memoriam para hombres y mujeres que dejaron muy alto el Valle de Guasimales. Igualmente, exalta la dignidad con reconocimiento a grandes glorias del ámbito artístico, cívico, periodístico, religioso, deportivo, cultural, social y político.

Oficialmente se convierte en PORTAL WEB el 7 de octubre 2010. En forma admirable acumula ya 1.329 recopilaciones tipo crónicas, casi todas extractadas de periódicos y publicaciones locales, libros populares, escritos nacidos de historiadores, periodistas, inéditos autores y muchos escritores del Norte de Santander. El portal permite hallar el original ADN ancestral y ubica el sentido innato de pertenencia cucuteña. Llegó un día a la vida de todos los internautas, igual como aparecen las buenas nuevas, sin avisar, sigilosamente introduciéndose en las cortezas que somos y las venas que siempre fuimos. Su creador, nunca imaginó un buscador que tocara el alma y menos tallar imborrables despertares en ávidos ojos de lectura.

Aparece ahora como paso determinante para navegar en referencias de Cúcuta. Asegura a nuevas generaciones herramientas para afianzar valores jamás perdidos. La perspectiva futura para ámbitos históricos, culturales, sociales y deportivos, harán necesario considerar el Portal como insigne buscador de consulta e informativo. Importante archivo tecnológico para infantes en colegios y escuelas. Podrá acceder directamente cualquiera a profundos arraigos allí recopilados. Casi imperativo considerarlo como salvaguarda del sentido de identidad y pertenencia.

CRONICAS DE CUCUTA se convirtió en sugestivo repaso de acontecer histórico, recopilado en 19 capítulos o clasificaciones. Portal libre, siempre abierto a todo aquel deseoso por descubrir datos históricos, biografías, nombres de grandes personajes, fechas emblemáticas, sucesos de vida social, cultural, deportiva, religiosa, artística y política. Formidable vía adentrándose en acontecimientos del siglo XVIII hasta nuestros días. Todo expedicionario oriundo se encontrará representado en cada letra, apellido, dato, foto y fecha. Todos volverán a observar las luces de la gran ciudad en medio de rutas por hallar orígenes.

CRONICAS DE CUCUTA no debe tener como destino el olvido, deberá asegurar a nietos de nuestros nietos, inquebrantables lazos surgidos de nostalgias, recuerdos y añoranzas. CRONICAS DE CUCUTA es herramienta tecnológica para demarcar el hilo conductor entre hoy y ayer. Parece luz encontrada en días oscuros, nos abre el entendimiento. Pulsar la tecla nos lleva a destinos con encuentros pasados. Valiosa información contenida en páginas adornadas con sentimientos profundos.

CRONICAS DE CUCUTA garantiza el resurgir de valores originarios que parecían adormecidos por culpa del avasallante mundo moderno. CRONICAS DE CUCUTA llegó para quedarse, igual que mares inundados por recuerdos. CRONICAS DE CUCUTA confirmó la premisa donde las nostalgias se convierten en vehículos para transportar la historia. Una enciclopedia virtual presentada por nuestras gentes con sencillo lenguaje.

Anclados quedarán por siempre nuestros sentires, intactos los arraigos, despiertas las añoranzas y vivas las costumbres intactas. Ahora aseguramos el reguardo de raíces que retoñan desde cenizas del ayer. Dios jamás declaró desértico el Valle Arcilloso, siempre fue bendecido, tampoco declarado deshabitado para la vida del hombre.

Fueron creciendo raíces en medio de cenizas y milagrosamente reverdecieron los gigantescos árboles frondosos. CRONICAS DE CUCUTA reafirma lo que somos. Seguiremos siendo aquello que siempre fuimos, nada cambió, solo algunos pañetes y varios techos distintos.

Todo estará por volver, todo por crecer y todo por llegar. Nunca estaremos solos. Cada generación hará brotar nostalgias por siempre convertidas en historias llenas de arraigos.

Nos bastaba con vivir en Cúcuta…

viernes, 13 de enero de 2012

118.- ESQUINAS CUCUTEÑAS

Carlos Eduardo Orduz



Así es como luce actualmente la esquina de Miramar


Muchas esquinas de nuestra ciudad fueron punto de referencia cuando Cúcuta era pequeña y apacible, además eran sitios escogidos para tertulias por sus habitantes o Centro de Actividades Mercantiles.

Como recordar es vivir, vamos a refrescar la memoria con los nombres de las más famosas, es bueno si advertir que la mayoría de ellas han desaparecido para dar paso al modernismo.

Partiendo del oriente donde se inicia la urbe estaba “Cumotors” firma especializada en carros, repuestos y con  un taller de reparación.

“El Circo” sitio inolvidable por sus golosinas, dio comienzo a los hoy llamados supermercados.

“La Bomba Cúcuta” que contaba con un garaje-parqueadero todo techado para favorecer a sus clientes.

Los extranjeros que tenían sus negocios en el centro de la ciudad, especialmente italianos y una que otra familia de abolengo se alimentaba en el “Palacé”.

Siendo centro de importancia para el comercio con Maracaibo “La Aduana” tenía sus oficinas en una de las mejores casonas.

“La Víctor” con su enorme perro y victrola todo transeúnte se detenía a observarlo, se le acomodaron chistes como el de buscar un empleado para sacar el animal a hacer pipí.

Los escolares y padres de familia sabían que en la “Rosa Blanca” conseguían los enseres necesarios para el estudio.

Los chóferes tenían su “Punta Brava”, lugar por el cual no podía pasar una dama por cuanto la desnudaban con la mirada, además allí se sabía la vida y obra de medio Cúcuta con pelos y señales “todas estas a lo largo de la Calle 10”.

En la Calle 11 podemos citar a “Benhur” sitio muy visitado por los empleados bancarios, a veces se aglomeraba la gente que salía de cine del Teatro Santander.

Al frente el “Club Comercio” en el cual la Sociedad terminó que se utilizaba para designar a los de la alta alcurnia y adinerados, celebraban fastuosas fiestas que les servía de programa a las mujeres de clase media y noveleros que se prendía de las amplias ventanas para admirar los vestidos de última moda y oír hasta tarde la música de la orquesta que allí actuaba.

Los domingos había programa antes de asistir a la misa principal o de 11, en el “Café Comercio”.

La calle 9a se distinguía por el “Palacio” que le trae buenos recuerdos a la patota de vagos que allí día y noche durante mucho tiempo descueraron a los cucuteños, algunos de ellos son hoy figuras importantes de la política.

Se puso de moda la rockola y sus adeptos se dedicaban a librar en el “Cordovés”, “Rojo y Negro” o “Bola Roja”.

Si se quería el más rico dulce de platico o cortados, arrastrados y toronjas se visitaba a doña Rita en “La Cita”.

Los amantes del juego se reunían en “El Casino Berti” en las noches para el bingo; contaba además con un comedor para atender a sus clientes para no abandonaran el local.

La pequeña industria se hizo notoria por la “Estrella” que fabricaba jabones, pastas alimenticias y velas para la exportación a los municipios.

Era común el dicho o refrán medirle el aceite cuando a una persona le herían con arma filosa y por eso sobresalió “El Palenque” que contaba además con su personaje típico que era el enano “Tirso” con su caja de embolar casi tan grande como él.

Al calor de los tragos y las rancheras se formaba grescas fenomenales en “La Lucha”.

Las amas de casa salían de apuros, cuando cosían y bordaban, en “Puerto Berrío” pues allí se encontraba desde un botón hasta el adorno más caro.


Tienda Miramar (pintura)

Algunos niños del Barrio El Llano y El Contento compraban sus dulces y gaseosas en Miramar, avenida 11 con calle 11, y los adultos se tomaban una cerveza y  comentaban las noticias o mamaban gallo con los hijos de Don Martín Bermúdez,  Pacho, el gordo Rafael, Martín, Agustín, Fernando o  Roque destacados mamagallistas  y de vez en cuando conversaban con sus hijas Matilde, Cristina y Virginia o con su esposa doña Virginia.

Las damas tenían su “Sabrina” en donde podían enterarse de los aconteceres mientras esperaban el turno para el arreglo del cabello.

Los pícaros le temían a la “Cárcel Municipal” cuando eran recogidos en la Lora.

Los que trabajaban en las petroleras al llegar a Cúcuta se reunían en “El Ciclón”.

Los agentes viajeros y turistas se encontraban como en su casa en “Hotel Europa” y en el Internacional”.

Los estudiantes visitaban con frecuencia la esquina de “La Coja Delia”.

Otras esquinas muy conocidas. Puerto Arturo-Tequendama-La Roca-El Lago-El Relámpago-La Victoria-Bola Roja-El Campín-Buenos Aires-Polo Norte-Los Alpes.

Si usted vivió en el Cúcuta de antaño, espero que esta remembranza lo haya transportado a tiempos gratos que muchas veces nos hacen suspirar y decir que todo pasado fue mejor, aunque la juventud diga lo contrario.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

martes, 10 de enero de 2012

117.- DIAS DE TONY

Luis Fernando Carrillo



1.

Los que superviven a la guerra del tiempo deben recordar que el almacén Tony, allá por los años sesenta, y por esos noviembres, quedaba en la calle once con avenida quinta, donde hoy hay una agencia bancaria.  Almacén fundado por Darío Donadío, Fausto Donadío, Miograd Savori, y que para entonces gerenciaba don Héctor Ibáñez. Persona amable que ofrecía al público el ramo de camisería, pantalonería. En general ropa para  damas y caballeros de alta calidad. Camisas de Caribú, Van Heusen, Mcgregor, adornaban las vitrinas de almacén. Miradas por los jóvenes, que desde los diversos colegios de la ciudad, se aprestaban a estrenarse como bachilleres, y después ir a la conquista de otros sueños. Años maravillosos. En ellos se cuajaron las personalidades, las amistades, los amores, las rivalidades deportivas y académicas, y se  organizaban las pequeñas fiestas. Con ellas los bailes en donde, al son, ya, de la Billos de Felipe Pirela, Cheo García, Memo Morales, Billo Frometa, historias misma de la ciudad, que los integró a sus quehaceres, se hicieron las amistades y los romances. Ahora instituciones de la Cúcuta misma. Era Cúcuta una ciudad campestral, provinciana, amañadora como siempre, y llena de cucuteños por todas partes. Todo el mundo se conocía por sus nombres  y apodos y los jóvenes se encontraban en todas partes. El viejo tango, ciudad llanera, el cordobés de don Arturo Mesa, la roca,  el cenadero de la turra Petra, y sus guisados de pezuñas de cerdo, Antonio Navas y su estrella Camelia, los cenaderos de la pesa. En fin esos sitio de confluencia de las amistades de siempre y para siempre.


2.

En la esquina del almacén Tony, todos los días de esos años maravillosos, después de la cuatro de la tarde, cuando comenzaba a amainar el sol, se reunía un combo. De los que aparecerían en los mosaicos de bachilleres que se expondrían en La Corona, como actualmente se hace. Para orgullo de los padres y suspiros de las enamoradas, que verían a sus novios y admiradores, exponiéndose como triunfadores. Desfilan ahora los amigos de siempre. Ismael Quintero, Montgómery Rangel, Ricardo Bobrek, Humberto Castillo, Clímaco Ramírez, Hernando Yepes, Highlander Marciales, Eulogio Cabrales, Carlos Pinto, Jorge Castrolobo, Alberto Alvarez, Carlos Jara, Raúl Fernández, Carlos Uribe. Y muchos otros que volvían el encuentro una manifestación de amistad  duradera en los andares de la vida. Allí se estaba hasta las siete de la noche hablando “tochadas”. Viendo desfilar el pensil de cucuteñas que miraban a tan selectas personalidades del mundo del porvenir. Después el retiro hacia la casa a degustar la sencilla comida.

Hecha con las manos cariñosas de la madre. Y así muchos días de todos los días en ese conjugar de la juventud. Nacida en esa Cúcuta que ya no es la Cúcuta de hoy.


3.

Por esto es correcto y apropiado, ahora, en el ayer que se hace presente, se vuelvan los recuerdos a  esa esquina que ahí está como señal  de la ciudad eterna. A pesar de los vientos que la azotan por estos días de su calamidad. Fue hace tiempo, pero parece que fue ayer cuando se sucedía estas historias. Ahora contadas para recordar grandes momentos.  Los años de los flamantes bachilleres con todo el costal de sus recursos para siempre.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

domingo, 8 de enero de 2012

116.- GUSTAVO ROJAS PEREZ

La Opinión

Sesenta y tres años de su vida los dedicó Gustavo Rojas Pérez a los medios de comunicación, en Norte de Santander. Hasta el último día de existencia estuvo metido en el mundo de las noticias.

Se le recuerda por la versatilidad en Diario de La Frontera. Era periodista y reportero gráfico formado en la escuela de la experiencia. Siempre reconoció a Luis Parra Bolívar como su maestro y mentor.

Nació en tierras pamplonesas el 5 de marzo 1935. Cargaba en la billetera la Tarjeta de Periodista No. 029, expedida por el Ministerio de Educación Nacional.

Gustavo Rojas Pérez, en el centro, en sus épocas de ciclista

Su pasión por el ciclismo lo llevó a recorrer el territorio nacional. Él mismo escribió en La Opinión una crónica sobre su incursión en el mundo de las bielas.

-El 7 de junio de 1956, cuatro jóvenes ilusos, pero orgullosos de vestir la camiseta roja y negra, los colores de Norte de Santander, se alinearon en el Parque San Francisco de Bucaramanga, para emprender la odisea de enfrentar la orografía, las planicies y los terrenos quebrados de la geografía colombiana (…), reseñó el 13 de agosto de 2006 en el artículo ‘Pedalazos de 50 años’.

Douglas Superlano, de Cúcuta; Guillermo Rivera, de Bochalema; Gustavo Rojas Pérez, de Pamplona, y Hernando ‘Tribilín’ Barbosa, de Ocaña, se aventuraron en la Vuelta a Colombia. Rojas volvió en otras tres oportunidades.

Al devolver el tiempo para referenciar su recorrido como comunicador, salta a la vista que inició muy joven en oficios  relacionados. En los periódicos ‘Sagitario’ y ‘Hoy’ laboró como ayudante de linotipista.

Ligia Echeverría, antigua propietaria del desaparecido Diario La Frontera recordó la vinculación del muchacho pamplonés, de 12 años,  quien aprendió a levantar textos en tipo suelto.

En la celebración de los 50 años de La Opinión recibió un reconocimiento

De cajista pasó a prensista. El ángel que lo conduciría hasta convertirlo en periodista fue Parra Bolívar. Él y doña Ligia se convirtieron en sus segundos padres.

“Parra tomó a Gustavo como un hijo. Lo empezó a formar. Le pagó el estudio porque vio que era inteligente y vivo”, dijo ayer la señora Echeverría desde el lecho de enferma.

Entristecida por el súbito fallecimiento de quien ‘consideró su mano derecha’ en el periódico conservador, relató el proceso de aprendizaje que le permitió a Rojas Pérez dar el salto a la redacción.

“Parra vio la aptitud de Gustavo quien tenía el deseo de aprender periodismo. Entonces, lo primero que hizo fue enseñarle a escribir en máquina”.

Luego, según los detalles que se le vinieron a la cabeza, el entonces director lo instruyó en lo relacionado con la redacción de noticias, la ética y la orientación de las informaciones. También aprendió lo relacionado con la fotografía.

“Yo le decía todero”, destacó Ligia Echeverría sobre las capacidades de Gustavo Rojas, quien fuera redactor, jefe de redacción y director encargado del diario que funcionó en la calle 14 entre avenidas tercera y cuarta, de Cúcuta.

El trajinar por los caminos de la comunicación social lo llevaron a desempeñarse como corresponsal de El Espectador, en Norte de Santander.

En la radio, manejó en la Voz de La Gran Colombia, en el noticiero ‘El Tribunal del Pueblo’.

Estuvo al frente de la Secretaría de Prensa de la Alcaldía de Cúcuta durante la administración de José Gélvez Albarracín.

En el campo gremial, se afilió al Colegio Nacional de Periodistas, seccional Norte de Santander, del cual fue presidente, y estuvo vinculado al antiguo Cicrodeportes, reveló Eduardo Jaimes, quien hoy emitirá una reciente entrevista.

Cuando era candidato, el presidente Juan Manuel Santos visitó La Opinión, y en la sala de redacción saludó a Gustavo Rojas Pérez

El 24 de abril del 2000, Gustavo Rojas Pérez entró a hacer parte de la planta de periodistas de La Opinión.

Cubrió hechos relacionados con las áreas judicial, económica y política, al igual que noticias referentes a Cúcuta y Norte de Santander.

El sábado 27 de noviembre 2010 quedó marcado como el último día de brega periodística de Rojas Pérez, quien el domingo 28 de noviembre en la mañana, a los 75 años, dejó de existir.

En la página segunda consignó las noticias locales tituladas: “Faltan 242 artículos para aprobar”, “Viceministro viene a Cúcuta” y “Presentaron programa Policía Cívica Juvenil en el AMC de Cúcuta”.

Intempestivamente,  Rojas Pérez se enfermó en la madrugada del domingo. Recibió atención en la clínica Santa Ana. Como al regresar a la casa, su estado empeoró, los familiares lo volvieron a llevar al médico, pero no pudieron salvarlo.

Le sobreviven su esposa Marta Cecilia Garavito y sus hijos Gustavo, Jhon, Ivonne y Marta a quien inculcó el amor por la reportería gráfica.

Los compañeros del periódico quedaron compungidos con la desaparición del veterano periodista. “Estaba donde el matasanos”, les dijo jocosamente el 27 de noviembre, mostrándoles la bolsa de medicamentos. Esa noche se le vio salir sonriente y hasta ayudó a desconectar las luces del pesebre de la sala de redacción.

Mary Stapper  : Hoy tengo sentimientos encontrados. Buenas noticias porque mi hijo mayor acaba de informarme que es papá, mejor dicho que soy abuela y malas noticias porque en la Clínica Santa Ana, falleció el colega Gustavo Rojas Pérez, quien en Diario de la Frontera por allá en el 76, me enseñó cómo redactar una noticia, escribir una crónica o hacer un gran reportaje, aunque muchas cuartillas fueron a dar a la cesta de la basura. Gracias Gustavo por haber sido exigente en el trabajo y generoso en la amistad.


En una máquina de escribir Remington, Gustavo Rojas comenzó a escribir sus primeras noticias

Hablar de Gustavo es hacerlo de la historia del periodismo en Norte de Santander porque creció en Diario de la Frontera donde me cuenta doña Ligia Echeverría de Cabeza, comenzó desde niño cuando apenas el periódico abría sus puertas y se levantaba letra por letra en tipografía y luego en linotipo (plomo) de la mano y genialidad de  su primer esposo el también periodista Luis Parra Bolívar. De eso hace 62 años. Allí Gustavo era redactor, editor, jefe de redacción, entrevistador y maestro.  Cuando el doctor Parra Bolívar murió, fue Gustavo, hombro a hombro con doña Ligia quien sostuvo la calidad del periódico y continuó con Teodosio Cabeza Quiñones hasta que el diario se modernizó y comenzó a imprimirse en Offset a todo color. Cuando llegaron los problemas económicos, fue vendido al ex senador Félix Salcedo Baldión.  Después de ser un periódico conservador pero con apertura a otras corrientes políticas como la liberal, el diario se convirtió en vocero de una fracción del partido liberal. Después pasó a manos del conservador Mario Javier Pacheco y ahí fue “enterrado” el que por años fuera el medio de lectura obligada de Norte de Santander.

También hizo radio y desde más o menos ocho años para acá, comenzó en el Diario La Opinión donde trabajó hasta el día de su muerte.

Gustavo también fue ciclista y no le importaba si era el primero o el último pero  llegaba a la meta final en la vuelta a Colombia.  En periodismo pasó de la vieja máquina de escribir Remington al computador e Internet, de montar en camión, bus, bicicleta, helicóptero o avión o de hacer largas caminatas para cubrir una noticia.

Cumplida la meta de su vida, Gustavo descansa en paz.

Esta fotografía en homenaje a Gustavo Rojas Pérez, fallecido repentinamente el domingo 28/11/2010 en la ciudad. Gustavo desde muy joven ejerció el periodismo en el Diario de la Frontera casi toda la vida y los últimos diez años en La Opinión, donde gozaba del aprecio de todos nosotros. Cuando requeríamos ayuda con estas fotos antiguas, él era uno de los que nos sacaba del apuro con los nombres de las personas. Esta gráfica debió ser de la década del 70 o comienzos de los 80 en alguna reunión de periodistas en su estado natural o sea brindando, y en ella de izquierda a derecha recordamos a: Gustavo, Mary Stapper Vargas, Rafael Bruno Bruno, Jaime Calderón, Laura Villalobos, Rosa Emma Arenas de Méndez, Miguel Méndez Camacho, Samuel Cárdenas y Cicerón Flórez.

Cicerón Flórez Moya : No es por el hecho de su muerte que ahora adquiere relevancia el trabajo periodístico de Gustavo Rojas Pérez en los medios de comunicación de Cúcuta durante casi medio siglo.

En vida se le hizo reconocimiento a su buen desempeño cotidiano en el manejo de la información.

Gustavo Rojas fue un periodista de tiempo completo. Estuvo en todas las áreas de su oficio, sin caer en posturas de envanecimiento, sin incurrir en  actos reprochables y sin hacerle concesión  a las presiones de quienes les interesa más la distorsión o la tergiversación que la verdad.

La carrera periodística de Gustavo Rojas dejó huellas en  Diario de l,a Frontera, la que fuera  su casa paterna del oficio. Allí se formó y allí refrendó su vocación y su idoneidad día tras día. Lo hizo también en el radioperiódico El Tribunal del Pueblo, en la Voz de la Gran Colombia bajo la batuta de José Neira Rey, en El Espectador, diario del cual fue su corresponsal en Cúcuta. Finalmente se vinculó a La Opinión con el mismo  talante  que aplicó a la búsqueda de la clave de los hechos que eran noticia y tras los cuales se movía con   la dedicación de un apasionado lúcido.

En Gustavo Rojas habrá que apreciar su fidelidad a la sencillez y a la autenticidad,  la trasparencia en su relación con las fuentes, su disciplina en el cumplimiento de los compromisos y su acatamiento a los principios esenciales del periodismo.

Y hay que destacar también en Gustavo Rojas su sensibilidad por lo regional. Tenía conocimiento de los asuntos esenciales de Norte de Santander. Le dolían sus desgreños y sus frustraciones.

Es cierto que “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es es el morir”, pero duele la partida de las personas que debieran seguir trazando rumbos.




Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

viernes, 6 de enero de 2012

115.- ASI RODO LA PELICULA EN CUCUTA

Pilar Duarte

En el Teatro Santander se inauguró el cine hablado


Teatro de Cúcuta fue el primero que abrió las puertas


El Teatro Guzmán Berti se construyó un año después del terremoto de Cúcuta


La proyección de imágenes continuas y organizadas con una idea clara, generaron una historia contada en secuencia. Había expectativa por los retratos en movimiento que robaban las miradas de cientos de espectadores que hacían filas de horas enteras para entrar a una sala oscura. En otrora daba la posibilidad de recrear en cortos instantes una historia contada inicialmente sin palabras, a dos colores: blanco y negro, donde los elementos de la expresión corporal, escenografía y música eran los componentes necesarios para quitarle el aliento a más de un asistente al teatro.

En Cúcuta se construyó, con dineros de Domingo Guzmán, el que se convertiría en el primer teatro, hecho en madera, casi en su totalidad. Se levantó en el sitio actual de la Avenida Sexta entre calles octava y novena. En un principio se llamó Teatro de Cúcuta. Posteriormente se le puso el nombre de Teatro Guzmán.

Allí, en 1898 tuvo lugar la primera proyección de imágenes en movimiento de la que se tiene registro en la historia de la ciudad. Se realizó con un Kinetoscopio, aparato que cinco años después de su invención (1893) fue traido por el general italiano J.A. Berti y por el ciudadano de origen alemán Don Enrique Hoffman. La exhibición eran cortas escenas de la vida diaria, similar a la que hicieran los hermanos Lumiére, en París, en 1895.

El Kinetoscopio causó gran sensación al igual que la Linterna Fría, otro aparato de animación de imágenes en el que unas bailarinas avanzaban sobre enormes bolas de madera.

Pocos años después, a principios del Siglo XX, el Teatro Guzmán fue demolido para dar paso a la construcción del que sería el más emblemático de los escenarios de Cúcuta: el Teatro Guzmán Berti.

La proliferación y gusto por la industria del cine, hizo que más de un teatro surgiera y dedicara espacio en sus programaciones a películas extranjeras, de géneros como la comedia, el drama, ficción y musicales.

Después de la iniciativa del Guzmán Berti se le unieron el Teatro Santander, Municipal, Astral, Aire Libre, Miraflores, Buenos Aires, Cine Séptima y el Parroquial de Sevilla.

Existían múltiples opciones de salas, pero las películas no eran abundantes, por ello cintas famosas de distintos lugares duraban en cartelera hasta 3 meses. “Uno no sabía si era porque no llegaban películas nuevas o porque gustaban mucho”, así lo cuenta Virmel Colmenares, asistente al teatro en esos momentos.

Una vez abierta la carta de alternativas de cintas, se abría la taquilla para recibir al público en las tres presentaciones habituales: Matinal (Desde las 10:00 de Mañana hasta la 1:00 de la tarde), Matinee (A partir de las 3:00 hasta las 6:00 de la tarde) y Vespertina (De 7:00 a 11:00 de la noche).

Cada cinema se convertía en el lugar de encuentro de chicos y padres en horario matinee, corrillos de jóvenes en el matinal, y en vespertina: empleados que salían de sus trabajos dispuestos a entretenerse un rato y, parejas enamoradas que  aprovechaban la lobreguez de la sala para estar abrazados y demostrarse su amor sin ser observados por sus padres.

Ubicados todos en los asientos, incluso, el portero se ponía cómodo esperando el momento en el que la oscuridad embargara el lugar, giraban los carreteles con sus rollos continuos de película de 17 metros, proyectando el relato de 46 imágenes por segundo, que paralizaba la lengua y ponía en juego los demás sentidos para entender la trama de lo que veían los ojos.

Entre las carteleras de cine se podían apreciar películas de Fortino Mario A. Moreno Reyes “Cantinflas”, “El Látigo Negro del Zorro”, Laurel & Hardy, “El Gordo y el Flaco”, Rodolfo Guzmán Huerta como “Santo, el Enmascarado de Plata”; Moe Howard,  Larry Fine y  Curly Howard como “Los Tres Chiflados”. Películas italianas y francesas, encontrando en estas últimas los romances de enamorados. Filmes exitosos en los que participaban actores como Elenita Vargas, Luis Aguilar y Antonio Aguilar, Pedro Infante, Jorge Negrete, Libertad Lamarque y David Silva.

Todas estas cintas cinematográficas llegaban a la ciudad por medio del ferrocarril, medio internacional de transporte en aquellos tiempos. Rubén Cárdenas, empresario de la época, traía filmes para comercializarlos en la frontera, testigo de esto es el señor Horacio Niño, el cual presenciaba cuando probaban las películas en el solar de su casa  antes de venderlas, pues su padre Antonio Niño Figueroa R. era quien las recibía y transportaba al ser el conductor del ferrocarril.

Los avances fueron llegando y el 13 de septiembre de 1932, con la exhibición del filme “Resurrección” basada en la obra inmortal del conde León Tolstoy, se inaugura el cine-hablado en el Teatro Santander. La producción en cinemascope y tecnicolor, vino 22 años después, el 17 de septiembre de 1954, con intervención de Víctor Mature y Jean Simmons, quienes proyectaron “El Manto Sagrado”, inaugurando así el Teatro Zulima.

Años dorados del cine nortesantanderano, marco que reunía a habitantes y visitantes de cualquier lado del mundo, de las zonas cercanas a la región y extranjeros que venían a conocer la plaza para traer su producto fílmico. Pero el brillo resplandeciente se volvió opaco y perdió fuerza cuando el pueblo cucuteño disminuyó su asistencia, decayendo notoriamente la rentabilidad para quienes estaban a la cabeza y dirección de espacios cinematográficos.

“Quienes seguían asistiendo a ver cine eran personas de malas costumbres, los viciosos que iban a hacer de las suyas”, comenta Bárbara Gutiérrez, amante del cine de época. Afirmación que comparte Horacio Niño, “La gente le tomó mala fama a los teatros, las personas decentes no iban porque quienes entraban era a fumar y aprovecharse de la soledad u oscuridad del cine”.

El cine fue perdiendo vigencia por distintos factores, entre ellos la escasez económica,  sin existencia de dinero para traer buenas películas, la programación se volvió aburrida y monótona. Aunque el principal detonante que mató la vitalidad del cine fue la violencia, porque desde  1948 en adelante, la era de violencia se intensificó; al salir de la función eran sorprendidos por hombres armados que pedían papeles de identidad para ver si eran partidarios del grupo. La cédula de la gente mayor era una hoja de papel, y para distinguir quienes habían votado recibían un sello en la hoja, al no tener dicho distintivo la cédula, mataban a la persona por no ser partidaria de la tropa que lideraba la batalla violenta.

Pedro Roberto Maldonado, testigo de los hechos asegura que “después de las ocho de la noche nadie salía a la calle porque era un peligro que lo fueran a maltratar”.

Varias razones relegaron al cine, dejando atrás el papel cultural e histórico que jugó en nuestra ciudad, ya que nos brindó la posibilidad de culturizarnos a través de su “pantalla grande”, ver estilos de vida de otros lugares del mundo, ampliar las opciones de entretenimiento y distracción para los residentes y en el departamento.

Ayer y hoy

Los teatros fueron los directos damnificados. No había cómo costear el mantenimiento y sostenimiento de estas joyas arquitectónicas, por eso fueron vendidos, demolidos y en su lugar se levantaron nuevas edificaciones comerciales:

- Teatro Guzmán Berti, hoy es el Centro Comercial Alejandría.

- Teatro Miraflores, hoy es un taller de mecánica.

- Teatro Buenos Aires, hoy es un supermercado

- Teatro Astral, hoy un estacionamiento privado.

- Teatro Santander, aún conserva intacto el segundo piso. No lo demolieron. En su primer piso se transformó en un parqueadero.

Experiencias del ayer

Aunque se sigue viendo cine, y las cadenas multinacionales de cine en general se han instalado en la ciudad, con salas acordes para gozar de funciones en distintos horarios y con nuevas tecnologías (tercera dimensión), nunca podrá compararse el fervor y entusiasmo del ingreso a los teatros de aquellos tiempos. “Es inigualable”, así lo expresan en común quienes pisaron más de un teatro apreciando ciclos de cine, recorriendo diferentes salas para vivir experiencias distintas y conocer su público asistente, ver cintas al aire libre, en recintos cerrados y apartados, en salas tan ambiguas como las del Cine Séptima que tenia cantina, billar y la platea para ver filmes, en jornada nocturna, con bancas similares a las de una iglesia.

Bárbara Gutiérrez

“Mucha emoción, me entusiasmaba, pasar y ver a todas las personas haciendo cola daba ganas de entrar, es que hasta el sacerdote hacia fila para entrar. Había tantas cosas que salían de la pantalla, partes en las que uno aplaudía o brincaba de la alegría de ver cine”.

Virmel Colmenares
   
“Para uno de muchacho era emocionante estar en primera fila, por eso si llegaba tarde le invitaba la entrada a la persona que estuviese adelante para que me dejara meter y poder ocupar un buen lugar adentro. La entrada al teatro de cine valía $50 centavos, en ocasiones se veía la película al lado, en una bodega donde vendían cerveza y demás, ahí habían unos palos y si uno se sentaba en ellos podía apreciar toda la función, así que uno pagaba $20 centavos y se ahorraba el resto.”

Pedro Roberto Maldonado

“Al teatro asistía los domingos por la mañana y la tarde, películas como las de Pedro Infante y las de comedia mexicana, fueron las que me hicieron seguidor del cine.

Quizás ahora asistan mucho, pero no hay comparación con el tiempo de antes y el comportamiento, en otro tiempo el cine si se escuchaba en pleno silencio”.

María Josefa de Urbina

“A las 6:00 de la tarde, al salir del trabajo se iba de prisa al teatro. Lo que más me gustaba es que cuando habían fiestas uno veía a los personajes proyectados en la pantalla, actuando y bailando, todo eso era maravilloso”.

Horacio Niño Prato

“Cuando lo vi por primera vez , eso fue una atracción porque uno estaba acostumbrado a ver retratos. La belleza de ver retratos que no hablaban pero se movían y corrían, eso fue fascinante, después cuando ya hablaban, escuchar cantar de manera nítida, no como sonaba en vitrola. En matinal se pagaban $5 centavos para entrar a galerías, pero para conseguirlos era difícil así que hacíamos la picardía de volar nos le al portero y eran muchas las veces que teníamos éxito, pero cuando no, ‘Care gata’, como le llamábamos, nos agarraba a rejo”.
Hablan los expertos

Juan Diego Hernandez Albarracín – Director del espacio de apreciación de cinematográfica de la Universidad de Santander UDES.

“El cine fue una consecuencia histórica. El cine fue un fenómeno y aún hoy lo sigue siendo. Gilles Deleuze, en sus escritos sobre cine y tiempo, sobre tiempo y espacio afirma que el cine fue una revolución total que impregnó todas las maneras de hacer arte. Lo que atrae del cine mudo es la expresión facial donde las actrices como Gloria Swanson con sólo una mirada podía decir muchas cosas, actrices que lograban recrear un sentimiento. El mundo actual se concibió como hoy gracias al cine, porque los grandes avances se dieron dentro de la imagen en movimiento, por ello hay que tomarlo completo desde el ayer como principio al hoy como continuación.”

Javier Bosch Fossi – Director de Cineclub de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS).

“Cúcuta era una ciudad que pretendía ser culta de una manera distinta a lo que es hoy, entonces además del cine mudo, las compañías de zarzuela y teatro influyeron en un proyecto de una ciudad que alcanzó a ser en cierta medida cosmopolita. Norte de Santander tuvo otra vida en lo comercial y lo cultural. No cabe duda que el cine ocupó gran protagonismo. El cine en cuanto a manifestación de público sin distinción de género, ha sido un espectáculo de multitudes, de ahí el tamaño de los teatros, pero el cine con otras pretensiones como cine-arte, con fines formativos, de orientar las perspectivas criticas, no ha sido el gestado en nuestra región.”

Oscar Schoonewolff – Director de uno de los primeros Cineclubes nortesantanderanos.

“En ese entonces para proyectar cine era con carrete para envolver, con la luz apagada y a puro tacto, con una pequeña linterna en la boca guiándome para ver, teniendo en cuenta que eran películas que venían en 5 o 6 rollos grandes, era una sola máquina de proyección ”.

Leonardo Parra – Representante del Consejo de Cine de Norte de Santander.

Ver cine mudo y/o silente, implica crear el acento y el tono de voz de los actores, lo cual resulta interesante porque cuando alguien hace una expresión de grito uno no sabe que tan fuerte esta gritando entonces eso depende de la intensidad que cada quien decida poner a la voz, pues practicameente se es dueño de las voces, siendo de esta manera co-autor del filme. El Cine Mudo no juega con las emociones auditivas del espectador, él es dueño de crear esos mundos sonoros desde su propia concepción.

Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

miércoles, 4 de enero de 2012

114.- SIEMPRE QUISE GANARLE TIEMPO AL TIEMPO : PEDRO RAFAEL SAYAGO ROJAS

Celmira Figueroa

El 3 de febrero de 1974 pisó la Cámara de Comercio y el 30 de septiembre de 2010 salió a gozar del beneficio de la pensión.

Nació en la avenida octava No.7-75 donde funciona la vidriería Roma. Esa casa paterna sigue intacta. En esa época 1949 era la zona de los Caobos de hoy. Su vecino fue el periódico El Frente y compartió con la gente ´dedo parado´ de apellidos Díaz, Ayala, Ospina.

Cúcuta tenía 100 mil habitantes y llegaba hasta el hotel Tonchalá y el que se iba a casar o bautizar tenía que ir hasta la catedral de San Antonio. A Jorge Muñoz y Amelia Ayala le llevó las arras el día del matrimonio. Pedro Rafael Sayago Rojas tenía solo cuatro años.

Allí vivió hasta 1960 con su padre Pedro Sayago Mora, su mamá Beatriz Rojas y sus hermanos ocho hermanos: Flor, Rodrigo, Carlos, José, Rosa, Beatriz, Luz María y Álvaro.

Se mudó para la avenida 3 con calle 6 donde funcionó el consulado de Venezuela en Cúcuta.

La primaria la inició en el Domingo Savio y pasó al Calasanz donde salió bachiller en 1967. Hizo muchos amigos y por medio del baloncesto y ciclismo los cultivó.

Después sus padres se trasladaron al barrio Latino y se topó de vecinos a la familia Cabrera, Pabón Hernández y Gereda.

Se consideraba estudioso, aplicado, más no cuadriculado. Acompañaba a su padre a la finca que quedaba en Boconó. Se sentaba en la tienda de la esquina de la calle sexta a departir con sus amigos y partió a Bogotá a estudiar economía porque en ese entonces la naciente Universidad Francisco de Paula Santander carecía de la carrera. Se matriculó en la Jorge Tadeo Lozano y se graduó de 20 años, pero por no tener cédula de ciudadanía casi que no le entregan el título de economista. Sin embargo, sus amigos le ayudaron a sacar la cédula antes de ser mayor de edad.

Regresó como profesional y se vinculó a Acopi (Asociación Colombiana de Pequeños Industriales).

Al año Sergio Entrena lo llama para que lo acompañe en la Cámara de Comercio en la oficina de promoción y desarrollo. Se inicia el proceso de consolidación a finales de los 80. Entrena se retira de la dirección de la Cámara de Comercio y la junta directiva lo nombre su reemplazo. La crisis toca la frontera en 1983 a raíz del desplome del bolívar.

A Pedro Sayago Rojas lo encargan de empezar a trabajar con Juan Santaella, José Neira Rey, Pedro Entrena un programa que se bautizó ley de fronteras. Se constituyó la comisión fronteriza y se crean mecanismos mediante la ley 10 de 1983.

Hoy se siente orgulloso de ese logro porque a partir de ahí “nos dieron nombre y apellido, en el sentido que las zonas de frontera somos unidades territoriales, porque somos colindante con un país vecino`.

En 1984 el entonces alcalde Luis Vicente Serrano Silva le propuso gerenciar las Empresas Públicas Municipales que estaba en plena crisis. Logró gestionar un crédito con el Banco Mundial para invertirlo en la traída del agua del río Zulia. Suscribió el crédito siendo testigo el inmolado Álvaro Gómez Hurtado, quien era embajador de Colombia en Estados Unidos.

Lideró la conexión del río Zulia para complementarlo con El Pórtico, actual acueducto. En esa época gerenciaba no solo acueducto sino alcantarillado, matadero, aseo. Es decir, seis empresas en una y se inicia la separación de cada una.

Cuando llega el primer millón de dólares se acuerda dejarlo depositado en el Banco de la República de Cúcuta, por algunos inconvenientes de revaluación del peso, para iniciar con el proceso de licitación y contratación.

La presión fue muy fuerte. Y decide retirarse de las EPM. Había logrado su objetivo: conseguir ese dinero, que después se convirtió en su propia arma enemiga.

Trabajó en Corponor y después en Comfaoriente, como subdirector, donde consolida el proyecto de Villa Silvania.

Siendo gobernador Antonio José Lizarazo Ocampo lo llama para que sea el secretario de planeación. En 1991 acepta el reto. Crea la idea del Área Metropolitana de Cúcuta que posteriormente la consolida el alcalde Manuel Guillermo Mora.

Estando en ese proceso revive la crisis en la frontera y es el mismo Lizarazo quien le sugiere que regrese a la Cámara de Comercio donde  sería más útil. Reemplaza a Alberto Santaella, julio 2004, en la dirección ejecutiva hasta septiembre 30 de 2010.

Reconoce que se cometieron errores, pero también éxitos. El principal error: el `divorcio` entre el sector privado y público porque cada uno va por un lado distinto. Sin embargo, con el gobernador Juan Santaella se armó un plan para crear estímulos para la región. “Si crecía el comercio, también repercutaba en el ganadero, agropecuario,  vivienda, construcción”.

Hace cinco años a raíz del esquema del nuevo planteamiento de desarrollo del país con el plan regional de exportación “nos obligó a pensar más allá de la inmediatez. A proyectarnos a diez años en ese proceso se consolidó el sector de las confecciones con la Gobernación, Alcaldía, Proexport, Cámara de Comercio, Sena y empresarios.

Se está en la tarea de recuperar el mercado nacional porque siempre se ha consentido es al vecino Venezuela.

Pedro Sayago Rojas nunca se dejó tentar por el poder. Ni siquiera político. Entrena López a quien consideraba su amigo, formado en Cámara de Comercio, se distanció y rompió relaciones. “Olvidando que la Cámara de Comercio es un vaso comunicante y un soporte para la gobernación”.

Su aspiración no pasó de servirle a Cúcuta. En lo político lo reconsideró porque en la gerencia de las Empresas Municipales vivió una negra experiencia. “Personas que los consideraba muy amigos desde la Cámara de Comercio, de un momento a otro cambiaron de camiseta y eso me desconcertó muchísimo. Las EPM era muy política.”

Su padre  le advirtió: sigue en el sector privado porque el público es muy desagradecido. Sin embargo, “le sostuve a él que quería correr el riesgo y vivir la experiencia. La viví en menos de un año”. Y decidió alejarse.

La academia

De la universidad regresó en 1974 y Jaime Pérez López, quien era el presidente de la Cámara de Comercio lo invita a dictar cátedra en la naciente Universidad Libre. Siempre había sido monitor en las clases.

También dictó clases en un tiempo en la Universidad Francisco de Paula Santander, pero los horarios le impidieron continuar. Fue durante cinco años profesor de posgrado en la Udes.

La jubilación

Siempre se preparó para ese día. Siempre quiso ganarle tiempo al tiempo y hacer las cosas más rápido posible.

¿Nostalgia? El no lograr consolidar una nueva infraestructura física para la Cámara de Comercio.

Primero le apuntó al proyecto Bavaria, que desafortunadamente se le cambió la orientación. Se le había propuesto al gobierno municipal que tomara las dos torres de la Cámara para que reuniera todas las secretarías que están regadas en la ciudad. Y la Cámara consolidara en el nuevo edificio un museo para Cúcuta.

Después surgió la otra alternativa: la de comprar el edificio Rosetal. Le llamaba la atención la ubicación y por considerarlo icono arquitectónico. Tenía soñado abrir un auditorio con capacidad para 700 personas y pasillo para exposiciones de pintura y escultura.

Sin embargo, no se siente del todo frustrado. Logró que la Cámara de Comercio fuera  entidad líder, que tuviera una fortaleza institucional, que coincida la visión y la misión de la institución con lo que piensa el sector privado. 


En estos momentos la Cámara de Comercio es líder, después de la de Bogotá, en registros virtuales.

Investigar y estudiar es una inclinación natural. Por eso se ha vuelto en el consultor obligado de propios y extraños. Al comportamiento del bolívar no le pierde el rastro.

Siendo estudiante de primer semestre hizo la remodelación de la planta a pastas alimenticias Fama y se ganó $5 mil. Hizo, también el ejercicio del montaje del matadero de Cúcuta en compañía de dos pastusas y un antioqueño.

Su obsesión es la ciudad, la región y todo lo estudiado y aprendido lo aplica en pro de esta zona.

Dejó a un lado la práctica del deporte porque tomaba los fines de semanas para investigar, estudiar y escribir. En la Cámara de Comercio no le quedaba tiempo porque tenía que escuchar a todo el que llegaba. Dice que es “la rockola del oyente, siempre complaciendo peticiones” para referirse a las quejas que llevaban los usuarios.

Escribió un libro donde hace una retrospectiva del desarrollo de la región. Será una especie de incunable.

Sigue en la cátedra, viajando y de consultor.

El  Reconocimiento

En acto especial que se llevó a cabo en la Casa Natal del General Santander, en Villa del Rosario, la Cámara de Comercio de Cúcuta entregó en la celebración del 95 aniversario las distinciones al Mérito Empresarial y a toda una vida Cámara de Comercio de Cúcuta 2010.
La junta directiva de la Cámara de Comercio de Cúcuta le otorgó la distinción ‘A toda una vida’ como reconocimiento especial a Pedro Sayago Rojas.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.